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eo en el Skeptical Inquirer de Octubre 2012 (vol.36. 

no.5) tres noticias cortas que, sin aparentemente te-

ner relación alguna, sí tienen elementos en común: la 

estupidez humana.

Dice una de ellas que una pareja de Texas, propietaria de 

un rancho, se está querellando con la policía y con varios 

grandes medios de comunicación por difamación. Resulta 

que la policía entró de improviso en su rancho buscando las 

pruebas de una gran masacre humana siguiendo la informa-

ción proporcionada por un vidente. El caso empezó en junio 

de 2011 tras la llamada del vidente a la policía describiendo 

una horrible escena de asesinato en masa: docenas de cuer-

pos desmembrados yacían en un rancho próximo; miembros 

putrefactos y cadáveres decapitados de los que, muchos de 

ellos, eran niños. La oficina del Sheriff investigó pero no ha-

lló nada raro por los alrededores. Tras una segunda llamada 

al día siguiente del mismo vidente, docenas de miembros 

de seguridad estatal de Texas, el FBI y los Ran-

gers de Texas, con sus respectivos helicópteros, 

perros rastreadores y una horda de mirones. Total, 

que el incidente tuvo difusión nacional, e inclu-

so  medios  de  comunicación  nacionales  (CNN, 

Thompson Reuters, ABC News, etc) difundieron 

noticias de que efectivamente se había llegado a 

encontrar cadáveres en el rancho.

La pareja alega que no pueden tener una vida 

normal ya que todos sus vecinos les miran acu-

sadoramente y les interrogan sin cesar y por ello 

decidieron poner la demanda judicial.

La policía, en vez de excusarse, alegó que dada 

la gravedad de los hechos debían seguir cualquier 

pista, sea hecha por un ciudadano corriente, un 

informador anónimo, o un vidente.

¿De veras se hubiera movilizado tal cantidad 

de recursos por una información anónima? Fren-

te a acusaciones de tal extraordinaria magnitud... 

¿No son precisas pruebas extraordinarias? ¿No le estarían 

concediendo  al  vidente  una  mayor  fiabilidad  por  el  mero 

hecho de autoproclamarse como tal? 

Otra noticia aparecida en la misma revista señala que que 

un médium británico ha sido acusado de explotación sexual 

a dos clientas, de 26 y 27 años, a las que engañó, por se-

parado, diciéndoles que si se desnudaban se incrementaban 

sus posibilidades de contactar con sus parientes fallecidos. 

A una de ellas dijo que si actuaba como una estrella del por-

no probablemente se pondría en contacto con ella su difunto 

abuelo. A la otra, que masturbándose incrementaba sus po-

deres psíquicos. Resulta francamente desolador comprobar 

a dónde puede llegar por un lado la desesperación y la ne-

cesidad de creer, y por otro lado la desaprensión humana 

La tercera noticia a la que me refiero muestra una gráfica 

de la encuesta bienal Gallup sobre la creencia en el evolu-

cionismo frente al creacionismo en la sociedad americana 

Pruebas

vs.

creencias 

Sergio López Borgoñoz

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en la que podemos contrastar los siguientes datos:

El porcentaje de personas que siguen creyendo que 

dios creó al hombre en su forma actual es muy alto, y se ha 

mantenido constante durante los últimos 30 años. Un 46% 

de la población así lo cree. Un 46% equivale a la mitad de 

la población (casi).

No sólo eso, sino que cree que lo hizo durante los 

últimos 10.000 años

Un tercio de la población cree que dios guió el pro-

ceso (Diseño Inteligente)

Sólo un 15% de la población cree actualmente en 

la evolución sin guía divina (evolución). En 1982, este por-

centaje era tan sólo del 9%

El 58% de los  votantes republicanos creen en el 

creacionismo, frente al 41% de los demócratas.

El 54% de la población cree que el creacionismo 

debe ser enseñado en los colegios.

El 20% cree que la evolución NO debe ser enseña-

da en los colegios

Un  porcentaje  muy  similar  al  anterior,  el  22%, 

cree que el creacionismo NO debe ser enseñado en los co-

legios

En la revista se congratulan de que, al menos, el 

42%  de  los  americanos  con  educación  de  al  menos  post-

graduados son evolucionistas. A mi me pesa que el 58% de 

“los que saben” no lo sean.

Los analistas afirman que, con los datos en vigor, 

no existe ningún movimiento de secularización en cuanto al 

origen de la vida en la Tierra y que resulta extraño que a pe-

sar de todas las pruebas científicas aportadas durante tanto 

tiempo, la gente se aferre a sus creencias.

En cualquier caso, yo mismo no habría sabido qué con-

testar en la encuesta, dado que las opciones eran:

a) Los seres humanos se han desarrollado a lo largo de 

millones de años a partir de formas de vida menos avanza-

das, pero dios guió el proceso.

b)  Los seres humanos se han desarrollado a lo largo de 

millones de años a partir de formas de vida menos avanza-

das, pero dios no tomó parte en el proceso.

c) Dios creó a los seres humanos sustancialmente en su 

forma actual, en algún momento durante los últimos 10.000 

años

¿No hay una cuarta opción? ¿he de poner que el ser hu-

mano evolucionó a partir de “formas menos avanzadas”?

Me sorprende la inclusión de este concepto, que conlle-

va un curioso sesgo de direccionalidad y complejidad en la 

evolución, en vez de simplemente poner “a partir de formas 

de vida distintas”.

Me sorprende también que la revista Skeptical Inquirer 

haya pasado por alto este detalle, que para mí no es menor, 

ya que presupone al hombre como el animal más avanzado 

de la Tierra. 

¿Será que tenemos la necesidad de creer tan implantada 

en nuestra naturaleza, que sólo podemos “traspasarla” de 

item (de dios a los extraterrestres, de los extraterrestres a 

los “Illuminati”, de los “Illuminati” al ser humano, etc) y 

de lo cual no somos inmunes ni los que hacen encuestas 

ni los propios escépticos? ¿en qué creeremos entonces los 

que ni siquiera creemos que el ser humano  tenga algo de 

especial?