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«Hace cuatro siglos comenzó la ciencia». El homenaje a la
figura del astrónomo se completaba con una interesantísima
exposición en el Planetario de la ciudad.
Por la tarde fue el turno de analizar las inquietudes que
la ciencia produce en la sociedad, con las intervenciones de
Vladimir de Semir, que presentó el informe «Challenging
the future of Science in society»; y de la mesa redonda «La
ciencia entre la moda y el pánico», en la que participó Fé-
lix Ares, en calidad de presidente de ARP- Sociedad para el
Avance del Pensamiento Crítico. El debate sirvió para lanzar
al estrado las primeras ideas sobre escepticismo y divulga-
ción científica que serían recurrentemente citadas a lo largo
de todo el congreso en los más variados escenarios, y no solo
por militantes escépticos, sino también por investigadores y
divulgadores cada vez más concienciados de la necesidad
de difundir el pensamiento crítico. El día concluyó con dos
espectáculos: la mexicana Julieta Fierro puso patas arriba
la sala con su particular forma de enseñar ciencia de forma
divertida, para terminar con la obra de teatro cósmico «El
Honor perdido de Henrietta Leavitt», de Carmen del Puerto.
La jornada matutina del segundo día estuvo dedicada a
la enseñanza de las ciencias con las mesas redondas «edu-
cación a/ con /ciencia» y «La ciencia a escena: experiencias
no regladas, espacios alternativos», que presentó varias ex-
periencias fuera de las rígidas aulas, como son los museos,
el teatro o los medios de comunicación. Entre los ponentes
se encontraban, entre otros, Francisco Anguita, Carlos Elías,
Julia Tagüeña o Xurxo Mariño. La otra parte del día estuvo
dedicada a las fundaciones dedicadas a la divulgación ex-
presa de la ciencia, como el SINC, el Instituto de la Gestión
de la Innovación y el Conocimiento, o Metroscopia. El pro-
grama acabó con la recepción por parte del Ayuntamiento a
los asistentes al congreso en el recién restaurado Palacio del
Condestable de la ciudad.
El último día comenzó con la visita a distintos recintos
tecnológicos de Navarra, como su parque tecnológico o el
Planetario de Pamplona. Precisamente de estos espacios ex-
positivos trataba la primera ponencia del día, «La ciencia
que cabe en un contenedor», que contó con la presencia de
ponentes de lugares tan diversos como la Universidad Autó-
noma de México (país invitado en esta edición del congre-
so), el Real Instituto y Observatorio de la Armada de San
Fernando, o el Centro de Investigação em Didática e Tec-
Se cumplen treinta años de la
primera emisión de la serie
Cosmos y diez del primer
Congreso sobre Comunicación
Social de la Ciencia.
Declaración de Pamplona
Hace once años comenzó, convocado por museos y centros interactivos de la ciencia, planetarios, institucio-
nes de investigación científica, universidades y administraciones públicas, un proceso de análisis y reivindicación
del papel de la ciencia en nuestra cultura, de la necesidad y la oportunidad de la comunicación científica. En
Granada, la declaración que partió de esa primera reunión expresaba que:
“La información científica es una fecundísima semilla para el desarrollo social, económico y político de los
pueblos. La complicidad entre los científicos y el resto de los ciudadanos es una excepcional celebración de la
democracia. Pero, además, esa nueva cultura contribuiría a frenar las supercherías disfrazadas de ciencia, au-
mentaría la capacidad crítica de los ciudadanos, derribaría miedos y supersticiones, haría a los seres humanos
más libres y más audaces”.
Respondiendo a esa necesidad de estar informados y poder así tomar decisiones sobre nuestro futuro basa-
dos en la racionalidad y la ciencia, en estos años se ha ido consolidando y ampliando la red de museos y centros
de divulgación, con un museo nacional pujante, con nuevas unidades y agencias de comunicación científica y
ampliando la oferta de formación e investigación universitarias; se están estableciendo más iniciativas que van
de lo local a lo nacional, como las Semanas de la Ciencia y las celebraciones de años internacionales; ahora
constatamos que la comunicación científica está escrita e inscrita en las obligaciones del Estado.
La nueva Ley de Ciencia que hoy se aprueba en el Consejo de Ministros plantea importantes oportunidades,
y marca a todos los actores del sistema de ciencia la necesidad de seguir apostando por la comunicación como
uno de los agentes de cambio y desarrollo social y cultural. Para conseguirlo, seguimos necesitando una mayor
implicación de los poderes públicos.
Defendemos una nueva cultura, integradora y transformadora en todos los órdenes: la interacción con el públi-
co, el papel de los medios y las nuevas tecnologías de la información, la necesidad de la innovación con criterios
científicos, la defensa de una educación realmente activa en la promoción de esa cultura científica y la apertura
de nuevos espacios y redes de cooperación, asuntos que han sido objeto de debate en esta quinta edición del
Congreso sobre Comunicación Social de la Ciencia.
Queremos además invitar a la ciudadanía para que utilice estos medios con los que la ciencia, la tecnología y
la innovación se hacen públicas y participativas. Los tiempos de crisis siempre han sido el momento de analizar
cómo avanzar hacia el futuro, con la creación de nuevos modelos de desarrollo. Desde el mundo de la comu-
nicación de la ciencia ofrecemos nuestro compromiso en este reto: una nueva cultura en la que todos somos
necesarios.
Fechado en Pamplona-Iruña, 4 Idus de Marzo de 2010