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Bernat Castany Prado.
La historia del pensamien-
to humanístico e ilustrado ha estado siempre ligada
a grandes proyectos editoriales. La recuperación por
parte de los humanistas de los siglos
xv
y
xvi
de ma-
nuscritos olvidados, como las
Hipotiposis pirrónicas
de Sexto Empírico,
De la naturaleza de las cosas
de
Lucrecio o
Las vidas de los filósofos más ilustres
de
Diógenes Laercio permitieron volver a poner en juego
el escepticismo, el epicureísmo y el cinismo, respecti-
vamente. Por otra parte, la
Enciclopedia
de Diderot y
D’Alembert fue fundamental no solo en la difusión de
conocimientos concretos, sino también en la construc-
ción de un modo de pensamiento escéptico, hedonista
y republicano. ¿Te sientes, de algún modo, heredero
de aquellos proyectos? ¿Qué te proponías exactamen-
te cuando empezaste a publicar una colección como
«Los ilustrados», uno de los núcleos principales de la
editorial Laetoli?
Serafín Senosiain.
En cierto modo sí, me siento he-
redero de esos y de otros proyectos editoriales. Una
editorial tiene una doble cara. Por una parte, es un
proyecto comercial, mercantil, los números tienen que
salir para que puedas seguir haciendo libros. Si no es
así, tarde o temprano hay que cerrar. Y por otra parte,
al menos en una editorial y una colección como estas,
es un proyecto cultural. En este caso, dar a conocer
unos libros y unos autores de la Ilustración llamada
radical, prácticamente desconocidos en España, y que
no son una curiosidad de bibliófilo, sino que están
en la base intelectual de nuestra sociedad, de nuestra
modernidad, es un proyecto cultural de largo alcance.
Con esta colección tienes la sensación de estar apor-
tando algo a la sociedad, no solo para la actual sino
para las generaciones futuras. Hay auténticos adictos
a la colección, a los que les ha abierto un mundo nue-
vo. Gente por ejemplo que nunca había oído hablar
de Holbach, ya que ni siquiera está en sus manuales
de filosofía, y que ahora disfruta leyendo unos libros
ateos desinhibidos, mordaces, desconocidos, escritos
décadas antes de Nietzsche. Cuando llega un tuit de
Todos somos hijos
de la Ilustración
Conversación virtual entre Bernat Castany Prado
y Serafín Senosiain, director de Editorial Laetoli
y de la colección «Los ilustrados»
Prácticamente no hemos tenido nada positivo
en este país, excepto la II República, solo
pronunciamientos militares, guerras carlistas,
Inquisición y franquismo
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un estudiante, por ejemplo, que dice que tal o cual li-
bro le ha abierto un mundo, es muy halagador y ayuda
a seguir adelante.
Ya la colección «¡Vaya timo!» era un esfuerzo pe
-
dagógico, cultural, por sacar a la luz, analizar y ridi-
culizar teorías, pensamientos y terapias, supercherías
que tenemos alrededor. Creo que cumplió su tarea y
que ha dejado un poso. «Los ilustrados» juega en otra
liga, desde luego. Pero el objetivo es el mismo.
BCP.
El ensayista mexicano Adolfo Castañón pu-
blicó en 1992 un artículo titulado «La ausencia ubicua
de Montaigne», donde plantea que el hecho de que
Montaigne no se tradujese íntegramente al español
hasta finales del siglo xix le impidió ejercer la influen
-
cia escéptica y epicúrea que ejerció en otros lugares.
Según Castañón, esa ausencia ha supuesto un lastre
no solo literario sino también filosófico y político, que
seguimos notando en nuestros días. Evidentemente,
podríamos hablar también de «la ausencia ubicua de
la ilustración radical». ¿Crees realmente que nuestra
historia intelectual y política hubiese sido diferente si
las ideas de estos autores hubiesen sido incorporadas
hace siglos por nuestra sociedad?
SS.
Hay unos hechos en el siglo
xvi
muy simbó-
licos de cómo España va apartándose de Europa y
deja atrás las ideas más novedosas que irán formando
nuestro mundo. Por ejemplo, a partir de 1559 ya no
se puede salir a hacer estudios universitarios fuera de
España. El país se va encerrando, encogiendo, empe-
queñeciendo. Parece que cuanto más se expande por
el mundo, más se encierra en una ortodoxia ultracató-
lica. La censura es férrea. Todo ello gracias al poder
de la Iglesia, que ha sido la gran responsable del atraso
de este país. El Abate Marchena dice más de doscien-
tos años después que quien no sabe en España lenguas
extranjeras (francés, inglés) no se entera de nada. No
puede leer libros extranjeros (ni a Montaigne ni a los
ilustrados, por seguir con tus ejemplos), por tanto está
condenado a no leer más que novelas o devociona-
rios. En el libro que estamos ahora preparando, los
Ensayos anticristianos
de Voltaire, es deprimente ver
que los únicos autores españoles que cita Voltaire son
teólogos del siglo anterior (Sánchez, Súarez, Molina),
y la mayor parte de las veces para mofarse de ellos.
No hay librepensadores radicales en España, como en
Inglaterra, en Francia, en Holanda, en Italia, solo hay
muy moderados o teólogos.
Apenas ha habido momentos en nuestra historia en
los que estos libros hayan podido ser publicados. Los
años del Trienio Liberal, de 1820 a 1823, cuando se
publica mucho a Holbach. También los años de la Se-
gunda República. O después de la muerte de Franco,
pero entonces ya no interesaban. Para los marxistas
resultaban autores demasiado burgueses. Es evidente
la «ausencia ubicua de la Ilustración radical», como
dices. Aunque hay que señalar que esa ausencia es
también importante en casi todas partes, incluida
Francia.
BCP.
¿Hasta qué punto crees que una colección
como «Los ilustrados» puede contribuir a hacerlo?
SS. «
Los ilustrados» es una simple colección de li-
bros. Ojalá tuviera cierta influencia, como dices. Pero
con tal de que haya unos cuantos individuos, ojalá
cada vez más (unos miles mejor), que hayan descu-
bierto autores y libros que desconocían, muchos de
los cuales no se habían traducido nunca al castellano,
ya es suficiente. Además, hay también lectores y se
-
guidores de la colección en América. Cuando llegan
emails
o compras a la web desde Valparaíso, Mede-
llín, Zacatecas o Buenos Aires, resulta emocionante.
La realidad es que estamos haciendo algo que nadie
hace en todo el mundo de habla castellana. Esos lec-
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tores de esas ciudades o leen a Holbach, Helvétius o
Jean Meslier en Laetoli, o no pueden leerlos, al menos
en español.
BCP.
¿Sientes que esta propuesta editorial está reci-
biendo la resonancia que se merece? ¿Podrías hablar-
nos de otras iniciativas editoriales o culturales que
hayan recogido el testigo de tu propuesta?
SS.
No tengo la sensación de que tenga la resonan
-
cia que merece. Los suplementos culturales están de-
dicados a la última moda literaria, sobre todo novelas,
y reconozcamos que el nivel cultural general del país
es bajo, muy bajo. Laetoli es una editorial muy peque-
ña, que no forma parte de ningún grupo editorial, y
además no está ubicada ni en Madrid ni en Barcelona,
sino en Pamplona. Todo eso cuenta en su contra. Pero
hay que ser optimistas.
BCP.
En su novela
Conversación en la Catedral
,
Vargas Llosa trata de responder a una sola pregunta,
que se enuncia en las primeras páginas: «¿En qué mo-
mento se jodió el Perú?» En su ensayo
rePublicanos
,
Fernando Iwasaki amplía la cuestión y se pregunta:
«¿En qué momento se jodió España?», y dice que a
mediados del siglo
xvi
, cuando la Contrarreforma
persiguió y expulsó a los erasmistas. Ciertamente,
Erasmo funda las bases del librepensamiento, con
su actitud escéptica y hedonista, que luego retoma-
rá Montaigne y radicalizarán los libertinos eruditos
del
xvii
y los ilustrados del
xviii
. ¿Coincides con este
diagnóstico? ¿Qué más podríamos hacer además de
leer a estos autores?
SS.
Sí, coincido con lo que dice Iwasaki. Antes
te comentaba esa fecha simbólica de 1559 en la
que se prohibió estudiar fuera de España. Otra es la
prohibición de Erasmo. La expulsión de los judíos.
La instauración de la Inquisición. La persecución de
los erasmistas. El concilio de Trento. La fundación
de los jesuitas. Todo va en contra de las ideas que
se plasmarán en la Ilustración y en la Revolución
francesa. Tampoco tuvimos aquí Revolución, y
todavía tenemos que soportar a los Borbones.
Prácticamente no hemos tenido nada positivo en este
país, excepto la II República, solo pronunciamientos
militares, guerras carlistas, Inquisición y franquismo.
¿Qué podemos hacer? Leer ciencia. Enseñar cien-
cia. Hacer ciencia. Defender la razón, rechazar las
tonterías posmodernas y las supercherías, como hace
esta revista,
El Escéptico
, y la asociación que la edita
(ARC-SAPC). Ser activistas, para que estas pseudo-
ciencias y pseudoterapias no lleguen a las universi-
dades. Leer a los ilustrados radicales. Leer y estudiar
a los pocos filósofos del siglo xx que defienden estas
ideas: Bertrand Russell, Karl Popper, Mario Bunge,
pocos más.
En lo que a mí respecta, Mario Bunge ha sido un
guía intelectual. Laetoli publica la Biblioteca Bunge,
donde llevamos ya más de diez títulos editados, y es-
tamos terminando de publicar en castellano los ocho
volúmenes de su
Tratado de filosofía
. Si te das cuenta,
todas estas colecciones —«Los ilustrados», «Biblio-
teca Bunge», «¡Vaya timo!» o la colección de ciencia
«Las dos culturas»— están conectadas. Todas ellas
son herederas del proyecto ilustrado.
BCP.
La verdad es que hace apenas dos siglos
solo por poseer muchos de los libros de la colección
«Los ilustrados» se podía ir a prisión, tanto en Espa-
ña como en Francia, mientras que hoy son publica-
dos sin ningún problema, a la vez que pasan un tanto
desapercibidos o por lo menos resultan minoritarios
(aunque algunos títulos han alcanzado una cierta re-
sonancia, como la
Memoria contra la religión
de Jean
Meslier, que ya va por la quinta edición). ¿No sientes
que hay algo irónico o incluso sospechoso en el hecho
de que se persigan letras de canciones relativamente
simples mientras que se permiten circular sin ningún
problema algunos de los libros más potentes de la his-
toria del pensamiento? Que estos libros no generen ya
polémica puede ser tanto el signo de que la libertad
de pensamiento y expresión se han normalizado entre
nosotros, como de que el bajo nivel cultural al que
te referías los hace inocuos, y todo ataque o censura
resultaría contraproducente, en tanto que les daría pu-
blicidad. ¿No has pensado en generar esa polémica?
SS.
Creo que, como dices, cualquier ataque a los
libros les daría publicidad. No es que a algún obispo
Cada país tiene su fanatismo particular.
En Francia es el islamismo radical.
En EE.UU., los fundamentalistas cristianos,
sobre todo protestantes… En España sufrimos a
la Iglesia Católica
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no le hayan entrado ganas de llevar la
Memoria con
-
tra la religión
de Jean Meslier (su «testamento») a
los tribunales, pero saben que sería contraproducente.
Así pasan más desapercibidos y no molestan. Pero no
pondría la mano en el fuego, quizá algún día una aso-
ciación de abogados católicos u otros tronados deci-
dan ir a los tribunales. Por otra parte, no es lo mismo
perseguir a unos raperos, unas feministas o un actor
que ¡libros! ¡Libros del siglo
xviii
! ¡La historia del
pensamiento! Hasta los obispos más cerriles se que-
darían dubitativos antes de entablar cualquier acción.
En eso llevan las de perder.
BCP.
Evidentemente, los textos de la colección
«Los ilustrados» tienen un valor en sí mismos, tanto
desde el punto de vista filosófico como literario. Sin
embargo, parece necesario llevar a cabo una actuali-
zación de la Ilustración, ya sea en el ámbito del estilo
y el imaginario, ya sea en el ámbito de los temas. ¿Qué
formas crees que deberían adoptar los nuevos ilustra-
dos? ¿Cuáles crees que serían los nuevos «infames»
que Voltaire desearía aplastar en nuestros tiempos?
SS.
En España pienso que el «infame» sigue sien-
do el mismo que en la época de Voltaire. El poder
de la Iglesia Católica es gigantesco, y todo lo que se
gana en derechos es siempre contra su voluntad. Aho-
ra hemos tenido la experiencia con la ley de eutana-
sia, pero antes fueron el matrimonio gay, el aborto,
el divorcio, etc. Por no hablar del escándalo de las
inmatriculaciones. Ella es la gran valedora de la ultra-
derecha. No olvidemos que hace unos ochenta años
esta Iglesia Católica apoyó decisivamente el asesi-
nato, por no decir genocidio, de decenas de miles de
españoles, más todos los años de posguerra en los que
fue la fiel servidora de una dictadura sangrienta. ¡No
hace quinientos años, en las guerras de religión o en
la noche de san Bartolomé, sino hace menos de cien
años, y con muchos más muertos! Pero cada país tiene
su fanatismo particular. En Francia es el islamismo
radical. En EE.UU., los fundamentalistas cristianos,
sobre todo protestantes… En España sufrimos a la
Iglesia Católica.
Los «nuevos ateos», que hace unos años dieron bas-
tante que hablar (Dawkins, Hitchens, Dennett, Ha
-
rris), siguen los pasos de Holbach y de otros ilustra-
Los "nuevos ateos": Sam Harris, Richard Dawkins, Daniel Dennett y Christopher Hitchens.
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dos radicales, quizá sin conocerlos. Ellos y otros han
actualizado, como dices, el pensamiento ilustrado.
BCP.
¿Ves en el panorama actual pensadores y es-
critores que compartan el estilo y el pensamiento de
los ilustrados?
SS.
Como decía, Dawkins, Dennett y el resto de
«nuevos ateos» están en la onda de la Ilustración ra-
dical. También pensadores como Michel Onfray en
Francia o incluso Steven Pinker en EE.UU., cuyo úl
-
timo libro se titula
Enlightenment Now
(
En defensa de
la Ilustración,
en su traducción castellana). También
situaría en esa onda a Mario Bunge, quien en los úl-
timos años de su vida se sintió afín y heredero de los
ilustrados radicales.
BCP.
Una de las joyas de la colección son las obras
completas del Barón de Holbach, «el divino Hol-
bach», tal y como lo llamó Michel Onfray. ¿Qué les
dirías a aquellos que no lo han leído para animarlos a
hacerlo?
SS.
Holbach es un pensador ateo militante, un acti-
vista del ateísmo. Por lo tanto, también es un pensador
sobre la religión. Me resulta difícil animar a alguien
a que lea un libro, pues depende de sus intereses. Si a
alguien le interesa la religión, se lo recomendaría. Y si
le interesa el ateísmo, también. Al principio no tenía
la idea de publicar las obras completas de Holbach,
pero pasan los años, y libro tras libro, ya llevamos
once, casi sin darnos cuenta estamos ya acabando. La
mayoría de sus libros no se habían traducido nunca
al castellano. Otros sí habían sido traducidos en la
década de 1820, publicados por exiliados que habían
huido de España tras el fracaso del Trienio Liberal, y
que los publicaban en Londres, Ginebra o Lisboa. La
mayoría de esas traducciones, todo sea dicho, dejan
mucho que desear.
BCP.
En mi opinión, el pensamiento ilustrado se
basa, por seguir la división clásica de la filosofía, en
una cognoscitiva escéptica, una ontología realista,
una ética hedonista y una política democrática.
El pa-
seo del escéptico
de Diderot o
El filósofo ignorante
de Voltaire serían dos ejemplos perfectos de escep-
ticismo;
Sistema de la naturaleza
de Holbach y
Me-
moria contra la religión
de Meslier representarían,
en buena medida, el realismo de corte inmanente;
El
arte de gozar
de La Mettrie y
Del espíritu
de Helvé-
tius, el hedonismo; y
Política natural
de Holbach o
el
Tratado teológico-político
de Spinoza, el espíritu
democrático. ¿Coincidirías con este retrato robot del
ilustrado? ¿Querrías introducir algún matiz o añadir
algunos ejemplos?
SS.
Creo que lo has explicado muy bien. Todos los
títulos de la colección pueden ir encajando en una de
esas cuatro divisiones. Y los que vengan, pues si hay
ya publicados unos treinta, están en preparación más
de cincuenta… Es cierto que en alguna de esas divi-
siones, como la de la «ontología realista», hay más
títulos. Me parece lógico, pues la religión, y el cris-
tianismo en especial, fue la bestia negra de los ilustra-
dos, y no solo de los radicales sino también de «mo-
derados» como Voltaire, que cuando hablaban del
cristianismo podían sobrepasar a Meslier y Holbach
en furia e indignación.
En la categoría de «espíritu democrático» publica-
remos más títulos, como
Política natural
o
La moral
universal
, ambos de Holbach. Ya hemos publicado
La
República universal
, de Anacharsis Cloots, una her-
mosa defensa del cosmopolitismo. Quiero apuntar
aquí cómo muchas tendencias democráticas que han
venido después, y que ahora están tomando toda su
fuerza, nacen con la Ilustración. Olympe de Gouges,
la autora de la
Declaración de los derechos de la mu
-
jer,
es una ilustrada, amiga de Condorcet, guillotinada
por esa fuerza maligna de la contrailustración que fue
Robespierre. Mary Wollstonecraft, hija de William
Godwin (otro ilustrado, padre del anarquismo, del que
publicaremos
La justicia política
), la autora de la
Vin
-
dicación de los derechos de la mujer
, es otra ilustrada,
que va a Francia en 1792 para comprobar de primera
mano cómo marcha la Revolución, y allí escribe una
defensa de esta (antes de Robespierre), que también
publicaremos. Otro ámbito de reciente actualidad: el
racismo. Condorcet escribe sus
Reflexiones sobre la
esclavitud de los negros
, libro que clama por el fin de
la esclavitud y que pocos años después tendrá gran
Muchas de las áreas en las que se plasman
movimientos democráticos en nuestros días
(como el feminismo, el Black lives matter o el
activismo LGBT) tienen sus antecedentes en la
Ilustración radical
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influencia en Francia, cuando la Convención suprima
la esclavitud. Incluso ahora hemos descubierto los
ensayos de Jeremy Bentham sobre el homoerotismo,
que acabamos de publicar, en los cuales se nos apa-
rece casi como un activista LGBT. Es cierto que esos
ensayos quedaron sin acabar y sin publicar, y que han
hecho falta doscientos años para que se publiquen,
pero en ellos Bentham se muestra como un herede-
ro de la Ilustración radical, que en Diderot, Holbach,
Helvétius, Cloots (no así en Voltaire) fue siempre
comprensiva con la homosexualidad. Es decir, mu-
chas de las áreas en las que se plasman movimientos
democráticos en nuestros días (como el feminismo, el
Black lives matter
o el activismo LGBT) tienen sus
antecedentes en la Ilustración radical. Es bueno saber-
lo y decirlo, al menos para saber de dónde venimos.
BCP.
Una de las ideas fundamentales del movi
-
miento humanista e ilustrado es la de la impostura re-
ligiosa, que consideraba que el poder político y el po-
der religioso formaban una alianza, cuyo objetivo era
someter y explotar a los pueblos. ¿No te parece que,
del mismo modo que el poder político ha mutado, y
ya no nos enfrentamos al antiguo régimen ni a la mo-
narquía absoluta, sino a la globalización neoliberal, la
precarización laboral, la desestructuración de la clase
obrera o el populismo, el poder religioso también se
ha transformado, o se ha visto completado, por otras
fuerzas como el nacionalismo, la miseria cultural, el
positivismo tóxico o la cultura de la autoexplotación?
Ciertamente, la colección «Los ilustrados», publica
textos escritos fundamentalmente en el siglo
xviii
,
si bien empieza a incluir a algunos de sus preceden-
tes, como los libertinos del
xvii
y los spinozianos, y
también algunas obras del siglo
xix
, como José Mar-
chena o Jeremy Bentham, que murió en 1832. ¿Sería
excesivo incluir a autores del siglo
xx
de tendencia
claramente ilustrada? ¿Crees que la etiqueta puede se-
guir usándose? Ciertamente, parece existir un nuevo
interés por la Ilustración, a la que se le suele añadir
el término
radical
, quizás para librarse de las críticas
de Adorno y Horkheimer, y de la posmodernidad, en
general, quienes, como suele decirse, echaron al niño
con el agua sucia del baño. Así, además de los «nue-
vos ateos», ¿quiénes serían los nuevos ilustrados?
SS.
La colección ha ido ensanchando sus límites
temporales. Ya con Spinoza y el
Tratado teológico
político
subimos el tope temporal y continuaremos
por esa senda, publicando a los llamados «libertinos
barrocos» (Le Mothe le Vayer, Gassendi, Patin, Ba-
yle) y a los librepensadores ingleses (Toland, Wools-
ton, Collins). Ahí cabe también el último título que
hemos publicado,
La superchería al descubierto
, de
Christovão Ferreira, seguido de
Dios refutado
, de Fa-
bián Fukan, dos renegados jesuitas en el Japón del si
-
glo
xvii
, un libro traducido y editado por ti. Tenemos
también la intención de publicar
De la sabiduría
, de
Pierre Charron, el gran amigo de Montaigne, que es
prácticamente desconocido en España. Montaigne se-
ría el
non plus ultra
de la colección: nada más allá de
Montaigne, es decir, no publicar nada antes de Mon-
taigne.
Por el otro extremo, el tope sería 1830. La aventura
napoleónica ha terminado. En España, el Trienio Li-
beral ha fracasado. El último libro de Jonathan Israel,
el gran historiador cuyos libros e ideas han nutrido
y nutren la colección, es
The Enligthenment that fai
-
led. Ideas, Revolution, and Democratic Defeat, 1748-
1830
(
La Ilustración que fracasó. Ideas, revolución
y derrota democrática, 1748-1830
). Ese es el tope:
1830. Desde 1580, cuando se publican los
Ensayos
,
hasta 1830. 250 años, los más decisivos para la histo-
ria de Europa y del mundo.
Los autores del siglo
xx
ya no se llaman ilustrados.
Aunque lo sean, se llaman liberales, anarquistas, so-
cialdemócratas, incluso comunistas. Ya son para otra
colección.
Como decía Tzvetan Todorov, «todos somos hijos
de la Ilustración». En cierto sentido, todos somos
ilustrados (o casi todos). Teniendo en cuenta que las
ideas de la Ilustración radical han formado la Europa
moderna (y el mundo moderno en general), todos (o
casi todos) somos ilustrados, aunque no lo digamos o
(lo que es peor) no lo sepamos. Nuestras democracias
proceden de las revoluciones francesa y norteameri-
el esc
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cana. La Declaración de Derechos de la ONU de 1948
proviene de la Declaración de Derechos del Hombre
y del Ciudadano de 1792. La misma Unión Europea,
con todos los defectos que tiene, es una institución
claramente ilustrada. El 80 o 90 % de sus eurodipu-
tados son ilustrados. Solo la ultraderecha (de la que
en nuestro país también participa gran parte del PP y
de la Conferencia Episcopal) está fuera de los valores
ilustrados. Se dice a veces que la Ilustración fracasó.
¡En absoluto! La Ilustración triunfó y sigue triunfan-
do. Decenas de dictaduras han caído en las últimas
décadas. Los índices de alfabetización y educación
han crecido en todo el mundo. También los índices
de sanidad. El fundamentalismo islamista se ha dete-
nido. Apenas hay guerras, no sé si habrá más de tres o
cuatro y están muy localizadas. Esto no había pasado
nunca. Solo queda Irán como una teocracia anticuada,
que no durará mucho, y las satrapías del Golfo, los
amigos del emérito, que caerán también. Estos son
los hechos y en este sentido debemos ser optimistas,
como dice Pinker. Hay un libro muy bonito de un au
-
tor sueco, Hans Rosling,
Factfulness: Diez razones
por las que estamos equivocados sobre el mundo. Y
por qué las cosas están mejor de lo que piensas.
Lo
recomiendo.
Los autores posmodernos son los continuadores de
la contrailustración, que ya en el siglo
xviii
fue muy
poderosa. En general, los románticos, los nacionalis-
tas, la Iglesia Católica, los autores de derecha y ul-
traderecha, los Bonald, Maistre, los «antimodernos»
de los que trata Antoine Compagnon; en nuestro país,
los Donoso Cortes, los Menéndez Pelayo, los autores
ultracatólicos, todos han dejado un rastro viscoso que
ahora se plasma en autores y políticos de ultraderecha
y de ultraizquierda. Afortunadamente, tienen poco
que hacer, pero pueden dar sustos, como el recien-
te asalto al Capitolio. Uno de esos contrailustrados
muy poderosos ha sido Trump, afortunadamente ya
en retirada. Los ultraizquierdistas, los Badiou, Vatti-
mo, Latour y otros, son lamentables. Marx les daría
latigazos.
La mayoría de nuestras ideas e ideologías políticas
(incluso el propio término
ideología
, que proviene
del movimiento de los «ideólogos» durante la Revo-
lución francesa) tienen su origen en la Ilustración: el
liberalismo, el anarquismo, el socialismo e incluso el
comunismo. Todos ellos son ramas diversas del tron-
co ilustrado.
BCP.
En el siglo
xviii, la filosofía y la literatura no
estaban tan separadas como en nuestros días. Voltaire
escribió tratados, ensayos, diálogos, relatos y poesías.
¿Crees que en el siglo
xx
es posible hablar de nove-
listas o poetas ilustrados? ¿Has encontrado autores
equivalentes a Voltaire, Diderot o Jonathan Swift?
¿No sería bueno que la filosofía tratase de volver a sa
-
lir a la calle quizás con textos más breves, polémicos,
ágiles y accesibles que, como la literatura clandestina
del siglo
xviii
, corriesen de mano en mano?
SS.
Creo que en la literatura y el arte en general
predomina la tendencia antimoderna. Ya lo hacía en
el siglo
xix
, con el romanticismo y después con auto-
res como Baudelaire, Nietzsche o Chateaubriand. En
Francia es predominante. Hay novelistas ilustrados,
claro está, como Vargas Llosa, pero son los menos.
Y para qué hablar de las series de televisión, llenas
de poderes paranormales, brujas y brujitos, casas en-
cantadas al estilo de Poe, güijas, diablos, exorcistas
y toda la basura que llena también el cine de terror.
Si ves el catálogo de Netflix, verás que la mitad al
menos de sus series y películas son pura basura. Hay
muy pocas series, como
Big Bang
, que promuevan el
conocimiento científico y los valores ilustrados. Creo
que no venden. Lo que vende son los detectives con
poderes telepáticos, héroes con superpoderes, extrate-
rrestres y niños también con poderes que estudian en
una academia de brujería.
BCP.
Nietzsche decía: «escoge bien a tu enemigo,
pues acabarás pareciéndote a él». ¿No te parece que,
en ocasiones, la crítica ilustrada de la religión adop-
ta un tono excesivamente dogmático o beligerante?
Voltaire fue un gran orfebre de la ironía y la sátira, y
Diderot —de cuya mente Voltaire dijo que era como
un horno que quemaba todo lo que cocinaba—, de la
autoironía y el humorismo, pero en muchos otros ca-
sos, y dímelo si me equivoco, tengo la sensación de
que falta un cierto espíritu lúdico o festivo, que es
Uno de esos contrailustrados muy poderosos ha
sido Trump, afortunadamente ya en retirada. Los
ultraizquierdistas, los Badiou, Vattimo, Latour y
otros, son lamentables. Marx les daría latigazos
el esc
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esencial en dicho proyecto, pues de lo que se trata,
al fin y al cabo, es de buscar la felicidad individual
y colectiva, mediante la optimización del placer y la
reducción del dolor. Esta especie de acritud me parece
más intensa en el siglo
xx
que en el
xviii
.
SS.
Parece que Holbach no tenía mucho sentido del
humor, o al menos no se refleja en sus libros. Quizá
no dominaba lo suficiente el francés para escribir las
sutilezas y las ironías de Voltaire. O reservaba el hu-
mor para las cenas con sus amigos. A veces parece
un profeta clamando lleno de indignación. Tampoco
Meslier tenía mucho sentido del humor. Ten en cuenta
que vivían situaciones opresivas, con un temor siem-
pre presente a ser descubiertos. Meslier es cura de un
pueblo y escribe barbaridades contra su religión por
las noches, más de mil páginas en tres copias. ¿Qué
habría pasado si lo hubieran descubierto? Holbach es
barón, es rico, va a la ópera, celebra cenas suculentas
con sus amigos, pero luego, en el ático de su mansión,
en el centro de París, escribe las más virulentas bom-
bas (como dijo Diderot) contra el cristianismo que se
hayan escrito jamás. Los escritos se copian y a través
de una cadena de mensajeros llegan a Ámsterdam,
hasta su editor Marc-Michel Rey. ¿Qué habría pasa-
do si uno de esos mensajeros hubiera sido detenido y
hubiera confesado? Y así durante décadas. Hay en sus
vidas una ansiedad, un miedo, incluso una amargura,
de los que a veces no nos hacemos cargo. Voltaire vi-
vía a unos pasos de Suiza. Si le llegaba la noticia de
algún problema, en muy poco tiempo estaba a salvo
en Ginebra. Pero otros… Ahora entendemos por qué
Diderot decide no publicar más, después de un tiempo
en prisión. A Helvétius le amargan la vida después de
la publicación de
Del espíritu
y no publica nada más.
Deja
Del hombre
(que hemos publicado también en
Laetoli) muy bien preparado para ser publicado des-
pués de su muerte. Comenta en la introducción que
la Inquisición era entonces más dura en Francia que
en España... ¡Más dura que en España! No es extraño
que no estuviesen para muchas fiestas. En Diderot, sin
embargo, sí hay mucho humor.
Jacques el fatalista
es
muy divertida, claro que no la publicó en vida.
BCP.
Veo que vas más allá del «pesimismo de la
razón y el optimismo de la voluntad». Ciertamente,
las tentaciones apocalípticas, a pesar de disfrazarse de
justa indignación, acaban desembocando en el fatalis-
mo o en el cinismo. Uno de los principios humanís
-
ticos, y por lo tanto ilustrados, es que la experiencia
humana es fundamentalmente la misma en todas las
épocas y todos los lugares (¿cómo iban a interesarnos,
si no, los escritos de la Antigüedad?). Ni el mundo
está a punto de acabarse en una gran conflagración, ni
está a punto de llegar un valiente mundo nuevo, sino
que, con fluctuaciones que pueden ser dramáticas,
pero no definitivas, «la nave va». Como decía Borges
en «La biblioteca de Babel», a toda gran esperanza
sucede, como es natural, una depresión excesiva. Eso
no implica, claro está, que no haya mucha ignorancia,
mucha injusticia y mucho sufrimiento en el mundo
contra los que luchar. La Ilustración, en cualquiera de
sus formas, sigue siendo necesaria y, como indicas,
está en la base de todo lo que merece ser defendido.
Como diría Kant, nunca viviremos una época ilustra-
da, sino solamente una época de ilustración. Evidente-
mente, resulta necesario un trabajo de
aggiornamento
constante de las ideas y de las formas ilustradas, para
lo cual es necesario regresar constantemente, como
recomendaban los humanistas,
ad fontes
, esto es, a
las fuentes, donde el agua está más clara y podemos
beberla directamente con nuestras manos, sin que re-
súmenes, comentarios e interpretaciones nos roben la
experiencia de medirnos cuerpo a cuerpo con los tex-
tos. En mi caso (y esto no es publicidad, puesto que
no gano nada con ello, ni es propaganda, puesto que
con ello todos ganamos por igual), la colección «Los
ilustrados», junto con algunas de esas obras que quie-
res incluir, como Montaigne o Charron, forman un
conjunto de textos a los que regreso constantemente
a la búsqueda de ideas, argumentos, estilos y también
ejemplos existenciales comprometidos y poderosos.
No me puedo creer que muchos adolescentes y jó
-
venes no puedan sentirse admirados por este tipo de
figuras. ¿Hay iniciativas que busquen conformar un
imaginario ilustrado que pueda trascender el ámbito
meramente académico? ¿Qué crees que podría hacer-
se al respecto?
el esc
é
ptico
76
anuario 2021
SS.
Veo a muchos jóvenes, tanto en España como
en América, que participan en las redes sociales, a los
que les gusta la colección y para la mayoría ha sido
un descubrimiento. En eso soy también optimista.
«Los ilustrados» pone las bases, es decir, los libros,
pero no puede hacer más. Los bibliotecarios tienen
que comprarlos. Los profesores tienen que recomen-
darlos, o incluso imponer lecturas. Los críticos tienen
que escribir sus reseñas, sus críticas (buenas o malas).
Lo peor es el vacío. Una revista como
El Escéptico
participa también del espíritu de la Ilustración (quizá
por eso nos han pedido esta conversación). Su bata-
lla contra las supercherías no es muy diferente a la
de los enciclopedistas. Seguimos en la misma batalla,
unos de una forma, otros de otra. Hemos tenido ahora
bastante polémica con los negacionistas del COVID y
los antivacunas. Quizá me equivoque y mi percepción
esté muy mediatizada, pero me da la impresión de que
han quedado ante la opinión pública como unos chi-
flados, algo así como los terraplanistas; y personajes
como Victoria Abril o Miguel Bosé han quedado ri-
diculizados como unos charlatanes. No ha habido un
gran seguimiento de las ideas negacionistas. La ma-
yoría de los jóvenes han visto que las vacunas (¡que
también fueron un invento de la Ilustración!) son po-
sitivas, que el mundo entero ha luchado por tenerlas
lo antes posible, que se han conseguido gracias a la
investigación científica, y por ello se vacunarían ya
mismo si pudieran hacerlo.
No sé si conoces una de las mejores películas so
-
bre la Ilustración, la danesa
Un asunto real
, basada
en la biografía del médico del rey danés, el ilustrado
Struensee. Entre él y la reina lanzaron una campaña de
vacunación a finales del siglo xviii
contra la viruela.
Decreto a decreto, Dinamarca se convirtió en la punta
de lanza de la Ilustración europea. Te la recomiendo.
BCP.
Además de José Marchena, ¿qué otros ilustra-
dos españoles o hispanoamericanos te gustaría editar?
¿No te parece que resulta necesario realizar un trabajo
de vaciado de la triste y a la vez muy útil
Historia de
los heterodoxos españoles
?
SS.
Tal vez haya que leer a Menéndez Pelayo en
busca de inspiración, como dices… no creo que se
encuentre mucho. Durante toda la época ilustrada, la
Inquisición fue asfixiante en España. Uno de los his
-
toriadores de primera fila de la literatura clandestina
francesa y de la Ilustración radical francesa, el sevi-
llano Miguel Benítez, quiere escribir un libro sobre
Juan Antonio Olavarrieta, médico, fraile exclaustra-
do, periodista y activista especialmente durante el
Trienio Liberal, quien huyó a América, a Guayaquil
y Michoacán, perseguido por la Inquisición. Escribió
un tratado materialista,
El hombre y el bruto
, que qui-
zá publiquemos. Todo un personaje. Me lo ha prome-
tido para Laetoli, pero antes tiene que acabar otros
trabajos.
BCP.
Recuerdo con mucho interés libros como
Las
raíces globales de la democracia
, de Amartya Sen,
que fue premio Nobel de Economía en 1998, o
La
Ilustración
de Dorinda Outram. En ellos se intentaba
ampliar el universo de discurso de la Ilustración, para
acabar con la idea de que esta era una cuestión exclu-
sivamente europea. Ciertamente, la malinterpretación
que el colonialismo europeo hizo del discurso ilustra-
do, en términos de
mission civilisatrice
y de «expan-
sión de la democracia», y la tarea funesta de cierta
posmodernidad, reconvertida, como dijo Frederick
Jameson, en «lógica cultural del capitalismo tardío»,
supuso que en muchas partes del globo se empezase
a ver el discurso ilustrado o como un caballo de Tro-
ya colonial o poscolonial, o como una peculiaridad
cultural, casi folklórica en el sentido herderiano, de
Europa. Sin embargo, no hay argumento más euro-
céntrico que considerar que la lucha por la libertad, la
igualdad y la felicidad es una cuestión meramente eu-
ropea. Quizás en el arco temporal que te planteas, que
va desde que Montaigne publicó en 1580 la primera
edición de los
Ensayos
hasta 1830, sea difícil hallar
obras que podamos llamar «ilustradas» en un sentido
restringido, pero sí ha habido antes, durante y después
iniciativas, que participan de un espíritu ilustrado,
esto es, escéptico (y tolerante), materialista (y muchas
veces ateo) y hedonista (en términos individuales y
colectivos). No solo pienso en Luciano de Samósata,
La visión de la Ilustración por parte de bastantes
posmodernos es una completa estupidez.
La lucha por la libertad, la igualdad y la felicidad
no es una cuestión meramente europea.
La Ilustración es un fenómeno mundial
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que es una de las grandes fuentes de la Ilustración,
sino también en los
faylasuf
(‘filósofos’ en árabe)
como Avicena, Ibn Warraq o Al-Ma’arri, el poeta
persa Omar Khayyam, que fue claramente escéptico,
materialista y hedonista, el príncipe budista Shotoku,
y tantos otros. El trabajo de construir un imaginario
ilustrado mundial está por hacer. ¿Se te ocurren más
nombres al respecto, antiguos o modernos?
SS.
La visión de la Ilustración por parte de bastantes
posmodernos es una completa estupidez. Como dices
bien, la lucha por la libertad, la igualdad y la felicidad
no es una cuestión meramente europea. La Ilustra-
ción es un fenómeno mundial, del mismo modo que
la
Declaración de derechos del hombre
de Naciones
Unidas de 1948 es una declaración mundial. ¿Es la
ciencia también una «cuestión meramente europea»?
¿No es evidente que es un fenómeno mundial, aunque
haya nacido, digamos, en la Europa del siglo
xvii
?
Ilustración y ciencia van de la mano, antes o después.
Los ilustrados están continuamente leyendo y re-
cordando el mundo griego y romano. Muy a menu-
do citan a los mismos autores: sobre todo a Epicu-
ro, Demócrito, Lucrecio, Cicerón, Sexto Empírico,
Diógenes Laercio; también a los poetas hedonistas
romanos, como Virgilio, Horacio, Ovidio y el archi-
hedonista Petronio. Quisieran anular los 1700 años de
dominio cristiano para volver a esas fuentes clásicas:
escépticas, materialistas, ateas, hedonistas... La pala-
bra
ateo
aparece por primera vez en el siglo
v
a. de C.
Peter Gray titula el primer volumen de su gran obra
The Enlightenment
«El ascenso del paganismo mo-
derno». En este sentido, los ilustrados son unos nue-
vos renacentistas, pero, como escribe Jonathan Israel,
la importancia y las consecuencias de la Ilustración
sobrepasan con mucho las del Renacimiento. Sin em-
bargo, los libros dedicados a este último seguramen-
te son mucho más numerosos que los dedicados a la
Ilustración, lo cual es un sinsentido. Eso sí, el Rena-
cimiento tuvo mejores pintores, aunque la Ilustración
tiene a Goya, que es la gran aportación de España al
movimiento ilustrado.
BCP.
Recuerdo que hace unos diez o doce años leí
varios volúmenes de la
Contrahistoria de la filoso
-
fía
de Michel Onfray. Algunos de los nombres que
Foto de Joanbanjo - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=26306409
el esc
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recogía los conocía, pero muchos otros no, y empe-
cé a buscarlos. Fue entonces cuando me encontré con
la
Memoria contra la religión
de Jean Meslier que
la editorial Laetoli había publicado. Poco a poco fui
comprando muchos otros de los libros de la colección:
Holbach, Diderot, Cloots, La Mettrie, Helvétius... A lo
largo de estos años he ido recomendando y regalando
varios de esos libros, que me parece que forman uno
de los catálogos más interesantes del panorama edito-
rial actual. Fue hace apenas dos años que te escribí con
la intención de colaborar en dicho proyecto, y desde
entonces he realizado varias reseñas y he traducido va-
rios libros que empezarán a salir en breve. Quiero pen-
sar que mucha otra gente encontrará en este catálogo
un conjunto de voces racionales, libres y valientes que
les acompañen en estos tiempos irracionales y sumisos
(como lo son todos, por otra parte). Quería preguntarte
cómo se te ocurrió empezar esta colección, y también
cuáles son tus expectativas al respecto.
SS.
Curiosamente, todo empezó también con ese li-
bro de Michel Onfray, el cuarto volumen de su
Con
-
trahistoria de la filosofía
, al que en España se le puso
un muy mal título, calcado del francés,
Los ultras de
las Luces
, cuando debería ser
Los ilustrados radica
-
les
. Me pasó lo mismo que a ti. Busqué a esos autores
de los que hablaba Onfray y no encontré ediciones en
castellano por ninguna parte, o estaban agotadas desde
hacía treinta años. Ni Meslier, ni Holbach, ni Helvé
-
tius, ni La Mettrie, ni Maupertuis. Nada de nada. Mu
-
cho Heidegger en las librerías, mucho Vattimo, mucho
Zizek, pero de nuestros ilustrados radicales ni rastro.
Así que decidí editarlos. Afortunadamente, el
Sistema
de la naturaleza
y
Del espíritu
habían sido publicados
décadas atrás por Editora Nacional (también La Met
-
trie), por José Manuel Bermudo y su equipo, y bas-
tó comprar los derechos. Así empezó todo. Luego un
nombre lleva a otro, un libro a otro, y ya llevamos más
de treinta.
Desde hace un par de años, la colección se coedita
con el Museo de la Ilustración de Valencia (MuVim).
Es una gran ayuda económica. Ellos querían editar li-
bros de la Ilustración y se dieron cuenta de que ya los
estábamos editando nosotros. Así que se ofrecieron a
apoyarnos. Los libros se imprimen en Valencia, en la
imprenta de la Diputación de Valencia, a cuenta del
MuVim. Es un acuerdo perfecto, porque además im-
primen muy bien. No entran para nada en qué títulos
editamos: los imprimen y punto. Ojalá dure mucho
esta colaboración.
Como te decía al comienzo de esta conversación,
hay por lo menos unos cincuenta títulos haciendo cola,
unos en marcha, otros esperando. No hemos hablado
de los autores de los epílogos. Para los que descono-
cen la colección y han llegado hasta aquí, les diré que
la colección no lleva introducciones, sino epílogos, a
veces extensos, de treinta páginas o más. Poco a poco
han ido escribiendo esos epílogos algunos de los es-
tudiosos más importantes dedicados a la Ilustración
radical en la actualidad, como Jonathan Israel, pero
también autores franceses, italianos, españoles, cana-
dienses, ingleses, holandeses. Un mundo cosmopolita,
como la propia Ilustración.
Seguiremos en la misma línea, poniendo especial
atención en libros nunca traducidos al castellano, y
también en esos autores preilustrados que te comenté
antes, como los libertinos barrocos o los librepensado-
res ingleses. Hay países enteros que no hemos tocado:
Alemania, Italia, Holanda, Estados Unidos, Latinoa
-
mérica… Hay mucho que hacer, mucho que investi-
gar, mucho que leer, mucho que editar.