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ARP
La Alternativa Racional.

Boletín No. 24.

ARP
La alternativa Racional.

No. 24 Marzo de 1992

Entrevista con Jorge Wagensberg, director del museo de la ciencia.

Mario Bunge: La percepción de la ciencia en Norteamérica.

Astronomía frente a Astrología.

Piltdown, los paradigmas y lo paranormal.

pag-1

La Alternativa Racional

Órgano informativo de la asociación Alternativa Racional a las
Pseudociencias (ARP).

Depósito Legal: BI.11-1986.

Editores: Félix Ares de Blas, Jesús Martínez Villaro

Composición: Jesús Martínez Villaro

Impresión: Imprenta Kopiak, C/Máximo Aguirre, 23 48010 BILBAO

Precio de suscripción: España y Portugal: 2000 Pta. Resto del mundo: US
$35.00

Dirección postal: Apartado de Correos No 904; 20080 Donostia-San
Sebastián

Nº Registro Estatal: 71.144

Presidente: Félix Ares de Blas

Vicepresidentes: Javier E. Armentia, Jesús Martínez Villaro

Directora ejecutiva: Mercedes Quintana Álvarez

Coordinador de Zona Norte: Gabriel Naranjo Fernández

Tesorero: Nicolás Brihuega Barba

Asesores: Luis Angulo Suardiaz, Alberto Hidalgo Tuñón, Víctor Sanz
Larrinaga, Mario Bohoslavsky, Álvaro Fernández Fernández, Manuel Toharia.

Dibujos: Aitor Fernández de Quincoces, Antonio Vizcarra, Félix Ares,
Javier Armentia

La Alternativa Racional mantiene intercambio de contenidos con otras
publicaciones escépticas de asociaciones reconocidas por el CSICOP. Fuera
el margen arriba indicado, queda prohibida la reproducción total o
parcial de contenidos sin la previa autorización expresa de los editores
o los autores.

La Alternativa Racional no se identifica necesariamente con las opiniones
de los artículos firmados, que pertenecen a la exclusiva responsabilidad
de los autores.

Socios de Honor: Gustavo Bueno, Mario Bunge, Paul Kurtz

Número 24. Año VII. Marzo 1992

Editorial............................................. 2

Piltdown, los paradigmas y lo paranormal.............. 4

Jorge Wagensberg, director del Museo de la Ciencia.... 5

Un día de psicofonía.................................. 13

La astrologoadicción.................................. 14

El Carbono 14 y la Sábana Santa, ¿vencedor o vencido?. 16

La percepción popular de la ciencia en norteamérica... 20

En torno al artículo: Homeopatía último balance....... 28

La astronomía frente a la astrología.................. 29

Libros................................................ 41

pag-2

Asociaciones de consumidores: ¿Amigos o enemigos?

Siempre había pensado que las asociaciones de consumidores eran nuestros
aliados. Al fin de cuentas pretenden hacer exhaustivos análisis de los
productos que hay en el mercado y exigir una calidad adecuada y un
etiquetado que diga la verdad. He visto que denunciaban a ciertas
hamburguesas por tener demasiadas grasas saturadas y a determinadas
medicinas por representar peligros para la salud.

Últimamente me he visto desagradablemente sorprendido al ver que en
Bélgica un grupo de consumidores está presionando sobre la Seguridad
Social para que reembolse los gastos por medicinas "naturales" incluyendo
la homeopatía.

Y ya más cerca, en nuestro país, por dos veces he visto cómo la revista
OCU Compra Maestra recomendaba la homeopatía y otras medicinas paralelas.
Por ejemplo, como botón de muestra, reproduzco lo que se dice el artículo
El estrés y los tranquilizantes, aparecido en dicha revista en nº 139,
correspondiente a marzo de 1992 en las páginas 35 a 38:

La Homeopatía

En este tipo de medicina, más que en ninguna otra, el remedio es algo
personalizado, es decir, adoptado a la personalidad fisiológica y
psíquica del paciente. Por ejemplo, si el homeópata constata, tras un
interrogatorio del paciente, que habitualmente éste reacciona ante el
estrés mediante la huida, prescribirá un determinado remedio. Si, por el
contrario, constata que reacciona por inercia, prescribirá otro
diferente.

Un tratamiento homeopático ofrece resultados imprevisibles: unas veces
son espectaculares y muy rápidos (en el caso de que el tratamiento sea
adecuado), otras totalmente inexistente (si no lo es).

Ni una palabra de mención a que la homeopatía está, cuando menos
cuestionada. Ni la más mínima concesión a la duda. Más bien todo lo
contrario; para el lector superficial ha dicho que funciona: ofrece
resultados espectaculares y muy rápidos si el tratamiento es el adecuado.

Para el lector atento es inútil decirle que tal como está enunciado es
totalmente infalsable: a veces funciona -si acierta-, a veces no -si se
equivoca-. Si tenemos en cuenta que el tratamiento homeopático la mayor
parte de las veces se aplica a aquel tipo de enfermedades en las que
también funciona el efecto placebo, es decir aquel tipo de dolencias que
se curan por si solas, la conclusión es evidente: cara, gano yo; cruz tú
pierdes. Si el enfermo se cura es que el médico acertó, sino se cura es
que se equivocó. Nunca se cuestiona la homeopatía.

pag-3

Ya estaban informados

Hay otras dos cosas que me preocupan, la primera es que en un artículo
anterior, en el que también recomendaban la homeopatía para curar las
almorranas, les mandé una nota diciendo que me sorprendía que una revista
de defensa del consumidor no advirtiera a sus lectores que la "medicina"
homeopática estaba puesta en tela de juicio por muchos investigadores.
Por supuesto que les ofrecía la colaboración gratuita de los
especialistas de ARP para lo que quisieran. No sólo no me contestaron, ni
publicaron mi carta, sino que unos números después vuelven a la carga.

Agua por cualquier otro nombre.

La segunda cuestión que me preocupa es la de la fiabilidad de los
análisis de dichas revistas, pues lo miremos, como lo miremos, las
medicinas homeopáticas no dejan de ser agua. Sin embargo su etiquetado es
confuso: Opium 16 CH, Raphanus 5 CH, etc.

¿No son las organizaciones de consumidores los paladines de la lucha
contra el falso etiquetado?

¿Amigos o enemigos?

Al final me entrado la duda. No se si las organizaciones de consumidores
son o no compañeros de nuestro viaje.

Una carta para que la OCU reflexione.

En el nº 195 de la revista Afis, hay una carta del Dr. en medicina Iulius
Rosner de la cual extraigo un párrafo con la intención de que llegue a
los redactores de OCU Compra Maestra:

...La renuncia a las extraordinarias técnicas modernas [como hace la
homeopatía] algunas veces lleva al drama: el último que yo he vívido es
el de una mujer de 46 años a la que la diagnostiqué demasiado tarde para
ella por desgracia, un tumor pulmonar que se estaba infiltrando en la
pleura. Ella se había hecho tratar durante 8 meses de dolores torácicos y
fatiga por un médico homeópata que le ha negado cualquier examen
paraclínico: ¡el ha tratado el "terreno"! Esta desgraciada ha pagado con
su vida su cariño ciego a una medicina sin efectos secundarios.

No niego que la homeopatía pueda tener, como la medicina racional, éxitos
brillantes en las enfermedades de curación espontánea, pero desde el
momento que un enfermo tiene una afección susceptible de amenazar su vida
la ciencia le ofrece a menudo una posibilidad de curarse. La homeopatía
le quita esta posibilidad; ¡ el efecto iatrógeno de la homeopatía es la
pérdida de posibilidades!

Lamento que los artículos de 0CU-Compra Maestra hayan omitido este
aspecto esencial.

Gracias a los amigos que nos han proporcionado datos y críticas.

Antes de acabar quiero dar las gracias a Manuel Borraz Aymerich y a
Emilio Quilez Royo dar los datos y sugerencias que nos han enviado.
Lamentablemente, cuando nos llegaron las cartas este número de LAR ya
estaba casi terminado, así que no tenemos espacio para incluir sus
aportaciones. Procuraremos hacerlo en el próximo número. Muchas gracias a
ambos.

Ritos Mistéricos

En su comentario de libros, M. Quintana, habla de la Nueva Era y de los
ritos mistéricos. Algunos de nosotros estamos muy interesados en conocer
algo más sobre los citados ritos. Parece ser que un buen resumen es el
trabajo de Ángel Álvarez Miranda titulado Las religiones mistéricas,
publicado por la Revista de Occidente en 1961. Si algún lector pudiera
enviarnos fotocopia del mismo le quedaríamos muy agradecidos.

pag-4

Piltdown, los paradigmas y lo paranormal

El caso del hombre de Piltdown proporciona un excelente modelo de cómo se
comporto la ciencia ante aquellos planteamientos que pretenden derribar
los paradigmas existentes.

Kenneth L. Feder.

Kenneth L. Feder pertenece, al Departamento de Antropología de la
Universidad Central del Estado de Connecticut, de New Britain,
Connecticut 060050. El presente artículo proviene de The Skeptical
Inquirer, Vol.14, No.4/Summer 1990.

La pseudociencia es una empresa polimorfa; la amplitud de las
pretensiones pseudocientíficas es inmensa. El mundo sería muy diferente
de lo que la ciencia ortodoxa supone si se concediera validez a las
aserciones de los psíquicos, astrólogos, clarividentes, terapeutas
ultramundanos, ufólogos, entusiastas de los astronautas de la antigüedad,
zahoríes, creacionistas, piramidólogos, adivinos con bola de cristal,
curanderos por la fe, y demás partidarios de las miríadas de creencias en
lo paranormal, lo oculto y lo sobrenatural.

Las pretensiones formuladas por los proponentes de estos diversos
fenómenos o perspectivas son algo más que simplemente extremas. Estas
desafían fundamentalmente en mayor o menor grado los paradigmas
existentes -la forma en que percibimos el mundo a nuestro alrededor,
algunos aspectos específicos del universo o la realidad-. En el marco del
discurso científico, sin embargo, no puede decirse que las pretensiones
formuladas por los parapsicólogos y los ocultistas sean imposibles
simplemente porque suenen a improbable o porque su aceptación pudiera
alterar la forma en que vemos la realidad. Ciertamente los científicos
aludidos necesitan acceder a cada caso por separado. Las páginas de esta
revista han presenciado muchos intentos afortunados de mostrar
específicamente por qué algunas de esas afirmaciones eran
pseudocientíficas.

Sin embargo, como ha señalado Al Seckel (1989), refutar o desenmascarar
pretensiones individuales, sí bien es importante simplemente es
insuficiente. Siempre habrá más pretensiones. Refutar el mito del
Triángulo de las Bermudas, por ejemplo no conduce necesariamente al
reconocimiento de la pseudociencia en la ufología o en los astronautas de
la antigüedad.

Quizá sea justamente así de importante para aquellos de nosotros quienes
estamos vinculados a la indagación escéptica, porque nos muestra cómo
funciona la ciencia y cómo maneja las afirmaciones o pretensiones nuevas,
revolucionarias, paranormales o de otro tipo. Necesitamos preguntarnos:
¿En qué bases se sostienen o caen nuestros paradigmas científicos? De
esta manera podemos mostrar que los científicos manejan las afirmaciones
hechas en pseudociencia de una forma idéntica a como lo hacen con otras
afirmaciones que desafían nuestra actual comprensión del universo.

En este tema, la historia reciente de la teoría evolutiva del hombre
proporciona un modelo excelente sobre cómo actúa la ciencia con las
afirmaciones que pretenden derribar nuestros actuales paradigmas. Lo
expondré con la esperanza de que otros puedan encontrarlo útil en sus
discusiones sobre la naturaleza del razonamiento científico,
especialmente cuando los científicos se enfrentan a componentes
emocionales ante visiones concretas, al pensamiento anhelante o al engaño
descarado.

¿Monos erectos o humanos cuadrúpedos?

Tras la publicación de El Origen de las Especies de Darwin en 1859,
muchos pensadores aplicaron la idea de la selección natural a especies
que Darwin no mencionó en su trabajo; aplicaron sus teorías en los seres
humanos. Con una pequeñísima evidencia fósil para empezar, construyeron
un escenario plausible.

Los taxonomistas biológicos desde siempre han reconocido la similitud
física entre los humanos y otros primates, en particular los monos. Lo
que diferencia profundamente a los humanos de otros primates es su
inteligencia, hecha posible por un grande y muy complejo cerebro. El
cerebro humano era el aspecto de nuestra especie que parecía ser el más
diferente -el más altamente evolucionado- cuando se

pag-5

comparó con algunas hipotéticas especies ancestrales comunes para
nosotros y los monos. Nuestra inteligencia, se dijo, tiene por tanto que
haber empezado a evolucionar antes que otros rasgos exclusivos. Así, se
esperaba que los fósiles ancestrales de nuestra especie mostraran primero
el desarrollo de un cerebro similar al humano, con un cuerpo simiesco más
atrasado evolutivamente. Tal como señala el escritor Charles Blinderman,
tales investigadores como el anatomista inglés Grafton Elliot Smith
fueron bastante explícitos prediciendo el descubrimiento de ancestros
humanos con grandes cerebros y cuerpos primitivos (1986:36).
Posteriormente, Smith fue así de lejos cuando caracterizó al hombre
primitivo como "meramente un mono con un cerebro sobredimensionado"
(1927:105-106). El paradigma de evolución basada en el cerebro se acomodó
a la sensibilidad de finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte:
si fuéramos ciertamente primos del mono al menos habrían sido nuestros
cerebros lo primero que nos distinguiera de nuestros ancestros comunes.

Sin embargo, el registro fósil no se acomodaba a este escenario. Tanto el
hallazgo de Neandertal en la segunda mitad del siglo diecinueve como el
descubrimiento del Hombre de Java en 1891 muestran un ancestro fósil
virtualmente moderno respecto al de cuello inclinado y demasiado
primitivo respecto al de cuello erguido -contrariamente a lo esperado-.
Innecesario decir que ello causó cierta confusión entre los
investigadores. Algunos intentaron al principio remediar de algún modo
estos datos inconvenientes y durante un tiempo las reconstrucciones de
Neandertal tendieron a representar lo más simiesco. Sin embargo, tal como
mostró la evidencia, estando algunos tan comprometidos con el paradigma
de la evolución centrada en el cerebro, muchos adoptaron un modelo en el
cual la postura erecta era significativamente anterior al desarrollo del
cerebro humano moderno. No les hizo gracia pero tenían muy poco a elegir;
era la evidencia la que marcaba la pauta. La idea de que los humanos
comenzaron su historia evolutiva como un simio erecto en vez de un hombre
cuadrúpedo comenzó a alcanzar popularidad a finales del siglo diecinueve
y comienzos del veinte, al tiempo que cada vez más fósiles parecían
confirmar esta perspectiva.

Este era el estado de las cosas cuando la publicación británica Nature,
dio cuenta el 5 de diciembre de 1912 del hallazgo de un importante fósil
humano en Sussex, en un lugar llamado Piltdown, al sur de Inglaterra.
(Ver Weiner 1955, Millar 1972 y Blindreman 1986 para un relato detallado
de la historia de Piltdown; ver también Feder 1990) El descubrimiento
consistía en un cráneo y una mandíbula inferior que parecía confirmar, si
no la prevalencia, al menos la realidad del paradigma original; el cráneo
en sí era indistinguible respecto el de los humanos modernos pero la
mandíbula era bastante primitiva y semejante a la de un mono (fig. 1).
Por su datación este fósil parecía pertenecer a un periodo geológico
anterior al que se adscribía el Neandertal, tan antiguo al menos como el
Hombre de Java.

Figura 1. Reconstrucción del cráneo de Piltdown. Las áreas punteadas
representan los fragmentos fósiles recuperados de hecho. El cráneo es
grande, con un perfil y una frente pronunciada, como el del moderno Homo
Sapiens. La mandíbula, en cambio, es muy similar a la del mono, sin
mentón y con una configuración que exige un prognatismo facial (1)
semejante al del mono.

Muchos investigadores, algunos muy célebres, se aprovecharon sin vacilar
del descubrimiento de Piltdown. Dijeron que el hombre de Piltdown -que
fue denominado Eoanthropus dawsoni, u Hombre Dawn de Dawson en honor de
su descubridor, Charles Dawson- era el verdadero ancestro humano. Los
especímenes de Java y Neandertal, con sus cerebros más primitivos se
consideraron, por tanto, ramas extinguidas de la principal línea
evolutiva humana, en cuya base se colocó al Eoanthropus
(ver fig. 2). De este modo, al menos para algunos, parecía restaurarse el
paradigma más

pag-6

viejo y preferido; en la evolución del hombre fue el cerebro, en
definitiva, lo que primero evolucionó hasta su forma actual, y, según se
desprendía de la mandíbula inferior encontrada, con en cuerpo en un
momento evolutivo posterior.

Claramente, el Eoanthropus habría desbancado el paradigma existente, tan
correctamente arropado por la evidencia fósil acumulada durante más de 50
años, pero sólo si la investigación posterior hubiese proporcionado un
soporte adicional a la noción de la evolución centrada en el cerebro en
la temprana evolución humana. Unos pocos datos enigmáticos, por
concluyentes que parezcan, no pueden hacer que abandonemos nuestra bien
consolidada visión de la evolución del hombre, o -diría más- de la
cosmogénesis o la percepción humana.

Los años que siguieron al descubrimiento de Dawson fueron de intensa
búsqueda de evidencias adicionales en forma de fósiles similares al
Eoanthropus. Las famosas excavaciones en la cueva china de Zhoukoudian,
en las que fueron descubiertos unos 40 individuos del tipo "Hombre de
Pekín", fueron al menos en parte un intento de validar el descubrimiento
de Piltdown (Shapiro 974). El anatomista Davidson Black, del Peking Union
Medical College, que dirigió las excavaciones durante un tiempo,
aparentemente fue inspirado a cavar en Zhoukoudian por una visita que
realizó al laboratorio de Grafton Elliot Smith, un conocido entusiasta
del Eoanthropus. El sacerdote jesuita y paleontólogo Theilard de Chardin,
que excavó en Piltdown tras el descubrimiento inicial, también trabajó en
Zhoukoudian. De ese modo, cuando comenzaron las excavaciones allá por
1920, lo que buscaban era el equivalente chino para el Hombre de
Piltdown. Por el contrario, lo que encontraron allí fueron cuerpos de
aspecto humano y cerebros de tan sólo dos tercios el tamaño medio del
moderno cerebro humano.

Figura 2. Sin el Eoantropus (Hombre de Piltdown), algunos situaron al
Pithecanthropus (Hombre de Java) y al Neandertal en una secuencia
evolutiva conduciendo directamente a la moderna humanidad (izquierda).
Con el Eoanthropus, muchos vieron al pithecanthropus y al Neandertal como
ramas evolutivas sin continuidad (derecha). En esta visión, tan sólo el
Eoanthropus directamente ancestro de los modernos seres humanos.

pag-7

Curiosamente, con semejante cantidad de intentos de continuar la
evidencia, solamente un investigador fue capaz de encontrar fósiles
similares al de Piltwdown y, por otro lado, apoyaron su interpretación.
Ese investigador fue Charles Dawson, el descubridor del original. Ello
constituía un flaco favor de cara a la validación del descubrimiento
original. Tan sólo planteaba nuevas cuestiones al mismo tiempo que su
aparentemente increíble buena suerte hacía levantar las cejas.

Según continuaba la búsqueda de cualquier cosa vagamente parecida al
Eoanthropus, continuaban acumulándose los datos que apoyaban el paradigma
vigente. Se hicieron más descubrimientos de Neandertal y se encontraron
más fósiles parecidos al hombre de Java y al hombre de Pekín (llamado
ahora Homo Erectus). Ya en 1920 e incluso antes se descubrieron en África
más especies de homínidos, si cabe aún más primitivas y dotadas de un
cerebro más pequeño. El llamado Australophitecus proporcionaba mayor
refuerzo y ulterior validación al paradigma vigente; se pensaba entonces
que estos ancestros fósiles humanos más antiguos tenían un millón de años
y ahora se sabe que hay variedades que datan de hace más de 3,5 millones
de años, todas ellas con un cerebro muy pequeño que un tercio de la media
de los humanos modernos, pero con una posición completamente vertical.
Incluso los miembros más primitivos del género son completamente
similares a los modernos humanos desde el punto de vista de la
inclinación de su cuello.

Después de la tercera década del siglo veinte, el Eoanthropus pasó de ser
una tema básico para los estudiosos de la historia evolutiva humana, a
ser una nota precautoria a pie de página en los textos sobre evolución,
llegando a convertirse en un dato fragmentario inexplicado, enigmático,
anómalo y contradictorio. Así permaneció el caso hasta que un nuevo
reexamen del fósil de Piltdown, realizado a finales de 1940 y principios
de 1950, mostró que el cráneo aparentemente moderno y la mandíbula
similar a la del mono eran de épocas completamente diferentes, no siendo
ninguno de los dos particularmente antiguo, y que el aspecto simiesco de
la mandíbula inferior tenía una explicación muy sencilla; era, de hecho,
la mandíbula de un mono moderno que había sido hábilmente amañada para
que pareciese encajar con el cráneo. El hombre de Piltdown no podría ya
subvertir ningún paradigma. Era un fraude.

El significado de Piltdown

Para muchos la historia de Piltdown constituye una mancha negra en la
historia de la ciencia. En realidad esta historia muestra lo bien que la
ciencia eventualmente separa los fraudes, los errores y los razonamientos
pasionales. Muestra de forma clara la forma en que reacciona y lo que
debe hacerse cuando los paradigmas actuales bien fundamentados son
desafiados por nuevos datos.

Mientras aparentemente prestaba apoyo a una historia deseada sobre cómo
había tenido lugar la evolución humana, Piltdown contradecía las nociones
de la evolución basadas en un cuerpo de datos sustancial. No obstante
hubiera podido ser un descubrimiento válido, pudiendo asimismo desbancar
los aparentemente sólidos paradigmas actuales. Pero, como otros han dicho
ya antes, las afirmaciones extremas requieren niveles de prueba o
validación extremos.

En el caso de Piltdown, la afirmación desafiaba meramente el actual
paradigma de la evolución humana. Era suficientemente importante y
requería un nivel de validación extremo -aunque, por supuesto, tal
validación jamás se dio-. Por ejemplo, en el caso de la parapsicología,
están siendo desafiados los actuales paradigmas sobre la psicología
humana, la neurología, la antropología, la biología e incluso la física.
Así, como suena. Nuestros paradigmas pueden efectivamente estar
equivocados y los parapsicólogos y otros estar en lo cierto, aunque es
significativo que la investigación desarrollada durante los pasados cien
años no haya dado muestras de ello para satisfacción de muchos
científicos.

Además, la historia de Piltdown puso a prueba la noción de que la ciencia
es inflexible y los científicos, cerrados de mollera. Los conceptos
relativos a las trayectorias seguidas en la evolución humana han cambiado
y siguen haciéndolo en la medida que se recogen nuevas evidencias. Los
cambios en nuestra visión de la evolución humana no son cíclicos o
aleatorios, sino progresivos. Aunque ciertos científicos puedan verse
afectados por sesgos personales, por razonamientos pasionales u otras
presiones, los datos no pueden manipularse por mucho tiempo. En suma, los
científicos evolucionistas no querían abandonar su visión de una
evolución centrada en el cerebro, pero lo hicieron cuando la evidencia
señaló que la postura erecta precedió por mucho a la expansión del
cerebro. Algunos pueden haber sido engañados por Piltdown y haber vuelto
a la visión de la evolución humana centrada en el

pag-8

cerebro. Sin embargo, con semejante cantidad de evidencia apoyando la
visión de que la humanidad evolucionó, en cierto sentido, erguiéndose del
suelo. Piltdown se convirtió en algo trivial, incluso antes de probarse
finalmente que era un fraude.

El escepticismo paleontológico a comienzos del siglo veinte estaba
ciertamente justificado en la búsqueda de algo más que un simple y
aparentemente inexplicable fragmento de evidencia antes de ponerse a
reescribir los paradigmas evolucionistas. El escepticismo científico
entre nosotros está igualmente justificado en la búsqueda de algo más que
lo mostrado hasta ahora. Hasta entonces, la supuesta evidencia de
ESP (2), telequinesis, clarividencia y demás asuntos permanecerán junto
al Eoanthropus dawsoni.

Agradecimientos

Fue presentada una versión preliminar de este artículo al Tenth Griffiths
Memorial Lecture de la Universidad de Drexel en Philadelphia. Quiero
expresar mi agradecimiento a mis colegas, por sus comentarios. Mi
agradecimiento también para Michael Alan Park, del Departamento de
Antropología de la Universidad Central del Estado de Connecticut, por sus
sugerencias.

Referencias

Blinderman, Charles.1986. The Piltdown Inquest, Buffalo, N.Y.: Prometheus
Books.

Feder, Kenneth L. 1990. Frauds, Myths, and Mysteries: Science and
Pseudosciencie in Archaeology. Mountain View, Calif.: Mayfield
Publishing.

Millar, Roland. 1972. The Piltdown Man. New York: Ballantine Books.

Seckel. Al. 1989. Rather Than Just Debunking, Encourage People to Think.
Skeptical Inquirer, 13:300-3O4

Shapiro, Harry. 1974. Peking Man. New York: Simon and Schuster.

Smith, Grafton Elliot. 1927. Essays on the Evolution of Man. London:
Oxford University Press.

(1) (Impulsado hacia adelante. N. del T.)

(2) (Percepción Extra-Sensorial. N. del T.)

Trad. de J. Martínez Villaro
Original: Copyright de The Skeptical Inquirer
Traducción: Copyright de LAR

El Ojo Escéptico Revista del Centro Argentino para la Investigación y
Refutación de la Pseudociencia (CAIRP).

4 números US$20. Podéis suscribiros enviando un cheque a nombre de
Alejandro Jorge Borjo, a la siguiente dirección: Casilla de Correo 26,
sucursal 25,1425 Buenos Aires, República Argentina

pag-9

Jorge Wagensberg, director del museo de la ciencia.

"Hay muchos científicos que consultan el horóscopo"

Luis Alfonso Gámez

Debo confesar que hay muchos científicos que consultan el horóscopo,
aunque algunos lo hagan para divertirse, reconoce con cierto pesar el
director del Museo de la Ciencia de Barcelona, Jorge Wagensberg. En
opinión de este profesor de Termodinámica de la Universidad de Barcelona,
hechos como éste y el deseo de que sea la sociedad la que controle la
investigación científica demuestran la necesidad de la divulgación del
conocimiento. Wagensber mantiene que la ciencia en sí ni es buena ni mala
y que su aplicación no depende de los científicos, sino de la sociedad.
Confiesa que más de una vez se ha preguntado si es lógico dedicar grandes
sumas de dinero a la investigación de otros planetas cuando gran parte de
la

pag-10

humanidad sufre hambre; pero añade que el conocimiento científico
"siempre ayuda en último término a eliminar la miseria humana".

¿Qué sintió al enterarse por una encuesta de que uno de cada tres
españoles cree en la validez científica de la astrología?

Muchas ganas de divulgar más ciencia. La astrología ni es ciencia ni
pretende serlo. No es objetiva ni inteligible y encima es independiente
de la experimentación. Los datos de esta encuesta demuestran no sólo una
falta de información científica, sino también una falta de formación tan
terrible que hasta contamina el mundo de la ciencia. Debo confesar que
hay muchos científicos que consultan el horóscopo; aunque algunos lo
hagan para divertirse. Esto es algo de lo que no creo que nos liberemos
nunca, ya que la pseudociencia es una forma de religión.

¿Qué diferencia a la ciencia de la pseudociencia?

La ciencia es el conocimiento obtenido a través del método científico,
que se basa en tres principios: la objetividad, la inteligibilidad y el
contraste con la experiencia. En el mundo de la ciencia, la verdad es
siempre provisional y la mentira siempre definitiva. La pseudociencia
prescinde del método. El pseudocientífico peligroso es el que se hace
pasar por científico.

¿Nos visitan extraterrestres a bordo de platillos volantes?

Los ovnis son un negocio, un engaño descarado. No hay ni una sola prueba
científica a favor de su existencia, a pesar de que los libros
están llenos de supuestas evidencias.

Con bastante frecuencia, las instituciones públicas subvencionan la
organización de congresos y conferencias pseudocientíficas.

Si una institución pública financia pseudociencia, financia un fraude.

El control de la ciencia

¿La ciencia es buena o mala?

La ciencia y los científicos no son ni buenos ni malos. El científico no
investiga para hacer un bien ni para hacer un mal a la humanidad. El
estímulo del hombre de ciencia es la curiosidad, que se basa en las
preguntas que hace a la naturaleza para alcanzar el conocimiento. El uso
del conocimiento científico es lo que puede ser beneficioso o
perjudicial. Es erróneo pensar que el uso de la ciencia es competencia
del científico; en realidad, compete al ciudadano. La divulgación de la
ciencia es la herramienta de que disponemos para hacer que el ciudadano
se implique en la aplicación de la ciencia en la sociedad democrática
moderna.

El escándalo de la fusión fría puso en tela de juicio la honestidad de
los científicos.

Cuando pasó esto, sentí una gran vergüenza. Fue una excelente ilustración
de todos los vicios de la ciencia actual, que toma lo malo de sociedades
avanzadas, como la norteamericana, y nada de lo bueno. El escándalo de la
fusión fría tiene su origen en la competencia feroz que existe entre los
científicos. La competencia es algo nuevo dentro del mundo de la ciencia.
Los padres de la mecánica cuántica se escribían cartas, intercambiaban
ideas... Ahora, cuando sólo se valora el trabajo de uno por la cantidad
de publicaciones, el científico escoge el tema de investigación de
acuerdo con la rentabilidad, quiere ser el primero, guarda secretos y se
multiplican las chapuzas. Desgraciadamente, la fusión fría es, de
momento, una gran mentira.

¿Quién controla la ciencia?

La ciencia, aunque parezca frívolo decirlo, la controlan los científicos
de prestigio. La elección del problema que va a estudiar supone para el
hombre de ciencia un compromiso. No hay científicos inocentes en este
aspecto. Sólo por elegir el problema, el científico ya está comprometido
hasta las orejas. El deber del hombre de ciencia es que el conjunto de la
sociedad, y sobre todo los políticos, esté en sintonía con su trabajo. En
el momento en el que un científico inicia una investigación sobre
armamento sofisticado, por ejemplo, es cuando más tiene que consultar con
la sociedad.


Ciencia y religión

Las autoridades religiosas suelen manifestar periódicamente deseos de
poner trabas a la investigación científica.

pag-11

No tiene por qué haber ingerencia ni filosófica ni práctica entre ciencia
y religión. Ambas son compatibles. Hay tres formas de obtener
conocimiento: la ciencia se dedica a profundizar en lo simple; el
conocimiento divino, en lo complejo o imposible; y el arte es un estadio
intermedio entre estos dos extremos. El mundo de las creencias carece de
método científico mientras que la ciencia cree en la investigación
experimental. La ciencia tiene sus limitaciones; pero no tienen que
establecerlas los estamentos religiosos, sino la sociedad.

¿Qué opinión le merecen los físicos que buscan a la divinidad en la
mecánica cuántica?

Están haciendo uno de los mayores ridículos de la ciencia actual. Siempre
hay analogías. Basta decir que una cosa tiene tres aspectos para
relacionarla con la santísima Trinidad. Este tipo de analogías son
ridículas, como lo son las de aquellos que pretenden explicar leyes de la
naturaleza a parir de textos sagrados. Lo que sí se puede decir es que la
Biblia está llena de incoherencias científicas; pero eso no es un
argumento en contra de la existencia de Dios.

Carl Sagan ha escrito que vivimos en un Universo "sin lugar para un
Creador".

No estoy de acuerdo con Sagan. Desde un punto de vista científico, no se
puede demostrar si existe o no un creador. En cierto sentido, la
divinidad existe tautológicamente. Hay dos formas de creer en la
divinidad, o el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios o Dios
está hecho a imagen y semejanza del hombre. Lo que es seguro es que tanto
el Creador como el Creador Creado pueden existir, ya que influyen en lo
existente. Uno de estos dos dioses existe.

¿La supervivencia de la humanidad pasa por la ciencia?

Si uno analiza fríamente la historia de la humanidad; se puede decir que,
a pesar de los muchos contratiempos que ha habido en este siglo, la
ciencia ha colaborado a la tolerancia y al progreso. El avance
tecnológico comporta riesgos; pero también existe una tecnología de la
seguridad. No es un problema de la ciencia que no haya seguridad en los
petroleros; sino de la economía y la política. La ciencia sabe hacer
petroleros que no revienten; lo que pasa es que son mucho más caros. Casi
todos los avances científicos aportan también la tecnología que
cubre los riesgos, pero generalmente son la economía y la política las
que ignoran esa tecnología de la seguridad. El desequilibrio entre riesgo
y seguridad provoca dramas como el de Chernobyl, que era una central
nuclear de cartón.

¿Cómo pueden dedicarse grandes presupuestos a la investigación espacial
cuando existen problemas como el hambre?

Yo también me lo pregunto. Cuando uno ve el sufrimiento humano, la
comparación es inmediata y obvia. Lo que pasa es que si hubiéramos
seguido siempre este impulso, posiblemente nunca habría habido ciencia
porque es muy difícil eliminar la miseria humana. De todos modos, el
progreso científico siempre ayuda en ultimo término a eliminar la miseria
humana. Lo que si es verdad es que, cuando dedicamos los excedentes de
cultura a organizar conciertos de rock o la carpa de la ciencia, muchas
veces olvidamos a los marginados, a los ancianos, a los
que pasan hambre...

Sensacionalismo y ciencia

¿No se ha ofrecido en el caso del agujero de ozono una información
sensacionalista que ha llegado a atemorizar a la población?

Sí; estoy convencido de que sí. No se detectó el fenómeno hasta que
comenzaron las observaciones de la capa de ozono y, por lo tanto, no
sabemos si ha estado ahí siempre. No creo que ese sentimiento de miedo
sea malo, aunque no esté fundado en hechos reales. Por lo menos, colabora
a una sensibilización que no puede tener ningún efecto secundario,
excepto el de la preocupación. A mí, me preocupan mucho más los vertidos
en las aguas superficiales. Todos los ríos de España están prácticamente
muertos y nos estamos cargando el Mediterráneo. Esto se puede evitar. Las
fábricas tienen abogados que las defienden; pero los ríos no. Hasta
ahora, los defensores de los ríos han sido cuatro iluminados. Nos tenemos
que acostumbrar a pagar más por los bienes, ya que nos hemos olvidado de
incluir en el precio el costo de la protección del medio ambiente.

Los medios de comunicación también han perdido los papeles cuando,
hablando de investigación genética, han llegado a comparar a los biólogos
con el doctor Frankenstein.

pag-12

Lo que sí es verdad es que estamos jugando con fuego. Hay dos formas de
transmitir información: la cultura y la genética. Con la ingeniería
genética se ha conseguido por primera vez que la cultura permita acceder
a la información molecular y que los propios científicos no quieran estar
solos en este asunto. Son los científicos los que piden a la humanidad
normas de actuación en este campo. Ya hay monstruos. Una oca con un
hígado gigante es un monstruo. En realidad, la ganadería y la agricultura
están plagadas de monstruitos. Otra cosa distinta es crear un
Frankenstein. Sí que puede ocurrir; claro que existe un riesgo.
Imaginemos que hubiera una mutación, que alguien se equivocara sin malas
intenciones y creara una cepa del retrovirus del sida que se transmitiera
por vía aérea. Sería una hecatombe. Sin embargo, también aquí el
beneficio puede ser enorme. A lo mejor, con la ingeniería genética, se
encuentra la solución a esta enfermedad tan terrible. Creo que es un
riesgo que merece la pena correr. Lo que hay que quitar a la gente de la
cabeza es ese temor del científico malo que busca dominar el mundo. Esto
sí que es de tebeo. No hay ningún científico tan malo; esa maldad no
existe. No es una casualidad que Sadam Hussein no tenga ciencia, ya que
para tener una comunidad científica no se puede ser como él. El peligro
surge cuando exportamos tecnología o ciencia sin que exista el soporte
cultural adecuado.

El hecho de que los científicos experimenten con animales es frecuente
fuente de polémicas.

Aquí, como siempre, no hay que perder una cierta ética. Todo depende de
la distancia que exista entre el animal y el hombre. A nadie le preocupa
lo que pueda sufrir una bacteria. Ahora bien, un chimpancé despierta
ciertos afectos porque lo vemos mucho más cercano a nosotros. Ha habido
casos en los que el hombre ha hecho grandes monstruosidades. Eso ha
provocado reacciones por parte de gente que ha invadido los laboratorios
y ha soltado animales que, en algunos casos, estaban infectados. El caso
del macaco Bill fue terrible y desató la polémica en Estados Unidos. Era
un mono al que le hacían amputaciones en vivo para ver el efecto que
tenía el hecho de amputar traumáticamente un miembro. Al final, el pobre
macaco no tenía ni brazos ni piernas, era un amasijo de muñones, y había
dejado de comer. Hubo una polémica entre el laboratorio, que lo quería
acabar de matar, y una asociación popular que quería liberarle. Durante
la discusión, el pobre mono murió de inanición. Había decidido no comer
nunca más. En aquel caso, es evidente que el sufrimiento era algo absurdo
porque no se anestesiaba al animal por razones de urgencia científica.
Hay que evitar provocar estos sufrimientos atroces mediante las
confección de estudios previos, que deben exigirse. Claro que hay que
experimentar con animales. Lo que pasa es que el presupuesto dedicado a
la investigación tiene que incluir una partida destinada a minimizar el
sufrimiento de los animales.

Divulgadores científicos de la talla de Isaac Asimov y Jacques Cousteau
coinciden en señalar que el mayor peligro al que se enfrenta el ser
humano es la superpoblación.

Es cierto; aunque, para mí, hay otro problema anterior a la
superpoblación, el de la distribución de la población. Uno de cada tres
argentinos vive en Buenos Aires; uno de cada dos españoles vive en una
gran ciudad... El problema estriba en que nos empeñamos todos por vivir
en el mismo sitio, respirar el mismo aire y trabajar en el mismo metro
cuadrado. Tampoco puedo comprender que las tres religiones más
importantes del planeta tengan sus lugares sagrados en los mismos veinte
metros cuadrados. Creo que Dios se equivocó, ya que esa concentración de
lugares sagrados sólo provoca conflictos. El problema de la
superpoblación va a existir; pero antes tenemos que solucionar el
problema de la distribución espacial y de la riqueza.

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Un día de psicofonía

Fco. Solano Jiménez Iglesias
(Del grupo Apeirón de Córdoba)

Federico nos había invitado a pasar un día de campo en su chalet. El día
de campo consistía en pasar junto a la piscina la mayor parte de éste,
para lo cual llevábamos bocadillos para el almuerzo y la comida fuerte la
haríamos por la noche. Al llegar, lo primero que hicimos fue poner
música, cambiarnos de ropa y darnos un chapuzón que duró una hora.

Más tarde, cuando nos acordamos del hambre que teníamos, nos sentamos,
discutimos y comimos, luego preparamos café, lo tomamos nos adormilamos
un poco; pero pronto decidimos incorporarnos y jugar a las cartas hasta
que llegó la hora de irnos unos cuantos al centro de la ciudad, donde
habíamos quedado en recoger a más gente.

Al volver, nos metimos todos en la piscina; pasó el tiempo hasta que se
fue poniendo el sol. Salimos, nos secamos y nos pusimos a jugar al 1-2-3,
juego preparado con preguntas improvisadas por Federico y Mª Jesús,
mientras habíamos estado fuera. El juego fue divertido; yo quedé
finalista pero ganaron Ester y Carlos Tomás.

El caso es que el día hasta aquí era de lo más normal del mundo. Todo
cambió cuando a Federico se le ocurrió hacer una psicofonía. Ya había
anochecido y el campo se hacía un escenario fabuloso para tal propósito.
Cogimos el cassette y nos adentramos entre los matorrales donde se quedó
éste grabando.

Al volver a la casa dispusimos las tareas: a mí me tocó hacer la comida,
mientras que a los demás no les tocó hacer nada. Así es que yo me metí en
la cocina y los otros charlaban, bebían y discutían apaciblemente
mientras el cassette y yo hacíamos nuestro trabajo en nuestros
respectivos sitios.

Había pasado ya casi una hora cuando nos pusimos a comer. A mitad de la
comida se le ocurrió a Federico ir a recoger los elementos de grabación,
que no tardó en traernos a la mesa. Puso el cassette en marcha y lo dejó
mientras comíamos. Pasó un rato y lo único que se oían eran nuestras
voces lejanas; hasta que en un momento determinado se oyó una extraña
nota musical, y entremezclada con nuestras voces. Se nos puso a todos la
piel de gallina. Agudizamos nuestros sentidos y seguimos escuchando;
comíamos con una lentitud asombrosa. Mª Jesús y Mercedes estaban pálidas,
aunque ya enmudecieron del todo al escuchar una voz susurrante que nos
invitaba a salvarle de su martirio. A partir de aquí no dejaron de
escucharse voces y ruidos; incluso el del rugido de un león, hecho que
nos sacó de la duda de que las voces fueran una
broma pesada de alguno de nosotros. La cinta empezó a ponernos histéricos
y suspicaces incluso con los hojas que movía el viento...

Afortunadamente no tardaron en desaparecer los ruidos psicofónicos; a los
que sustituyó la voz de Federico a más revoluciones, tatareando una
canción y diciendo: Se ha acabado por hoy la sesión de psicofonía...

Por supuesto se trataba de una broma ideada por Federico, y la verdad es
que la mayoría de los que estábamos allí lo sabíamos; pero el caso es que
dio resultado; toda la grabación la había realizado él en su casa el día
antes con la ayuda de un sintetizador, un magnetófono y un disco de
efectos de sonido de terror. El truco estaba en desconectarle el cable a
la cabeza borradora del cassette y así, cuando se grabara algo, lo haría
encima de todos los ruidos preparados antes.

Esta historia es totalmente cierta. La he escrito porque creo que es un
claro ejemplo de cómo se puede intervenir y modificar sobre este tipo de
actividades. Un truco que para nosotros fue una broma puede haber sido la
estrategia de un engañabobos de esos que tanto proliferan hoy
en día.

En otros temas, ya sean de espíritus, como de ovnis o de demonios no sé
qué trucos puedan utilizarse, pero de lo que sí estoy seguro es de que
los hay.

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La astrologoadicción

Nicolás Brihuega

Entre las varias manifestaciones pseudocientíficas, la astrología es la
que, quizás, cuenta con mayor popularidad. Basta echar un vistazo al
panorama editorial para encontrarnos de lleno con revistas, diarios,
semanarios económicos o políticos en los que no falta el apartado
dedicado a los horóscopos. Se llega incluso a rivalizar por ofrecer en
las páginas astrológicas el discurso de los más renombrados profesionales
como si de la pluma de un Nobel se tratara. Personajes de la vida
pública, entre los que se encuentran artistas, famosos de la farándula y
la jet, miembros de la variopinta clase política (todos aquellos que
pertenecen al pelotón de los snobs y los postmodernos)arrastran una
caterva de astrólogos, futurólogos, videntes, mágicos sanadores de todas
las patologías reales e imaginarias, en un largo etcétera de avispados
personajes que conforman esa grotesca Corte de los Milagros para la que
la tan cacareada postmodernidad es un vergonzoso plagio de los cultos y
supersticiones más añejos.

Pero, ¿por qué esta eclosión de la Astrología y doctrinas afines? Como
cualquier otra manifestación pseudocientífica, la creencia en los
horóscopos obedece en su origen a un conjunto de causas de doble
carácter: sociales y psicológicas a un tiempo. Causas profundas,
derivadas en última instancia del tipo de organización económica propio
de una sociedad como la nuestra, con una acusada división del trabajo y
una creciente sofisticación del hecho científico. Causas profundas, es
cierto, pero no por ello inasequibles a una análisis mesurado y diáfano
realizado con el auxilio de una concepción racional del mundo y sus
tensiones; un análisis más efectivo cuanto más se soslaya toda concesión
a emocionalismos e hipótesis apresuradas que nada explican.

El creyente en la astrología, al igual que el creyente de cualquier
religión, obedece en su creencia a un complicado mecanismo para el que
los anhelos insatisfechos y las frustraciones vitales juegan un papel
prácticamente determinante. En general, a los horóscopo-adictos les
distingue una acusada tendencia a la inestabilidad emocional, originada,
tal vez, en experiencias religiosas fracasadas o en hondos desengaños
experimentados a nivel de lo cotidiano. En el primer caso, perdido el
modelo espiritual clásico por efecto de la crisis de credibilidad de la
teología cristiana tras el embite de la ciencia positiva, buscan un
sustituto que compense los déficits sentimentales ocasionados por un
entorno, íntimo o externo, a todas luces conflictivo. Huida y escapismo
de esa realidad confusa y hostil aparecen entonces como el objetivo
prioritario, como el interiorizado consuelo frente a una realidad
descorazonadora. Cuanto más se intuyen o se sienten sometidos al tumulto
confuso que los rodea (y sin modelos explicativos racionales), más se
abandonan a la fórmula caprichosa del misticismo salvalotodo, panacéico;
de esta forma pueden cargar con el dictado incómodo o favorable escrito
en las estrellas y eludir cualquier brizna de responsabilidad sobre sus
propios actos. Y de paso retornar al limbo de una niñez dejada atrás
encomendando la solución de todo conflicto a una voluntad superior.

Es esa entidad salvifica (el padre perdido y recordado que acogía al niño
en la casa) la que persigue en la forma de una agente extraño situado más
allá de la humana inteligencia, dibujado en la bóveda celeste como el
signo zodiacal.

Enajenado, dividido, ausente de sí mismo (porque la ausencia posee
efectos balsámicos), el creyente aspira a redimirse en el edificio
esperanzador de su fe. No queda más que el individuo aislado al que la
astrología y su clero propone salvaciones individuales, ritos
purificadores, sortilegios mágicos manufacturados por el astrólogo
chamán. Una panoplia, en suma, de procedimientos escapistas sucedáneos de
la religión (al fin y al cabo, y a pesar del rechazo histórico y la
condena del catolicismo, el paralelismo con la fenomenología religiosa es
algo más que casual: religo, su raíz etimológica, significa unir). El
astrólogo busca unir al adepto consigo mismo, recomponer la unidad
perdida en el crisol de una superstición con miles de años de antigüedad
y, de paso, llenarse los bolsillos con unos pingües beneficios que crecen
en la proporción en que lo hace la desazón existencial de su feligresía.
Disponen de editoriales, grupos de presión económica interesados en la
apología de su ciencia. Si quienes abogamos por el empleo del método
científico en el estudio de los fenómenos, gozásemos siquiera de la
décima parte del auditorio que se permiten las diversas

pag-15

corrientes pseudocientíficas, no daríamos crédito.

Pero está claro que vivimos un ciclo histórico en el que Razón y
pensamiento experimentan un reflujo de serias proporciones. Un cielo del
que no puede aventurarse su fin (somos bastante más modestos que los
clarividentes astrólogos). Podemos, a lo sumo, realizar una lectura de la
dialéctica histórica y descubrir en el pasado las condiciones de cambio
precisas para un giro de timón en el futuro. Un giro favorable a las
expectativas del pensamiento racional. Y, afortunadamente, y por mucho
que el peso de las apariencias actuales provoque el pesimismo, el rastro
dejado por la Historia demuestra la transitoriedad de la actual etapa
(podríamos extendernos, pero necesitaríamos demasiado espacio para entrar
en detalles).

Nuestra época está marcada por la polémica contracorriente, por la
singladura intelectual en solitario del pensamiento crítico y científico.
Pero, ¿cuándo ha contado la Razón con el apoyo de la mayoría? Nunca. De
ahí la necesidad de este articulo.., y de cuantos le han precedido con un
espíritu análogo.

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El carbono 14 y la Sábana Santa, ¿vencedor o vencido?

Luis R. González Manso

A lo largo de los siglos, las distintas religiones que han florecido en
nuestro planeta, han ido acumulando un sinnúmero de reliquias, pruebas
palpables y evidentes de la veracidad de sus afirmaciones. Con la llegada
del Racionalismo y la instauración de la metodología científica, muchas
de ellas quedaron despojadas de todo su misterio al ser examinadas
críticamente. Sin embargo, en el caso del Cristianismo, (como corresponde
a la religión preponderante en el Primer Mundo) si creyésemos los
titulares de prensa, ha ocurrido todo lo contrario.

Efectivamente, la misteriosa Sábana Santa de Turín, que supuestamente
envolvió el cuerpo de Jesús hasta su resurrección, ha sido convalidada
por la ciencia.

Ya hacía años que la imagen en negativo plasmada en dicha tela admiraba a
creyentes y curiosos, pero después de los estudios realizados en octubre
de 1978 por el comité STURP (al que se quiso vincular con ese paradigma
americano de la tecnología avanzada que es la NASA) quedó demostrada
científicamente la plasmación tridimensional de la figura de Jesús en el
lienzo merced a una milagrosa y desconocida energía, naturalmente divina.

A partir de ese momento, los grupos dedicados al culto de dicha reliquia
adquirieron nuevos bríos (y financiación) lanzándose por todo el mundo a
difundir la buena nueva. Incluso se inventaron un curioso neologismo para
dotar de mayor credibilidad científica a este empeño: la sindonología.

En varios países se fundaron asociaciones (1) y se organizaron
conferencias, seminarios e incluso congresos internacionales (Bolonia 89,
París 89, Cagliari 90, etc.) donde supuestos expertos de desconocido
prestigio exponen sus teorías preferidas y van aportando más y más
pruebas en favor de sus creencias, sin cuestionarse nunca los datos
iniciales. Así, por ejemplo, se embarcan en discusiones bizantinas sobre
si el leptón identificado en el ojo derecho de la figura es o no de la
época de Poncio Pilato; o si la Sábana Santa estuvo alguna vez en
Inglaterra (postura defendida naturalmente por un inglés); o si el grupo
sanguíneo de Cristo era el AB (ni siquiera donante universal), etc.

Frente a este movimiento pararreligioso, la mayoría de los =ientíficos
continuaron dedicados a sus investigaciones, con la indiferencia habitual
por los temas ajenos a su campo. Sólo algunos pocos escépticos se
atrevieron a alzar la voz señalando los pies de barro (errores y falacias
ad hoc) en los que se apoyaba toda esa idolatrada argumentación,
aparentemente rigurosa y científica.

No obstante, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos y las
cada vez más exageradas afirmaciones que circulaban entre el público,
hubo una cierta reacción de la ciencia oficial. Se elaboraron unos
protocolos estrictos y tras muchos meses de discusiones y cortapisas (2),
sólo 10 años después, en octubre de 1988, aparecían los resultados de la
prueba del carbono-l4, que señalaban inequívocamente que la llamada
Sábana Santa era medieval (entre el 1260 y el 1390 D.C.). La vaca sagrada
de la ciencia oficial bufó aliviada y volvió a su apacible rumiar, dando
vueltas a otros problemas más importantes como el origen del hombre o del
Universo, o la fusión fría, confiada en que poco a poco fueran apagándose
los fuegos de la polémica.

Incluso muchos escépticos, que deberíamos saberlo mejor, volvimos nuestra
atención a otras batallas todavía por luchar, seguros de que nadie podría
negar lo evidente. ¡Qué ingenuidad!

Si acaso, ese momentáneo revés sirvió como acicate para espolear el celo
y fervor de los creyentes, llevándolos a multiplicar sus intervenciones,
charlas y conferencias. Y con ello, captaron la atención de esos medios
de comunicación social que prefieren el sensacionalismo de un
enfrentamiento feroz a reconocer la desilusionadora realidad. Pero había
que mantener la ventajosa imagen de víctimas, y resulta gracioso leer
docenas de declaraciones públicas llenas de dolidos e hipócritas
comentarios sobre la intoxicación informativa que padecen, olvidando
oportunamente la mayoría (favorable)de artículos en la prensa diaria
recogiendo sus posturas.

A partir de ahí, una vez aposentados en los medios de comunicación se han
seguido

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diversas estrategias de respuesta. Será muy instructivo analizarlas con
cierto detalle.

Unos, los menos, no han hecho ni caso de este dictamen rigurosamente
científico y han seguido proyectando sus creencias en esa peculiar mancha
Roscharch que es la Sábana Santa (3).

Otro, también en pequeño número, aceptan la validez del análisis pero lo
consideran como otro simple dato más, el único discordante y anómalo
(aplicando de nuevo esa útil amnesia selectiva que les permite olvidar
las detalladas críticas que se han realizado a todos y cada uno de los
estudios favorables -4-), y buscan sepultarlo bajo una continua avalancha
de nuevos datos aparentemente fiables y que apuntan todos en una misma
dirección. Así, realizan meticulosos análisis documentales anteriores al
año 1300, en busca de inequívocas referencias a la Sindone, o bien,
señalan cómo la Sábana Santa ha tenido una influencia innegable en el
arte religioso cristiano del primer milenio (y no al revés, como algún
simplista podría pensar).

Ello refleja seguramente el gran calado que la democracia ha conseguido
en muchos espíritus, impulsándolos a extender su influencia a campos
hasta ahora reacios, como la Ciencia: cada trabajo un voto, y ganará la
mayoría, sin importar la calidad de los mismos.

Pero la gran mayoría es realista y se empeña en lo que sabe que será un
combate donde sólo puede haber un vencedor, y como en las Cruzadas, Dios
está con ellos. Al principio tratan de mantener la compostura, la
oposición es clara pero comedida. Se exponen las deficiencias y puntos
débiles del método de datación (pureza de las muestras, calibración,
etc.). Se hace mucho hincapié en la evidente contaminación sufrida por la
tela a lo largo de los siglos (hasta un 10% de su peso), llegando incluso
a darle la vuelta a los resultados, considerando que al no haber
diferencia entre los obtenidos con las muestras intactas y las sometidas
a limpieza, se hacía inevitable una radiación divina (5).

Para aquellos creyentes poco duchos en análisis sofisticados (de
sofistas), resulta más reconfortante apelar a la autoridad. Y en el caso
de la datación por carbono-14, quién mejor que su inventor, el Nobel W.F.
Libby. Según una entrevista muy difundida (y que merecería la pena
contrastar) el profesor Libby afirma que en dicha investigación, se han
cometido fallos garrafales (6).

También resulta oportuno leer la Biblia. Divide y vencerás. Sembremos
pues la discordia entre los investigadores. Gran difusión alcanza una
carta del profesor Tite, coordinador del Museo Británico, donde afirma:
no considero que los resultados, prueben que sea una falsificación. (Vaya
forma de darle municiones al enemigo). Otra carta aparece recientemente
en la propia revista Nature para informar de unas declaraciones del
profesor Woefli, también coautor del estudio, en la prestigiosa revista
francesa contra-Reforme Catholique, señalando grandes contradicciones en
el informe final presentado (7).

Cuando esto no es suficiente, se pone claramente en cuestión el método de
datación (claro que sin hacerlo delante de su inventor) señalando algunas
famosas meteduras de pata. Curiosamente, las mismas siempre falsean la
edad haciéndola más antigua de lo que en realidad es, justo lo contrario
de lo que ahora se afirma, pero entre las risas que provocan nadie parece
darse cuenta de esta contradicción.

Incluso se habla de otros análisis por carbono-14 realizados a la Sábana
Santa en 1982 y que dieron resultados muy dispersos. También resulta muy
efectivo montar un gran revuelo sobre los gravísimos quebrantamientos del
protocolo establecido (criticas que todos los estudios favorables han
evitado por el expeditivo sistema de no seguir ninguno)

Y en cualquier caso, siempre queda la posibilidad de apelar a lo que se
quiere probar. Ha sido la propia energía divina durante la resurrección
(una aniquilación sin precedentes de algunos protones según afirma el
profesor Eberthar Linder -9-) la que ha rejuvenecido la tela justo en la
proporción deseada. Un engaño nada extraño en un Dios que se molesta en
crear fósiles para que los no creyentes duden que fuimos creados en el
4004 A.C.

Sumergidos ya en este mundo de confabulaciones cósmicas, resulta fácil
desde la atalaya privilegiada de la fe, descubrir en todo ello un
demoníaco montaje de las oscuras fuerzas ateas, que no dudan en realizar
un descomunal fraude en el muestreo, rompiendo todos y cada uno de los
protocolos, introduciendo una muestra de tejido de la fecha deseada y
obteniendo así un dictamen desfavorable, por el cual el profesor Hall
sería premiado con un donativo de ¡un millón de libras! (10).

Tras este persistente y polifacético contraataque, la opinión pública ha
quedado desconcertada, confusa, y sólo desea un poco de tranquilidad.
Ante la duda, y bien adiestrada por décadas de publicidad, se deja
arrastrar por los más vociferantes.

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Por otro lado, una vez más, el método científico ha sido denostado y
socavado ante la gente de la calle, incapaz de distinguir el grano de la
paja. Y son los escépticos los que tienen que cargar con la etiqueta de
dogmáticos y cerrados de mollera.

Y el círculo se cierra. Como puntilla final, aparece el Sudario de
Oviedo, como una reliquia complementaria que según demuestran rigurosos
análisis forenses (11) cubrió el rostro de Jesús... y esta vez
milagrosamente, desaparecen todos los fallos y deficiencias del método
del carbono-l4, ya que ahora sí se obtiene una fecha apuradamente
compatible (entre los siglos l y VII) (12).

En resumen, el pensamiento escéptico quizá ganó la batalla del carbono-
14 (bastante éxito es que al menos se hiciese), aunque a nivel de la
calle haya quedado como un método plagado de errores y poco fiable, pero
la Guerra Santa la está perdiendo claramente. No basta una reacción
puntual, es necesaria una labor crítica insistente y continua para poder
contrarrestar eficazmente la propaganda tendenciosa. En este mundo cruel
no basta con tener razón, hay que repetírselo a la gente hasta que se
entere, especialmente si el mensaje va contra alguna de sus
reconfortantes creencias.

Notas

(1) En España, el Centro Español de Sindonología, Avda. Antiguo Reino de
Valencia, 53- Valencia, que edita el boletín Lintheum.

(2) Skeptical Inquirer. Vol. XII, nº 3, Spring 1988, pags. 231-232.
(3) Así, Antonio Ribera (sí, el ufólogo), en Karma-7, nº 96, afirma que
el ser retratado en la Sábana se trataría de un hombre sobrenatural, al
sobrepasar el canon de belleza ideal clásico de Praxíteles (ocho
cabezas... de altura). O según una carta de los sempiternos ummitas, el
hombre de Sindone sería un simple mutante, no el Hijo de Dios (Añadiendo
de paso que en 1928 la Sindone auténtica fue cambiada por una falsa).

(4) Skeptical Inquirer, Vol. VI, nº 3, Spring 1982. Número especial de
crítica sobre la Sábana Santa.

(5) Linteum, nº 3, junio 1990. Revista de prensa donde se recoge un
fragmento de un artículo aparecido el Palabra 299, IV-1990 (191).

(6) Linteum, nº 3, junio 1990. Revista de prensa donde se recoge un
artículo aparecido en el diario Las Provincias, 19/04/89.

(7) Nature, Vol. 352, número 6322 (18/07/91), pág. 187.

(8) Linteum, nº 2, diciembre 1989. Una explicación de los resultados del
Carbono 14. Pilar Docavo Lobo. Págs. 5 y 6.

(9) Esta idea fue rebatida en el mismo número de Nature donde apareció el
informe definitivo. Nature, vol. 337, nº 6208, 16/02/89, pág.594.

(lO) Más Allá, nº 27, mayo l99l. La Sábana Santa es auténtica. Carlos
Galicia. Págs. 64-71.

(11) Linteum, nº 4 (Especial). Diciembre l990.

(12) Noticias de prensa. Diario Sur, 8/04/91.

Un par de datos que no he podido resistir la tentación de añadir a esta
magnífica exposición de Luis R. González son:

lº) En efecto, se ha divulgado una pretendida entrevista con el inventor
del método de datación por el carbono-l4 en la que éste expresaba sus
dudas sobre la fiabilidad de la datación de la Sábana. Lo único que hay
de verdad en ello es que realmente W.F. Libby inventó este método. Libby
falleció en 1980. La datación de la Sábana se hizo en el 88.

Como alguna vez expliqué en estas páginas, el bando crédulo excedió mis
pronósticos más estúpidos. Cuando tras conocerse el resultado de la
datación bromeaba apostando con amigos, que lo que dirían a continuación
es que la radiación misteriosa que había impreso la figura había alterado
también la proporción de isótopos, me quedé corto. Lo que han llegado a
afirmar desde entonces algunos científicos, defensores de la Sindone,
convierten esa majadería en algo comparativamente respetable. En
consecuencia, no me extrañaría que ahora, en vez de sonrojarse por este
nuevo desliz adujeran que, efectivamente, eso lo dijo Libby, pero desde

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ultratumba y a un médium argentino (pongamos por caso, con perdón de los
argentinos).

2º) La noticia de una datación por el carbono-14 anterior a la de 1988 la
proporcionan los defensores de la reliquia, ahora. La toma de muestras y
los análisis se realizaron, según dicen, en secreto. Y los resultados no
los dieron a conocer porque presentaban una gran dispersión.

Por un lado, es impresentable que desde ese bando se haya acusado de
quebrantamiento del protocolo al British Museum y a los tres laboratorios
elegidos para la prueba, cuando son ellos quienes previamente, sin
control de nadie, en secreto, a su antojo, han tomado muestras y
analizado el tejido, y como no resultó lo deseado, en su momento no
dijeron esta boca es mía. Por otro, la pataleta es muy clara: diciendo
que ya antes había habido fracasos con este método de datación, pretenden
restar valor y determinación ante la opinión pública a la actual prueba.

J.M.V.

Ya que Jesús no se ha resistido a añadir unos comentarios; yo tampoco lo
hago y añado éste:

Es evidente que los sindonólogos llevan razón la Sábana de Turín es
auténtica: es un tela auténtica fabricada con hilos auténticos.

Nostredóminus. El último vidente

Tras muchos lustros estudiando y comparando los libros relevados puedo
aseguraros con toda certeza que todo esto, el mundo, nosotros, el
universo... tiene una razón, un motor...

Que no ha pasado la última ITV...

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La percepción popular de la ciencia en Norteamérica

Mario Bunge

El Profesor Mario Bunge imparte filosofía de la ciencia en la Universidad
McGill de Canadá. Es socio de honor de ARP y del CAIRP argentino.

En este artículo queda demostrado que no sólo en los países
subdesarrollados el pensamiento mágico hace estragos: el autor traza un
desalentador balance del auge de la pseudociencia en América del Norte,
tanto en la población como en los mismos encargados de impartir la
educación, y plantea una seria advertencia sobre la urgente necesidad de
revertir ese cuadro.

Publicado originalmente en Transactions of the Royal Society of Canadá,
con una posterior versión castellana en El Ojo Escéptico, órgano
informativo del Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la
Pseudociencia (CAIRP), a quien agradecemos la cortesía por autorizar su
reproducción en LAR.

En el periodo entre el Iluminismo y la Segunda Guerra Mundial, la ciencia
gozó del respeto general en los países industrializados. Incluso asumió
un rol seductor después de la bomba nuclear; su prestigio llegó a la
cumbre en 1957, cuando el Sputnik fuera lanzado al espacio, y permaneció
en ese lugar de la estima pública durante varios años más. Sin embargo,
la imagen pública de la ciencia sufrió una alteración dramática desde
finales de la década de los 60. Para muchos aparece como el villano
culpable de la carrera armamentista, la degradación del medio ambiente y
el desempleo. Una consecuencia preocupante de este cambio de actitud, es
la aguda declinación, en los últimos años, de la inscripción en carreras
científicas por parte de norteamericanos, ingleses y rusos.

Tanto los científicos como algunos otros saben, por supuesto, que la masa
anticientífica se equivoca, que los individuos que procuran comprender el
mundo no deben ser culpados de los pecados de quienes intentan dominarlo,
y aún destruirlo. Pero aquí no estamos interesados en la ciencia, sino en
el modo como ésta es percibida por el lego, y particularmente por la
juventud. Debemos tratar de descubrir qué fue lo que modificó la anterior
percepción favorable que tenía el público con respecto a la ciencia. Sólo
así podremos encontrar respuestas efectivas para corregir las
percepciones erróneas, antes del derrumbe de la empresa científica
provocado por la falta de interés y desconfianza en la misma.

Analfabetismo científico en la era de la ciencia

Lo primero que debemos comprender para evaluar correctamente el estado
actual de la cultura científica, es el hecho de que el respeto
tradicional por la ciencia no era el resultado de una familiaridad con
los hallazgos científicos, ni mucho menos con el enfoque científico. La
ciencia solía ser respetada de lejos, del mismo modo como hoy se la
denigra: a distancia. El cambio no ha sido tan notable en cuanto al
conocimiento sino a la evaluación. El conocimiento público de la ciencia
siempre ha sido descorazonador. El reciente cambio en su valoración
simplemente ha empeorado una mala situación.

Cuan calamitosa es la situación en los EE.UU. y en el Reino Unido, fue
revelado por una encuesta reciente que mostró que dos tercios de los
adultos británicos creen que el sol gira alrededor de la tierra, que el
50% de los norteamericanos adultos rechaza la teoría de la evolución, y
el 80% cree que la astrología es una ciencia (ver Culliton, 1989). Otra
encuesta, conducida por la Asociación Internacional para la Evaluación
del Desarrollo Educacional, entre estudiantes de 14 años de 17 países
diferentes, encontró que los EE.UU. ocupan el 15º lugar en logros
científicos. Pero aún, desde 1970 los EE.UU. descendieron del 7º lugar al
3º contando desde abajo (Hirsch, 1989).

No conozco la existencia de ninguna encuesta realizada en Canadá sobre
conocimientos científicos. Sin embargo, el Servicio

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Americano de Evaluación Educacional, ha conducido un estudio sobre los
alcances científicos y matemáticos de estudiantes de 13 años de edad en 4
provincias de Canadá, y 5 países -EE.UU., Reino Unido, España, Irlanda y
Corea del Sur (ver Byrne, 1989). Los coreanos fueron primeros en ambas
categorías y los americanos últimos. La Columbia Británica compartió con
Corea el nivel más alto en logros científicos. En matemáticas, los
estudiantes provenientes de la Columbia Británica, los angloparlantes de
Nueva Brunswick y los anglo y franco parlantes de Quebec se ubicaron en
los segundos 4 niveles de excelencia. Pero no alardeemos de ello pues
nuestros estudiantes se hallaban por debajo del nivel de los japoneses,
húngaros, holandeses y rusos. Salimos favorecidos de una comparación con
los EE.UU., tan sólo porque bajo la presidencia de Reagan, éstos se
deslizaron a la altura de Tailandia en matemáticas y educación
científica. Las cosas fueron muy diferentes a comienzos de los 60,
cuando, tras el Sputnik, el gobierno de los EE.UU. hizo un esfuerzo
intenso y que tuvo éxito para elevar la calidad de la enseñanza en
ciencias y matemáticas. Las cosas tendrán un cariz más negativo para
Canadá si nuestros gobiernos provinciales y federales continúan brindando
mayor atención a los temas lingüísticos y constitucionales que a los
educativos. Pocos notarán el deterioro si no tenemos información nacional
periódica acerca del grado de conocimiento y de la actitud pública hacia
la ciencia. ¿Es ilusorio esperar que la Royal Society de Canadá conduzca
o encargue una encuesta de este tipo, que sirva de herramienta para los
planificadores de la política científica y de la educación?

Confundiendo la ciencia con tecnología y tecnología con poder

Es probable que el lego crea que la planta nuclear, la computadora, y el
aparato de respiración artificial, son logros científicos. Hay quien cree
que Einstein inventó la bomba atómica y la máquina de viajar en el
tiempo, y muchos otros llegaron a pensar que, en general, la ciencia es
maligna y los científicos son locos que se proponen dominar el mundo. En
suma, hay un doble malentendido, al equiparar erróneamente a la ciencia
con la tecnología y a ésta con la industria y el gobierno.

¿Quién es el culpable de estos malentendidos? Yo opino que ciertos
filósofos son los pecadores originales. Por ejemplo, Francis Bacon, el
fundador del empirismo moderno, quiso reemplazar la escolástica
"filosofía de palabras" con lo que llamó "filosofía de obras". Dos siglos
más tarde, Auguste Comte, el padre del positivismo moderno, acuñó el
famoso dicho "Savoir pour prévoir, prévoir pour pouvoir" ["Saber para
prevenir, prevenir para poder"]. Esta filosofía pragmática alcanzó su
punto máximo con Williams James, quien sostenía que todo lo que tiene
valor económico es verdadero. Ninguno de los tres filósofos distinguía
entre ciencia y tecnología, ni entendía que la tecnología puede ser
utilizada tanto para bien como para mal.

Los científicos saben, por supuesto, que ciencia y tecnología no son la
misma cosa: que sólo los tecnólogos diseñan aparatos o procesos que
pueden tener una utilidad práctica. Los científicos saben que el objetivo
de la investigación científica es la comprensión del mundo, no su
dominio. Sin embargo, cuando escriben propuestas de pedidos de becas para
investigación, pocos resisten la tentación de mencionar una utilidad
práctica sustancial. La mayor parte de las veces tales pretensiones son
directamente falsas, dichas para persuadir a los burócratas, quienes
imaginan que la ciencia otorga poder industrial o político en forma
directa. En cualquier caso, contribuyen a la confusión entre tecnología y
ciencia.

Si se le reprocha la mentira, es probable que un científico argumente que
todos los medios son legítimos para promover el avance del conocimiento
(Muchos físicos que descreen de la posibilidad o la moralidad del
proyecto de la "guerra de las galaxias" usan la misma excusa: que "el
dinero no tiene olor"). Yo opino que esta estrategia maquiavélica es
inmoral y prácticamente perjudicial. Moralmente porque uno nunca debería
hacer nada bajo falsos pretextos. En la práctica, porque los burócratas y
políticos eventualmente descubrirán que las afirmaciones de su utilidad
fueron exageradas y porque, además, es deber de los científicos el educar
a los servidores públicos, a los políticos y a los que pagan impuestos
deben enseñar que la ciencia es un bien en sí mismo y que exigirle
utilidad práctica inmediata significa cortarle las alas a la imaginación
científica.

El dogmatismo religioso

El dogmatismo religioso es, por supuesto, lo opuesto a la actitud
científica, la cual es esencialmente creativa y crítica. El dogmatismo

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religioso es el mayor obstáculo a la adopción de una actitud científica
no sólo porque repudia a la investigación, sino también porque afirma la
existencia de lo sobrenatural que, por vía de hipótesis, está más allá
del alcance de la ciencia. La ciencia es naturalista en el sentido de que
sólo estudia las cosas concretas y busca leyes, no milagros. Más aún, la
ciencia lo hace sin recurrir a revelaciones y sin apoyarse en la
autoridad indiscutible. No es extraño, pues, que la adoctrinación
religiosa en la temprana edad sea el obstáculo más efectivo para el
desarrollo de una mentalidad científica.

Por cierto, una actitud científica puede coexistir con una sincera fe
religiosa -hasta cierto punto. Un conflicto entre ambas es inevitable al
examinar cuestiones tales como la evolución del universo, el origen de la
vida, la progenie humana, la naturaleza de la mente, el origen de las
religiones, y la existencia de un mas allá, que son precisamente los
interrogantes que más interesan al común de los mortales. Las respuestas
a estas preguntas determinan si uno desarrolla una cosmovisión científica
o no.

Como prueba, la evolución es un buen caso. Entre los años 1880 y 1960
aproximadamente, parecía que la mayoría de las iglesias cristianas habían
hecho las paces con la biología evolutiva. Lamentablemente, esto sólo fue
un interludio en la lucha inmemorial entre religión y ciencia. Admitamos
que hoy la evolución es negada en bloque sólo por los fundamentalistas y,
en los EE.UU. por aproximadamente la mitad de la población adulta. Pero,
por más liberal que sea, un religioso no puede admitir que la evolución
ha sido un proceso enteramente natural; si es coherente debe afirmar que
el proceso evolutivo ha sido guiado desde lo alto y que tiene un
propósito definido. Al hacer esta afirmación distorsiona totalmente la
biología evolutiva. De igual modo puede conceder la utilidad de la
neurociencia para la psicología, en tanto pueda considerar al cerebro
como un instrumento del alma inmaterial, inmortal y misteriosa, lo cual
se contradice con la psicología fisiológica y la biología evolutiva. Para
generalizar: la preocupación por resguardar a la religión conduce
inevitablemente a la mutilación de la investigación científica y a la
distorsión de la enseñanza de la ciencia.

Una consecuencia de la aceptación a medias de la ciencia entre quienes se
aferran a las creencias tradicionales es que ninguna organización
religiosa tiene dificultad alguna en hallar laureados Nobel para que la
patrocinen. Otra consecuencia es que la ciencia es a menudo enseñada codo
con codo con la religión, como si fueran conceptualmente compatibles.
Alcock (1981, p.30) halló que más de la mitad de los alumnos de ciencia
en McGill University creen en Dios y en la inmortalidad del alma; apenas
un 15% de ellos rechazaba estas creencias. Evidentemente, la mayoría de
nuestros estudiantes mantiene un enfoque no científico aun cuando logren
dominar técnicas e ideas científicas. No extraña que rara vez se animen a
enfrentar asuntos controvertidos tales como evolución vs. creación, el
problema mente-cuerpo, y las raíces de la creencia en lo sobrenatural.
Como lo hubiera dicho Wilhelm von Humboldt, reciben Unterricht
(instrucción) y no Bildung (formación).

La creencia en lo paranormal

A pesar del espectacular éxito de la ciencia y el extendido uso de
artefactos, y a pesar de la urbanización y educación obligatoria, la
creencia en lo paranormal es desenfrena.

Hay toda una industria de lo paranormal y muchos periódicos, canales de
televisión y editoras son parte de ella. Por ejemplo, miles de diarios en
el mundo entero publican periódicamente horóscopos y difunden profecías
de astrólogos y visiones de médiums -pero no se toman el trabajo de
informarnos si tales alegatos se han visto refrendados luego por los
hechos. Yo mismo he tenido tres relevantes encuentros con la empresa de
comunicaciones CBC. Una vez me solicitaron que sugiriese nombres de
personas quienes estarían interesadas en participar en un programa de
parapsicología. Cuando sugerí un profesor de psicología y un mago
profesional, el periodista se puso suspicaz y preguntó si tales personas
eran escépticos. Al escuchar mi respuesta afirmativa exclamó: "ah, pero
vea, el público quiere creer, no desea escuchar críticas". La segunda vez
me solicitaron para aparecer durante media hora en un programa de la CBC
francesa, pero mi entrevistador se tornó ostensiblemente nervioso a
medida que avanzaban mis críticas, por lo que a los 15 minutos me
interrumpió diciendo: "Ya basta, ya basta, gracias profesor".. Más
recientemente otro equipo de la CBC, el "Citybeat" me entrevistó durante
una hora en mi casa inquiriendo mis puntos de vista sobre el pretendido
hallazgo de una casa embrujada en Montreal, y sobre la creencia en lo
paranormal en general. Lo que finalmente emitieron fue una larga
entrevista con los dueños de la casa embrujada y con el

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exorcista que habían llamado (el actor principal, el fantasma, no se
dignó aparecer en el show). Lo único que apareció de la entrevista que me
hicieron fue un comentario final: "Por supuesto, alguna gente cree que la
creencia en fantasmas es parte de la cultura barata de descarte" [junk
culture].

Por suerte, no todos los medios son irresponsables cuando se trata de
informar sobre ciencia y pseudociencia. Hay algunos espléndidos programas
de ciencia por televisión, tales como Nova y The Nature of Things ["La
naturaleza de las cosas"], así como una cantidad de series ocasionales de
la BBC. Sin embargo, la audiencia que las sintoniza es pequeña comparada
con las comedias "Kitsch". Por otra parte, algunos diarios y semanarios
de influencia no se asocian con lo oculto y ellos, particularmente los
periódicos financieros, proveen información fidedigna cuando informan
sobre ciencia. Por ejemplo The Walt Street Journal y The Economist han
sido sumamente cautos con el alegado descubrimiento de la fusión en frío,
en marzo pasado. Pero estos medios son leídos por una minoría y pocos de
sus lectores son jóvenes que pueden ser atraídos por la ciencia. El
periodismo masivo se desentiende de la ciencia por completo, o presenta
una visión distorsionada dando preeminencia a charlatanes. Incluso la
revista Discover publicó avisos de página entera de la Iglesia de la
Cientología.

En suma, la popularidad de las creencias en lo paranormal, junto al
incremento del fundamentalismo religioso, señalan el renacer del
pensamiento mágico, una marcha atrás del die Entzauberung der Welt, el
cual Max Weber consideraba como la característica de la cultura moderna.

La contracultura

Anteriormente la mayor parte de los intelectuales respetaban la ciencia,
aún sin tener una comprensión cabal de la misma. Más recientemente, el
grueso de la intelligentsia estaba dispuesta a conceder que la ciencia es
el motor de la moderna cultura intelectual. En la actualidad un gran
número de autodenominados intelectuales se han enrolado en la
contracultura, movimiento rebautizado como "New Age" [Nueva Era]. La
mayoría de los seguidores de esta nueva moda rechazan la ciencia; otros
proclaman que el misticismo oriental es la clave de la ciencia moderna y
no pocos rechazan de plano todo argumento racional. Sus palabras gancho
son "insight", "holismo ","espíritu", "sinergia", "natural", y
"ecológico"; unos pocos se aventuran a usar en sentido equivocado los
términos "información", "catástrofe" y recientemente, "caos".

Toda esta gente afirma que la cultura "oficial" =s superficial y está
muerta, que no hay desórdenes mentales sino sociedades enfermas, que la
ciencia es responsable de los armamentos modernos y de la degradación
ambiental. Respaldan a quiromantes, homeópatas, acupunturistas,
psicoanalistas, y hasta curadores por la fe y brujos. Compran cinturones
magnéticos, péndulos, cristales, y toda clase de adminículos que suponen
sirven para diagnosticar y a aún curar enfermedades de todo tipo, desde
el resfriado común y dolores de espalda hasta el cáncer y el SIDA.
Forman, así, la clientela de la "medicina alternativa" (médécine douce) y
de la logoterapia.

Las críticas a la ciencia por ser racional, analítica y reduccionista no
provienen sólo de los pseudointelectuales, ni son los únicos que
profieren especulaciones falsas o incontrastables. Por ejemplo, el
eminente topólogo René Thom, afirma haber construido una teoría biológica
totalizadora que nos permitiría cerrar sin más todos los laboratorios de
biología. El exitoso inventor James E. Lovelock propuso la doctrina Gaia,
según la cual nuestro planeta es un sistema vivo autorregulado capaz de
cuidarse de cualquier cantidad de polución. Sir John Eccles, quien ganó
un premio Nobel por sus trabajos en neurociencia, dice que la mente es un
entidad inmaterial que actúa sobre las neuronas vía telequinesis. Eugene
Wigner, otro laureado con el premio Nobel, enseña que todos los procesos
nucleares, atómicos y moleculares son gobernados por la mente del
experimentador. El científico político Samuel Huntington, de Harvard,
escribe ecuaciones pseudomatemáticas utilizando símbolos que representan
variables tales como "movilización social" y "frustración social", a las
cuales no se toma el trabajo de definir. De modo similar, el profesor
Roben Axelrod, conocido autor de una teoría de la evolución de las
normas, asigna valores numéricos a variables matemáticas indefinidas
tales como "nivel de tentación" y "valentía" con las que alimenta la
computadora.

Más aún, la comunidad académica misma no es sólo consumidora sino
productora de pseudociencia. Y no se trata de que sea indiferenciable de
la ciencia como algunos filósofos afirman. Lo que sucede es que los
especialistas si suelen equivocarse cuando se

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salen de su campo de experiencia; particularmente si tienen una
motivación ideológica. Si tales desviaciones de la actitud científica
fueran examinadas con ojo crítico dentro del campo académico antes de
salir al encuentro de divulgadores y filósofos, serían relativamente
inocuas. Como están las cosas, contribuyen a una visión anticientífica
del mundo, tal como la propugnada por la "New Age".

Filosofía irracionalista

El componente filosófico de la contracultura es el irracionalismo, esto
es, la familia de doctrinas según las cuales la razón es traicionera y
peligrosa, mientras que el instinto, el sentimiento visceral, la fe y la
intuición son confiables. La más extrema versión del irracionalismo
contemporáneo es el existencialismo. Heidegger y sus imitadores son
irracionalistas totales; son ininteligibles, al punto de que los escritos
de Heidegger esperan aún su traducción al alemán. Siendo una filosofía
hermética, o más bien una pseudofilosofía, el existencialismo nunca
hubiera llegado a ser popular. En razón de su esoterismo, todo lo que el
público sabe sobre el existencialismo proviene de las reflexiones de
Woody Allen sobre el ser y la muerte. Sin embargo, una cosa está clara:
los existencialistas odian la ciencia y la lógica, y ésta es una de las
razones por las cuales se explica el apoyo que diera Heidegger al
nazismo.

El ataque que hace el existencialismo a la razón y a la ciencia es
confuso y torpe y suena como si hubiera sido escrito en el siglo XII. Hay
otra táctica más sutil y efectiva: el ataque subjetivista y antirrealista
montado contra la ciencia por el historiador de la ciencia Thomas S. Kuhn
y por el filósofo de la ciencia Paul K. Feyarebend, en los años 60 y 70.
Estos escritores populares sostienen que no hay verdad objetiva, que el
científico crea él mismo los hechos, que las teorías científicas son
aceptadas o rechazadas como si fueran modas, que los sucesivos puntos de
vista científicos son mutuamente "inconmensurables", esto es, no
comparables uno con otro, que no hay criterios definidos de aceptación de
teorías, que cada revolución científica destruye todas las adquisiciones
anteriores, que -aún en el caso de Feyerabend- no hay diferencias entre
la ciencia por un lado y la pseudociencia y la ideología por otro; por
ejemplo, entre la biología evolutiva y la "ciencia creacionista", entre
psicología y parapsicología, entre medicina y curaciones por la fe, y aún
entre ciencia y magia. Publicaciones serias sobre filosofía de la ciencia
han sido desplazadas por libros como Against Method [Contra el método],
The Social Construction of Reality [La construcción social de la
realidad],
Ways of World Making [Las maneras de hacer el mundo], Farewell to Reason
[Adiós a la razón], y La science comme mythe [La ciencia como mito].

Estos enfoques irracionalistas y subjetivistas de la ciencia se han
vuelto populares especialmente entre gente que halla los estándares
científicos demasiado altos, así como entre gente joven bien intencionada
que culpa a la ciencia por los problemas globales que amenazan la
supervivencia de la humanidad. Es sin embargo fácil demoler tales
heterodoxias de moda; por ejemplo, mediante el análisis de cómo se
comparan las teorías científicas entre sí y con los datos experimentales
(ver Bunge, 1983). Pero esto no tiene importancia en esta encrucijada. Lo
que cuenta en relación a la percepción popular de la ciencia es que el
irracionalismo y el subjetivismo no sólo distorsionan la imagen de la
ciencia sino que también contribuyen a su descrédito. Moraleja: si le
importa la ciencia, no pase por alto su filosofía.

La escuela

No es novedad que la escuela elemental y media no enseñan suficiente
ciencia y lo que enseñan tienden a hacerlo de manera dogmática. Esto es,
habitualmente presentan la ciencia como un cuerpo de creencias más que
como un proceso de cuestionamiento, conjetura y prueba, y de
descubrimiento e invención que es en realidad. Más aún, cuando hay algún
trabajo en el laboratorio, es por lo general "sin tocar" ["hands off"], y
lo que tocan ["hands on"], lo hacen ciegamente, sin la preparación
teórica necesaria. Los resultados son el aburrimiento, la extinción de la
curiosidad natural, y la incapacidad de afrontar nuevos problemas
cognitivos.

Parte del problema es, por supuesto, que la mayoría de los maestros de
ciencia han estudiado muy poco sobre el tema y no se sienten cómodos
enseñándolo (ver Atkin, 1983). Por ser graduados de facultades de la
educación, han pasado años aprendiendo cómo enseñar, diseñar curriculums
y manejar escuelas, más que familiarizándose con la ciencia. ¿Cómo se
puede esperar que transmitan un entusiasmo que ellos no sienten? (ver
Hirsch, 1989).

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El libro de texto de ciencia típico no ayuda a modificar esta situación.
Por el contrario, es parte del problema: voluminoso y aburrido, a menudo
erróneo, rara vez con relevancia a los problemas que se encuentran en la
vida real, o con contenido entretenido. En particular, la industria del
libro de texto en los EE.UU., a diferencia de su par británica, se
destaca en la producción de textos voluminosos (y por lo tanto,
caros) y aburridos. Pero reciben tanta promoción que son elegidos
habitualmente con preferencia sobre sus mejores rivales, en especial los
que cuentan con el respaldo -sobre todo en los años anteriores a la era
de Reagan- del gobierno federal o las organizaciones profesionales. Por
ejemplo, en los años 70, sólo el 5% de los distritos escolares
inspeccionados usaron materiales para matemáticas aportados por entidades
federales, y ningún texto de ciencias naturales con respaldo federal fue
usado en más del 25% de los distritos inspeccionados (Jackson, 1983).

Como consecuencia de una pobre preparación profesional pocos maestros de
ciencias en las escuelas elementales o secundarias de Norteamérica han
adoptado la actitud científica. Para peor, la poca ciencia que han
aprendido ha sido con frecuencia insuficiente para arracancarlos de las
creencias tradicionales e inmunizarlos contra las supersticiones más en
boga. Por ejemplo, una investigación reciente sobre creencias de
profesores de biología en colegios secundarios de los EE.UU. revela que
el 34% de ellos cree que Adán y Eva fueron los primeros seres humanos y
que fueron creados por Dios; el 20% cree que la Biblia es una fuente
autorizada y confiable con respecto a temas científicos tales como la
edad de la tierra y el origen de la vida; el 22% cree que el relato
bíblico de la creación debe ser enseñado en la escuela pública como
explicación de los orígenes y el 29% cree que Satán es una persona real
trabajando actualmente en el mundo (Eve & Dunh, 1989). Sería interesante
hacer un revelamiento similar en Canadá, particularmente en Quebec y en
las Praderas canadienses.

La creencia en lo paranormal no está menos extendida entre los maestros
de ciencia. Alcock (1981, p.25) halló que tan sólo alrededor del 30% de
los profesores en la Universidad York eran escépticos sobre la percepción
extrasensorial, y encontró que tan sólo el 8% de los estudiantes en la
Universidad McGill (en los cursos de tercer año) eran escépticos. No
sería sorprendente si encontrásemos resultados similares entre los
maestros de escuela elemental. Cuando mi hija cursaba el tercer grado en
una buena escuela privada de Montreal, la mayoría de los libros de la
biblioteca de clase tenían como temas la percepción extrasensorial, el
triángulo de la Bermudas y otros del mismo tenor. En 10 años ha recibido
más enseñanza en la así llamada educación moral y religiosa, que en
física o química. Y, por supuesto, el conocimiento de la historia de
Quebec y su geografía se considera más importante que el conocimiento de
la historia y geografía universales, para no hablar de las ciencias
naturales.

En resumen, nuestras escuelas elementales y medias no ofrecen enseñanza
científica adecuada. No es que carezcan de fondos, material o personal
apropiados; nunca han tratado de hacerlo presumiblemente porque las
autoridades educacionales no han aprendido aún que la ciencia es el
núcleo y el motor de la cultura contemporánea intelectual.

¿Qué hacer?

¿Qué se puede hacer para corregir la errónea percepción popular de la
ciencia? Sólo una cosa puede hacerse, y es mejorar la enseñanza de la
ciencia y de la historia y filosofía de la ciencia. Esto puede y debe
hacerse en los 3 primeros niveles de aprendizaje, y también en los medios
de difusión y en la industria editorial.

Necesitamos una reforma escolar radical que pueda llevar a nuestras
escuelas al nivel de las mejores de Europa y del Lejano Oriente. Esto se
puede obtener con un mejor entrenamiento de los maestros -en particular
laboratorios, equipos de experimentación científica y libros de texto- y
el doble de horas semanales dedicadas a la ciencia y a las matemáticas en
todas las escuelas primarias y secundarias.

No obtendremos mejores maestros de ciencias de las existentes facultades
de educación y de los colegios de estudios superiores de enseñanza,
puesto que éstos son por lo general bastiones del conservadurismo y
enfatizan el método de enseñanza a expensas del contenido. Más aún,
algunos tales como la Facultad de Educación de la Universidad de McGill,
ni siquiera ofrecen un grado de Bachiller en Profesorado de Ciencias o de
Matemáticas. En lugar de eso, ofrecen programas de religión (protestante,
católica, judía), francés como segundo idioma, educación física,
económica, doméstica, etc. No están actualizados.

Si queremos elevar la enseñanza de la ciencia y las matemáticas debemos
pasar por alto

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las Facultades de Educación y los Profesorados en los Colegios de
Estudios Superiores y estimular a las escuelas para que tomen a gente
competente como maestros que enseñen tales materias, por ejemplo,
graduados en matemáticas, ciencia o ingeniería. Estos individuos pueden
inicialmente carecer de habilidad didáctica, pero la obtendrán con la
práctica. Al menos sabrán de lo que están hablando, y cuando se les haga
preguntas que no sepan contestar, tendrán el coraje de admitir
ignorancia, y la voluntad y competencia para encontrar las respuestas.
Los libros de texto sólo se pueden mejorar si son los científicos quienes
los escriben. Hay algunos ejemplos imitables en este campo, como los
textos de ciencia elemental británicos, mejicanos y cubanos.

El experimento mejicano es particularmente interesante. Cerca de dos
décadas atrás, el Ministerio de Educación de Méjico comisionó a algunos
de los mejores matemáticos, científicos naturales y sociales del país a
escribir libros de texto de nivel elemental. Estos resultaron excelentes:
no sólo exactos sino también comprensibles y atractivos. El gobierno los
publicó y distribuyó libremente entre la población escolar.
Lamentablemente este esfuerzo prontamente se frustró por la carencia de
maestros cualificados, la falta de medios adecuados y de aulas
abarrotadas. Ninguna reforma puede tener éxito si sólo abarca un sector.
Cada componente del sistema tiene que ser reformado. Podemos concebir e
implementar tal reforma. ¿Por qué no lo hacemos?

Para mejorar el nivel de cobertura del tema científico en diarios,
revistas, televisión y radio habría que jerarquizar la profesión de
periodismo científico. El reportero en ciencias debe estar mejor educado
y recibir una mejor paga. No tenemos suficiente periodismo científico en
Canadá. Es cierto que hay una excelente revista de ciencia popular,
Québec Science, pero es provincial. Y Le Devoir ha incorporado
recientemente a un buen periodista en el área de ciencias, pero sólo le
dan una página por semana. La Gazette de Montreal, también tiene su
página semanal de ciencias, pero toma su contenido de las agencias de
noticias del país vecino. Parece no existir una publicación nacional
sobre temas de ciencia dirigida a maestros y estudiantes de escuelas
elementales. En contraste, el gobierno de Colombia publica CIMPEC, un
excelente mensuario dirigido a ese público: ¿Podría el consejo en
ciencias de Canadá hacer algo similar?

Otra cosa que puede y debe hacerse para mejorar la imagen publica de la
ciencia es multiplicar el número de centros y museos de ciencia.
Necesitamos un centro en cada ciudad de importancia en Canadá que atraiga
miles de visitantes que puedan experimentar, ver espectáculos de ciencias
y escuchar conferencias y cursos en temas científicos. Toronto y Ottawa
tienen sus museos de ciencia popular y un grupo privado de Montreal está
planeando construir un Carrefour de ciencias, técnicas e industrias. Pero
necesitamos muchos más centros como éste, y todos deberían hacer muestras
anuales para atraer a un gran número de visitantes.

Finalmente, a las ciencias de la ciencia, la historia, sociología y
filosofía de la ciencia, se les debería dar más importancia, ya que son
las disciplinas que brindan la imagen formal de la ciencia. Hace 350
años, la Royal Society de Londres fue creada a base del modelo propuesto
por el filósofo Francis Bacon. Hoy la ciencia es menospreciada apoyándose
en caricaturas dibujadas por los filósofos de la contracultura. Los
hombres de negocios saben que el envoltorio, la comercialización y la
publicidad de sus productos es tan importante como los productos mismos.
¿Cuándo aprenderán los científicos y los profesores de ciencias que esto
también se aplica a sus productos? ¿Cuándo cesarán de sentir
desprecio por las ciencias, mientras mantienen obsoletos puntos de vista
filosóficos, históricos y sociológicos de la ciencia?

Conclusión

La ciencia y la tecnología se encaminan a una grave crisis en
Norteamérica. Se estima que en los EE.UU. harán falta medio millón de
científicos e ingenieros a comienzos del próximo siglo (Powledge, 1989).
Asumiendo que el caso canadiense sea similar, podemos esperar un déficit
de alrededor de 50.000 científicos e ingenieros para el comienzo del
siglo XXI.

Este déficit se debe a diversas causas: la declinación de la natalidad,
el menor apoyo gubernamental a la educación, el aumento del gasto militar
y su correlativo desprecio de talentos, la diseminación de la
contracultura y la crecientemente negativa imagen popular de la ciencia.
Este último factor no debe ser subestimado, ya que la elección de una
carrera es un asunto psicológico determinado en gran medida por el
estatus adjudicado socialmente a cada carrera. ¿Por qué deberían los
jóvenes dedicar sus vidas a la ciencia si se les dice que la ciencia es
aburrida, no muy diferente de una ideología,

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responsable de todos los problemas corrientes del globo, y ni siquiera
muy prestigiosa? ¿Por qué deberían volcarse a una carrera científica si
sus líderes filisteos los exhortan a buscar fortuna y poder antes que
conocimiento y servicio? ¿Y por qué deberían sufrir un largo y penoso
entrenamiento si pueden hacer buen dinero rápidamente con un título
ordinario?

No es milagro que alrededor del 60% de la plana mayor de los profesores y
de los graduados en matemáticas, ciencias naturales e ingeniería de las
universidades norteamericanas sean extranjeros. Hasta ahora la huida de
cerebros del tercer mundo compensaba nuestro déficit en materia gris.
De ahora en adelante no deberíamos contar con el aporte de cerebros
extranjeros porque la mayor parte de los países del tercer mundo ha
comenzado a declinar, rápida, profunda y tal vez irremisiblemente en la
mayoría de los casos. Si no entrenamos a nuestros propios matemáticos,
científicos naturales e ingenieros nadie lo hará por nosotros.

Afortunadamente, tenemos los medios para evitar la amenaza de decadencia
científica y tecnológica. Nos podemos preparar para la paz y así liberar
enormes recursos humanos y materiales para aplicarlos a lo social.
Podemos mejorar el respaldo a la ciencia básica. Podemos mejorar la
enseñanza de la ciencia reclutando maestros de los programas de ciencia
más que de las facultades de educación. Podemos mejorar la calidad de los
libros de texto y la cobertura periodística, interesando a los
científicos en la educación científica y en la popularización de la
ciencia. Y también será de interés para la industria, que está sufriendo
una severa escasez de personal técnico (ver Pearson, 1989).

Resumiendo, la imagen pública de la ciencia se ha herrumbrado en la dos
décadas pasadas. Sin embargo, los países industrializados tienen los
medios para corregir esta distorsión y evitar el amenazante descenso de
la ciencia y la tecnología a través de la acción individual y colectiva.
¿Lo harán a tiempo para evitar la caída irreversible de la civilización
industrial? En particular, los gobiernos federales y provinciales de
Canadá ¿se darán cuenta a tiempo que Canadá no entrará en el próximo
siglo como una nación civilizada si continúa siendo el país
industrializado con la menor inversión en investigación y desarrollo y
cuyas autoridades educativas muestran pocos signos de preocupación sobre
el penoso estado de la ciencia y la tecnología?

Referencias

Alcock, J.(1981) Parapsycology: Science or Magic? Oxford and New York:
Pergamon Press. (Nota de los editores: la edición inglesa ya está
agotada, pero hay una edición francesa todavía en venta, se titula:
Parapsychologie: Science ou Magie?". Editorial Flammariom. Paris 1989.
Precio 145 FF.)

Atkin, J.M. (1983). The improvement of science teaching. Daedalus 112
(2): 167-87.

Berger, S.,M.L. Dertoukos, R.K. Lester, R.M. Solow and L.C. Thurow (1989)
Toward a new industrial America. Scientific American 260 (6): 39-47.

Bunge, M.(1983) Treatise on Basic Philosophy, vol.6: Understanding the
World. Dordrech and Boston: Reidel.

Byrne, C. (1989) Overthaull urged for math teaching. Science 243:729.

Chantillon, G. (1987) Les Professeurs de l´UQTR et la croyance au
paranormal. Sceptiques de Québec Nº3:5-8.

Culliton, B.J. (1989) The dismal state of scientific literacy. Science
243:600.

Eve, R.A. & D. Dunn (1989) High School biology teachers and
pseudoscientific belief: passing on it? Skeptical Inquirer 13: 260-63.

Hirch, E.D., Jr. (1989) The primal scene of education. New York Review of
Books, March 2,pp.29-35.

Jackson, P.W. (1983) The reform of science education: a cautionary tale.
Daedalus 112 (2):143-66.

Pearson, R. (1989) Turning the switch on skills, Nature 337:488.

Powledge, T.M. (1989) What shall we do about science education? The AAAS
Observer, supplement to Science 5, May 1989.

pág-28

Nota en torno al artículo homeopatía: Último balance (Aparecido en LAR,
Núm.20).

Víctor Sanz Larrinaga

Aunque con excesivo retraso (debido a nuestro funcionamiento editorial)
conviene hacer dos breves observaciones al artículo mencionado, y, más
concretamente, al término que allí figura como fibrosite.

En primer lugar, hemos de destacar que la palabra fibrosite es francesa y
su traducción castellana corresponde a fibrositis (en lengua inglesa es
también fibrositis). Además, en medicina, y más concretamente en
reumatología, se usa como término sinónimo: fibromialgia (en inglés:
fibromyalgia).

En segundo lugar, hay que hacer hincapié en que este tipo de procesos se
incluyen en lo que en otro lugar (La psoriasis y el milagro de los peces,
LAR. núm.2l) hemos descrito de forma irónica como presa fácil de médicos
alternativos, y ello en razón de su carácter complejo: evolución
incierta, causa mal conocida, influencias psicológicas evidentes, etc. No
en vano hasta fecha relativamente reciente no se fijaron criterios
uniformes de diagnóstico clínico (Fibromyalgia syndrome: an emerging but
controversial condition. Goldenberg DL, JAMA 1987), y aún así persiste la
discusión.

En suma, se confirma una ves más cómo los farsantes eligen sus victimas y
procedimientos para obtener sus éxitos. Sólo nos resta agradecer a M.
Rouzé haber escrito el artículo y a nuestro compañero J. Armentia haberlo
traducido para LAR.

Afis science...et pseudo-science

Cahiers bimestriels de l'Association Française pour l´Information
Scientifique

Redactor Jefe: Michel Rouzé

Comité de Redacción: Jean-Pierre Adam. Patrick Bollé, Henri Broch,
Dominique Caudron, Yves Galifret, Maurice Gross, Jean-Claude Pecker,
Michel Rouzé y René L. Seynave.

Suscripción anual (6 números). 160 Francos Franceses.

Los podéis pedir mediante un giro postal a:

Ccp afis 21 000 00 P París. Francia.

Una magnífica revista que nos abre una ventana racionalista a lo que
ocurre en el mundo de las paraciencias francés. Normalmente hacen un
fuerte hincapié en el tema de las medicinas alternativos. Hace años su
lucha fue contra el fraude paramédico organizado por los curanderos
psíquicos de las Filipinas. Hoy su caballo de batalla es la homeopatía,
memoria del agua y otros milagrosos polvos de la Madre Celestina.

Para que veáis un ejemplo de su proceder podéis adquirir el trabajo
titulado Chirurgiens á mains nues. Se trata de un trabajo de 17 páginas
que se publicó en 1977. Solicitarlo enviando 28 Francos a la cuenta
postal (CCP) antes indicada.

pag-29

¿La astronomía frente a la astrología?

Javier E. Armentia. Planetario de Pamplona

Texto de la ponencia presentada en los XI Jornadas Nacionales de
Astronomía, celebradas en Murcia los días 12 a 14 de octubre de 1990.

En mayo de este año se dio a conocer a los medios de comunicación un
manifiesto suscrito por 258 astrónomos, astrofísicos y otros científicos
que trabajan en nuestro país en el que mostraban su preocupación por el
incremento en la acogida de las supersticiones astrológicas. La
iniciativa partió de miembros del Departamento de Astrofísica de la
Universidad Complutense de Madrid. Este manifiesto era el mismo que en
1975 firmaron 186 científicos americanos entre ellos 20 premios Nobel.
Fue también el comienzo de una serie de debates, de artículos y de
contramanifiestos de los astrólogos que aún continúa. ¿Qué razón hay para
este tipo de actuaciones? Se puede decir que la astrología no es sino una
adivinación que incluso nos divierte desde las columnas de los
periódicos, que no hace mal o daño a nadie, y que sus objetivos difieren
tanto de los de la astronomía que es realmente una pérdida de tiempo
organizar cruzadas contra ella. Más aún, esta campaña podría incluso
desprestigiar la labor seria de los científicos... Obviamente, no soy de
esta opinión. Como comentaba Andrew Fraknoi, de la Astronomical Society
of the Pacific, en la misma línea que astrónomos como Carl Sagan o Bart
J. Bok, aquellos de nosotros con experiencia en temas científicos tenemos
la responsabilidad de dar a conocer al público, en forma clara y rotunda,
los hechos acerca de las pseudociencias tal como los comprendemos (1). El
se refería en general a temas tan diversos como los OVNIs, la astrología,
las ideas de Velikovsky, el creacionismo, el triángulo de las Bermudas y
demás historias de esta calaña. Todos los medios de comunicación recogen
los más peregrinos hechos (muchos sólo presuntos) sobre las fronteras de
la ciencia, pero bien pocas son las ocasiones en que al lado de las
afirmaciones crédulos aparece una opinión racional, científica,
escéptica. Parece que la opinión escéptica no vende, no es interesante, o
peor aún, es reprobable. Cuando uno pregunta si a un presunto psíquico se
le han puesto las condiciones de control necesarias, si había un mago al
quite de posibles fraudes, rápidamente se le tacha de provocador. Lo
mismo sucede si pedimos a un astrólogo que demuestre que su práctica vale
de algo, si pretendemos que demuestre él sus afirmaciones. Sin embargo,
cuando queremos comprar un coche de segunda mano, nadie se enfada si le
echamos un vistazo al motor, o si llamamos a un amigo mecánico para que
compruebe que todo va bien. El escepticismo parece estar permitido salvo
en las pseudociencias. Lo que quiero destacar es que muchos de estos
temas (en especial la astrología) tienen que ver con la astronomía, la
actividad que os ha hecho venir a estas Jornadas, la afición a la que
dedicáis tanto tiempo. Creo firmemente que como conocedores del tema, los
aficionados a la astronomía también tienen una responsabilidad en este
asunto, y una gran posibilidad de acceso a los medios de comunicación de
la que los astrónomos profesionales, pocos y demasiado atareados,
carecemos. Puede que pocos de vosotros hayáis dedicado a la astrología
algo más de tiempo que el necesario para pasar de página en la revista,
puede que no se os haya planteado nunca la necesidad de explicar el tema
a alguien que os haya confundido con un astrólogo. Pero más bien muchos
tendréis en vuestro haber alguna que otra explicación más o menos agria
sobre el asunto... Por esta razón, mi contribución pretende proporcionar
unas cuantas armas con que poder enfrentarse a charlatanes y demás
augures. Algunos argumentos se han comentado ya en diversas revistas
españolas y en artículos extranjeros (2). Aquí me centraré en algunos
aspectos que se han tratado menos.

pag-30

¿Que es la astrología?

Conviene centrarnos un poco en el tema de discusión. De esta manera no
nos perderemos por las innumerables escuelas astrológicas -opuestas entre
si- y podremos ir directos al meollo de esta práctica. Hay una astrología
popular, la de los horóscopos de la prensa, que predice en cierto modo lo
que a uno le puede pasar, según la fecha del año en que se nació. No la
voy a discutir, pues los mismos astrólogos no le conceden la menor
importancia. Ellos incluso la condenan con más saña que los escépticos,
como lo han confesado en público cuando se les ha echado en cara la
existencia de estas prácticas. Por cierto, nunca me han logrado explicar
por qué no han sido ellos los primeros en arremeter contra los horóscopos
diarios. Más aún, me consta que algunos de ellos viven de estas columnas
astrológicas, o que al menos les proporcionan un dinero y un nombre
conocido. Está claro que la existencia de esta astrología favorece un
clima de aceptación a la astrología seria, situación que a los
profesionales del tema les viene muy bien. Aunque me desvíe un poco del
tema, quiero comentar aquí que una de las cosas que más me han llamado
la atención de los astrólogos con quienes he tenido el gusto de dialogar
ante los medios de comunicación es la facilidad con la que descalifican a
sus colegas. Cada vez que uno les muestra que los astrólogos no han
conseguido probar sus afirmaciones, que sus predicciones son bastante
malas, siempre argumentan que lo que pasa es que hay mucho advenedizo en
el tema, que hay mucha gente aprovechándose de la astrología para sus
fines (económicos) pero que ellos son serios y científicos. Volviendo a
la definición de astrología podríamos establecer un axioma principal de
la misma: Las posiciones de los astros en un cierto momento son
relevantes para caracterizar persones o sucesos, y su estudio es posible
(3). Por supuesto, también se suelen levantar horóscopos a animales u
objetos, pero lo podemos olvidar por el momento. Nótese que dentro de
este supuesto básico se encuadran muchas diferentes concepciones
astrológicas: los diferentes horóscopos occidentales, mayas, chinos,
japoneses, etc.; las astrologías deterministas y las influenciales; la
astroeconomía, la astromundial -sucesos de índole internacional-, la
astrología meteorológica y tantas otras. La astrología más difundida es
llamada natal. En ella el momento en el que se evalúa la influencia
astral es el del nacimiento, y la caracterización varía desde el aspecto
físicopsíquico hasta el futuro, las ocupaciones, los momentos propicios o
aciagos y muchos más cosas. Hay que tener en cuenta que hay astrólogos
que dicen que su práctica es una disciplina científica, pero también hay
los que hablan de su arte. En el Diccionario de la Lengua Española, la
astrología se define como un arte adivinatoria, y en este sentido,
deberíamos emplear en vez de astrología el nombre de astromancia. Hay que
tener en cuenta que etimológicamente la palabra astrología se refiere al
estudio de los astros, cosa que no es real (bien pocos astrólogos
actuales se interesan por el firmamento real), mientras que gran parte de
la astrología es más una adivinación, una mancia. En cualquier caso, el
planteamiento frente a los astrólogos que se autoproclaman científicos es
claro: para que una actividad sea ciencia tiene que participar de las
características del método científico; tiene que plantear unos postulados
claros y demostrarlos. No me cansaré de decir que en la labor científica
el peso de la demostración cae sobre quien hace la afirmación. Esto es
importante, porque si alguien asegura que el cielo ejerce una determinada
influencia sobre algo o alguien, él debe demostrarlo. No tenemos por qué
intentar demostrar que no es así. Por eso, no voy a entrar a discutir en
demasía el asunto de cuál puede ser la fuerza con que actúan los planetas
sobre nosotros. Hablaré de diversas propuestas y de por qué no son
creíbles. ¿Qué hacer ante los que dicen que lo suyo es arte, es una
poesía de la relación hombre-cosmos? En este caso, no hay por qué
invalidar la astrología, pues ellos siempre se van a defender en que lo
suyo es un arte. Claro que según dicen esto se descalifican ellos mismos.
El planteamiento más sencillo es el siguiente: Si lo suyo es arte, es
poesía sin nada que ver o que hacer con la realidad, aún así me parece
que por el dinero que cuesta una carta astral cualquier persona puede
comprar buenos libros de poesía, y de paso fomentar la cultura... ¿Por
qué no hacen su astrología por amor al arte? En serio, no creo necesario
iniciar cruzadas en contra de las creencias de la gente. Aquellos
astrólogos que abominan de la ciencia, que hablan de creencias o de arte,
quedan aparte de toda esta crítica que hago. No quiero avivar luchas
entre ciencia y religión, que normalmente no han llegado a ningún puerto.
Por cierto, puede servir de ayuda algo que saca de quicio a cualquier
astrólogo, y es que le comparen a los que leen la mano, echan las cartas
o usan la bola de cristal. En realidad, la astrología tiene más que ver
con estas supersticiones adivinatorias que con la ciencia. Y ellos
malamente lograrán demostrar lo contrario, por

pag-31

mucho que digan que sus estudios son matemáticamente serios o que, como
me ha dicho más de un astrólogo, que sus tablas planetarias son las de la
NASA. Por cierto, que esto es falso la mayoría de las veces: he estado
inspeccionando las tablas usados por varios astrólogos y lo que he podido
ver es que los programas que usaron para calcularlas estaban basados en
algunos de los que la NASA tenía para lo mismo. Afortunadamente, aun con
los problemas actuales de presupuesto, los científicos de la NASA no se
dedican a levantar horóscopos.

La astrología no es la madre de la astronomía

Algo que les encanta comentar a los astrólogos es el origen común de
astrología y astronomía. Ellos lo exageran hasta decir que primero fue la
astrología y que posteriormente (en el siglo XVI o XVII) se separó la
astronomía. Por supuesto, astronomía y astrología fueron juntas durante
gran parte de nuestra historia. No es necesario aquí comentar las
diferencias entre una y otra (aunque los periodistas suelen necesitar
este tipo de explicación), que se basa ni más ni menos en el método
científico. Lo que pasa es que ni la antigüedad de la astrología supone
un aval para ella (la esclavitud es tan antigua o más, y no por ello
buena..) ni es cierto que la astronomía naciera como hija de la
astrología. En efecto, los primeros intentos que podemos encontrar en la
cultura referidos a la astronomía se relacionan con la necesidad de
establecer un calendario y de medir el tiempo (4). Es evidente la
importancia que una cultura que depende de la naturaleza debió dar el
método para saber cuándo se podían plantar los diferentes cultivos,
cuándo era la época de recolección, qué animales podrían cazar y cuándo..
El establecer un calendario supuso un enorme trabajo de observación de la
naturaleza y del cielo, que proporcionaba un reloj evidente. También
debió darse bastante al principio la asociación entre ese reloj inmutable
y lo divino, y la relación entre los ciclos celestiales y los humanos.
Surgiría por lo tanto pronto una mitología sobre el asunto, la base de la
astrología. No quiero que lo dicho se interprete como que la astronomía
es anterior, sino dejar claro que la astronomía estuvo desde el
principio, que era útil como tal, y que fue el mismo entorno cultural
el que la asoció a una explicación mítica. Por lo tanto, cuando unos
astrólogos acusaban de complejo de Edipo a los astrónomos, por rebelarse
contra la astrología, la madre, no estaban sino diciendo memeces.

Sobre la historia de la astronomía

Muy en relación con lo que comentaba antes, los astrólogos se regodean en
comentar que grandes astrónomos creyeron y/o practicaron la astrología.
Es cierto que astronomía y astrología fueron de la mano (los mismos
hombres practicaban ambas cosas), pero no es menos cierto que a partir
del siglo XVI la separación es clara. Se suele poner a Kepler como
prototipo de la doble actividad. Pero muy pocos astrólogos comentan que
en aquella época la única forma de ganarse la vida que tenía Kepler era
la de ser el astrólogo del Duque de Wallestein. Es cierto que la
inclinaciones místicas de Kepler le hacían creer en una relación entre el
Cosmos y el hombre, pero él mismo reconocía que una mente acostumbrada a
la deducción matemática, cuando se enfrenta a las defectuosas bases [de
la astrología], resiste mucho, mucho tiempo, como una mula obstinada,
hasta que, empujado por las derrotas y las desgracias, pone el pie en ese
sucio lodazal (5) Queda clara cuál era la opinión de Kepler respecto de
la práctica astrológica, tal como era en su tiempo, que es lo mismo que
decir tal como es ahora, porque apenas si ha variado... Newton suele ser
utilizado también por los astrólogos. Se cuenta una anécdota en la que
Edmund Halley le reprochó a Newton su interés sobre la astrología, pues
éste había hecho un informe sobre ella en la Cámara de los Lores. Por lo
visto, Newton le contestó: Señor, yo he estudiado el tema, usted no (6).
Un testimonio bastante impresionante, que se ha aplicado varias veces a
los astrónomos que firmamos cartas contra la astrología. Sin embargo,
T.S. Cowling, profesor de matemáticas en la Universidad de Leed,,
investigó la supuesta historia, y descubrió que el contexto de la
contestación de Newton es muy diferente del dado por los astrólogos.
Aparentemente Halley le criticaba a Newton su interés en la religión
cristiana y en la Biblia, nada respecto de la astrología (7). Es cierto
que Tycho Brahe practicó y creyó en la astrología. Para él, todo lo que
había en el mundo tenía un sentido, y los planetas servían para predecir
catástrofes. Pero ello no es de extrañar en la época en que vivió,
sabiendo que además de la astronomía también practicó la alquimia. No se
menciona normalmente a Galileo quien abominaba de todas las sinrazones
astrológicas de Kepler. En definitiva, los autores de la revolución
copernicana, tan a menudo empleados por los astrólogos para justificarse,
tampoco proporcionan un argumento contundente a favor de la

pag-32

astrología. Algo similar sucede con gente de nuestra época, como Carl
Sagan. Me ha sorprendido que durante estos debates que ha provocado el
manifiesto español, no hayan recordado los astrólogos (quizá no lean
demasiado...) que Sagan no quiso firmar el manifiesto americano. En
realidad, si no lo hizo fue porque no le gustaba el tono, un tanto
autoritario, porque no merecía la pena hablar del mecanismo de la
astrología, y no porque creyera que era válida. Es bien conocida por el
contrario su postura militante en contra... A quien siempre citan es a
Carl Gustav Jung. De hecho, muchos astrólogos españoles tienen (si acaso
leves) conocimientos de psicología. (Como veremos más adelante la
psicología puede decir mucho en este tema...) Dejando aparte que Jung se
creyera casi todo lo referente a lo paranormal, como muchos de la escuela
psicoanalítica (en el fondo el psicoanálisis no es sino una
pseudociencia), la verdad es que investigó mucho la astrología, hizo
pruebas y concluyó: los resultados de estos estudios son claros y no hace
falta ningún tipo de comentario: no existe correlación entre los rasgos
de carácter de los individuos y los signos bajo los cuales han nacido.
Por supuesto, esto no lo citan los astrólogos que invocan a Jung para
justificar un mecanismo de actuación de los astros sobre las personas, a
través de resonancias, de fenómenos acausales, de sincronicidades,
arquetipos y semejantes desatinos.

La precisión que no era

Un punto fundamental en la discusión sobre la astrología es mentar una
vez más el tema de la precesión de los equinoccios. Este hecho, conocido
desde antiguo es tenido en cuenta por algunos astrólogos -los llamados
sidéreos- pero no por los demás -llamados trópicos. (Los astrólogos
españoles suelen decir sideral o tropical, una mala traducción del
inglés, como hablan de tiempo sideral en vez de sidéreo y de año tropical
en vez de trópico) Los astrólogos se enfadan mucho cuando se les dice
que, debido a la precesión, los signos del zodiaco y el cielo no
concuerdan. Se enfadan tanto que intentan contraatacar acusándonos a los
astrónomos por emplear el término punto Aries, que tampoco está en Aries,
y cosas por el estilo. Sin embargo es importante este desfase entre
constelaciones y zodiaco astrológico por una razón: las características
de los signos tienen mucho que ver con el animal que las representa en el
zodiaco. Este hecho no es sino una ley de analogía común a muchas
prácticas de origen mágico. Como en el vudú el muñeco es una
representación del hombre, como en la auriculoterapia la oreja representa
el cuerpo humano, como los homeópatas dicen en su principio lo similar
cura lo similar, en la astrología tenemos esta transmisión de analogías
por todos los lados. Dos ejemplos claros:

* La constelación de Pisces representa a unos peces. Sabemos que los
peces viven en el agua, así que este signo Piscis será un signo de agua.

* El planeta Marte es rojo. La sangre es roja. La sangre se vierte en
guerras y catástrofes. Así que a este planeta le llamamos como el dios de
la guerra, y su influencia será en este sentido.

Por supuesto no todo funciona así, pero en general podemos hablar de que
la astrología plasma las características de las constelaciones zodiacales
en los nativos de una cierta época, precisamente cuando el Sol atraviesa
esa constelación. Sabemos que las constelaciones no son sino arbitrarias
agrupaciones de estrellas, que están a diferentes distancias de nosotros,
que tienen diferentes tamaños sobre la eclíptica, que de hecho hay
catorce y no doce constelaciones zodiacales (hay que añadir Ophiucus y
Cetus), que otras culturas veían cosas diferentes (las doce
constelaciones zodiacales chinas son bastante diferentes, sólo en unos
pocos casos podemos hacer una relación. Por otro lado, los babilonios
tenían primitivamente dieciocho y no doce signos...) Pero es que además,
las fechas que nos dan para cada signo no son válidas, con lo cual la
influencia -la que sea- no tiene nada que ver con el cielo, sino acaso
con la órbita de la Tierra alrededor del Sol. En resumen: la astrología
bien poco tiene de logia y bien poco de astro. Como decía, la astrología
la sidérea considera los signos de manera diferente y sí tiene en cuenta
la precesión. Pero entonces tenemos dos prácticas irreconciliables dentro
de la astrología: ¿qué pasa si juntamos a un astrólogo de cada escuela?
Deberían cada uno justificar su visión del asunto, tirarse los puñales
ellos... Pues no, aun siendo obvio que una diferencia de casi dos signos
(de casi 60º)cambia las cosas terriblemente, entre ellos se arreglan
bastante bien, al menos cuando están delante del enemigo común (un
científico en el caso del que hablo...) Digo esto como muestra del poco
interés que existe entre los astrólogos por poner en claro las
contradicciones de su doctrina.

pag-33

La visión geocéntrica

Cuando comentamos que la visión del mundo que proporciona la astrología
es geocéntrica los astrólogos arremeten como fieras. Por supuesto que
ellos saben que la Tierra da vueltas alrededor del Sol... ¿Seguro? Hay un
punto importante en todo este asunto y es que casi todas las escuelas
astrológicas consideran que una conjunción es muy importante, pero para
los planetas interiores a la Tierra no diferencian entre conjunción
superior o inferior. Esto es evidentemente una consecuencia del origen
geocéntrico de la astrología. Sabemos sin embargo que la distancia varia
enormemente sea un caso o el otro. Hay bastantes astrólogos (yo me he
encontrado con unos cuantos) que justifican su visión geocéntrica del
tema porque al fin y al cabo se habla del efecto sobre el hombre, que
está aquí en la Tierra. ¿Qué pasará cuando haya colonias espaciales?
Seguro que logran adaptar su práctica a estas cosas... Sólo nos queda
por saber si la influencia de la Tierra será buena o mala.

La astrología es para latitudes bajas

Un aspecto que se suele olvidar es que el origen de la astrología
occidental se dio en latitudes en torno a los 30º. Una parte fundamental
del quehacer del astrólogo supone levantar las casas, que vienen de
proyectar el horizonte sobre la eclíptica. Los puntos de corte son lo que
se llama el ascendente y el descendente. La proyección del primer
vertical da los puntos llamados MC e IC (medio cielo y cielo inferior)
Con ellos se divide el circulo en doce secciones, de tamaño variable,
según la latitud, que se denominan casas. Hay diversos sistemas para
realizar esto, que se llama domificación, que coinciden para un lugar en
el ecuador, peto que divergen según nos acercamos a latitudes altas. Para
los polos no hay forma de hacerlo, y para lugares más allá del circulo
polar sucede que es normal que todos los planetas se encuentren por
debajo del horizonte, en las casas de I a la VI. Sucede que para los
astrólogos, un planeta en una casa bajo el horizonte supone un aspecto de
la personalidad que no se desarrolla. Esto quiere decir que mucha gente
del norte del mundo debe tener personalidades vagas, sin desarrollar...
Evidentemente, esto resulta bastante increíble.

A vueltas con los planetas

Los astrólogos pocas veces logran explicar porqué introducen en sus
horóscopos planetas descubiertos posteriormente a la configuración de la
astrología por Ptolomeo. O por qué no se habían dado cuenta de que antes
las cosas no iban bien al faltar esas influencias. Urano (Herschel,
1781), Neptuno (Galle, 1846) y Plutón (Tombaugh, 1930) son usados en
muchos de los horóscopos como si tal cosa. Más aún, he visto a gente que
incluye algún asteroide como Quirón, que en el tiempo de su
descubrimiento fue considerado el décimo planeta. Es probable que se
descubran más planetas. Es un hecho que en el sistema solar hay muchos
más cuerpos que los planetas, no hace falta que los enumere. Nunca me
han logrado explicar por qué unos valen y otros no. Por otro lado, más
allá hay cuerpos muy masivos y muy luminosos, todo el zoo astrofísico,
que parece no importar para nada. Atención, porque resulta que un
astrólogo me contestó a esto diciendo que lo que pasaba es que las
estrellas están muy lejos, y por lo tanto su efecto es conjunto...
¡Impresionante! Resulta que no consideran las distancias dentro del
sistema solar, pero sí los de más allá. Resulta curioso ver cómo los
efectos de los planetas tienen que ver con su nombre, como ya se había
comentado al hablar de las similitudes. Aun concediendo que los nombres
de los planetas conocidos desde la antigüedad tuvieran realmente algo que
ver con sus efectos, ¿cómo explicar lo que sucede con los nombres de
Urano, Neptuno o Plutón, nombres de los que conocemos la historia? Por
ejemplo, Urano se llamó durante un tiempo Herschel, aunque su descubridor
le llamo Georgium, en honor del rey de Inglaterra. O Plutón, a quien le
dio el nombre una niña de once años. Por cierto, que he leído en algún
texto de astrología que el nombre tiene relación con el perro Pluto de
Mickey Mouse. Todo esto es falso, pero no deja de ser gracioso... (¿Walt
Disney influenciándonos desde el cielo?) Un hecho curioso, que tampoco ha
salido a la luz en el debate que se viene dando en España es la teoría
que John A. Nelson publicó en 1951 sobre las perturbaciones en las
radiocomunicaciones. (Lo dicho: los astrólogos españoles casi no se
enteran de lo que se cuece en el mundo. Algo que me ha sorprendido es la
poca capacidad que muestran para debatir con argumentos interesantes, me
imagino que por desconocimiento). Resulta que analizando los días en que
se producían perturbaciones en las comunicaciones en onda corta, este
americano encontró una correlación con las

pag-34

posiciones planetarias heliocéntricas de Mercurio, Venus, Tierra, Marte,
Júpiter y Saturno. Cuando don planetas se encontraban a separaciones
angulares de 0, 90, 180 o 270 grados, había perturbaciones. Sus gráficos
eran impresionantes y la estadística parecía fiable. Esto concordaba con
la idea de que la influencia de los planetas venia por una distorsión de
la magnetosfera terrestre, algo que algún científico había propuesto no
sólo para este caso sino también para la actividad solar. ¿Cómo explicar
esto? P. Ianna y CL. Margolin, astrónomos del Observatorio McCormick en
Charlottesville, Virginia, estudiaron el caso (8), encontrando que si
sustituían los días de las posiciones críticas de planetas por fechas
aleatorias la distribución era la misma. Más aún, Jean Meeus, el conocido
astrónomo aficionado belga logró una correlación similar (incluso más
aguda) entre los días de perturbación radio y las fechas en que los
satélites rusos de la serie Cosmos habían caído a la Tierra o habían sido
recogidos (9). En definitiva, esto nos recuerda el gran peligro que
entraña el trabajo estadístico. En este caso tenemos dos muestras de
fechas aleatorias (o casi): los días de perturbación, y los días de
posiciones relevantes de ciertos planetas. Y logramos una correlación
que, evidentemente no supone una relación causa-efecto. Lo mismo se puede
aplicar a las supuestas relaciones entre posiciones planetarias y
actividad solar, o variaciones en el campo magnético de la Tierra.

La batalla de la Luna

La Luna es la favorita de los astrólogos. Como produce los mareas que
vemos en el mar, es fácil justificar su influencia sobre los terráqueos,
que al fin y al cabo tenemos una alta proporción de agua (un 80%).Como
comentaba I. Kelly, este silogismo es semejante al siguiente: Los perros
tienen cuatro patas. Los gatos tienen cuatro patas. Por lo tanto, los
gatos son perros. (10) Esta teoría, llamada de marca biológica, fue
propuesta y explicada por el psiquiatra Arnold Lieber (11). Más aún, se
relaciona la Luna con el periodo menstrual (aunque las estadísticas
muestran que no hay tal correlación..), se habla de lunáticos, de
asesinatos durante la Luna llena, avalado por estadísticas, por
declaraciones de policías y médicos. Realmente, si uno mira
cuidadosamente los estudios, encuentra que hay de todo: unos a favor y
otros en contra. Lo cierto es que en los estudios no se considera la
existencia de otros factores (por ejemplo, que la Luna llena caiga en fin
de semana, o a finales de mes) que pueden introducir sesgos importantes.
Peor aún, un efecto que se detecta en una población no puede ser
reproducido en otra cercana. En definitiva, resulta muy sospechoso todo
esto de la Luna. Por otro lado, si uno echa cuentas, como hicieron Culver
e lanna (12), el efecto de marea es bastante dudoso. Para que la marea
sea importante, se tienen que dar dos condiciones: el cuerpo tiene que
tener una gran masa y grandes dimensiones. Está claro que esto se
verifica para los océanos. Pero no para un río o un lago, en los cuales
apenas si se detecta marea. Por supuesto, en una persona este tirón de la
Luna es despreciable. Y además es mucho menor que el de objetos o seres
cercanos. Por ejemplo, sobre un niño que está naciendo, la madre ejerce
una fuerza de marea unos 12 millones de veces mayor que la Luna. La
comadrona a su vez produce una marea sobre la criatura de 2 millones de
veces la lunar. El hospital a su vez contribuye con 7 millones de veces
la marea lunar. Algunos hacen recaer el efecto de la Luna en una especie
de resonancia, de manera que el leve efecto lunar se ve multiplicado.
Esto es como aquello del ejército que pasaba un puente y tenían que
romper el paso, para evitar que la vibración entrara en resonancia y se
rompiera el puente. Lo que no explican, como no lo hace un astrónomo
inglés, Perey Seymour, entusiasmado con esto (ver referencia 5), es qué
órgano es el que entra en resonancia, o como se produce. Como comentaba
un astrofísico amigo mío, lo único que es cierto en el tema de la
influencia lunar es que casi todos los asesinatos se producen o bien la
semana antes o bien la de después de la Luna llena o la Luna nueva...Todo
lo demás, es falso.

El efecto Marte

El psicólogo francés Michel Gauquelin, (junto con su esposa) se ha
convertido, desde hace unos años, en una referencia obligada por todo
astrólogo que quiera justificarse. Tras diversos estudios sobre
astrología, en los que invariablemente mostraba cómo no funcionaba en
absoluto, encontró un hecho curioso. Analizó las fechas de nacimiento de
unos 2.088 deportistas de élite franceses, y descubrió que gran parte de
ellos tenían a Marte en el momento de nacimiento bien saliendo sobre el
horizonte bien justo tras su culminación. Dada la respetabilidad de que
entonces disfrutaba Gauquelin se hicieron muchos estudios sobre su
trabajo. La historia es

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larga y complicada, pero conviene destacar unos cuantos puntos
interesantes:

* para que funcionara el efecto Marte los partos debía de ser naturales.
No iba bien con las cesáreas o partos provocados;

* cuanto más famoso era el deportista, mejor. Esto se ha dado en llamar
efecto créme-de-la-créme;

* algunos deportes no valían, por ejemplo el baloncesto era un desastre,
por lo que se le eliminó de la muestra.

El haber realizado esta selección para mejorar sus resultados pone
bastante en entredicho todo el trabajo...) Un comité belga propuso
diversos tests, que no fueron cumplidos por completo por la investigación
de Gauquelin. Por otro lado, los deportistas americanos no mostraban el
efecto (salvo si la muestra la escogía Gauquelin) Los deportistas que no
fueran agresivos (según definición de Gauquelin)tampoco lo mostraban. En
resumen, aunque podría realmente haber un efecto, la investigación no era
correcta, ni la estadística aplicada adecuada. Se sucedieron réplicas y
contrarréplicas (13), quedándose al final Gauquelin completamente
apartado de la sección seria del asunto, pero encontrando un nuevo hogar
en todos los congresos de astrólogos. Posteriormente ha ido encontrando
nuevas correlaciones: militares, científicos, y un largo etcétera tienen
a ciertos planetas en ciertos lugares de su cielo natal. Gauquelin dice
disponer de una base de datos con varios millones de ejemplos, pero no
puede convencer a nadie de que su efecto no es un artefacto de la
estadística. Finalmente, aunque sus efectos fueran reales, bien poco
sirven de ayuda, pues ni la presencia de un planeta en el lugar adecuado
significa el éxito en cierta profesión ni lo contrario.

La conexión psicológica

Es cierto que muchas personas creen al leer una caracterización
astrológica que ésta es correcta. Pero se han realizado bastantes pruebas
(una recopilación de los mismas se puede encontrar en 14) y queda claro
que la gente se contenta con lo que le digan, sea su carta astral o justo
la contraria. Gauquelin envió a bastantes personas un horóscopo de un
asesino y casi todos le contestaron que lo encontraban muy ajustado a su
personalidad. En esta faceta de lo astrología influye el llamado efecto
Barnum o cliché psicológico, por el cual una afirmación sobre la
personalidad de uno mismo es fácilmente aceptada como propia por
cualquier otra persona. En ello ayudan además otros factores, como el
hecho de que la astrología se nos presenta como un cuerpo doctrinal
perfecto, que nos habla de nosotros que nos justifica algunas tendencias
nuestras y no nos lo achaca a nuestra psique o educación. Parece que si
somos idiotas no es del todo culpa nuestra. También ayuda el tener que
pagar por ello, pues es claro que lo bueno no se da gratis... Aparte de
esto, muchas de las afirmaciones de un horóscopo son bastante vagas, de
manera que es fácil asumirlas. Normalmente sus caracterizaciones son
aplicables a muchas personas. Por ejemplo, si un astrólogo dice que
alguien tuvo una enfermedad de niño, o que en la escuela algunas
asignaturas le resultaban más difíciles (por ejemplo las matemáticas para
una gran parte de la población) es muy probable que acierte. También se
produce un efecto de feedback(retroalimentación) reforzante, por el que
el sujeto, al creer acertadas unas cosas, tiende a creerse otras con las
que en principio no estaría de acuerdo. Otros efectos se producen si la
práctica astrológica se da en una consulta. Me refiero principalmente a
la lectura fría, método empleado por lo ilusionistas del tipo mentalista
que consiste en aprovechar las reacciones inconscientes de las personas
para aprender detalles sobre las mismas. Son efectos comunes a
ilusionistas, adivinos y presuntos psíquicos contra los que se ha de
estar preparado. (Los buenos jugadores de mus o póker suelen hacerlo muy
bien).

Test a los astrólogos

Los astrólogos no resultan ser capaces de demostrar sus afirmaciones. En
el recuadro adjunto se ve un resumen de los diversos tests llevados a
cabo. No se ha logrado encontrar correlación entre la actividad
profesional y el signo, o los planetas, tampoco parece haber signos
compatibles e incompatibles ya he comentado que la Luna no tiene nada que
ver con lo que nos pasa aquí, las predicciones de los astrólogos a los
medios de comunicación son peores que la estimación del IPC anual (los
españoles no superan el 20% de aciertos) y para colmo, uno de los pocos
tests serios que se han realizado sobre la habilidad de los astrólogos
para hacer cartas natales correctas mostró claramente que una elección al
azar producía más aciertos (15). En esta prueba, se guardó un protocolo
de doble ciego (ni el experimentador ni

pag-36

los experimentados sabían si el sujeto a examen era válido para la prueba
o un control), y se les pedía a los astrólogos escogidos por el National
Council of Geocosmical Research, una de las más importantes asociaciones
astrológicas americanas, que eligieran entre los tres perfiles
psicológicos que les daban cuál se ajustaba mejor a la fecha y lugar de
nacimiento que también se les proporcionaba. El perfil psicológico había
sido realizado por psicólogos conforme al CPI (California Personality
Inventory, un test que consiste en 480 preguntas de respuestas verdadero
/ falso que proporciona información sobre 18 rasgos psicológicos del
individuo). Al azar es esperable acertar una de cada tres veces, y aunque
en principio los astrólogos debieran haber acertado en todos los casos,
se consideraba que acertando un 50% de las veces quedaría demostrada su
capacidad. Como comentaba, el resultado era más o menos el del azar (de
hecho un poco menor). Lo curioso del coso es que los astrólogos siguen
sin prestar importancia a resultados como el de Carlson, aduciendo que lo
que pasó es que esos astrólogos eran malos. Por supuesto, se pueden
realizar más tests, y de verdad yo estaría encantado de participar en
ellos si hace falta. Pero evidentemente, para mi ha quedado
suficientemente demostrada la incapacidad de los astrólogos. Y han de ser
ellos los que se encarguen de demostrar la veracidad de sus asertos, como
comentaba al principio.

Concluyendo

Todo lo que se ha venido comentando en este artículo puede no ser más que
agua de borrajas. Aun teniendo en cuenta el impacto de la campaña
antiastrológica, la situación actual es bastante penosa: hay empresas que
consultan a astroeconomistas para sus decisiones, o para contratar
personal, todas los cadenas de televisión tienen su astrólogo e incluso
el Teletexto tiene una sección de horóscopos... Desde luego, yo espero
que unos cuantos os sintáis lo bastante interesados como para profundizar
en el tema. Comprendo que haya muchas personas que piensen que es una
pérdida de tiempo el meterse con la astrología (aunque espero que nadie
de los asistentes se la crea...). Lo considero un tema lo suficientemente
relevante como para en las agrupaciones astronómicas se le dedique un
poco de tiempo, y por eso me gustaría antes de terminar proponer algunas
actividades posibles. Por un lado, se puede lograr una gran difusión
local del manifiesto da los astrónomos manteniendo caliente el debate por
algún tiempo. Las cartas a los periódicos se suelen publicar (aunque no
siempre) y ahí puede haber una pequeña tribuna para difundir ideas acerca
de este tema. Muchos periódicos incluyen predicciones astrológicas en sus
páginas. Muy pocos de ellos, sin embargo, incorporan una sección similar
sobre la astronomía. Una labor de las agrupaciones que veo fundamental es
luchar por que la astronomía sea noticia, aunque sea una vez al mes. No
es complicado para nosotros elaborar una nota de prensa sobre el cielo de
cada mes que, seguro, muchos periódicos podrían incluir. Hubo una
iniciativa en EEUU, promovida por el CSICOP (Committee for the Scientific
Investigation of the Claims of the Paranormal), en la que se envió a
todos los medios de comunicación una nota en la que se hablaba de la
astrología, y se proponía que si decidían continuar incluyendo los
horóscopos, al menos pusieran al principio una nota (como se hace con los
paquetes de tabaco). El texto de la nota no es lo importante, aunque el
que se proponía venía a decir: La siguiente predicción astrológica debe
entenderse solamente como un entretenimiento. Este horóscopo no tiene
nada que ver con hechos científicos o demostrables. Hay que reconocer que
sólo unos cien periódicos y revistas americanos incluyen una nota
similar, pero es un paso adelante. Si los medios de comunicación reciben
cartas en este sentido, quizá consideren la posibilidad de incluir el
aviso. (Esto lo hago extensivo a las televisiones, al teletexto...) Otra
acción que se podría tomar es la redacción de un manifiesto similar al de
los científicos. Realmente, bien poco habría que cambiar en él para poder
dar cabida a los aficionados a la astronomía. Me gustaría poder saber
vuestra disposición a una campaña de este tipo. En España existe una
agrupación que se dedica, como el CSICOP americano, a favorecer la
investigación crítica de los fenómenos paranormales, de las
pseudociencias, y que se pone a disposición de todo aquél que quiera una
información veraz sobre estos temas: Alternativa Racional a las
Pseudociencias, y edita un boletín llamado La Alternativa Racional. No
quiero ser demasiado proselitista, pero me parece que las agrupaciones
astronómicas podrían encontrar interesante la información de ARP, y por
otro lado, en ARP estamos deseosos de poder contar con más gente
interesada en estos temas: somos muy pocos ante tanto charlatán. Su
dirección es el Apartado de Correos 6.112 de Bilbao, distrito postal
48080. Finalmente, os hago un ruego: la información sobre el tema
paranormal y

pag-37

pseudociencias que aparece en los medios de comunicación es muy variada y
muchas veces no nos llega noticias de ella, especialmente si hablamos de
periódicos locales. Si os es posible enviárnosla, os estaríamos muy
agradecidos.

Referencias:

(1) A. Franknoi, 1978, Mercury, Jan-Feb, 21

(2) Entre ellos, en castellano: J.C. Pecker, 1983, Mundo Científico,
no.22, J.E. Armentia, M.A. Sabadell, 1990, Tribuna de la Astronomía, no.
56/57, Julio / agosto, C. Inza, L. Ocaña, 1990, Tribuna de Actualidad, 11
de Junio, A. Hernández, 1990, Conocer, nº. 111, Agosto. Y en inglés: I.
Kelly, 1980, Mercury, Nov/Dec, I. Kelly, 1981, Mercury, Jan/Feb, T.G.
Cowling, 1982, Quarterly J. of the R.A.S., 23, 515, J.Rotton, I. Kelly,
1986, Mercury, May/Jun, A. Fraknoi, 1989, Sky an Telescope, Aug, 146.

(3) J.E. Armentia, 1990, Nuevo Siglo, 13, 129.

(4) O. Neugebauer, 1975, A history of ancient Astronomy, Springer-Verlag.

(5) Citado por P. Seymour, 1990, Astrology: the evidence of science,
Arkana Books.

(6) Según cita una carta del astrólogo Carlos Bogdanich en la revista Más
Allá, julio 1990.

(7) T.G. Cowling, 1977, Isaac Newton and astrology, Leeds University
Press

(8) P.A. Ianna, C.J. Margolin, 1981, The Skeptical Inquirer, Fall, p. 32.

(9) Jean Meeus, 1982, The Skeptical Inquirer, Summer.

(10) I. Kelly, 1981, Mercury, Jan/Feb, p.13.

(11) A.L. Leiber, 1978, The lunar effect, Doubleday. Puede existir una
traducción al español, aunque no estoy seguro.

(12) R. Culver, P.A. Ianna, 1984, The Gemini Syndrome, Prometheus.

(13) Ver el informe múltiple aparecido en The Skeptical Inquirer, Winter
79/80.

(14) G. Dean, 1987, The Skeptical Inquirer, vol.XI nos.2 y 3.

(15) S. Carlson, 1985, Nature, 318 (Dec5), 419.

Recuadro del que se habla en el texto

Test sobre la astrología

* J. McGervey estudió las fechas de nacimiento de 6.457 políticos y 6.634
científicos, encontrando que se repartían entro los diferentes signos
completamente al azar.

* R. Bastedo estudió diferentes características de la personalidad
(liderazgo, inteligencia, extraversión, habilidad artística, hasta más de
veinte) en una muestra de 1 .000 personas. No aparecía ninguno de los
efectos esperables según los astrólogos (preponderancia de algunos signos
según qué cualidad, inhibición de otros).

* R. Culver comprobó para 300 personas diversas características físicas
(tipo sanguíneo, color del pelo, tamaños de diversas partes del cuerpo,
lateralidad altura, peso y muchas más) por ver si había alguna relación
con el signo zodiacal. No apareció ninguna.

* B. Silverman analizó los signos de 2.978 personas casadas y 478
divorciadas, sin poder encontrar tendencia de signos compatibles o
incompatibles. También estudió a 1.600 estudiantes graduados en
psicología, para ver si sus opiniones sobre igualdad, honestidad
intelectualidad y otras

pag-38

tenían algo que ver con el signo. Nada de nada.

* Snell, Dean y Wakefield estudiaron las biografías de dos muestras de
1.500 lideres escogidos al azar, para ver sus rasgos. Según los
astrólogos Virgo es un signo de liderazgo. Sin embargo no había más
nativos de Virgo que de otros signos.

* J.T. Bennet y J.R. Barth estudiaron los signos regidos por Marte y las
listas de reclutamiento en el ejército americano (allí esto es
voluntario...) no encontrando, como cabría esperar según los astrólogos,
que estos signos fueran más abundantes que los otros.

* J. Noblitt intentó comprobar la idea astrológica de que las relaciones
angulares entre planetas (aspectos) en el momento del nacimiento servían
para predecir las características de las personas. No encontró ninguna
relación que lo probara.

* M Gauquelin estudió si había relación entre el signo y la ocupación
para 15.560 profesionales de éxito. Comprobó también si hay herencia
astrológica (el niño tiende a nacer con similares rasgos astrológicos que
la madre o el padre). Lo hizo para 7.946 individuos y 3.923 pares hijo-
padres. También buscó la validad de varios grupos de signos zodiacales,
que se describen como positivos o negativos, (introversión o
extraversión), estudió las triplicidades (signos de cada uno de los
elementos clásicos: tierra, agua, aire o fuego) asociadas a
características psicológicas como actividad, estabilidad o adaptabilidad.
Ninguna de las hipótesis astrológicas pudo confirmarse. El mismo
Gauquelin encontró, a partir de 1975, relaciones entre las posiciones que
ocupaban ciertos planetas en el cielo en el momento del nacimiento y la
ocupación de las personas, especialmente si habían destacado en ello.
Así, Marte para los deportistas (no para los jugadores de baloncesto...),
Saturno y los militares, Júpiter y los políticos. Se crea una comisión
para investigar el efecto, pero los resultados son contradictorios. Todos
los intentos de reproducir sus resultados por otros investigadores han
dado resultados negativos.

* G.A. Tyson examinó relaciones entre la fecha de nacimiento y la carrera
para 10.313 graduados universitarios: no encontró ninguna relación.

* C. Sherin estudió los asesinatos cometidos durante 15 años en la
provincia de Dade, Florida, (en total 1.687) encontrando que se agrupaban
en torno al plenilunio y justo después del novilunio.

* Algo similar observó en Cuyahoga, Ohio (con 2.088 homicidios
estudiados): los homicidios aumentaban en los días posteriores a la Luna
llena y nueva. Las diferencias entre ambos sitios se justificaron por
diferencias en la latitud. Un estudio idéntico realizado por A. Pokornoy
y J. Jachimczyk en el estado de Texas (en Harris con 2.494) no mostró
semejante efecto.

* Cooke y Cooles, y Campbell y Beets analizaron la posible relación entre
fase de la Luna y hechos como suicidios o admisión en hospitales
psiquiátricos, no hallando ninguna, dentro de los errores estadísticos.

* Frey, Rotton y Barry estudiaron las llamadas hechas a la policía
(ambulancia, incendios, violaciones, asaltos, vandalismo, llamadas
obscenas y un largo etcétera, hasta 56 tipos). En 50 de ellos no había
relación con la Luna.

* D. Lester estudió los suicidios (25.137) y homicidios (20.500) en EEUU

pag-39

durante 1973, no dándose relación con la fase de la Luna.

* Kelly, Saklofsky y Culver han publicado este año un estudio en que
comprueban que no hay relación entre la fase de a Luna y desastres
acontecidos en los últimos 150 años (accidentes ferroviarios, en minas,
naufragios, grandes asesinatos y secuestros...).

* R. Cuiver y P. Ianna estudiaron las 3.011 predicciones realizadas
durante 5 años por famosos astrólogos americanos, viendo que no se habían
cumplido más del 10%.

* Un estudio más reducido, llevado a cabo en la prensa española =or L.
.Angulo demostró que como mucho acertaban un 20% de las veces (incluyendo
en ello afirmaciones vagas como "habrá fuegos en los bosques españoles",
"Gibraltar todavía no será español" y cosas por el estilo).

* En el Servicio Geológico de los EEUU se analizaron 240 predicciones de
terremotos de 27 astrólogos. El nivel de aciertos no era mayor del
esperado por azar.

* Cummings et al., Neher, Lackey, Dwyer y Grange, Tyson, Carlson y Dwyer
(otra vez) comprobaron diversas veces (un total de 230 personas) que los
individuos son incapaces de distinguir entre su carta astral y la de otra
persona.

* Dean, entre otros, probó con 22 sujetos que en la carta astral que
creían verdadera un 97% de lo dicho les parecía correcto, frente a sólo
un 12% de lo dicho en la carta que se les había dicho era la opuesta. Lo
curioso es que eso sucedía independientemente de que se les hubiera dicho
la verdad o se les hubiera engañado. El mismo Geoffrey Dean eligió de
entre una total de 1.198 los más extravertidos y los más introvertidos,
según los resultados de un test de personalidad en total 60 de cada
tipo. Las cartas astrales de estos sujetos se enviaron a 45 astrólogos,
principalmente americanos e ingleses, para que ellos discriminaran entre
los dos tipos de personalidad. Otros 45 astrólogos hicieron la misma
selección pero sin cartas. Los aciertos fueron en torno al 50%, es decir,
lo esperable al azar, pero curiosamente, los astrólogos que no emplearon
cartas lo hicieron mejor que los que tenían las cartas astrales...(S.
Carlson hizo un test también sobre la capacidad de los astrólogos de
encontrar la carta verdadera, como se indica en el texto).

pag-40


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Libros

M. Quintana

Instalado como ya está en el mundo civilizado el movimiento Nueva Era
(ritos mistéricos, doctrina del Tercer Ojo y similares), quizá convenga
echar una mirada atrás en el tiempo para averiguar los orígenes
socioeconómicos (las raíces materiales) en los que surgen y se
desarrollan esta clase de nacionalismos populares. Con este propósito
recomiendo un par de obras arrancadas a las fuentes más críticas de la
antropología académica.

Titulo: Antropología cultural.
Autor: Marvin Harris
Editorial: Alianza Editorial (nº 1464, col. El Libro de Bolsillo). 773
pp. Madrid, 1990.
Trad. de Vicente Bordoy y Francisco Revuelta.

Se trata de una nueva edición del antiguo Introducción a la Antropología
Genera. Sorprende ver en él todo un apartado dedicado al creacionismo
científico (ver cap. 2), en un estilo claramente afín al más corrosivo
del Asimov que dedica artículos a la Mayoría Moral. En línea semejante
pueden leerse explicaciones materialistas para el resurgir religioso y
los predicadores televisivos (ver cap. 16).

El impulso más profundo y más característico del despertar religioso en
Norteamérica no es la búsqueda del significado último, sino la búsqueda
de soluciones a los problemas económicos y sociales que no están
resueltos.

Escrito hace más de diez años no sólo sigue siendo válido para el
contexto actual de los U.S.A., sino que confirma el argumento vigente
respecto a las razones de la difusión

Título: La cultura contra el hombre.
Autor: Jules Henry
Editorial: Siglo XXI - 437 pp. México. 1967 (primera edición en
castellano) Trad. de Francisco González Aramburu

En este caso me vais a perdonar por la fecha de su última edición (1975),
que hace que resulte casi imposible dar con un ejemplar incluso en las
librerías más voluminosas. Otra cosa que debo advertir es la irrelevancia
de buena parte de sus capítulos para entender la influencia del
pensamiento irracional y -su otra cara- el recelo mayoritario a la
cultura científica. A este fin tan concreto sólo es recomendable la
lectura de la primera parte (unas 100 páginas aproximadamente). Sin
embargo, no debería ser ello óbice para intentar la búsqueda de un
ejemplar, porque si globalmente es interesante, esta primera parte es
sencillamente magnífica. Tampoco debería menospreciarse por su apariencia
trasnochada, al tener por objeto la cultura norteamericana contemporánea
de los años 60, pues eso no cambia la verdad del origen de esa hostilidad
contra la ciencia, el gran creador de la obsolescencia. Ni menos aún por
el hecho de que el enfoque crítico se inicie con un análisis de la
publicidad y su filosofía monetaria, ya

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que esta resulta ser la clave de una economía de esta enfermedad social
atontadora por el resto del mundo, basada en la obsolescencia
dinámica(tendencia irracional a comprar siempre lo último, para mantener
un sistema productivo a todas luces insatisfactorio} y esa economía es a
su vez sustento material de los modos de pensar, que son el centro de
nuestro interés.

Esta clase de pensamiento -que acepte una prueba que no es prueba- es un
factor intelectual esencial de nuestra economía, ya que si la gente
pensase con cuidado sería difícil venderle (...). Con objeto de existir
económicamente, tal cual somos, debemos tratar con todas nuestras
fuerzas, de ser idiotas (...). El gobierno, con la connivencia de la
gente, permite que se explote la tontería hasta cierto punto, con objeto
de mantener una economía irracional"

Es de señalar que ni el autor ni la obra están dentro de lo que podríamos
llamar militancia contra las pseudociencias. Es más, este concepto ni
siquiera aparece a lo largo del libro, pero seguramente, en los tiempos
que corren, al autor no le sorprendería en absoluto descubrir que hoy
puede ser utilizable precisamente, y sobre todo, desde este punto de
vista.

Nota de R.: Hay muchos amigos de ARP a los que les gustaría poder tener
ésta y otras obras antiguas. En base a ello os rogamos que si la
encontráis en alguna librería de segunda mano a un precio razonable
(menos de 3.000 Pta.) nos lo hagáis llegar a la redacción de LAR
(Apartado 904 / 20080 Donostia-San Sebastián-.)

Algunos libros que queremos conseguir son: "El triángulo de las Bermudas
solucionado" de Larry Kusche, trabajos de Mario Roso de Luna sobre la
teosofía española, etc.

Si algún lector quiere conseguir alguna obra de segunda mano le rogamos
que nos escriba y publicaremos su petición en estas páginas.

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Alternativa Racional a las Pseudociencias.

La asociación Alternativa Racional a las pseudociencias (ARP) trata de
fomentar la investigación crítica de las supuestas manifestaciones de lo
paranormal y los hechos presuntamente situados más allá de los límites de
la ciencia siempre desde un punto de vista escéptico, científico y
responsable, y dar a conocer los resultados de tales investigaciones a la
comunidad científica y al público en general.

Para alcanzar estos objetivos, la asociación:

Mantiene un equipo de personas interesadas en examinar críticamente las
supuestas manifestaciones de lo paranormal y los hechos situados más allá
de los límites de la ciencia.

Está en contacto con asociaciones similares de todo el mundo,
estableciéndose para cada caso el tipo de relación que se estima
conveniente.

Propicia y encarga investigaciones a estudiosos objetivos y neutrales de
las áreas que sea necesario.

Prepara bibliografías de materiales publicados que analizan
cuidadosamente los temas objeto de estudio.

Publica artículos, revistas, monografías y libros que examinan las
supuestas manifestaciones de lo paranormal y los hechos presuntamente
situados más allá de los límites de la ciencia.

Organiza conferencias y simposios, y asiste a los medios de comunicación
para ponerse en contacto con la opinión pública.

No rechaza los hechos a priori, antes de investigarlos, sino que los
examina objetiva y cuidadosamente antes de manifestarse al respecto.

Alternativa Racional a las Pseudociencias (ARP) es una entidad cultural y
científica sin ánimo de lucro. La Alternativa Racional es el órgano
informativo oficial de la asociación.

Apartado de correos 17.026
28080 Madrid