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L

a acelerada mejoría de la calidad de la vida de los ha-

bitantes del planeta, iniciada a partir de los comien-

zos de la edad moderna, se basa sin lugar a dudas 

en la aplicación del método científico en todas las ramas 

de la ciencia y la tecnología.  Mediante el método cien-

tífico han surgido diversas formas de emplear con mayor 

eficiencia los recursos naturales accesibles en cada lugar; 

se han ideado métodos muy disímiles para aprovechar las 

diversas fuentes de energía y se ha promovido una mayor 

conciencia acerca de la necesidad de proteger el medio am-

biente y lograr un desarrollo sostenible sin poner en peli-

gro lo que ofrece la naturaleza.  Igualmente se ha facilitado 

de manera extraordinaria el registro y almacenamiento de 

datos de todo tipo, estableciéndose la actual globalización 

en las comunicaciones.  El método científico y la continua 

interacción entre las diversas ciencias ha permitido llegar 

a conocer las principales particularidades del organismo 

humano, tales como las funciones de los órganos a nivel 

celular e incluso genético; la esperanza de vida se ha incre-

mentado notablemente gracias a la introducción de nuevos 

fármacos, vacunas, instrumentos, tecnologías y métodos de 

análisis clínico cada vez más potentes y precisos, incluso 

aún en los lugares donde no llegan todos los beneficios que 

la ciencia médica es capaz de proporcionar en la actualidad.  

El núcleo esencial del método científico lo constituye la 

interacción teoría-experimento.

1

  Mientras que el experi-

mento busca examinar la realidad para obtener informa-

ción, la teoría trata de dar una explicación racional a los 

resultados que proporciona el experimento.  En el caso de 

los medicamentos y terapias, la teoría trata de encontrar el 

mecanismo mediante el cual actúa el remedio sobre una 

determinada dolencia. Develar el mecanismo permite mo-

dificar el fármaco o la terapia buscando más eficacia, me-

nos costo, la reducción de efectos secundarios o mejorar la 

relación riesgo/beneficio.

Mediante la teoría es posible generalizar un resultado 

particular o asociarlo a otros eventos o sucesos cuya rela-

ción no es inmediata, y que a veces pertenecen a ramas de 

la ciencia que aparentemente no tienen nada que ver con el 

experimento original.  El experimento sin teoría no da la 

posibilidad de avanzar, ni siquiera comprobar que lo váli-

do en un caso particular también puede serlo en otro muy 

parecido. La teoría sin experimento no es más que una su-

posición, que no tiene por qué ser cierta; existen infinidad 

de ejemplos de supuestas ‘teorías’ que, muy racionales en 

apariencia, han resultado ser totalmente falsas.  

Por ejemplo, en cualquier enciclopedia se puede encon-

trar que la ranitidina, un medicamento de venta en cual-

quier farmacia, es un receptor de la histamina, que inhibe 

la producción de ácido estomacal al suprimir la secreción 

del ácido clorhídrico por las células parietales del estóma-

go.  Además de su acción sobre el organismo, su fórmula y 

propiedades químicas son bien conocidas.  En el envase o 

el prospecto del medicamento aparecen muchos más datos: 

indicaciones, contraindicaciones, precauciones, adverten-

cias, reacciones adversas, e interacciones con otros fárma-

cos, lo que es un aval de que la acción de este medicamento 

sobre el organismo ha sido estudiada con mucho detalle 

mediante ensayos clínicos rigurosos, en los cuales también 

han ocupado un lugar importante los conocimientos teóri-

cos obtenidos a partir de los ensayos.

2

  Este conocimiento 

resumido y detallado es lo que permite seguir investigan-

do en la búsqueda de fármacos con mejores características 

para esa dolencia particular.

La teoría en la acupuntura

¿Cómo se ajusta la acupuntura al método científico?  Los 

partidarios de esta terapia alternativa suelen alegar su ca-

rácter milenario como principal argumento a favor, lo que 

a la luz de los conocimientos actuales es más bien un de-

La acupuntura

a la luz de la 

ciencia contemporánea

F.A. Horta Rangel y A. González Arias

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mérito.  Es fácil comprobar que el fundamento teórico de 

la acupuntura está desligado por completo de la realidad.

La teoría de la acupuntura se basa en antiguas enseñan-

zas  chinas  filosófico-religiosas  provenientes  de  Lao  Tse, 

quien introdujo el concepto del Qi (aliento o soplo vital) 

hace unos 2500 años. Este Qi a veces se traduce en alguna 

literatura occidental contemporánea como energía vital 

como bioenergía.

3,4 

 Sin embargo, la energía vital no es un 

término reconocido por la ciencia; es un concepto que pro-

viene de otra religión, el hinduismo, con un significado aje-

no al principio de conservación de la energía.   Por su parte, 

la definición aceptada universalmente para la bioenergía es 

la de fuente renovable de energía a partir de la biomasa. 

Existen no menos de seis revistas científicas internacionales 

dedicadas a publicar artículos acordes a esta definición, que 

nada tiene que ver con ‘soplos’ o ‘alientos vitales’.

5,6,7,8,9,10,11

  

De aquí que tratar de interpretar el antiguo Qi como una 

cierta energía no es más que una grosera tergiversación de 

la realidad;  es más bien un concepto ‘espiritual’.

Se añade a lo anterior que el término energía y su princi-

pio de conservación son muy posteriores a las enseñanzas 

de Lao Tse: se originaron en el siglo XVIII. 

12

  Su existencia 

ni siquiera se sospechaba cuando el taoísmo introdujo el 

Qi como concepto hace miles de años.  Los diversos cul-

tos taoístas basados en la higiene, que pretendían prolongar 

la vida, surgieron mucho después, entre los siglos III y VI 

de nuestra era.

13

  Los conocimientos modernos acerca del 

funcionamiento del organismo, la respiración, la circula-

ción de la sangre y la linfa o la fisiología de los diferentes 

órganos son muy posteriores. La noción de que la célula es 

la unidad estructural común a todos los seres vivos fue for-

mulada hace menos de 200 años por el botánico Matthias 

Jakob Schleiden y el fisiólogo Theodor Schwann, ambos 

alemanes, entre 1838 y 1839.  

Inconsistencias de la teoría. 

El ‘aliento’ o ‘soplo vital’ representado por el Qi no es 

una magnitud física que se pueda detectar o medir y por 

tanto carece de valores numéricos; no es más que una su-

posición subjetiva de los chinos antiguos para tratar de dar 

una explicación a los supuestos efectos de la acupuntura.  

No obstante, aunque no es un objeto material, veremos de 

inmediato que la acupuntura considera que este Qi se puede 

desplazar de un lugar a otro como si fuera un fluido.  Este 

tipo de tergiversación es una de las muchas que aparecen en 

otras terapias alternativas; se introducen conceptos ideales 

ilusorios que no se pueden detectar por algún medio para 

después tratarlos como si fueran entes u objetos reales.

La medicina tradicional china reconoce 365 puntos de 

acupuntura. Por su parte, los microscopios contemporáneos 

permiten obtener imágenes muy claras del interior de las 

células, de las moléculas, e incluso de átomos individuales.  

Sin embargo, nadie ha podido observar en la piel, o en re-

giones subcutáneas, algo con características diferenciadas 

que se parezca a tales ‘puntos’ o regiones allí donde los 

antiguos grabados chinos los indican.  En algunos textos 

médicos dedicados a la acupuntura se afirma que entre esos 

puntos existe una conductividad eléctrica menor que entre 

otros puntos de la piel, lo que es contrario a la evidencia ex-

perimental.

4,14 

 Si las mediciones se realizan correctamente, 

en iguales condiciones de humedad y presión de los elec-

trodos sobre la piel, se obtienen los mismos resultados en-

tre los puntos de acupuntura que entre otros cualesquiera, 

lo que ha sido comprobado una y otra vez.  En la actualidad 

cualquiera puede reproducir esas mediciones con gran pre-

cisión usando instrumentos no especializados.

15

  

Los acupunturistas comparten igualmente la idea de que 

el invisible e inmensurable Qi viaja por ciertos canales o 

meridianos en la piel, también invisibles (ver figura).  Se 

postula la existencia de 14 meridianos y doce canales prin-

cipales que se asocian a órganos vitales del cuerpo huma-

no: pulmones, intestino grueso, intestino delgado, bazo-

páncreas, corazón, riñones, vejiga, sistema cardiovascular, 

vesícula biliar, hígado, ‘vaso de la concepción’, ‘vaso go-

bernante’ y ‘triple calentador’.  Pero tampoco hay eviden-

cias de la existencia de los tales meridianos, pues no se ha 

detectado ningún indicativo en la piel u otro lugar que su-

giera su existencia usando el instrumental de microscopía 

de última generación, o cualquier otro medio.  

Considerar que por esos meridianos fluye algún tipo de 

energía es también erróneo.  La energía no es un líquido 

o un gas que puede ser enviado por tuberías de un lugar a 

otro; es la capacidad o habilidad de un cuerpo o sistema 

para generar fuerzas sobre otros sistemas o sobre sus pro-

pios subsistemas.

12

 Se transmite en el momento y lugar que 

esas fuerzas actúan y sus formas de transmisión son bien 

conocidas  (calor  y  trabajo  mecánico,  eléctrico  o  electro-

magnético, etc.)  En el organismo la energía se genera allí 

justamente donde hace falta.  Se libera durante los proce-

sos metabólicos en los que intervienen complejas reaccio-

nes bioquímicas a nivel celular, algo muy bien estudiado 

y conocido por la ciencia contemporánea, pero de lo que 

ni siquiera existían nociones hace 200 años, mucho menos 

hace 2000.

Es de notar que la supuesta teoría de la acupuntura tam-

poco explica cómo se conectan los puntos con los órganos 

internos; sólo menciona puntos y meridianos, postulando 

que tal punto se conecta con más cuál órgano sin explicar 

el mecanismo; es decir, cómo se lleva a cabo esa conexión 

curativa, a diferencia de lo que sucede con cualquier fárma-

co o terapia moderna.

El ‘aliento’ o ‘soplo vital’ re-

presentado por el Qi no es una 

magnitud física que se pueda 

detectar o medir y por tanto 

carece de valores numéricos.

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En resumen, no hay evidencias de que en la piel existan 

los tales puntos especiales o los meridianos en que se fun-

damenta la teoría de la acupuntura.  Pero aun si los meri-

dianos existieran, tampoco sería posible considerar que por 

ellos se transmite algún tipo de energía, de manera que el 

supuesto fundamento teórico de la acupuntura no es más 

que  una  serie  de  afirmaciones  oscurantistas,  ajenas  a  la 

ciencia y  sin fundamento real, algunas tergiversadas y muy 

anteriores a que se conociera el funcionamiento y la fisiolo-

gía de los diferentes órganos, o la existencia de las células 

y su papel fundamental en el metabolismo y el desarrollo 

de la vida.  

Al carecer de una teoría sólida apoyada en la evidencia 

experimental, la acupuntura no puede avanzar.  Seguirá por 

siempre atada a las recetas elaboradas en la antigua chi-

na sin posibilidad alguna de desarrollarse,  incluso aunque 

efectivamente existieran pruebas indiscutibles de sus pro-

puestas prácticas, lo que tampoco ha ocurrido hasta el mo-

mento.

La evidencia experimental en la acupuntura

Ha ocurrido, y sin dudas volverá a ocurrir, que la eviden-

cia experimental arroje resultados incuestionables a favor 

de algún producto o medicamento, aunque no exista una 

teoría que explique su mecanismo o funcionamiento.  Es 

decir, no es indispensable que exista una teoría adecuada 

para adoptar el uso de algo que realmente funcione. Pero 

ese no es el caso de la acupuntura. 

Los partidarios de la acupuntura suelen aplicar su ‘téc-

nica’ indiscriminadamente a padecimientos muy disími-

les, aunque no existan ensayos clínicos que demuestren su 

efectividad.  Es como si adoptaran el lema anticientífico: 

‘La acupuntura es eficaz mientras otros no demuestren lo 

contrario’.  Pero lo que en realidad sucede una y otra vez es 

que, incluso aún cuando otros hayan demostrado la inefica-

cia de alguna aplicación de la acupuntura, sus partidarios 

cierran los ojos ante la evidencia e insisten en su punto de 

vista, lo que convierte la acupuntura en una doctrina más 

que una ciencia.    En este sentido es posible encontrar re-

portes en revistas médicas sobre dolencias que van desde 

las urgencias hipertensivas y asmáticas hasta la lactancia 

materna, la tartamudez y las enfermedades ginecológi-

cas.

16,17,18,19,20,21,22,23,24,25,26,27,28,29,30,31,32,33,34,35,36,37,38,39  

  Lo usual 

es que estos artículos reporten beneficios a la vez que hacen 

caso omiso de las recomendaciones éticas y científicas de 

la OMS sobre los ensayos clínicos, los sesgos y los grupos 

de control.

 

El ensayo clínico aleatorizado es la opción más confiable 

en la investigación clínica. Su elemento primordial es la 

existencia de un grupo de comparación (grupo de control) 

que permite comprobar si la nueva terapia o medicamento 

es mejor, o al menos similar, a las ya existentes.  Si no apa-

rece un tratamiento previo comparable, al grupo de control 

se le administra alguna sustancia inerte o neutra (el place-

bo) sin advertir a sus integrantes.

41,42,43,44  

 En la mayoría de 

las referencias antes citadas [16-39] el grupo de control ni 

La energía no es un líquido o 

un gas que puede ser envia-

do por tuberías de un lugar a 

otro; es la capacidad o habi-

lidad de un cuerpo o sistema 

para generar fuerzas sobre 

otros sistemas o sobre sus 

propios subsistemas.

Figura 1.  Puntos y meridianos de la acupuntura. No ha sido posi-

ble diferenciarlos de otros puntos o regiones de la piel mediante la 

microscopía moderna, las mediciones eléctricas, o cualquier otro 
método.

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siquiera se menciona.

Los ensayos aleatorizados más recientes proporcionan 

resultados negativos sobre la eficacia de la acupuntura o, 

a lo más, de poca relevancia en casos muy específicos y 

ciertamente dudosos.  En 2009 un grupo de investigación 

llevó a cabo una revisión muy completa sobre las publica-

ciones científicas relacionadas a la acupuntura para aliviar 

el dolor.  Se revisaron las bases de datos de la Bibliote-

ca Cochrane, Medline, Embase, Biological Abstracts, and 

PsycLIT.  La última búsqueda incluyó todos los trabajos 

publicados con fecha anterior al 1 de enero de 2008.  No se 

consideraron los casos donde se aplicaba estimulación eléc-

trica o digitopuntura, o donde había errores metodológicos 

manifiestos (sesgos) como, por ejemplo, si los grupos de 

ensayo y control mostraban de inicio diferencias evidentes.  

Con posterioridad se realizó un meta análisis estadístico de 

trece ensayos clínicos que cumplían los requisitos exigidos, 

con un total de 3025 pacientes.  En las conclusiones se lee:  

“No está claro si poner agujas en los puntos de acupun-

tura, o en cualquier otro sitio, reduce el dolor de manera 

independiente al impacto psicológico del ritual del trata-

miento”.

45

 

Sin embargo, al parecer este reporte no terminará la 

controversia, pues un artículo posterior, de septiembre de 

2012, referente a otro extenso meta análisis, reporta haber 

encontrado diferencias, aunque modestas, entre los resulta-

dos de la acupuntura y los causados por un placebo

46

.  Los 

resultados se refieren exclusivamente a cuando se trata de 

aliviar el dolor crónico, por lo que recomiendan la acu-

puntura como una opción razonable solo para esos casos 

específicos y no en otros. No obstante, el artículo también 

reconoce la posibilidad de que hayan existido factores aje-

nos (sesgos) afectando los resultados

47

.  Como el trabajo 

fue financiado por el Centro Nacional de Medicina Com-

plementaria y Alternativa de los EE.UU., cuyo objetivo es 

precisamente buscar evidencias sobre la efectividad de te-

rapias no demostradas, la incertidumbre introducida por la 

posibilidad de sesgos habla a favor de la honestidad de los 

autores, pero hace surgir muchas dudas acerca de la validez 

del reporte.  

Epílogo

Quizás lo más desconcertante de la acupuntura sea que 

aún existen lugares donde los organismos encargados de 

velar por la salud pública, en vez de sancionar estas prácti-

cas anticientíficas que en nada benefician al paciente, mu-

chas veces las toleran e incluso las promueven.  Tampoco 

faltan las universidades públicas, supuestamente laicas y 

científicas, donde se organizan cursos de postgrado y maes-

trías sobre esta supuesta técnica curativa que:  a) tiene de 

fundamento  un  trasfondo  filosófico-religioso  con  carác-

ter doctrinal, no de ciencia;   b) no ha sido demostrada de 

manera concluyente en lo experimental, a pesar de la gran 

cantidad de ensayos clínicos realizados y;  c) está basada en 

una teoría referida a un concepto inmaterial que se desplaza 

por el organismo y en puntos y canales ilusorios que nadie 

ha encontrado jamás;  una teoría incapaz de proporcionar  

mecanismos explicativos del fenómeno que pretende des-

cribir y, tan desligada de la realidad, que no tiene posibili-

dad alguna de avanzar en su desarrollo.

Referencias

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cultura científica”. Elementos 87 (2012) 3-11

2-Horta Rangel F. A. y González Arias A. “Los ensayos clínicos y 

la medicina alternativa”. Elementos 89 (2013) 29-38

3-Nogueira Pérez Carlos A., Acupuntura I y II. Fundamentos de 

Bioenergética. Ediciones CEMETC. S.L. Madrid,  2002

4-Dovale Borja Caridad y Rosell Puig Washington. Elementos 

básicos de medicina bioenergética para estudiantes de Ciencias 
Médicas
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http://www.aspbs.com/jbmbe.html

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www.scirp.org/journal/jsbs/

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11-The American Journal of Biomass and Bioenergy.  Accesible 

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Educ. Vol. 6, Suppl. I, August 2012.  Versión en español: Procee-
dings del VII Congreso Internacional Didácticas de las Ciencias, La 
Habana, Cuba, Sello editor Educación Cubana, Marzo 2012.

13-Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corpora-

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14-Ávila Guethón Jorge y Fonte González Pedro. Salud ecológi-

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16-Gutiérrez Alfonso, Osvaldo; J. Sotomayor Castro, Emilio; 

Garrido Echazabal, José M.  y Galbán Hernández, Osmani. “Acu-
puntura en la analgesia del trabajo de parto”, Rev Cubana Obstet 
Ginecol
 v.21 n.1 Ciudad de la Habana ene.-dic. 1995

17-Collado Orta, Roberto; Gazapo Pernas, Raoul; Rigol Ricardo, 

Orlando; Heredia Hernández, Braulio; Concepción Gallardo, Ricar-
do y  Trelles Aguabella, Edilia. “Acupuntura y ginecología”, Rev Cu-

Al carecer de una teoría sólida 

apoyada en la evidencia ex-

perimental, la acupuntura no 

puede  avanzar.    Seguirá  por 

siempre atada a las recetas 

elaboradas en la antigua china 

sin posibilidad alguna de de-

sarrollarse.

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bana Obstet Ginecol v.25 n.1 Ciudad de la Habana ene.-abr. 1999

18-Acosta Navarro, María Elena, Trujillo Alayón Arelis, Travie-

sas Herrera, Eladio Miguel y Delgado Fernández, Rafael, “La acu-
puntura y su aplicación en estomatología”, Rev Cubana Estoma-
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 vol.49 no.2 Ciudad de La Habana abr.-jun. 2012

19-Valiente Zaldívar, Carolina J.  y Garrigó Andreu, María I.   “Lá-

ser blando en puntos de acupuntura para el tratamiento de enfer-
medades bucales”, Rev Cubana  Estomatol v.34 n.1 Ciudad de La 
Habana ene.-jun. 1997

20-González Gámez, Soini; Rodríguez Labañino Reinaldo; Ca-

ballero Ordúñez, Adis y Selva Capdesuñer, Ana. “Eficacia terapéu-
tica de la acupuntura en pacientes con sacrolumbalgia”, MEDI-
SAN
 v.15 n.3 Santiago de Cuba mar. 2011

21-Boch Valdés, Fe; Rabí Martínez, María del Carmen; Her-

nández Arteaga, Manuel y García Jacomino, José C. “Acupuntura 
y electroacupuntura en el alivio del dolor de la osteoartrosis de la 
región lumbar”, Rev Cubana Med Gen Integr v.17 n.2 Ciudad de La 
Habana mar.-abr. 2001

22-Lussón Pelegrín, Marbelis y Despaigne Cobas Yadis. “Costo-

efectividad del tratamiento con acupuntura en la artrosis cervical”, 
MEDISAN v.15 n.3 Santiago de Cuba mar.  2011

23-Martínez Montoya, Yudit; Fernández Pérez, Sonia Rafaela, 

Grenot Mustelier, Yanet; González Naranjo, Mabel y Rodríguez 
Alonso, Yamirka. “Tratamiento acupuntural en la cirugía de glauco-
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24-Salazar Diez, Mabel de la Caridad; Barranco Pedraza, Leo-

nor; Díaz Rivadeneira, Maria Onelia y Baute Vilardell Liliana. “Efica-
cia de la acupuntura en el tratamiento de los síntomas postopera-
torio en cirugía pediátrica ambulatoria”.  AMC v. 15 n.2 Camagüey 
mar.-abr.2011

25-Álvarez Rodríguez ,José Manuel; Martínez Cabrera, Ana Mis-

leidis; Castellanos Almeida, Belia y Enamorado Camejo, Dulce Ma-
ría. “Resultados de la cirugía menor en un consultorio del médico 
de familia en Baire”, Rev Cubana Enfermer v.16 n.2 Ciudad de la 
Habana Mayo-ago. 2000

26-Luzardo Silveira, Ernesto Manuel y Eirin Arañó, Juana Elisa. 

“Cirugía mayor ambulatoria de tumores benignos de la glándula ti-
roides”, MEDISAN v.15 n.5 Santiago de Cuba mayo 2011

27-Lobaina Acosta, Cipriano e Cutiño Clavel, Ileana. “Evaluación 

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