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ace 20 años...

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l editorial de Félix pone el dedo en la llaga, señalando 

lo paradójico de la visión social del racionalismo, 

pero me temo que esa batalla la perdimos hace 

mucho tiempo…

Este número marca un cambio cualitativo importante. 

Por el “simple” procedimiento de cambiar el tipo, el tama-

ño de letra y el espaciado se consiguió un 70% más de con-

tenido. Pero nada es gratis en este mundo, y el tiempo de 

composición aumentaba muy considerablemente, así que el 

esfuerzo se hizo notar. 

Mercedes Quintana y Luis Angulo, por aquel entonces 

estudiantes de Psicología y Farmacia respectivamente, 

vuelven a dar otro repaso a la Homeopatía, continuando 

con su trabajo del número 15. Esta vez, con la excusa de 

una extravagante conferencia sobre el tema por parte de 

una doctora homeópata argentina, muestran los paralelis-

mos de la Homeopatía y el Psicoanálisis freudiano. Merce-

des vuelve a aparecer más adelante, en la sección de correo 

Del Editorial (Junio 1991)

El frío irracionalismo

He observado que es bastante habitual que en los medios de comunicación se hable del frío racionalismo, la 

fría ciencia, y frases similares. La mayor parte de las veces he oído estas frases sin darles ninguna importancia, 

pero, de repente, hace unos días, me dio por pensar en ellos, ¿con esas frases quieren significar que el irracio-

nalismo es cálido? Al profundizar, la respuesta es evidente. El racionalismo no es ni frío ni cálido. En realidad 

la frase no tiene mucho sentido. Pero al pensar en ciertos irracionalismos se me puso la carne de gallina y sentí 

frío. De repente me vinieron a la memoria ciertos “experimentos parapsicológicos”, en los que de algún modo 

había participado, llevados a cabo en las tumbas de los cementerios: invocación a los espíritus, intentos de 

grabar psicofonías, intentos de fotografiar espíritus con película infrarroja, etc. También recordé mis paseos 

por los cigarrales de Toledo, en compañía de un espiritista y de un alquimista, y nuestras conversaciones sobre 

espíritus, el más allá, los nueve desconocidos, el gobierno secreto mundial, las sociedades secretas etc., y me 

entró frío. En Toledo, en invierno, hace mucho, mucho frío. Y si estás en un círculo esotérico, todo es negro. 

Negro y frío. Tanto en el cuerpo como en las ideas.

El cálido racionalismo

Estamos a finales de agosto. Llevamos tres meses agotadores; trabajando día y noche para conseguir avanzar 

en el tema de la Tesis Doctoral de uno de mis alumnos. Ya hay muchas cosas; pero se resiste. Hace mucho 

calor. Alguien trae unas cervezas frías. Nos vamos a la mesa de reuniones; volvemos a analizar por milésima 

vez el problema. Hacemos un brainstorming. Alguien dice una “tontería”. La analizamos. Volvemos a anali-

zarla. ¡Claro! ¡Era por eso! No habíamos tenido en cuenta que gastábamos símbolos en combinaciones poco 

ahorrativas. ¡Lo que teníamos que optimizar era el ahorro! Además - ahora era obvio- la optimización de cada 

parte no conducía a la optimización del conjunto. ¡Lo teníamos! ¡Lo teníamos!

Había que celebrarlo con champán. Pero, ¿dónde podíamos conseguir champán a las cuatro de la mañana? 

En VIPS. Nos fuimos a un VIPS y pedimos champán.

Hacía calor; mucho calor. Era de noche, pero nuestros cerebros bullían con luces de colores; habíamos lo-

grado desentrañar el problema. Hacía calor; era de noche; nuestras mentes brillaban; éramos felices.

La Tesis la calificaron Sobresaliente Cum Laude.

La Alternativa Racional 

Nº 21

Luis R. González

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del lector, con una nota sobre la dialéctica interna de un 

mensaje ‘arpío’; si no me equivoco la primera ver que se 

utilizaba esa etiqueta identificativa en nuestras páginas.

Por mi parte, en este número me encantó traducir para 

nuestra revista un divertidísimo artículo de Barry Williams 

cuyo título lo dice todo: “Pirámides, pira-mitos y pirami-

diotas”. Esto de la piramidología parece ser una de las po-

cas cosas que han dejado de estar de moda en estas dos úl-

timas décadas, aunque quizá tenga más que ver con que ya 

no se usan hojas de afeitar sino maquinillas desechables…

Dentro del apartado “Preguntas en busca de respuestas” 

se formulaban dos que quedaron sin respuesta:

 - ¿Qué vio Pedro Sarmiento de Gamboa el 7 de febrero 

de 1580 en uno de sus viajes al Estrecho de Magallanes?

-¿Cómo utilizaban los vikingos la cordierita para orien-

tarse?

Supongo que ahora, con la Wikipedia  y similares, las 

respuestas pueden encontrarse en unos segundos, pero en-

tonces me frustró un poco no llegar a conocerlas. Sí hubo 

respuesta para aquella pregunta sobre el poder curativo de 

unos peces de un lago turco sobre la psoriasis, explicándolo 

más bien como los posibles efectos de los rayos ultravioleta 

en una enfermedad de causa desconocida, crónica, bastante 

frecuente y recurrente.

En esa misma página se recomendaba el libro escrito por 

Charles Mackay en 1841, “Extraordinary Popular Delu-

sions and the Madness of Crowds”. Me acuerdo de que yo 

seguí su consejo y lo conseguí en una reedición norteame-

ricana. Justo en 2009, la editorial “Mil razones” publicó en 

castellano una versión extractada del mismo, con el título 

“Delirios multitudinarios”. Sigue siendo tan recomendable 

como hace veinte años, y de palpitante actualidad.

Nuestro compañero Fermín Huerta dedica dos páginas a 

una dura crítica a Martin Gardner por su libro “Los porqués 

de un escriba filosófico”, molesto ante la contradicción de 

encontrarse con un escéptico que también se declara teísta, 

fideísta y místico platónico. Sospecho que Fermín era bas-

tante joven en aquel entonces y espero/deseo que la edad 

le haya vuelto más comprensivo hacia las contradicciones 

propias de todo ser humano.

Además de las investigaciones de ARP sobre reentradas 

de cohetes confundidas con ovnis y casas encantadas que 

resultaron estar habitadas no por espíritus sino por lechuzas 

y las recomendaciones de libros como “El hombre anumé-

rico” de John A. Paulos, encontramos sendos trabajos sobre 

las mentiras del detector de mentiras y la superchería como 

ética práctica. La conclusión de este último sigue vigente:

“Solo existe un medio de frenar el auge de las pseudo-

ciencias: la lucha organizada (…) en base a la elaboración 

de argumentaciones coherentes y la incorporación de la 

inmensa mayoría a la experiencia y el conocimiento cien-

tíficos… ¿Difícil? ¿Imposible?... Simplemente necesario”.

Barry Williams (foto: Mal Vickers, Flickr; malv-one-stop, Charles Mackay (foto: Wikimedia Commons) y John A. Paulos (foto: Victoria Vicente, Flickr;tedxtempleu2013)