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ace ya muchos años, más de veinte, que vengo 

defendiendo que en la educación obligatoria hay 

que enseñar los rudimentos de la informática en 

dos ámbitos muy distintos. Muy distintos pero los dos 

necesarios. El primero es enseñar unas nociones de cómo 

funciona la CPU de los ordenadores y dónde se procesan 

los programas, diferencia entre programa y datos, dónde 

se guardan los datos y los programas, qué es un lengua-

je de programación, cómo hacer sencillos algoritmos con 

lenguajes sencillos, y unos rudimentos de redes de teleco-

municación. La razón para ello es que me parece que hoy 

en día los ordenadores son la tecnología por excelencia 

y no creo que se pueda considerar que un ciudadano esté 

bien formado si no tiene unos pocos conocimientos de ello, 

lo mismo que deben tener ciertos conocimientos de cómo 

funciona la electricidad, la radio, la televisión o el teléfo-

no. Digamos que es un ámbito teórico para que los nuevos 

ciudadanos conozcan las bases de las tecnologías con las 

que conviven.

El segundo ámbito es mucho más práctico, se trata se 

enseñar a manejarse en ese mundo proceloso de los pro-

gramas que los jóvenes se intercambian entre ellos a través 

de intercambio de soportes o de las redes. En el mundo de 

la informática, como en el mundo en general, hay peligros 

e, igual que educamos a nuestros hijos para disminuir los 

amenazas en el primero, también hay que hacerlo en el 

mundo de las redes.

Por desgracia, muchos padres, analfabetos digitales, 

piensan que con poner en el navegador un filtro para pro-

teger a los niños ya está todo arreglado. Creo que es un 

extraordinario error. Por muy buenos filtros que pongamos, 

siempre aparecerá algo indeseable por algún sitio. Es más, 

creo que el concepto mismo de filtro es un error. Creo que 

lo que hay que hacer es educar a los niños para que sepan 

cómo tratar los sitios «malos», cómo navegar, qué informa-

ción dar a través de las redes y cuál no, cómo darse cuenta 

de si un mensaje es un intento de phising, o es spam scam

Es decir, creo que los padres debemos formar. Y los profe-

sores también, pero hoy por hoy debemos empezar por los 

padres.

Hace ya muchos años, cuando mis hijos tenían ocho años 

y no había internet –aunque sí acceso de e-mail, búsqueda 

de bases de datos, etc.–, un día vinieron con un disquete 

que les había pasado otro niño en el colegio. Lo metieron 

en el ordenador, lo ejecutaron; yo llegué en ese momento y 

vi que era un clásico dibujo animado de Mandy. Ni que de-

cir tiene que eran dos personas practicando el coito. Sin in-

mutarme, seguí viéndolo y después les expliqué lo que era 

–adaptado a su edad– y lo que me dijeron fue: «pues vaya 

chorrada», «y eso divierte a las personas mayores», «esto 

es muy aburrido». Creo que ese es el camino, no se trata de 

ocultarles lo que hay en el mundo y en las redes, sino que 

lo conozcan y sepan lo que es bueno y lo que es malo, lo 

que puede contribuir a su formación y lo que no, etc. Por 

muchos filtros que pongamos siempre habrá un amigo que 

les dará el equivalente al disquete de Mandy.

Una vez que los niños son algo mayores y empiezan a 

usar un buscador –Google,  Yahoo,  Duckduckgo,...– para 

hacer los deberes y para aprender surge otro problema te-

rriblemente serio, el de diferenciar el trigo de la paja, la 

idiotez de lo que es serio. Lamentablemente, en las prime-

ras posiciones de cualquier búsqueda normalmente los pri-

meros puestos son las idioteces. Voy a hacer una prueba, 

con el buscador duckduckgo.com voy a buscar «telepatía» 

y a ver qué pasa. La primera entrada que me sale es la de 

Wikipedia. No me la leo pues normalmente la «Wiki» es 

razonablemente correcta, la segunda entrada es «Telepatía 

una facultad que puede desarrollarse fácilmente», creo que 

con el título es suficiente. La cantidad de estupideces que 

contendrá será muy grande. La tercera es la entrada de un 

diccionario, la cuarta es «Telepatía, comunicación mental», 

donde la primera palabra es ocultismo...

El mito del

“nativo digital”

Félix Ares

D

e oca a oca

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El pobre chaval que quiera saber lo que es la telepatía 

y se lea estos cuatro trabajos terminará hecho un lío. ¿Es 

verdad que la telepatía es fácil de aprender? ¿Cómo es po-

sible que la «ciencia oficial» sea tan burra de no admitir un 

fenómeno tan claro?...

Si nos fiáramos de internet todos creeríamos en brujas, 

ovnis, poderes extrasensoriales, fantasmas, espíritus, con-

tactos con el más allá, que se aparecen vírgenes en miles de 

sitios, que los gobiernos ocultan el motor de agua, que la 

fusión fría es un hecho, que las vacunas son malísimas… 

Un adulto bien formado debe saber distinguir las fuentes, 

las serias y contrastadas –por ejemplo scholar.google.com, 

Enciclopedia Británica: http://www.britannica.com/, etc – 

de todas las páginas absurdas de internet. Pero eso no es 

fácil, requiere tiempo, dedicación y sentido común. Los po-

bres profesores difícilmente pueden hacer algo, pues en los 

«modernísimos» programas educativos hay religión pero 

no hay «sentido crítico» ni para navegar por la red ni para 

ninguna otra cosa. Tal vez sea bueno recordar que la filo-

sofía contribuía a desarrollar el espíritu crítico. Se puede 

hacer en todas las asignaturas, pero en filosofía se puede 

profundizar mucho más.

Recuerdo que hace muchos años salió un niño de unos 

once o doce años en televisión y lo sacaron como un genio 

informático. Para demostrar su genialidad el chico mandó 

un e-mail con un gestor de correo, creo que era el de Micro-

soft: Outlook. El chico me pareció absolutamente inocente, 

pero que sus padres y los presentadores de televisión creye-

ran que aquella trivialidad era «saber informática» me pare-

ció muy desconsolador. Hoy en día todos hemos oído cosas 

como «mi niño es un genio, maneja el ordenador muy bien, 

no como yo que soy negado para eso». Después, si llegas a 

conocer al niño, descubres que lo que hace es jugar a mar-

cianos; y los modernos de hoy en día, con su Smartphone 

a mandar WhatsApps. Frases como que los niños de hoy, 

que han nacido rodeados de pantallas, teclados y ratones, 

aprenden «informática» por ciencia infusa está muy difun-

dido y es por donde va la frase «nativos digitales».

¿Realmente los «nativos digitales» saben navegar me-

jor  que  sus  padres  en  las  difíciles  aguas  de  internet?  Mi 

respuesta siempre ha sido que no, pero me basaba en mi 

experiencia personal y no en un estudio serio. En mi ex-

periencia he descubierto dos cosas. Los jóvenes teclean y 

mueven el ratón sin miedo a romper nada; eso, en principio, 

es bueno, aunque a la larga hace que su ordenador se llene 

de «navegation tools» que abren anuncios, que te ofrecen 

estupideces, juegos gratis si llamas a un número telefónico 

–de pago–, etc. ¡Ah! Y muchas veces rompen el ordenador 

por llenarlo de virus, troyanos, gusanos... Pero eso no es lo 

más grave, lo es el que no tengan miedo a dar sus datos y 

los dan a cualquiera... y son presa fácil para tanto malhe-

chor que hay por la red.

Sin embargo, los mayores tienen más sentido común. No 

teclean a tontas y a locas, no se atreven a dar su número 

de teléfono y mucho menos la Visa, etc. Así que el miedo 

de los mayores, que en principio es malo, ha resultado ser 

mucho mejor que lo de los jóvenes.

Pero tal como decía, esto son intuiciones basadas en mi 

trato con la gente joven que iba al Museo de la Ciencia de 

San Sebastián (Eureka!) y con los mayores a los que últi-

mamente estoy dando clases de iniciación a la informática. 

Pero faltaba el estudio profesional. Ese estudio lo tenemos 

en un reciente libro de Dana Boyd titulado It’s Complica-

ted con el subtítulo de The social lives of networked teens

que podéis comprar en versión papel o versión electrónica 

o descargar gratis –por cortesía de la autora

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Durante diez años, la autora ha seguido la trayectoria de 

150 jóvenes y su conclusión es demoledora: el que los ado-

lescentes usen las redes sociales no los hace una pizca más 

competentes para sacar un provecho de la información de 

internet que los que no las usan. Obviamente sí que sacan 

un provecho: divertirse. Pero nada más allá de eso.

Si queremos que nuestros jóvenes saquen provecho al in-

menso potencial de internet hay que educarlos para ello, y 

es difícil. No basta dejarlos rodeados de chismes y esperar 

que, mágicamente, aprendan.

Una  última  reflexión:  ¿cuándo  nuestros  políticos  serán 

capaces de darse cuenta de que este es un tema trascenden-

tal al que hay que dedicar mucho tiempo en las escuelas?

1- http://www.danah.org/books/ItsComplicated.pdf