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el escéptico
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U
n juez de Malí ha condenado a cinco líderes de
una secta musulmana por haber realizado una
campaña para impedir la vacunación de niños de
la población de Tandio contra la polio. Hay que señalar
que no fue sólo una campaña informativa, sino que se
produjeron amenazas de muerte a trabajadores sanita-
rios. Los dirigentes de la secta afirmaban que sólo Dios
puede dar o quitar una enfermedad. En África ha habido
casos parecidos, con los planteamientos más diversos.
En el norte de Nigeria se produjo un boicot a la vacuna-
ción oral contra la polio por los rumores de que era una
campaña occidental para esparcir el virus del sida entre
la población.
Quizás no es del todo atribuible a estas campañas, pero
el hecho es que la polio se ha vuelto a extender por varios
países africanos y asiáticos. Esto demuestra que los fun-
damentalismos religiosos, los rumores infundados y las
supersticiones más diversas son elementos muy peligro-
sos cuando se trata de prevenir o curar enfermedades. Es
igual si se intenta difundir la idea que el preservativo no
evita el contagio del virus del sida o que es inmoral utili-
zarlo, como si se quieren vender ideas pseudocientíficas
de otros tipos y por otras razones.
No hace mucho, en la Conferencia Nacional del Sida en
Sudáfrica, la ministra de Sanidad, Tshabalala-Msimang,
afirmó que una dieta con ajo, patata africana y aceite de
oliva es útil contra este síndrome. La misma ministra
negaba hasta hace poco los efectos positivos de los fár-
macos antiretrovirales, pero ahora se limita a recordar
continuamente sus efectos secundarios.
En este caso, junto con otras posibles razones, está el
deseo del gobierno sudafricano de ahorrar los muchos
millones que costaría repartir gratuitamente estas medi-
cinas. La ONG Treatment Action Campaign consiguió
que los tribunales obligaran a dicho gobierno a distri-
buirlas. Sin más remedio, el ejecutivo empezó el
reparto, pero de manera muy lenta y con las incursio-
nes anticientíficas de la ministra, apoyada por algu-
nos médicos -como el alemán Matthias Rath, juzgado
por promover falsos tratamientos-.
En Sudáfrica hay unos nueve millones de seropositivos,
es decir, de personas que tienen el virus del sida, aunque
no hayan desarrollado la enfermedad. Sin tratamiento,
muchos de ellos acabarán por sufrir esta enfermedad. En
otros países africanos, el número absoluto de infectados
es menor, pero la proporción dentro de la población es
mucho más elevada. Esto provoca unas reacciones en
cadena que comportan una pérdida de una buena parte de
la población activa en la franja de edad de máximo ren-
dimiento, un abandono de las tierras (o la necesidad de
cultivarlas con personas demasiado jóvenes como para
que ya tengan los conocimientos suficientes), un elevadí-
simo número de niños huérfanos, una gran carga para las
mujeres -a menudo abuelas- que deben cuidarse de éstos,
la imposibilidad de que las tierras del marido difunto
pasen a las viudas, a causa de ciertas leyes o tradiciones...
En conjunto, un gran drama económico, social y
humano. Evitar la expansión del sida requiere, en pri-
mer lugar, dejar de lado dogmas religiosos y supersti-
ciosos -el hecho de no utilizar preservativo acelera
notablemente la difusión del virus- y dar ayudas para
que en estos países se puedan repartir los fármacos que
pueden mejorar la calidad de vida de los enfermos y
retrasar o incluso evitar que los seropositivos lleguen a
sufrir el síndrome -entre éstos, muchos niños que ya
nacen con el virus que les ha transmitido su madre-. El
ajo, el aceite de oliva y las patatas pueden formar parte
de una excelente dieta, pero querer otorgarles alguna
propiedad contra el virus del sida no sólo es frívolo,
sino, en estas circunstancias, profundamente obsceno.
NOTA
*El presente artículo, que reproducimos con el consentimiento
expreso del autor, fue publicado originalmente en catalán en la revis-
ta El Temps, el 21 de junio de 2005 (pág. 42).
Traducción de Anna Vollmer Torrubiano
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DE LA
DESINFORMACIÓN
Xavier Duran
Los fundamentalismos religiosos, los
rumores infundados y las supersticio-
nes más diversas son elementos muy
peligrosos cuando se trata de prevenir
o curar enfermedades.