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¿Qué es lo que falla en el tratamiento que dan los me-
dios de comunicación a la ciencia?
El problema es que los medios de comunicación general-
mente tienen una pobre opinión de la capacidad de la gente
para entender información compleja. Y, con frecuencia, los
periodistas no aciertan a comprender las ideas que tienen de-
lante. También hay razones estructurales. A veces entender
ideas científicas requiere información previa. Hay que expli-
car A, B y C antes de poder explicar D. En vez de explicar
cómo sabemos si algo es peligroso o no, se nos presentan
afirmaciones. Esta es la razón por la que la ciencia se con-
vierte en algo siniestro para la gente. No tienen acceso a la
verdadera información.
¿Qué le parece el escándalo del cambio climático, el
“climagate”?
Se ha exagerado. Lo que sucedió es que algunos cientí-
ficos hicieron bobadas. El ejemplo más reciente es el de un
solo hombre, responsable de un gran organismo burocrático,
que no corrigió un pequeño error con suficiente rapidez.
El escándalo refleja una visión paródica de las expectati-
vas en torno a la ciencia.
De vez en cuando yo puedo decir algo, durante una fiesta,
por ejemplo, que no tiene nada que ver con la ciencia. Y la
gente reaccionará con “Esto no es muy científico”. Lo mis-
mo que no es muy científico que no te gusten los Bluetones.
Que un científico sea algo descuidado o no muy bueno
no pone en cuestión a la ciencia del cambio climático o a la
misma ciencia. Simplemente muestra que hay gente que no
se comporta demasiado bien.
Lo peor es la reacción de los periodistas que exageran las
noticias de una manera sorprendente. En las últimas semanas
se han publicado numerosas noticias que han llevado a los
Que un científico sea algo
descuidado o no muy bueno no pone
en cuestión a la ciencia del cambio
climático o a la misma ciencia.
Simplemente muestra que hay gente
que no se comporta demasiado bien.
Sobre ciencia y los
medios de comunicación
Entrevista a
Ben Goldacre*
Socialist Worker (Redacción)
Socialist Worker habló con el Dr. Ben Goldacre, autor de la columna –y del libro con el mismo
título— La Mala Ciencia en el periódico británico The Guardian, que pone de manifiesto el mal
tratamiento que recibe la ciencia en los medios de comunicación.
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científicos a hacerse oír y a decir: “Esto no es lo que dice mi
investigación”...
¿Cómo funciona todo esto con respecto a noticias im-
portantes como la de la gripe porcina?
Cuando la fiebre porcina empezó a aparecer recibí tone-
ladas de correos electrónicos de gente diciendo que la gripe
porcina no era real. Luego, la BBC y Al–Jazeera me contac-
taron diciendo: todo esto son tonterías, intoxicación perio-
dística ¿no es cierto?”
Lo trataban como si fuera una invención, como el escán-
dalo de la vacuna triple vírica. La gente ha oído demasiadas
veces a los medios de comunicación gritando “que viene el
lobo”, pero esta vez no se creían una noticia verdadera.
La gripe porcina ha sido un buen ejemplo de un riesgo no
cuantificable. Es un virus de la gripe y los virus de la gripe
a veces son mortales. A las defensas del cuerpo humano les
puede resultar muy difícil vencer a los nuevos virus de la gri-
pe. Es decir, se sabía que había un riesgo, pero era un riesgo
que no era cuantificable hasta que la gente pillara la gripe y
muriera a causa de la misma.
Pero luego los periodistas empezaron a argumentar que
puesto que no había habido una explosión de montones de
gente muriendo, el riesgo nunca había existido.
Es un pensamiento extraordinariamente débil –si no se
produce el peor resultado posible, el riesgo no existe–. Es
como decir que si cruzo la carretera con los ojos cerrados y
no me muero, no es peligroso cruzar la carretera con los ojos
cerrados.
No fueron solo los medios de comunicación. También el
gobierno. Hubo un gran secreto en torno al grupo guberna-
mental responsable de tratar la expansión de la infección y
de planificar el tratamiento. Todos los que estaban implica-
Los periodistas exageran las noticias
(...). En las últimas semanas se
han publicado numerosas noticias
que han llevado a los científicos a
hacerse oír y decir: “Esto no es lo
que dice mi investigación”.
Ben Goldacre en el HM Treasury de Londres (ministerio de economía y finanzas del Reino Unido) en protesta contra los
recortes a la ciencia y a la ingeniería formando parte de la campaña “La ciencia es vital” (http://scienceisvital.org.uk/).
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dos tuvieron que someterse a la Ley de Secretos Oficiales.
Fue como un montaje militar para cuestiones de terrorismo
cuando de lo que se trataba era de agrupar a los comités para
una cuestión sanitaria.
Se agrupó en una habitación a todos los expertos del país
para que tomaran decisiones, pero no podían justificarlas en
comunicación con el mundo exterior. Y barajaban diversas
opciones en torno a asuntos muy discutibles.
¿Por qué se buscan respuestas simples respecto a la
salud y a la ciencia?
Una de las razones es la obsesión infantil que los medios
de comunicación tienen con los medicamentos. Los medica-
mentos despiertan gran interés pero esto ilustra mucho mejor
nuestra fe en los medicamentos que su capacidad para actuar
a nuestro gusto.
Una de las peores tonterías consiste en sostener que los
medicamentos a base de aceite de pescado mejoran el rendi-
miento y la conducta escolar. El rendimiento escolar es una
cuestión política y social compleja. La respuesta no está en
los medicamentos. Con la gripe porcina hubo una avalancha
informativa sobre el Tamiflu. Había tres sencillos consejos
útiles: lavarse las manos, procurar cubrirse la boca al toser,
estornudar en un pañuelo y tirarlo.
Pero estos consejos tuvieron una cobertura mucho menor
en comparación con la cuestión acerca de cuánto Tamiflu
estaba disponible.
¿Se trata solamente de la manera de informar?
Los buenos relaciones públicas se desenvuelven mucho
mejor en el flujo de los medios de comunicación que la gente
que se ocupa de algo real. Los encargados de las relaciones
públicas no dudan en distorsionar sus métodos para facilitar
las cosas a los medios de comunicación.
Hay gente que está haciendo un trabajo muy serio respec-
to a las desigualdades en salud, pero no salen en los perió-
dicos. Sí salen en los periódicos quienes dicen administrar
medicina, pero en realidad venden píldoras azucarada o vi-
taminas.
Es cínico. Pero también hay mucha pereza por parte de
quienes les ofrecen una plataforma.
No me sorprende que algunos hombres de negocios sal-
gan con una píldora mágica, pero lo que es decepcionante es
que el Canal 4 [Nota de redacción: de la televisión del Reino
Unido] les ofrezca su propio show televisivo.
La medicina experimental no tiene en absoluto cabida en
la cultura popular, mientras que los charlatanes sí la tienen.
Esto siempre me ha molestado.
¿Sirve de algo el que Ud. saque a la luz estas cuestiones?
Sería grandioso pensar que algo de lo que he hecho pueda
haber servido de algo. No es mi intención. No soy un cru-
Ben Goldacre en un artículo de la revista inglesa World Magazine (www.wordmagazine.co.uk)
Es una manera de pensar (...), si el
riesgo no tenía el peor resultado
posible, no existía. Es como decir
que si cruzo la carretera con los
ojos cerrados y no me muero, no es
peligroso cruzar la carretera con los
ojos cerrados.
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zado del consumo. Para mí es más importante informar a la
gente que ganar batallas.
No creo que las cosas vayan a mejor. En todo caso van
a peor. Un ejemplo de ello es la homeopatía. La pasada se-
mana un comité parlamentario publicó un informe que era
muy crítico respecto al uso de la homeopatía en la Seguridad
Social. Sin embargo, la misma noche salía en el informativo
de la BBC una mujer que decía que la homeopatía la había
curado de un cáncer. Entonces piensas que no, que las cosas
no están mejorando.
Entonces ¿qué podemos hacer?
Muchas veces me quejo de los anestesistas que se ponen
a hablar del cambio climático, o sea que me pone nervioso
hablar de algo que está fuera de mi campo de conocimiento.
Pero si quieres que la gente coma bien no sirve de nada
mostrarles una lápida de chocolate. Lo que hay que hacer es
facilitarles comida buena y barata.
Simplificando, se podría quitar de las escuelas las máqui-
nas expendedoras de chocolate y facilitar la compra de ba-
rras de zanahorias, o manzanas y naranjas.
Si se quiere que la gente haga ejercicio hay que mejorar
su medioambiente. Hay que posibilitar el uso del transporte
público, o utilizar la bicicleta para ir al trabajo.
Y si la gente utiliza la bicicleta habría que procurar que
hubiera instalaciones de ducha en el lugar de trabajo, así
como algún lugar donde guardar la ropa.
En un análisis más complejo, si se afirma que es preciso
comer más frutas y verduras es necesario tener en cuenta su
tipo de vida y su forma de cocinar. Hay que considerar el
equilibrio entre trabajo y tiempo libre, y examinar de forma
realista los tipos de trabajo existentes, así como quién los
ejecuta y dónde se realizan.
Esto implica deslizarse rápidamente hacia el terreno po-
lítico.
La desigualdad social es el primer determinante de la des-
igualdad en la salud. Es una cuestión concreta y real que el
Partido Laborista ha descuidado.
¿Qué quiere decir cuando habla de “desigualdad sa-
nitaria”?
En Kentish Town, un área predominantemente obrera, la
esperanza de vida es de 70 años.
A poco más de tres kilómetros se encuentra Hampstead.
Allí, la esperanza de vida es de 80 años. Sin embargo, se
puede ir andando de un sitio a otro en media hora. Una des-
igualdad impresionante.
Para ocuparse de este asunto hay que ir más allá del re-
miendo, y decir a la población que debe comer más fruta
fresca.
El tratamiento de los temas de salud por parte de los me-
dios de comunicación es muy de derechas e individualista.
Se trata al enfermo como si mereciera serlo: eres lo que co-
mes. Es el eco de ideas viejas y perniciosas acerca del pobre
que merece serlo.
Un amigo me dijo: “Cuando miras a tu alrededor y ves a
las madres atiborrando de golosinas a sus hijos de camino a
la escuela, piensas que la razón por la que no triunfan en la
vida debe estar en la dieta”. Pero que la gente coma golosi-
nas es lo de menos. En realidad, la experiencia demuestra
que si se interviene para cambiar la dieta de la gente, los
efectos a largo plazo sobre su salud y su esperanza de vida
son marginales.
Al leer los periódicos llegas a pensar que el factor más
importante para la salud son tus decisiones personales con
respecto a la dieta. Es un ejemplo extraordinario del coste de
la charlatanería.
Estas fantasías fabricadas, comerciales y fastidiosas, son
estúpidas por derecho propio. Pero el verdadero daño que
hacen es distraernos de las verdaderas causas políticas y so-
ciales de la desigualdad en la salud.
Nota:
* Publicado el 21 de marzo de 2010 en Sin Permiso electrónico
(http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3185). Traducción
para www.sinpermiso.info: Anna Maria Garriga Tarré. Publicado
originalmente en inglés en Socialist Worker, el 6 de marzo de 2010
(http://www.socialistworker.co.uk/art.php?id=20400). Ben Goldacre
es el autor de la columna The Bad Science en el Saturday’s
Guardian y de la muy interesante página web Bad Science (http://
www.badscience.net).
La medicina experimental no
tiene en absoluto cabida en la
cultura popular, mientras que los
charlatanes sí la tienen. Esto
siempre me ha molestado.
Portada de una de las ediciones de “Bad Science”.