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Para acabar con las preguntas del millón... Pero, después
de todo, ¿existe el efecto placebo, o no? ¿Es capaz el
individuo humano de intervenir en su propia curación
sobre la base de su ‘esfuerzo’ personal? ¿Influye en algo
‘las ganas de vivir’ que un enfermo tenga en el curso de su
enfermedad? ¿Puede la ‘sugestión’, o el convencimiento
de que se está siendo tratado con el mejor tratamiento
posible, tener un efecto beneficioso sobre enfermedades
de todo tipo, ya sean infecciosas, degenerativas o
vasculares?
El objetivo de este ensayo es proporcionar ciertas
herramientas destinadas a que el lector pueda por sí
mismo adoptar una postura en relación a este tema, que
es muy debatido en foros científicos del más alto nivel, y
no pretende forjar una opinión determinada.
Pero aclara en sus páginas: “Una supuesta capacidad
autocurativa del cuerpo humano, proporcionada a través
de mecanismos psicológicos desconocidos, debemos
reconocer que nos produce más rechazo previo que
aceptación. Pensamos firmemente, por otra parte, que la
carga de la prueba, la obligación de demostrar, no reside
en quienes afirman que no existe, sino en los que sí creen
en su efecto beneficioso. Afirmaciones extraordinarias
requieren demostraciones extraordinarias”.
Pero hay datos que avalan su posición... “La Colaboración
Cochrane estudió en una de sus revisiones sistemáticas
el efecto placebo ni más ni menos que en 156 ensayos
clínicos que incluyeron 46 afecciones clínicas diferentes.
En dichos estudios se comparó el empleo de un placebo
con la no utilización de ningún tratamiento, comparación
fundamental para poder descubrir si los placebos tienen
algún efecto sobre la curación de enfermedades o no
lo tienen [... Así,] demostraron que “No hubo pruebas
de que las intervenciones placebo, en general, tengan
efectos clínicamente importantes. Debido al sesgo
no se pudo distinguir con claridad un posible efecto
pequeño para los resultados continuos informados por
los pacientes, especialmente el dolor”. Estos resultados
deberían hacernos abandonar la idea de la existencia de
ese extraño mecanismo mental de autocuración.
Y en cuanto al dolor, se pregunta ¿es eficaz el placebo
en el tratamiento del dolor? Por ello, comenta que “En
absoluto podemos estar seguros ni siquiera de ello;
debemos tener en cuenta que el dolor es una percepción
absolutamente subjetiva. La única manera de valorarlo,
por lo menos de manera frecuente, es sencillamente
preguntándole al paciente su propia percepción del dolor
que sufre.
También se tratan diversos temas que centran al placebo con
algunas de las medicinas alternativas o complementarias
(homeopatía, acupuntura, reflexoterapia...), y se afirma
que sí que han habido estudios oficiales de esas técnicas,
pero que han dado el resultado de que no hay pruebas de
sus beneficios. Al final de la obra, incluso, se habla del
efecto placebo en animales.
Todo ello en un lenguaje llano, ameno y lleno de
ejemplos que ayudan a entender todo lo relacionado con
el placebo. Este libro es una maravillosa herramienta para
cualquier escéptico que debe estar en lugar preferente en
su biblioteca particular.
Juan Soler Enfedaque
* Una copia del libro se puede descargar de forma gra-
tuita desde http://borgonoz.googlepages.com/place-
bo.
¡OJALÁ LO SUPIERA! LAS CARTAS
DE RICHARD P. FEYNMAN
Richard P. Feynamn
Editorial Crítica 2006. 467 páginas
Admito que me es difícil hacer una valoración objetiva
de este libro, por contarse el autor entre mis “superhéroes
favoritos”. Pero dudo que defraude las expectativas que
suele generar siempre una obra de Feynman, premio
Nobel de Física en 1965 y con un extenso currículum
tanto en investigación científica como en muchos otros
aspectos, como su afición a abrir cajas de seguridad en
Los Álamos mientras desarrollaban la bomba atómica,
tocar los bongos, aficionarse a pintar pasados los
cuarenta años, desarrollar investigaciones de física en
espectáculos de striptease, selección y crítica de libros de
texto e investigación del accidente del Challenger, con su
celebre explicación del problema ante las cámaras.
Tal y como indica el título, se recoge la correspondencia
de Feynman, así como algunas entrevistas en el apén-
dice. La hija adoptiva de Feynman recogió las cartas e
hizo una selección de las más relevantes, que se han pu-
blicado.
Lo primero que puede sorprender al lector es el volumen
de correspondencia generada, sobre todo si lo habitual es
pensar que a los buzones llega poco más que propaganda
y facturas. En el libro se muestra un elevado número de
cartas, lo que indica una gran cantidad, tanto de entrada
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como de salida. Comienzan en Princeton en 1939, cuando
realizaba el doctorado, y finalizan con la correspondencia
de 1987, poco antes de su muerte.
En esta colección se aprecia su interés sobre el conoci-
miento y la ciencia en general, y sobre todo en la Físi-
ca en particular. Pero también reluce un carácter burlón,
afable y cordial, preocupado por la sociedad, crítico con
normas impuestas y convencionalismos, irreverente, es-
céptico y con gran capacidad crítica. En resumen: pasión
por la vida.
Se aprecia su evolución vital, desde sus enternecedoras
primeras cartas a su madre y a su prometida (y pronto
esposa) enferma, hablando sobre sus inquietudes y
esperanzas, el duro trabajo y las travesuras en Los
Álamos, las siguientes cartas a medida que progresaba
con la física, su gran amor y sus distintas experiencias
vitales. Aparte de correspondencia con familiares y
gente cercana, conforme va pasando el tiempo hay
más correspondencia con colegas sobre investigación
y enseñanza. Pero también se incrementas cartas de
alumnos y gente interesada por la física y, a medida que
iba cobrando celebridad, se aprecia que hay más cartas
de gente sin relación directa con él, preguntándole su
opinión y transmitiéndole sus inquietudes. Eso hace
pensar que le veían cómo alguien cercano, no como
un gran talento inaccesible y aislado en una torre de
marfil. Y el hecho de que Feynman respondiese a esas
misivas demuestra que la percepción que tenían de él era
correcta. Por ejemplo, hay una carta de un desconocido,
A. Van Der Hyde, en 1997, en la que le habla sobre un
hijo con interés por las ciencias pero con problemas de
seguridad en si mismo y con las calificaciones, lo que le
hace temer por su progreso en los estudios y le pregunta
a Feynman (a quien su hijo admira) por su opinión.
Feynman le responde en una amplia y cálida carta. En el
momento en que se llevó el libro a la imprenta, el señor
Van der Hyde informó de que su hijo había encontrado a
una mujer maravillosa en la universidad, estaba casado
y con dos hijos y cursaba el último curso de doctorado
en oceanografía física. Al considerar los efectos a largo
plazo de la carta de Feynman, el señor Van der Hyde
dice que es imposible saber la importancia que tuvo y
continuaba: “Pero sé que fue importante para mí, como
padre, y sé que mi hijo nunca ha olvidado como uno de
los ‘grandes’ dedicó algunos minutos sólo para él”. No
sé si hay muchas anécdotas similares de futbolistas o
algunos de los otros modelos de referencia que suelen
aparecer en los medios.
Jesús Mª Navarro López de Alda
EL CLIMA.
EL CALENTAMIENTO GLOBAL Y EL
FUTURO DEL PLANETA
Manuel Toharia
Debate, 2006
En este libro, nuestro consocio, Manuel Toharia, nos
explica la diferencia entre tiempo y clima, indicando la
dificultad en la predicción y evaluación de datos del cli-
ma, para lo que se precisan series de al menos cincuenta
años. Comienza hablando de las variaciones climáticas
a lo largo de la historia del planeta, y confieso que esa
primera parte es la que menos me gustó, me enredé un
poco entre las distintas etapas, aunque reconozco que la
información era clara, pero requería estar algo más con-
centrado que para otras partes del libro.
Ante tanta afirmación gratuita sobre cambios climáticos
debidos a incremento del dióxido de carbono (CO
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),
Toharia explica las variaciones naturales en el clima
(no por efecto antrópico –de la mano del hombre-, pues
se dieron desde mucho antes de nuestra aparición en el
(Archivo)