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el esc

é

ptico

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invierno 2016/17

información fundamentada de la que no lo es, ¿cómo podrá 

construir conocimiento?

La crítica —el escepticismo— es indispensable para 

el proceso educativo.

Observamos antes que la palabra crítica tiene la misma 

raíz que criterio. Criterio, según el diccionario, es «aque-

llo que sirve de norma para hacer un juicio». Lo que nos 

permite ser críticos o escépticos (moderados) es el hecho 

de disponer de criterios, de haber incorporado criterios 

(un científico hablará de «método científico»; un educador, 

de «pensamiento crítico», pero estarán hablando de princi-

pios orientadores de la misma naturaleza). Solo podemos 

ser realmente críticos o legítimamente escépticos si dis-

ponemos de criterios, reglas, valores, principios, métodos 

o como queramos llamarlos. Es sencillo ser un escéptico 

radical que duda alegremente de todo, así como es con-

fortable ser un dogmático que se aferra acríticamente a las 

creencias que le resultan convenientes; el arte y el desafío 

es saber cómo dudar y de qué dudar, y tener medios a partir 

de los cuales buscar y rebuscar soluciones. Y ese arte de-

pende de disponer de los criterios adecuados

4

.

Bibliografía

Dewey, John, 1930, «What I Believe», The Forum, March 1930, 

176-82.

Ferrater Mora, José, 1964, Diccionario de Filosofía, Vol. I, Sud-

americana, Buenos Aires.

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Musgrave, Alan, 1993, Common Sense, Science and Scepti-

cism: A Historical Introduction to the Theory of Knowledge, Cam-

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Peirce, Charles, 1931-58, Collected Papers, in Hartshorne, C.; 

Weiss, P. (eds.), 1931-35, vols. I-VI; Burks, A. (ed.), 1958, vols. VII-

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Unamuno, Miguel de, 1967, Obras completas, Vol. III, Escelicer, 

Madrid. 

Notas:

1

 En sentido estricto, Unamuno hablaba de indagaciones teoló-

gicas; pero si sustituimos la expresión pereza espiritual por pereza 

intelectual, la frase puede aplicarse a nuestro tema con igual efi-

ciencia y exactitud.

2

 Importa la distinción; los nombres son de carácter secundario. 

Hablamos de escepticismo moderado o mitigado porque es una 

de las expresiones más utilizadas en el área de la epistemología 

(cf., por ejemplo, Musgrave 1993). Podríamos igualmente haber 

utilizado las fórmulas técnicas escepticismo racionalescepticismo 

científicoracionalismo crítico o falibilismo, las expresiones escep-

ticismo responsable (Carl Sagan), escepticismo organizado (Ro-

bert Merton), escepticismo sabio (James R. Lowell), etc., o haber 

hablado de una «dosis saludable de escepticismo» (Robert Arp).

3

 Para Peirce en particular, y para la tradición pragmatista en 

general, la duda escéptica (moderada) es la fuente dinámica del 

conocimiento. Un sistema de creencias supone un estado cognitivo 

en frágil equilibrio; las anomalías, así como los hechos sorprenden-

tes, hacen surgir dudas, es decir, un desequilibrio en el sistema, 

y esto da inicio a una «lucha» —o «indagación»— para obtener 

un estado renovado de creencias estables (cf. 1931-58, p. 1816). 

Ese proceso de indagación es continuo (p. 376), autocorrectivo (p. 

1918) y cooperativo (p. 334).

4

 Y esto no se restringe a nuestra vida argumentativa. Lo que 

nos hace adultos racionales es el hecho de haber aprendido a in-

corporar criterios —o sea, principios de discernimiento— en todas 

las áreas: normas éticas, criterios estéticos, reglas valorativas en 

general, etc.