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el esc

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A

lgunas de las preguntas planteadas al principio pue-

den parecer absurdas o deliberadamente escogidas 

para provocar el no por respuesta. Pero no es exac-

tamente así. La polémica sobre si debiera enseñarse el crea-

cionismo y el diseño inteligente en las escuelas ha tenido 

que resolverse judicialmente en los EEUU y todavía colea

1

que el feto tenga alma o no, es el quid de la cuestión en la 

posición de la Iglesia católica sobre el aborto o la experi-

mentación con embriones

2

; la fobia a las antenas de telefonía 

móvil ha suscitado reacciones muy airadas contra ellas en 

muchas localidades españolas

3

; la inclusión de las llamadas 

“medicinas alternativas” en el sistema público de salud es 

una reivindicación constante de quienes las practican y las 

consumen

4

; que los Illuminati controlan el mundo es un se-

creto a voces divulgado en varios best-sellers

5

; que los po-

derosos del planeta son en realidad extraterrestres reptilianos 

es un mensaje que David Icke difunde

6

 en charlas por todo 

el mundo, y que en España reunió en 2010 a miles de per-

sonas en Barcelona al módico precio de 60 € la entrada para 

escuchar su charla de ¡ocho horas!

7

 Por no hablar de quienes 

afirman que el SIDA no existe y que es un bulo de la indus-

tria médico-farmacéutica

8

, que los transgénicos son una au-

téntica bomba biológica

9

, o que los gobiernos nos envenenan 

con los chemtrails

10

Sea como sea, ¿qué diferencia hay entre creer que un feto 

tiene alma, o que dios existe, con creer que las antenas de 

telefonía móvil producen enfermedades, o que el rey Juan 

Carlos  I  es  un  extraterrestre  reptiliano

11

?  ¿Qué  diferencia 

hay entre creer que una joven virgen dio a luz un niño sin 

intervención de varón en la Palestina del siglo I

12

, con creer 

que beber la orina es bueno para la salud

13

 o que pincharse 

agujas por el cuerpo es una forma de curarse

14

? Por otro lado, 

¿existe alguna diferencia entre creer que dios hizo el mundo 

de la nada y más o menos tal cual es hace tan solo 10.000 

años

15

, que pensar que hace 13.700 millones de años hubo 

una gran explosión que dio lugar al universo

16

?,  ¿es lo mis-

mo afirmar que “lo similar se cura con lo similar” tal como 

afirma la homeopatía

17

, que decir que “todo cuerpo persevera 

en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a 

no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas im-

presas sobre él

18

”?, ¿tienen el mismo valor la serie Cosmos 

de Carl Sagan

19

 que los capítulos de Cuarto Milenio de Íker 

Jiménez

20

En el primer grupo de preguntas no hay diferencia, todo 

eso son creencias:  aceptar  o  afirmar  que  los  fetos  tienen 

alma o que las antenas de telefonía móvil producen enfer-

medades son creencias. Quien dice eso simplemente es que 

cree eso, es decir, que tiene fe

21

 en eso, que confía

22

 en que 

esas afirmaciones son ciertas, a pesar de que no tenga prue-

bas para demostrarlo o incluso aunque las pruebas indiquen 

más bien lo contrario. No hay ninguna prueba de que los 

fetos tengan alma, ni de que las antenas sean peligrosas, y 

más bien hay pruebas de que el universo es muchísimo más 

antiguo que tan solo 10.000 años

23

, y de que pincharse agujas 

no tiene más efecto que el puro placebo

24

. A pesar de esto, es 

legítimo creer algunas de estas cosas, es decir, confiar o tener 

fe en que son ciertas aunque por ahora no haya pruebas o las 

que hay sean contrarias, exactamente en el mismo sentido en 

el que el enamorado cree que su amada le es fiel aunque sea 

miss España, tenga fama de libertina y esté de Erasmus en 

Australia durante todo un año, pero lo suyo es creencia, fe 

y/o confianza y no otra cosa, pues pruebas no tiene más allá 

de sus sentimientos y esperanzas hacia ella (a no ser que le 

ponga un detective privado que la vigile las 24 horas del día). 

Pero, ¿qué pasa con las comparaciones del otro grupo 

de preguntas? Quien acepta o afirma que la Tierra es más 

o menos esférica, que gira sobre sí misma y alrededor del 

sol, ¿tiene una creencia en el mismo sentido de quien dice 

que la Tierra es plana

25

, o que es hueca (y en el interior ha-

bitan intraterrestres

26

)? Es evidente que no. Lo primero es 

ciencia y lo segundo creencia. Las afirmaciones científicas 

se basan en la aplicación del método científico, que no es 

sino una forma sofisticada de racionalidad

27

 y que consiste 

básicamente en plantearse un problema, recoger unos datos, 

elaborar una hipótesis, comprobarla y publicar los resulta-

dos para la revisión por pares y su replicación

28

. Las expli-

caciones científicas tienen una lógica argumental y una serie 

de pruebas que las sustentan, además de estar expuestas a 

la revisión independiente. Características que no tienen las 

creencias, que o bien son ilógicas, y/o no tienen pruebas o 

las que hay son contrarias, y/o no son susceptibles de ser 

revisadas ni replicadas de forma independiente. Esto supone 

otra diferencia entre ciencia y creencia: la ciencia es uni-

versal mientras que las creencias son particulares. Las tres 

leyes de Newton funcionan igual en Europa que en Asia, y 

la vacuna Sabin cura la poliomielitis tanto en Norteamérica 

como en África (y de hecho gracias a ella prácticamente está 

erradicada

29

). De cualquier forma, eso no quiere decir que la 

ciencia sea infalible ni mucho menos. Entendemos ciencia 

en dos sentidos: como metodología y como resultados, sien-

do el primero el más importante

30

. La ciencia es un conjunto 

de métodos diseñados para conocer cómo es el mundo (no 

solo en sentido físico y químico, sino también biológico y 

socio-histórico), y los resultados son las teorías científicas 

que resultan de la aplicación de esos métodos, y que garanti-

zan la máxima certeza y el mínimo error posibles, lo que está 

muy lejos de la infalibilidad, pues los resultados pueden no 

ser concluyentes, o faltar datos, o no haber pruebas suficien-

tes, o haber varias hipótesis plausibles

31

, o que los resultados 

no hayan sido suficientemente replicados y revisados por pa-

res. El conocimiento humano nunca podrá abarcar todo lo 

que podría saber en potencia sobre el mundo, es decir, que 

es imposible un conocimiento perfecto, absoluto o acabado 

de cómo es el mundo, por lo que es imposible por definición 

una ciencia absolutista o dogmática: toda verdad científica 

siempre es asintótica, aproximada, falible, revisable y mejo-

rable. Hablar de ciencia dogmática es como hablar de hierros 

¿Qué diferencia hay entre creer 

que un feto tiene alma, o que dios 

existe, con creer que las antenas 

de telefonía móvil producen enfer-

medades, o que el rey Juan Carlos 

I es un extraterrestre reptiliano?

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de madera. De cualquier forma, cualquier resultado obtenido 

de este modo siempre será más seguro que el que pueda ob-

tenerse con la pura especulación (aunque se la llame intui-

ción o meditación), con revelaciones divinas, con mensajes 

extraterrestres o mediante ouija. En conclusión, podemos 

distinguir entre creencias, que son particulares y poco segu-

ras, de conocimiento como resultado del método científico 

y que es universal y mucho más seguro (aunque falible

32

). 

Según lo anterior, ¿qué límites epistemológicos tiene la 

ciencia? ¿Hay realidades que no se pueden conocer con la 

ciencia o reservadas para otras formas de conocimiento no-

científico? Este tipo de preguntas suelen encerrar una tram-

pa. Conocimiento es el que ofrece la ciencia (en el sentido 

amplio y metodológico de ciencia), y creencias lo demás. 

Pretender  que  hay  una  realidad  no  cognoscible  científica-

mente no es sino una forma de decir que ciertas creencias 

(por ejemplo, las religiosas) son algo más que eso, meras 

creencias. Quien  pretende que la ciencia sea un magisterio 

que debe dedicarse a cierto ámbito o dominio pero que haya 

otros ámbitos donde solo pueden operar otros magisterios, 

estableciendo así límites a la ciencia, lo que hace es intentar 

dar un prestigio a ciertos tipos de creencias que o bien no 

tienen ninguna base o fundamento racional, o bien son cla-

ramente anticientíficas. Simplemente se trata de evitar una 

guerra entre ciencia y anticiencia que sería claramente fatal 

para la anticiencia

33

.

¿Quiere esto decir que la ciencia anula las creencias? No, 

la ciencia no lo abarca todo y sus explicaciones son falibles, 

luego siempre habrá lugar para la creencia, y todos tenemos 

derecho a creer incluso en contra de la ciencia, confiando 

en que el tiempo nos dará la razón. No hay problema siem-

pre que seamos conscientes de que nuestra creencia es eso, 

creencia. El problema podrá llegar de dos formas: 1) si pre-

tendemos que nuestra creencia no es creencia sino ciencia, 

con lo que seremos creyentes de alguna pseudociencia

34

 

(como le pasa a quienes creen equivocadamente que la ho-

meopatía o la acupuntura son ciencias, o que la ciencia de-

muestra que las antenas o los trasgénicos son peligrosos) o 

de alguna conspiranoia (que es lo que les sucede a quienes 

creen que hay pruebas de la existencia de OVNIs o de la 

maldad de los trasgénicos pero que los gobiernos las ocul-

tan

35

); o 2) si afirmamos que nuestra creencia, sin ser cien-

cia, tiene el mismo valor o más que el de la ciencia (sobre 

todo si entran en conflicto), con lo que estaremos cayendo 

en fundamentalismo, como le pasa a los creacionistas más 

dogmáticos o a los integristas religiosos. 

Pasemos ahora a algunas críticas a la ciencia. Por cuestión 

de espacio nos centraremos en una de las críticas más fuertes 

contra la ciencia, pasando por alto otras más moderadas

36

Nos referimos a la crítica de la pseudofilosofía posmoderna 

y típica de cierta (pseudo)izquierda de salón que deslegiti-

ma la ciencia como parte de la ideología de una civilización 

occidental etnocéntrica, imperialista y opresora de los pue-

blos no occidentales, y que afirma que la ciencia solo es un 

discurso más entre otros (asumiendo el relativismo), y que 

su valor no es mayor ni mejor que el de los mitos, leyendas 

o etnoteorías milenarias de esos otros pueblos oprimidos

37

como los sambia de Papúa Nueva Guinea, que creen que la 

madurez se trasmite de adultos a púberes mediante la ingesta 

oral del semen que eyaculan esos adultos en la boca de los 

niños de 7 u 8 años

38

, o como los trobiandeses, que no creen 

que haya ninguna relación entre sexualidad y embarazo 

porque las mujeres no son fecundadas por los varones sino 

por los espíritus totémicos de islas vecinas

39

. A esta crítica 

le opongo dos contracríticas: una es preguntándoles ¿cómo 

saben eso? Es decir, ¿cómo saben que la ciencia es solo un 

discurso más entre otros sin más valor que esos otros? A lo 

que solo me pueden dar dos respuestas: o bien que lo saben 

por intuición, meditación, revelación divina o extraterrestre 

o un mensaje del más allá vía ouija, con lo cual no tengo 

nada más que decir, o bien que es la conclusión a la que han 

llegado después plantearse el tema, recoger datos, analizar-

los y compararlos, elaborar su hipótesis, comprobarla, pu-

blicarla y dejarla para la revisión por pares. Esto me parece 

mucho más interesante pero, si es así, lo que están diciendo 

es que saben científicamente que la ciencia no vale (porque 

si todo vale, nada vale). Si la conclusión es esa, entonces la 

propia conclusión en tanto que científica tampoco vale. En 

definitiva, que el postmodernismo no es capaz de escapar al 

círculo vicioso del relativismo en el que está enredado. Y la 

otra contracrítica es puramente práctica: ningún postmoder-

no envía a su hijo de 7 años a que aprenda a ser un hombre 

con los sambia de Papúa Nueva Guinea. 

Llegados a este punto suele decirse que la ciencia no es 

sino la nueva religión, que los científicos son los nuevos sa-

cerdotes y las verdades científicas los nuevos dogmas sagra-

dos. Y se identifica a los heterodoxos y críticos de la ciencia 

actual con los nuevos Galileos opuestos a la nueva iglesia 

científica. La analogía es sugerente pero tiene el mismo va-

lor que un libro de J. J. Benítez

40

. Quien dice esto no solo 

está identificando dos cosas totalmente distintas (ciencia y 

religión

41

) sino que además comete el mismo fallo que quien 

se acuerda de un amigo o familiar y se asombra de que in-

mediatamente le llame por teléfono. ¿Telepatía? No, simple 

cuestión de probabilidad matemática. Si cada vez que pen-

sara en mi conocido Fulanito, éste me llamara por teléfono 

(o por lo menos el 30 o el 50% de las veces eso ocurriera) 

entonces sí sería algo extraordinario o paranormal, pero que 

yo piense en alguien (de mis cientos de conocidos) y ese al-

guien me llame después es estadísticamente normal si tengo 

en cuenta todas las veces en las que pienso en alguien a lo 

largo de mi vida y no me llama por teléfono

42

. De hecho, lo 

extraño sería que nunca me pasara algo así en toda mi vida

43

De la misma forma, que a veces haya científicos heterodoxos 

y audaces que logren grandes éxitos que cambien el rumbo 

de la ciencia es algo que sucede y es muy positivo, pero no 

hay que olvidar que la inmensa mayoría de heterodoxos no 

Las explicaciones científicas tienen 

una lógica argumental y una serie 

de pruebas que las sustentan, ade-

más de estar expuestas a la revi-

sión independiente; características 

que no tienen las creencias.

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han aportado nada y sus teorías no han sido más que ocu-

rrencias y por eso mismo ni sabemos de ellos. Que Galileo 

fuera un heterodoxo de su época que revolucionó la ciencia 

no quiere decir que todos los heterodoxos sean Galileos ni 

haya que prestarles más atención solo por ser extravagan-

tes

44

.  Aparte  de  que  Galileo  fue  heterodoxo  pero  además 

aportó gran cantidad de argumentos y pruebas para sus teo-

rías, algo que ni por asomo imitan los autoproclamados Ga-

lileos cuya heterodoxia suele ser inversamente proporcional 

a la cantidad y calidad de las pruebas que tienen para lo que 

proponen

45

Dicho todo lo anterior, ¿qué actitud queda entre la polí-

tica y la ciencia por un lado, y las creencias por otro, y qué 

limites puede establecer la ciencia a la propia acción política 

en sociedades democráticas y plurales como la nuestra? Una 

sociedad democrática y pluralista que desee una conviven-

cia más o menos pacífica a pesar de los conflictos inevitables 

por su propia diversidad interna, debe distinguir y separar 

claramente el ámbito público y el privado, so riesgo de des-

integrarse o provocar discriminación y exclusión en caso de 

no hacerlo. El ámbito público es el ámbito universal, en el 

que se toman decisiones (las leyes y el gobierno) que afectan 

a todos los miembros de la sociedad, y que deben tomarse 

(de forma más o menos directa o representativa) por parte de 

personas heterogéneas entre sí: de diferentes pueblos, cultu-

ras, credos, ideologías, etc., y el ámbito privado es el ámbito 

individual y particular en el que están las ideas, opiniones, 

creencias, valores, gustos y normas propias de cada cual se-

gún su peculiar forma de entender y vivir su propia vida. 

Este ámbito privado no es universalizable por propia defini-

ción: es válido para cada cual pero no para los demás, que 

podrán tener otros contenidos distintos en ese ámbito (unos 

serán cristianos, otros ateos, otros musulmanes…). Mas en 

una sociedad sin ámbito público sería imposible la convi-

vencia, pues cada cual solo podría unirse con quienes com-

partieran sus mismas creencias (formando así comunidades 

pero no sociedades) y las relaciones entre los individuos o 

las comunidades solo podrían ser de mutua indiferencia, de 

tolerancia o tregua por idempotencia, o de guerra e imposi-

ción de la parte más fuerte (que eliminaría, excluiría o dis-

criminaría a las partes más débiles). Para convivir y formar 

una sociedad plural deben establecer un espacio público que 

sea el ámbito de todos sin exclusión, en el que no haya lugar 

para las creencias particulares sino solo para un discurso que 

todos puedan aceptar. Ese ámbito es el ámbito público y ese 

discurso es el discurso racional, cuya máxima expresión son 

las ciencias.

Desde ese ámbito hay que establecer unas reglas de con-

vivencia que sean racionales, y esas reglas deben partir o 

fundamentarse en conocimientos y no meras creencias, de 

ahí que deban apelar a la razón y las ciencias

46

. Cae de suyo 

que ambos ámbitos, el público y el privado han de estar to-

talmente separados y sin permitir injerencias de uno en otro. 

Desde el ámbito público o político no cabe legislar sobre te-

mas de conciencia o creencias, sino que debe garantizarse la 

máxima protección del ámbito privado, es decir, la máxima 

libertad individual de conciencia, opinión, creencias y expre-

sión, y la total neutralidad de los poderes públicos acerca de 

esas cuestiones en su acción e incluso en su simbología

47

. Así 

mismo, no cabe injerencia del ámbito privado en el público, 

es decir, que las decisiones públicas o políticas no pueden 

basarse en creencias particulares (ya sean religiosas, ufoló-

gicas, homeopáticas o de otro tipo). Las decisiones políticas 

solo pueden argumentarse desde la razón y los resultados de 

las ciencias, como no podría ser de otra manera.  Lo que pro-

pongo es un estado laico

48

 pero con un matiz que suele pasar 

desapercibido. El laicismo suele cargar demasiado las tintas 

sobre las creencias religiosas, exigiendo la separación de la 

política y la religión, pero pasa por alto que las creencias 

religiosas son solo una especie del género de las creencias y 

que todas ellas son distintas de lo que puede considerarse co-

nocimiento y ciencia. No se trata tan solo de separar política 

y religión, sino el discurso que cabe en política del que no 

cabe porque consiste en creencias. Y tan creencia es admitir 

la transfiguración de Cristo y su ascensión a los cielos, como 

Toda  verdad  científica  siempre 

es asintótica, aproximada, falible, 

revisable y mejorable. Pero cual-

quier resultado obtenido de este 

modo siempre será más seguro 

que el que pueda obtenerse con 

la pura especulación, revelación 

divina o mediante ouija.

Galileo Galilei por Ottavio Leoni (Foto: Wikimedia Commons)

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creer que las antenas de telefonía móvil o los trasgénicos son 

peligrosos para la salud. Cuando un político como tal jura 

ante la Biblia, vulnera la laicidad, pero también si decide re-

tirar una antena de telefonía móvil del casco urbano, en tanto 

que se deja llevar por las creencias sobre su peligrosidad y 

desoye lo que el conocimiento científico aporta al respecto: 

su inocuidad

49

. Por no hablar cuando una Universidad públi-

ca incluye estudios homeopáticos

50

, o cursos de astrología

51

 

o de telepatía con animales

52

, o se presta a la realización de 

sesiones de espiritismo

53-54

    Para acabar, no puedo poner mejor broche que esta cita 

de Carl Sagan: 

“Una persona puede ir a ver a un brujo para que le 

quite el sortilegio que le provoca una anemia perni-

ciosa, o puede tomar vitamina B12. Si quiere salvar 

de la polio a su hijo, puede rezar o puede vacunarle. 

Si le interesa saber el sexo de su hijo antes de nacer, 

puede consultar todo lo que quiera a los adivinos que 

se basan en el movimiento de la plomada (derecha-

izquierda, un niño; adelante-atrás, una niña... o quizá 

al revés) pero, como pro medio, acertarán sólo una de 

cada dos veces. Si quiere precisión (en este caso del 

noventa y nueve por ciento), pruebe la amniocentesis 

y las ecografías. Pruebe la ciencia

55

”. 

(Comunicación presentada en las XIV Jornadas de Filoso-

fía organizadas por la Sociedad de Filosofía de Castilla-La 

Mancha, en Albacete, el 22 de octubre de 2011)

Notas:

1. Es famoso el conocido como “juicio del mono” de 1925 en el

que se acusó al profesor John Scopes por enseñar evolucionismo en

clase, base de la obra de teatro y de la película posterior La herencia 

del viento. Para una exposición del conflicto creación vs. evolución

en EEUU véase Shermer (2009), pág. 197-263. Para una crítica di-

vulgativa del creacionismo: Carmena (2006).

2. La argumentación de la Iglesia viene a ser que el ser humano

tiene un alma desde la concepción que es el fundamento de su dig-

nidad y su derecho a la vida, un alma creada por Dios y que hace

que quitar la vida a un feto sea tan abominable como quitársela a

un adulto.

3. Véase: http://goo.gl/sdqMa Entre muchos otros, alcanzó cierta

notoriedad en los medios la polémica por unas antenas de telefonía 

móvil en Valladolid, cercanas a un colegio, y a las que se acusaba

de provocar cáncer en el alumnado.

4. En 2007, la Generalitat de Catalunya pretendió regular como

prácticas sanitarias varias (pseudo)medicinas naturales, decreto 

que fue suspendido cautelarmente por el Tribunal Superior de Jus-

ticia de Cataluña y definitivamente rechazado por el Tribunal Supre-

mo: http://goo.gl/JJ2nw

5. Por ejemplo, Koch (2005)

6. Icke lo afirma en varias obras, por ejemplo en Hijos de Matrix y 

en El mayor secreto.

7.  http://sites.google.com/site/davidickebcn2010/  y  http://goo.gl/

pJdwZ

8. En 2010, la facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla

provocó el escándalo cuando incluyó a un negacionista del SIDA en

las VI Jornadas de Medicina y Filosofía: http://goo.gl/e7PNN y http://

goo.gl/1H37V

9. Para una revisión crítica de la fobia antitrasgénicos, veáse Mu-

let (2011), cap. 2.

10. http://es.wikipedia.org/wiki/Chemtrail

11. Conrado Salas Cano así lo afirma: http://goo.gl/Rftb0

12. “El ángel [Gabriel] le dijo [a María]: «(…) vas a concebir en el

seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús

(…)». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no

conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá

sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lucas 1,

30-35).

13. Eso es lo que afirma la urinoterapia, que es uno de los (pseu-

do) remedios naturales de la (pseudo) medicina ayurvédica. Para 

una crítica de la urinoterapia: Gardner (2001), pág. 51 y siguientes.

14. Eso afirma la acupuntura: esta pseudociencia considera que

pinchando ciertas zonas del cuerpo se manipula el chi y se equili-

bran el yin y el yang, restaurando así la salud. Obvia decir que no

hay ninguna prueba ni de la existencia del chi ni del yin-yang, ni tam-

poco de que la acupuntura produzca más afectos que el puramente

placebo: http://www.skepdic.com/acupuncture.html

15. Tesis básicas del creacionismo más fundamentalista: cf. nota

1.16. Según la teoría del Big bang. Para una exposición divulgativa

de la misma: Hawking (2011).

17. Similia similibus curantur, el principio básico de la homeopatía

según su fundador Samuel Hahnemann. Para una crítica de la ho-

meopatía como pseudociencia: Sanz (2010) y Goldacre (2011), pág.

Que haya científicos heterodoxos 

y audaces que logren grandes 

éxitos que cambien el rumbo de 

la ciencia es algo muy positivo, 

pero la inmensa mayoría de hete-

rodoxos no han aportado nada y 

sus teorías no han sido más que 

ocurrencias.

Carl Sagan (Foto:  www.organicsoul.com)

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45 y siguientes.

18. Primera ley de Newton o ley de la inercia.

19. Popular serie de divulgación científica de Carl Sagan en 1980,

cuyo nombre completo era: Cosmos, un viaje personal.

20. Programa de televisión que se emite en la cadena Cuatro des-

de 2005 y de contenido cuanto menos dudoso y dedicado a todo lo

relativo al misterio, enigmas, etc.

21. “La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las reali-

dades que no se ven” (Hebreos 11, 1)

22. De hecho, la palabra fe procede del latín fides y significa eso:

confianza o lealtad.

23. Solo el hecho de que podamos observar estrellas a millones

de  años-luz  ya  demuestra  que  el  universo  tiene  muchísimos  más

años: en 2009 se detectó la explosión de la estrella más lejana y 

antigua conocida, hace 13.000 millones de años: http://goo.gl/o2I19

24. López y López (2006), pág. 54-57.

25. Aunque parezca increíble, aún hoy día hay quienes creen que

la Tierra es plana: Sociedad de la Tierra Plana (Flat Earth Society): 

http://es.wikipedia.org/wiki/Flat_Earth_Society

26. En 1864, Julio Verne publicó su famosa novela Viaje al centro 

de la Tierra, que no es sino eso, una novela de ficción. Sin embargo,

hay quienes van más allá y afirman que la Tierra es hueca e incluso

que ella habitan intraterrestres: http://www.tierrahueca.com/. David

Icke también habla de los intraterrestres en algunos de sus libros:

Icke (2011).

27. Coincidimos con Carl Sagan cuando dice: “La ciencia es más

que un cuerpo de conocimiento: es una manera de pensar” (Sagan:

2000, pág. 35). Y con Alan Sokal cuando viene a decir lo mismo:

“El método científico no es sustancialmente distinto de la actitud ra-

cional  que  adoptamos  en  la  vida  cotidiana  o  en  otras  esferas  del

conocimiento. Los historiadores, los detectives y los fontaneros –es 

decir, todos los seres humanos– emplean básicamente los mismos 

métodos de inducción, deducción y evaluación de los datos que los

físicos o los bioquímicos. La ciencia contemporánea intenta llevar a

cabo estas operaciones de una forma más meticulosa y sistemática, 

sirviéndose de instrumentos como pruebas de control, estadísticas 

o reiteración de experimentos, entre otros. Además, las mediciones 

científicas son a menudo mucho más precisas que las observacio-

nes cotidianas; nos permiten descubrir fenómenos hasta entonces

desconocidos, y entran frecuentemente en conflicto con el “sentido

común”. Sin embargo, el conflicto se da en las conclusiones, no en el

enfoque de partida” (Sokal, 2009, pág. 235-236, y también la misma

idea en pág. 214, 301, 338 y 537). Robin Dunbar profundiza mucho

más en esta idea al considerar la ciencia como algo natural y univer-

sal: Dunbar: 1999: cap. 4-6.

28. Sería imposible citar toda la bibliografía pertinente sobre qué

es ciencia, pero lo dicho puede ser un buen resumen muy esquemá-

tico de en lo que consiste la ciencia y el método científico. De todas

formas,  y  por  citar  algún  libro  que  expresa  la  misma  idea,  véase

Dunbar, 1999: cap. 2, llamado precisamente “¿Qué es esa cosa lla-

mada ciencia?”, exactamente igual a la famosa obra de Chalmers

(2010).

29. Lamentablemente, ciertas teorías tecnofóbicas y conspiranoi-

cas se empeñan en atacar las vacunas y se oponen a las vacunacio-

nes, con lo que están propiciando el rebrote de enfermedades que

podrían  estar  erradicadas  totalmente  gracias  a  ellas:  cf.  “Informe:

Fiebre antivacunas” en El Escéptico, nº 19, mayo-agosto 2005, pág.

56-74. También González (2011) y Goldacre (2011), pág. 313 y si-

guientes.

30. “La ciencia es, pues, un método para averiguar cosas acerca

del mundo y no el cuerpo particular de una teoría” (Dunbar, 1999,

pág. 34).

31. En el ámbito evolucionista, por ejemplo, no existe ahora mis-

mo consenso acerca del mecanismo de la evolución, aunque la teo-

ría sintética o neodarwinista sea la más aceptada por ahora. Pero 

incluso así, cualquier teoría evolucionista es preferible a cualquier

otra creacionista.

32. Esto no quiere decir que el conocimiento  científico siempre

esté en lo cierto y las creencias se equivoquen, puede ser que una

creencia resulte ser cierta y que la ciencia sea la que falle, pero eso

solo será casualidad: en el dilema de Monty Hall la razón indica que

es mejor cambiar de opción, aunque al final pudiera ser que al hacer-

lo perdiéramos el premio si nuestra primera elección hubiera sido, 

casualmente, la acertada. Ahora bien, si jugáramos repetidas veces 

al juego, ganaríamos muchas más veces cambiando de opción que

manteniendo siempre la primera elección, es decir, la probabilidad 

de que la ciencia esté en lo correcto es mucho mayor en general que

la de las creencias: es.wikipedia.org/wiki/Problema_de_Monty_Hall.

33. Estamos refiriéndonos a la propuesta de MANS (Magisterios

No Superpuestos) formulada por Gould (2000) y que es criticada por

Dawkins: 2007, pág. 64 y siguientes.

34. Para una crítica a la pseudociencia véase Bunge, 2002: cap.

8 y Bunge (2010).

35. El problema de las teorías de la conspiración es que son total-

mente infalsables, todas afirman que tienen pruebas contundentes,

pero que los gobiernos las ocultan, pero claro, así puede afirmarse

cualquier  cosa: yo podría decir que hay pruebas  que demuestran

sin ninguna duda que yo soy el legítimo rey de España, pero que el

gobierno y la Casa Real las ocultan.

36. Resumidamente, serían tres críticas: 1) que la ciencia es fali-

ble y a veces se equivoca, igual que las creencias; 2) que la ciencia

está manipulada por intereses no-científicos de tipo político, econó-

mico o religioso; y 3) que la ciencia es parte de la superestructura

capitalista y está sesgada por lo tanto en interés de las clases domi-

nantes y los mercados. La primera crítica no critica nada porque el

carácter falible de la ciencia es parte esencial de la propia ciencia y 

por eso contiene mecanismos de autocorrección como la replicabi-

lidad y la revisión por pares, que no tienen las creencias. De hecho,

la ciencia ni siquiera es inmune al fraude, como prueba el famoso

caso del “hombre de Piltdown, pero este mismo caso muestra a la

vez los mecanismos autocorrectores de la ciencia en acción (so-

bre esto, véase Shermer: 2010, cap. 12) La segunda crítica viene a

descubrir América en el siglo XXI: la ciencia existe en un contexto

socio-histórico y está influida por intereses no-científicos, pero al fi-

nal la ciencia sale airosa de esas influencias por sus mecanismos

de  publicidad,  replicabilidad  y  revisión  por  pares,  y  porque  en  su

búsqueda de la realidad, ésta se acaba imponiendo a los intentos

por manipularla: la Tierra gira mal que le pesara al papa Urbano VIII

y la evolución funciona como lo hace por mucho que se empeñara

Lysenko y todo el politburó de la URSS con su aparato de terror (es 

evidente que aquí asumimos el materialismo entendido como que

existe una realidad independiente del sujeto, y el racionalismo como 

que es posible conocer racionalmente el funcionamiento de la ma-

teria (véase Bunge: 2002, cap. 3 y Sokal: 2009, cap. 7). La tercera

crítica no es una crítica a la ciencia en sí sino al contexto capitalista 

en  el  que  se  desenvuelve. Aun  admitiendo  esta  crítica,  la  ciencia

sigue siendo la mejor fuente de conocimiento, pese a esos sesgos, 

que cualquier otra alternativa, por todo lo dicho.

37. Para un análisis y una crítica demoledora al posmodernismo

filosófico véase Sokal (2009)

38.  “Durante  siete  años,  aproximadamente,  los  más  pequeños

realizan  felaciones  a  los  mayores. Tragar  el  semen  que  los  com-

pañeros de más edad eyaculan en su boca –el de tantos y tantas 

veces como diariamente sea posible- es la única manera para un 

muchacho  de  llegar  a  ser  un    adulto  cabal  y  un  guerrero  varonil”

(Harris, 2001, pág. 223).

39. Aranzadi: 2003, pág. 374 y 409.

40. Divulgador de la creencia en extraterrestres y autor de libros y 

documentales como Planeta Encantado, muy criticado desde posi-

ciones escépticas: http://manifo.blogalia.com/historias/13619

41. Es como decir que los seres humanos y los cocodrilos son

esencialmente iguales porque ambos tienen cuatro extremidades: si

ignoramos todas sus otras diferencias, la analogía es correcta, pero 

claro, si ignoramos todo eso. Se trata, por tanto, de una clarísima 

falacia de selección de la información.

42. Pasa lo mismo con la lotería: la probabilidad de que a alguien

concreto le toque es ínfima, pero la probabilidad de que le toque a

alguien de entre todos los que juegan es casi el evento seguro.

43. Algo así sucede con las curaciones milagrosas en Lourdes:

descartando los casos de peregrinos meramente hipocondríacos, de 

“curaciones” por efecto placebo y similares, teniendo en cuenta la

gran cantidad de peregrinos enfermos que acuden al santuario y el

porcentaje de los que dicen curarse “milagrosamente”, resulta una

cantidad estadísticamente normal de remisión espontánea, y tal vez 

incluso más baja de la que cabría esperar: Dawkins (2006).

44. Existe cierta tendencia en el mundo académico, sobre todo 

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en las ciencias históricas y entre los doctorandos, a rebuscar en-

tre los heterodoxos del pasado buscando a alguno que reivindicar y

magnificar, denunciando su injusto olvido por parte de la Academia,

o incluso a presentarlo como un incomprendido o una víctima de 

conspiraciones en su contra.

45.  Suele  ser  el  caso  de  los  inventores  de  máquinas  de  movi-

miento perpetuo (contraria a la segunda ley de la termodinámica) o 

de supuestas formas de fusión fría, y que a veces son reivindicados

como víctimas de conspiraciones del Poder para ocultar sus descu-

brimientos.

46. Bunge (2007).

47. Lo que implica la necesaria neutralidad simbólica de los po-

deres públicos en sus edificios (escuelas, hospitales, juzgados…),

espacios y actos: tomas de posesión, ceremonias oficiales, funera-

les de Estado, etc.

48. Sobre el Estado laico y el laicismo, véase Cifuentes (2005),

Peña-Ruíz (2001) y Peña-Rúiz y Tejedor de la Iglesia (2009)

49. Sobre la inocuidad de las antenas de telefonía móvil cabe de-

cir dos cosas: que no hay ningún informe serio que demuestre su

peligrosidad y que los que hay indican que no son peligrosas, por

ejemplo, el informe editado por la Asociación Española Contra el 

Cáncer disponible en internet: http://goo.gl/yQUgh. Véase también

Ordiales (2007).

50. La Universidad de Zaragoza tiene una cátedra sobre homeo-

patía en colaboración con el laboratorio homeopático Boirón: http://

goo.gl/mMe8q

51. La Universidad de Lleida realizaba en marzo de 2010 un curso

de iniciación a la astrología: http://goo.gl/QTMVM

52. En la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense

de Madrid se presentó una conferencia sobre telepatía con anima-

les: http://goo.gl/G9x0f

53. En 2009 la Universidad de Castilla-La Mancha prestó sus ins-

talaciones para la realización de un Seminario sobre espiritismo. El 

catedrático Fernando Cuartero protestó por eso publicando una nota 

crítica al respecto, nota por la que fue denunciado por los organiza-

dores debido a que ella Cuartero se refería a los espiritistas como

“vulgares estafadores”: http://goo.gl/aBJOK

54. Que la separación público y privado implica la de ciencia y

creencias se muestra claramente en el caso la educación: una es-

cuela laica implica una escuela en que se transmiten conocimientos

científicos pero no creencias de ningún tipo, entre otras cosas, por-

que la ciencia es universal y las creencias particulares, y porque la

elección entre qué creencias transmitir y cuáles no, sería totalmente

arbitraria (y excluyente hacia el alumnado que no las creyera). Sobre

la escuela laica, véase: Delgado (2006) y VVAA (2011).

55. Sagan, Carl (2000), pág. 40.

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