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el escéptico
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Especial
Colección «¡Vaya Timo!»
Cápítulo 4 del libro La Conspiración Lunar ¡vaya timo!
10 PRUEBAS
If you believed they put a man on the moon, man on the moon.
If you believed there’s nothing up his sleeve, then nothing is cool.
REM, «Man on the Moon», 1992
(*)
Eugenio Fernández Aguilar
E
s el momento de mirar atrás, hacia lo que has
aprendido o recordado. ¿Pensabas que el ser
humano había ido a la Luna? ¿Lo piensas
ahora? ¿Crees que todo es fruto de una trama colosal
perpetrada por miles de personas para engañar al
resto del mundo? Si pensabas que era imposible que
el ser humano hubiese pisado la Luna y este libro ha
cambiado tu opinión, te felicito. Si sigues pensando
que nunca llegamos, por favor ve al capítulo «Para
leer más» y ponte a ello, empezando por hacer una
visita a la web ALSJ.
¿Cuántas veces te han preguntado: «¿Crees que el
hombre llegó a la Luna?» Podemos creer o no creer
en Dios, podemos creer o no en la humildad de una
persona o en la sinceridad de una sonrisa. Incluso
podemos confi ar y creer en la amistad de un amigo.
Soy un amante del DRAE, así que aquí va de nuevo
una defi nición:
creer (del lat. credere)
1. tr. Tener por cierto algo que el
entendimiento no alcanza o que no está
comprobado o demostrado.
2. tr. Dar fi rme asenso a las verdades
reveladas por Dios.
3. tr. Pensar, juzgar, sospechar algo o estar
persuadido de ello.
4. tr. Tener algo por verosímil o probable.
U. t. c. prnl.
5. tr. Dar asenso, apoyo o confi anza a
alguien. ¿Nunca me habéis de creer? U. t.
c. intr. Creemos en él.
Fotografía del autor. (Laetoli)
6. tr. Creer en Dios.
7. prnl. Dar crédito a alguien. Creerse de su
gran amigo
.
Queda bastante claro: uno cree en algo cuando no
está demostrado aquello en lo que tiene que creer.
O uno puede creer en alguien, en una persona, si no
tienes pruebas para saber si es verdad lo que dice. Lo
que no es correcto es usar el verbo creer para hablar
de evidencias. Uno no puede creer o no en que las
cosas caen: las cosas caen y punto. La gravedad no es
cuestión de opiniones: quien opine que la gravedad
no existe, que se tire desde un décimo piso, a ver
* Si te creíste que el hombre llegó a la Luna, a la Luna, / y
si creíste que no escondía ningún truco en la manga, es
que nada merece la pena.
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qué dice. Los científi cos no creen en sus teorías
(como suele afi rmarse): ven evidencias y ofrecen
explicaciones razonables. En este sentido hay un
problema tratado habitualmente por los fi lósofos de
la ciencia denominado demarcación, del que Karl
Popper fue todo un maestro. Los fi lósofos de la
ciencia han discutido durante todo el siglo XX sobre
la demarcación entre ciencias y pseudociencias, así
que no voy a pretender solucionar aquí el problema.
La idea general es buscar los métodos que tiene
la ciencia y no tiene la pseudociencia. El dilema
surge de los elementos comunes entre ciencia y
pseudociencia o cuando no está claro el método
utilizado. En todo caso, la ciencia no demuestra que
exista un hecho: el hecho está ahí y es objetivo.
Especial colección «¡Vaya Timo!»
Presentamos en este número de El Escéptico algunos extractos de varias obras de la colección escéptica
¡Vaya Timo! de la Editorial Laetoli. Damos las gracias a la editorial y a los autores por haber cedido estas
páginas, algunas inéditas, para nuestro disfrute.
Volviendo al principio: los viajes a la Luna no son
materia de creencia. No estamos hablando de las
verdades reveladas por Moisés o por Buda, puesto
que los alunizajes vienen acompañados por multitud
de datos. 50 hipótesis han pasado la prueba del fuego
y pueden considerarse como 50 pruebas. La propia
refutación de los pseudoargumentos mostrados por
los conspiranoicos es más que sufi ciente para no
seguir poniendo en duda una evidencia tan grande.
Precisamente este capítulo no es más que una síntesis
del anterior más alguna aportación nueva. Y no es
necesario presentar 50 pruebas: me conformaré
simplemente con 10.
Portada original del libro. (Archivo)
La conspiración lunar
¡vaya timo!
Colección dirigida por Javier Armentia y editada en colaboración con la
Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico
EUGENIO FERNÁNDEZ AGUILAR
LAETOLI
Los viajes a la Luna no son materia de
creencia. No estamos hablando de las
verdades reveladas por Moisés o por
Buda, puesto que los alunizajes vienen
acompañados por multitud de datos".
Otro concepto importante en fi losofía de la ciencia
es el de anomalía. Cuando un científi co observa
una anomalía, lo primero que intenta es estudiar la
forma de ajustarla a su teoría inicial. Si esto no es
posible, y se han detectado muchas anomalías, puede
dar lugar a una revolución científi ca que origina un
nuevo conjunto de teorías que incluyan o desplacen
a las anteriores. Esta visión, muy resumida, es
el cambio de paradigma mediante revoluciones
científi cas, una teoría de Thomas Kuhn. Dentro de
este enfoque, para que una anomalía sea considerada
como tal debe ser sometida a muchas pruebas; si
no las supera, merecerá realmente el apelativo de
anomalía. Todo ello se hace con fuentes, referencias,
experimentos y mucho trabajo, riguroso y duro. Sin
embargo, los teóricos de la conspiración son los que
denuncian el engaño con anomalías de algún tipo, y
son ellos quienes tienen que explicar por qué algo
es anómalo y demostrar así su teoría. El problema
radica en que sus anomalías no superan las pruebas:
dejan, por tanto, de ser anomalías.
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Decálogo
1. Todas y cada una de las supuestas anomalías
señaladas en las imágenes por los conspiranoicos
han sido refutadas por científi cos e ingenieros.
No son anomalías. La prueba: hay multitud
de páginas web y libros que explican estas
anomalías científi camente, como este mismo
libro acaba de hacer.
2. Se han traído 382 kg de material lunar en las
distintas misiones Apolo y un total de 2.200
rocas imposibles de reproducir en la Tierra.
La prueba: si las rocas hubiesen entrado como
meteoros, habrían sufrido los efectos del
rozamiento con la atmósfera, lo cual puede ser
descubierto por los especialistas. Además, las
rocas traídas muestran el efecto irrefutable de
impactos con micrometeoritos
(la presencia de microcráteres, por ejemplo),
puesto que en la Luna no hay campo magnético
ni atmósfera que proteja la superfi cie. Geólogos
de todo el mundo lo han confi rmado, ni un solo
científi co serio ha negado esto, y los resultados
del estudio de todas las rocas son de ámbito
público. Las sondas no tripuladas no pueden traer
tal ingente cantidad de material; las soviéticas
Luna 16, 20 y 24 trajeron sólo 300 g.
3. Los astronautas de las misiones Apolo 11, 14 y 15
han colocado en la Luna los denominados Laser
Ranging Retro-Refl ector
(LR-3) para medir
la distancia entre la Tierra y la Luna mediante
láseres. La prueba: esta medición se hace muy
habitualmente y nos ha permitido saber más
acerca de la posición relativa entre la Tierra y
la Luna. Algunos lugares desde donde se toman
medidas son el McDonald Observatory (Texas)
y el observatorio Côte d’Azur (Francia).
4. Un engaño de este calibre habría supuesto
involucrar no sólo a los astronautas sino a miles
de personas que trabajaban para la NASA. Es
imposible que nadie se hubiese ido de la lengua.
La prueba: ni un solo trabajador cualifi cado
con dos dedos de frente ha tenido jamás algún
síntoma conspiranoico.
5. Las emisiones de radio de las misiones
Apolo eran abiertas. La prueba: multitud de
radioafi cionados de todo el mundo pudieron
orientar sus radiotelescopios hacia la región
exacta donde se encontraba la nave y escuchar
las conversaciones de los astronautas.
6. Los vídeos y fotografías muestran continuamente
una ausencia de atmósfera en el entorno y la
existencia de vacío. La prueba: en aquella época,
la única forma de falsifi car estas imágenes era en
un inmenso estudio en el que se hiciera el vacío,
lo cual es imposible incluso en la actualidad. El
lugar más cercano a Houston sin atmósfera y
con vacío era la Luna.
7. Las misiones Apolo han dejado sobre la Luna
multitud de instrumentos de medida. Son los
denominados ALSEP (Scientifi c Station on the
Moon
), unas estaciones científi cas automáticas
destinadas a la recogida de datos sin la
intervención continua de los astronautas. La
prueba: algunos restos de los lanzamientos eran
arrojados contra la Luna para realizar mediciones
sísmicas, y en la Tierra se han recogido las
señales telemétricas de estos experimentos.
8. Más de 20.000 fotografías, datos de telemetría
y resultados médicos llenan cientos de artículos
y documentos. La prueba: la mayoría de los
artículos e investigaciones científi cas no han sido
realizados por la NASA sino por universidades
sin ninguna vinculación con ella.
9. El Apolo 12 alunizó a unos 180 metros de la
sonda Surveyor 3, que se posó sobre suelo lunar
20 meses antes. La prueba: los astronautas
trajeron diversas muestras de la Surveyor 3 y
se han analizado presentando, por ejemplo, el
efecto microscópico de los micrometeoritos. La
pala del Surveyor 3 se encuentra expuesta en el
Kansas Cosmosphere Museum.
10. Y por último, en mi opinión, la mayor de las
pruebas que se puedan presentar. Los rusos eran
los principales interesados en que aquellos viajes
no tuvieran lugar. La prueba: los rusos eran los
únicos con medios tecnológicos sufi cientes para
poder detectar un engaño así; sin embargo, ningún
científi co ruso se ha pronunciado nunca en este
sentido. Admitieron su derrota y reconocieron
que los astronautas de EE UU habían llegado a
la Luna.
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A pesar de todo, las teorías conspiranoicas seguirán
pululando: es algo que acompaña al ser humano allá
donde vaya. Aún hay gente que piensa que Elvis está
vivo o que los ataques del 11-S fueron una maléfi ca
trama del gobierno norteamericano. En este sentido
puedes encontrar opiniones de todos los tipos. Por
ejemplo, los miembros de la International Flat Earth
Research Society (Sociedad Internacional de la
Tierra Plana: da grima pronunciarlo) alegaron que
el hombre no había ido a la Luna porque en las fotos
la Tierra salía redonda, lo cual no coincide con sus
teorías. Te copio algunas de las palabras de Charles
K. Johnson, presidente de esa sociedad:
«Los hechos son simples, la Tierra es plana.
No puedes orbitar alrededor de una Tierra
plana. El Transbordador Espacial es una
broma, una broma muy ridícula.
Haciendo una conjetura, diría que la cúpula
del cielo está a unas 4.000 millas y que las
estrellas están tan lejos como San Francisco
lo está de Boston [4.000 millas equivalen
aproximadamente a 6.437 km, una distancia
muy cercana al radio de la Tierra; la distancia
entre estas dos ciudades es de poco más de
4.000 km].
La gente razonable e inteligente siempre ha
reconocido que la Tierra es plana.
Y no sigo porque estas frases quitan el aliento.
¿Cómo puedes tomar en serio a alguien que te
quiere convencer de la conspiración lunar si ni
siquiera es capaz de reconocer que la Tierra no es
plana? Por muchas pruebas que aportemos, nunca
haremos que gente de este estilo entre en razón.
Lo que nunca entenderé es por qué hay personas
aparentemente cuerdas empeñadas en pensar que
todo a nuestro alrededor son conspiraciones, un
complot inteligentemente diseñado para engañarnos
a todos. El síndrome del complot no sólo hace
daño a quienes lo padecen: también es perjudicial
para quienes son torturados por las historias que
otros se inventan cada día. Si veo un reportaje en
televisión, prefi ero aprender algo sobre el mundo
y el ser humano antes de llenar mi mente con
leyendas urbanas y mitos sin sentido. Me parecen
muy interesantes esas historias para leerlas en los
libros de ciencia fi cción o en películas un domingo
por la tarde. En realidad, me encanta leer y saber
sobre todo tipo de leyendas, para qué nos vamos a
engañar.
Pero me acerco a ellas con una mirada crítica y
analítica. Soy consciente de que la realidad es otra:
no somos tan importantes como para que estén
conspirando contra nosotros todo el tiempo. No eres
el protagonista de un hipotético Show de Truman, lo
siento.
La Tierra aparece en el horizonte lunar. Foto tomada en la misión Apollo 11. (NASA)