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el esc

é

ptico

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Verano 2019

E

ditorial

  

Juan A. Rodríguez

S

on numerosos los hechos que indican un cambio 

de percepción en el conjunto de la sociedad en lo 

referente a las pseudociencias y a la necesidad de 

un pensamiento crítico y científico. Incluso ha alcanza

-

do —por fin— el mundo de la política, que parece que 

empieza a asumirlo como asunto digno de atención, es-

peremos que sin vuelta atrás. A ello dedicamos buena 

parte de este número.

Por un lado, está el Plan para la Protección de la Salud 

frente a las Pseudoterapias del Gobierno de España, del 

que ya hablamos en nuestro anterior editorial, y cuyo 

contenido describimos y comentamos en forma de ame-

no coloquio.

El otro gran asunto novedoso que trataremos (de la 

mano de Lorenzo Melchor y Manuel Souto) es el de la 

iniciativa Ciencia en el Parlamento, con la que se trata 

de poner el conocimiento científico al servicio de nues

-

tros políticos para que así puedan tomar decisiones más 

informadas. Conoceremos también la experiencia per-

sonal de dos de nuestros socios, participantes activos de 

la misma.

Esperemos que ello no eclipse la otra temática fun-

damental de este número (aunque no deja de estar re-

lacionada, por tener también sus aspectos políticos), 

constituida por la segunda parte del 

dossier

 dedicado a 

la industria farmacéutica, y cuya primera parte recogi-

mos en nuestro número 49. Razones de espacio dejaron 

para más adelante dos artículos dedicados al mecanismo 

de las patentes: uno de Félix Ares, quien nos intenta ha-

cer ver que resultan una figura fundamental para la pro

-

moción de la creatividad y la investigación aplicada y, 

aunque mejorable, tiene su razón de ser y no resulta tan 

nefasto como suponen ciertas corrientes de opinión. El 

otro artículo al respecto es de Carlos López Borgoñoz, 

que matizará algunos aspectos del anterior, aunque estén 

de acuerdo en lo fundamental.

En el último texto del 

dossier

, Iria Veiga hará un re-

paso a la evolución de la psiquiatría y la corriente de 

la antipsiquiatría, cuyas críticas, aunque en ocasiones 

fundadas e igualmente vinculadas a un intento de politi-

zación de la investigación médica, pueden desviarnos de 

lo que deberá ser el objetivo fundamental: dar mejores 

condiciones de vida a las personas.

Si alguien tiene la impresión de que tratamos siempre 

los mismos temas y de que poco cambia en el mundo 

del escepticismo, que lea la sección «Hace 25 años...», 

a ver si se mantiene en su opinión. Y para cerrar el cír-

culo presente-pasado-futuro, tenemos el planteamiento 

de Félix Ares en su sección «De oca a oca» sobre lo que 

nos depararán las pseudociencias a medio y largo plazo. 

Pero como él mismo dice, si hay algo seguro en las pre-

dicciones del futuro, es que resultarán equivocadas.

No solo viajaremos en el tiempo; también lo haremos 

en el espacio: nos desplazamos a Venezuela en nuestra 

sección «Red escéptica internacional». Entre apagones 

y cortes de red, Jesús Guevara nos ha conseguido hacer 

llegar la historia de la Asociación Racional Escéptica de 

Venezuela, nacida con el siglo y cuya evolución ha sido 

espejo de la vivida por la sociedad de aquel país. Por 

ello, este colectivo centró buena parte de su actividad 

en las críticas a la religión, tan importante en aquellas 

tierras y objeto de escaso interés para el escepticismo 

de la secularizada Europa. También veremos cómo la 

democracia y la razón mueren en la agitada situación 

actual venezolana.

Igualmente de Venezuela es el entrevistado Gabriel 

Andrade,  filósofo  y  el  autor  más  prolífico  de  la  serie 

¡Vaya timo!

 de la editorial Laetoli. Por lo dicho, buena 

parte de sus obras está dedicada a la crítica a la religión, 

aunque también aporta una buena dosis de teorización y 

visión de conjunto del escepticismo, tan necesaria para 

que los que solemos estar demasiado centrados en las 

luchas más urgentes no perdamos la perspectiva.

Advertimos de que es un número denso en cuanto a 

su contenido, pero para equilibrar, empiecen mejor por 

la sección «Primer contacto», de noticias breves y temas 

variados. Desde ella se envía, entre muchas otras cosas, 

un recuerdo al recientemente fallecido Eduard Punset, 

fundamental en la visibilización de la ciencia en Espa-

ña, por más que mostrara en sus últimos tiempos unas 

derivas bastante estridentes, por ejemplo hacia la pseu-

dopsicología.

También resultan más ligeros los textos de la sección 

«Un marciano en mi buzón», dedicada esta vez a la serie 

televisiva 

Doctor Who

, así como las caricaturas de nues-

tros colaboradores habituales y las recomendaciones de 

lectura del «Sillón escéptico», que nos trae una entrega 

más larga y variada de lo habitual, con nuevos títulos de 

los que disfrutar en los próximos meses de verano.

Hasta la próxima.