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The rise and fall of Tromfin Lysenko

Autor: Zhores A. Medvedev

Editorial: Columbia University Press, 1969

Formato: libro en tapa dura de 284 páginas

Precio: 77,24 euros

La  historia  de Tromfin  Denisovich  Lysenko  y  su 

nefanda  influencia  en  el  desarrollo  de  las  ciencias 

agrarias y la biología en la difunta Unión Soviética es 

bien conocida. Los efectos de su influjo, tanto en los 

ámbitos científico como tecnológico, han sido puestos 

constantemente como ejemplo de las consecuencias 

que puede tener la posición hegemónica de una pseu-

dociencia y de sus practicantes. Sin embargo, a la hora 

de abordar la explicación de este capítulo, paradigmá-

tico dentro de cuantos componen la historia del pen-

samiento crítico, existe una curiosa tendencia —pre-

sente incluso en ciertos sectores del escepticismo— a 

practicar el reduccionismo y contarlo tomando como 

pieza central y casi única la relación existente entre el 

citado Lysenko y Iósif Stalin, a la sazón líder supre-

mo de la URSS durante buena parte de la carrera del 

primero. El resultado es una conclusión en la que uno 

y otro son presentados como una pareja de analfabe-

tos funcionales que, en un momento determinado, se 

encontraron en una posición de poder y desencade-

naron una catástrofe en el seno de las ciencias de su 

país. Una explicación simple o, mejor dicho, simplis-

ta, para una historia compleja, como queda patente en 

este libro.

Su  autor,  Zhores  A.  Medvedev,  fue  un  científi

-

co ruso que se formó y desarrolló gran parte de su 

carrera durante los días de la Unión Soviética. Esta 

obra, concebida como una historia de la genética en 

la URSS, acabó convertida en un relato del ascenso, 

auge y caída de Lysenko, como deja patente su título 

en inglés. El libro, escrito a finales de los años sesenta 

del siglo pasado —cuando el prestigio y la influencia 

del «científico descalzo» estaban en franca decaden

-

cia—, no superó la censura soviética (lo cual venía a 

dejar patente que el lysenkoísmo distaba mucho de 

estar derrotado) por lo que fue publicado en lengua 

inglesa en los Estados Unidos a partir de original ruso 

que había llegado a manos de un científico del país 

enemigo, por canales un tanto sinuosos. Al otro lado 

del telón de acero se contaba una historia que, sin de-

jar de lado el relato principal —los resultados nega-

tivos de la imposición por parte de Lysenko de unas 

ideas no validadas por la experiencia científica en la 

agricultura soviética— se muestra un capítulo de la 

lucha entre ciencia y pseudociencias, donde los argu-

mentos que se emplearon desde estas últimas fueron 

de orden político y no científico, pero donde Tromfin 

Denisovich, sin tener el contacto o la influencia sobre 

Stalin que él decía tener, distaba mucho de estar solo.

La obra comienza indicando que Lysenko fue, más 

que un creador de posiciones de corte lamarckis-

ta, un continuador de la obra de Iván Vladimírovich 

Michurin, un botánico autodidacta cuyas prácticas 

habían alcanzado gran notoriedad en la época de la 

Unión Soviética. Sus planteamientos, bien diferentes 

de los expuestos por Mendel, Morgan o Weismann a 

la hora de explicar el funcionamiento de la genética, 

daban preferencia a la influencia del ambiente sobre 

la herencia y esto, trasladado al ámbito político, po-

día servir para los fines del recién creado estado. La 

discusión en torno a la adquisición y transferencia de 

características en los organismos vivos de una gene-

ración a otra adquirió unos indeseados caracteres ex-

tracientíficos que, inevitablemente, tuvieron un efecto 

negativo en la ciencia. Los críticos con las tesis de Mi-

churin y, más tarde, con las de Lysenko, fueron tacha-

dos de «mendelistas» o «morganistas» y etiquetados 

como reaccionarios. La ciencia debía ser soviética y 

la defensa de las teorías expuestas por científicos oc

-

cidentales era un signo de traición. Científicos como 

Nikolái Ivánovich Vavílov pagarían con su carrera y 

con su vida la labor de defensa de la ciencia frente a 

unos ataques donde los argumentos distaban mucho 

de ser científicos.

A la hora de contar la historia, Medvedev deja pa-

tente la habilidad política de Lysenko para vender una 

imagen  de  obrero  investigador  —el  «científico  des

-

Sillón Escéptico

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calzo»— y para convertir en apoyos personales meras 

cartas genéricas de felicitación. A su vez, menciona 

un buen número de personas que medraron a la som-

bra de Tromfin Denisovich y que apoyaron sus tesis, 

evitando que las voces críticas fueran escuchadas, de 

palabra o por escrito. La hegemonía del denomina-

do michurinismo-lysenkoísmo es el resultado de una 

labor conjunta, en la que se combinaron, como suele 

suceder en estos casos, la creencia genuina y el opor-

tunismo interesado. Solamente cuando, tras la caída 

de Nikita Jrushchov, la posición política de Lysenko 

empezó a debilitarse, hubo salida para quienes señala-

ban que las afirmaciones de este en el ámbito agrario 

nunca habían sido probadas y para quienes indicaban 

que la biología soviética se había desenganchado del 

tren de la ciencia. 

La obra concluye recordando que, si hablamos de 

verdadera ciencia, esta es universal, no existiendo 

distinciones en este ámbito entre capitalismo y so-

cialismo. Añade que ciertos conceptos de las ciencias 

sociales no pueden ser trasladados a otros ámbitos 

del  conocimiento  y  recalca  que  el  debate  científico 

no puede verse contaminado por argumentos de na-

turaleza ajena a la disciplina en cuestión, como aque-

llos que se emplearon por parte de los lysekoístas 

para desacreditar al sector crítico. En ciertos aspec-

tos, la obra resulta hasta cierto punto profética, pues 

a la hora de recapitular y reflexionar en torno a las 

razones que produjeron aquel desastre para la ciencia 

de su país (así como de otros en su órbita) el autor 

enumera unas razones que bien podrían trasponerse a 

otros duelos entre ciencia y pseudociencias, como los 

existentes entre la medicina y las pseudoterapias, mal 

llamadas alternativas, como la homeopatía (a la que 

se menciona expresamente en el texto). Es, en defini

-

tiva, un recordatorio de la facilidad con que, desde la 

ciencia, se puede caer en las pseudociencias, a partir 

de la asunción de un argumentario basado en criterios 

extracientíficos,  intereses  espurios  o  planteamientos 

personalistas. Por tal razón, y pese a su antigüedad, 

es una obra de lectura imprescindible como vacuna 

contra las pseudociencias.

Luis J. Capote

UMMO. Lo increíble es la verdad

 

Autor: Eduardo Bravo

Editorial: Autsaider División Sesuda, 2019

Formato: Libro en rústica de 224 páginas.

Precio: 16 euros

Si hay un caso particularmente memorable en la 

historia del pensamiento crítico y del magufismo es

-

pañoles, este es sin duda el relativo a «Ummo». En 

un país regido por los designios de un dictador, las 

presuntas visitas de habitantes de otros planetas cons-

tituían una vía de escape y, ¿por qué no?, de distrac-

ción (muy probablemente asumida por administrados 

y administradores).

El autor desgrana los orígenes de un engaño que 

trascendió  sus  teóricos  límites  geográficos  —al  ex

-

tenderse más allá de las fronteras españolas— y tem-

porales —al prolongarse durante casi medio siglo—. 

Nombres bien conocidos del escepticismo y de las 

pseudociencias se acercaron con curiosidad a esta his-

toria en la que diversas personas y no pocos persona-

jes manifestaron haber recibido contactos —vía carta 

mecanografiada o llamada a teléfono fijo— de unos 

turistas venidos del planeta Ummo.

La obra compagina el relato de la historia con di-

versas entrevistas, en las que una posible percepción 

de desconexión respecto del hilo del libro se ve rá-

pidamente cambiada, al explicarse en aquellas la re-

lación entre la persona entrevistada y el fenómeno 

ovni —en general— o la experiencia UMMO —en 

particular.

El resultado es un libro ameno y divertido en el que 

queda patente cómo lo que empezó como una broma 

acabó fuera del control de su inductor. En este punto, 

el autor dedica especial atención a la figura del pro

-

motor principal, José Luis Jordán Peña, cuya ocurren-

cia le convirtió, quizá sin esperarlo, en el artífice de un 

fenómeno analizable desde múltiples puntos de vista. 

Aún hoy hay quienes piensan que los ummitas existen 

y que llevan mucho tiempo entre nosotros, pese a que, 

en el final, su perpetrador decidiera desvelar la verdad 

detrás de esos pretendidos extraterrestres. El uso de 

la simbología ummita en iniciativas más siniestras, y 

directamente delictivas, pudo ser la causa de que Jor-