el esc
é
ptico
24
otoño-invierno 2012
A
lgunas de las preguntas planteadas al principio pue-
den parecer absurdas o deliberadamente escogidas
para provocar el no por respuesta. Pero no es exac-
tamente así. La polémica sobre si debiera enseñarse el crea-
cionismo y el diseño inteligente en las escuelas ha tenido
que resolverse judicialmente en los EEUU y todavía colea
1
;
que el feto tenga alma o no, es el quid de la cuestión en la
posición de la Iglesia católica sobre el aborto o la experi-
mentación con embriones
2
; la fobia a las antenas de telefonía
móvil ha suscitado reacciones muy airadas contra ellas en
muchas localidades españolas
3
; la inclusión de las llamadas
“medicinas alternativas” en el sistema público de salud es
una reivindicación constante de quienes las practican y las
consumen
4
; que los Illuminati controlan el mundo es un se-
creto a voces divulgado en varios best-sellers
5
; que los po-
derosos del planeta son en realidad extraterrestres reptilianos
es un mensaje que David Icke difunde
6
en charlas por todo
el mundo, y que en España reunió en 2010 a miles de per-
sonas en Barcelona al módico precio de 60 € la entrada para
escuchar su charla de ¡ocho horas!
7
Por no hablar de quienes
afirman que el SIDA no existe y que es un bulo de la indus-
tria médico-farmacéutica
8
, que los transgénicos son una au-
téntica bomba biológica
9
, o que los gobiernos nos envenenan
con los chemtrails
10
.
Sea como sea, ¿qué diferencia hay entre creer que un feto
tiene alma, o que dios existe, con creer que las antenas de
telefonía móvil producen enfermedades, o que el rey Juan
Carlos I es un extraterrestre reptiliano
11
? ¿Qué diferencia
hay entre creer que una joven virgen dio a luz un niño sin
intervención de varón en la Palestina del siglo I
12
, con creer
que beber la orina es bueno para la salud
13
o que pincharse
agujas por el cuerpo es una forma de curarse
14
? Por otro lado,
¿existe alguna diferencia entre creer que dios hizo el mundo
de la nada y más o menos tal cual es hace tan solo 10.000
años
15
, que pensar que hace 13.700 millones de años hubo
una gran explosión que dio lugar al universo
16
?, ¿es lo mis-
mo afirmar que “lo similar se cura con lo similar” tal como
afirma la homeopatía
17
, que decir que “todo cuerpo persevera
en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a
no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas im-
presas sobre él
18
”?, ¿tienen el mismo valor la serie Cosmos
de Carl Sagan
19
que los capítulos de Cuarto Milenio de Íker
Jiménez
20
?
En el primer grupo de preguntas no hay diferencia, todo
eso son creencias: aceptar o afirmar que los fetos tienen
alma o que las antenas de telefonía móvil producen enfer-
medades son creencias. Quien dice eso simplemente es que
cree eso, es decir, que tiene fe
21
en eso, que confía
22
en que
esas afirmaciones son ciertas, a pesar de que no tenga prue-
bas para demostrarlo o incluso aunque las pruebas indiquen
más bien lo contrario. No hay ninguna prueba de que los
fetos tengan alma, ni de que las antenas sean peligrosas, y
más bien hay pruebas de que el universo es muchísimo más
antiguo que tan solo 10.000 años
23
, y de que pincharse agujas
no tiene más efecto que el puro placebo
24
. A pesar de esto, es
legítimo creer algunas de estas cosas, es decir, confiar o tener
fe en que son ciertas aunque por ahora no haya pruebas o las
que hay sean contrarias, exactamente en el mismo sentido en
el que el enamorado cree que su amada le es fiel aunque sea
miss España, tenga fama de libertina y esté de Erasmus en
Australia durante todo un año, pero lo suyo es creencia, fe
y/o confianza y no otra cosa, pues pruebas no tiene más allá
de sus sentimientos y esperanzas hacia ella (a no ser que le
ponga un detective privado que la vigile las 24 horas del día).
Pero, ¿qué pasa con las comparaciones del otro grupo
de preguntas? Quien acepta o afirma que la Tierra es más
o menos esférica, que gira sobre sí misma y alrededor del
sol, ¿tiene una creencia en el mismo sentido de quien dice
que la Tierra es plana
25
, o que es hueca (y en el interior ha-
bitan intraterrestres
26
)? Es evidente que no. Lo primero es
ciencia y lo segundo creencia. Las afirmaciones científicas
se basan en la aplicación del método científico, que no es
sino una forma sofisticada de racionalidad
27
y que consiste
básicamente en plantearse un problema, recoger unos datos,
elaborar una hipótesis, comprobarla y publicar los resulta-
dos para la revisión por pares y su replicación
28
. Las expli-
caciones científicas tienen una lógica argumental y una serie
de pruebas que las sustentan, además de estar expuestas a
la revisión independiente. Características que no tienen las
creencias, que o bien son ilógicas, y/o no tienen pruebas o
las que hay son contrarias, y/o no son susceptibles de ser
revisadas ni replicadas de forma independiente. Esto supone
otra diferencia entre ciencia y creencia: la ciencia es uni-
versal mientras que las creencias son particulares. Las tres
leyes de Newton funcionan igual en Europa que en Asia, y
la vacuna Sabin cura la poliomielitis tanto en Norteamérica
como en África (y de hecho gracias a ella prácticamente está
erradicada
29
). De cualquier forma, eso no quiere decir que la
ciencia sea infalible ni mucho menos. Entendemos ciencia
en dos sentidos: como metodología y como resultados, sien-
do el primero el más importante
30
. La ciencia es un conjunto
de métodos diseñados para conocer cómo es el mundo (no
solo en sentido físico y químico, sino también biológico y
socio-histórico), y los resultados son las teorías científicas
que resultan de la aplicación de esos métodos, y que garanti-
zan la máxima certeza y el mínimo error posibles, lo que está
muy lejos de la infalibilidad, pues los resultados pueden no
ser concluyentes, o faltar datos, o no haber pruebas suficien-
tes, o haber varias hipótesis plausibles
31
, o que los resultados
no hayan sido suficientemente replicados y revisados por pa-
res. El conocimiento humano nunca podrá abarcar todo lo
que podría saber en potencia sobre el mundo, es decir, que
es imposible un conocimiento perfecto, absoluto o acabado
de cómo es el mundo, por lo que es imposible por definición
una ciencia absolutista o dogmática: toda verdad científica
siempre es asintótica, aproximada, falible, revisable y mejo-
rable. Hablar de ciencia dogmática es como hablar de hierros
¿Qué diferencia hay entre creer
que un feto tiene alma, o que dios
existe, con creer que las antenas
de telefonía móvil producen enfer-
medades, o que el rey Juan Carlos
I es un extraterrestre reptiliano?
el esc
é
ptico
25
otoño-invierno 2012
de madera. De cualquier forma, cualquier resultado obtenido
de este modo siempre será más seguro que el que pueda ob-
tenerse con la pura especulación (aunque se la llame intui-
ción o meditación), con revelaciones divinas, con mensajes
extraterrestres o mediante ouija. En conclusión, podemos
distinguir entre creencias, que son particulares y poco segu-
ras, de conocimiento como resultado del método científico
y que es universal y mucho más seguro (aunque falible
32
).
Según lo anterior, ¿qué límites epistemológicos tiene la
ciencia? ¿Hay realidades que no se pueden conocer con la
ciencia o reservadas para otras formas de conocimiento no-
científico? Este tipo de preguntas suelen encerrar una tram-
pa. Conocimiento es el que ofrece la ciencia (en el sentido
amplio y metodológico de ciencia), y creencias lo demás.
Pretender que hay una realidad no cognoscible científica-
mente no es sino una forma de decir que ciertas creencias
(por ejemplo, las religiosas) son algo más que eso, meras
creencias. Quien pretende que la ciencia sea un magisterio
que debe dedicarse a cierto ámbito o dominio pero que haya
otros ámbitos donde solo pueden operar otros magisterios,
estableciendo así límites a la ciencia, lo que hace es intentar
dar un prestigio a ciertos tipos de creencias que o bien no
tienen ninguna base o fundamento racional, o bien son cla-
ramente anticientíficas. Simplemente se trata de evitar una
guerra entre ciencia y anticiencia que sería claramente fatal
para la anticiencia
33
.
¿Quiere esto decir que la ciencia anula las creencias? No,
la ciencia no lo abarca todo y sus explicaciones son falibles,
luego siempre habrá lugar para la creencia, y todos tenemos
derecho a creer incluso en contra de la ciencia, confiando
en que el tiempo nos dará la razón. No hay problema siem-
pre que seamos conscientes de que nuestra creencia es eso,
creencia. El problema podrá llegar de dos formas: 1) si pre-
tendemos que nuestra creencia no es creencia sino ciencia,
con lo que seremos creyentes de alguna pseudociencia
34
(como le pasa a quienes creen equivocadamente que la ho-
meopatía o la acupuntura son ciencias, o que la ciencia de-
muestra que las antenas o los trasgénicos son peligrosos) o
de alguna conspiranoia (que es lo que les sucede a quienes
creen que hay pruebas de la existencia de OVNIs o de la
maldad de los trasgénicos pero que los gobiernos las ocul-
tan
35
); o 2) si afirmamos que nuestra creencia, sin ser cien-
cia, tiene el mismo valor o más que el de la ciencia (sobre
todo si entran en conflicto), con lo que estaremos cayendo
en fundamentalismo, como le pasa a los creacionistas más
dogmáticos o a los integristas religiosos.
Pasemos ahora a algunas críticas a la ciencia. Por cuestión
de espacio nos centraremos en una de las críticas más fuertes
contra la ciencia, pasando por alto otras más moderadas
36
.
Nos referimos a la crítica de la pseudofilosofía posmoderna
y típica de cierta (pseudo)izquierda de salón que deslegiti-
ma la ciencia como parte de la ideología de una civilización
occidental etnocéntrica, imperialista y opresora de los pue-
blos no occidentales, y que afirma que la ciencia solo es un
discurso más entre otros (asumiendo el relativismo), y que
su valor no es mayor ni mejor que el de los mitos, leyendas
o etnoteorías milenarias de esos otros pueblos oprimidos
37
,
como los sambia de Papúa Nueva Guinea, que creen que la
madurez se trasmite de adultos a púberes mediante la ingesta
oral del semen que eyaculan esos adultos en la boca de los
niños de 7 u 8 años
38
, o como los trobiandeses, que no creen
que haya ninguna relación entre sexualidad y embarazo
porque las mujeres no son fecundadas por los varones sino
por los espíritus totémicos de islas vecinas
39
. A esta crítica
le opongo dos contracríticas: una es preguntándoles ¿cómo
saben eso? Es decir, ¿cómo saben que la ciencia es solo un
discurso más entre otros sin más valor que esos otros? A lo
que solo me pueden dar dos respuestas: o bien que lo saben
por intuición, meditación, revelación divina o extraterrestre
o un mensaje del más allá vía ouija, con lo cual no tengo
nada más que decir, o bien que es la conclusión a la que han
llegado después plantearse el tema, recoger datos, analizar-
los y compararlos, elaborar su hipótesis, comprobarla, pu-
blicarla y dejarla para la revisión por pares. Esto me parece
mucho más interesante pero, si es así, lo que están diciendo
es que saben científicamente que la ciencia no vale (porque
si todo vale, nada vale). Si la conclusión es esa, entonces la
propia conclusión en tanto que científica tampoco vale. En
definitiva, que el postmodernismo no es capaz de escapar al
círculo vicioso del relativismo en el que está enredado. Y la
otra contracrítica es puramente práctica: ningún postmoder-
no envía a su hijo de 7 años a que aprenda a ser un hombre
con los sambia de Papúa Nueva Guinea.
Llegados a este punto suele decirse que la ciencia no es
sino la nueva religión, que los científicos son los nuevos sa-
cerdotes y las verdades científicas los nuevos dogmas sagra-
dos. Y se identifica a los heterodoxos y críticos de la ciencia
actual con los nuevos Galileos opuestos a la nueva iglesia
científica. La analogía es sugerente pero tiene el mismo va-
lor que un libro de J. J. Benítez
40
. Quien dice esto no solo
está identificando dos cosas totalmente distintas (ciencia y
religión
41
) sino que además comete el mismo fallo que quien
se acuerda de un amigo o familiar y se asombra de que in-
mediatamente le llame por teléfono. ¿Telepatía? No, simple
cuestión de probabilidad matemática. Si cada vez que pen-
sara en mi conocido Fulanito, éste me llamara por teléfono
(o por lo menos el 30 o el 50% de las veces eso ocurriera)
entonces sí sería algo extraordinario o paranormal, pero que
yo piense en alguien (de mis cientos de conocidos) y ese al-
guien me llame después es estadísticamente normal si tengo
en cuenta todas las veces en las que pienso en alguien a lo
largo de mi vida y no me llama por teléfono
42
. De hecho, lo
extraño sería que nunca me pasara algo así en toda mi vida
43
.
De la misma forma, que a veces haya científicos heterodoxos
y audaces que logren grandes éxitos que cambien el rumbo
de la ciencia es algo que sucede y es muy positivo, pero no
hay que olvidar que la inmensa mayoría de heterodoxos no
Las explicaciones científicas tienen
una lógica argumental y una serie
de pruebas que las sustentan, ade-
más de estar expuestas a la revi-
sión independiente; características
que no tienen las creencias.
el esc
é
ptico
26
otoño-invierno 2012
han aportado nada y sus teorías no han sido más que ocu-
rrencias y por eso mismo ni sabemos de ellos. Que Galileo
fuera un heterodoxo de su época que revolucionó la ciencia
no quiere decir que todos los heterodoxos sean Galileos ni
haya que prestarles más atención solo por ser extravagan-
tes
44
. Aparte de que Galileo fue heterodoxo pero además
aportó gran cantidad de argumentos y pruebas para sus teo-
rías, algo que ni por asomo imitan los autoproclamados Ga-
lileos cuya heterodoxia suele ser inversamente proporcional
a la cantidad y calidad de las pruebas que tienen para lo que
proponen
45
.
Dicho todo lo anterior, ¿qué actitud queda entre la polí-
tica y la ciencia por un lado, y las creencias por otro, y qué
limites puede establecer la ciencia a la propia acción política
en sociedades democráticas y plurales como la nuestra? Una
sociedad democrática y pluralista que desee una conviven-
cia más o menos pacífica a pesar de los conflictos inevitables
por su propia diversidad interna, debe distinguir y separar
claramente el ámbito público y el privado, so riesgo de des-
integrarse o provocar discriminación y exclusión en caso de
no hacerlo. El ámbito público es el ámbito universal, en el
que se toman decisiones (las leyes y el gobierno) que afectan
a todos los miembros de la sociedad, y que deben tomarse
(de forma más o menos directa o representativa) por parte de
personas heterogéneas entre sí: de diferentes pueblos, cultu-
ras, credos, ideologías, etc., y el ámbito privado es el ámbito
individual y particular en el que están las ideas, opiniones,
creencias, valores, gustos y normas propias de cada cual se-
gún su peculiar forma de entender y vivir su propia vida.
Este ámbito privado no es universalizable por propia defini-
ción: es válido para cada cual pero no para los demás, que
podrán tener otros contenidos distintos en ese ámbito (unos
serán cristianos, otros ateos, otros musulmanes…). Mas en
una sociedad sin ámbito público sería imposible la convi-
vencia, pues cada cual solo podría unirse con quienes com-
partieran sus mismas creencias (formando así comunidades
pero no sociedades) y las relaciones entre los individuos o
las comunidades solo podrían ser de mutua indiferencia, de
tolerancia o tregua por idempotencia, o de guerra e imposi-
ción de la parte más fuerte (que eliminaría, excluiría o dis-
criminaría a las partes más débiles). Para convivir y formar
una sociedad plural deben establecer un espacio público que
sea el ámbito de todos sin exclusión, en el que no haya lugar
para las creencias particulares sino solo para un discurso que
todos puedan aceptar. Ese ámbito es el ámbito público y ese
discurso es el discurso racional, cuya máxima expresión son
las ciencias.
Desde ese ámbito hay que establecer unas reglas de con-
vivencia que sean racionales, y esas reglas deben partir o
fundamentarse en conocimientos y no meras creencias, de
ahí que deban apelar a la razón y las ciencias
46
. Cae de suyo
que ambos ámbitos, el público y el privado han de estar to-
talmente separados y sin permitir injerencias de uno en otro.
Desde el ámbito público o político no cabe legislar sobre te-
mas de conciencia o creencias, sino que debe garantizarse la
máxima protección del ámbito privado, es decir, la máxima
libertad individual de conciencia, opinión, creencias y expre-
sión, y la total neutralidad de los poderes públicos acerca de
esas cuestiones en su acción e incluso en su simbología
47
. Así
mismo, no cabe injerencia del ámbito privado en el público,
es decir, que las decisiones públicas o políticas no pueden
basarse en creencias particulares (ya sean religiosas, ufoló-
gicas, homeopáticas o de otro tipo). Las decisiones políticas
solo pueden argumentarse desde la razón y los resultados de
las ciencias, como no podría ser de otra manera. Lo que pro-
pongo es un estado laico
48
pero con un matiz que suele pasar
desapercibido. El laicismo suele cargar demasiado las tintas
sobre las creencias religiosas, exigiendo la separación de la
política y la religión, pero pasa por alto que las creencias
religiosas son solo una especie del género de las creencias y
que todas ellas son distintas de lo que puede considerarse co-
nocimiento y ciencia. No se trata tan solo de separar política
y religión, sino el discurso que cabe en política del que no
cabe porque consiste en creencias. Y tan creencia es admitir
la transfiguración de Cristo y su ascensión a los cielos, como
Toda verdad científica siempre
es asintótica, aproximada, falible,
revisable y mejorable. Pero cual-
quier resultado obtenido de este
modo siempre será más seguro
que el que pueda obtenerse con
la pura especulación, revelación
divina o mediante ouija.
Galileo Galilei por Ottavio Leoni (Foto: Wikimedia Commons)
el esc
é
ptico
27
otoño-invierno 2012
creer que las antenas de telefonía móvil o los trasgénicos son
peligrosos para la salud. Cuando un político como tal jura
ante la Biblia, vulnera la laicidad, pero también si decide re-
tirar una antena de telefonía móvil del casco urbano, en tanto
que se deja llevar por las creencias sobre su peligrosidad y
desoye lo que el conocimiento científico aporta al respecto:
su inocuidad
49
. Por no hablar cuando una Universidad públi-
ca incluye estudios homeopáticos
50
, o cursos de astrología
51
o de telepatía con animales
52
, o se presta a la realización de
sesiones de espiritismo
53-54
.
Para acabar, no puedo poner mejor broche que esta cita
de Carl Sagan:
“Una persona puede ir a ver a un brujo para que le
quite el sortilegio que le provoca una anemia perni-
ciosa, o puede tomar vitamina B12. Si quiere salvar
de la polio a su hijo, puede rezar o puede vacunarle.
Si le interesa saber el sexo de su hijo antes de nacer,
puede consultar todo lo que quiera a los adivinos que
se basan en el movimiento de la plomada (derecha-
izquierda, un niño; adelante-atrás, una niña... o quizá
al revés) pero, como pro medio, acertarán sólo una de
cada dos veces. Si quiere precisión (en este caso del
noventa y nueve por ciento), pruebe la amniocentesis
y las ecografías. Pruebe la ciencia
55
”.
(Comunicación presentada en las XIV Jornadas de Filoso-
fía organizadas por la Sociedad de Filosofía de Castilla-La
Mancha, en Albacete, el 22 de octubre de 2011)
Notas:
1. Es famoso el conocido como “juicio del mono” de 1925 en el
que se acusó al profesor John Scopes por enseñar evolucionismo en
clase, base de la obra de teatro y de la película posterior La herencia
del viento. Para una exposición del conflicto creación vs. evolución
en EEUU véase Shermer (2009), pág. 197-263. Para una crítica di-
vulgativa del creacionismo: Carmena (2006).
2. La argumentación de la Iglesia viene a ser que el ser humano
tiene un alma desde la concepción que es el fundamento de su dig-
nidad y su derecho a la vida, un alma creada por Dios y que hace
que quitar la vida a un feto sea tan abominable como quitársela a
un adulto.
3. Véase: http://goo.gl/sdqMa Entre muchos otros, alcanzó cierta
notoriedad en los medios la polémica por unas antenas de telefonía
móvil en Valladolid, cercanas a un colegio, y a las que se acusaba
de provocar cáncer en el alumnado.
4. En 2007, la Generalitat de Catalunya pretendió regular como
prácticas sanitarias varias (pseudo)medicinas naturales, decreto
que fue suspendido cautelarmente por el Tribunal Superior de Jus-
ticia de Cataluña y definitivamente rechazado por el Tribunal Supre-
mo: http://goo.gl/JJ2nw
5. Por ejemplo, Koch (2005)
6. Icke lo afirma en varias obras, por ejemplo en Hijos de Matrix y
en El mayor secreto.
7. http://sites.google.com/site/davidickebcn2010/ y http://goo.gl/
pJdwZ
8. En 2010, la facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla
provocó el escándalo cuando incluyó a un negacionista del SIDA en
las VI Jornadas de Medicina y Filosofía: http://goo.gl/e7PNN y http://
goo.gl/1H37V
9. Para una revisión crítica de la fobia antitrasgénicos, veáse Mu-
let (2011), cap. 2.
10. http://es.wikipedia.org/wiki/Chemtrail
11. Conrado Salas Cano así lo afirma: http://goo.gl/Rftb0
12. “El ángel [Gabriel] le dijo [a María]: «(…) vas a concebir en el
seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús
(…)». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá
sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lucas 1,
30-35).
13. Eso es lo que afirma la urinoterapia, que es uno de los (pseu-
do) remedios naturales de la (pseudo) medicina ayurvédica. Para
una crítica de la urinoterapia: Gardner (2001), pág. 51 y siguientes.
14. Eso afirma la acupuntura: esta pseudociencia considera que
pinchando ciertas zonas del cuerpo se manipula el chi y se equili-
bran el yin y el yang, restaurando así la salud. Obvia decir que no
hay ninguna prueba ni de la existencia del chi ni del yin-yang, ni tam-
poco de que la acupuntura produzca más afectos que el puramente
placebo: http://www.skepdic.com/acupuncture.html
15. Tesis básicas del creacionismo más fundamentalista: cf. nota
1.16. Según la teoría del Big bang. Para una exposición divulgativa
de la misma: Hawking (2011).
17. Similia similibus curantur, el principio básico de la homeopatía
según su fundador Samuel Hahnemann. Para una crítica de la ho-
meopatía como pseudociencia: Sanz (2010) y Goldacre (2011), pág.
Que haya científicos heterodoxos
y audaces que logren grandes
éxitos que cambien el rumbo de
la ciencia es algo muy positivo,
pero la inmensa mayoría de hete-
rodoxos no han aportado nada y
sus teorías no han sido más que
ocurrencias.
Carl Sagan (Foto: www.organicsoul.com)
el esc
é
ptico
28
otoño-invierno 2012
45 y siguientes.
18. Primera ley de Newton o ley de la inercia.
19. Popular serie de divulgación científica de Carl Sagan en 1980,
cuyo nombre completo era: Cosmos, un viaje personal.
20. Programa de televisión que se emite en la cadena Cuatro des-
de 2005 y de contenido cuanto menos dudoso y dedicado a todo lo
relativo al misterio, enigmas, etc.
21. “La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las reali-
dades que no se ven” (Hebreos 11, 1)
22. De hecho, la palabra fe procede del latín fides y significa eso:
confianza o lealtad.
23. Solo el hecho de que podamos observar estrellas a millones
de años-luz ya demuestra que el universo tiene muchísimos más
años: en 2009 se detectó la explosión de la estrella más lejana y
antigua conocida, hace 13.000 millones de años: http://goo.gl/o2I19
24. López y López (2006), pág. 54-57.
25. Aunque parezca increíble, aún hoy día hay quienes creen que
la Tierra es plana: Sociedad de la Tierra Plana (Flat Earth Society):
http://es.wikipedia.org/wiki/Flat_Earth_Society
26. En 1864, Julio Verne publicó su famosa novela Viaje al centro
de la Tierra, que no es sino eso, una novela de ficción. Sin embargo,
hay quienes van más allá y afirman que la Tierra es hueca e incluso
que ella habitan intraterrestres: http://www.tierrahueca.com/. David
Icke también habla de los intraterrestres en algunos de sus libros:
Icke (2011).
27. Coincidimos con Carl Sagan cuando dice: “La ciencia es más
que un cuerpo de conocimiento: es una manera de pensar” (Sagan:
2000, pág. 35). Y con Alan Sokal cuando viene a decir lo mismo:
“El método científico no es sustancialmente distinto de la actitud ra-
cional que adoptamos en la vida cotidiana o en otras esferas del
conocimiento. Los historiadores, los detectives y los fontaneros –es
decir, todos los seres humanos– emplean básicamente los mismos
métodos de inducción, deducción y evaluación de los datos que los
físicos o los bioquímicos. La ciencia contemporánea intenta llevar a
cabo estas operaciones de una forma más meticulosa y sistemática,
sirviéndose de instrumentos como pruebas de control, estadísticas
o reiteración de experimentos, entre otros. Además, las mediciones
científicas son a menudo mucho más precisas que las observacio-
nes cotidianas; nos permiten descubrir fenómenos hasta entonces
desconocidos, y entran frecuentemente en conflicto con el “sentido
común”. Sin embargo, el conflicto se da en las conclusiones, no en el
enfoque de partida” (Sokal, 2009, pág. 235-236, y también la misma
idea en pág. 214, 301, 338 y 537). Robin Dunbar profundiza mucho
más en esta idea al considerar la ciencia como algo natural y univer-
sal: Dunbar: 1999: cap. 4-6.
28. Sería imposible citar toda la bibliografía pertinente sobre qué
es ciencia, pero lo dicho puede ser un buen resumen muy esquemá-
tico de en lo que consiste la ciencia y el método científico. De todas
formas, y por citar algún libro que expresa la misma idea, véase
Dunbar, 1999: cap. 2, llamado precisamente “¿Qué es esa cosa lla-
mada ciencia?”, exactamente igual a la famosa obra de Chalmers
(2010).
29. Lamentablemente, ciertas teorías tecnofóbicas y conspiranoi-
cas se empeñan en atacar las vacunas y se oponen a las vacunacio-
nes, con lo que están propiciando el rebrote de enfermedades que
podrían estar erradicadas totalmente gracias a ellas: cf. “Informe:
Fiebre antivacunas” en El Escéptico, nº 19, mayo-agosto 2005, pág.
56-74. También González (2011) y Goldacre (2011), pág. 313 y si-
guientes.
30. “La ciencia es, pues, un método para averiguar cosas acerca
del mundo y no el cuerpo particular de una teoría” (Dunbar, 1999,
pág. 34).
31. En el ámbito evolucionista, por ejemplo, no existe ahora mis-
mo consenso acerca del mecanismo de la evolución, aunque la teo-
ría sintética o neodarwinista sea la más aceptada por ahora. Pero
incluso así, cualquier teoría evolucionista es preferible a cualquier
otra creacionista.
32. Esto no quiere decir que el conocimiento científico siempre
esté en lo cierto y las creencias se equivoquen, puede ser que una
creencia resulte ser cierta y que la ciencia sea la que falle, pero eso
solo será casualidad: en el dilema de Monty Hall la razón indica que
es mejor cambiar de opción, aunque al final pudiera ser que al hacer-
lo perdiéramos el premio si nuestra primera elección hubiera sido,
casualmente, la acertada. Ahora bien, si jugáramos repetidas veces
al juego, ganaríamos muchas más veces cambiando de opción que
manteniendo siempre la primera elección, es decir, la probabilidad
de que la ciencia esté en lo correcto es mucho mayor en general que
la de las creencias: es.wikipedia.org/wiki/Problema_de_Monty_Hall.
33. Estamos refiriéndonos a la propuesta de MANS (Magisterios
No Superpuestos) formulada por Gould (2000) y que es criticada por
Dawkins: 2007, pág. 64 y siguientes.
34. Para una crítica a la pseudociencia véase Bunge, 2002: cap.
8 y Bunge (2010).
35. El problema de las teorías de la conspiración es que son total-
mente infalsables, todas afirman que tienen pruebas contundentes,
pero que los gobiernos las ocultan, pero claro, así puede afirmarse
cualquier cosa: yo podría decir que hay pruebas que demuestran
sin ninguna duda que yo soy el legítimo rey de España, pero que el
gobierno y la Casa Real las ocultan.
36. Resumidamente, serían tres críticas: 1) que la ciencia es fali-
ble y a veces se equivoca, igual que las creencias; 2) que la ciencia
está manipulada por intereses no-científicos de tipo político, econó-
mico o religioso; y 3) que la ciencia es parte de la superestructura
capitalista y está sesgada por lo tanto en interés de las clases domi-
nantes y los mercados. La primera crítica no critica nada porque el
carácter falible de la ciencia es parte esencial de la propia ciencia y
por eso contiene mecanismos de autocorrección como la replicabi-
lidad y la revisión por pares, que no tienen las creencias. De hecho,
la ciencia ni siquiera es inmune al fraude, como prueba el famoso
caso del “hombre de Piltdown, pero este mismo caso muestra a la
vez los mecanismos autocorrectores de la ciencia en acción (so-
bre esto, véase Shermer: 2010, cap. 12) La segunda crítica viene a
descubrir América en el siglo XXI: la ciencia existe en un contexto
socio-histórico y está influida por intereses no-científicos, pero al fi-
nal la ciencia sale airosa de esas influencias por sus mecanismos
de publicidad, replicabilidad y revisión por pares, y porque en su
búsqueda de la realidad, ésta se acaba imponiendo a los intentos
por manipularla: la Tierra gira mal que le pesara al papa Urbano VIII
y la evolución funciona como lo hace por mucho que se empeñara
Lysenko y todo el politburó de la URSS con su aparato de terror (es
evidente que aquí asumimos el materialismo entendido como que
existe una realidad independiente del sujeto, y el racionalismo como
que es posible conocer racionalmente el funcionamiento de la ma-
teria (véase Bunge: 2002, cap. 3 y Sokal: 2009, cap. 7). La tercera
crítica no es una crítica a la ciencia en sí sino al contexto capitalista
en el que se desenvuelve. Aun admitiendo esta crítica, la ciencia
sigue siendo la mejor fuente de conocimiento, pese a esos sesgos,
que cualquier otra alternativa, por todo lo dicho.
37. Para un análisis y una crítica demoledora al posmodernismo
filosófico véase Sokal (2009)
38. “Durante siete años, aproximadamente, los más pequeños
realizan felaciones a los mayores. Tragar el semen que los com-
pañeros de más edad eyaculan en su boca –el de tantos y tantas
veces como diariamente sea posible- es la única manera para un
muchacho de llegar a ser un adulto cabal y un guerrero varonil”
(Harris, 2001, pág. 223).
39. Aranzadi: 2003, pág. 374 y 409.
40. Divulgador de la creencia en extraterrestres y autor de libros y
documentales como Planeta Encantado, muy criticado desde posi-
ciones escépticas: http://manifo.blogalia.com/historias/13619
41. Es como decir que los seres humanos y los cocodrilos son
esencialmente iguales porque ambos tienen cuatro extremidades: si
ignoramos todas sus otras diferencias, la analogía es correcta, pero
claro, si ignoramos todo eso. Se trata, por tanto, de una clarísima
falacia de selección de la información.
42. Pasa lo mismo con la lotería: la probabilidad de que a alguien
concreto le toque es ínfima, pero la probabilidad de que le toque a
alguien de entre todos los que juegan es casi el evento seguro.
43. Algo así sucede con las curaciones milagrosas en Lourdes:
descartando los casos de peregrinos meramente hipocondríacos, de
“curaciones” por efecto placebo y similares, teniendo en cuenta la
gran cantidad de peregrinos enfermos que acuden al santuario y el
porcentaje de los que dicen curarse “milagrosamente”, resulta una
cantidad estadísticamente normal de remisión espontánea, y tal vez
incluso más baja de la que cabría esperar: Dawkins (2006).
44. Existe cierta tendencia en el mundo académico, sobre todo
el esc
é
ptico
29
otoño-invierno 2012
en las ciencias históricas y entre los doctorandos, a rebuscar en-
tre los heterodoxos del pasado buscando a alguno que reivindicar y
magnificar, denunciando su injusto olvido por parte de la Academia,
o incluso a presentarlo como un incomprendido o una víctima de
conspiraciones en su contra.
45. Suele ser el caso de los inventores de máquinas de movi-
miento perpetuo (contraria a la segunda ley de la termodinámica) o
de supuestas formas de fusión fría, y que a veces son reivindicados
como víctimas de conspiraciones del Poder para ocultar sus descu-
brimientos.
46. Bunge (2007).
47. Lo que implica la necesaria neutralidad simbólica de los po-
deres públicos en sus edificios (escuelas, hospitales, juzgados…),
espacios y actos: tomas de posesión, ceremonias oficiales, funera-
les de Estado, etc.
48. Sobre el Estado laico y el laicismo, véase Cifuentes (2005),
Peña-Ruíz (2001) y Peña-Rúiz y Tejedor de la Iglesia (2009)
49. Sobre la inocuidad de las antenas de telefonía móvil cabe de-
cir dos cosas: que no hay ningún informe serio que demuestre su
peligrosidad y que los que hay indican que no son peligrosas, por
ejemplo, el informe editado por la Asociación Española Contra el
Cáncer disponible en internet: http://goo.gl/yQUgh. Véase también
Ordiales (2007).
50. La Universidad de Zaragoza tiene una cátedra sobre homeo-
patía en colaboración con el laboratorio homeopático Boirón: http://
goo.gl/mMe8q
51. La Universidad de Lleida realizaba en marzo de 2010 un curso
de iniciación a la astrología: http://goo.gl/QTMVM
52. En la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense
de Madrid se presentó una conferencia sobre telepatía con anima-
les: http://goo.gl/G9x0f
53. En 2009 la Universidad de Castilla-La Mancha prestó sus ins-
talaciones para la realización de un Seminario sobre espiritismo. El
catedrático Fernando Cuartero protestó por eso publicando una nota
crítica al respecto, nota por la que fue denunciado por los organiza-
dores debido a que ella Cuartero se refería a los espiritistas como
“vulgares estafadores”: http://goo.gl/aBJOK
54. Que la separación público y privado implica la de ciencia y
creencias se muestra claramente en el caso la educación: una es-
cuela laica implica una escuela en que se transmiten conocimientos
científicos pero no creencias de ningún tipo, entre otras cosas, por-
que la ciencia es universal y las creencias particulares, y porque la
elección entre qué creencias transmitir y cuáles no, sería totalmente
arbitraria (y excluyente hacia el alumnado que no las creyera). Sobre
la escuela laica, véase: Delgado (2006) y VVAA (2011).
55. Sagan, Carl (2000), pág. 40.
BIBLIOGRAFÍA:
-ARANZADI, Juan (2003) Introduc-
ción y guía al estudio de la antropología
del parentesco, UNED, Madrid.
-BUNGE, Mario (2002) Crisis y re-
construcción de la filosofía, Gedisa,
Barcelona.
-BUNGE, Mario (2007): “Escepti-
cismo político” en El Escéptico, nº 24,
enero-agosto 2007, pág. 19-25.
-BUNGE, Mario (2010) La pseudo-
ciencia ¡vaya timo!, Laetoli, Pamplona.
-CARMENA, Ernesto (2006), El crea-
cionismo ¡vaya timo!, Laetoli, Pamplona.
-CHALMERS, Alan F. (2010) ¿Qué es
esa cosa llamada ciencia?, Siglo XXI,
Madrid.
-CIFUENTES, Luis María (2005)
¿Qué es el laicismo?, Ediciones del La-
berinto.
-DAWKINS, Richard (2006) The Root
of All Evil? (documental, posteriormente
retitulado The God Desilusion en 2010).
-DAWKINS, Richard (2007) El espe-
jismo de Dios, Espasa Calpe, Madrid.
-DELGADO, Francisco (2006), Hacia
la escuela laica, Ediciones del Laberinto.
-DUNBAR, Robin (1999) El miedo a la ciencia, Alianza Editorial,
Madrid.
-GARDNER, Martin (2001) ¿Tenían ombligo Adán y Eva? La fal-
sedad de la seudociencia al descubierto, Debate, Madrid.
-GOLDACRE, Ben (2011) Mala ciencia. No te dejes engañar por
curanderos, charlatanes y otros farsantes, Paidós, Madrid.
-GONZÁLEZ, Carlos (2011), En defensa de las vacunas. Protege
la salud de tu hijo, Planeta, Madrid.
-GOULD, Sthepen J. (2000), Ciencia versus religión. Un falso con-
flicto, Crítica, Barcelona.
-HARRIS, Marvin (2001) Nuestra especie, Alianza Editorial, Ma-
drid.
-HAWKING, Stephen W., (2011) Historia del tiempo, del big bang
a los agujeros negros, Crítica, Barcelona.
-ICKE, David (2010), Hijos de matrix, Obelisco, Barcelona.
-ICKE, David (2011), El mayor secreto. El libro que cambiará el
mundo, Obelisco, Barcelona.
-KOCH, Paul H. (2005), Illuminati: los secretos de la secta más
temida por la Iglesia al descubierto, Editorial Planeta, Barcelona.
-LÓPEZ, Carlos y LÓPEZ Alfonso (2006), “La acupuntura no pasa
un nuevo examen”, El Escéptico nº 22 y 23, abril-diciembre 2006,
pág. 54-57.
-MULET, José Miguel (2011) Los productos naturales ¡vaya timo!,
Laetoli, Pamplona.
-ORDIALES, Ramón (2007): “Prontuario de la radiación electro-
magnética”, El Escéptico nº 24, enero-agosto de 2007, pág. 41-51.
-PEÑA-RUÍZ, Henri (2001), La emancipación laica. Filosofía de la
laicidad, Ediciones del Laberinto.
-PEÑA-RUÍZ, Henri y TEJEDOR DE LA IGLESIA, César (2009),
Antología laica. 66 textos comentados para comprender el laicismo,
Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca.
-SAGAN, Carl (2000), El Mundo y sus demonios. La ciencia como
una luz en la oscuridad. Editorial Planeta, Barcelona.
-SANZ, Víctor-Javier (2010) La homeopatía ¡vaya timo!, Laetoli,
Pamplona.
-SHERMER, Michael (2009), Por qué creemos en cosas raras.
Pseudociencia, superstición y otras confusiones de nuestro tiempo,
Alba Editorial, Barcelona.
-SHERMER, Michael (2010), Las fronteras de la ciencia. Entre la
ortodoxia y la herejía, Alba Editorial, Barcelona.
-SOKAL, Alan (2009) Más allá de las imposturas intelectuales,
Paidós, Barcelona.
-VVAA (2011), Aprender sin dogmas. Enseñanza lacia para la con-
vivencia, Editorial Milrazones, Cantabria.