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duardo Coffman es psicólogo y mago. Su ca

-

nal de YouTube y su web se han convertido 

en puerta privilegiada de acceso y profundi-

zación en el mundo del ilusionismo debido a 

su calidad. Charlamos con él acerca de magia, psico-

logía, ciencia y pseudociencia.

Hola, Eduardo. Encantados de poder hablar 

contigo y muchas gracias por acceder a la entrevis-

ta. Tu formación es en psicología, tienes un Máster 

de Neurociencia Cognitiva y del Comportamiento 

Humano y además eres mago semiprofesional, es 

decir, que compaginas la magia con otras ocupa-

ciones. La primera pregunta es obligada: ¿qué 

tiene que ver la psicología con la magia?, o, ¿qué 

aporta la psicología a la magia y a la inversa? 

¡Gracias, Andrés! Participar en iniciativas como 

esta siempre es un placer. Así es, tengo una licencia-

tura y un máster. Como bien dijo Ascanio, la magia 

está escrita en lenguaje psicológico. Y es cien por 

cien real. Es más, desde que la neurociencia está de 

moda y hay muchos investigadores que han adapta-

do su discurso para hacer su lenguaje más asequible, 

nos encontramos que la magia no solo se compone 

de 

misdirection

timming

 o memoria. La magia pue-

de ir mucho más allá con pacientes con problemas 

neurológicos. Ayuda a la planificación, a la motrici

-

dad fina, desarrolla la empatía, mejora la autoestima y 

adherencia al tratamiento… Esta es la parte más friki 

para aquellos que estén metidos en el mundo de la 

neurociencia. Jon Zabal, mago mentalista y psicólogo 

también, hizo hace tiempo una reflexión muy acerta

-

da: «La psicología saca más beneficio que la magia 

en dicha relación». El mago lleva más de 3 000 años 

engañando, conoce la aplicación de dichos engaños, 

ha dominado la atención del público, ha sabido apli-

car los paréntesis de olvido, etc. Desde que se puso 

de moda investigar la magia, los neurocientíficos (al

-

gunos, magos aficionados) han encontrado la gallina 

de los huevos de oro en nuestro arte. Pueden poner 

un nombre exacto y científico a nuestros principios y 

tienen una aplicación eminentemente práctica a mu-

chos estudios que en laboratorio se presentan bajo un 

Desde que se puso de moda investigar la 

magia, los neurocientíficos (algunos, magos 

aficionados) han encontrado la gallina de los 

huevos de oro en nuestro arte

Entrevista a

Eduardo Coffman

Andrés Carmona Campo

ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico

¿Quién se hizo mago para decir la verdad?

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contexto un tanto aséptico.

Se suele decir en el mundo mágico que la 

técnica

 

(el truco, así dicho vulgarmente) y la 

presentación

 

de un juego de magia aportan un 10 % y un 90 

% respectivamente a ese juego de magia. ¿Tú qué 

opinas de eso, y qué aporta la psicología a cada uno 

de esos elementos del juego de magia?

Como te decía antes, la magia es mucho más que 

un 90 %. La magia, como cualquier otra actividad, 

es un proceso que envuelve numerosas funciones de 

nuestro cerebro y mente. Por lo tanto, en un juego de 

magia se plasman aspectos que van desde los que ya 

sabemos, como la atención, el 

timming

, la memoria… 

Pero, ¿qué me dices de las expectativas que tenemos 

al hacer el juego? ¿Cómo afectan esos resultados al 

siguiente juego? ¿Y la autoexigencia? ¿Y el síndro-

me del impostor? En fin, aún se puede ampliar más la 

mira y analizar la magia desde otros prismas que nos 

ofrece la psicología.

Una de las ramas del ilusionismo más contro-

vertidas es la del mentalismo: la ilusión de que se 

producen efectos mentales imposibles. Es la más 

controvertida porque es la única en la que el públi-

co podría llegar a pensar que 

realmente

 presenció 

un fenómeno paranormal de telepatía, telequinesis 

o algo así. Quiero decir, cuando alguien ve el juego 

de la mujer serrada, no cree que de veras estuviera 

partida en dos, pero cuando ve un efecto de predic-

ción o telequinesis tipo cuchara doblada a lo Uri 

Geller sí puede creer que es algo auténtico. ¿Qué 

opinas tú de esto y por qué puede ocurrir en esta 

rama de la magia y no en las demás? ¿Se puede 

hacer algo al respecto desde la propia magia?

El mentalismo, por sus métodos, objetos y tipo de 

efectos que usa, aún logra causar una impresión que 

va más allá de la sorpresa o el rompecabezas. Toca la 

Eduardo Coffman (cortesía del entrevistado)

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fe, en algunos casos, de los espectadores. No es que 

esté muy a favor de ello, pero tampoco estoy en con-

tra. Yo también tengo miedo a la oscuridad cuando me 

meto en la cama tras haber visto una película de terror. 

Creo que es parte de la experiencia. Antiguamente, 

juegos como la bolsa y el huevo, la producción de pa-

lomas… producían un efecto parecido al que ofrece 

el mentalismo actual. Supongo que las necesidades 

como el hambre ya están cubiertas en la mayoría de 

las sociedades del primer mundo, y estos efectos pier-

den la fuerza de su simbología. Creo que sucede algo 

parecido con el pseudotahurismo. A mí me gustan las 

trampas de juego, pero reconozco que no ejecuto las 

que de verdad deberían colar en una mesa de juego. 

Simplemente, hago rutinas en las que simulo hacer 

trampas (hago dadas en segunda, de abajo, mezclas 

falsas, pero técnicas adaptadas a la magia); sin em

-

bargo, crean la impresión de que poseo gran habilidad 

y el público corriente piensa que no se daría cuenta 

en una mesa de póker. Aquí tampoco se juega con la 

honestidad, pero sinceramente, ¿quién se hizo mago 

para decir la verdad?

La magia cambia con el tiempo y se adapta a 

cada época. Por ejemplo, hoy día ya no es usual que 

los magos adopten una estética oriental que hace 

tiempo era más habitual. O el típico frac y som-

brero de copa que ha dado paso a una estética más 

casual

 y con tatuajes. El mentalismo, igual: se ha 

dejado atrás la ambientación espiritista y paranor-

mal, que era la norma en otros momentos, porque 

ya poca gente cree seriamente en esas cosas. Ahora 

se presentan los mismos efectos pero con presen-

taciones basadas en la psicología. Por ejemplo, un 

efecto del tipo «mago sabe con antelación el pensa-

miento del espectador», y que hace unas décadas 

se presentaría como un 

fenómeno

 (en lenguaje de 

Gabi Pareras) de «predicción», ahora se presenta 

como un 

fenómeno

 de «PNL» o «inducción subli-

minal». Pero en realidad no deja de ser lo mismo: 

una pseudoexplicación en el mismo sentido que los 

polvos mágicos o las palabras mágicas. Pero enton-

ces volvemos a lo mismo de antes: el público puede 

salir del espectáculo creyendo que ha presenciado 

cómo un mago, realmente, ha hecho que un espec-

tador haga lo que él quiere mediante mensajes su-

bliminales, por ejemplo. ¿Qué opinas de esto? 

El público debería salir creyendo lo que quisiera. 

Creo que deberíamos crear un marco antes de hacer 

algún efecto, sobre todo si queremos cruzar alguna 

línea personal. No es lo mismo simular comunicar-

nos con Napoleón en una cabina espiritista que con 

el padre de algún espectador. No está bien ni mal una 

opción u otra. Bajo mi opinión, deberíamos decir al 

principio del 

show

  (cada  uno  con  sus  palabras)  que 

durante la próxima hora vamos a crear distintas ilusio-

nes que andarán sobre una fina línea que nos separa de 

la realidad. Dicho esto, si alguien quiere creer que soy 

un médium, no pondré ningún impedimento, como si 

alguien quiere creer que soy un tahúr cuando hago una 

demostración de póker.

Como psicólogo, estarás al tanto de las dudas 

que  hay  sobre  el  estatuto  de  cientificidad  de  la 

propia disciplina o, al menos, de ciertas corrientes 

suyas como el psicoanálisis, la psicología humanis-

ta o la 

Gestalt

. No hablemos ya de pseudociencias 

puras relacionadas con la psicología como las cons-

telaciones familiares o la bioneuroemoción. ¿Cómo 

distinguir la psicología fiable, de base científica, de 

la que no lo es o de la que debamos dudar? 

Para alguien ajeno a la psicología es difícil. Porque 

aún existe mucho desconocimiento acerca de la tera-

pia y cómo debe hacerse. Diría que más de un 70% 

de la población no ha hecho ninguna terapia, por muy 

sencilla que sea. Y además existe mucho intrusismo 

que, lejos de hacer mal, a veces logran mejorar algu-

nas afecciones sencillas como pequeños bajones del 

estado de ánimo. Esto es como ir al homeópata por 

un resfriado, en una semana dirás que funcionó. Y 

encima, también nos encontramos que gente con for-

mación reglada en psicología toca ciertas pseudocien-

cias, no sé con qué fin, supongo que para capitalizar 

más su trabajo. ¿La solución? Lo único malo que veo 

es que si caes en una consulta en la que se practica 

pseudociencia seguramente pierdas tiempo y dinero, 

 El público piensa que, leyendo un libro de 

autoayuda, cuando cierre la contraportada va a 

ser otra persona. Nada más lejos de la realidad

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pero raro será que te haga «mal». ¡Ojo, eso sí, con se-

ñales de perfil autodestructivas! Supongo que nadie en 

su sano juicio que practique la pseudociencia tomaría 

el volante de una terapia con un paciente así. O eso 

espero…

Aunque ha pasado casi un siglo desde Freud, el 

psicoanálisis sigue siendo una corriente importante 

y es indudable que marcó un antes y un después en 

la psicología, la psiquiatría y la filosofía. Sabes que 

tiene incondicionales a favor y también detractores 

incluso desde sus inicios. Hoy día el consenso cien-

tífico no parece estar muy de su lado. No obstante: 

¿qué hay de valioso en el psicoanálisis y cuáles son 

sus principales defectos, 

grosso modo

?

El psicoanálisis es bueno para saber por qué. For-

mula muchas preguntas que el profesional debe orien-

tar para que el paciente las responda. Cuidado con 

poner análisis del terapeuta porque los pacientes en 

psicoterapia se abren mucho y supone un proceso de 

cambio personal. Le recomendaría a cualquiera que 

no se conoce a sí mismo o se encuentra en una etapa 

de bloqueo, de crisis de identidad, que tenga proble-

mas para relacionarse o que siempre cometa los mis-

mos errores… que acuda a psicoterapia. En general 

la experiencia siempre va a ser positiva. No hay nada 

como conocerse a sí mismo y saber que la personali-

dad no es estanca. La persona que eras a los 20 no es la 

misma que a los 40. Aceptar eso es importante. 

Tienes un máster en neurociencia cognitiva, y 

actualmente lo «neuro» está muy de moda, tal vez 

demasiado: ¿crees que es así? Es decir, ¿está sobre-

valorado lo «neuro» hoy día? Hay quien dice que 

«neuro» es solo una nueva etiqueta para presentar 

lo que ya se sabía desde la psicología pero con aires 

de novedad. ¿Tú qué piensas? 

«Neuro» está de moda, como lo está la 

Gestalt

, o 

la palabra «holística». Creo que en los últimos veinte 

años el avance divulgativo ha sido tremendo, estamos 

en el mejor momento de nuestra historia para poder 

aprender todo lo que queramos a golpe de clic. Y eso 

es fabuloso. Eso sí, hay que distinguir los 

papers

 de 

laboratorio de los libros que se exponen en las estan-

terías de la FNAC. Ambos son necesarios para abarcar 

todo el espectro de interés. Como lo son el Magia Bo-

rrás y los libros de Ascanio en magia.

También está muy de actualidad todo lo relacio-

nado con las emociones. Se habla de emociones en 

todos los ámbitos: educación, política, marketing, 

selección de personal, etc. No hay duda de que las 

emociones son importantes, pero ¿no se está exage-

rando o vendiendo demasiado humo con todo esto 

de las emociones? 

¡Poco se habla de las emociones! Tenemos miedo 

de emocionarnos y generalmente no sabemos distin-

guir lo que es una emoción de una sensación o de un 

sentimiento. Y mucho menos cómo expresarnos cuan-

do nos hemos sentido ofendidos. Actualmente trabajo 

(por desgracia, ja, ja) en una aseguradora, en el De

-

partamento de calidad, y cada día atiendo a más de 

veinticinco personas que no saben canalizar sus senti-

mientos. ¡Es increíble! Recomiendo a todo el mundo 

un trabajo de cara al público pero más al otro lado 

del teléfono. Debería haber algún tipo de asignatura 

llamada «higiene emocional». 

Relacionado con lo que venimos hablando, tam-

bién hace tiempo que hay un 

boom

 de literatura de 

autoayuda muy ligada a la psicología o a ciertas 

corrientes. Hay quien ha dicho que si un solo libro 

de autoayuda fuera eficaz, eclipsaría automática

-

mente a todos los demás, pero que si no ha sido así 

es porque ninguno vale lo que promete. ¿Tú qué 

opinas de este apogeo de la autoayuda y de la pro-

pia autoayuda?

Como con la pseudociencia, existe mucho intrusis-

mo. Mal no te va a hacer, pero hay que saber elegir a 

quién leer. Conviene estudiar al autor antes de comprar 

el libro, ver qué formación tiene, etc. Y, por otro lado, 

el público piensa que, leyendo un libro de autoayuda, 

cuando cierre la contraportada va a ser otra persona. 

Nada más lejos de la realidad. Imagínate que con leer 

las instrucciones de cómo montar un sofá de Ikea se 

montase solo. Leer un libro de autoayuda es una tarea 

complicada porque exige de un trabajo de aplicación 

y sobre todo sin 

feedback

 por parte del terapeuta. Si 

alguien se anima a leer alguno, recomiendo cualquie-

ra de Benjamin Hardy, están enfocados al emprendi-

miento, consecución de objetivos o cambio personal.

EE: Muchísimas gracias, Eduardo. ¿Hay algo 

más que quieras añadir?

EC

: Nada más, gracias por a ti por dejarme este 

mostrador. 

Ficha técnica: 

Eduardo Coffman (Bilbao, 1990). 
Premios: 

 

y

Premio  Páginas,  lo  otorga  el  público 

(mago)  en  el  Memorial  Ascanio  (Madrid, 

2015).

 

y

2º Premio Internacional de los Países 

Escandinavos, en la categoría de Magia de 

Cerca (Finlandia, 2015).

 

y

2º  Premio  Nacional,  en  la  categoría 

de Cartomagia (Granada, 2016).

 

y

Premio Ramón Rioboo «Jóvenes Pro

-

mesas», en la categoría de Magia de Cer

-

ca (Toledo, 2017).

Web: https://eduardocoffman.com/

Youtube: https://www.youtube.com/c/

EduardoCoffman

Instagram: @eduardocoffman