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La Alternativa Racional

Número 37

 

La Alternativa Racional
Nº 37 2/1995

Sumario

-Editorial . 3

-Extraterrestre de Serie B 5
Luis Alfonso Gámez.

-Los mil y un escenarios. 13
Miguel Ángel Sabadell.

-Incidente Roswell y Proyecto Mogul. 24
Dave Thomas.

-Ovnis en la UIMP.. 28
Javier Armentia.

DEBATE
-Por el escepticismo... Una reflexión final 36
Matilde González.

-A modo de conclusión. 37
Carlos Tellería.

-Desde el sillón escéptico 38

-Correo del lector. 43

-Historias eXotéricas.. 46
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Editorial

De nuevo con todos nuestros lectores, y de nuevo para profundizar en un tema nada nuevo ya. Hacía tiempo que veníamos dándole vueltas a la posibilidad de sacar un ejemplar de LAR explicando todo el caso Roswell desde sus inicios, cuando a principios de verano nos sorprendieron con la fabulosa noticia de la autopsia de uno de los protagonistas involuntarios e imaginarios de la historia.
En vista del revuelo levantado en toda la pseudoprensa por los susodichos alienígenas, ofrecemos en este número algo -contarlo todo obligaría a escribir un libro- sobre el suceso ocurrido en el desierto de Nuevo México en 1947. Llevábamos ya algunos números dejando de lado el tema ovni por razones evidentes. Las historias de los no identificados no pasan de ser, analizados seriamente, mera anécdota; y ver en ellos naves extraterrestres, intraterrestres, supradimensionales o proyecciones mentales es simplemente campo de estudio para psiquiatras. Cuando uno se da cuenta que detrás de todas estas historias no hay más que pura literatura -oral o escrita-, los ovnis sencillamente aburren.
Pero creímos que el caso merecía un poco de atención por varias razones. Primero, por aclarar exactamente qué ocurrió en 1947, y qué ha ocurrido en los últimos quince años al respecto, para información de todos. Segundo, porque analizar Roswell no es en realidad estudiar ovnis; en efecto, se trata de un objeto, pero su capacidad para volar -al menos en el espacio interplanetario- es más que discutible, y además está perfectamente identificado. Analizar Roswell es contemplar como espectadores de excepción el nacimiento de una leyenda, propiciada por un grupo de gente sin escrúpulos o sin dos dedos de frente -ustedes eligen-. En tercer lugar, porque la última "movida" con la película de marras ha supuesto' -en cierto sentido- un golpe de credibilidad para los ufólogos. Prácticamente todos cuantos han visto escenas de la película, escépticos o creyentes, comentaban por la calle lo mal hecha que estaba, y los detalles que demostraban su falsedad. Claro está que, a los ufólogos, les ha faltado tiempo para asegurar que la descarada falsedad de las imágenes es una prueba del siempre recurrido "cover-up" por parte del gobierno americano. Sin comentarios. No obstante, cuando se decidieron a sacar a la luz las famosas imágenes, podemos suponer que sus intenciones y expectativas iban por otros derroteros.
No vamos a entrar a analizar la rentabilidad financiera de la película. Los creadores de la misma están en su perfecto derecho de crear y vender el film a cuantos clientes se presten. Walt Disney o Spielberg también lo hacen. Incluso la respuesta
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de nuestros amigos de Año Cero, Más allá y similares era esperable. Nos habrían
decepcionado si no se hubieran hecho eco del asunto como lo hicieron, con su acostumbrado entusiasmo. Lo que sí resulta más preocupante es que nos estemos acostumbrando a que ciertos medios radiofónicos y televisivos también se hagan eco de las mismas noticias sin el más mínimo sentido crítico ni pudor informativo.
En cualquier caso, siempre nos queda el consuelo de pensar que la base militar de Dayton, en Ohio, pasará a la historia -esperemos- por haberse apuntalado allí el acuerdo final para la paz en la antigua Yugoslavia, y no por haber sido vertedero ocasional de los restos de un globo atmosférico experimental, al que un cúmulo de casualidades le llevaron a negar su personalidad y convertirse en improvisada nave intergaláctica. En LAR no tenemos poderes de videncia para predecir el futuro, pero en esta ocasión nos encantaría que así fuera.
Al margen de este tema, queremos hacernos eco desde estas páginas de un acontecimiento muy importante para todos nosotros. En el momento de salir este número a la calle, estará a punto de iniciarse en Pamplona el II Congreso Nacional sobre Pseudociencias. Con ello se empieza a apuntalar lo que esperamos sea en lo sucesivo un acontecimiento periódico consolidado dentro de la actividad cotidiana de ARP. Cuando surgió, hace más de dos años, la idea de organizar una exposición, no sospechábamos que aquello acabaría convirtiéndose en el primer congreso escéptico en España, ni que tendría luego una continuidad. Pero, gracias al esfuerzo de todos, esto empieza a ser una realidad.
Los temas a debatir son de una actualidad e importancia vital. Además de toda una serie de comunicaciones sobre temas diversos, se hablará de medios de comunicación, de ecología y de medicina, siempre dentro de las tendencias informativas y de pensamiento actuales, y en su estrecha relación con la actividad y divulgación pseudocientífica.
De todo ello daremos cumplida cuenta en el siguiente o siguientes números de LAR, porque creemos que será de enorme importancia para todos vosotros, y porque esperamos que las conclusiones que se saquen en el mismo serán muy sustanciosas.
Os informaremos también de los primeros premios " Lupa escéptica ", que acaban de crearse, y serán concedidos durante el congreso de Pamplona. Podríamos contaros algunas cosas más al respecto, pero ya que no las hemos podido incluir en este número de LAR, lo dejamos así para que os quede el gusanillo hasta el siguiente.
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EXTRATERRESTRES DE SERIE B

Luis Alfonso Gámez

Un avispado productor de televisión británico toma el pelo a la comunidad ufológica con una película de supuestas autopsias a alienígenas.

El rumor comenzó a circular en el mundillo ufológico en enero de 1995. STEVEN SPIELBERG preparaba una película sobre el incidente de Roswell, a partir de «unas presuntas grabaciones reales» de las autopsias a los tripulantes del platillo volante que se estampó contra la Tierra en el desierto de Nuevo México en 1947 [Canto, 1995]. La fuente original del rumor fue CARL NAGAITIS, miembro de la Asociación Británica para la Investigación Ovni (BUFORA) y autor, junto a PHILIP MANTLE, del libro Ufo abductions, without consent. Aunque la productora de Spielberg desmintió inmediatamente la existencia del proyecto, el inventor de la patraña consiguió su objetivo: llamar la atención del sector más desquiciado de la comunidad ufológica internacional, que todavía no se había recuperado del mazazo recibido tras revelar el Tribunal General de Cuentas de Estados Unidos que los restos hallados hace casi medio siglo en Roswell se correspondían en realidad con los de un globo del proyecto Mogul, un programa secreto para la «detección de la onda expansiva generada por explosiones nucleares soviéticas» [Weaver, 1994]. Ya estaba todo preparado para dar el golpe de gracia.
El escenario elegido fue un auditorio del Museo de Londres, donde el 5 de mayo un centenar de personas asistió a la proyección de una cinta de 20 minutos, en la que se veía cómo supuestos médicos practicaban una necropsia a un cadáver alienígena en lo que parecía ser un quirófano. El productor de televisión RAY SANTILLI envolvió el cebo con el halo de misterio adecuado, incluidos los preceptivos registros para evitar fotografías piratas. El público estaba compuesto por periodistas, potenciales compradores del filme y ufólogos. Y la mayoría cayó en el engañó, pero no KEN JEFFREY, del grupo creyente Iniciativa Internacional por Roswell (IRI), que tras ver la filmación no tenía «ninguna duda» acerca del carácter fraudulento de la película [Jeffrey, 1995]. Aún así, el productor de televisión siguió adelante con su estrategia y quince días después repitió la maniobra en San Marino, en un congreso ufológico al que acudieron los autores más sensacionalistas del viejo continente. En esta ocasión, los expertos pudieron ver 6 minutos del examen médico del cuerpo de un extraterrestre en el interior de una tienda de campaña.
Santilli, de 39 años y propietario de la empresa Merlin Communications Ltd., aseguraba que había tenido conocimiento de la existencia del filme dos años antes, cuando viajó a EE UU para hacerse con material con el que producir un vídeo sobre ELVIS PRESLEY. Durante su periplo americano, el productor conoció aun anciano de 82 años, un tal JACK BARNETT, que había sido cámara de la Fuerza Aérea y decía disponer de 91 minutos de película que demostraban que seres de otros planetas visitan la Tierra y el Gobierno estadounidense ha estado ocultando la verdad a la opinión pública durante casi medio siglo. El filme, rodado en 16 milímetros, estaba repartido en 13 rollos de 7 minutos de duración y contenía imágenes de la recuperación del platillo volante en el lugar de los hechos, del examen médico realizado aun tripulante en una tienda de campaña, de las autopsias practicadas a los extraterrestres en Fort Worth y de una visita del presidente
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HARRY TRUMAN a la base militar donde se custodiaban los restos de los alienígenas.

Según la primera versión de los hechos facilitada por Santilli, el cámara había sido en su día lo suficientemente astuto como para sacar una copia del material, burlar los controles de seguridad militares y mantener el filme a buen recaudo durante casi cinco decenios. Tras pagar al ex militar unos 18 millones de pesetas, Santilli se hizo con los rollos de película con la condición de no revelar el nombre del vendedor. Aunque no había ninguna prueba de que la filmación fuera auténtica y el productor de televisión ofrecía información con cuentagotas, los ufólogos se tragaron el anzuelo y varias cadenas de televisión se mostraron interesadas por hacerse con el documental que Santilli iba a realizar con fragmentos de la cinta original. El productor, que había fijado el estreno mundial de su montaje para el 27 de agosto, recibió al parecer una espectacular oferta de la televisión israelí, que estaba dispuesta a pagar hasta 975 millones de pesetas por la exclusiva de la película. Al final, se vendieron los derechos de emisión en cada país a una televisión distinta con lo que Santilli se aseguró pingües beneficios, ya que sólo en EE UU la cadena Fox Network engrosó las arcas de Merlin Communications Ltd. en cerca de 200 millones de pesetas.

El 'culebrón' del verano

El misterio llegó en junio a los quioscos españoles de la mano de JOSEP GUIJARRO y MANUEL CARBALLAL, que informaban en la revista Más Allá del «descubrimiento por parte de la BBC de una vieja película -propiedad de un cámara militar que en la actualidad tiene 82 años- que, al parecer, recoge las imágenes no sólo de un ovni estrellado, sino también de los cuerpos de tres o cuatro seres alienígenas» [Guijarro, 1995a] y decían que «la prestigiosa casa de fotografía Kodak» había confirmado que la película había sido fabricada en los años 40 [Carballal, 1995], extremos ambos que han resultado ser falsos. Ni la BBC ha tenido nada que ver en todo el asunto de la película de Roswell ni Kodak ha certificado en ningún momento la antigüedad del filme. El culebrón ufológico del verano había comenzado, y Más Allá y Año Cero se enfrascaron en su particular carrera por facilitar la información más impactante a sus lectores.

Guijarro optó desde un principio por poner en duda la autenticidad de la filmación mientras JAVIER SIERRA, el especialista en platillos volantes de Año Cero, se lanzaba a una delirante carrera hacia el absurdo, dejándose seducir por PHILIP MANTLE, miembro de la BUFORA que ha apoyado a Santilli en todo momento. Así, al tiempo que Guijarro se preguntaba en Más Allá si «¿Es la película de Roswell un montaje fraudulento?» o llegaba a la conclusión después de cuatro meses -más vale tarde que nunca- de que «Las imágenes del 'extraterrestre' de Roswell son un montaje fraudulento», Sierra galopaba a lomos de la irracionalidad más desenfrenada y proclamaba a los cuatro vientos: «¡No son humanos! », « ¡Estaban vivos! », «Jaque a la ciencia», «Roswell, un watergate cósmico»... y Año Cero se llevó el gato al agua.

A principios de agosto, los españoles pudieron ver las primeras fotografías procedentes de la película de Santilli. Un alienígena cabezón y carente de pelo ocupaba la portada de Año Cero, cuyo director, ENRIQUE DE VICENTE, dedicada el editorial a justificar que su revista se apropiara indebidamente de unas imágenes propiedad de Merlin Communications Ltd. «Si estas películas son auténticas, como aseguran quienes las han puesto en circulación, se trataría de la noticia del siglo y la humanidad tiene el derecho a conocerla sin ningún tipo de restricciones. Si es cierta la historia que estos cuentan, el propietario legal de las mismas sería el Gobierno de Estados Unidos, que difícilmente se atreverá a reclamar sus derechos y reconocer así la verdad que oculta al mundo desde hace medio siglo. Si no fuera así: se trataría de un fraude y la venta de dichas imágenes como auténticas sería igualmente fraudulenta. Es ello -concluía Vicente- que, ante la falta de respuesta de nuestras tentativas de negociación por parte de quienes, sin aportar prueba alguna, aseguran haberlas comprado al 'cameraman' que las filmó, nos unimos a la iniciativa del CISU italiano, decidiendo publicar las imágenes y planteando así un claro desafío que pretende contribuir a desvelar la verdad» [Vicente, 1995]. A incrementar las ventas de la revista a costa de la verdad y de la credulidad del público, diría yo.

Enrique de Vicente y Javier Sierra consiguieron con la publicación de las primeras foto-
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grafías de la autopsia que diversos medios de comunicación se hicieran eco de la existencia de la enigmática película y otorgaran a las opiniones del ufólogo de Año Cero una inmerecida relevancia. El extraterrestre cabezón de Santilli apareció en las portadas de Cambio 16 y Tiempo, que recogían declaraciones de Sierra, quien se mostraba en estas revistas más cauto que en su propia publicación. Así, al mismo tiempo que en las revistas de información general advertía en repetidas ocasiones sobre la posibilidad de que todo fuera un engaño, en Año Cero se mostraba convencido de que Roswell había sido el escenario de «la caída y posterior recuperación de una nave extraterrestre» [Sierra, 1995a], y llamaba la atención sobre el hecho de que el invento del transistor podía estar basado en tecnología alienígena. Entre los periódicos, Diario 16 dedicó un amplio reportaje al tema; pero fue Abc el que puso el dedo en la llaga al denunciar el «timo del marciano de Internet» [Grado, 1995] antes del estreno mundial del documental televisivo. «Ray Santilli, un oscúro productor cinematográfico inglés, puede hacerse de oro», anunciaba el rotativo madrileño, mediante la venta de la película de Roswell a través de Internet. La autopista de la información, donde se han sucedido los rumores y debates, fue el primer lugar en el que el productor televisivo puso en venta la filmación de Roswell.

Una autopsia de cine

Sierra había acudido en mayo al congreso ufológico de San Marino, donde asistió a la proyección de una escena del filme que se localizaba en una tienda de campaña, en cuyo interior dos hombres practicaban la autopsia aun alienígena. El hecho de que los dos supuestos médicos no usaran ni guantes ni mascarillas y de que la estancia estuviese mal iluminada sólo había suscitado ligeros recelos en el joven ufólogo, que consideraba que la película resultaba impresionante. «Las imágenes, ciertamente, sobrecogen. Tumbada sobre una camilla y encerrada en una hermética sala de operaciones, una pequeña entidad de difusos rasgos humanos es examinada atentamente por dos cirujanos enfundados en sendos trajes aislantes», decía Sierra, refiriéndose ala escena que millones de españoles tuvieron oportunidad de ver en televisión el 3 de septiembre [Sierra, 1995a]. Cualquiera que haya presenciado los pocos minutos de la película original incluidos en el documental Los alienígenas de Roswell, emitido por Antena 3 TV, considerará alarmante lo impresionable que es el ufólogo alicantino.
El extraterrestre mide alrededor de metro y medio, carece de órganos genitales externos, tiene la piel grisácea, el cráneo desproporcionadamente grande, el vientre hinchado, seis dedos cada extremidad... Se corresponde, en definitiva, con la imagen de los alienígenas que tiene el lector de Noticias del Mundo y da la impresión ser una figura de cartón-piedra. La autopsia parece revelar, además, que el alienígena carece estructura ósea, tubo digestivo y dientes, y que un velo negro cubría cada uno de sus grandes ojos. «A primera vista -afirma ANTONIO RIBERA, patriarca de la ufología española-, diría que corresponde a un niño de unos 13 ó 14 años, más bien grueso y sin ninguna de las características que exhibiría una auténtica Entidad Biológica Extraterrestre (EBE)” [Ribera, 1995]. ¿Cuáles son las características de un auténtico alienígena, el color verde de la piel, las antenas y la nariz en forma de trompetilla? Esa es la imagen que la gente tenía de los extraterrestres en los años 40, mientras que la de la película de Roswell es la de los hombrecillos grises que han popularizado la literatura ufológica y el cine.
Javier Sierra no dudaba en julio en reconocer la existencia de indicios de fraude en toda la historia; pero se ha resistido hasta el final, como buen mercader de lo oculto, a denunciar abiertamente el engaño. Sabía que el fragmento de autopsia que había visto en San Marino contenía numerosas incongruencias: la escena está escasamente iluminada «con un candil de petróleo»; el cadáver permanece tendido en una camilla y no sobre una mesa especial; el cámara rueda a una distancia excesiva como para captar los detalles de una autopsia y los médicos no llevan ni máscaras ni guantes. Y también estaba enterado de que la USAF no tiene constancia en su archivos de haber contado entre su personal de la base de Roswell en 1947 con un tal Jack Bamett, de que sólo Santilli conoce al misterioso cámara, de que la codificación Acceso Restringido de alguna de las secuencias no forma parte del código militar norteamericano y de que Chris Cary, la mano derecha del productor, trabaja «para una compañía especializada en efectos especiales y en la elaboración de escenarios y figuras de látex para películas de ciencia ficción» [Sierra, 1995a]. Todos estos detalles pasaban desapercibidos para el úfólogo oficial de Año Cero, para quien lo más destacable era que Barnett situase el incidente de Roswell en junio de 1947, no en julio, y que no se diera a conocer abiertamente como medida de autoprotección ante los pérfidos militares.
«Lo sorprendente del asunto -dice Sierra- es que, de ser auténtica la filmación y el testimonio de Barnett, los investigadores del caso Roswell han estado equivocados por completo al respec-
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to de cómo y cuándo tuvieron lugar los hechos» [Sierra, 1995a]. Y tiene razón. Los ufólogos ni siquiera han acertado en los últimos cuatro decenios a la hora de fijar la fecha en la que ocurrió el misterioso suceso. Los especialistas como Sierra, que se presenta ante los medios de comunicación como el único investigador español que ha estado en Roswell, sitúan desde siempre el incidente de Nuevo México a principios de julio de 1947, dos semanas después de la observación de KENNETH ARNOLD, a pesar de que el principal testigo, WILLIAM BRAZEL indicó en su día a The Roswell Daily Record que había encontrado los restos el 14 de junio [Klass, 1993].

Errores de película

La película de Roswell no resiste el mínimo análisis. Para empezar, resulta incongruente que los médicos que examinan el cadáver alienígena en la tienda de campaña no lleven ningún tipo de protección y trabajen bajo la débil luz de un candil, y que los forenses que practican las necropsias en Fort Worth porten un traje de protección totalmente inadecuado, cuyo único objetivo parece ser ocultar la identidad de los actores. Además, es propio de auténticos ignorantes pensar que, de haberse realizado, las primeras autopsias a seres de otros planetas se iban a practicar en tan lamentables condiciones, con sólo dos patólogos y un cámara de cine para grabar de un documento histórico. Una escena tan rocambolesca pertenece al universo del más ingenuo cine de ciencia ficción.
Los expertos que han visto la película no tienen ninguna duda: se trata de un burdo montaje. JOACHIM KOCH, ufólogo de IRI y médico desde hace 18 años en un hospital berlinés, advierte que los trajes anticontaminación de los patólogos de Fort Worth no pueden tener como objeto proteger a los técnicos de ningún tipo de radiación porque los doctores de la tienda de campaña no llevan ropa especial, lo que hace suponer que en el lugar del pretendido accidente no se habían detectado indicios de radiactividad. Por si fuera poco, al no disponer de equipos de respiración autónomos, los médicos no sólo sufren el hedor procedente del cuerpo en descomposición, sino que pueden ser víctimas de virus o bacterias de origen desconocido. «Luego, es probable que el extraño equipo que visten los doctores tenga sólo el propósito de encubrir sus identidades» [Koch, 1995].
El antropólogo forense José MANUEL REVERTE, que ha realizado más de 1.200 autopsias en 17 años, también considera que la vestimenta de los patólogos es inapropiada y añade que la actitud de los dos forenses es la propia de alguien que finge practicar una autopsia. «La impresión general que da la película cuando la ves por primera vez es que pertenece realmente a una autopsia, pero cuando vas a los detalles técnicos te das cuenta de algunos errores», indica el especialista [Sierra, 1995c]. Los patólogos se sienten sorprendidos, por ejemplo, del escaso flujo de sangre que sale por las incisiones. La falta de orden en la autopsia, la desproporcionada masa muscular del ser, la inexistencia de orificios para la evacuación de excrementos y un cerebro sin circunvoluciones son algunos de los indicios que llevan al doctor Reverte a sentenciar que la «filmación es un fantástico trucaje» y que el ser que permanece sobre la mesa es «algo creado manualmente».
Y eso por no hablar de las condiciones de trabajo o de la duración de la intervención. Como indica Joachim Koch, «la realización de una autopsia a un extraterrestre habría sido un hecho extraordinario. Se habría practicado en una gran habitación o auditorio para que la presenciaran numerosos patólogos. Se habría realizado muy cuidadosa y metódicamente, prolongándose, quizá, durante varias semanas. Se habría filmado cuidadosamente y se habrían sacado multitud de diapositivas y fotografías» [Koch, 1995]. Sin embargo, la película de Santilli es una chapuza con numerosos saltos de imagen y pérdidas de enfoque, un filme que, como dijo ANTONIO ALBERT en El País, «parece un 'corto' de Alex de la Iglesia con la asesoría del departamento de efectos especiales de la señorita Pepis (la espuma de poliuretano 'canta' que da gusto)» [Albert, 1995]. Toda la autopsia dura alrededor de dos horas, según ha reconocido Chris Cary , el socio de Santilli; resulta excesivamente breve para lo extraordinario de la situación.
Los técnicos en efectos especiales que han visto escenas de la película también han sido contundentes. A partir de los movimientos de cámara, CLIFF W ALLACE, de C-F-X Criature Effects, estima que el filme se rodó en vídeo y no con un pesado equipo de 16 milímetros. Wallace y sus
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socios están convencidos de que la filmación no corresponde a una autopsia auténtica y que lo que hay sobre la mesa de operaciones es un muñeco, cuya estructura no es la de un ser humano tumbado, sino la de uno erguido. De la misma opinión es TREY STOKES, de The Truly Dangerous Company, que ha trabajado en películas como Abyss, The Blob, Robocop II, Gremlins II y Batman Returns, entre otras. «El muñeco es demasiado tieso para ser creíble», advierte. El especialista llama la atención sobre el hecho de que los patólogos del filme no mueven el cuello de la criatura a la hora de examinar la cabeza, lo que se corresponde con el hecho de que para los técnicos en efectos especiales es una ardua tarea reproducir verosímilmente el cuello humano y sus movimientos. Stokes destaca, además, que los doctores no cambian de posición al cadáver en ningún momento y que la disposición de la musculatura no es la propia de un cuerpo tendido.

Un cámara llamado Jack Barnett

Gran parte de los ufólogos concede el mismo crédito a las afirmaciones de primera mano que a las de cuarta, quinta o sexta. La mayoría de los testimonios referentes a platillos volantes estrellados procede de fuentes indirectas o de individuos cuya existencia no ha podido ser comprobada. Este último es el caso de Jack Barnett, el cámara militar al que Santilli dice que compró la película de Roswell en 1993. Nadie, aparte del productor de televisión, ha tenido acceso al técnico que grabó las imágenes de las autopsias. Además de las reuniones con Santilli, sólo hay constancia de una conversación telefónica entre el ufólogo Philip Mantle y un hombre que se identificó como Barnett. Santilli ha impedido en todo momento que nadie más conozca: al ex oficial de la USAF, que, según él, se oculta en el anonimato por miedo a las represalias de su Gobierno, por el juramento de fidelidad hecho a su país y para defraudar a Hacienda. Que Barnett opte por el anonimato para protegerse es poco menos que estúpido. Si la historia del platillo volante estrellado en Roswell fuera cierta -que no lo es-, la mejor manera de evitar represalias personales sería darse a conocer abiertamente, ya que el Ejército tendrá registrado el nombre de quien rodó las conflictivas imágenes y, a no ser que se proteja saliendo a la luz pública, puede darle su merecido en cualquier momento. Escudarse en el juramento a la patria después de haber traicionado a su país vendiendo material secreto a un productor de televisión extranjero es totalmente contradictorio y recurrir al temor al fisco no tiene el menor sentido.
Todo parece indicar que el cámara sólo existe en la imaginación de Ray Santilli. Aún así, Javier Sierra concede a las declaraciones atribuidas al ex militar en septiembre un gran valor, a pesar de que resultan ridículas y contradicen la primera versión del productor televisivo. Bamett afirma que ingresó en el Ejército en 1942 y se licenció diez años después. Tras haber grabado bastantes películas de pruebas nucleares, en junio de 1947 le llamaron urgentemente para que fuera a Roswell. Cuando llegó al lugar del accidente, pudo ver «un gran disco, un 'platillo volante' caído sobre su parte posterior, que todavía emitía calor a su alrededor» [Bamett, 1995]. El cámara afirma que se sintió sobrecogido por «los gritos de los monstruos que estaban tumbados en el vehículo» y sostenían cajas «que apretaban con ambos brazos contra el pecho. Sólo estaban allí sollozando, sosteniendo esas cajas». Para com-
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pletar la ridícula escena, los militares la emprendieron a culatazos con uno de los alienígenas para quitarle la dichosa caja. «Tres de las criaturas -recuerda el supuesto cámara- fueron arrastradas fuera [de la nave] y atadas con cuerdas y cinta adhesiva. La última ya estaba muerta».
Barnett permaneció varias semanas en la base de Wright-Patterson, en Ohio, hasta que un día le pidieron que se trasladara a Fort Worth, en Dallas, para «filmar una autopsia». Ataviado con un traje de protección, «como los doctores», porque se había descubierto que «las criaturas podían resultar peligrosas», comenzó a filmar, pero al cabo de un rato se desprendió del traje porque con él era muy difícil cargar con la cámara y enfocar. Con posterioridad, realizó las grabaciones de otras dos autopsias. Curiosamente, nadie había mencionado el episodio sobre los trajes anticontaminación y los problemas para filmar las necropsias hasta que las críticas arreciaron y la credibilidad de la película fue puesta en duda.
Lo mismo sucede con el origen del filme. Si ya era difícil de creer que el cámara hubiese sacado una copia de las filmaciones y burlado estrictos controles de seguridad, tal como mantuvo en un principio Santilli, más lo es tragarse la versión corregida facilitada por el tal Jack Barnett. «Después de filmar -dice-, tenía varios centenares de rollos. Separé aquéllos con problemas que requerían una atención especial en el revelado ( que haría después ). La primera hornada fue enviada a Washington y yo procesé el resto unos días más tarde. Una vez que los rollos restantes habían sido procesados, contacté con Washington para mandarles la colección de la última hornada. Increíblemente, ellos nunca vinieron a recogerlos ni arreglaron su.transporte. Les llamé muchas veces, pero lo deje. He tenido las filmaciones desde entonces» [Barnett, 1995]. Resulta increíble que haya alguien capaz de creer que el Gobierno de Estados Unidos o de otro país va a olvidarse así como así de la existencia de un documento gráfico tan valioso

El negocio de Roswell

Visto lo visto, cabe preguntarse cómo es posible que ufólogos como Sierra duden todavía si se encuentran “frente a un documento real que recoge la autopsia de una entidad ajena a la Tierra o ante un elaboradísimo fraude” [Sierra. 1995c]. Hay razones evidentes para dudar de la honradez de individuos como Carl Nagaitis, Philip Mantle, Chris Cary y Ray Santilli, cuya participación en el engaño es más que evidente. Nagaitis fue el encargado de lanzar a los cuatro vientos el falso rumor de que Spielberg andaba detrás de unas grabaciones realizadas en Roswell en 1947; Mantle se ha dedicado a salir en defensa del filme allí donde ha hecho falta y. junto a Nagaitis, organizó una proyección pública del mismo en agosto en el marco del VIII Congreso Internacional de Ufología, y. por último. Cary y Santilli han creado durante meses el clima de expectación adecuado para rentabilizar al máximo el misterio y aprovecharse de la publicidad gratuita de las revistas esotéricas. Todo el montaje. desde un principio, estaba encaminado a ingresar cifras millonarias mediante la distribución televisiva y videográfica de las pretendidas imágenes de Roswell.
Santilli y su socio se han forrado con la venta a cadenas de televisión y particulares de las imágenes de las supuestas autopsias a extraterrestres. A las cifras millonarias pagadas por las televisiones de medio mundo, hay que sumar que, el día después del estreno mundial del documental de Channel 4 Los alienígenas de Roswell, se vendieron en Gran Bretaña entre los fanáticos de los platillos volantes más de 23.000 copias de la película original al módico precio de 6.500 pesetas. Es decir, la productora de Santilli, que sacó 150.000 copias del filme al mercado el 29 de agosto, se embolsó cerca de 150 millones de pesetas nada más levantar la persiana. Poco importa que en la carátula de la cinta la productora haya incluido la siguiente advertencia: «Aunque se ha verificado que la película se fabricó en 1947, no podemos asegurar qué los contenidos daten de 1947. Aunque nuestros informes médicos sugieren que la criatura no es humana, esto no puede ser verificado. Aunque hemos sido informados de que la filmación corresponde al incidente de Roswell, esto tampoco ha sido verificado».

Nada ha sido verificado después de medio año de rumores. Más bien al contrario. Médicos forenses y especialistas en efectos especiales han aportado los suficientes argumentos como para concluir que la tosca y mal iluminada película de Bamett es un fraude. Respecto ala pretendida visita del presidente Truman al lugar donde se depositaron los restos de la nave especial y los
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alienígenas, sólo puede decirse que está comprobado documentalmente que el mandatario estadounidense no viajo a Nuevo México en aquellas fechas. A pesar de todo, Santilli ha sabido como nadie hacer su agosto a costa de los pocos escrúpulos de buena parte de la comunidad ufológica internacional. El productor británico ha ganado muchos millones de pesetas con la venta de la imágenes de las supuestas autopsias a los miembros de la tripulación del platillo volante que, según la mitología ovni, se estrelló en Estados Unidos en junio de 1947, y lo ha hecho con el apoyo de los más desquiciados ufólogos, a quienes ha tomado el pelo y ha dejado en ridículo.

Por la boca muere el pez

El fraude de la película de Roswell ha servido para despojar definitivamente de la máscara de seriedad a Javier Sierra, al que algunos consideraban hasta hace poco el niño prodigio de la ufología española. El joven alicantino se ha revelado como lo que realmente es, un fabricante de misterios al que la verdad importa un bledo. Sierra, cuyo único libro lleva el delirante título de Técnicas de contacto extraterrestre, fue uno de los máximos responsables del lamentable espectáculo que el cirujano psíquico STEPHEN TUROFF ofreció en julio de 1993 ante las cámaras de Otra Dimensión, el programa esotérico de Tele 5 que dirigía FÉLIX GRACIA. El espacio, en el que se convirtió en espectáculo el dolor humano, sirvió para dar publicidad al mercachifle inglés, que dice que opera sin anestesia poseído por el espíritu de un médico alemán. En palabras del periodista ANDRÉS ABERASTURI, el programa superó las más altas cotas de telebasura. Aún así, Sierra supo salir indemne de la quema.
Más difícil lo va a tener a la hora de justificar su ambigua actitud en el asunto de la promoción del filme de Ray Santilli. No en vano, el ufólogo alicantino ha caído en lo mismo que criticaba hace cuatro años en las páginas de Más Allá. Sierra es el mismo platillólogo que en 1991 alertaba a la comunidad ufológica española sobre la amenaza de las « 'noticias basura' que, procedentes de periódicos sensacionalistas norteamericanos, se introducen en medio de respetadas informaciones sobre objetos volantes no identificados» [Sierra, 1991]. Lo triste es que, en cuanto se ha topado con una historia sorprendente que llevarse a la boca, Sierra ha anestesiado su escasa capacidad crítica y se ha dedicado a rentabilizar el misterio. Sólo así se entiende que en 1991 criticara a quienes daban crédito a las noticias sobre extraterrestres capturados por la CIA o que mantenían reuniones con el presidente George Bush y ahora diga, por ejemplo, que «el análisis de la filmación de la autopsia practicada a unos supuestos extraterrestres está arrojando nuevos e inquietantes resultados. Según los forenses que han examinado las imágenes, la entidad estaba viva al menos dos horas antes de ser diseccionada» [Sierra, 1995b]. Javier Sierra se ha mostrado en el caso de la filmación de Santilli casi tan poco hábil como a la hora de estimar la importancia de algunos supuestos testigos del incidente de Roswell.
Los pocos testigos oculares de los restos del supuesto platillo volante coincidían en 1947 en describirlos como pedazos de madera de balsa y algo parecido a papel de aluminio. El paso del tiempo y la fama alcanzada por el caso han propiciado la aparición de numerosos nuevos testigos que, como dice el ufólogo valenciano Vicente-Juan Ballester Olmos, «simplemente mienten descaradamente». Estos espabilados, que son los que aportan los testimonios claves en documentales como el emitido por Antena 3 TV, han creado una sociedad para explotar el candor de los fanáticos de los platillos volantes, que han convertido Roswell en punto de peregrinación y llenan los moteles de la localidad. WALTER HAUT, oficial de relaciones públicas de la base militar de Roswell en 1947, y GLENN DENNIS, el dueño de la funeraria local, han intentado adquirir los terrenos donde, según la leyenda, cayó la nave espacial. Ante la negativa del propietario del rancho, los avispados lugareños han solucionado el problema ¡cambiando su descripción de los hechos y situando el incidente en una parcela de terreno que pueden comprar!
En su día, ni William Brazel, el ranchero que encontró los restos del presunto platillo volante,
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ni JESSE MARCEL, oficial de inteligencia de la base de Roswell, hicieron mención alguna a la existencia de cadáveres de cualquier tipo. Los alienígenas entraron en la leyenda de Roswell años después, cuando el caso se convirtió en la gallina de los huevos de oro para ufólogos y vecinos del pueblo. Así, Glenn Dennis asegura actualmente que poco después del incidente le llamaron desde la base militar preguntando «qué contenían los productos para embalsamar, cual era su composición, qué efectos tendrían sobre la sangre, sobre los tejidos y sobre el contenido del estómago, y hasta qué punto no los alterarían”. El dueño de la funeraria sostiene, además, que una enfermera le dijo al día siguiente del siniestro que había participado en el examen de los cuerpos de tres alienígenas en la base de Roswell. Obviamente, no hay ninguna razón para creer en el testimonio de Dennis, un individuo que, como Walter Haut, ya ha demostrado que es capaz de decir cualquier cosa por dinero.
Pero, hablando de noticias basura, Sierra riza el rizo al hacerse eco de las manifestaciones de su colega STANTON T. FRIEDMAN, un físico y ufólogo famoso por creerse todo tipo de historias disparatadas [Sierra, 1995d]. Friedman sostiene que el secretismo gubernamental en torno a Roswell tiene su origen en la importancia de la tecnología alienígena. Así, el ufólogo norteamericano se atreve a apuntar que la invención del transistor fue posible a partir del estudio del platillo volante estrellado en Roswell. La prueba es que «el nacimiento oficial del transistor se produce el 23 de diciembre de 1947», seis meses después del incidente de Nuevo México. La memez de Friedman, para quien en medio año hay tiempo suficiente para entender la tecnología alienígena, adaptarla alas necesidades terrestres y probarla satisfactoriamente, no hace que suene la alarma en la cabeza de Sierra, sino al contrario. El ufólogo alicantino, en su delirio, advierte que los inventores del transistor «tuvieron conexiones políticas y con los servicios de inteligencia al más alto nivel» -¿podía ser de otra forma en plena guerra fría?- y apunta a uno de ellos, WILLIAM B. SHOCKLEY, como «el científico idóneo para recibir piezas de Roswell para su eventual manufacturación».
La disparatada idea de atribuir el nacimiento del transistor a tecnología alienígena no tiene nada que envidiar a las portadas de Noticias del Mundo, en las que es habitual ver al presidente de Estados Unidos pasear por el campo charlando con un extraterrestre. El mismo ufólogo que hace cuatro años criticaba en Más Allá la abundancia de noticias sobre ovnis «basadas en fuentes inexistentes o descaradamente falsas» [Sierra, 1991] se dedica ahora a hacer publicidad de una película cuyo autor se oculta en el anonimato, a dar más credibilidad a un productor televisivo con intereses económicos en el asunto que a patólogos que no tienen nada que ganar, y a propalar las sandeces de un investigador ovni que ve conspiraciones y extraterrestres por todos lados. Este es el auténtico niño prodigio de la ufología española.

Conspiraciones imaginarias

«¿Hay detrás de la operación que nos ocupa un intento de desprestigiar el incidente de Roswell con la táctica de provocar primero la creencia de que había en el interior de la nave extraterrestres, algunos incluso vivos, y luego 'desvelar' la verdad para desánimo de quienes aceptaron la historia inventada como auténtica, consiguiendo así que luego nadie acepte tampoco que, en efecto, se recuperaron los restos de una nave extraterrestre?» [Guijarro, 1995b]. La respuesta a la pregunta de Josep Guijarro es la tabla de salvación a la que van a agarrarse los ufólogos después de la tornadura de pelo de Ray Santilli. En los últimos años, investigadores ovni de todo el mundo han quedado totalmente desacreditados tras haber dado como ciertos documentos elaborados por desaprensivos, en los que, por ejemplo, se afirmaba que el Gobierno de Estados Unidos firmó hace años un peculiar acuerdo de intercambio con los extraterrestres: los visitantes se comprometían a facilitar avanzada tecnología y la Casa Blanca, a permitir que los alienígenas experimenten con seres humanos sin restricciones de ningún tipo.
La mayoría de los ufólogos cree cualquier historia, por absurda que sea, hasta que no se demuestre lo contrario. Y, por eso, queda en evidencia cuando salen a la luz las contradicciones, tergiversaciones y manipulaciones realizadas generalmente por el investigador que ha levantado la liebre. Entonces, la comunidad ufológica se une como una piña y vuelve sus ojos hacia los servicios de inteligencia. Es una manera como otra cualquiera de quitarse el muerto de encima. El investigador ovni que por candidez o por falta de escrúpulos ha dado crédito al dislate de turno se ve eximido de toda culpa y convertido en víctima de una maquiavélica operación gubernamental, cuyo único objetivo es desacreditar a los ufólogos. A fin de cuentas, es más fácil de vender entre los creyentes que los diabólicos servicios de inteligencia operan en la sombra contra la comunidad ovni que reconocer que un estafador o un mercader de lo oculto ha sido capaz de engañar impunemente a la flor y nata de la ufología.
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Ray Santilli no ha llegado a tanto, pero ha puesto en evidencia a individuos que gozan de prestigio dentro del mundillo ufológico. En España, su principal víctima ha sido Javier Sierra, que, cuando se abra la caja de Pandora del escándalo, apuntará con toda seguridad a la existencia de una campaña orquestada por los servicios de inteligencia y, quizá, por los escépticos. Entonces, poco importará el redondo negocio hecho por Año Cero con los alienígenas de Roswell a costa de la ingenuidad de sus lectores. Porque lo que está claro es que, hasta el momento en que decida convertirse en el centro de la conspiración, Javier Sierra seguirá traficando con unos extraterrestres de serie B.

Referencias

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Barnett, Jack [1995]: «¡Sí, estaban vivos!». Año Cero (Madrid), Nº 63 (Octubre), 20-21.
Canto, Pedro [1995]: «La historia de Spielberg y los ovnis». Karma.7 (Barcelona), N° 266 (Enero), 12.
Carballal, Manuel [1995]: «Estalla la polémica antes de la proyección». Más Allá (Madrid), N° 76 (Junio), .37.
Grado, A. de [1995]: «El timo del marciano en Internet». Abc (Madrid), 8 de Agosto.
Guijarro, Josep [1995a]: «¡Aparece una cinta inédita con imágenes del ovni de Roswell!». Más Allá (Madrid), N° 76 (Junio), 32-37.
Guijarro, Josep [1995b]: « Las imágenes de los 'extraterrestres' de Roswell son un montaje». Más Allá (Madrid), N° 80 (Octubre), 34-39.
Jeffrey, Ken [1995]: «The purported 1947 Roswell film». Internet (Atlanta), 26 de Mayo, 8 páginas.
Klass, Phil.ip J. [1993]: «Randle/Schmitt to unveil new Roswell crashed saucer scenario, claim discovery of possible crash debris». Skeptics Ufo Newsletter (Washington), ~ 20 (Marzo), 1.
Koch, Joachim [1995]: «The Santilli circus». Internet (Berlin), 12 de Agosto, 5 páginas.
Ribera, Antonio [1995]: «Extraterrestre o humano». Cambio 16 (Madrid), N° 1.238 (14 de Agosto), 19.
Sierra, Javier [1991]: «'Noticias basura' sobre los extraterrestres». Más Allá (Madrid), N° Extra (Septiembre), 38-43.
Sierra, Javier [1995a]: «El secreto mejor guardado». Año Cero (Madrid), N° 61 (Agosto), 18-23.
Sierra, Javier [1995b]: «iEstaban vivos!». Año Cero (Madrid), N° 62 (Septiembre), 18-24.
Sierra, Javier [1995c]: «Jaque a la ciencia». Año Cero (Madrid), ~ 63 (Octubre), 16-22.
Sierra, Javier [1995d]: «Roswell, un watergate cósmico». Año Cero (Madrid), N° 63 (Octubre), 24-28.
Vicente, I;:nrique de [1995]: «Derecho a saber». Año Cero (Madrid), N° 61 (Agosto), 3.
Weaver, Richard L. [1994]: Report of Air Force research regarding the 'Roswell incident'.
Washington. 22 páginas.

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LOS MIL Y UN ESCENARIOS

Miguel Angel Sabadell

A juzgar por la cantidad de testimonios dispares, el ovni de Roswell podría perfectamente haber sido una oleada de naves en medio de Nueva York.

Al comenzar la década de los ochenta la ufología estaba de capa caída. Los extraterrestres habían dejado de interesar al gran público, La euforia ovni, que encontró su punto álgido durante los setenta, se había esfumado. Sólo unos pocos aficionados y los incondicionales -creadores de paradojas" seguían inmersos en el mito, luchando por el reconocimiento social y científico que se les negaba. La gente estaba cansada de escuchar las mismas historias de luces en el cielo, ecos en el radar y supuestos aterrizajes donde pobres venusinos bajaban a pasear sus mascotas o a hacer sus necesidades. Hasta los mismos extraterrestres se encontraban hastiados de tanta publicidad y habían desaparecido del cielo. Se necesitaba un nuevo revulsivo, algo que conmocionara y alertara al gran público, otra vuelta de tuerca en la paranoia platillista.

Entre 1980 y 1981 aparecen en el mercado editorial dos libros que van a marcar de manera decisiva la evolución posterior del mito ovni. Uno de ellos es Missing Time (Tiempo Perdido), escrito por un artista llamado BUDD HOPINS que, con el tiempo, se ha convertido en uno de los personajes más importantes de la ufología. En él, Hopkins nos habla de secuestros de seres humanos indefensos, donde los extraterrestres les someten a innumerables e innombrables exploraciones médicas, experimentos genéticos e inseminaciones para engendrar seres híbridos -a esto se le llama 'abducción' en el argot ufológico-. Estos secuestros han ido tomando proporciones epidémicas, hasta tal punto que Hopkins se desmelena y afirma que uno de cada tres estadounidenses ha sido secuestrado por alienígenas -¿Y en los demás países? Parece ser que tal invasión no es preocupante. Quién sabe, quizá los ETs prefieran los genes americanos...

El otro libro fue The Roswell Incident (en España se tituló El Incidente) escrito por uno de los creadores del falso misterio del triángulo de las Bermudas, CHARLES BERLITZ, y por un maestro con pretensiones de escritor llamado WILLIAM L . MOORE. En él resucitaban el rumor de la caída de un ovni en el desierto de Nuevo México en Julio de 1947.

Ambos libros animaron el mundillo ufológico y llamaron la atención del público al incidir en una de las fobias más comunes de la sociedad moderna: la conspiración. El mundo en que vivimos es conspiranóico; siempre hay tramas oscuras, conspiraciones que ocultan la verdad, poderes ocultos que manejan el destino de las naciones y de los individuos: el asesinato de Kennedy, los judeomasones, la muerte de Elvis o de Marilyn, el virus del SIDA... Los ovnis no podían mantenerse al margen. Así, mientras Budd Hopkins nos amenaza con una conspiración extraterrestre, Berlitz y Moore lo hacen con una más temible, la gubernamental.

El mensaje tanto de Hopknis como del tándem Berlitz-Moore es que "tras décadas de engaño, el encubrimiento está desapareciendo. Porque nos atrevimos a acosar con nuestras investigaciones a las fuerzas de la oscuridad, y por fin hemos conseguido acercarnos a los secretos más profundos del fenómeno. Sólo es cuestión de tiempo descubrir la verdad" (THOMPSON).

El éxito de ambos libros se entiende si se conoce la filosofía de la ufología americana -y compartida por los representantes más sensacionalistas de la española-. Para ella, los ovnis son naves extraterrestres. Esta imagen ha sido ampliamente criticada desde dentro de la propia ufología por simplista. Es claro que, aun admitiendo la existencia objetiva del fenómeno -y eso, mal que nos pese, es demasiado suponer, tal visión no explica todos los testimonios sobre ovnis, ni tan siquiera la mayoría. Por eso, algunos ufólogos más aventurados, dándose cuenta de las contradicciones insalvables que conlleva admitir la hipótesis extraterrestre, han desarrollado nuevas "explicaciones" tales como proyecciones mentales, multidimensionalidades, conciencias
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externas dirigidas... Los ufólogos defensores de estas imaginativas hipótesis no pueden aceptar que un evni se cayese en Estados Unidos. Esas -veleidades del inconsciente- no se estrellan.

La supuesta caída de una nave alienígena en el desierto de Nuevo México se ha convertido en el argumento central de aquellos que defienden el origen extraterrestre de los ovnis. Es más, también se ha convertido en el pendón de los conspiranóicos: todos los gobiernos de la Tierra, y sobre todo el de los Estados Unidos, ocultan información decisiva sobre los extraterrestres. En fin, el llamado caso Roswell es el buque insignia de la ufología mundial y como tal hay que defenderlo a toda costa. Comprender esto es fundamental para poder entender el 'fenómeno Roswell'.

El mito del platillo estrellado

Treinta años después de los rumores difundidos por FRANK SCULLY acerca de un platillo estrellado en Aztec, cuando el tiempo convierte las leyendas en verdades demostradas, la criatura mimada de la ufología actual saltó a la fama de la mano de Charles Berlitz y William L. Moore. Ambos autores habían colaborado con anterioridad en un libro demencial titulado El Experimento Filadelfia. Según ellos, durante los años 40 el ejército norteamericano había experimentado la invisibilidad de máquinas y hombres con efectos desastrosos. Todo ello gracias a la teoría del campo unificado de Einstein. Lo único que realmente demostraban con semejante engendro era -dicho de manera suave- su exagerada imaginación y su más absoluto desconocimiento de física de parvulario. Con tal bagaje, de ellos se podía esperar cualquier cosa. Y, la verdad, no decepcionaron.

Acercarse al 'fenómeno Roswell' es complicado, y no porque el caso en sí lo sea. Durante estos veinte últimos años, decenas de investigadores han tratado de sacar a la luz lo sucedido en las cercanías de esa pequeña ciudad de Nuevo México y cada uno de ellos ha diseñado su propio "escenario". Todos ellos han tratado de explicar lo allí sucedido interrogando a testigos indirectos, que debían recordar sucesos ocurridos hacía más de cuarenta años.

En el principio fueron... Berlitz y Moore

El comienzo del tinglado debemos buscarlo en Enero de 1978 de la mano de STANTON T. FRIEDMAN, el 'físico de los ovnis'. Defensor a ultranza de su origen extraterrestre, es bien conocido por la conferencia Los platillos volantes SON reales que pronuncia a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Un día, el director de una cadena de televisión le propuso hablar con el mayor JESSE MARCEL, que había tocado un ovni. Friedman no pudo resistir la curiosidad y se entrevistó con Marcel. Él le confirmó que mientras se encontraba destinado en la base aérea cercana a Rosvell había recogido abundantes restos de un platillo estrellado allí. Según cuenta Thompson, "Friedman estaba impresionado con la sinceridad de Marcel pero tenía dudas de que lo que había escuchado no era más que otro cuento inverificable acerca del conocido 'Secreto Final’”.

Moore también había escuchado diversas anécdotas sobre este accidente y, después de discutirlo, ambos decidieron que había suficientes motivos para investigarlo. El 'caso Roswell' les llevó varios años de investigación y durante su búsqueda obtuvieron más de 100 testimonios sobre el incidente.

En 1980 aparecen las primeras investigaciones en el libro de Berlitz y Moore, una mezcla de hechos documentados, rumores, especulaciones y teorías. Esto es lo que, según ellos, ocurrió: entre las 9:45 y 9:50 de la noche del día 2 de Julio de 1947, el matrimonio WILMOT era testigo de lo que parecía ser un platillo volante. Un gran objeto brillante pasó por encima de Roswell en dirección noroeste hacia Corona a gran velocidad. A unos 125 kilómetros al noroeste de Roswell la nave tropezó con una terrible tormenta eléctrica, realizó una corrección en su rumbo hacia el sudsudoeste, pero no pudo evitar ser alcanzada por un rayo sufriendo graves desperfectos a bordo. Una gran cantidad de restos cayeron al suelo pero el platillo, averiado, logró mantenerse el tiempo suficiente para remontar las montañas antes de estrellarse en una zona al oeste de Socorro, conocida con el nombre de Llanos de San Agustín.

Los restos cayeron en el rancho de un ganadero llamado WILLIAM W. 'MAC' BRAZEL, que los descubrió a la mañana siguiente cuando acudía a caballo a sus pastos. Al principio Brazel, aunque le parecieron los restos dejados por una explosión, no les dio importancia (!). Dos días después, el 5 de Julio, mientras se encontraba en Corona oyó hablar acerca de platillos volantes vistos por la zona. Brazel pensó que los restos esparcidos en su rancho podían tener alguna relación con el tema y decidió volver al lugar y recoger algunos restos. Al día siguiente se dirigió a la oficina del comisario, GEORGE WILCOX, Y éste llamó al oficial de inteligencia de la base del 509 Grupo de Bombarderos cercana a Roswell, comandante Jesse Marcel.

Marcel se entrevistó con Brazel y marcharon hacia el lugar del accidente situado a unos 100
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kilómetros al noroeste de la base. Recogieron gran cantidad de material, con el que llenaron una camioneta y el maletero y asientos traseros de un 'Buick'. Cuando regresaron, la tarde del 7 de Julio, la historia de que habían encontrado un platillo volante les había precedido. Los acontecimientos se precipitaron. El joven oficial de relaciones públicas, teniente WALTER HAUT, difundió a la mañana siguiente una nota de prensa donde se aseguraba que la Fuerza Aérea había recuperado los restos de un 'disco volador'. El jefe de la base, coronel BLANCHARD, recibió una llamada del general de brigada ROGER M. RAMEY, comandante de la Octava Región de la Fuerza Aérea en Fort Worth, el cual a su vez había recibido una llamada del teniente general HOYT VANENBERG, subjefe de la Fuerza Aérea. Se ordenó a Blanchard empaquetar los restos y enviarlos en un B-29 a la base de la Fuerza Aérea de CarsweIl , Fort Worth, Texas, para examinarlos antes dE enviarlos a la base de Wright-Patterson en Dayton, Ohio, sede de la inteligencia aérea.

Blanchard envió a Marcel con los restos mientras que Ramey aclaraba el comunicado inicial diciendo que lo recuperado era un globo meteorológico. A su llegada a Fort Worth, Ramey permitió a la prensa fotografiar parte de los restos que se encontraban extendidos en su despacho, donde aparecía Marcel sosteniendo algunos de ellos. Más tarde, según declaraciones del propio Marcel treinta años más tarde, los restos fueron sustituidos por otros y se les hicieron más fotos, con el general Ramey y su ayudante el coronel DuBosE junto a ellos. En realidad, los verdaderos restos iban camino de Wright-Patterson.

Por otro lado, el platillo volante en sí y su malograda tripulación cayeron en la zona de los Llanos de San Agustín, a casi 200 kilómetros al oeste del rancho Brazel. Dio la casualidad que cerca de ese lugar BARNEY BARNETT, un ingeniero de caminos, tenía previsto realizar un trabajo de exploración a la mañana siguiente al accidente, el 3 de Julio. Mientras miraba extrañado el aparato siniestrado se acercó parte de un equipo de arqueólogos de la Universidad de Pensilvania que realizaba excavaciones en aquel lugar -para ser un desierto aquello estaba más transitado que el metro en hora punta- Según declaraciones de unos amigos suyos, los MALTAIS, a los cuales había contado la historia en 1950, Barnett vio los cadáveres de los tripulantes. Enseguida llegó un camión y un oficial del ejército les conminó a marcharse y guardar silencio. Se acordonó la zona y nadie más pudo acercarse a ella. Según Berlitz y More, estos militares venían de la base aérea de Alamogordo, en White Sands (Nuevo México), dedicada a realizar pruebas con cohetes.

¿Impresionante, verdad? Sin embargo, la revista de divulgación pseudocientífica Fate equivalente a Año Cero o Más Allá y, por tanto, en absoluto escéptica sobre estos temas- rechazó The Roswell Incident, considerándolo plagado de errores.

Aunque Berlitz, una vez convertido el libro en un bestseller, desapareció de la escena, Moore no se amilanó ante las críticas. Consideró una misión personal descubrir la verdad en torno al incidente. Friedman también continuó investigando, deseoso como estaba de probar su dogma de fe personal: la existencia de una conspiración cívico-militar a gran escala. El misterio empieza a ponerse interesante y otros investigadores, como los ufólogos KEVIN RANDLE y DON SCHMITT, toman cartas en el asunto, Como es habitual en ufología, cuando más de un supuesto investigador analiza un supuesto ovni el caso empieza a complicarse.

Dónde cayó la nave matarilerilerile

Randle y Schmitt publican en 1991 el libro UFO Crash at Roswell (Accidente ovni en Roswell) donde, tras arduas pesquisas, afirman haber resuelto el enigma. El platillo volante se estrelló no en los Llanos de San Agustín como dijo Barnett, sino en el rancho de Brazel, no lejos del lugar donde se hallaron los restos. Allí se encontró, además del platillo, los cadáveres de cuatro alienígenas muertos. ¿Por qué este cambio de lugar? Porque nuevos testimonios aseguran que los ETs muertos fueron transportados a la base de Roswell. De aquí se deduce (9) que Barnett visitó el rancho de Brazel durante su trabajo para el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. Queda un 'pequeño' problema: en el diario de la mujer de Barney aparece que a principios de Julio de 1947 su marido se encontraba trabajando 400 kilómetros al oeste del rancho de Brazel. Para solucionar esta contradicción a los inteligentes Randle y Schmitt se les ocurre que quizá Barney mintió a su mujer. Avispados los chicos. Cuando unas declaraciones contradicen lo
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que piensan, entonces el testigo miente. Claro que eso no puede decirse. En un artículo publicado en el International UFO Reporter (IUFOR), (Mayo/Junio 1992), Randle y Schmitt afirman que “ningún testigo ocular ha confirmado su testimonio... Sin corroboración alguna, nos vemos obligados a rechazar su historia ".

A mediados de 1992 (un año escaso tras el libro anterior) Stanton Friedman y Don Berliner publican sus investigaciones en el libro Crash at Corona (Accidente en Corona). Para resolver el problema entre Roswell y los Llanos de San Agustín estos ufólogos concluyen que se estrellaron DOS naves (¿quizá hubo una colisión en vuelo, de esas que tanto gustan en las películas?). En la del rancho de Brazel se encontraron cuatro ETs muertos y en la de los Llanos había tres muertos y uno estaba aún VIVO. Este nuevo escenario se basa en las declaraciones de un tal GERALD ANDERSON y en el diario de la mujer de Barnett -sí señor, aquél que desestimaron Randle y Schmitt-. Según Anderson, cuando tenía cinco años, él y cuatro familiares suyos -curiosamente todos están muertos- descubrieron los restos antes que Barnett. Cada vez hay más gente en ese desierto.

Al año siguiente aparece un nuevo libro titulado The Truth About de UFO Crash at Roswell (La verdad sobre el accidente ovni en Roswell) escrito por...-redoble de tambores-¡Randle y Schmitt! Si lo que cuentan en este libro “es realmente cierto, la mayoría de lo que han leído anteriormente sobre el incidente en libros y artículos, incluido su propio libro (de Randle y Schmitt) UFO Crash at Rosivell publicado en 1991, es falso", dice Phil Klass. En este nuevo libro y a la luz de "sólidos testimonios de testigos oculares y cierta interesante documentación ", encuentran que el accidente no se produjo el 2 de Julio sino el 4 de Julio mire usted qué bien. Fuegos artificiales en el Día de la Independencia-. Además el platillo y sus ocupantes se encontraron no en el rancho de Brazel sino 50-60 kilómetros al sur, muy cerca de Roswell. Para explicar cómo demonios el ovni pudo volar esa distancia después del terrible rayo -algo que Berlitz y Moore no hacen, suponen que la nave llevaba un escudo exterior el cual se desprendió al ser alcanzada, cayendo sobre el rancho de Brazel. Mientras tanto, el cuerpo central consiguió a duras penas recorrer esa distancia antes de estrellarse.

Las aguas se encontraban algo turbias cuando a mediados de 1994 la organización ufológica Fund for UFO Research (FUFOR) publicaba un informe de 189 páginas escrito por KARL PFLOCK titulado Roswell In Perspective (Roswell en perspectiva. Nótese que las siglas son RIP ¿Curioso, no?). Después de dos años de investigaciones Pflock dice que " ... al menos la inmensa mayoría si no todo el material encontrado (en el rancho de Brazel)... eran los restos de un gran globo del proyecto Mogul, catalogado de Alto Secreto. " ¡Por fin!. Casi 50 años después, el mundo ufológico atribuye el incidente a un globo que transportaba material de alto secreto, Sin embargo no lancemos las campanas al vuelo antes de tiempo. El deseo de creer, a pesar de las evidencias en contra, es muy fuerte. Pflock propone
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un nuevo y aún más salvaje escenario. ¡Agárrense al asiento! Algunos de los restos podrían pertenecer a una nave extraterrestre que chocó con el globo o que tuvo que maniobrar violentamente para evitar la colisión. Es obvio que el piloto no era Lulce Skywalker pues no lo consiguió. Globo y nave se estrellaron contra el suelo. Increíble. Aún lo es más si hacemos caso a las clásicas historias que se cuentan sobre la increíble capacidad de maniobra de los ovnis. Según miles de testigos, pueden realizar alucinantes vuelos y recortes en el cielo, pueden frenar en seco salir disparados en dirección vertical...

Así pues, tenemos 15 escenarios distintos! para un mismo caso. No se preocupen, el lío no ha hecho más que empezar. Si creían que no se pueden complicar más las cosas es que no conocen a los ufólogos. Los oscuros procesos mentales que suceden en el interior de las cabezas de tan peculiares personajes, su lógica tan deliciosamente difusa, y la facilidad con que le buscan no sólo cinco pies al gato, sino que además le encuentran alas adosadas a los lomos y le descubren un extraño parecido con un celacanto no puede dejar de sorprendernos. Veamos por qué.

El baile de las fechas

Si poner fecha al supuesto accidente les parece cosa fácil... están muy equivocados. Según Berlitz y Moore el supuesto aterrizaje forzoso de la nave ocurrió el día 2 de Julio, el ranchero Brazel encuentra los restos al día siguiente e informa al sheriff Wilcox el día 6.

Estas fechas se mantienen en el libro de Friedman y Berliner y en el primero de Randle y Schmitt, pero en el nuevo libro de estos últimos las fechas cambian. Según uno de los nuevos testigos oculares, Jim RAGSDALE, el accidente tuvo lugar antes de la media noche del 4 de Julio. Brazel encuentra los restos el día 5 e informa al sheriff el 7. Uno puede pensar que todo marcha más o menos bien ya que el baile de fechas es, como mucho, de dos días. Sin embargo, en una entrevista realizada a 'Mac' Brazel el 8 de Julio de 1947 y publicada al día siguiente en el periódico Roswell Daily Record, aparece que fue el 14 de Junio cuando encontró los famosos restos. ¡Dos semanas y media ANTES de la fecha dada por los ufólogos! ¿Cómo explicar semejante discrepancia? Bueno, siempre queda el recurso de echarle la culpa al periodista...

Gerald Anderson, testigo de cargo de Friedman

El escenario de Friedman y Berliner -la colisión de dos naves en vuelo- se basa únicamente en el testimonio de GERALD ANDERSON, un ex-policía de mediana edad. Este supuesto testigo saltó a la fama ufológica -no en vano es la estrella de un documental sobre Roswell preparado por la organización ufológica FUFOR- en 1990. Al ver por televisión uno de los programas de la serie Unsolved Misteries -en España se tituló Misterios sin Resolver- donde se hablaba del ‘accidente' de Roswell, llamó para decirles que había graves errores en lo que estaban contando. Por ejemplo, había sido su familia y no Barnett los primeros en encontrar los restos de la nave. Los responsables de la cadena dieron su teléfono a Randle y Friedman que, independientemente, se pusieron en contacto con él. En la serie de entrevistas que Randle y Schmitt por un lado y Friedman y Berliner por otro mantuvieron con Anderson, los primeros llegaron a la conclusión de que éste era un fraude, mientras que los segundos apostaron su reputación por su autenticidad. Ya empezamos a liarla otra vez.

Según Anderson, cuando él tenía cinco años estaba con su padre, su tío, su hermano y su primo -sólo faltan la abuela y el perro- en el desierto. Mientras viajaban por los Llanos de San Agustín se encontraron con los restos de una nave siniestrada y sus tripulantes. Recuerda, además, que vieron una expedición arqueológica dirigida por un tal doctor BUSKIRK de la universidad de Pensilvania. Incluso se pudo sacar un retrato robot del citado profesor a partir de las descripciones de Anderson. Como prueba aportó el diario de su tío donde describía el hallazgo del ovni en los Llanos.

¿Alguien puede corroborar su historia? No, porque los otros posibles testigos, su padre, su tío, su hermano y su primo -y su abuela y el perro-, están muertos -vaya por Dios- Cuando Phil Klass habló con la mujer de Anderson ésta le dijo que jamás le había hablado acerca de este incidente. Algo empieza a oler a podrido en esta historia. ¿No le ha dicho nada a su mujer en todo el tiempo que llevan casados? Eso se llama confianza. Al mismo tiempo, ¿cómo es posible que un niño de CINCO años sea capaz de recordar correctamente el nombre -que no es Smith precisamente-, la profesión -dudamos que a esa edad
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se sepa lo que es un arqueólogo-, la cara de un desconocido, y mantenerla en su memoria durante casi 5O años?

A partir de aquí la cosa se pone interesante. Un ufólogo llamado THOMAS J. CAREY se dedica a buscar al tal doctor Buskirk. Y para desgracia de Friedman... lo encuentra.

Apoyándose en el retrato-robot descubrió que en realidad se trata -pues vive aún- de un antropólogo que vivió en Nuevo México aunque nunca estuvo adscrito a la universidad de Pensilvania. No pudo estar en los Llanos porque se pasó todo el verano en la reserva de Fort Apache en Arizona. Por otro lado, la descripción dada por Anderson es sospechosamente parecida a un retrato de Buskirk de 1958, cuando era profesor en el instituto Albuquerque High School. Y, mira que casualidad, Anderson fue alumno suyo ese mismo año en la asignatura de antropología.

Anderson había enviado con anterioridad una fotocopia de su certificado de estudios a Friedman, donde figuraba que ese año había estudiado sociología. Para 'desfacer el entuerto' Randle, por su parte, intentó obtener del instituto una copia de su certificado. Al enterarse Anderson, llamó a Albuquerque para impedir que tuviera acceso al certificado quien no fuera él. Sospechoso, muy sospechoso...

Más sospechoso aún es que, enviado el diario de su tío a los Brunelle Forensic Laboratories para comprobar si la tinta utilizada era de 1947, el laboratorio informara a Friedman que ese tipo de tinta no empezó a usarse hasta 1970. Anderson había falsificado el diario. Friedman conocía este hecho en Octubre de 1990. Para darnos cuenta de su catadura moral, recordemos que el libro Crash at Corona se publicó en 1992. Es más, en una entrevista mantenida con JAVIER SIERRA en 1991, Friedman dijo: "me siento muy favorablemente impresionado por este hombre". Se entiende sólo si ambos son del mismo gremio...

Al final, Friedman y Berliner confesaron públicamente que habían sido unos ilusos -¿de verdad lo fueron?- En una carta al director publicada en el MUFON UFO Journal en Enero de 1993 admiten "no tener confianza en el testimonio de Gerald Anderson ". Pero claro, deben salvar las ventas de su libro, por lo que añaden: "Esto no quiere decir que todo lo dicho por Gerald Anderson no tenga ningún valor". A esto se le llama tener un morro que se lo pisan. Lo que quieren decir Berliner y Friedman es: "Anderson es un cuentista, un falsificador Y miente más que habla -Javier Sierra, discreto él, lo cataloga como “fantasioso" SIN anular su testimonio-, pero a nosotros nos dijo la verdad porque somos muy inteligentes y no nos dejamos engañar fácilmente. Además, tenemos que vender el libro", Vean vuesas mercedes el granítico rostro de maese Friedman. Y a este tipo Sierra lo llama "uno de los mayores documentalistas del caso Roswell". Pues si así son los mejores...

En fin, mutis de Friedman y Berfiner.

Las estrellas de Randle y Schmitt

Jim Ragsdale, el avispado

De los testigos clave para el escenario -¿o deberíamos decir escenarios?- de Randle y Sclurritt, brilla con luz propia Jim Ragsdale. Debido a su testimonio, estos ufólogos cambiaron el lugar y la fecha del accidente de su primer libro -y les dio
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para escribir y vender un segundo-. Gracias a este testigo ocular se sabe que la caída tuvo lugar el 4 de Julio de 1947 a 50 kilómetros al sur del rancho Brazel, o lo que es lo mismo, a 45 kilómetros al norte de Roswell. Según cuenta, Jim y su novia habían acampado en el desierto -¡más gente en el desierto!-, "a pesar -dice Klass- del peligro que representan las serpientes de cascabel", cuando vieron estrellarse un objeto ardiendo. Montaron en el jeep y llegaron a un barranco donde, con la ayuda de una linterna, vieron los restos de un aparato accidentado -que supusieron un avión-. Como la linterna tenía la batería casi gastada decidieron volver al campamento. Claro, no se les ocurrió ir a Roswell -¡tan sólo a 45 kilóme­tros!- a dar parte del accidente y así organizar una patrulla de rescate. A la mañana siguiente, des­pués de haber dormido con la conciencia tranqui­la por haber 'ayudado' a salvar a los pobres ocu­pantes del avión, se acercaron de nuevo a lugar. Entonces vieron algunos cuerpos. Pero no pudie­ron quedarse mucho porque enseguida llegó un convoy militar, y tuvieron que salir pitando.
Esta es la historia que cuenta Ragsdale en el libro The Truth About the UFO Crash at Roswell de Randle y Schmitt. Ahora cuenta otra diferente. En un congreso sobre ovnis celebrado en 1995, Ragsdale se ha vuelto más valiente y ya ha conseguido acercarse a los cuerpos, quitarles el casco que llevaban y verles unos enormes ojos negros.
Esperen, ahora viene lo mejor. En Roswell existe un Museo Internacional sobre Ovnis, cuyo presidente es Walter Haut -¡Sí señor! ¡El oficial de relaciones públicas de la base de Roswell en 1947!-, que quiso comprar el terreno del 'Lugar del Impacto' dado por Ragsdale, con fines turís­ticos. Para su desgracia, el propietario del terreno no accedió a venderlo. Y, fíjate que curioso, meses después Ragsdale rectifica y 'recuerda' que el lugar donde vio la nave no fue a 45 kiló­metros al norte, sino 65 kilómetros al oeste de Roswell, cerca de un campamento abandonado de los Boy Scouts. Dicen las malas lenguas que el personal del museo ha comprado el terreno con la intención de convertirlo en un motel. Además, nuestro amigo Jim ha firmado un contrato para vender la exclusiva de su -nueva- historia al museo. Para que luego hablen del olfato comer­cial de los japoneses...
Glenn Dennis, el embalsamador
¿Qué pasó con los cuerpos de los extraterrestres? La respuesta a tan inquietante pregunta la tiene un antiguo empleado de una funeraria en Roswell, glenn dennis.
En Julio de 1947 Glenn era un joven de 22 años empleado en la Ballard Funeral Home, con­tratada por el ejército para prestar sus servicios en la base aérea de Roswell tanto para funerales como para servicios de ambulancias. Por ir fijan­do ideas, la historia que aparece en el primer libro de Randle y Schmitt no se aproxima demasiado a la realidad. Cuando Klass entrevistó a Dennis el 9 de Diciembre de 1991 -recordemos la fecha, es muy importante- y comenzó leyéndole la historia que éstos habían transcrito en el libro, "periódi­camente Dennis interrupía para modificar la exactitud de la versión de R/S". Klass llamó a Randle y le comentó la gran cantidad de discre­pancias que había encontrado en su relato de los hechos. Randle le dijo que, al contactar tarde con Dennis y teniendo que entregar el libro al editor, habían decidido incluir la transcripción de una entrevista de Friedman -esto confirma lo 'impar­cial y objetivo' que es este investigador. Para fiarte de los "físicos de los platillos volantes"-. Es más, Friedman se ha negado sistemáticamente a proporcionar una copia de la grabación de tal entrevista a Phil Klass. ¿Qué está intentado ocul­tar el paladín de la lucha contra el cover up?
A continuación presentamos la verdadera his­toria. Mientras se encontraba en la funeraria, reci­bió una llamada de la base aérea preguntándole acerca del tamaño más pequeño de los cofres sellados que tuvieran en Ballard. Media hora des­pués, el mismo hombre le preguntó sobre sus téc­nicas de embalsamamiento para personas que hubiesen estado varios días a la intemperie y posiblemente mutiladas por depredadores; si cambiaban el contenido de la sangre, del estóma­go,... Poco después le llamaron para llevar un piloto accidentado a la enfermería. Allí se encon­tró con una enfermera del ejército a la que cono­cía desde hacía tres meses. Ella le dijo: "¿Qué estás haciendo aquí? Lárgate enseguida si no quieres tener problemas." El pobre Dennis se quedó con la boca abierta. Cuando iba a decir algo se le acercó un capitán y le preguntó qué demonios estaba haciendo él allí. Dennis le dijo que había traído un herido. "Parece que han teni­do un accidente así que voy a volver a la funera-
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ría para preparar las cosas". El capitán, muy serio, le respondió: "Usted no ha visto nada. No ha habido accidente. Vuelva a la ciudad y no comente a nadie nada sobre un accidente". Justo lo que necesita una persona para olvidarse del asunto. Como Dennis es una persona normal, esto le dejó muy mosqueado. Al día siguiente intentó localizar a la enfermera. "A eso de las 11, llamó a la funeraria y dijo que necesitaba verme". Ella le hizo jurar por lo más sagrado que nunca revelaría lo que le iba a contar -como puede verse, rompió su juramento-. Según dice Dennis, ella le explicó que en una de las salas de la enfermería se había encontrado con dos médi­cos desconocidos realizando una autopsia a una extraña criatura sin pulgares y con cuatro dedos. En la sala había otras dos más. La enfermera le entregó un bosquejo de los seres y le recordó su juramento de no decir nunca nada.
Aunque intentó localizarla días después, no pudo. Semanas más tarde recibió una carta suya desde Inglaterra donde había sido destinada. El respondió, pero la carta le fue devuelta con un sello que ponía FALLECIDA. Dennis supo más tarde que había muerto en una accidente aéreo -ironías de la vida-.
Cuando Dennis fue entrevistado por la ufólo-ga anne macfie el 31 de Diciembre de 1991 -¡22 días después que Klass!-, dio otra versión de la historia. A MacFie le contó que, según tenía entendido, la enfermera había muerto en 1988. Dijo que nunca intentó contactar con ella porque iba a meterse monja cuando dejara el ejército. "Era tan disciplinada -dijo Dennis- que si su superior le hubiera ordenado caminar sobre el fuego, lo hubiera hecho". ¿Cómo es posible, se pregunta Klass. que una persona con tal carácter, sabiendo que violaba la seguridad militar reve­lando una información tan importante, se la iba a decir a alguien que conocía hacía menos de tres meses? Al preguntarle Klass si había salido con ella, Dennis repondió: "No, no, no. No estaba interesada en los hombres. Tenía su vida total­mente planeada. Quería ser monja". Pero cuan­do le entrevistaban para un reportaje en vídeo sobre Roswell, Dennis dijo al productor que ambos habían hablado de matrimonio, y que la familia de ella no lo aprobaba porque él era pro­testante y ellos católicos.
Otro detalle curioso es que el boceto entrega­do por su amiga, no lo escondió en una caja de seguridad ni en su apartamento, sino ¡en los ficheros de la funeraria! Y cuando se despidió para montar su propio negocio en 1962, ¡lo dejó allí! Cuando en 1989 él y Friedman volvieron a buscarlo, ¡todos los ficheros de 1947, y sólo esos, habían desaparecido! Eso no ha impedido que Randle, Schmitt y Friedman tengan el suyo, entregado por el propio Dennis... aunque él niega haberlo hecho -había prometido mantenerlo en secreto, je, je-.
Al final Dennis dio el nombre de la enferme­ra: naomi maría selff. No obstante... no hay ningún documento del ejército, ni de escuela, ni partida de nacimiento que pruebe su existencia. ¿Debemos concluir que tal señorita jamás ha existido? ¡Eso nunca! Según el ufólogo Pflock, "parece haber desaparecido sin dejar rastro ".
La memoria de Dennis es renqueante. No sabía cuándo sucedieron los hechos hasta Marzo de 1994. cuando entonces sí recordó haber leído el famoso titular del Roswell Daily Record del 8 de Julio tras su entrevista con Naomi. En una entrevista realizada en Julio de 1995 por el perio­dista TlM korte, Dennis afirma que los médicos responsables de la autopsia eran dos patólogos del Hospital Walter Reed, en la ciudad de Washington. Aquí empiezan nuevos problemas. Esta declaración no concuerda con lo realmente sucedido. Si, según Dennis, la autopsia se llevó a cabo en la tarde del día 7, los patólogos tuvieron que salir de Washington sobre las 9 de la maña­na. Si salieron a las 9 de la mañana, los cadáve­res de los ETs se tuvieron que encontrar antes de esa hora. Según Randle y Scjmitt, Brazel informa al sheriff Wilcox esa misma mañana, por lo que los cuerpos fueron hallados bastantes horas ANTES de que Brazel llegase a la oficina del sheriff. Siguiendo a Klass, este es el momento de preguntarnos dónde aparecieron los cuerpos. Si fue en el rancho de Brazel, no hay razón para que éste fuera a la oficina del sheriff. Su rancho ten­dría que estar invadido de militares y Marcel ya habría visitado el lugar del siniestro. Por otro lado, se sabe que visitó a Brazel la tarde del 7. ¿Mintieron Marcel y Brazel, los principales testi­gos del caso? Si se encontraron a 45 kilómetros al norte de Roswell, Marcel estaría ocupado con los cadáveres y no tendría tiempo de ir a buscar insustanciales restos al rancho de Brazel aquella misma tarde. Además, si los cadáveres se hubie­sen encontrado en Roswell, el general Ramey hubiese volado allí inmediatamente, y sabemos que no lo hizo. En fin, todo un lío
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Aún más. El número de alienígenas captura­dos depende del testigo. Según Kauffmann, se recuperan cinco cuerpos. Según Ragsdale, tres. Para Glenn Dennis son también tres pero dos de ellos muy mutilados. Para frankie rowe, la hija de un bombero que fue a apagar el fuego -que nunca hubo- del aparato, son dos muertos y uno vivo. Para anaya montoya, tres muertos y uno vivo. Para mary bush un cuerpo. Para barbara dugger, tres cuerpos y un ET vivo.
Tras tan arduas pesquisas a uno no le queda más remedio que preguntarse, vista la cantidad de gente que sabía lo del accidente, cómo diablos los militares consiguieron mantener la boca callada de tantísima gente. Vamos, tenían que haber impuesto estado de sitio en todo Roswell. Con lo cotorras que son en la América profunda de los estados del sur.
La verdad, de unos años a esta parte, sólo tie­nes que darle una patada a una piedra de ese mal­dito desierto para que aparezca alguien que vio todo lo ocurrido...

Cuando ruge la marabunta
1995 será recordado como el año del desmelene, disparate, desatino y delirio ufológico. Un año antes el senador por el estado de Nuevo México Steven Schiff, pedía una investigación oficial sobre el caso Roswell. La encargada de hacerlo fue el Tribunal General de Cuentas (General Accounting Office, GAO), el brazo investigador del Congreso estadounidense. La GAO tiene la capacidad de acceder a cualquier documento ofi­cial sea cual sea su grado de clasificación. El ras­treo ha sido el más exhaustivo jamás realizado sobre Roswell. Por su parte, la Fuerza Aérea rea­lizó una investigación, declarada por ella como definitiva, sobre este mismo incidente. En ella se dice que el origen de los restos del rancho Brazel son los de un globo de altura que, además de transportar reflectores de radar, llevaba instru­mentación de un proyecto Alto Secreto llamado Mogul. Este proyecto estaba destinado a 'escu­char' las posibles detonaciones nucleares soviéti­cas. Fin de la historia.
A su vez, en 1994 aparecía el informe Roswell In Perspectiva donde el ufólogo Karl Pflock demuele a los testigos de Randle y Schmitt -excepto a Glenn Dennis, de quien se hace algo así como su portavoz y agente- y decla­ra que los restos encontrados por Brazel son de un globo meteorológico con un reflector de radar. Lo curioso es que este hecho ya había sido pues­to de manifiesto por otro ufólogo llamado Robert G. Todd en 1992. Entonces había entrevistado al meteorólogo charles B. moore, que había trabajado en el proyecto, pero no en su parte clasifi­cada. Revisando los datos encontró que el Vuelo 4, lanzado el 4 de Junio de 1947 desde Alamogordo -diez días antes de la fecha real en que Brazel encontró los restos- se había perdido. La descripción de éstos restos coincide punto por punto con lo que transportaba el globo.
Lo que son las cosas. En el libro de Moore y Berlitz aparece citado el Dr. Moore diciendo que "por la descripción que me da de los restos, eso no puede ser un globo", pero nunca le dejaron el recorte donde Brazel describía los restos. A saber qué le contó Moore a su tocayo...
Y a mediados de 1995 GAO informa no haber encontrado ningún archivo o documento que haga referencia al incidente Roswell. No existen tales archivos. Por tanto, jamás se ha recuperado una nave extraterrestre. Caso resuelto.
¿Seguro?
¡Por supuesto que no! ¡De qué iban a vivir entonces los ufólogos! Además, quedarían como unos perfectos inútiles e investigadores incompe­tentes. Dice Klass que la ufología es como es por­que en ella se premia la incompetencia, se premia a quien no resuelve un misterio. Si eres un buen investigador y resuelves los casos ovni, jamás publicarás nada ni te llamarán a dar conferencias, ni te felicitarán en los congresos... Sin embargo, si eres un pésimo investigador saltarás a la fama pues no encontrarás solución a los diferentes casos. Luego podemos concluir que cuanto más famoso es un ufólogo, más incompetente es.
El mundillo ufológico rugió. "Casi no podía dar crédito a mis ojos" dice el conspiranoico Javier Sierra tras leer el informe de la GAO. Ya sabe por qué no han encontrado nada: "muchos archivos organizativos de la Fuerza Aérea que cubrían ese periodo han sido destruidos, sin seña­lar ninguna autoridad que así lo dispusiera". Esta frase del informe de la GAO es la excusa que buscaban los ufólogos para probar la conspira­ción. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Uno puede preguntarse ¿de qué periodo habla y de qué documentos? Eso Sierra no lo dice. Son los archivos que contenía documentos sobre financiaciones, abastecimien­tos, edificaciones y otras materias administrativas desde Marzo de 1945 a Diciembre de 1949. ¿Prueba esto una conspiración? Dicho de otra forma, ¿quiere decirse que desde Diciembre de 1949 se dejaron de producir informes sobre la supuesta nave extraterrestre? Quién sabe, a lo mejor la almacenaron como al arca perdida...
Se nos ocurre una última pregunta: ¿por qué demonios siempre que se cae un platillo tiene que hacerlo en Nuevo México? ¿Será un triángulo de las Bermudas cósmico.
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INCIDENTE ROSWELL Y PROYECTO MOGUL

Dave Thomas

Un informe de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos (FF.AA) de Septiembre de 1994 sostiene la teoría según la cual los restos del "ovni" encontrados por el granjero mac brazel en 1947 al noroeste de Roswell (Nuevo México) eran en realidad los restos de un globo aerostático lanza­do dentro de un proyecto secreto denominado Proyecto Mogul. La posible conexión entre el incidente Roswell y Mogul fue inicialmente expuesta por el investigador robert G. todd, e independientemente por karl T. pflock.
Recientemente, charles B. moore -no tiene ninguna relación con william L. moore, coau­tor del libro El Incidente- uno de los tres cientí­ficos identificados en el Proyecto Mogul, y entre­vistados en el informe de las FF. AA., habló para la asociación New Mexicans for Science and Reason (NMSR) en Alburquerque. Allí discutió el trasfondo del proyecto, los globos aerostáticos de la Universidad de Nueva York (UNY) y la conexión con Roswell. Proporcionó nuevos deta­lles que, en principio, confirman la idea de que, efectivamente, los restos encontrados por Brazel procedían de uno de los globos del Proyecto Mogul, que Moore ayudó a lanzar.
Lo que sigue se basa en la exposición de Moore, sus respuestas a las preguntas del públi­co, sucesivos encuentros y discusiones con él, documentos que proporcionó y un monográfico que está preparando sobre estos vuelos.
Moore, un profesor emérito de Física en el Instituto de minas y tecnología de Nuevo México, en Socorro, era estudiante de postgrado en la UNY durante 1947.
El Proyecto Mogul era tan restringido y secre­to que incluso Moore no conoció el nombre del proyecto hasta que Robert Todd se lo comunicó hace un par de años. El objetivo desclasificado del mismo era desarrollar globos aerostáticos de altura constante, con fines meteorológicos.
Su objetivo clasificado era intentar desarrollar un método para monitorizar las posibles detona­ciones nucleares soviéticas mediante la utiliza­ción de micrófonos acústicos de baja frecuencia colocados a elevadas altitudes. No había otro método para observar la actividad nuclear en un país cerrado como la Unión Soviética, y se con­cedió al proyecto una alta prioridad.
Una de las tareas de la UNY era desarrollar globos de altura constante para colocar los micró­fonos a bordo. Después de algunos vuelos preli­minares en Bethelem (Pensylvania) en abril de 1947, que fallaron a causa de los fuertes vientos de la zona, el proyecto se trasladó a Nuevo México.
En junio y primeros de julio de 1947 se lan­zaron gran cantidad de globos aerostáticos de la UNY desde el campo de las FF.AA. en Alamogordo. Algunos de estos vuelos consistían en largos trenes que contenían hasta doce globos de neopreno, con una longitud de más de 200 m.
Moore hizo mucho hincapié en la hipótesis de que el vuelo n° 4 de la UNY, que él ayudó a lan­zar el 4 de junio de 1947 fue el origen de los res­tos encontrados en el rancho de Brazel, y por tanto, el origen del "Incidente Roswell" . Gran cantidad del material utilizado en el vuelo 4 guar­daba una enorme semejanza con piezas de los restos de Roswell.
En la figura 1 se muestra un esquema de un vuelo anterior, el n° 2, lanzado el 18 de abril de 1947 desde Bethelem. No existe un esquema del vuelo 4, ya que al no obtenerse datos útiles del mismo, no fue incluido en el informe de la UNY. Sin embargo, Moore afirma que la configuración del vuelo 4 es muy similar a la mostrada. Los grandes objetos octaédricos de la parte superior derecha, y de la inferior central, son reflectores de radar usados para su seguimiento. Se indican también varios pequeños anillos de aluminio usa­dos para manejar los hilos. La carga útil (una baliza sónica), se sujetaba por ligeros anillos más grandes.
Los restos que Brazel recuperó —y que más tarde fueron llevados a Fort Worth, Texas, para su inspección por el General de Brigada roger ramey, oficial de las FF.AA. al mando— enca­jaban con el vuelo 4 de la UNY en varios aspec­tos. Algunos de los restos consistían en trozos de un material grisáceo, similar a la goma, que podrían ser el neopreno utilizado en dicho vuelo. Muchos de los restos de Roswell -varillas, papel de aluminio, cinta extrañamente marcada- es similar al material usado en los blancos de radar. Cuando el suboficial irving newton vio los res­tos en la oficina del General Ramey, los identifi-
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có como piezas de un reflector de radar. Moore señala que las fotografías de Ramey muestran parte de más de un reflector. El vuelo 4 llevaba tres reflectores del tipo ML 307B RAWIN.
Algunos trozos de entre los restos contenían cinta con dibujos de flores o jeroglíficos. Moore recuerda que la cinta de refuerzo usada en los reflectores de la UNY tenía curiosas marcas. "Tres o cuatro de entre nosotros estábamos encargados de eso, y recuerdo que nuestros reflectores tenían una especie de dibujos de flo­res estilizadas. Habré preparado a lo largo de mi vida más de cien reflectores de estos para vuelos. Siempre que preparaba uno me preguntaba cuál sería el propósito de las marcas en la cinta. Pero... un mayor llamado John Peterson se rió y me dijo: ¿ Qué te puedes esperar cuando utilizas reflectores hechos en una fábrica de juguetes?".
Los receptores de radar tenían unos pequeños ojales. En el artículo del Roswell Daily Record del 9 de junio de 1947, el ranchero Brazel descri­bía los restos diciendo que no tenían cuerdas ni alambres, pero sí unos ojales para algún tipo de sujeción.
Mientras muchos de los partidarios de la hipótesis ovni alegan que los restos de la oficina del General Ramey eran de un verdadero globo atmosférico, puesto en lugar de los auténticos restos de Roswell, Moore señala que los reflecto­res utilizados por la UNY eran distintos a cual­quier otro lanzado antes en Nuevo México, y que no había ninguno disponible en Fort Worth para sustituir a los auténticos restos. El suboficial Newton pudo reconocerlos porque había usado una versión previa de los mismos reflectores mientras trabajaba como meteorólogo en Okinawa. Pero la anterior versión utilizada por Newton no tenía la cinta de refuerzo con los dibujitos de flores rosa-púrpura.
La hija de Brazel, bessie brazel schreiber, en una entrevista realizada por el escritor William Moore, describía unos objetos de aluminio entre los restos, que parecían anillos insertados en un tubo. La mención de los anillos aparece en la transcripción de la entrevista, pero no fue inclui­da en el libro El incidente.
Ella estimó que los anillos eran de unas 4 pul­gadas de diámetro, y dijo que podía meter la mano a través de ellos. Charles Moore señaló que el vuelo 4 llevaba varios anillos de aluminio de 3 pulgadas de diámetro para ayudarse durante el lanzamiento del globo. Estos se hacían cortando un tubo cilindrico, y luego biselando los bordes para evitar que dañasen las cuerdas.
scheridan cavitt, el oficial del CIC (Cuerpo de contra-inteligencia) que acompañó al Mayor jesse marcel hasta el campo donde se hallaban los restos, describió una caja negra entre la chatarra. Moore afirma que el equipo de la UNY empaquetaba normalmente las baterías para el instrumental acústico en cajas negras. Ha habido especulaciones acerca de que la caja negra pudiera ser una radiosonda, pero Moore señaló que las radiosondas eran normalmente blancas, para prevenir la absorción de calor.
El 4 de junio de 1947, el vuelo 4 se lanzó, y fue seguido hasta Arabela (Nuevo México), a sólo 17 millas de la ubicación del rancho Foster. El vuelo 4 estaba todavía en vuelo cuando las baterías se agotaron, y se perdió contacto. Brazel informó que él encontró los restos en el rancho el día 14 de junio, aunque muchos ufólogos sitúan el incidente unas semanas más tarde, a primeros de julio. Brazel no llevó los restos a Roswell hasta el 7 de julio, según su propio relato.
Recientemente, Charles Moore ha trabajado en una nueva evidencia que sostiene la conexión entre Roswell y el Proyecto Mogul. El investiga­dor ovni kevin randle ofreció a Moore los datos cólicos del Servicio Nacional de Meteorología correspondientes a los primeros

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Figura 2: Flores abstractas como las contenidas en la cinta de los reflectores de radar

días de junio de 1947. Moore, que ha vivido y respirado la física de la atmósfera la mayor parte de su vida adulta, analizó estos datos en detalle. Su análisis coincide con tres de los vuelos de la UNY; el vuelo 4 (4 de junio de 1947), el 5 (5 de junio) y el 6 (7 de junio). Los datos del Servicio Meteorológico referentes al vientos corresponden a lo que se llama un "sistema baroclínico" moviéndose por la zona. A medida que este siste­ma se va desplazando suavemente a gran altitud, el viento cambia su dirección, pasando de Noreste a Este, y luego a Sureste. A altitud aún mayor, sin embargo, este sistema genera grandes vientos en la zona alta de la troposfera en direc­ción perpendicular a los vientos de menor altitud.
El viento dominante durante los meses de verano sopla en dirección Este, mientras en la zona de transición, justo sobre la tropopausa, sopló hacia el noroeste durante la primera parte de junio de 1947. Por ejemplo, el vuelo 5 se diri­gió principalmente hacia el Este mientras ascen­día a través de la troposfera. Sin embargo, cuan­do entró en la estratosfera, fue arrastrado hacia el Noroeste. Después de que algunos globos explo­taran, y el vuelo 5 descendiera de nuevo, se diri­gió nuevamente hacia el Este, hasta que aterrizó.
Cuando Moore utilizó los datos del Servicio Meteorológico y la información de altitud de los globos de la UNY, para simular la posible tra­yectoria de los vuelos, los resultados se ajustaban extraordinariamente con las rutas registradas en el seguimiento de los vuelos desde tierra.
Moore extendió este análisis al vuelo 4, el candidato de Roswell. Utilizó los datos del vien­to del 4 de junio de 1947 y supuso que el vuelo consiguió alturas comparables a las de los dos siguientes vuelos. Los análisis de Moore indican que tras despegar de Alamogordo, el vuelo 4 ascendió probablemente mientras viajaba hacia el Noreste (hacia Arabela), girando después hacia el Noroeste mientras atravesaba la estratosfera, para descender a tierra en una dirección fundamental­mente Noreste. Los cálculos de la trayectoria del globo realizados por Moore son totalmente com­patibles con un aterrizaje en el rancho Foster, aproximadamente a 85 millas al Noreste desde el lanzamiento en Alamogordo. Más aún, los restos en el rancho estaban esparcidos en tierra, siguien­do una dirección Sudoeste-Noreste (tal como informó en Mayor Jesse Marcel). Este ángulo encaja perfectamente en la predicción de Moore. Charles B. Moore ha sido repetidamente criti­cado en la literatura por haber cambiado alguna de sus primeras afirmaciones. Fue entrevistado para el libro de William Moore sobre el inciden­te Roswell. Después de oír la descripción del accidente dada por William (incluyendo los deta­lles de un supuesto surco de unos 25 cm de ancho y alrededor de 160 m de largo), Charles le res­pondió: "En base a esta descripción que me das, creo que no pudo haber sido un globo ". Los tre­nes de globos del vuelo 4 eran demasiado ligeros como para hacer un surco de ese tamaño. Pero Charles Moore no dijo que el accidente no fuera el globo, sino que el globo no pudo haber origi­nado el supuesto surco, de acuerdo siempre con la descripción del escritor. Por otro lado, y en base a las primeras descripciones, Charles Moore y otros investigadores del proyecto Mogul creye­ron en un primer momento que los restos descu­biertos por Brazel correspondían a uno de los glo­bos de polietileno que la UNY lanzó a primeros de julio de 1947. Moore sostuvo esta opinión hasta hace un par de años, cuando tuvo un cono­cimiento detallado del incidente. Estos largos globos transparentes de polietileno se utilizaron por primera vez el verano de 1947, y habrían resultado extraños incluso para un observador experimentado. Sin embargo, tras observar los informes y fotografías de 1947, Moore advirtió que el vuelo 4 era un candidato mucho más pro­bable que cualquier globo de polietileno. En efecto, Charles Moore cambió sus declaracio­nes, pero sólo después de haber tenido acceso a nuevos datos sobre el incidente.
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Mientras muchos ufólogos presentan una gran cantidad de referencias contemporáneas a los "globos del Proyecto Mogul", Moore explica que el proyecto era tan restringido que tales referen­cias sencillamente no existen., Cualquier men­ción a los vuelos figuraría bajo el epígrafe de "investigación de la Universidad de Nueva York sobre globos aerostáticos de nivel constante".
Algunos autores sostienen que los restos y posibles cuerpos alienígenas fueron llevados secretamente a Wright Field, en Dayton, Ohio, para analizarlos. Por casualidad. Moore y el resto del equipo de la UNY estaban en Wright Field la tarde del 8 de julio de 1947, de camino hacia New Jersey, justo cuando salió a la luz el caso Roswell. Moore comenta que ellos oyeron hablar del tema por primera vez en Dayton, y que supu­sieron que se trataba de uno de los globos de polietileno.
En Septiembre de 1994, el informe de las Fuerzas Aéreas indica que los restos de Brazel viajaron hasta Wright Field efectivamente. Durante una entrevista por las fuerzas aéreas al coronel Albert C. Trakowsky, participante en el Proyecto Mogul, éste recordó una llamada telefó­nica en julio de 1947 del coronel Marcellus Duffi. destinado en Wright Field y conocedor íntimo tanto del Proyecto Mogul como del equi­pamiento meteorológico del ejército. Duffi dijo a Trakowsky que un compañero de Nuevo México fue a Dayton, le despertó de madrugada y le mos­tró los restos. El coronel Duffi le dijo: "se pare­ce a uno de los aparatos que habéis estado lan­zando en Alamogordo".
En palabras de Moore, "Cuando se juntan los datos del viento con las similitudes entre los res­tos descritos por los testigos oculares —palos de madera de balsa, papel de aluminio, cinta con dibujos pastel de flores rosas, el gran globo de goma gris con olor a quemado, los ojales, las piezas de aluminio de cuatro pulgadas y la caja negra- con los materiales empleados en los trenes de globos, me parece que sería difícil excluir el vuelo 4 como un origen verosímil de los resto que W.W. Brazel encontró en el rancho Foster en 1947”.

Artículo aparecido en Skeptical Inquierer. N.4 vo. 19 Julio/Agosto 1995. Publicado aquí con su autorización.
Copy Right Para el original: Skeptical Inquirer, 1995
Copy Right. Para la traducción, La Alternativa Racional, 1995
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OVNIS EN LA UIMP
UN ENCUENTRO CERCANO DEL TERCER TIPO
javier E. armentia

1. Prolegómenos y avistamiento.
Uno de los debates organizados dentro de las actividades de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo durante el verano de 1994 en La Coruña estaba dedicado a los ovnis. Para ello, dos invitados presentarían sus posturas -esperablemente opuestas-, intercambiarían sus opinio­nes y datos y, finalmente, podrían contestar las preguntas de los asistentes. Como urólogo, pro­ponente de que los extraterrestres nos visitan, el conocido escritor y periodista juan josé benítez; frente a él, yo mismo; y moderando, el director de la Casa de las Ciencias de La Coruña, ramón núñez.
La verdad es que me sorprendió que el diseño de debate realizado por la UIMP pudiera reali­zarse al fin. Ya sé desde hace tiempo que J.J. Benítez intenta vetar la presencia de personas como yo en debates a los que asiste, y que cuan­do no es posible, opta por no acudir. La última ocasión que recuerdo fue en un debate organiza­do en la televisión autonómica vasca (ETB-2) sobre el tema, en el programa Rifi-Rafe de antxón urrosolo, cuando tras afirmar a los realizadores que asistiría, unos días antes comu­nicó que le era imposible. O al término del Curso de Verano del Escorial que dirigió Benítez sobre ovnis, en agosto del 92, cuando tras concertar su presencia con los responsables de un programa en Onda Madrid no quiso (o no pudo) contestar al teléfono...
Pero los hados quisieron que esta vez apare­ciera, el 28 de julio, para el anunciado debate. Me atrevo a suponer que el hecho de que fuera un organismo como la UIMP la que patrocinaba el acto tuvo su peso, pues todos sabemos cómo la palabra "universidad" suele ser pieza codiciada para introducir en los curricula de ciertos divul­gadores de estos temas. No hago alusiones encu­biertas, sino que lo pongo clarito: cuando se orga­nizó la protesta frente al Curso de ovnis de Benítez en el Escorial, afirmé ante los medios de comunicación que esto serviría para que personas como Benítez aprovecharan el marchamo de res­petabilidad de una universidad en su propio inte­rés (algo no exclusivo del tema ovni, o de los temas pseudocientíficos: los políticos, escritores de moda y famosos hacen lo mismo, parece algo generalizado en nuestro país). Unos meses des­pués, se reeditaban varios libros de Benítez, incluyendo en la contraportada la referencia a que el ufólogo había sido el primero en organizar un curso de la Universidad sobre el tema. "Desde el punto de vista de la ufología, 1992 pasará a la historia como un año de especial interés. Después de veinte años de ininterrumpida labor de inves­tigación, el periodista y escritor J.J. Benítez ha visto culminar sus dos grandes objetivos. Por un lado llevar el tema de los objetos volantes no identificados a la Universidad. En agosto de 1992, por primera vez en la historia de la ufolo­gía, una universidad -la Complutense- acogía en sus cursos de verano un seminario sobre ovnis. "Todo un triunfo de la ufología" reza la contra­portada de la reedición de OVNI: alto secreto. Y sobre la foto del escritor, en su libro Materia reservada, se dice "En agosto de 1992 dirigió en El Escorial el primer curso universitario sobre los no identificados".
Claro que no es muy difícil ser profeta algu­nas veces... Por cierto, que en cualquier caso ésta no era la primera vez que los ovnis eran estudia­dos por una universidad española, aunque de esto nos podría hablar mejor félix ares, que hace unos treinta años participó en él.
Antes de pasar a la sala, repleta de público por cierto, el moderador nos explicó la dinámica del debate. Benítez había pedido hablar en segundo lugar, aunque no hizo falta que su ruego fuera
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atendido: el moderador seguía un riguroso orden alfabético. Un fotógrafo de un diario local inten­tó hacernos una foto a Benítez y a mí "charlando antes del debate". Lacónicamente, Benítez le espetó: "Eso no es posible". Así que en la foto salimos sin mirarnos... Es sólo un detalle que me apetece contar para que los lectores puedan entender que la crispación era palpable.
2. El debate
La sesión duró más de dos horas, por lo que me parece excesivo hacer una transcripción comple­ta. De la grabación que efectué del mismo, sin embargo, me voy a permitir entresacar algunos de los puntos más importantes que se desarrolla­ron. Los lectores de LAR ya conocen la postura racional sobre la ufología, por lo que dedicaré más espacio a las afirmaciones de Benítez. Ya sé que algunos me acusarán de sacar las frases de contexto, pero les aseguro que no es así.
El moderador realizó una presentación intere­sante. " Vamos a plantear hoy cuestiones que tie­nen que ver con las fronteras de la ciencia. Pero desde mi punto de vista, la cuestión fronteriza no está en su filosofía, sino en cuestiones de proce­dimiento. Digamos que se trata de afrontar una hipótesis, que podríamos enunciar de una mane­ra muy genérica (espero que los dos ponentes me perdonen en la imprecisión que pueda cometer): la hipótesis de si el planeta Tierra es visitado por seres que tienen su origen fuera de ella, lo que vulgarmente llamamos extraterrestre. Y si esta hipótesis es defendible con argumentos que pue­dan ser aceptados por la sociedad.(...) Desde perspectivas distintas, y con parámetros distintos -esto es una mesa debate-, los ponentes van a exponer sus puntos de vista para tratar de resol­ver esa cuestión. ¿Qué inconvenientes tiene la ciencia para resolver esa pregunta? ¿Qué pro­blemas se encuentra la comunidad científicas cuando quiere dar respuesta a la pregunta de si somos o no somos visitados por seres de otros planetas? ¿Puede investigarse un teína así desde perspectivas distintas a las científicas?. Esta es la cuestión que planteamos a debate. "
Mi primera intervención era heredera de los planteamientos que tantas veces han elaborado y expertos del tema como félix ares o Luis alfonso gámez. En esencia: los ovnis no están bien definidos para su trabajo científico, pues decir "he visto un ovni" sólo significa que alguien ha visto algo en el cielo y no sabe qué es. Aludí a los famosos no-vasos que acuñó Félix Ares, para demostrar la incoherencia de la defini­ción y de su estudio. Por ello, no puede estudiar­se, salvo que definamos ovni como "aquello que
alguien en algún momento ha denominado ovni". Es casi una tautología, pero permite estudiarse de manera sistemática. Con esto en mente, hay que acudir a la estadística, viéndose como más del 90% de los casos se explican con razones (diver­sas) que no suponen nada nuevo para la ciencia. La inferencia estadística nos obliga a pensar que lo más probable es que el residuo que permanece inexplicable realmente lo sea (un ejemplo: de una bolsa con cien bolas cuyo color desconocemos hemos extraído noventa y tantas, y todas son blancas; lo más probable es que las que quedan dentro sean también blancas...)
Los ufólogos no estudian casos, sino que hacen recolección de anécdotas. Al eliminar el bloque importante de datos (los identificados), quedan incapacitados para hacer ciencia con ello. Pero el mercado que existe alrededor del tema favorece este sesgo, y este sesgo -lo que es más grave- favorece una paupérrima investigación de los casos: sólo se suelen publicar los casos inex­plicables, con lo que un supuesto ufólogo que logre explicar todos sus casos no tiene qué publi­car en las revistas del ramo...
Incluso admitiéndoles esto la cosa está poco clara. Se suele afirmar que hay más de un millón de avistamientos ovni genuinos (inexplicables) en los últimos cincuenta años. Pero pocos echan cuentas, pues esto significaría más de dos ovnis por minuto (en Estados Unidos, principal fuente de los casos, muchos más por minuto). ¿No es terrible que no haya una sola prueba decente que sustente cualquiera de las hipótesis que se usan para el tema, sean extraterrestres, intraterrestres, nazis, seres de otras dimensiones, ángeles, dio­ses, o proyecciones mentales?
El estudio de los ovnis debería ser estudio de los testigos ovnis. El factor humano, perceptivo, la memoria, de aprendizaje, social o cultural es posiblemente el que esté operando. Y para este estudio está la psicología, o la sociología y la antropología. Estas ciencias nos proporcionan datos que nos deberían poner en guardia antes de creer sin más lo que afirma un testigo, por muy experto que sea en astronomía, en aviación o en radares.
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J.J. Benítez intervino entonces: "Yo quisiera hacer primero, si me lo permite el moderador, dos pequeñas puntualizaciones. No es culpa del moderador, pero creo que para dejar las cosas en su sitio, y todo el mundo sepa a qué atenerse es mejor que partamos de esta manera. Primero, he tenido la ligera sensación de que aquí se empezaba a dividir, una vez más, lo que es la ciencia y lo que son los científicos, de lo que es un señor que es un periodista, que hace una investigación puramente periodística. Tengo que protestar enérgicamente contra esta discrimina­ción, porque en primer lugar yo soy tan universi­tario como el señor que está a mi derecha, con una licenciatura, probablemente con un doctora­do dentro de poco, y en consecuencia, como creo que la ciencia en sí es algo más que lo que se ha explicado aquí, entiendo que el panorama o el cuadro de la ciencia es algo que hay que tomar siempre en un sentido muy amplio....Quedan todavía muchas cosas, dentro de lo que es el razonamiento o el procedimiento científico, que no pueden estar de momento dentro de ello, y no por ello dejan de existir, de estar ahí.(...) Para mí la ciencia es aquello, o aquél arte, que busca siempre la verdad, y todo científico es aquél que intenta despejar los hechos en beneficio de esa verdad. Sea un labrador, sea un licenciado uni­versitario, sea un astrónomo o sea un periodista. El problema es de honradez siempre. "
"Segunda puntualización: dice que es un pro­blema de procedimiento en el fenómeno ovni el que se está planteando constantemente. Tampoco estoy muy de acuerdo con esto. Uno de los asun­tos que yo quería también dejar bien claro es que este debate nace viciado, de entrada. Y me expli­co: para estudiar cualquier teína en la vida, cual­quiera, es necesario dedicarse a estudiar ese tema. Vds. dirán: esto es una perogrullada. Efectivamente. Pero es que aquí no se da este caso. Ni aquí ni en otros lugares en donde se han establecido estas especie de debates. Es decir: en programas de radio, de televisión, en congresos, en cursos de verano, etc., etc., siempre hay una parte, que es la parte digamos crítica o escéptica, que niega o que duda (generalmente niega), pero que si Vds. se fijan ninguno de ellos son investigadores del fenómeno ovni. Ninguno. En este caso, por eso digo que el debate nace vicia­do: yo llevo 22 años en mayo dedicado casi exclusivamente a la investigación de este fenó­meno. Les adelanto que no sé casi nada. Llevo interrogadas más de 10.000 personas sobre este tema en todo el mundo. He recogido infinidad de pruebas. Por tanto, creo que no es un problema de procedimiento, sino mucho más, es un proble­ma de concienciación, de toma de postura, etc., etc. No es tan simple ni tan sencillo, de cara a la aceptación oficial por parte de la universidad de este asunto, de este irritante asunto. "
"Por último, yo venía a hablar de otra cosa. A mi se me explicó que en este asunto vendría fundamentalmente a hablar del fraude de la des-clasificación militar en el fenómeno ovni. Que después, en el coloquio, van a salir otras histo­rias, naturalmente. Y yo estaré encantado, si bue­namente entiendo y sé, de responder a sus pre­guntas. Y me voy a limitar a eso. Es decir, les voy a relatar el panorama, porque creo que la opi­nión pública debe estar informada de este asun­to."
A este respecto, por lo que se me comentó desde la organización de la UIMP, Benítez fue invitado al debate sabiendo el título, el tema y su oponente. Y él fue quien puso como condición poder hablar del tema de la desclasificación, pero nunca se entendió que éste habría de ser el único tema.
Narró entonces su versión sobre la desclasifi­cación de los expedientes sobre ovnis que el Mando Operativo Aéreo (MOA) del Ejército del Aire comenzó en octubre del 92, actualmente a mitad de camino. En opinión de Benítez, los mili­tares están actuando fraudulentamente: la cúpula militar afirma que el archivo ovni tiene 60 expe­dientes aproximadamente, de los cuales 38 están ya desclasificados; pero Benítez está sorprendido porque el 80% de esos casos son explicables ("Venus, globos meteorológicos franceses, refle­jos ópticos, mentiras, engaños, casas que vuelan, aviones y demás historias"). El problema surge cuando los investigadores descubren que estos informes "están manipulados, están mutilados". Las explicaciones que aporta el MOA, las consi­deraciones, las opiniones que aparecen en los informes no se sostienen en absoluto. Habló de la falta de rigor y de estudio sobre casos ya estudia­dos hace 20 años. "Y es mucho más sangrante y más triste cuando profundizas en esos informes y te das cuenta que parte de esas informaciones están siendo suministrada por un par o tres de investigadores, supuestamente investigadores, civiles. Informaciones, listados, documentos, opi­niones viciados (...) Sencillamente nos están min­tiendo. No aparecen informes de radar, muchas de las investigaciones aparecen mutiladas, otros documentos ni siquiera aparecen, los más gra­ves, los más grandes, donde aviones de combate, testigos de alta calificación se han enfrentado a objetos, a naves o astronaves con, incluso, tripu­lantes en su interior afuera de la nave. Donde ha habido tiroteos entre las fuerzas armadas y esos seres o tripulantes o naves. Estos casos no exis­ten, no aparecen, y nosotros los tenemos. Si Vds
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quieren yo se los muestro. "
Entonces alzó unos papeles al público, que coreó con risas y exclamaciones. El moderador, a lo largo del debate, le solicitó esas pruebas, pero el Sr. Benítez se negó a pasárselas.
Benítez no duda de la capacidad de los mili­tares implicados. Por lo tanto, para él, "están cumpliendo órdenes, que algo está ocurriendo en niveles incluso superiores a los de nuestra propia cúpula militar. Y esto es todo, no voy a entrar de momento en el juego de si existen o no existen los ovnis, lo siento por Vds., pero después de 22 años sería del genero estúpido por mi parte que yo me pusiera ahora a discutir si los ovnis son realidad o no. Miren Vds.: para las personas que tengan un poco de buena voluntad, y de información sobre todo, está absolutamente claro que ese fenómeno es real. Y desde mi punto de vista, entiendo que la mayor parte de los casos califi­cados como ovnis que son auténticos, están pro­tagonizados por civilizaciones no humanas. Lo digo con toda claridad v sin ningún rubor: lo contrario sería absolutamente del género estúpi­do por mi parte. Lo cual no quiere decir, señores, que yo tenga la panacea del tema ".
Concluyó su primer discurso con las siguien­tes palabras: "Nosotros pretendemos que sea la Universidad quien tome el relevo. (...) Colectivamente los científicos no quieren hacer­se cargo de momento del tema: ése es el proble­ma. Conjuntamente con que hay que salir a las carreteras, hay que interrogar a las personas, hay que perder el tiempo, el dinero y muchas más cosas para entender un poco de lo que está pasando. Es muy sencillo sentarse en una mesa, leerse cuatro libros y trescientas revistas espe­cializadas, y dogmatizar. Por eso decía que este coloquio nace viciado. Yo nunca osaré sentarme con un neurólogo, o con cualquier experto en cualquier materia, a discutirle monográficamen­te y en profundidad un tema del que lo ignoro prácticamente todo. Y esto señores es lo que está pasando aquí, lo que ha pasado muchas veces y seguirá pasando. Por eso, a mí pocas veces me verán en este tipo de debates. "
Mi contestación: "reconozco que puedo ser un ignorante, pero déjenme la capacidad de hacer algunas preguntas. Yo hago preguntas. Y me pregunto por qué en los 50 años de ufología no ha habido un solo caso que de forma feha­ciente, compartible por todos, pueda permitirnos decir que estamos ante la invasión o el contacto con otras entidades no humanas (...) Puedo ser un ignorante, puedo haber leído poco, pero debo reconocerme heredero en cierto modo de una línea de trabajo racional, que en este país empe­zó casi a la vez que el fenómeno, v mucho antes posiblemente que personas como el Sr. Benítez empezaran a investigar el tema ovni. " Comenté entonces los estudios realizados por Félix Ares, por philip klass y tantos otros. "Me siento here­dero de la opinión pública, que se le venden muchas cosas, se nos dice confíen en mí que yo tengo mucha experiencia, que yo lo he visto todo, confíen en mí porque esto es así... Yo, con un enfoque de consumidor, pido alguna prueba antes de comprar: si me están vendiendo algo me gusta saber exactamente la composición de lo que me venden. Y en el tema ovni no pasa así, todo lo contrario, se genera toda una literatura, todo un mercado, autoalimentado, que está con­figurando actualmente, muy en la línea de estas cosas tipo Nueva Era, toda una serie de ufóla tri­as, culto a los ovnis, fenómenos casi pseudorreligiosos, algunos clasificables como secta. (...) Es todo un montaje, una situación ante la cual, incluso los ignorantes, incluso los que no hemos recorrido millones de kilómetros, o no hemos hecho 22 años de investigación, o no hemos entrevistado a 10.000 sujetos podemos hacer alguna pregunta. Me acojo a ese derecho. "
Comenté entonces cómo si de los casos des­clasificados por el MOA sólo el 80% son expli­cables, estamos ante una estadística más baja de la que encontramos en otros estudios (cabe pen­sar que otros casos no aparecen porque se identi­ficaron rápidamente y no generaron informes). Me permití dar una razón para ese 20% de inexplicados: la investigación que se realizó en su momento era mala, "paupérrima". Quizá esto es una muestra de que los militares no tenían en rea­lidad demasiado interés, que si hubiera algo extraterrestre habría algo más que lo que nos muestran. Pensar que los científicos han pasado de todo durante 50 años sólo por desidia es muy pueril, y trata de ocultar la falta de algo que sus­tente todo el asunto.
Benítez contestó que el tema ovni no genera mercado. "¿ Cuántos escritores de libros de ovnis hay en el mercado español en estos momentos? Uno. Ha habido seis, y a todos se les ha rescin­dido el contrato en las editoriales. Otra cuestión son las revistas, más o menos al uso y del género que han florecido en los últimos tres o cuatro
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años. Eso es bien distinto.(...)¿De qué mercado me están Vds. hablando? ¿De programas basura de TV? Todos estamos en contra de ese tipo de temas (...) Señores, yo tengo que hacer narrativa para poder seguir llenando el tanque de gasoli­na. "
"¿Montaje? ¿Qué montaje? ¿Montaje de quién? Hay siempre unos señores que se aprovechan. En eso estamos todos de acuerdo. Hay iluminados, fanáticos, listos, oscuros, tenebrosos, como los hay también en el mundo de la ciencia (...) Que se aprovechan por supuesto de los extraterres-tres y de la madre que parió a los extraterrestres, pero no confundamos las cosas, no metamos a toda la gente en la misma olla, por favor. " (Curiosas apreciaciones de alguien que favoreció con su libro Ovnis: SOS a la Humanidad la proli­feración del culto Rama de Sixto Paz.... No espe­cificó a qué aprovechados se refería. Por cierto que hubo después una pregunta sobre el tema, y dijo desconfiar del contactismo de Paz y de otros. Sin comentarios).
Volvió a mostrar un papel "confidencial", enviado presuntamente al Ministro de Defensa, Sr. García Vargas, por el MOA diciéndole la ver­dad sobre los ovnis, con un listado más amplio que el conocido por la prensa, con un 75% de casos auténticos. Afirmó que este papel no se ha publicado aún porque "está robado. Se lo digo con toda claridad: cuando por las vías legales a mi no me conceden la posibilidad de informar a la opinión pública de lo que está pasando, yo uti­lizo todos los sistemas posibles, y les aseguro que no me arrepiento. " Hizo referencia a que en ese informe casos como el de Canarias (cuyo origen fue un misil ruso, pero que ufólogos como Benítez niegan) que están puntuados con un 9 sobre 10.
"¿Investigación paupérrima? Pues, bien, sí. Reconozco que los medios de los investigadores privados realmente no son muy buenos, hacemos lo que buenamente podemos. Yo les aseguro que estamos deseando, repito, que los científicos, que la Universidad, colectivamente, se hagan cargo de este relevo. Pero por favor, investiguen. "
Afirmó que de febrero a julio ha habido 8 scrambles (salidas de intercepción por parte de cazas militares) con películas, con radares invo­lucrados. Y afirmó que los radares son fiables: "Que no me diga nadie que el fenómeno de un radar es un fenómeno de percepción. Porque puede haber errores de inversión de temperatu­ras, o de falsos ecos, y algunas cosas, pero esos radares, en general muy modernos, están perfec­tamente programados en la mayoría de los casos para borrar y eliminar ecos falsos, porque si no se volverían locos ".
En un comentario previo había yo comentado que incluso en los avistamientos donde hay un radar involucrado, tenemos un fenómeno sujeto a errores de percepción (los del operador) y sujeto a también a una programación destinada a elimi­nar el ruido y descubrir la señal. Y por lo tanto falible. "El último radar de la casa Marconi tiene una velocidad de proceso de 3 gigaflops ", comenté. En efecto, recientemente había estado comentando con Félix Ares que los ufólogos sue­len pensarse que el radar es algo muy sencillo. Cuando el ordenador que discrimina señal de ruido necesita realizar tres mil millones de ins­trucciones por segundo, cuando usa procesado en paralelo, no podemos creernos que la cosa es tan sencilla. "¿Por qué es esto? Lo que está hacien­do un radar no es una labor baladí. No es tan sencillo como mandar una señal, que se refleja, se mide el desfase y ahí está el punto en la pan­talla. Hay ruido, la antena tiene un lóbulo pri­mario, el principal, pero también secundarios. Hay toda una labor de discriminación de señal... " Un tema apasionante, sin duda, y desde estas páginas emplazo a Félix Ares que se anime a contarnos un poco de estas cosas.
Comenté entonces irónicamente: "Yo soy un ignorante, repito, y todo esto me lo han conta­do". Benítez me espetó: "Si usted es un ignoran­te, ¿qué coño pinta aquí?". El moderador inter­vino: "Le recuerdo, Sr. Benítez, que el Sr. Armentia está aquí porque ha sido invitado por la U1MP, porque tiene suficientemente acredita­da su competencia en este campo, por encima de opiniones particulares, que son por otra parte las mismas razones que hacen que usted esté sentado en esta mesa y que, junto con la honra­dez a la que usted ha hecho alusión, es el moti­vo de que a usted se le haya invitado ".
Benítez: "Bien, yo no estoy en absoluto de acuerdo con lo que está diciendo el moderador, y lo siento de verdad, pero este señor no está en estos momentos a nivel de investigación de ovnis (y no me refiero a otro campo, Dios me libre) en el nivel de investigación de personas que llevan
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muchos años. Por favor, a eso es a lo que me estoy refiriendo, y no quiero faltarle al respeto a nadie. Simplemente, en el campo puro y estricto de la investigación ovni es a lo que yo me refiero que este señor no sabe, sencillamente porque no ha investigado".
Núñez: "Yo le pido por favor que no se refie­ra al ponente y que trate de contestar a cuestio­nes".
Refirió entonces un caso radar ocurrido en el 28 de julio del 75 desde una base militar en la sie­rra Aitana de Alicante. Pero no me contestó a lo que yo había contado sobre radares... Por cierto, que volvió a mostrar el informe oficial "que tam­poco se ha dado ni se dará por el momento a la opinión pública ". Nada dijo, claro, que los rada­res españoles del año 75 no eran precisamente modernísimos y avanzados...
Pasé a narrar algo sobre la (escasa) fiabilidad de pilotos como testigos ovni, basándome en los datos que aporta james oberg en un artículo que también aparecerá en LAR, por lo que no pro­fundizo en el tema. Pero Benítez no se cree que el ovni del 5 de noviembre del 90 fuera la reentrada de un cohete ruso. Como prueba, dijo que los avistamientos se produjeron en una franja de tiempo mucho mayor que las reentradas. "Es imposible que a mí me hagan comulgar con pie­dras de molino de que lo que se ve a la 1 de la madrugada es la reentrada de una chatarra espacial (producida hacia las 2)". Para Benítez, las oleadas de avistamientos que repetidamente se ha demostrado se ven propiciadas por la apari­ción en medios de comunicación de las noticias, siguen siendo reales: parece que para Benítez TODOS los ovnis son reales.
Ante mi pregunta, Benítez reconoció haber publicado muy pocos casos que haya explicado. "Hay dos razones para ello. Una: que ya están Vds. para detractar y echar por tierra todo el fenómeno ovni. Segundo: yo me dedico a los casos positivos, que los hay a cientos de miles. "
Afirmó que desde hace un año y medio hay un equipo de científicos, ingenieros de computa­doras, laboratorios, etc., etc., que está trabajando en un análisis de fotografías ovni para hacerlos públicos. "Allí por supuesto que hay casos expli­cables, e incluso algún fraude".
Se pasó entonces a las preguntas del público. Varias de ellas, dirigidas a mí, me preguntaban si creía que no existen los extraterrestres, o si somos los únicos habitantes del cosmos. También sobre por qué los científicos desarrollan planes de SETI. Se trata esto de un tema aparte de los ovnis, la posibilidad de vida extraterrestre, sobre la que mi creencia tiene poco interés. Aunque se puedan producir escenarios para la vida (incluso inteligente y tecnológica) en otros puntos del Universo, la certeza no existe por el momento. Pero dudo mucho que de existir estén aquí, y menos que sean parecidos a nosotros. "Es real­mente pueril ese antropomorfismo de los contac­tados".
A este respecto, Benítez comentó la existen­cia de una normativa interna militar para los jue­ces instructores de casos ovnis donde se pide que investiguen si hay tripulantes, si llevan escafan­dras, y demás cosas muy curiosas, según él, si no se sospechara que son extraterrestres.
A Benítez le preguntaron de las pistas de Nazca, algo que incluso reconoció él que se sale del tema. Pero no perdió la oportunidad de con­tarnos lo curioso e imposible que es pensar que lo pudieran hacer los nazcas... Pasó a hacer una dis­quisición de las suyas sobre la ciencia como arte, o cómo se puede pensar que la ciencia va estudiar los sueños, la ternura, la belleza o Lorca. "La ciencia en definitiva se mueve a golpes de fe, queramos o no queramos. El sol sale, sí, sale cada mañana. Pero ¿ustedes saben con seguri­dad si va a salir mañana?". Algunos, yo mismo, movimos la cabeza afirmativamente. "¿Sí? ¡Pues qué suerte!"
No, si yo tampoco entiendo a qué venía lo del sol. Vamos, yo estoy seguro de que el sol va a salir mañana. Y de que la ciencia puede estudiar los sueños o la belleza o la ternura (ya lo hace, pero parece que Benítez no cree que la psicología sea científica...) Más aún, estoy bastante más seguro de que mañana salga el Sol que de que mañana Benítez se vuelva escéptico.
Los asistentes apoyaban las tesis platillistas con argumentos muy conocidos: que si sería un poco egoísta el pensar que estamos solos en el Universo, que si la ciencia falla, que si la ciencia avanza y lo que hoy sabemos quedará desfasado en el futuro, que si la ciencia actual no está pre­parada para investigar los ovnis, que si la ciencia oficial niega dogmáticamente estas realidades... argumentaciones antiguas, de poco peso y escasa reflexión. Obvio las respuestas, conocidas -espe­ro- por los lectores de LAR.
Puntualizó en cualquier caso Benítez: "el fenómeno ovni no se deja estudiar por el método científico a la manera tradicional". Aún así, afir­maba, había suficientes pruebas: las películas, las fotos... "Muchos investigadores estamos traba­jando con los científicos y con los laboratorios y las Universidades", pero esas investigaciones pocas veces salen a la luz pública, o se publican en revistas especializadas. ¿Cuáles, Sr. Benítez? No lo dijo, y me temo que nunca lo dirá...
Ante una pregunta sobre La rebelión de Lucifer, un libro de Benítez, algo que claramen-
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te no venía al caso, pero que también claramente suponía publicidad para el escritor, hasta él tuvo que reconocer que era un libro de ficción "con una lectura esotéhca-cabalística". Estas son las cosas que pasan en ios debates.
Se habló del estado de ánimo y la reacción de los testigos: para Benítez muchos de ellos sienten miedo, cosa lógica, "pero depende inucho-mucho-mucho de su capacidad psíquica, de su preparación mental". Momento que aproveché para narrar el experimento IVAN, realizado por Ares et al. en Irún, para estudiar cómo se reac­ciona ante un estímulo ovni controlado. Benítez no contestó nada sobre este tema.
Volvió a afirmar sin embargo que le parecía plausible la existencia de un complot internacio­nal en los estamentos militares (incluyendo el MOA) para ocultar el tema. No dio prueba algu­na (salvo esos papeles secretos que tenía, produc­to del robo, pero que nunca ha facilitado a nadie de los que se lo pedimos).
A una pregunta sobre el conocido tema de la enormidad de las distancias interestelares, Benítez acudió a la también conocida excusa de que la ciencia no lo sabe todo. Para avalar su tesis, volvió a contar lo de la Academia de Ciencias francesa en el siglo pasado y la posibili­dad de que cayeran piedras del cielo. Sigo sin entender qué tiene que ver una cosa con otra. Es muy sencillo, a mí también me gustaría que el viaje translumínico fuera posible, pero no por ello van a ser posibles nunca (ni imposibles, claro).
Benítez comentó haber tenido experiencias programadas y encuentros con ovnis en cuatro ocasiones. "Ycreo que sé lo que es un helicópte­ro, lo que es un avión, lo que es un globo, inclu­so lo que es un planeta ". Desconfió sin embargo de muchos que afirman haber visto ovnis, tener contacto con ellos. "Hay que ir con pies de plomo". Curiosa afirmación habida cuenta de lo que abunda en sus libros de ovnis.
Reconoció el antropomorfismo de la mayor parte de los "extraterrestres" que se describen en la casuística ovni. Pero para él eso es lo más nor­mal...
Un asistente me preguntó por los casos ovni que había investigado... a pesar de que yo había comentado que no me considero investigador ovni. Pero aproveché para hablar de un caso bas­tante querido para Benítez, cual es el denomina­do ovni de Treviño.
El 24 de julio del 81 Pruden Muguruza obtie­ne una foto de un ovni que ve en Aguillo. Rápidamente se populariza, y expertos como Benítez avalan el caso como genuino. La foto se vende por medio millón de pesetas, y se comercializa en forma de poster (con gran éxito, recuer­do).
Mostré una foto obtenida cerca de Aguillo, desde Lapuebla de Arganzón, que muestra el mismo ovni, pero desde otra perspectiva, eviden­ciando que se trata de una nube, un cúmulo lenti­cular.
Afirmó Benítez que esa foto no era del mismo día. ¿Cómo lo sabía? ¿Por qué el sabe algo así, mejor que el autor de la foto, quien certifica que ese día era el 24 de julio, víspera del Día del Blusa (Santiago), festivo en Vitoria y fecha fácil de recordar para un vitoriano? Sencillamente, la afirmación de Benítez era una de sus mentiras ad hoc. Afirmó que la foto de Muguruza se ha some­tido a "más de 15 escáner, entre otros muchos procedimientos técnicos, y aparece un objeto metálico dentro". Afirmó decir esto por primera vez.
Seguía ocultando datos, claro. Como que de la famosa foto nadie conoce el negativo, que casualmente extravió su autor, y donde posible­mente podríamos haber encontrado una serie de fotos en las que ese ovni se parecía más a una nube... Digo posiblemente
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Y habló del famoso caso del sapo partero. Y volvió a mentir: dijo que la fábrica que emitía el humo (unos altos hornos) se hallaba cerrada en la época del avistamiento (agosto del 76), cosa bas­tante paradójica en un alto horno, por cuanto todo el mundo sabe que si se apaga, hay que destruir­lo y construir uno nuevo. Mintió más: habló del presunto análisis por parte de unos laboratorios de la Armada de la cinta del ruido "ovni": afirmó que en esos análisis aparece un sonido de 21.000 Herzios, "y les aseguro que no hay ningún sapo partero que emita a 21.000 Hz ". Pero no dijo que la cinta había sido grabada con un cassette case­ro, tecnología años 70, donde cualquiera sabe que no hay manera de registrar un sonido de tan alta frecuencia.
Hubo un momento en que Benítez me acusó de, en mis comparecencias públicas sobre este tema, hacer acusaciones personales. ¡Algo inau­dito! No me dejó contestar el moderador: pero aquí me explayo un poco sobre el tema. Digo inaudito especialmente porque ha sido (y es) Benítez uno de los más pródigos ufólogos en des­calificar e insultar. Recuerdo que en La quinta columna se insulta descaradamente a ballester olmos o a Ares. Recuerdo que en La hora bruja, un programa pseudo-todo de Radio Nacional dijo refiriéndose a Ares y a mí: "esos señores o son unos malnacidos o trabajan para alguna potencia extranjera". (Mi madre confir­mó que mi nacimiento fue normal, y me consta no trabajar para agencias extranjeras, así que mal lo tiene el ¿Sr.? Benítez). En definitiva, por si alguien no lo sabía, a Benítez, en cuanto uno le toca las cosquillas ufológicas, se le dispara el insulto como casi única respuesta.
Me pregunto por qué Benítez recurrió en ese momento a burdos engaños (quiero decir, me lo pregunto ahora, cuando transcribo el debate) y sólo se me ocurre apuntar algo que se comentó acerca de las airadas reacciones de Benítez cuan­do lo del curso de verano de El Escorial: nuestra mera existencia le irrita tanto que acude a lo que sea con tal de convencer a una audiencia (o con­vencerse a sí mismo, uno nunca sabe...)
Poco más dio de sí el debate. La postura de suficiencia de Benítez era, a mi modo de ver, pre­potencia. Siguió su discurso publicitario de Materia Reservada y demás cosas que se le ocu­rra hacer con el tema de la desclasificación (reco­miendo el libro de Ballester Olmos sobre el tema, para ver otra versión -bastante más creíble- de los mismos sucesos) y sólo tuvo hacia mí la deferen­cia de descalificarme cuando no de mentir desca­radamente. Pero, claro, mi opinión no es precisa­mente en este tema la más objetiva: al fin y al cabo estaba en frente de él.
En cualquier caso, me consta que los organi­zadores de este debate (y de los otros que apare­cieron en el número 34/35 de LAR), salieron lo bastante escaldados, y afirmaron que de volver a tratar temas pseudocientíficos, los invitados seri­an exclusivamente científicos, y científico sería el marco del debate, como le pete a una Universidad. Un ufólogo, un astrólogo, un iman-terapeuta, son algo excesivo incluso para una uni­versidad de verano. ¡Ojalá cumplan su palabra!.
Postscriptum.-
El moderador, que en general se había reser­vado los comentarios para el final, comentó -no sin ironía- que a pesar de la acusación de Benítez del mal planteamiento del debate tan malo no sería por cuanto se había estado hablando duran­te dos horas. Competencia, lealtad, honradez e ilusión movían a los organizadores, "podía ser cierto que en España sólo hay una persona que haya escrito muchos libros sobre este tema, pero esto no debía desalentarnos a la hora de querer montar una mesa de debate con dos... (risas del público)". "Me apetecía darles a ustedes la últi­ma palabra, y con el permiso de los ponentes les voy a hacer una pregunta: ¿creen Vds. que hay visitas al planeta Tierra de seres de otras partes del espacio?".
Les dejo adivinar qué salió.

E! Investigador Bsceptico
EL INVESTIGADOR ESCEPTICO
Cuadernos de debate racionalista
"fanzine" informal, crítico y desenfadado sobre el mundo de lo paranormal en España.
"Más vale una carcajada que mil silogismos"
•-•- :- (Martin Gardner)
ARP. Apdo. 1516 50080 - ZARAGOZA


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DEBATE
POR EL ESCEPTICISMO,
UNA REFLEXIÓN FINAL
matilde gonzález
En los últimos números de LAR, viene desarro­llándose una polémica entre Luis alfonso gámez y Luis R. gonzález, a partir de los ata­ques que hace el primero a alejandro agostinelli, y después a Cuadernos de Ufología.
En cuanto a la defensa de nuestro entrañable amigo y colaborador Alejandro, poco más se puede añadir a la carta de Luis González, publicada en el número 34-35, la cual suscribimos ple­namente y a cuyo autor felicitamos por sus ideas y por su postura. En efecto, Luis González, a pesar de ser los que podríamos llamar "escéptico" y, por tanto, en sintonía con los postulados de LAR, tiene la suficiente apertura de espíritu e independencia de criterio como para interesarse por otros aspectos o visiones de la realidad y/o de los fenómenos sociales contemporáneos.
Respecto a Cuadernos de Ufología, protesta­mos enérgicamente por la comparación que se permite hacer Luis A. Gámez entre la línea edito­rial y contenido de la misma y las de otras publi­caciones como Karma-7 o Más Allá. El colec­tivo que realiza CdU está formado por personas de diferentes orientaciones y opiniones respecto a la Ufología. Debemos, pues, reflejar en la revista todos los matices, aunque dentro de unas líneas generales y básicas de seriedad y honestidad, incluso de escepticismo, que es la opción teórica hacia la que nos vamos decantando cada vez más. De verdad, Luis Alfonso, como suscriptor que eres de CdU ¿no has apreciado una evolución en los sucesivos números de CdU, desde el primero (de la Segunda Época) hasta el num. 18, último publicado?
Por ello, no entendemos tu actitud de "brazo de la fe" hacia los estudiosos de las "cosas que se ven en el cielo" u otras similares. No todos los que nos interesamos por la Ufología somos per­sonas delirantes, manipuladoras de los hechos en su propio beneficio o pobres charlatanes que se engañan a sí mismos y a los demás. Se puede estar interesado en estos fenómenos y, sobre todo, en el tipo de personas que los protagonizan o están relacionadas con ellos y su trascendencia social y cultural, y ser escéptico en cuanto a su origen y naturaleza.
No creemos que se pueda meter a CdU den­tro del mismo saco que los negociantes varios y timadores de la "Nueva Era" y otros movimien­tos parecidos del mundo de los "paracientíficos", cuando nuestra intención y objetivos es el cono­cimiento de los fenómenos anómalos y no el obtener dinero o fama con ellos, como Luis A. Gámez debería saber, por su conocimiento perso­nal de algunos de nosotros. La realización de CdU nos cuesta mucho esfuerzo personal, de tiempo y trabajo, sin ninguna ganancia económi­ca.
Esperamos que esta especie de "cruzada" contra CdU sea una postura personal (ignoramos por qué) y no la de LAR, como tal, por lo que tendría de intolerancia y de dogmatismo en una publicación que dice defender la verdad y la cien­cia. Nosotros respetamos y apreciamos la labor de los "escépticos", siempre que sea dialogante y no pretenda imponernos una visión cerrada y sec­taria de las cosas. Tratamos de mantener un equi­librio en temas tan polémicos como los que trata­mos, junto con una buena dosis de humildad, que nos impide creer que somos poseedores de la Verdad Absoluta, y que los que osan discrepar con nosotros son embaucadores, movidos por oscuros intereses.
Finalmente, como suscriptora de LAR desde hace algún tiempo, rogaría a la dirección de la misma y al resto de los lectores un poco de refle­xión acerca de cuál debe ser el verdadero objeti­vo del "escepticismo militante", si la denuncia de las manipulaciones de los auténticos falsarios o las descalificaciones personales, hacia indivi­duos o colectivos, basadas en opiniones sesga­das más que en actitudes objetivas.
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A MODO DE CONCLUSIÓN
carlos telleria

Queriendo dar por concluido el debate que, acerca de las actitudes en torno al escepticismo, hemos tenido a lo largo de los últimos números de LAR, me reservo la prerrogativa, como direc­tor de esta publicación, de ser yo quien lo cierre. A partir de aquí, quede claro que todo lo que digo es opinión personal mía, y que no tiene por qué coincidir plenamente con la opinión mantenida por el equipo editorial.
Creo que todos estaremos de acuerdo en que el insulto personal en un trabajo periodístico no es buena herramienta, así que evitaré hacer alu­siones a gente que no conozco personalmente, y cuyas motivaciones son siempre respetables. Después de todo, yo pertenezco a la nueva gene­ración de escépticos, y hablo casi como un recién llegado.
No obstante, creo que muchas veces se con­funde el insulto con la crítica y con la alusión. Es imposible hablar del espiritismo sin hacer alusión a la cara dura de las hermanas Fox. Es imposible referirse al caso del sapo partero extraterrestre sin aludir a las investigaciones del Dr. Ares, y sin hacer mención a la empecinada estupidez -in Cipolla sensu- de Benítez, siempre categórica y sin pruebas, y por ende dogmática. Podrán uste­des comprobar que aquí no estoy esgrimiendo opiniones, sino constatando realidades.
En cuanto al tema que nos concierne, no com­parto el estilo vehemente de Gámez, pero tengo que reconocer que me divierte. En cualquier caso, todos me reconocerán que si de algo no se le puede criticar a Luis Alfonso es de hipocresía. (No pretendo decir que a los demás sí).
Ya que Matilde González se permite propo­nernos una serie de reflexiones -que siempre son de agradecer-, me permitiré yo el lujo de hacer también alguna reflexión al respecto, tanto para los lectores de LAR como para los responsables de CdU. Ruego que nadie se de por aludido excepto, claro está, cuando la alusión sea directa.
Creo personalmente que no es posible ser "cada vez más escéptico". O se coloca uno en una posición en la cual no se acepta la realidad o falsedad de los hechos mientras no haya prue­bas válidas para ello, o. por el contrario, se sitúa uno en el planteamiento en el que se acepta la existencia de un fenómenos sin pruebas concluyentes, es decir, se cree. Pero no hay punto medio. Una vez dentro del escepticismo, se puede discutir el método utilizado para aceptar la validez de las pruebas, pero este es tema para otro debate. Si unas veces se aceptan los fenómenos sin pruebas, y otras se exigen éstas, se puede entrar en graves contradicciones, y se corre el riesgo de contaminar con tales contradicciones a los interlocutores, sean estos quienes sean.
Es precisamente en este sentido en el que yo interpreto las palabras iniciales de Gámez. A pesar del empeño de los de la "línea de en medio" en que combatamos a los auténticos falsarios, a los verdaderos charlatanes, son esos precisamen­te los que menos miedo me dan. Son tan descara­dos que no hace falta perder el tiempo con ellos, -al menos no demasiado-. A quienes sí temo, es a los que nunca se sabe de qué lado están. En el movimiento "pseudo..." de España, es gente como Jiménez del Oso quien me preocupa, pues bajo su apariencia de universitario culto y riguro­so, tiene una extraordinaria capacidad para conta­minar las mentalidades de gente bienintenciona­da pero con una cultura científica insuficiente.
Efectivamente, entre Más Allá y CdU hay una gran diferencia. CdU -y LAR-, no son ni de lejos chollos financieros. Se presupone por tanto la honradez y hasta casi el quijotismo de sus res­ponsables. Pero en cuanto a contenidos sería más discutible. ¿Qué pasa con Espacio Tiempo? ¿Debo recordar que colaboradores habituales de CdU escriben con frecuencia en la revista de Jiménez del Oso? ¿Debo recordar que colabora­dores de CdU lo son también de muchas otras publicaciones claramente pseudocientíficas? Ojo. No estoy haciendo una crítica. Cada uno puede pensar y publicar lo que le venga en gana, y más si le pagan por ello. Pero no nos engañemos. Cada cual no es según sus palabras, sino según sus hechos. Y en cuanto a las actitudes y filosofí­as de LAR y CdU (y Liminal) hay claras dife­rencias, como ya dejó claro Ares en el número anterior de esta revista.
CdU puede seguir estudiando el fenómeno ovni desde dentro, aunque yo personalmente pienso que en toda la fenomenología ovni no hay datos concluyentes que no aparezcan ya en la lite­ratura clásica infantil, desde Blancanieves hasta Peter Pan. CdU puede ser "cada vez más escéptica" -algún día hablaré sobre el sex-appeal del lla­marse escéptico-. Pero a mí me seguirán preocu­pando los que son y no son pero quisieran ser.
Habría muchos más temas que discutir y matizar, pero creo que no serían de interés, ni conducirían a conclusiones útiles, así que lo deja­remos aquí. Muchas gracias a cuantos habéis par­ticipado en el debate, y perdón por haceros perder el tiempo a todos.
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Desde el sillón escéptico...
Libros
Expedientes insólitos. El fenómeno ovni y los archivos de Defensa
Ballester Olmos, Vicente Juan Prologo de Javier Sierra. Epílogo de Jacques Vallée. Ediciones Temas de Hoy (Col. «España hoy») Madrid, 1995. 286 páginas

Hacía ocho años que vicente-juan balles­ter olmos permanecía en silencio para el gran público, desde que apareció en el mercado su cuarto libro. Enciclopedia de los encuentros cercanos con ovnis (1987). La ufología española ha vivido desde entonces dos turbulentos cuatrie­nios, protagonizados por veteranos estraperlistas de misterios y por jóvenes autores que -como di­ría Ballester- se han hundido en el «sensa-cioinilismo barato y comercial». Y el desengaño se nota en la obra del urólogo valenciano, aun­que, si he de ser sincero, menos de lo que me gus­taría. Lo cierto es que Ballester mantiene todavía estrechos lazos sentimentales con un colectivo en el que, sin embargo, cada vez se siente más extra­ño.
Que javier sierra y jacques vallée es­criban, respectivamente, el prólogo y el epílogo a Expedientes insólitos sólo puede entenderse como una concesión a la galería, en el primero de los casos, y como una muestra de sentimentalis­mo, en el segundo. El estudiante de Periodismo alicantino es el líder de un ruidoso grupo de ufólogos de la última generación, que se siente como pez en el agua entre contactados y en las páginas de las revistas más demenciales. El error de Ballester consiste en creer que estos jóvenes son recuperables, que no se han vendido al atroz mer­cantilismo paranormal. Vallée, al igual que Sierra, es un ejemplo de supravaloración ufológica, uno de esos autores que saltan a la fama y luego no dicen más que memeces. Si Ba­llester recurre a él es porque siempre ha tenido una especial debilidad por el ufólogo francés, que ya prologó su primer libro. Ovnis: el fenómeno aterrizaje (1978). Presentación y epílogo son in­dignos de la obra, totalmente prescindibles.
Expedientes insólitos se divide en cinco apartados de desigual interés. Las curiosidades -los casos- protagonizan dos amplios capítulos, uno dedicado a sucesos inexplicados y otro a ex­plicados. El autor se muestra aquí más cauto que nunca. No concede la etiqueta ovni a todo lo que se le cruza en el camino, sino más bien al contra­rio, y, en determinados momentos, su discurso es el de un escéptico. Así, dice que «un caso ovni está bajo duda permanente», que «los casos que no quedan resueltos son sólo 'presuntos' ovnis» o que «narraciones que, en principio, contienen elementos sólo atribuibles a un origen ignoto se traducen más tarde en explicaciones a veces irri­sorias».
El capítulo dedicado a observaciones explica­das resulta aleccionador. En él, se demuestra la capacidad de trabajo del autor, el valor de sus contactos y su buen hacer. Casos de bólidos, reentradas y fraudes son pormenorizadamente diseccionados en unas páginas salpicadas por las críticas a los ufólogos que dan versiones aberran­tes de hechos convencionales. Los extraterrestres no aparecen por ningún lado y eso demuestra la evolución sufrida por el autor, que en 1987 toda­vía consideraba posible que algunos ovnis fueran ingenios alienígenas. «Entre los hechos -insóli­tos- y el concepto ET hay un gran trecho, que no se puede recurrir sólo a base de especulación», advierte respecto a un suceso enigmático. El ter­cer capítulo es, con diferencia, el más flojo, dado que persigue instruir al lego en las claves de la in­vestigación ovni. Lo único a su favor es que es el más breve.
El meollo del libro son 80 páginas, en las que Ballester cuenta la historia del proceso de descla-
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sificación de la información ovni existente en los archivos militares. El autor explica el desarrollo de las investigaciones oficiales sobre ovnis en España y el por qué del secretismo militar. Así, cuenta como un reportero firmó un compromiso con el Ejército del Aire y luego lo rompió. El ufó-logo valenciano no da a conocer la identidad del periodista, con quien ha mantenido un contencio­so durante años y al que no cita ninguna vez en Expedientes insólitos. Y yo creo que hubiera sido necesario decir que se trata de juan josé benítez. Ballester tiene la valentía de romper mitos -«los militares no han dispuesto jamás de información privilegiada sobre los ovnis»-, pero es excesivamente condescendiente con la «pléyade de acólitos 'periodistas' que chupan del noti­ciario ovni» y se inventan oscuras manipulacio­nes. Pensar que el Ejército oculta información es, para Ballester, «conjeturar sin base y desconocer cómo se han ocupado los militares del tema ovni. O, lo que es peor, engañar a la opinión pública con fines mercenarios y oportunistas». Vuelve Ballester a olvidarse de indicar a los culpables. Y yo creo que hubiera sido necesario decir que se trata de bruno cardeñosa y otros inexpertos cazafantasmas.
Los dos últimos capítulos de la obra están de­dicados a los expertos en platillos volantes. En el primero. Ballester hace una breve historia de la ufología española y recupera a esa tercera gene­ración de investigadores que los mercaderes de lo extraño han relegado al anonimato, aunque bien es cierto que omite nombres como el de juan-marcos gascón, por ejemplo. El segundo capí­tulo se centra en la figura de Richard F. Haines, otro de los ufólogos admirados por el autor levan­tino.
Expedientes insólitos es, en suma, el trabajo de un ufólogo honrado, algo inhabitual en un país plagado de extraterrestrólogos que tienen como único criterio su cuenta bancaria. La obra de Ba­llester es el segundo libro interesante -el primero fue Entre ufólogos, creyentes y contactados, de ignacio cabria- escrito por un ufólogo español en los años 90. Tiene sus defectos, pero la de­tenida lectura revela más de lo que el propio autor cree. Personalmente, estimo que este trabajo puede marcar un punto de inflexión en la trayec­toria de Ballester, un estudioso que tiene enemi­gos dentro de la propia comunidad ufológica.

Behind the flying saucers
Skully, Frank
Víctor Gollancz, Londres, 1950. 256 páginas

La casualidad ha querido que estuviera leyen­do esta obra cuando salió a la luz la película con las supuestas autopsias a los extraterrestres de Roswell. Como este número de LAR está dedica­do al asunto de los platillos estrellados, me voy a limitar a decir que Behind the flying saucers es el libro de un desequilibrado o, como diría miguel ángel sabadell, de un conspiranoico. Casi medio siglo después de su publicación, se entiende que en su día nadie se creyera las afir­maciones extraordinarias de frank scully. Lo que uno ya no se explica es el impacto que tuvo en 1980 El incidente Roswell, un subproducto típico de la factoría berlitz, y el que han tenido recientemente en la prensa española las estupide­ces de Javier Sierra. A favor del joven traficante de misterios, su habilidad a la hora de presentarse como experto en algo que desconoce, por mucho que haya estado en Roswell. Sierra es de los que confunden investigación in situ con investigación bien hecha; es un investigador de campo que traga con todo lo que le ponen por delante sin dedicar ni un solo segundo a la reflexión, no vaya a ser que la realidad frustre un sensacional repor­taje. Lo grave es que algunos se toman en serio todas estas mentiras. En los años 50, nadie creyó
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a Scully; en los 80, sólo los más desquiciados se tomaron en serio a Berlitz; en los 90, Sierra ha pontificado sobre el asunto como si hablara de un hecho comprobado. Definitivamente, la ufología está de atar.

Revistas
Nueva Dimensión. Karma 7
C/Gobelas, 19 1°, 28023 Madrid

«Si alguien considera que el mundo mágico es asunto tan serio que no se presta a la broma, a la ironía o a la risa, seguramente le decepcio­naremos, porque estas paginan están pensadas pura quienes encaran lo desconocido como una aventura personal interminable, fascinante y divertida, para quienes son tan cuerdos que saben reírse de sí misinos». concha labarta, una de las responsables del humillante espectácu­lo televisivo de stephen turoff, ha sido la ele­gida para regir los destinos de Nueva Di­mensión, la revista que dice recoger el testigo de Karma.7. Las palabras de la directora del nuevo bodrio de J.C. Ediciones no se las cree ni ella. Pa­ra empezar porque es imposible que alguien que se toma en serio los contenidos de esta revista esté en sus cabales. Puede haber gente que crea en los inmortales, en los pueblos invisibles y en otras bobadas; pero esas personas deberían ir al psiquiatra. Por cierto, Manuel Carballal se ha he­cho un hueco en las páginas del nuevo engendro de J.C. Ediciones, así que no hace falta decir más sobre la comicidad de esta publicación. Una pena malgastar el papel, que ahora está tan caro, en productos tan infames como Nueva dimensión.

Artículos

alcalde, jorge: «Las falsas ciencias». Muy Interesante (Madrid), N° 167 (Abril 1995), 63-73. Siempre es motivo de satisfacción que una publicación de gran tirada -Muy Interesante ronda los 300.000 ejemplares mensuales- dedi­que parte de sus páginas a la denuncia de las pseudociencias. En este caso, el autor ha elabora­do un amplio dossier con la astrología, la parap­sicología, las pseudomedicinas, los platillos volantes y los fundamentalistas como protagonis­tas. Y lo ha hecho de una manera responsable. En los textos. Jorge Alcalde no hace ningún tipo de concesiones a telepredicadores, ufólogos, parapsicólogos, curanderos psíquicos y demás. Tan interesantes como los reportajes son los recuadros, en los que se pone en su sitio a espabilados como uri geller o peter popoff, a los estafa­dores del agua imantada y a algunos en­gañabobos habituales de estas páginas. El docu­mento incluye las direcciones de ARP, CSICOP y los escépticos franceses bajo el epígrafe «Para que no le engañen». «La mejor defensa contra el fraude es una buena información», escribe alcalde, que recomienda tres obras del crecien­te grupo de manuales escépticos que se han publi­cado en castellano en los últimos años. Una de las últimas joyas que han aterrizado en nuestras librerías es Fraudes paranormales, la versión española del Flim-Flam! de james randi.

alcalde. jorge: «Paul Kurtz: "La creencia en lo paranormal es un problema de desinforma­ción». Muy Interesante (Madrid), N° 171 (Agosto 1995), 68-70. paul kurtz pone en esta entrevista el dedo en la llaga: la cultura es la mejor vacuna contra la pseudociencia. Sólo hace falta hojear la última obra de Manuel Carballal, uno de los más afamados perseguidores de miste­rios ibéricos, para comprobar que el presidente del CSICOP ha dado en la diana. El libro en cues­tión se titula La ciencia frente al misterio y, para mí, es un misterio que se haya publicado. Un ejemplo. En un momento determinado. Carballal, seminarista antes que ufólogo, habla del origen de la palabra gallega lobishome (hombre-lobo) y dice que proviene «del latín lobis, lobo, y del gallego home, hombre». Kurtz se lamenta de que, «hoy en día, uno puede ser un experto en infor­mática y no saber atarse los cordones de los zapatos. O ser un gran matemático y no conocer una palabra de biología». O, simplemente, no saber nada de nada, añadiría yo tras haber com­probado que el conocimiento del latín de Carballal es equiparable al discurso filosófico de Chiquito de la Calzada. Lobo sí proviene del latín, pero de lupus. Kurtz cree que «debemos afrontar las pseudociencias con conocimientos». El problema estriba en que, a falta de diccionario de latín, no todo el mundo sabe buscar una pala­bra en el de la Real Academia Española, donde se informa del origen del término. Por lo demás, la entrevista a Paul Kurtz es sugestiva y tiene peso, mientras que el libro de Carballal ni siquiera tiene la consistencia necesaria como para calzar la pata de una banqueta.

armentia. javier: «Fraude alienígena». Conocer (Madrid), N° 152 (Septiembre 1995), 36-40. El título es ya de por sí lo suficientemente claro. El presidente de ARP dedica este reportaje a sembrar la duda respecto a la autenticidad de la película de Roswell. armentia pone los puntos
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sobre las íes a partir de la escasa información dis­ponible cuando redactó el artículo -antes del es­treno mundial del filme- y, además, resume la historia del llamado incidente de Roswell. Se trata del primer reportaje digno de crédito publi­cado en España sobre el asunto de los platillos estrellados y sirve para que el lector se haga una idea de lo que realmente pudo ocurrir en Nuevo México en 1947, dejando a un lado las necedades de los ufólogos. «Por muchas explicaciones que se ofrezcan al caso -anuncia Armentia-, por muchos detalles que confirmen que el incidente de Roswell nunca tuvo nada que ver con astrona­ves extraterrestres, aquellos que se aferran a la creencia en alienígenas conspirando con el Estado nunca cambiarán de opinión».

ballester olmos, vicente-juan: «Alleged experiences inside ufos: an analysis of abduction reports». Journal of Scientific Exploration, Vol. 8, N° 1 (1994), 91-105. El más internacional de los ufólogos españoles se adentra par­cialmente en el mundillo de las abducciones para poner las cosas en su sitio. En este artículo, Ballester Olmos llega a la conclusión de que seis supuestos casos de secuestro alienígena ocurridos en España se explican como fraudes, alucinacio­nes o producto de psicosis. Pero el estudioso valenciano va más allá y, tras llegar a la conclu­sión que no hay nada en los sucesos que desafíe nuestros «conocimientos adules», demuestra que la difusión en medios de comunicación y libros sensacionalistas de este tipo de hechos propicia auténticas oleadas, por hablar en jerga ufológica. En resumen, un trabajo recomendable, que segu­ramente no figurará entre los de referencia de la ufología ibérica, porque no habla de marcianos verdes ni cosas parecidas.

carballal, manuel; y sierra, javier: «Hombre, especie experimental». Año Cero (Madrid), N° 62 (Septiembre 1995), 26-32. La ignorancia es atrevida: diría más, osada. A partir de lucubraciones más o menos fantásticas de científicos famosos. Carballal y Sierra dan rienda suelta a su imaginación para explicar la aparición del hombre sobre la faz de la Tierra. Rechazan la teoría científica de la evolución de la vida en nuestro planeta y abogan por la existencia de mu­taciones dirigidas por seres extraterrestres. Sobra decir que los dos jóvenes ufólogos dan mayor crédito a las memeces de sus colegas zecharia sitchin o ivan sanderson, conocidos enga­ñabobos, que a las ideas de arqueólogos, paleon­tólogos y antropólogos. Carballal y Sierra son profesionales del engaño, no de la ciencia. Han leído un par de libros y creen que encontrar un albino en África -«un mutante»- es motivo para la reflexión sobre el origen alienígena del ser huma­no. Claro que este trabajo tiene de serio tanto como el laudatorio reportaje a Velikovsky publi­cado en la misma revista. ¡Que no se confundan los fabricantes de paradojas! Leer un par de obras sobre ovnis sirve para que uno se convierta en un experto. Pero ser un autoridad en medicina, an­tropología, biología o cualquier otra ciencia exige años de estudio y un cerebro bien equipado, algo esto último que, por desgracia, no está al alcance de cualquiera.

gonzález, arantza: «Bruno Cardeñosa: "Vuelos de la guerra del Golfo se confundieron con ovnis"». El Diario Vasco (San Sebastián), 18 de abril de 1995. bruno cardeñosa es uno de los plusmarquistas nacionales del dislate. Para muestra, un botón: investiga los avistamientos ibéricos del 2 de febrero de 1988 y descubre siete ovnis estrellados y la clave de la segunda venida de jesucristo; y todo eso a partir de un simple bólido. ¡Da miedo pensar lo que este preclaro ufólogo puede deducir a partir de algo más que un punto de luz! En esta entrevista, el joven estu­diante de Periodismo se dedica a sembrar dudas sobre el proceso de desclasificación de documen­tos militares relacionados con supuestas observa­ciones de ovnis. Lo que más le mosquea a este maño perseguidor de platillos volantes es que «en el 80% de los casos [el Ejército] da una explica­ción convencional al hecho, de forma que lo que en principio era una investigación ovni se con­vierte en el planeta Venus, en un globo sonda, en una alucinación de los pilotos o que los radares se habían estropeado». Eso es lo que no aguanta Cardeñosa, un ufólogo capaz de lucubrar hasta extremos insospechados para convertir un bólido en una nave extraterrestre. Para él, es ovni todo lo que reluce.

martínez, Luis: «No estamos solos». El País (Madrid), 16 de Junio de 1995. ¡A quién no le guste Expediente X que levante la mano! Yo, sinceramente, me lo paso como un enano con las andanzas de Fox Mulder y Dana Scully. Todavía me acuerdo de que en uno de los primeros episo­dios había, por ejemplo, una referencia al CSICOP o de las múltiples alusiones al incidente de Roswell. Pero no estamos aquí para hablar de mis neuras. Expediente X se nutre de buena parte de la mitología paranormal. Los que no saben dife­renciar ficción de realidad han querido ver en este producto más que una serie de televisión, una maniobra de desinformación del Gobierno esta­dounidense. Luis martínez, el autor de este re­portaje, no es de ésos, no forma parte de la terce-
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ra degeneración de la ufología española. Así que no teman: lo único que hace es destacar el papel de la popular serie televisiva a la hora de relanzar el interés por lo oculto. La primera en reaccionar ha sido TVE. que ha encargado a juan josé plans la preparación de Fuerzas ocultas, un espacio en el que, según su responsable, no se va a entrar ni a salir sobre la veracidad de los hechos. A eso es a lo que ahora algunos mal lla­mados escépticos se refieren cuando hablan de rigor. ¿No hacía lo mismo el tétrico Jiménez del Oso?

merino. alfredo: «Un negocio milagroso». El Fígaro Magazine (Madrid), N° 25 (2 de Abril de 1995), 16-26. Los artilugios milagrosos que curan gracias a la energía chiripitifláutica han inundado nuestro país. Todo comenzó con las di­chosas pulseritas magnéticas, que se han extendi­do como hongos gracias a los farmacéuticos sin escrúpulos que convierten sus despachos en gabi­netes de hechicería. No resulta muy tranquiliza­dor que un profesional de la salud dé pábulo a unas joyas del engaño, a las que desde hace meses hay que sumar parches, pitilleras, planti­llas y un largo etcétera de inútiles procutos. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha conseguido que algunas empresas ten­gan que retirar anuncios por publicidad engañosa. Sin embargo, cada día surge un nuevo remedio milagroso en esa tierra de nadie que son las tele­tiendas. La única solución a este problema pasa, desde mi punto de vista, porque exista algún tipo de mecanismo eficaz de control de la publicidad dependiente de los propios medios de comunica­ción. Como se trata de un asunto de dinero, más vale que esperemos sentados y subamos el volu­men del Whisper XL para escuchar mejor la tele­visión o no perder el vuelo.

mosterín. jesús: «Fuerzas ocultas en RTVE». El País (Madrid), 12 de Julio de 1995. Parece que algo se mueve entre los aficionados a
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la divulgación científica. Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Barcelona, jesús mosterín alerta en este artícu­lo sobre el papel de los medios de comunicación públicos como propagadores de «la superstición, el oscurantismo y la ignorancia» a través de pro­gramas paracientíficos. Y es que TVE había anunciado ya que. después del verano, iba a emi­tir Fuerzas ocultas, un espacio dedicado a la di­vulgación de lo esotérico. Mosterín advierte que en el futuro se recordará al siglo XX por «la titá­nica contribución al conocimiento científico». Creo que también se recordará por el irrefrenable avance de todo tipo de bobadas, desde platillos volantes con hombrecillos verdes hasta jarras magnéticas, pasando por lectores del tarot y de los posos del café. El autor cree que son «la in­competencia y la mentecatez» lo que hace que los directivos de la televisión que pagamos entre todos ofrezcan a los profetas de lo oculto la posi­bilidad de hacer publicidad engañosa de sus pro­ductos y difundir estupideces anticientíficas. «Lo paranormal, el espiritismo y los platillos volante -sentencia Mosterín- no tienen nada de misterio­so ni de extraordinario; son vulgares fraudes y tomaduras de pelo».

muñoz molina, antonio: «Noticias del Grial». El País (Madrid), 17 de Agosto de 1995. «Una de las tareas más difíciles de la vida es la de aprender a distinguir lo verdadero de lo ima­ginario», advierte antonio muñoz molina. El más joven de los académicos de la lengua toma como pretexto el presunto hallazgo del Santo Grial y las rentables autopsias a extraterrestres para arremeter sin piedad contra todo tipo de mercachifles. El autor destaca cómo este tipo de asuntos tiene especial trascendencia en verano, dado que los periódicos son entonces «propensos más que nunca a rellenar sus páginas acudiendo a la ciencia ficción o a la arqueología fantásti­ca». Muñoz Molina hace la crítica propia de alguien que se ha interesado por las materias sobre las que opina. Demuestra que ha seguido las andanzas de Juan José Benítez, que ha oído hablar de los ummitas, que ha leído la historia de la abducción de javier pérez de cuéllar y que ha tenido conocimiento de los desvaríos del Ins­tituto Peruano de Relaciones Interplanetarias. El autor no cae en la trampa de los charlatanes, y destaca la candidez y el sin sentido de unas fábu­las «muy complicadas y en gran parte incom­prensibles, como esas teorías que elaboran los niños para explicar el vuelo de Superman o la resistencia a los disparos del traje del hombre araña».
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correo del lector
Carta abierta en el funeral de 'Karma.7'

Miguel Á. Sabadell y Luis A. Gámez (Zaragoza)

Karma.7 se ha acordado de que este año la alternativa racional cumple el décimo ani­versario de su nacimiento y nos ha hecho el mejor regalo posible: ¡Ha desaparecido! La más cutre de las publicaciones esotéricas ibéricas ha pasado a mejor vida; aunque, como no podía ser de otra manera, se ha reencarnado. El canto del cisne de la revista dirigida por pedro palao, que ve ahora "las cosas mucho más holísticas, globales e interiores", fue todo un publirreportaje.
Con la justificación de la llegada del verano, Karma.7 obsequió a sus lecto­res, al módico precio de 395 pesetas, con casi 40 páginas de burda publici­dad del megabrain y otras má­quinas milagrosas para relajar cerebros habitual mente dor­midos. La información se limitaba a poco más que un edi­torial de despedida de Palao y una doble página en la que se contaban al público las vicisitu­des del cambio de propiedad de la cabecera. Karma.7, que ha resucitado bajo el nombre de Nueva Dimensión, ha sido ad­quirida por J.C. Ediciones, que pone todos los meses en los quioscos Más Allá y Próximo Milenio, cuya densidad de meme­ces por línea sólo se veía superada por la difunta revista de Palao.
Para muestra, un botón o, lo que es lo mismo, la última desinformación propalada por ese periodista especializado -¿en qué?- que responde al nombre de pedro canto. La joven lumbrera, un típico espécimen de la cuarta degeneración ufológica española, no se entera. Siguiendo la estela de sus colegas más incompetentes -todos hábilmente colocados en revistas del ramo-, aprovecha la mínima oportunidad para meter a ARP de por medio, falsear la información y ata­car a quien más daño les hace. Así, desde sus páginas de Karma.7, Canto, en su delirio conspiranoico, afirma que félix ares realizó a finales de los años 70 el informe de los aterrizajes de platillos volantes en la localidad vizcaína de Gallarta por encargo de las autoridades militares. Y es que no se entera.
Este periodista especializado -¿en qué?- es capaz, con la sagacidad que caracteriza a los estu­diosos -¿de qué?- de su generación, de confundir una vajilla casera con una escuadrilla de platillos volantes. ¡Qué se le va a hacer! Efectivamente, el Ejército del Aire ha hecho pública recientemente la documentación referente al caso Gallarta. que incluye la investigación realizada a título privado por el colectivo Ivan, un grupo del que formaban parte, entre otros. Félix Ares, maría del carmen garmendia y jesús martínez. Pero es que el dossier oficial incluye también informa­ciones periodísticas elaboradas por juan josé benítez. ¿Dónde está enton­ces el problema? En que los militares asumen como pro­pia la explicación del colectivo Ivan y dejan de lado la tosca y prescin­dible, aunque más renta­ble, investigación de Benítez.
La intención de Canto no es, sin embargo, reivin­dicar la figura de su maestro y guía ufológico. No. El pe­riodista especializado busca en esta ceremonia de la confusión ata­car a ARP, vinculando a la asocia­ción y a uno de sus miembros más destacados con los servicios de información militar. Ya no sólo la CÍA paga a los escépticos. Y, una vez más, Canto vuelve a meter la pata hasta el fondo (y van...). En su infinita sabidu­ría, el ufólogo oficial de Karma.7 dice: "El informe sobre el caso Gallarta ha sido redactado íntegramente por Félix Ares de Blas, máximo representante del grupo ARP". Veinte palabras y dos mentiras. Y es que no se entera.
Ni Ares escribió en su día un informe para el Ejército -la investigación se publicó en Stendek y Mundo Desconocido- ni es en la actualidad el máximo representante de ARP. Y si Canto yerra en asuntos tan poco paranormales, da miedo pen­sar qué ve cuando se le cruza una ensaladera volante en el camino. Sospechamos que una por­tentosa nave extraterrestre con tomate inteligente dentro, y no creemos que al Ejército le interese la investigación de frutas, hortalizas y demás vege-
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tales no identificados. Que Canto no intente dár­nosla con queso; sabemos que da conferencias a medias con iluminados de la talla de Luis josé grifol.
A pesar de todo, este número de Karma.7 nos ha llenado de alegría. la alternativa racional es en la actualidad la publicación decana en España sobre lo paranormal. Y esta­mos seguros de que va a seguir en la brecha. ¡Brindemos con cava catalán por Karma.7!
P.D.: Como sabemos que a los periodistas especializados -¿en qué?- les encanta ir diciendo por ahí que los de ARP les han dedicado tanto espacio en la última fotocopia pirata de la revista, queremos ahorrar a Canto el esfuerzo de hacerlo (Más que nada por si se equivoca. Como es tan dado a ello...): son 874 palabras. Es curioso que en el mundillo paranormal utilicen como medida de importancia el que aparezcan mencionados en LAR. Cuanto más se habla de ellos en esta revis­ta, más importantes se creen. Deben considerarlo algo así como la puesta de largo. Pues, nada, nada... ¡que siga!
Por cierto, nos gustaría que algún alma carita­tiva, reencarnada doce veces y con contactos de dormitorio con seres luminosos, informara al director de esta revista del número de fotocopias ilegales de LAR que circulan por ahí. Más que nada, por si la OJD necesita esas cifras.
Sobre Roswell y la Ciencia
Saúl Blanco Lanza (León)

Estimados amigos:
Hay veces en que me llega a asombrar el grado de estupidez que puede alcanzar el ser humano. Una de estas ocasiones ha llegado recientemente, durante la difusión mundial del denominado 'Caso Roswell'. El simple incidente acaecido por el fracaso de un experimento meteorológico les pareció apropiado a los ufólogos para tratar de divulgar sus falsedades y parasitar algo más cual­quier campo científico que pudiera tergiversarse de tal forma que favoreciera sus absurdas teorías. En el momento en que se unen visiones inu­suales, gente inculta, oportunistas, pseudocientíficos y periodistas rastreros, la aparición de un mito ufológico es absolutamente inevitable. Y eso fue lo que pasó en Roswell. La filosofía ame­ricana se basa en la productividad y en la rentabi­lidad, sin atender demasiado a las fuentes infor­mativas. El fenómeno OVNI es rentable, y el 'caso Roswell' muchísimo más, y de ahí se entiende que décadas después estemos aún hablando de él, gracias a que aún queda mucho por explotar. La comunidad científica dio por zanjado el caso en su debido momento: ante la alarma social, publicó fotos, informes y datos ofi­ciales en los que quedaba demostrada la naturale­za del suceso. Pero, por supuesto, con una vocecilla apenas audible ante el clamor de las masas que pedían a gritos más y más morbo pseudocientífico. Por supuesto, la clase militar también metió baza, y, haciendo alarde de una más que deficiente cultura científica, que suele confundir­se generalmente con una opinión respetable y de gran autoridad, ayudó a embrollar aún más este lío aludiendo a no sé qué programa espacial sobre llevar animales al espacio. Los pseudocientíficos, atentos como nadie a cualquier asunto donde puedan beneficiarse económicamente a costa de la incultura ajena, se hicieron pasar, como acos­tumbran, por verdaderos científicos, y entre todos montaron una historia lo suficientemente increíble como para que fuera creída por todo el mundo.
Algunos de ellos afirman que la comunidad científica, rendida ante la evidencia de unas prue­bas tan ineludibles, les ha acabado dando la razón, admitiendo oficialmente que los extraterrestres existen y que están entre nosotros. ¡¡¡JA!!!
Tratando de no perder los nervios, primero me pregunto: ¿qué pruebas? Ningún científico en sus cabales admitiría uno, diez o cien testimonios que contradijeran una sola prueba científica. La ciencia no se basa en lo que dice la gente, sino en lo que es capaz de demostrar bajo condiciones conocidas por todos. Por tanto, no debe admitir un hecho simplemente porque así lo afirme un grupo de personas, que ni siquiera se han tomado la molestia de acordar entre ellas hacer las mis­mas declaraciones. Unos cuantos testimonios ais­lados, confusos y contradictorios entre sí no son ninguna prueba científica. Como decía Einstein, "que lo digan cien científicos no significa que mi teoría sea falsa".
Esta falsa prueba ha sido superada por la cien­cia sin dificultad, puesto que se ha demostrado que en realidad no existe. Bien, pasemos a la segunda prueba... Pero...Un momento... ¡No exis­te! ¡No hay más pruebas! ¡Toda esta descomunal falacia se sostiene sobre simples testimonios, como ellos mismos han reconocido! A este hecho alude el comienzo de mi carta. Los únicos que han aportado pruebas, como es su deber, han sido los científicos. Los 'testigos' son capaces de rela­tar con todo lujo de detalles las características de la supuesta nave espacial, de sus tripulantes y de un supuesto material hallado en la zona, dotado de singulares propiedades. Pues nada, como siempre, ni un solo fragmento, resto, huella,
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señal, fotografía o video que ilustre sus testimo­nios. Qué casualidad.
Estas circunstancias hicieron que el mito fuera poco a poco desvaneciéndose, como ocu­rrió con otros muchos. Pero los oportunistas se dieron cuenta de que era una leyenda demasiado productiva como para dejarla morir y. ni cortos ni perezosos, emprendieron la elaboración de un video en el que se expone la autopsia realizada a un supuesto tripulante de la astronave de Roswell. El video es sin duda mi capítulo prefe­rido de este singular culebrón veraniego. La pri­mera vez que lo vi pensé tres cosas:
1°- Que se trataba de un spot publicitario del riguroso y competente diario Noticias del Mundo, decano de la autoridad científica.
2°- Que se trataba de una pésima producción de la serie Z, dirigida probablemente por el ahora lamoso ed wood
3a- Que los apologistas de la paranoia colecti­va de Roswell desistieron, ante la sensación de estar haciendo el ridículo ante casi todo el mundo, y decidieron realizar una pequeña broma videotécnica como colofón a sus absurdos argu­mentos, de modo que todos acabáramos riendo tras una broma pesada que dura ya casi cincuen­ta años.
Pero no. Los paracientíficos, aferrados a ridículas convicciones que hacen pensar en ocasio­nes en lesiones cerebrales, se jugaron la última carta en un desesperanzado intento de reavivar el mito Roswell... y acertaron. No entraré a discutir si esto era previsible o no, pues el hecho de que la gente esté dispuesta a creer ciegamente hasta en estas cosas es un asunto realmente serio.
Y aún más. El video ha hecho un efecto seme­jante dentro de la sociedad española, también afi­cionada a estos temas. Una de las razones puede ser el hecho de que haya sido divulgada por una cadena sin escrúpulos que sólo atiende al índice de audiencia sin importar que lo que esté emi­tiendo sea la mayor memez que ha pasado por televisión en los últimos tiempos. Y para dejar convencido al mayor número de personas, aliñan este pestilente "reality show" con declaraciones de eminentes ufólogos y "expertos OVNI", que gustan hablar desde laboratorios, ante ordenado­res o bajo fachadas universitarias, para dar a entender que lo que dicen lo corroboran los cien­tíficos al pie de la letra. Y lo malo es que son creídos.
Y así estoy esperando hoy la respuesta de la comunidad científica. Algo me dice que voy a tener que esperar mucho tiempo antes de ver una diminuta columnilla periodística afirmando que todo esto era una broma de mal gusto; que los extraterrestres, si existen, no podrían llegar a nuestro planeta sin violar las más elementales leyes físicas; que, si llegaran, no serían antropomórficos, pues esto implicaría una evolución sumamente similar a la del hombre, lo cual es extremadamente improbable; que el cable telefó­nico que se observa en la película se inventó des­pués de que se rodara; que es harto improbable que los extraterrestres supieran escribir en carac­teres tan sumamente parecidos a los grecolatinos nuestros; que...
Hasta la fecha sólo he podido leer el magnífi­co artículo de javier armentia en Conocer, aunque sé que sólo se trata de un pequeño ARPonazo que apenas dañará a la gran ballena del mito Roswell.
Incluso espero que algún día emitan un deba­te sobre el asunto, en el que confío ver a uno de ustedes combatiendo quijotescamente contra la pseudociencia, que, además, cuenta con el apoyo popular y económico que a ustedes les niegan. Lógicamente, el debate lo perderán ustedes, pero al menos la gente se dará cuenta de que existe todavía una ortodoxia científica que nunca se derribará... aunque le caiga un globo sonda enci­ma.
Yo no quiero pertenecer a una sociedad en la que impere la sinrazón, la obscuridad y el dog­matismo medieval, una sociedad en la que la cul­tura está monopolizada por el poder económico-religioso, en la que los heresiarcas son acallados inquisitorialmente. Me ha tocado vivir en una sociedad que cada vez se parece más a la descri­ta por asimov en La Mente Errabunda, una sociedad de eterna lucha entre la fe y la razón, la mente y el espíritu, la unidad dogmática y la plu­ralidad científica, en la que, una vez asumida la existencia de extraterrestres, se comienza ya a debatir el darwinismo. Por eso les apoyo a uste­des, una isla de razón en medio de un mar de supersticiones, en el que cada vez se cree más y se piensa menos. Por eso nos hemos de apoyar mutuamente, y no aterrarnos a la ciencia como un dogma, pues eso sería caer en su propio juego, sino que hemos de dialogar, conversar, debatir y divulgar. Probablemente no consigamos nada a corto plazo, pero hemos de darnos cuenta de que el futuro de la civilización depende en sumo grado de la ciencia, y ustedes son sus defensores. Tendrán obstáculos, críticas e insultos, que muchas veces les impulsarán a abandonar el debate mesurado, pero esto es precisamente lo que ellos buscan. La razón sólo puede estar de un lado, y esto es algo con lo que la pseudociencia no contará jamás.
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Historias exotéricas
Calo Lapsus
Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Roswell y nadie se atrevió a contarle
Nada debe sorprendernos de los extraños sucesos de Roswell. Todo, tal y como sucedió, había sido predicho por el gran Nostredominus(l), quien compuso unos estremecedores versos relatando lo que siglos después había de acontecer. Esos versos comenzaban diciendo:
"Allá en el Rancho Roswell,
allá donde vivía,
había una marcianita
que alegre me decía,
que alegre, me decía..."
(Hago notar que se hizo muy popular una versión de este poema con el texto ligeramente alterado para despistar a inquisidores y escépticos.) Los lectores inteligentes y bien informados habrán apreciado la ligera imprecisión en el pri­mer verso. Realmente no sucedió nada en nin­gún Rancho Roswell, sino en Rancho Foster, cerca de Roswell. Hay que tener en cuenta que estos acontecimientos le fueron revela­dos al gran Nostredominus casi al final de su vida, cuando ya su vista estaba cansa­da y las paredes de su bola de cristal demasiado rayadas para poder ver con nitidez lo que en ella aparecía.
Pero, pequeñas imprecisiones aparte, el texto de la profecía concuerda perfectamente con los datos que tenemos del incidente. Los datos rea­les, no los que los poderes fácticos han divulgado en una campaña de intoxicación y encubrimiento con la que pretenden ocultar a la opinión pública mundial la existencia de seres extraterrestres.
Repasemos lo que hay de cierto hasta ahora (a pesar del insistente y pertinaz "cover-up" de los poderes fácticos). Hasta los propios militares reconocen que en el lugar del accidente se encon­tró un material ligero, flexible, brillante y prácti­camente indestructible -que procede a buen segu­ro de la nave extraterrestre- junto con objetos mucho más comentes: papel de embalar, varillas de madera de balsa y cinta adhesiva con dibujos de florecitas. Todo parece indicar que esto último fue colocado allí por el ejército para despistar, pero esas mentes cuadriculadas son incapaces de idear algo tan sofisticado, y el gran Nostredo­minus así nos lo revela. Tras estudiar los versos de la profecía durante varios años, hemos conse­guido reconstruir los extraordinarios hechos que acontecieron aquel día desde unos minutos antes del accidente.
Creo que a estas alturas, y a pesar de las ope­raciones de desinformación de inquisidores y escépticos, nadie duda que una nave extraterrestre sobrevoló Roswell entre junio y julio de 1947. Y de todos es conocida la desmedida afición de Santa Claus por la bebida, disculpable en parte dados los rigores del clima del Polo Norte y el stress que le produce el clavadísimo volumen de trabajo que tiene que atender. A partir de esto, y sabiendo por las revelaciones del gran Nostredominus que aquel día Santa Claus se diri­gía con parte de los regalos destinados a la Navidad de 1947 a una de sus bases de operacio­nes en Nuevo México, cerca de Roswell, es fácil suponer lo que ocurrió. Cerca de la vertical del Rancho Foster, y a unos 1500 metros de altitud (altura habitual de los vuelos de reconocimiento de naves extraterrestres y de los viajes de cerca­nías de Santa Claus) hay un importante nudo de comunicaciones regulado por semáforos, tal y como expresan numerosas inscripciones en pie­dra, de origen prehistórico, encontradas en lea. Aquel día Santa Claus se había entusiasmado más de lo habitual en uno de sus intermedios etí­licos, y a duras penas controlaba el trineo. En esas condiciones tampoco fue capaz de reaccio­nar cuando vio el semáforo en rojo y embistió a la nave extraterrestre que circulaba correctamen­te. El instinto de los ciervos y una brusca manio­bra del conductor de la nave evitaron la colisión en el último momento, pero los extraterrestres perdieron el control de su vehículo y Santa Claus perdió algunos regalos que cayeron del trineo a consecuencia del quiebro. En resumen, la nave -un modelo antiguo que todavía no disponía de ABS- se estrelló contra el suelo al no poder recu­perar el control muy cerca de donde cayeron los regalos que perdió Santa Claus. Y a estos regalos pertenecen los restos de papel de embalar y cinta adhesiva con florecitas que se encontraron en el lugar del siniestro.
Pero todavía quedan más cosas. Eviden­temente, el material plateado flexible e indestruc­tible pertenecía a la carrocería de la nave. Los restos del chasis y el motor han sido descarada­mente ocultados por el Ejército de los Estados Unidos con la colaboración de los demás poderes fácticos (incluidos esa banda de niñatos engreí­dos y discutidores profesionales que se hacen lla­mar ARP), así como unos pedazos de cuero y res­tos de lana que resultan imprescindibles para entender lo que allí ocurrió a la luz de las profe­cías de Nostredominus. Si avanzamos en la lectu­ra del poema, veremos que dice:
"...que alegre me decía:
-Te voy a hacer un traje espacial
como el que usa el ranchero,
que se lo empiezo de lana
y se lo acabo de cuero."
Es obvio que estos extraterrestres habían descu­bierto alguna propiedad especial de la lana y el cuero que nosotros desconocemos, y utilizaban estos materiales para la elaboración de sus sofis­ticados trajes espaciales. Como también es obvio que el propietario de Rancho Foster, "el ranche­ro" en el poema de Nostredominus era uno de ellos. Probablemente algún embrión alienígena implantado en una terrestre abducida años antes (de ahí su apariencia humana) cuya misión una vez alcanzada la edad adulta era preparar una base de aterrizaje para las naves extraterrestres en Nuevo México. Y probablemente también la nave estrellada transportaba parte del material necesario para la construcción de esa base. Como hemos visto, la afición de Santa Claus a la bebi­da y la casualidad (quién sabe si regida por los designios de alguien superior) dieron al traste con los propósitos colonizadores de los alienígenas. Pero no completamente. De alguna forma encon­traron una alternativa mucho más sutil. ¿O no les parece a ustedes, queridos lectores, demasiada casualidad que poco después del accidente, y en un lugar muy próximo, se inventara el transistor? ¿No es más lógico pensar que fue una de las nue­vas tecnologías que los científicos del Ejército descubrieron al analizar los restos de la nave? Yendo más allá, ¿no podría ser un señuelo, una especie de caballo de Troya desde el que empe­zarían a invadirnos con el consentimiento más o menos inconsciente de los que nos gobiernan? Piensen por un momento. Los ordenadores nos invaden por todas partes. Ha llegado un momen­to en el que nuestra vida sería imposible sin recu­rrir a transistores, circuitos integrados, microprocesadores y cosas por el estilo. Y recuerden, al ranchero que supuestamente descubrió los restos del accidente (y que nosotros hemos demostrado sin lugar a dudas que era un alienígena infiltrado) le llamaban "Mac", nombre que coincide con el de uno de los tipos de ordenadores personales más conocidos. ¿No son demasiadas casualida­des? Yo creo que sí. Es más, creo que ya están aquí, entre nosotros, de una forma o de otra, a tra­vés de la pantalla de su ordenador o quizás diri­giendo la política y la economía mundiales, ¡y es labor de todos, suya y mía, desenmascararles y acabar con ellos! ¡Unámonos hermanos terres­tres, y acabemos con el invasor alienígena! ¡¡A las barricadas!!..