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José Miguel Mulet: 

“Hemos convertido en héroes 

a gentes que son auténticos 

macarrillas de pueblo

Entrevista de Inma León

La actividad del profesor José Miguel Mulet Salort es frenética desde que decidió hacer divulgación 

sobre tecnología de alimentos, abrir un blog y escribir un libro. Desde entonces ha tenido que 

batallar con numerosos ataques verbales contra su persona tanto en forma de comentarios en su 

blog, como en otras publicaciones por Internet.  Las amenazas en la red son una cosa, y otra muy 

distinta es que te esperen con palos y pancartas a la puerta del auditorio, como ocurrió el pasado 

8 de mayo en la Universidad de Córdoba (Argentina) con la connivencia del propio rector. El acto 

no se celebró, tras tres días de amenazas presenciales (en la Feria del Libro de Buenos Aires), y 

en Internet. 

Tres semanas después nos recibe en un entorno mucho más agradable, en un kiosko de la Feria 

del Libro de Madrid, para hablar de divulgación científica y libertad de expresión.

D

ossier

(foto: Inmaculada de León, CC)

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El Escéptico: Te dedicas a la enseñanza y a la investi-

gación, y también a la divulgación. Tienes un blog, cuatro 

libros publicados, das conferencias… Para ti la divulgación 

¿es una necesidad? ¿una obligación? ¿una vocación?

JM Mulet: Básicamente la hago por entretenerme y la 

hago porque quiero, y en el momento en que vea que no 

puedo seguir adelante con tanta cosa la dejaré sin ningún 

tipo de nostalgia. Lo hago porque me lo paso bien, y porque 

no vivo de ella, que eso me da la ventaja de poder decir 

lo que quiero y poder hablar cuando quiero de lo que me 

apetece.

EE: Efectivamente, en un blog tienes la libertad de decir 

lo que quieres. Los libros te dan la promoción que hacen las 

editoriales. ¿Por cuál de los dos medios llegas a más gente?

JM: Es diferente. Yo creo que hay una retroalimentación 

y una conjunción muy buena entre los dos medios. Eso lo 

noté en el primer libro: cuando salió Los productos natura-

les, el blog ya tenía cierta vida propia y entonces noté que 

el libro se vendió más o menos y el blog subió de visitas. 

¿Por qué? Porque había gente que por el blog acabó en-

contrando el libro, y gente que por el libro acabó encon-

trando el blog. El problema que tenemos los que hacemos 

blogs es que nos creamos un microcosmos, tanto en el blog 

como en las redes sociales. Tienes un número determinado 

de seguidores, tienes un número determinado de lectores y 

acabas pensando que eso es todo el mundo. Pero resulta que 

puedes tener veinte mil seguidores en Twitter y siempre ha-

blas solo con veinte o treinta que son, digamos, el núcleo 

cercano; puedes tener cuatro mil lectores del blog pero al 

final los que comentan son diez, que cuando vas a hacer una 

presentación, son los diez que están. Por eso está el peligro 

de quedarte en tu “zona de confort”… vaya, qué coaching 

me ha salido esto (risas).

EE: Ya que hablas de la gente con la que te relacionas en 

el blog, tienes comentarios favorables pero también mu-

cha crítica ofensiva. ¿Crees que los temas relacionados con 

la biotecnología suscitan reacciones más viscerales, sobre 

todo cuando son rechazos?

JM: Tendrías que ver los comentarios que no publico, 

porque ahí sí que hay de todo. En los temas de biotecno-

logía lo que ocurre es que circula muy mal la información, 

y la realidad científica está muy apartada de la percepción 

social. Y la ignorancia es muy atrevida. Hay gente que tiene 

actitudes muy vehementes, incluso violentas o agresivas, 

partiendo de datos que son absolutamente falsos. ¿Por qué 

tienen datos falsos? A veces porque no se han preocupado 

de filtrar la información, o por culpa de gente que les ha 

facilitado información incorrecta, en muchas ocasiones a 

sabiendas. El problema es que la ignorancia es muy cara. 

Toda esta ignorancia en temas de biotecnología nos está 

costando que el campo se esté hundiendo, nos está costan-

do millones de euros. Te voy a enseñar una cosa que te 

ayudará a poner en contexto lo que te acabo de decir [me 

enseña un comentario en su blog en el que un lector habla 

de pegarle un tiro en la cabeza].

EE: Muchos nos hemos enterado de lo dura que es la la-

bor del divulgador - en este caso, la tuya - en tu gira por 

América, cuando has tenido escraches, insultos, gente que 

ha ido a boicotear actos tuyos, incluso amenazas de muer-

te, como has contado tú mismo en tu blog. ¿Te esperabas 

eso? ¿Tiene que ver el lugar, o eso puede pasar en cualquier 

parte?

JM: Te puede pasar en cualquier parte. En general Euro-

pa es más tranquila, pero entrecomillado; quiero decir que 

en Europa hay contabilizados cincuenta ataques a campos 

experimentales transgénicos, ha habido también escraches 

a gente relacionada con la biotecnología y ha habido aten-

tados y pintadas en universidades por temas relacionados 

con la biotecnología. Y si te vas a otros temas, como es la 

energía nuclear, ni te cuento. A gente que trabaja en centra-

les nucleares le han reventado el coche y cosas de estas. En 

Sudamérica el problema es un poco más peliagudo porque 

hay mucha corrupción y porque muchas veces al alcalde 

o a los políticos locales les interesa más que haya grupos 

ecologistas - generosamente subvencionados, todo hay que 

decirlo - criticando a los agricultores, achacando a las fu-

migaciones que la gente se muera o tenga enfermedades en 

vez de criticándolos a ellos, porque el pueblo no tiene hos-

pital o no tiene alcantarillado ni agua potable, que es lo que 

está pasando muchas veces. Entonces, muchos ecologistas 

hacen el papel de tontos útiles. El problema es que la infor-

mación que dan ellos llega aquí muchas veces sin filtrar, 

y hemos convertido en héroes a gentes que son auténticos 

macarrillas de pueblo.

EE: Sin embargo tú no eres una empresa, no ganas dinero 

vendiendo transgénicos o insecticidas; tú eres investigador 

y divulgador. Lo que han hecho allí es impedirte la libertad 

de expresión incluso con amenazas de muerte. ¿Cómo se 

puede llegar a ese punto? Porque una cosa es destruir una 

cosecha y otra amenazar de muerte a un científico.

JM: La ignorancia es así de atrevida, qué quieres que te 

diga. Si a ti te parece normal que al intentar hacer la pre-

La ignorancia es muy cara. Toda esta ignorancia en temas de 

biotecnología nos está costando que el campo se esté hundiendo, 

nos está costando millones de euros.

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sentación del libro Comer sin miedo la gente acudiera con 

palos, y encima fuera con la connivencia del Rectorado de 

la Universidad [de Córdoba, Argentina], que les permitió la 

entrada, pues a partir de ahí todo lo que quieras. El rector 

de Córdoba todavía no ha hecho ninguna queja oficial; al 

contrario, después de irme yo ha programado actos de to-

dos esos que fueron a gritar, como desagravio.

EE: ¿El rector fue la persona que suspendió tu conferencia?

JM: La conferencia no se suspendió. La organización 

decidió que yo no fuera por seguridad. La mayoría de los 

que vinieron no tienen nada que ver con la universidad. Ten 

en cuenta que en Sudamérica hay autonomía universitaria, 

es decir, si hubiera pasado algo gordo la policía no habría 

podido entrar. La seguridad dependía del Rectorado, y el 

Rectorado estaba apoyando más a esos. A mí me invita 

la Facultad de Ciencias Agropecuarias. La Facultad es la 

que quería que yo fuera, pero el Rectorado digamos que es 

“proecologista”. ¿Entiendes la situación? Entonces dicen: 

¿por qué no podemos garantizar la seguridad? Es que el 

que se encarga de la seguridad es el que está facilitando 

que venga ese tipo de gente. Simplemente con que no se 

permitiera a nadie entrar con palos se hubiera podido hacer 

la conferencia. Pero, claro, no, porque según ellos eso es 

coartar la libertad de expresión. 

EE: ¿En general los científicos tenéis libertad de expre-

sión? Me refiero, por ejemplo, a publicar estudios que den 

resultados incómodos para el que los ha promovido o para 

alguna empresa, o a presiones para orientar los resultados 

hacia donde les interesa.

JM: Si son estudios hechos por encargo para empresas, tú 

haces el estudio y sale. El problema es que al final, según el 

contrato que firmes, el estudio suele ser propiedad de quien 

lo ha pagado. Si el estudio dice lo que la empresa quiere, 

se va a publicar y se le va a dar mucho bombo; pero si no 

dice lo que la empresa quiere oír, o no se publicará o saldrá 

en una revista que no conoce nadie y nadie le dará bombo. 

Cuando se dice que los científicos publican resultados fal-

sos, no es así. Porque si tú publicas resultados falsos, en el 

momento en que alguien haga la reevaluación y le salga lo 

contrario, tú vas a quedar muy mal. Pero sí que es verdad 

que hay cierta falacia de publicación: no se publican los 

resultados negativos y muchas veces, más que publicarse, 

se publicitan los resultados que convienen a cierta indus-

tria. Hay que tener en cuenta que esto se refiere solamente 

a la investigación financiada por la industria, que en países 

como España es irrelevante. Cuando trabajas con financia-

ción pública sí que tienes posibilidades de publicar lo que 

te dé la gana cuando quieras.

EE: ¿Animan las universidades públicas, los centros de 

investigación públicos, como donde tú trabajas, a hacer di-

vulgación además de a publicar?

JM: Últimamente parece que sí. Pero es un poco trampa. 

La divulgación requiere tiempo, pero al final cuando vas a 

pedir un proyecto, cuando vas a pedir una oposición, lo que 

te van a mirar son los artículos. Ahora parece que está em-

pezando a contar también el tema de la divulgación, pero 

no sé hasta qué punto. Sí que es verdad que en todas las 

convocatorias hay un apartado de difusión y publicación 

de resultados. Estaría bien que, ya que lo piden, luego lo 

evaluaran por lo menos concomitante a lo que te han di-

cho. Pero de momento se evalúa poco, aunque algo más 

que hace unos años, que no se evaluaba nada.

EE: En tu último libro

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 das pautas para divulgar la ciencia. 

¿Cómo está la divulgación de la ciencia en España? Puede 

parecer que últimamente hay mucha divulgación, cada vez 

más, incluso hay eventos de ámbito nacional, pero luego se 

hacen encuestas y la gente no tiene ni muchos conocimien-

tos científicos ni tampoco mucho interés por la ciencia.

JM: Se hacen muchas más cosas que hace unos años. Pero 

yo creo que estamos empezando. Y creo que aquí también 

tenemos el síndrome del microcosmos, es decir, se hacen 

muchos eventos pero siempre somos los mismos, tanto los 

ponentes como el público. Y ojalá se hagan más, porque nos 

lo pasamos muy bien, pero al final tienes el miedo de pensar 

que somos cuatro amiguetes que vamos haciendo giras por 

toda España. Yo creo que la gran frontera es llegar al gran 

público. ¿Cómo lograrlo? Pues primero, cambiando de me-

dios: que no se quede todo en Internet y en charlas en mu-

seos de ciencia. Hay que buscar otros escenarios, otros me-

dios. Por ejemplo, ahora que estoy escribiendo en El País, 

pienso que es una oportunidad para llegar a gente que no va 

a leer nunca un blog ni va a ir a un evento como Naukas. Y 

si a partir de ahí consigues engancharlos para que se vengan 

al Naukas o al Desgranando Ciencia, pues será genial. Pero 

si nos centramos en publicar en blogs, en hablar por Twitter 

y tal, al final siempre estamos llegando a la misma gente. Yo 

creo que lo que hay que hacer es diversificarse, abrirse, pro-

bar cosas nuevas, intentar llegar a otros medios… Por ejem-

plo, el programa de televisión Órbita Laika ha conseguido 

entrar en la tele, que yo creo que es un éxito sin precedentes. 

Vamos a ver si exploramos ese camino.

EE: La experiencia que tú estás teniendo, sobre todo con 

Simplemente con que no se permitiera a nadie entrar con palos 

se hubiera podido hacer la conferencia. Pero, claro, no, porque 

según ellos eso es coartar la libertad de expresión.

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la publicación de tus últimos libros, es muy mediática: te 

han hecho entrevistas en televisión, en prensa, en radio. 

¿Crees que se debe a los temas que tratas o por tu tono 

coloquial y accesible?

JM: Yo creo que es porque cuento chistes (risas). De mi 

experiencia de estos años te puedo decir que uno de los 

motivos por los que me puse a hablar de esto fue porque 

yo trabajaba con transgénicos, y toda la información que 

había en prensa era absoluta basura – perdona que te lo 

diga a ti que eres periodista -, era todo muy falso. ¿Qué 

pasaba? Pues que el vínculo que tenían los periodistas era 

con asociaciones ecologistas. Cuando un periodista tenía 

que llenar una página o tenía que llenar cinco minutos de 

un noticiero, sabía a quién llamar de la organización ecolo-

gista: sabía quién era, cómo se llamaba, qué teléfono tenía. 

Y le llenaba el espacio. Resulta que lo que le decía no era 

verdad, pero el periodista ya había cumplido su trabajo. De 

lo que me he dado cuenta es de que al publicar libros y, 

sobre todo, cuando te llama un periodista coger el teléfono 

y gastar cinco, diez, quince minutos en atenderle, consigues 

crear un vínculo. Si tú tratas bien al periodista, el periodista 

luego te trata bien a ti, y cuando sacas un libro siempre te 

buscan hueco para hacer una reseña. El periodista igual te 

ha llamado un día que estabas a media clase; te excusas con 

los alumnos,  pides que te llame en media hora, y le ayudas 

a rellenar una noticia. Si tú no le hubieras cogido el teléfo-

no, hubiera llamado al ecologista y lo hubiera publicado. 

Yo creo que la ventaja de esto es que los periodistas en 

general siempre me han tratado muy, muy bien. Yo también 

he intentado tratarles bien a ellos y sobre todo de crear bas-

tante cercanía, y creo que eso ha ayudado a que los libros 

hayan tenido mucha difusión. Y, sobre todo, siempre he in-

tentado contar las cosas de forma que pudieran entenderlas.

EE: Oyendo lo que dices da la sensación de que el pe-

riodista se conforma con la primera declaración que pueda 

conseguir, que antes era una y ahora es otra. ¿No crees que 

quizá antes no sabía que hubiera más posturas, más opi-

niones?

JM: Sí, es que antes no existían vínculos con alguien de 

la ciencia como los tienen ahora conmigo y con más gente. 

Ahora poco a poco estamos consiguiendo crear ese vínculo. 

Por ejemplo, anteayer estaba en una conferencia que me es-

taba gustando mucho y me envían un mensaje: “por favor, 

llámame cuando puedas, es urgente”. Es una chica que me 

entrevistó hace tiempo, casi ni me acordaba, que trabaja en 

El Confidencial. Quería hacer el comentario del programa 

electoral de Manuela Carmena, que había propuesto entre 

otras cosas declarar Madrid “zona libre de transgénicos”. 

Los periodistas siempre tenéis mucha prisa, y ella tenía que 

cerrar. Si yo le digo “hoy no puedo” y ella tiene que cerrar 

la noticia, igual llama a otro que le dice algo con lo que 

yo no estaría de acuerdo. Hay que entender que, muchas 

veces, trabajáis contra reloj, y eso hay científicos que no 

entienden que no pueden darle una cita al periodista para la 

semana que viene porque igual ya no le interesa esa noticia. 

Hay gente que, como está muy ocupada, hace eso. Yo inten-

to hacer un hueco por muy ocupado que esté.

1- Estrategias de divulgación científica. ISBN: 978-84-9048-319-0

Condena del ataque contra la libertad de expresión

sufrido por José Miguel Mulet

ARP - Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico condena enérgicamente el ataque 

contra la libertad de expresión que ha sufrido en Argentina nuestro compañero José Miguel 
Mulet, profesor titular de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia, investigador 
y divulgador científico.

El profesor Mulet tenía que haber pronunciado una conferencia en la Universidad Nacional 

de Córdoba el 8 de mayo, pero la conferencia se canceló tras haber recibido amenazas. Espe-
ramos con impaciencia la crónica del propio José Miguel Mulet; mientras tanto, manifestamos 
nuestra repulsa ante quienes impidieron con amenazas la celebración de la conferencia, en 
lo que consideramos un atentado contra la libertad de expresión. Es especialmente triste que 
esto haya ocurrido en una universidad, donde se espera que se produzcan debates civilizados.

Nos alegra extraordinariamente que el profesor Mulet se encuentre bien y que siga, como 

siempre, dispuesto a investigar y divulgar ciencia, y a defender sus propuestas e ideas. Desde 

aquí, enviamos a nuestro compañero José Miguel Mulet un abrazo, con todo nuestro apoyo.