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E

l motivo para ello, en mi opinión, radica en que 

al tratar de adivinar el futuro lo que se hace es 

extrapolar el presente, pero hay un hecho del 

que todos nos olvidamos, y es que siempre ocurren 

imprevistos. Esos imprevistos, a veces buenos y a ve-

ces malos, hacen que el futuro cambie de rumbo y 

que las extrapolaciones que hacemos en el presente 

queden arruinadas. La creatividad humana es maravi-

llosa, capaz de concebir cosas, reales o ficticias, que 

cambian la dirección en la que se mueve la sociedad. 

Quizá convenga pararse un momento en esa distin-

ción entre lo real y lo ficticio. Probablemente nuestra 

primera impresión sea que los casos reales son más 

importantes que los ficticios, pero no es tan sencillo 

ni evidente. Pongamos un ejemplo: remontémonos a 

la prehistoria, a una época en la que ni siquiera existía 

el 

Homo sapiens

. Fueron nuestros antecesores los que 

dominaron el fuego y al hacerlo cambiaron no solo 

la sociedad humana, sino incluso nuestro cuerpo. El 

fuego permitía sacar mayor energía de los alimentos, 

lo que trajo consecuencias profundas para la socie-

dad: aumentó el tiempo libre, nuestro intestino se 

hizo más corto, los dientes y la mandíbula se hicieron 

más pequeños, y todavía sobraba energía que pudi-

mos dedicar a ese órgano costosísimo que se llama 

cerebro. El fuego, algo real, nos cambió para siempre.

Aristóteles comienza su 

Metafísica

 con esta frase: 

«Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de 

saber»

1

y ese deseo implica explicar los fenómenos 

que ocurren a nuestro alrededor. En algún momento 

que no soy capaz de estimar, algún antecesor nues-

tro inventó los seres sobrenaturales

2

. No es una in-

vención baladí ni trivial. Probablemente lo hizo una 

persona  que  hoy  calificaríamos  de  genio  científico. 

Nuestros grandes cerebros se hacían preguntas y las 

contestaban. Vivían en un entorno difícil de compren-

der, y había que buscar explicaciones. ¿Por qué sale 

el sol por las mañanas? ¿Por qué hay rayos y truenos? 

¿Por qué hay enfermedades? Y una pregunta que se 

engrana profundamente con el mandato biológico de 

sobrevivir: ¿Por qué morimos? ¿Es la muerte el fin?

Los seres sobrenaturales proporcionaban respues-

tas. Absurdas, pero todo hace pensar que el ser hu-

mano prefiere una mala respuesta a su ausencia. El 

«no se sabe» siempre deja mal sabor de boca y des-

pierta las ganas de seguir buscando. Tal como decía 

D

e oca a oca

                                     

Félix Ares de Blas

El futuro de las

 

pseudociencias

Félix Ares

Cada vez que se habla de cómo será el futuro de algo, solo hay una cosa que 

se cumplirá sin duda alguna: que las predicciones resultarán equivocadas.

Tablilla con el tratado de Qadesh (Wikimedia)

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el escritor y periodista francés del siglo XIX Jean-

Baptiste Alphonse Karr, «consideramos la incerti-

dumbre como el peor de todos los males, hasta que 

la realidad nos demuestra lo contrario»

3

. Yo diría que 

incluso aunque se demuestre lo contrario. Ante una 

necesidad de respuestas siempre surge el «vendedor» 

que las proporciona. Hay vendedores de buena y de 

mala fe; los que creen en su mercancía y los hay que 

saben que es falsa, pero que proporciona beneficios 

(no obligatoriamente económicos).

Otro gran invento de la humanidad fue la escri-

tura. Con ella se dominaban el espacio y el tiempo. 

El espacio, pues un escrito hecho en Babilonia podía 

transportarse hasta Egipto, Siria o Anatolia. El tiem-

po, pues lo que fue escrito hace cuatro mil años aún 

podemos leerlo. Con la escritura surgieron los mitos 

de alcance regional. Los dioses y mitos locales se ex-

pandían miles de kilómetros. Así, el mito de Gilga-

mesh de Babilonia se hizo casi universal, como el de 

Noé en la Biblia, el Deucalión griego, el rey Manu de 

la India, etc.

Cuando una sociedad es pequeña, todos sus com-

ponentes están de acuerdo en lo que es bueno o malo 

y se vigilan mutuamente. Así es muy difícil saltar-

se las normas. Pero cuando la sociedad se hace más 

grande, las religiones moralizantes (las que dicen qué 

es lo que está bien y qué es lo que está mal) crecen 

y actúan como cola que aglutina todos los elemen-

tos sociales. Al menos esta es la tesis que defienden 

Purzycki et al., (2016)

4

. Desde este punto de vista, 

un mito, una pseudociencia, sirve para unir a una so-

ciedad.

Parece ser que, en el tiempo, las grandes socieda-

des, la escritura y las religiones moralizantes apare-

cen más o menos a la vez. Hay voces discrepantes, 

pero más de detalle que de esencia.

La escritura trajo la historia. Siempre que hay una 

nueva tecnología, y la escritura lo fue, hay delin-

cuentes que se aprovechan de ella. En nuestro caso, 

la  escritura  sirvió  para  justificar  muchas  maldades; 

por ejemplo, usurpaciones de trono. Otras veces se 

trataba de mostrar al enemigo como maligno para 

justificar una invasión o una guerra. La difusión de 

noticias falsas era una de las claves de la lucha contra 

el adversario. Ramsés II fue uno de los primeros go-

bernantes que falseó la historia para su mayor gloria. 

En la batalla de Qadesh, los escritos del faraón nos 

dicen que fue una gran victoria de los egipcios sobre 

las tropas de la alianza sirio-hitita de Muwatalli II

5

Los historiadores actuales lo dejan, como mucho, en 

tablas.

La imprenta fue uno de los mayores inventos del 

último milenio, y la clave para la sociedad moderna. 

La difusión de la escritura y, por tanto, del saber a 

bajo precio, ha sido revolucionaria. Y trajo también 

unos delincuentes que se aprovecharon de ella. Sur-

gió en plena Reforma en el bando protestante, y muy 

pronto fue aprovechada por este para hacer propagan-

da en contra del catolicismo. Recordemos que enton-

ces el gran defensor del catolicismo era España, y así 

surge la leyenda negra. Se exagera todo lo malo de 

España y el catolicismo y se oculta o tergiversa lo 

malo del protestantismo. Se exageran los muertos de 

la Inquisición española y se olvidan de la Inquisición 

francesa

6

, de las persecuciones contra los católicos 

en Alemania

7

 o de los cincuenta mil muertos que se 

produjeron en la «civilizada» Inglaterra, igualmente 

contra los católicos

8

.

Aquí aparecen tres formas de pseudociencia o 

pseudohistoria: la primera es exagerar lo que ha he-

cho mal el enemigo; la segunda, minimizar el mal 

que hemos hecho nosotros; y la tercera, contar una 

historia descontextualizada. Este tercer punto mere-

ce una reflexión. Se puede contar una historia en la 

que todo lo que se dice sea verdad y sin embargo ser 

en gran parte falaz. Me explico: se pueden contar las 

atrocidades que hicimos los españoles en América, 

sin mencionar lo que hicimos bien y lo que aporta-

mos como civilizadores. Se puede contar la verdad 

sin exageraciones, pero si se hace sin contextualizar, 

sin decir cuál era el pensamiento de la época y sin 

comparar con lo que hacían otras naciones, estaremos 

haciendo pseudohistoria. La ética es cambiante, y lo 

que parece correcto en un siglo puede parecer atroz 

en otro.

La pseudohistoria propagandística siempre ha sido 

un arma de guerra. Y en siglo XXI sigue siéndolo, 

incluso más que nunca. Estamos en un mundo globa-

lizado en el que lo que es verdad o mentira se dirime 

en  redes  sociales  sin  ningún  filtro  de  cientificidad, 

sin ninguna exigencia de mostrar pruebas. Y en ese 

mundo una noticia mala puede hundir reputaciones, 

arruinar negocios o incluso naciones. Recuerdo que 

allá por los años sesenta, en Madrid, bastó con decir 

Air Forces Cyber

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que en los alrededores de un restaurante chino no ha-

bía perros para que el ir a un restaurante de ese tipo 

fuera considerado una heroicidad. A más de un amigo 

le he oído decir: «no quiero que me den perro». De 

poco sirve que razones que un restaurante se basa en 

un suministro continuo y regular y que los perros no 

cumplen esa norma, pues son muy difíciles de con-

seguir en nuestro país. No importa, los restaurantes 

chinos tuvieron muy mala fama durante mucho tiem-

po, por algo que no habían hecho. Las redes sociales 

producen un efecto multiplicador. Si eso ocurrió en 

un Madrid sin internet, imagínenselo hoy en día.

Muchos países avanzados han creado 

ciberejérci-

tos 

o grupos especiales dentro de los departamentos 

de defensa, cuya misión es defenderse de un posible 

ciberataque y también de preparar la guerra. Saber 

cuáles son los puntos neurálgicos de un país y apren-

der a sabotearlos forma parte de su esencia. Todos 

hemos oído hablar de la red de espionaje Echelon

9

Menos conocido es que el ejército chino tiene en la 

calle Datong, en el distrito de Pudong en Shanghái, 

un edificio de doce plantas «al cual miles de emplea

-

dos acuden a diario con el objetivo de infiltrarse ile

-

galmente y espiar a gobiernos, empresas y personas 

de todo el mundo»

10

. Ni que decir tiene que los chinos 

lo niegan; pero no importa aquí si es cierto o no. Lo 

importante es que estos grupos de «defensa», al me-

nos en teoría, pueden difundir rumores que hundan la 

credibilidad de un país y, con ella, su economía. Basta 

con ver la velocidad a la que se difunden rumores por 

las redes sociales para darnos cuenta de lo peligroso 

que puede llegar a ser. En épocas preinternet, los mi-

tos contra los transgénicos hicieron un daño inmenso 

a la sociedad. Idioteces como la homeopatía, que no 

tiene ni pies ni cabeza, han tenido un enorme éxito. 

Pensemos ahora en la era de las redes sociales lo que 

puede ocurrir. No debemos olvidar que surgirán mitos 

globales que casi instantáneamente llegarán a todo el 

mundo.

Los mitos del futuro serán globales, se difundirán 

por internet y su gestación puede venir de la mano 

de personas de buena fe que se creen lo que dicen, 

de ciberdelincuentes o de ciberejércitos que quieran 

debilitar la credibilidad del enemigo.

Viejos mitos con ropajes nuevos

.

En el futuro todo tendrá un toque tecnológico. Sin 

duda surgirán —o mejor dicho, ya han surgido— 

neoluditas

11

 y los que añoran paraísos de «buenos 

salvajes» que nunca existieron. Pero incluso estos 

tienen la componente tecnológica; en contra, pero 

tecnológica. Hace ya muchos años escribí un libro, 

sin publicar, que titulé 

Nuevas caras para los viejos 

dioses

,

 

en el que defendía que ovnis, extraterrestres 

y abducciones no eran otra cosa que los viejos mitos 

vestidos con ropaje tecnológico. Hoy los drones bara-

tos y fáciles de manejar dan infinitas posibilidades de 

falsificar ovnis y de vender marcianos a los crédulos. 

En su día, la cámara Kirlian

12

 dio pie para fotografiar 

el aura y hacer pseudodiagnósticos médicos, teniendo 

en cuenta su color, brillo, etc. Hoy en día, las gafas 

de visión nocturna, las cámaras térmicas y la realidad 

aumentada ofrecen posibilidades mucho más allá de 

la cámara Kirlian, y un buen campo de cultivo para 

cientos de nuevos mitos y pseudodiagnósticos. Por 

poner un único ejemplo, estoy pensando en las visitas 

de Adamski

13

 y su grupo de amigos al desierto para 

contactar con los venusinos. Imaginen un Adamski o 

un Fernando Sesma

14

 actuales que lleven a su grupo 

de amigos a una zona descampada para contactar con 

los «seres de energía» de «otras dimensiones» que tan 

solo se ven con cámaras térmicas. E imaginen que 

esas cámaras están controladas por un ordenador y 

que añaden ciertos detalles como auras o cuerpos 

astrales, y que sus mensajes de paz y amor (obvia-

mente) nos llegan por e-mail cósmico, cifrados de tal 

modo que solo los adeptos que conocen la palabra 

clave (la palabra de los extraterrestres/dioses) son ca-

paces de leerlos. Y el gran mito de la vida eterna pue-

de disfrazarse de regeneración de órganos o de meter 

el alma en un chip. Cada vez que uno de nuestros 

órganos envejece nos fabrican otro y nos lo cambian, 

de modo que seremos eternos. Lo mismo ocurre con 

la idea de meter nuestra consciencia en un chip infor-

mático. Viviríamos en un ordenador, e incluso cuan-

do la tecnología avanzase lo suficiente, nos podrían 

suministrar un cuerpo robótico o biológico cultivado 

a nuestra medida

15

.

Estoy convencido de que muchas de las próximas 

pseudociencias serán viejas ideas animistas revesti-

Parece ser que, en el tiempo, las grandes sociedades, la 

escritura y las religiones moralizantes aparecen más o me-

nos a la vez.

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das de ecologismo y neoludismo. Greenpeace no está 

muy lejos de ello, si es que se separa algo.

Pseudociencias en redes sociales

Las pseudociencias en redes sociales tienen múl-

tiples caras. Por un lado, son escaparates donde se 

exhiben sin trabas de ningún tipo las pseudociencias, 

viejas y nuevas. ¿Quién no ha recibido un 

WhatsApp

 

con alguna pseudociencia, normalmente bieninten-

cionado? Esto nos introduce de lleno en otro de los 

problemas de la red, y es el de la sensación de que 

todos piensan como nosotros. Por un lado, solo nos 

apuntamos a grupos de ideología similar y los con-

trarios los borramos; el resultado final es que solo re

-

cibimos mensajes que refuerzan nuestras creencias, 

y eso hace parecer que nuestro pensamiento es el 

mayoritario, por más que no sea así. Ese entorno es 

el ideal para las sectas, los grupos extremistas o los 

terroristas. Por otro lado están los anuncios y reco-

mendaciones inteligentes de internet, como dice Eli 

Pasiser

16

:

Internet  ya  es  un  filtro  burbuja  que  restringe  la 

diversidad, que era el gran valor de las sociedades 

modernas. Si usted es de derechas en un barrio de 

derechas, ya no le ofrecen publicidad o enlaces de 

izquierdas. (…) De ese modo, la hipercomunicación 

digital acaba siendo hiperaislamiento. La paradoja 

es que cuanto más navegas, menos sabes lo que pien-

san los demás. Te aíslas en tu celda.

Pero, además, hay una zona más oscura. Para los 

videntes, tarotistas y gurús, conocer datos de sus po-

sibles clientes y soltarlos en el momento oportuno 

aumenta la credibilidad. Hoy esto se ve simplificado 

por la búsqueda en internet, donde figura enorme can

-

tidad de datos sobre nosotros que, usados de un modo 

astuto, nos pueden convencer de que los han obtenido 

de forma paranormal.

Sin duda el 

Big Data

17

, incluyendo nuestra ubica-

ción en cada momento del día —gentileza de nuestro 

teléfono móvil—, y las herramientas que existen hoy 

para tratarlo, es una fuente inagotable de datos para 

posibles médiums, videntes y otros charlatanes. Pero 

lograr los datos y las herramientas requiere tiempo 

y conocimiento (y muchas veces es ilegal), lo que 

probablemente aleje a muchos de ellos de ese mun-

do; pero por desgracia, cada vez es más frecuente 

el crimen (delito) como servicio

18

, que para el tema 

que nos ocupa consiste en que el charlatán paga a un 

grupo delincuente que le ofrezca, por una cantidad 

de dinero razonable, los datos de posibles víctimas. 

No olvidemos que todos somos susceptibles de caer 

en algún engaño pseudocientífico; todo depende de 

cómo nos lo envuelvan. Imagínese que acude a un 

brujo africano —incluso para desprestigiarlo— que 

se anuncia en los parabrisas de los coches con una 

publicidad mal redactada, lo que hace pensar que es 

poco menos que analfabeto. Llega a su consulta y, 

efectivamente, comprueba que es pobretón y de bajo 

nivel cultural, nada tecnológico a la vista. Y al hablar, 

el brujo le da datos de su vida y de dónde ha estado 

últimamente, le dice que está usted muy apesadum-

brado por la muerte de Fulano, etc. Seguro que le im-

presiona y le da credibilidad. Si eso mismo se hiciera 

en un despacho con ordenadores y mucha paraferna-

lia tecnológica, tal vez pensásemos en un montaje, 

pero, ¿con un pobre desgraciado que ni siquiera sabe 

usar el ordenador?

Y ya, para poner un último ejemplo, pensemos en 

el despacho de un charlatán que a la entrada tiene un 

escáner corporal, y que al pasar descubre que usted 

lleva una pulsera de alejamiento. Y cuando empieza a 

hablar con usted, tal vez usando una bola de cristal, le 

dice algo así como «lamento lo que está pasando con 

su pareja, que haya llegado hasta los tribunales no le 

tiene que haber sentado bien; eso ha ennegrecido su 

aura, podríamos hacer un ritual de limpieza, pero es 

un poco costoso...».

Pseudociencias de día cero

En informática se llaman 

ataques de día cero

 aque-

llos que ocurren antes de que se hayan descubierto las 

soluciones o incluso antes de que nadie descubra que 

una pieza concreta de 

software

 contiene un 

malware

19

 Imagen de cámara Kirlian (Wikimedia)

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Lo mismo ocurre con las pseudociencias. Ante cual-

quier peligro, la sociedad desarrolla sistemas de de-

fensa; podríamos llamarlo un «sistema inmunitario 

social». El problema con las nuevas pseudociencias 

es que son totalmente desconocidas y nuestra socie-

dad todavía no ha desarrollado defensas contra ellas. 

Basta con que algo suene bien y parezca bueno para 

que se difunda con toda rapidez. Algo similar a lo 

que ocurrió en Madrid: «en los restaurantes chinos 

dan carne de perro». Es mentira, pero el daño está 

hecho. Se me ocurren otras ideas, pero seguro que me 

quedo corto. Por ejemplo, un ciberejército piratea las 

tarjetas de crédito de un gran banco. Sin que se sepa 

quién ha sido el ladrón, se acusa de ello a un grupo de 

hackers

 y después se pide que se saque el dinero de 

todos los bancos de ese país, pues es poco confiable, 

que las leyes del país X son mucho más exigentes y 

seguras. Ante una noticia así, ¿cuánto capital saldría 

de un país e iría al otro?

Pseudociencias a la carta

Cada persona tiene sus puntos débiles y estoy casi 

seguro de que hasta el más obstinado racionalista tie-

ne (tengo) algún punto por donde puede ser atacado. 

Los sistemas de inteligencia artificial (IA), y la gran 

cantidad de rastros que vamos dejando por la red, 

permiten averiguar los puntos débiles de cada perso-

na y diseñarle una pseudociencia a la carta. Una a la 

que difícilmente se podrá resistir y por la que estará 

dispuesto a pagar, no necesariamente con dinero. Un 

pequeño ejemplo: los médicos le detectan un cáncer 

no curable, llamémoslo C. Los creadores de mitos le 

hacen llegar, como por casualidad, en una cadena de 

WhatsApp

 o en 

Facebook

, algo parecido a esto: «Un 

pequeño laboratorio indio ha desarrollado una medi-

cina contra el cáncer C, pero las autoridades no la 

aprueban porque las grandes multinacionales que fa-

brican las medicinas paliativas contra dicha enferme-

dad se quedarían sin negocio

20

». Y después dejan caer 

que hay un sitio en la 

Dark Net

21

 –

alguna renacida 

Silk Road

22

– 

 donde se puede adquirir anónimamente, 

usando 

Tor

23

 y pagando con 

Bitcoin

. Si usted es un 

poco orientalista y le gusta la espiritualidad (?) de la 

India, tal vez le añadan una pizca de medicina ayur-

védica o alguna otra cosa «holística». Si usted es ra-

cionalista, tal vez en el anuncio quiten lo de las mul-

tinacionales farmacéuticas y hablen de que las trabas 

burocráticas, fruto de unos políticos ineptos, hacen 

que todavía tarde unos años en comercializarse, pero 

que en el mercado negro ya se puede conseguir, etc. A 

cada uno le hacen un anuncio a la carta, basándose en 

su perfil obtenido por 

Big Data

 + IA. Y no acaba aquí 

la personalización; hoy en día hay varias formas de 

saber el estado de ánimo, y el anuncio de pseudocien-

cia puede llegarte en el momento de ánimo adecuado. 

Estoy convencido de que muchas de las próximas pseudo-

ciencias serán viejas ideas animistas revestidas de ecolo-

gismo y neoludismo.

 El líder de los luditas, grabado de 1813 (Wikimedia)

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¿Podremos defendernos ante este tipo de ataques?

Una buena formación en pensamiento crítico pue-

de ser un primer paso para crear un sistema inmunita-

rio social que nos proteja de lo desconocido. Pseudo-

ciencias habrá siempre, y erradicarlas es imposible. 

Una meta deseable es que se mantengan en un perfil 

bajo, que no adquieran demasiado poder, pues en caso 

contrario nos podrían hacer avanzar a toda velocidad 

hacia la Edad Media. Como dos caras de una moneda, 

la tecnología que nos puede proporcionar el paraíso 

también nos puede llevar al infierno.

Notas:

1- Aristóteles (335-322 a. c). 

Metafísica. Libro primero.

 

I Naturaleza de la ciencia; diferencia entre la ciencia y la 

experiencia.

2- Criado, M. A., Cómo los hombres llegaron a dios. Un 

estudio de la Universidad de Oxford sobre centenares de 

culturas muestra que la idea de la deidad moral aparece 

después de que los hombres dejaran la tribu y aumentara 

la complejidad social. 

El País

, 20/03/2019.

3- Karr, J. B. A. (1838). Dentro de la obra 

Geneviève.

4- Purzycki, B. G., Apicella, C., Atkinson, Q. D., 

Cohen, E., McNamara, R. A., Willard, A. K., …Henrich, 

J. (2016). Moralistic gods, supernatural punishment and 

the expansion of human sociality. 

Nature

530

, 327. doi.

org/10.1038/nature16980

5- Ruiz, D. Cómo el faraón Ramsés II inventó las 

fake 

news

La Vanguardia

, 30/01/2018

6- Arteguías.com (s. f.). 

Orígenes y nacimiento de 

la Inquisición Medieval

. https://www.arteguias.com/

inquisicionmedieval.htm

7- Mayorga, F. (2015, enero, 29). La inquisición 

protestante. https://cadenaser.com/programa/2015/01/29/

ser_historia/1422517717_107993.html

8- Cervera, C. (2019, abril 12). La brutal persecución de 

católicos en Inglaterra: el terror que siguió a la marcha de 

los españoles. 

ABC

, 12/04/2019

.

9- https://es.wikipedia.org/wiki/ECHELON

10- Goodman, M. (2019). 

Los delitos del futuro (2ª 

edición)

 pp. 54 y 55. Barcelona: Ed. Ariel.

11- https://es.wikipedia.org/wiki/Neoludismo

12- https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1mara_Kirlian

13- https://es.wikipedia.org/wiki/George_Adamski

14- https://www.tebeosfera.com/autores/sesma_

manzano_fernando.html

15- Holded (2019). Transhumanismo: ¿logrará la 

tecnología proporcionarnos la inmortalidad?. https://

www.holded.com/es/blog/transhumanismo-lograra-la-

tecnologia-proporcionarnos-la-inmortalidad/

16- Amiguet, L. (2017). Internet nos aísla tanto como 

nos comunica. 

La Vanguardia

, 14/07/2017

17- https://es.wikipedia.org/wiki/Macrodatos

18- Delgado, C. (2018). ¿Qué es el crimen como 

servicio o Crime as a service (CaaS)? http://www.

christiandve.com/2018/11/que-es-crimen-como-servicio-

crime-as-a-service-caas/

19- https://es.wikipedia.org/wiki/Malware

20- Mensajes similares a este los he oído decenas de 

veces sobre el «motor de agua», que ha sido silenciado 

por las multinacionales del petróleo. Sobre todo se lo he 

oído a taxistas.

21- https://fr.wikipedia.org/wiki/Darknet

22- https://fr.wikipedia.org/wiki/Silk_road

23- https://es.wikipedia.org/wiki/Tor_(red_de_anonimato)

 El líder de los luditas, grabado de 1813 (Wikimedia)