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Mario Bunge:
su (falta de) tacto
y su filosofÃa
Alejandro Borgo
Periodista. CFI-Argentina
E
l tÃtulo de este texto está basado en una breve nota que escribà sobre Mario en la revista Pensar, luego de organizar una maratón de preguntas y respuestas con el fÃsico
devenido en filósofo «amateur» (según su
propia definición).
Mi primer encuentro con Mario fue en 1989. Le hice
una entrevista donde participaron otras personas. Bunge era muy directo e irónico con sus respuestas. Hablamos sobre psicologÃa, fÃsica cuántica y otros temas. Yo
habÃa leÃdo La ciencia, su método y su filosofÃa, libro
de texto que tuvo mucha repercusión. Para mà era una
suerte de Ãdolo del pensamiento crÃtico. No tuve oportunidad de leer toda su obra. Eso me hubiera llevado
décadas.
Recuerdo que me elogió cuando en la revista El Ojo
Escéptico hicimos un contrapunto entre él y Gregorio
Klimovsky sobre el psicoanálisis. «Se nota que usted
estaba muy afilado», me escribió, refiriéndose a mi entrevista a ambos. Nunca me tuteó, a pesar de nuestra
diferencia de edad.
Pero entablamos una buena relación. Aceptó ser
miembro honorario del Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (Cairp), allá
por 1991. LeÃa con pasión y curiosidad los libros de
Mario. Me los devoraba. Seudociencia e ideologÃa fue
el que más me gustó. Siguieron luego más entrevistas y
diálogos, en jornadas y conferencias que compartimos.
Perdà la cuenta de cuántas entrevistas le hice. Cada vez
que venÃa a Buenos Aires, Mario estaba dispuesto a dar
alguna conferencia para el Cairp, y luego para lo que
fue el Center for Inquiry/Argentina.
Recuerdo algunas anécdotas:
âMario, ¿cuál fue su error más importante?
âPasar tres años leyendo a Hegel âdijo.
â¿Y no le aportó nada?
âSÃ, odio a Hegel âdijo, causando una carcajada general en el público.
Asà era Mario. Recuerdo que su esposa, Marta, me
habÃa dicho: «A Mario lo tomás o lo dejás». Palabras
muy significativas.
Más allá de la admiración que tenÃa por Mario, las
cosas comenzaron a complicarse con el tiempo. EscribÃ
un libro llamado ¿Te atreves a ser libre?, donde men-
Debemos crecer por nosotros mismos y no
hacer de los seres humanos -ocupen el puesto
que ocupen y tengan los tÃtulos que tenganÃdolos inmaculados
el escéptico 24
Primavera 2020
cionaba a Ayn Rand y a Murray Rothbard, aparte de
otros autores, como Bertrand Russell, Erich Fromm,
Ronald Lindsey y otros.
Recibà una muy dura respuesta de Mario: «¿Cómo va
a comparar al gran Bertrand Russell con Ayn Rand?».
Le respondà que yo no estaba comparando a nadie. Solo
exponÃa distintos puntos de vista, de diferentes autores,
sobre un tema bastante complejo: la libertad.
Es casi una ley que los Ãdolos se caigan, tarde o temprano. Pero lo que más me molestó fue que ni siquiera se tomara el trabajo de leer mi libro, que no era un
tratado de mil páginas. Por lo tanto, estaba criticando
algo que no habÃa leÃdo. Y la última vez que lo vi, en un
congreso de filosofÃa cientÃfica que se realizó en Buenos Aires para honrarlo, me insultó, frente a la mirada
atónita de algunos asistentes.
âUsted también escribió sobre Ayn Rand âle dije.
Y me respondió:
âSÃ, para boludos como usted.
Y se fue. Ni quiso escuchar mi conferencia.
Lo mismo ocurrió con el rock y los Beatles. Puede
parecer algo insignificante, pero no es asÃ. Bunge reconoció en la maratón de preguntas y respuestas que
organizamos que, por consejo de su hijo, no deberÃa
haberse «peleado» conmigo respecto de los Beatles.
Evidentemente no conocÃa mucho sobre su música y
me dijo por correo electrónico que le parecÃan «cursis».
Le recordé que los Beatles conocÃan la música cláPrimavera 2020
sica y que George Martin, su productor, habÃa hecho
arreglos para Eleanor Rigby y para Yesterday. No eran
unos improvisados.
Asà y todo, seguà teniendo un intercambio de e-mails
con Mario.
Fue un pensador importante para mÃ. Estuve con él
en varios encuentros. Charlamos sobre infinidad de temas. Me causó decepción el hecho de que en ciertos
tópicos hablaba de oÃdas.
Pero lo sigo considerando un gran pensador, mucho
más ilustrado que yo. En sÃntesis, reconozco que nuestros intercambios fueron ricos. Pero no puedo dejar de
sentir ese sabor amargo que me dejó su implacable condición de testarudo en ciertos aspectos. Criticar un libro
sin haberlo leÃdo no me pareció la actitud de un librepensador. Creo que a Mario lo traicionó su ideologÃa. A
mà me puede haber pasado lo mismo. Por lo tanto, creo
que estamos a mano.
Ahora, con la noticia de su fallecimiento, aprovecho para decir dos cosas: una, la evidente, que lamento
su muerte. La segunda es que conocer a Bunge me ha
dejado una enseñanza y es que, más allá del respeto
que le hayamos tenido a un maestro, debemos crecer
por nosotros mismos y no hacer de los seres humanos
âocupen el puesto que ocupen y tengan los tÃtulos que
tenganâ Ãdolos inmaculados. Creo que el propio Bunge
dirÃa lo mismo.
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