La Gran Pirámide: ¡Vaya timo!

Enviado por admindrupal el Vie, 24/07/2020 - 10:30
Sección
SILLÓN ESCÉPTICO
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Sillón Escéptico Esther Samper Si escuece, cura: 50 malas prácticas de salud al descubierto Ilustraciones de Mónica Lalanda Ed. Cálamo. 2019 Una bofetada intelectual al que, sin ser sanitario, se pensaba que tenía claros conceptos de la medicina y del tratamiento de enfermedades típicas. Y es que al final uno se piensa que sabe más de lo que realmente sabe; recordemos que los señores Dunning y Kruger siempre están al acecho. Uno echa la vista atrás y se da cuenta de que menos mal que uno está bien de salud más allá de las típicas enfermedades estacionales. ¡Vaya barbaridades cometía (cometo)! Ya sea por consejo de mi santa madre o por creerme Chimo Bayo con aquello de «esta sí, esta no...» con la medicación. Este libro de nuestra socia y amiga Esther Samper nos hace un recorrido por el agua oxigenada, las medusas y las micciones, las pastillas de vitaminas, el zumo de naranja para los resfriados, el anisakis, las digestiones y el verano, las desagradables gastroenteritis (acabo de comprar suero oral para cuando me toque no me pille desprevenido ni mi padre se empeñe en subirme el popular refresco), los bebés y sus llantos, mucolíticos y jarabes, gripes y coger frío, etc. Y aunque de algunas tenía constancia, otras me cuestan discusiones con progenitores más habituados a seguir el consejo que les dio el marido de su prima hace 40 años (historia real) que lo que su hijo mal recuerda de un libro. Las pseudociencias nos inundan, pero la ingente cantidad de mitos y malas prácticas que hay en salud por la población general y por algunos profesionales desactualizados también es preocupante. P.D.: Haré un esfuerzo para que mi madre se lea este libro. Víctor Pascual José Miguel Parra La Gran Pirámide: ¡Vaya timo! Editorial Laetoli, Pamplona, 2019. 424 páginas Nada parece durar eternamente, salvo las pirámides y las tonterías Sobre las pirámides, de entrada, cabe recordar que es la única de las llamadas siete maravillas del mundo antiguo que aún se mantiene en pie. Y que ya se las tenía como monumentos procedentes de una época muy remota (con dos milenios a sus espaldas) cuando las otras seis, ya desaparecidas hace mucho tiempo, el escéptico 70 fueron erigidas. Se construyeron un par de miles de años antes que el resto de las maravillas, y las han sobrevivido otro par de miles de años. Una doble maravilla. Afortunadamente, aún durarán mucho más tiempo. Al menos eso espero, si las tonterías no nos ganan la partida. Su construcción ha motivado la escritura a lo largo del tiempo de numerosas obras. En la actualidad se sabe muchísimo sobre ellas, y el libro del que hoy hablamos es una muestra de ello, quizás en algún momento extremadamente precisa, que trata de mostrar hasta qué punto se sabe con detalle lo que se sabe. Más allá de las pirámides, el libro habla de todo el mundo egipcio faraónico, con la crítica constante a la argumentación pseudocientífica. José Miguel Parra Ortiz, autor de una abundante bibliografía, tanto de textos de investigación como de divulgación sobre el mundo de la egiptología desde una óptica científica, se adentra en esta ocasión en el complejo mundo de tratar de explicar por qué creemos lo que creemos sobre el mundo egipcio de hace cinco milenios, y por qué no son ciertas las afirmaciones fantasiosas de muchos autores con una cifra de ventas de libros realmente asombrosa. En este nuevo libro de la serie ¡Vaya Timo! vemos cómo, tras una introducción sobre nuestra posible Primavera 2020 soledad en el universo y sobre una serie de falacias pseudoarqueológicas, incluso con un capítulo dedicado a la mítica Atlántida, el autor entra más tarde en la materia que da título al libro mostrando el origen de la cultura egipcia y sus raíces ancladas en la prehistoria, la problemática de las dataciones hasta el año 664 a.C., cuando la interconexión entre culturas en el Mediterráneo facilita las cronologías precisas por la mayor cantidad de referencias cruzadas, el real desconocimiento exacto de lo que sucedió en el entorno del Nilo en su época más remota, con el hallazgo actual incluso de nuevos faraones, y cómo todo se va afinando lentamente gracias al buen trabajo de mucha gente experta. Saber muchísimo no es saberlo todo Obviamente, no sabemos muchas cosas sobre el tiempo y el contexto de la construcción de las pirámides, pero ser capaces de conocer cómo vivieron personas hace casi 5000 años, qué hicieron, cómo lo hicieron y porqué, qué tipo de enfermedades pudieron tener, y establecer hipótesis razonables sobre los fragmentos que de aquella realidad nos han llegado es un reto para los estudiosos que no siempre se valora de forma adecuada por los legos, que confunden a veces los titulares impactantes y poco serios con la verdad. En el mundo twitter, todo lo que supere los 280 caracteres sin negritas, signos de admiración, etc. no es probable que sea muy leído. Da igual que sea cierto o no. Es incontestable que aún hay muchas incógnitas (¡las hay sobre la Guerra Civil, en España!) y es cierto que aún no se sabe con total exactitud cómo se construyó la Gran Pirámide, como señala Parra (pág. 240), pero se conocen cada vez más detalles. El autor señala cómo la información de papiros como los de Wadi al-Jarf y algunos grafitos muestran cómo dicha pirámide fue construida, tanto por dentro como por fuera, por egipcios y egipcias de mediados del tercer milenio de antes de nuestra era, sin ningún lugar para dudas ni para la magia potteriana. Con el texto de José Miguel Parra nos acercamos con detalle a los conocimientos que ya se tienen, a la fuerza de los datos científicos y a la transversalidad de las investigaciones con datos procedentes de muchas ciencias. Los cuatro milenios y medio que nos separan del momento de la construcción de las grandes pirámides de la meseta de Guiza, las más famosas, han borrado u oscurecido muchos datos sobre las mismas, lo que, de momento, no ha facilitado el poder tener la información suficiente como para poder elaborar una hipótesis comprobable al 100 % sobre cada detalle de su construcción que permita resolver todos los problemas. Pero eso pasa siempre. Desde las excavaciones de Ampurias hasta las de Angkor. Esa indeterminación o inseguridad sobre el modo exacto de construcción de las pirámides egipcias ha permitido que surgieran de la nada más absoluta una cantidad notable (por el número, no por la calidad) de teorías elaboradas por los llamados piramidólogos,1, Primavera 2020 que han elucubrado las hipótesis más absurdas sobre su construcción y sobre la metodología usada para ir subiendo y encajando los diferentes sillares en su sitio. Las técnicas van desde el uso de la levitación hasta la telequinesis, pasando por hacer participar en su construcción, incluso, a alguna especie de marcianos arquitectos muy avanzados. ¿Aún hay dudas? Claro. Las habrá siempre, pero cada vez sobre detalles más concretos. Y, como siempre pasa, las incertezas se pueden tratar de aclarar mediante el análisis científico y el razonamiento lógico o, como muchos hacen, de cualquier manera. En mi opinión, es recomendable siempre la primera forma. José Miguel Parra apuesta también por ella. Pero los disparates no surgen por las dudas. Normalmente no es por eso. En realidad, sabemos que, aunque se hubiera sabido perfectamente cómo se construyeron las pirámides, tampoco se hubiera evitado que surgieran la mayoría de esas extrañas divagaciones absurdas y complicadas que algunos hacen, con una leve apariencia de profundidad gracias al empleo de términos científicos mal usados. Al fin y al cabo, a lo largo del tiempo hemos ido viendo que también ha sucedido lo mismo con otros muchos monumentos, como los de la isla de Pascua2 o como el bajorrelieve tallado sobre la losa que cubría 71 el escéptico el sarcófago del rey Pacal, en Palenque3, cuyo caso es también recordado al inicio de este volumen del que hablamos. Desde hace milenios, ni los dioses ni los magos han sido necesarios para explicar nada Y esa capacidad de ofrecer hipótesis razonables, con los datos de los que se dispone, no es de ahora, sino milenaria. Los dos textos no egipcios más antiguos que conservamos sobre su construcción, con algo más de un par de milenios a sus espaldas, son obra de dos autores que escribieron en griego, Heródoto de Halicarnaso y Diodoro Sículo. Un tercer escritor en griego, Estrabón, también habló brevemente de ellas, pero sin indicar ninguna hipótesis acerca de cómo se habían construido4. El autor romano Gayo Plinio Cecilio Segundo, conocido como Plinio el Viejo (siglo I), también escribió (en latín, lo que de por sí para mí ya es un mérito) sobre las mismas, pero sin dar datos tampoco sobre su construcción. A ninguno de estos escritores, en ningún caso, le hizo falta recurrir a hipótesis extravagantes, ni a dioses constructores, ni a trucos parapsicológicos ni, lógicamente, a los extraterrestres (no estaban de moda aún en aquel tiempo ─como ya no lo están ahora, al menos, de momento─) para explicar cómo se habían levantado estas enormes edificaciones, auténticas montañas artificiales, en el desierto. Alguno de ellos pudo hablar de los míticos atlantes o de las amazonas en otras partes de su obra, como hizo Diodoro, pero sobre las pirámides nadie tuvo nunca la necesidad en la antigüedad de formular hipótesis paranormales o pseudocientíficas ante el logro de erigirlas, viéndolas claramente como una gran y compleja obra humana. Con menos medios técnicos que en el presente, la erección de las pirámides maravillaba, pero se veía factible su construcción por seres humanos convencionales, con hipótesis acerca de ello que sabemos ahora que quizás no sean correctas, pero tampoco motivo de risa. Mirando hoy al mundo egipcio Gracias al enorme trabajo que se ha desarrollado, se sabe mucho de las pirámides. Como recordaba José Luis Calvo en esta misma revista hace dieciocho años, «conocemos el nombre (e incluso se conserva su retrato) del que probablemente fue el arquitecto de la Gran Pirámide, Hemiunu. Así mismo hemos descubierto a sus obreros. Los egiptólogos Zahi Hawass y Mark Lehner han excavado su necrópolis y su poblado. Por desgracia para los propagandistas de las teorías que involucran elevadas tecnologías y/o pueblos desconocidos, todo lo hallado se resume en una sola palabra, normalidad» 5. El presente volumen es una muy buena introducción al Egipto de los faraones, escrito de forma desenfadada, pero con rigor, y permite una cómoda lectura de los diferentes temas. Alfonso López Borgoñoz Rocío Vidal ¡Que le den a la ciencia! Supersticiones, pseudociencias, bulos... desmontados con pensamiento crítico Penguin Random House. 2019. 256 páginas Sinopsis Homeopatía, chamanismo, reiki... muchas son las terapias alternativas que promocionan algunas personas ─entre ellos varios influencers muy populares─ como si fuesen la cura definitiva, y real, de todos los males. Sin embargo, como ha podido demostrar Rocío Vidal en sus videos, ninguna de la información que se transmite sobre estas tiene estudios serios o científicos de su veracidad. De este modo, esta periodista y divulgadora científica ha comenzado una cruzada para destapar timos, mitos y charlatanerías pseudocientíficas desde su canal de vídeos, La gata de Schrödinger. Y, a la vez, para enseñarnos la importancia que tiene la ciencia en la sociedad. Crítica El mundo de la ciencia y del escepticismo es endogámico, una espada de doble filo que nos ayuda a identificar fuentes fiables de un solo vistazo y nos el escéptico 72 Primavera 2020

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