background image

el esc

é

ptico

43

otoño 2016

etc., para observar e interpretar la realidad. Esto nos iguala 

a todas las personas, seamos como seamos, lo que forma 

parte esencial no solo de la democracia, sino de la manera 

en que entendemos los derechos y libertades actuales. Por 

el contrario, lo espiritual o religioso, que alimenta los va-

lores de los que hacen gala estos grupos sectarios cuando 

trascienden lo meramente sensorial y emocional tratando 

de buscar verdades en lo «desconocido», basa todo su ar-

gumentario en algo irracional. Estas verdades o creencias 

irracionales están sujetas a la fe subjetiva de cada persona 

y cada credo; que, a su vez, contiene sus propias verda-

des particulares. Sin duda, desde el racionalismo del siglo 

XVII, en el que se impone lo que conocemos como ciencia, 

ha llovido mucho; y también le han llovido muchas críticas 

a  esta última. Sin  embargo,  forman parte del proceso de 

maduración que nos ha traído a nuestra actual forma de en-

tender el mundo; también, por supuesto, a través de nuestro 

método científico, que nos acompañará a través de toda la 

historia que a la humanidad le queda. Pero eso no va a ne-

gar el valor intrínseco del método científico y de la realidad 

interpretada gracias a él, por mucho que sus resultados (el 

conocimiento  científico)  nunca  sean  del  todo  definitivos. 

De la misma manera, no va a negar este proceso lo oscu-

rantista que resultaría supeditar nuestro conocimiento y su 

desarrollo a través de la historia a la imposición de la fe. 

En resumen, vistos estos argumentos, entendemos que, 

desde una perspectiva pública, hay elementos suficientes 

para suscitar un nuevo debate en torno a los grupos secta-

rios. Así podríamos trazar el siguiente paralelismo: de la 

misma forma en que, en la actualidad, para la mayoría de 

la  sociedad  española  nos  parece  acuciante  una  discusión 

en torno al marco político en el que nos desenvolvemos, 

entendemos necesario otro igual que actualice el fenómeno 

religioso, y especialmente el de estos grupos minoritarios, 

una vez que la Transición y su contexto van quedando atrás. 

1

 Mar Ramos Lorente (2006) Nuevos Movimientos Religio-

sos en España: Contexto y análisis del proceso de afiliación 
y desvinculación de sus miembros
. Tesis Doctoral. Pág. 
180.

2

La clasificación de los diferentes tipos de países según

su grado de intervención aparece en: Pedro Castón Boyer, 
María del Mar Ramos Lorente (2009) «Modelos de implan-
tación de las sectas en la Unión Europea». Sistema: Revis-
ta de ciencias sociales
, 211, págs. 3-40

3

 Véase, Souto Paz, José Antonio (2005) La transición po-

lítica en España y la cuestión religiosa. Osservatorio delle 
libertà ed instituzione religiose.
http://www.olir.it/areetematiche/103/documents/Souto_
Transicion.pdf

4

  En referencia a los diferentes actores favorables e impul-

sores del cambio político dentro de la Iglesia Católica espa-
ñola, véase: Pablo Martín de Santa Olalla Saludes (2004)
La Iglesia durante la Transición a la democracia: Un balan-
ce historiográfico
, Actas del IV Simposio de Historia Actual. 
Logroño, 2002. Instituto de Estudios Riojanos: pp. 353-370.