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M

undo escéptico

A

 

menudo escuchamos relatos escalofriantes de perso-

nas que han sufrido Experiencias Cercanas a la Muer-

te (ECM), y que han podido regresar para explicár-

noslo. La Wikipedia señala (requiriendo cita, por supuesto, 

pues no se me ocurre qué clase de estudio se puede hacer 

en este sentido) que algunas estadísticas indican que una de 

cada cinco personas que han “superado” una muerte clínica 

ha experimentado una ECM. 

Algunos las relatan con más detalle, otros con menos. A 

veces contradictoriamente, a veces como ficción en pelícu-

las o libros, a veces como testimonios de primera o segunda 

mano… pero casi siempre se coincide en que es una situa-

ción espectacular. 

Stephanie Savage, en un artículo publicado en Skeptical 

Inquirer (revista de julio-agosto 2015) trata sobre este tema 

y se pregunta dónde están los testimonios de escépticos, 

puesto que la gran mayoría de las personas que pasan por 

una ECM son creyentes (yo también requeriría cita de esta 

afirmación, no obstante).

Ella, una escritora escéptica que sufrió un coma, nos relata 

su particular ECM, con sus sueños, sus visiones, y sus recuer-

dos vagos de situaciones que acaecieron en su proximidad.  

Todo ello muy alejado de las visiones extraordinarias que nos 

suelen relatar: túneles con focos brutales al final, personas 

ya fallecidas desfilando por delante de nosotros, escenas de 

nuestra vida pasada grabadas en las ventanillas de un tren 

interminable, contemplar nuestro cuerpo mientras flotamos 

cerca del techo de la sala… 

Tenemos un cerebro que no nos merecemos… o sí.

Savage entiende que todo ello simplemente muestra la ca-

pacidad del cerebro para “inventarse” situaciones relacionan-

do experiencias, datos y creencias íntimas desde un punto 

de vista racional. Y yo supongo que es así. ¿Por qué? Porque 

lógicamente no puede ser de ninguna otra manera, y quien 

lo afirme deberá demostrarlo (y le va a costar, voto a bríos, 

justificar todo lo que necesitará justificar).

El cerebro es una máquina excepcional, pero no omnipo-

tente. Gestiona y almacena los datos que le entran por los 

sentidos, y los relaciona entre sí fabricando un entresijo más 

Experiencias cercanas

 

a la muerte

Sergio López Borgoñoz

 (foto: nico caramella, www.flickr.com/photos/nicocaramella/)

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Turno de réplica

O

frecemos a continuación la nota enviada por un lector aludido en una de las reseñas de nuestro Sillón 

escéptico publicada en la revista nº 41 en la página 75. Con ella inauguramos, como ya adelantaba la 

carta del director, un nuevo recurso para canalizar en nuestra web este tipo de discusiones. Se adjun-

ta al final de esta nota un enlace donde los interesados podrán encontrar todo lo relativo a este caso concreto, 

el acceso a la reseña original, una contestación a la misma por parte del aludido, Luis Carlos Silva, así como 

una contrarréplica de Víctor Javier Saínz Larrinaga, autor original de la crítica publicada en nuestra revista”.

Nota del Dr. Luis Carlos Silva Ayçaguer sobre un artículo del Dr. Javier 

Sanz Larrínaga, publicado en El Escéptico, en 2014. 

En el número 41 de El Escéptico apareció un artículo titulado “Medicina sin apellidos.  Un debate sobre la 

medicina natural  y tradicional en Cuba” a cargo del colega Javier Sanz Larrínaga. Puesto que allí se desple-

gaba un conjunto de afirmaciones que eran a mi juicio descalificadoras y erráticas, no solo sobre mis posicio-

nes académicas, sino también sobre la manera de pensar que supuestamente caracterizan a los científicos 

cubanos, me dirigí a la dirección de la revista solicitando un espacio para responder al Dr. Sanz.

Habiendo sido aceptada mi solicitud, envié muy pocos días después una contribución titulada “El telescopio 

y la técnica del buldócer. A propósito de una reseña sobre un libro cubano acerca de la Medicina Natural y 

Tradicional”. Tras el correspondiente acuse de recibo, se me informó que ella sería publicada en el número 

de diciembre del año 2014. 

A lo largo de los diez meses transcurridos desde entonces, viendo que la publicación de mi contribución no 

se consumaba, pedí en reiteradas ocasiones las explicaciones del caso. Finalmente, se me ha informado que 

tal situación fue debida a diversos problemas organizativos, algunos relacionados con el cambio de dirección, 

y que la revista acogería mi contribución en su número de diciembre de 2015. Sin embargo, se me solicita que 

reduzca el trabajo hasta llevarlo al 25% de su versión original. Si bien un artículo siempre puede contraerse 

para dejar lo verdaderamente esencial, en este caso me resulta imposible acceder a un cercenamiento tan 

radical. Hacerlo supondría renunciar a comunicar un conjunto de ideas que desbordan el diferendo concreto 

con el Dr. Sanz que la motivó y que  constituyen, en mi opinión, un valor añadido importante en cuanto al 

modo en que debe desarrollarse el debate científico.  Consecuentemente, he solicitado a las nuevas autorida-

des de la revista que publiquen la presente nota. Comunico asimismo a los lectores interesados, que podrán 

hallar el artículo íntegro, tal y como había sido originalmente aprobado, en el sitio http://www.escepticos.es/

node/4133 

Luis Carlos Silva, PhD

La Habana, 26 de octubre de 2015

o menos coherente (menos que más, aunque nos parezca lo 

contrario).

Tengo a mi madre en una residencia con una especie de 

demencia y, cada vez que la veo, me pregunto cómo es posi-

ble que el cerebro pueda gobernar todas las funciones mo-

toras de la articulación del habla, lo que supone una gran 

sincronización, pero a la vez la falta de memoria y de proceso 

de datos le haga perder el hilo en un instante en una con-

versación, e irse por peteneras. En la misma residencia hay 

una persona que sufre alucinaciones muy a menudo, imagina 

que se está cayendo aunque esté sujeta a una silla de ruedas 

y resulta inconsolable... El cerebro es fantástico, pero a veces 

nos juega muy malas pasadas.

Hipótesis alternativas

A nadie le sorprende que soñemos, y que los sueños sean 

recurrentes. ¿Quién no ha experimentado ECD (Expe-

riencias Cercanas al Despertar, concepto que me acabo de 

inventar)?  Elaboras en un instante una compleja historia 

cuyo final es que oyes unos pasos que te siguen, cada vez 

más próximos; despiertas y compruebas que hay un grifo que 

gotea con la misma cadencia que los pasos.

El cerebro inventa relacionando conceptos vividos o cono-

cidos. No puede imaginar algo que no haya experimentado 

con anterioridad.

Esta hipótesis (la de que las ECM son constructos del 

propio cerebro) es más que satisfactoria; y la alternativa (que 

realmente exista un más allá, del cual algunos puedan volver) 

es mucho más desconcertante y abriría un sinfín de pregun-

tas y cuestiones que, por pura pereza, es preferible no abordar.

¿Cómo puede alguien creer en la hipótesis alternativa de 

las ECM, y no volverse loco con las posibles respuestas a esas 

preguntas?