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dores musulmanes porque, pese a su proclamada condición
islámica, Temür no tuvo inconveniente en hacer la guerra
contra sus propios hermanos en la fe de Mahoma), pasando
por la de posible aliado y amigo común frente a la presión
otomana (esperanza albergada por los decadentes bizantinos
y por unos reinos europeos cristianos que consideraban, qui-
zá cándidamente, que el enemigo de su enemigo tenía que
ser necesariamente un amigo). Para empezar, ni siquiera el
nombre por el que es tan popular por aquí es de aceptación
generalizada. Todo lo contrario, Tamerlán no deja de ser una
adaptación del nombre Timur Lenk, o lo que es lo mismo,
Temür el lisiado y consecuentemente, desagradable para sus
hagiógrafos actuales.
El libro presenta a Temür a la luz de las fuentes históricas
disponibles (entre las que destaca poderosamente la crónica
del emisario castellano Ruy González de Clavijo, Embajada
a Tamorlán) empezando por sus orígenes y primeras andan-
zas (que el propio interesado se encargó de “embellecer” a
posteriori) y siguiendo por su ascenso hasta alcanzar, poco
antes de su muerte, los principios de su planeada invasión
a China, dejando un pequeño epílogo para el destino de su
breve dinastía, los timúridas. Es una obra amena y entreteni-
da, que permite conocer un poco mejor, de paso, la situación
de Asia central desde la caída de la Unión Soviética hasta
nuestros días.
Luis Javier Capote Pérez
¡¿Por qué a mí?! Los errores más
comunes que cometemos al pensar.
Alejandro Borgo
Editorial Planeta, 2011. Buenos Aires, Argentina.
159 páginas.
El filósofo Mario Bunge define al autor de este libro sobre
pensamiento crítico como “un veterano de la guerrilla anti-
macana”. Lo hace en el prólogo, donde también opina que
se trata de un periodista que “comunica ideas al gran público
sin intimidarlo”. Y creo que lo logra. Borgo –que además de
escritor es músico– ya había sido co-autor de un libro con el
experto en fraudes paranormales Enrique Márquez, Puede
Fallar, dedicado a las predicciones fallidas de videntes y as-
trólogos en la Argentina.
En su nuevo libro, Borgo amplía la temática del anterior:
el vasto mundo de las falacias, las creencias y sus primos:
opinión, prejuicio, juicios de valor, convicciones y fe, entre
otros. La parte I, ¿Cómo pensamos?, comienza con el capí-
tulo La verdad no es la realidad. Según el autor, los sistemas
de creencias, ideologías o cosmovisiones tienen una impor-
tancia crucial a la hora de tomar decisiones que pueden cam-
biar nuestras vidas en un instante. Define a estos conceptos y
reafirma con Bunge que las creencias son “estados psicoló-
gicos independientes de la verdad”. Obviamente, aclara que
pueden ser infundadas o fundadas; en el caso de las prime-
ras, no tienen sustento en el “mundo objetivo”, mientras que
las segundas sí lo tienen.
Sobre el papel de las creencias en nuestra vida cotidiana,
Borgo escribe:
“El ser humano tolera el infernal ruido del tránsito, los
sermones de una madre sobreprotectora y los comentarios
perpetrados por los conductores de cualquier noticiero, pero
no soporta la incertidumbre”.
Marca otra distinción cuando compara creencia con co-
nocimiento. Sin temor a la controversia, Borgo lanza una
desafiante lista de cuestiones donde el raciocinio pierde el
pie: aborto, eutanasia, casamiento gay, pena de muerte, des-
penalización del consumo de drogas y otros en los que se
suele debatir incansablemente, “sin llegar nunca a ninguna
conclusión”. Borgo afirma que la causa es que nunca se de-
finen los términos clave, aunque la controversia es el desti-
no de casi cualquier tema atravesado por las creencias y las
ideologías.
Tras el capitulo introductorio, Borgo explora la idea si
“creemos lo que vemos o vemos lo que creemos”. Y se pre-
gunta sobre la necesidad de confirmar nuestras creencias,
por qué es tan difícil cambiarlas, la autojustificación, el con-
fundir “racionalizar” con “razonar”, la disonancia cognitiva,
las distorsiones cognitivas y el poder de las emociones, que
nos llevan al título del libro: “¿por qué todo (lo malo) me
pasa a mí?”, y aquellas frases que rumiamos al experimentar
esa sensación que nos causa desasosiego y hasta depresión.
El autor enumera las distorsiones cognitivas más comunes:
la sobregeneralización, el pensamiento blanco-negro, los fil-
tros mentales, la costumbre de poner etiquetas y la predilec-
ción por las anécdotas antes que los hechos, entre otras.
En el tercer capítulo, Borgo ataca un tema interesante:
¿por qué todo tiene que tener una causa? Y arremete contra
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el clisé “No hay casualidad sino causalidad”. Hace entonces
un análisis de hechos azarosos, aquellos accidentes donde
la causalidad y el “propósito” no cumplen papel alguno, y
aborda la frecuente confusión entre causa-efecto y correla-
ción, un error de razonamiento bastante común.
En la segunda parte del libro, Enemigos íntimos, propone
una polémica: No hay alternativas: estás conmigo o estás
contra mí/. Una declaración de George W. Bush tras el aten-
tado del 11-S. Pero que también se le atribuyó a Jesucristo.
¿Por qué uno es un villano y el otro un santo? La respuesta,
para Borgo, está del lado del espectador: “cuando lo dice X
no me gusta, cuando lo dice Y, me encanta”.
En el quinto capítulo Borgo examina la magia en acción:
salió diez veces cara, seguro que ahora sale cruz” y de-
dica varias páginas a diversas falacias a las cuales estamos
acostumbrados; tanto, que no las detectamos: la falacia del
jugador, de la composición, de la división y el trillado “¡mira
quién habla!”.
Quizá el capítulo más controvertido es el que trata so-
bre política, economía y medios masivos de comunicación,
todos campos muy aprovechados por los fabricantes de fa-
lacias. Si bien describe muchas circunstancias de la historia
argentina, es perfectamente potable en otros contextos: la
mayoría de los ejemplos son comprensibles aunque el lector
“no juegue de local”. Tal vez el eje central se puede entrever
cuando Borgo aclara su posición acerca de aquellas cosas
que no pueden regularse por decreto, en otras palabras: el
alcoholismo no disminuirá si establecemos una nueva Ley
Seca.
En el último capítulo, el autor insiste en el rol de la edu-
cación, que a su juicio sigue siendo conservadora y autori-
taria (al menos en la Argentina), y termina con una pregunta
que desde luego no contestaré: ¿es posible la felicidad apli-
cando el pensamiento crítico?
Muchos no estarán de acuerdo con lo que dice Borgo,
como puede suceder en algunos aspectos más bien
filosóficos de su libro, pero si aceptamos que su objetivo
no es imponer su propio discurso como verdad única sino
hacer pensar y promover el libre pensamiento, que no es
precisamente el “todo vale”, leerlo nos ayudará a reflexionar
sobre nuestras propias creencias, incluidas las de quienes
nos autodenominamos, a menudo con un orgullo equívoco,
“escépticos”.
Alejandro Agostinelli
La cara oculta del misterio - Un
viaje desde los aeropuertos
prehistóricos hasta el fin del mundo
Luis Alfonso Gámez
Ilustraciones de Iker Ayestarán. 200 páginas
Editorial Comares (2010)
El principal baluarte del escepticismo español (aunque
existen otros muchos igual de expertos, Gámez es el único
que mantiene una presencia desmitificadora constante en la
prensa diaria, - y también en Internet, con su blog Magonia-)
ha seguido la recomendación de sus fieles seguidores y ha
recogido en un libro los reportajes diarios que en el verano
de 2008 publicó en los periódicos del grupo editorial Co-
rreo, conservando además las oportunas ilustraciones de Iker
Ayestarán, muy conseguidas.
Hay que agradecer su alarde de concisión (en nada exen-
ta de precisión) para rebatir con ironía, inteligencia y datos
muchas de las tonterías que circulan por el mundillo esoté-
rico. Por desgracia, ello no impedirá que sigan circulando y
reciclándose para los lectores más incautos, pero al menos
disponemos ya de una referencia rápida en español sobre esa
cara oculta de tantos misterios inexplicados: el hecho de que
sus divulgadores no están en lo más mínimo interesados en
explicarlos.
En general, los textos son medidos y saben llegar a la cla-
ve del misterio en pocos párrafos e incluso para el lector
especializado -y nadie puede serlo en todos los pretendidos
misterios que nos rodean-, aportan datos curiosos o nove-
dosos.
De todas formas, hasta el mejor amanuense tiene un bo-
rrón, y en esta ocasión estaría en el reportaje dedicado al
Misterio de Tunguska. El propio autor reconoce que sigue
siendo un enigma. Ninguna de las dos hipótesis tradicionales
esgrimidas hasta el momento (asteroide o cometa) parecen
explicar satisfactoriamente todos los rasgos del aconteci-
miento. Quizá por ello, dedica buena parte del reportaje a
poner en solfa la idea del ingeniero ruso Alexander Kazans-
tev, quien, en un relato de ciencia ficción, propuso la idea de
una nave alienígena accidentada. Lo más probable es que
no tenga razón, pero nadie puede negar que tal propuesta