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el escéptico
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el sillón escéptico
una carta astral lo suficientemente
ambigua cualquiera podrá verse
reflejado en ella. Es muy fácil hablar
con aparente profundidad pero sin
decir nada.
También aprenderemos que tipos de
experimentos se han hecho para
poder confirmar algunos poderes
paranormales (como la radioestesia)
y como todos los resultados han sido
negativos. Los zahoríes son un caso
curioso; la mayor parte de ellos creen
sinceramente en sus poderes. Los
autores examinaron a bastantes de
ellos con un sencillo experimento.
En un campo se encontraban varias
tuberías. Por algunas circulaba el
agua y por otras no,. Era un experi-
mento de doble ciego; ni los experi-
mentadores ni los zahoríes sabían
por dónde estaba circulando el agua.
Los resultados son los esperables: el
promedio de aciertos es el mismo
que eligiendo al azar.
Por último los autores dan una expli-
cación científica a supuestos miste-
rios que resultaron no ser tales pero
que, a pesar de estar perfectamente
comprendidos, todavía se utilizan
como si lo fueran. El mejor ejemplo
es el del sarcófago de Arles-Sur-
Tech, que produce agua de manera
milagrosa. ¿La mano de Dios en
acción? Algo mucho más prosaico,
la lluvia y la condensación natural
pueden explicar perfectamente la
generación de agua. El libro conclu-
ye con una serie de estudios socioló-
gicos realizados en Francia que pare-
cen apuntar a un auge del pensa-
miento mágico y que da alguna con-
clusión sorprendente, como que no
existe relación entre la educación y
la creencia en fenómenos paranor-
males.
Con la amenidad como bandera y
una recopilación de temas excelente
—aunque quizá excesivamente loca-
les—, espero que el libro cumpla su
objetivo; desmitificar los pretendi-
dos fenómenos paranormales,
fomentar el racionalismo y, lo que
considero más importante, enseñar a
pensar por uno mismo. Una joya del
pensamiento crítico.
Juan Pablo Fuentes
HERCÓLUBUS O
PLANETA ROJO
JOAQUÍN ENRIQUE AMÓRTE-
GUI VALBUENA (V. M. RABO-
LU)
Ediciones Humanidad, Puerto
Cortés (Honduras)
Impreso en Burgos, España
(2004)
Lamento decirlo, especialmente en
el año siguiente al de El Quijote pero
el presente texto niega completa-
mente aquello que escribió Miguel
de Cervantes acerca de que “No hay
libro tan malo que no tenga algo
bueno”. La presente obra me llegó
por correo postal a mediados del
pasado mes de junio, y había sido
enviada anónimamente a mi direc-
ción por alguien que me recomenda-
ba su lectura en una carta fotocopia-
da cuyo original había sido escrito a
mano. Francamente, la cosa pintaba
mal y, sin embargo, fue capaz de ir a
peor.
Publicada bajo el pseudónimo de V.
M. Rabolu (el V. M. es de ‘Venerable
Maestro’), fue escrita por un autor
colombiano, Joaquín Enrique Amór-
tegui Valbuena (1926-2000), que fue
hasta su muerte uno de los líderes,
probablemente el máximo, del lla-
mado Movimiento Gnóstico Cristia-
no Universal, secta fundada en el año
1954 por otro colombiano, Víctor
Manuel Gómez Rodríguez (V. M.
Samael Aun Weor), muerto (o trans-
mutado en monje tibetano —no está
claro, depende de la fuente—) en el
año 1977, a los sesenta años de edad.
El motivo del liderazgo de Amórte-
gui, que además ostentaba el título
de Juez del Tribunal del Karma, no
era pequeño, ya que parece ser que el
tal Rabolu, que fue un venerable
maestro del que no tenemos mucha
más información, se reencarnó en él
en el año 1974.
La razón de haberme leído el librito,
y de atreverme a comentarlo aquí, es
que pese a ser éste un tipo de lecturas
que generalmente reconozco no
suelo frecuentar, sentía una cierta
curiosidad ante la gran cantidad de
carteles que inundó algunas ciudades
de España, no sé si muchas, durante
el año 2004 (creo recordar), anuncia-
do esta obra y los efectos devastado-
res del impacto de un supuesto pla-
neta llamado Hercólubus contra el
nuestro (bueno, ahora tras la reunión
de Praga de la Unión Astronómica
Internacional tal vez sólo sea un pla-
neta enano y no nos debamos preo-
cupar tanto...).
Parecía haber mucho dinero detrás
de todo el asunto, pero, siendo since-
ro, ni mi paciencia ni mi interés me
ha permitido llegar demasiado lejos
en mis averiguaciones, pese a que
una visita por Internet, poniendo en
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cualquier buscador el nombre de
Amórtegui o Rabolu, nos permite
sumergirnos en un curioso mundo
de cientos de páginas llenas de men-
sajes sectarios —dignos de un estu-
dio más amplio— y de luchas entre
diferentes grupúsculos de acólitos
enfervorizados.
Curioso como soy, pero no mucho
más que eso, descubrí por la Red
noticias sobre el autor, sobre su
mujer, Olga Gordillo, y sobre la fun-
dación que a nombre de su esposo
(bueno, del venerable maestro) ella
dirige (tienen una Web en www.fun-
dacionvmrabolu.org
). Dicha funda-
ción es una entidad sin ánimo de
lucro dedicada a la “divulgación,
defensa y protección de la obra de
Amortegui”, con una serie de adver-
tencias contra diversas editoriales de
Brasil y Alemania que han impreso
en España —o siguen distribuyen-
do— el presente libro (y otros) sin
licencia, así como contra algunos
miembros de la secta que se han
escindido o algo similar.
Se debe decir que, por lo que parece,
un venezolano de origen alemán, lla-
mado Johann Conrad Volkenborn,
que seguía la secta, traicionó a los
herederos del venerable maestro y
registró la marca V. M. Rabolu y
Hercólubus o Planeta Rojo, reimpri-
miendo la obra sin permiso en nues-
tro país, dado que, en su ignorancia,
pretendía que ello fuera un negocio.
Sin embargo, tras pensarlo mejor, lo
que nos tememos es que los ignoran-
tes lo seamos nosotros y realmente lo
haya sido. Pero... ¿cómo puede ser
que eso sea posible con una obra así?
Más allá de las bromas, el mundo de
las sectas aterroriza cuando materia-
les como éste del que aquí hablamos
es capaz de levantar tantas pasiones
y generar tantas páginas, publicidad,
etc.
Volviendo al libro, en mi paseo por
Internet, entre otras, descubrí la Web
del volumen que aquí tratamos, visi-
ble en la dirección en www.hercolu-
bus.net, en la que averigüé que éste
había sido escrito sólo un par de años
antes de la muerte de su autor, en el
año 1998, con un gran esfuerzo por
su parte.
La obra, en sí, no empieza mal “La
Humanidad está embelesada con los
pronósticos de los falsamente llama-
dos científicos, que no hacen sino
llenarlas de mentiras, desfigurando
la verdad” y trata de un mundo
que va a chocar contra el nues-
tro, el cual está habitado (como
todos los demás planetas, por
otra parte) por otra humanidad
tan malvada como la de aquí
(no vale la pena desertar, pues)
y tan armados como nosotros,
por lo que si la opción fuera
tratar de desintegrarles, ellos lo
harían antes con nosotros. El
que avisa no es traidor.
Tras decir eso y hablar de otras
desgracias, indica el autor al
principio del siguiente capítulo
que sólo habla de Hercólubus
por encima, sin profundizar,
‘para no alarmar a la gente’
(sic). Ignoro en lo que estaba pensan-
do Amórtegui cuando lo escribió,
pero pretender que no se asuste la
gente tras anunciar nuestro choque
con otro planeta —cuyos habitantes
además nos podían desintegrar a la
mínima— implica una fe en la calma
y el alma de esta humanidad pecado-
ra de la que probablemente no sea-
mos dignos.
Después, vuelve a hablar de trage-
dias por nuestros ensayos atómicos
en los océanos y, más tarde, nos
comenta sus viajes psíquicos por
Marte y por Venus, y lo que allí vio y
conoció tras encontrarse con unos
seres realmente maravillosos, aca-
bando todo con sus teorías sobre via-
jes astrales y su fórmula para conse-
guir el desdoblamiento astral, basada
en recitar dos mantras que permiten
salir del cuerpo físico e irse de viaje
consciente por el Universo entero —
sin temer a que le quiten a uno lo
puntos por exceso de velocidad, lo
cual es una seria ventaja—. Los
mantras consisten en la repetición de
“la ra s” y “fa ra on”, prolongando el
sonido de cada sílaba. Como suena.
Pero mejor no lo toquemos más, que
así es la ‘cosa’.
Alfonso López Borgoñoz