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M U N D O
E S C É P T I C O
el escéptico
14
L
La denominada teo-
ría del diseño inteli-
gente está ganando
adeptos a pasos agi-
gantados. A pesar de
ello, hemos de
recordar que recientemente, en Dover –EEUU–, un
juez ha dictado una sentencia, comentada en este
mismo número, en la que declara la inconstituciona-
lidad del diseño inteligente, tildándola de “visión reli-
giosa, un mero re-etiquetado del creacionismo, y no
una teoría científica” y literalmente de “solemne
estupidez”.
Esta “victoria” de la racionalidad debe celebrarse,
pero, como señala un colaborador del número de
octubre 2005 de la revista Phactum, de Filadelfia —
EEUU— (cuando aún no se había dictado la senten-
cia del juicio antes citado), algunos de los comenta-
rios que pudo oír con respecto a los acontecimientos
de Dover —por parte de sus propios compañeros y de
los administradores del colegio
donde él imparte clases—, le
hicieron ver la gran fuerza que
está oponiéndose a la ciencia y
que está conquistando muchas
voluntades. El que se haya gana-
do una batalla ahora, sólo signifi-
ca que se está librando una gue-
rra, que seguramente será larga.
Y, lamentablemente, las filas de
“el enemigo” están creciendo
rápidamente, nutriéndose tanto de
“neutrales” como de “creyentes
no beligerantes”.
El diseño inteligente se ha consti-
tuido en una verdadera tabla de
salvación para todos aquellos que
desean mantener su religiosidad y
su fe intactas, y no desean que les tilden de anticua-
dos, fundamentalistas o, simplemente, creyentes. Se
amparan con una nueva devoción hacia la ciencia y el
progreso, y
pretenden retar
al conocimien-
to científico
d i s f r a z a n d o
sus argumen-
tos con un
somero barniz
cientifista.
Pero… ¿dónde está el principal talón de Aquiles de la
teoría de la evolución? Pues precisamente en su nom-
bre; veámoslo:
SÓLO UNA TEORÍA
Los promotores del diseño inteligente alegan que tie-
nen una teoría y la evolución tampoco es más que una
teoría
—como su nombre indica—, luego son con-
ceptos equiparables y pueden
competir en el mismo terreno.
¿Qué significa teoría, en realidad?
Recurramos al diccionario de la
RAE para averiguarlo:
Teoría (Del gr. ????i?) 1. f.
Conocimiento especulativo consi-
derado con independencia de toda
aplicación.
2. f. Serie de las leyes
que sirven para relacionar deter-
minado orden de fenómenos. 3. f.
Hipótesis cuyas consecuencias se
aplican a toda una ciencia o a parte
muy importante de ella.
También agrega un descriptivo aña-
dido: en teoría 1. loc. adv. Sin
haberlo comprobado en la práctica.
LA ¿
TEORÍA
? D
Las filas de “el enemi-
go” están creciendo
rápidamente, nutrién-
dose tanto de “neutra-
les” como de “creyen-
tes no beligerantes”.
SE ESTÁ LIBRANDO UNA GUERRA
Portada de Phactum, vol. X, revista 3, de sep-
tiembre octubre de 2005. Como se dice en la por-
tada, es la ‘versión impresa del boletín telepático
de los miembros y amigos de PhACT’ (The
Philadelphia Association for Critical Thinking
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el escéptico
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Hmmm… no
parece dejar muy
clara la cuestión
de cuán fiable es
una teoría, con
significados cla-
ramente contra-
dictorios. Pero
afirma en su pri-
mera acepción
que se trata de un
“conocimiento
especulativo”…
¿qué significará
e s p e c u l a r ?
Recurramos de
nuevo a la RAE:
Especular (Del lat. specul?ri) 1. tr. Registrar, mirar
con atención algo para reconocerlo y examinarlo. 2.
tr. Meditar, reflexionar con hondura, teorizar. U. t. c.
intr. 3. intr. Perderse en sutilezas o hipótesis sin base
real.
A partir de esta definición, un conocimiento especu-
lativo puede ser cualquier cosa que queramos, luego
una teoría también. Y de este paso fronterizo sin vigi-
lar se han aprove-
chado algunos es-
pabilados para
“colarse” sin per-
miso en el ámbito
académico y es-
colar. Si realmen-
te una “teoría”
puede ser un co-
nocimiento basa-
do en sutilezas o
hipótesis sin fundamento, ¿quién puede confiar en la
validez de una teoría científica?
Sin embargo, la ciencia tiene un concepto mucho más
sólido de una teoría. Wikipedia, entre otras definicio-
nes, recoge la siguiente: “Una explicación o modelo
basado en observaciones, experimentos y raciocinio”.
Definición simple, escueta, y clara que a mi parecer
establece una nítida frontera entre el diseño inteligen-
te y la evolución. Entre la ciencia y todo lo demás.
Pero quizá deberíamos ir pensando en cambiar el
nombre a este concepto, para que no quede confundi-
do con su acepción popular, lo cual es fácil y normal.
Según afirma David Morrison, en el Skeptical
Inquirer
de diciembre de 2005 —dedicado precisa-
mente de manera íntegra a este tema (“Evolución y
Diseño Inteligente”)—, precisamente los opositores a
la teoría de la evolución están aprovechándose de que
para el público en general la palabra “teoría” signifi-
ca una idea vaga no sustentada por pruebas (como
señalaba nuestra RAE).
Parece ser que diversas encuestas efectuadas entre la
opinión pública estadounidense reflejan que los cien-
tíficos y divulgadores no están transmitiendo adecua-
damente la esencia de la evolución y el importante
papel que está jugando en la ciencia moderna. Lo que
permanece es el nombre. Sólo es una teoría más.
Y si la ciencia tiene el problema de que está perdien-
do la batalla de la percepción popular sobre su soli-
dez, la pseudociencia también trata de aprovecharse
de la credibili-
dad que tiene
el lenguaje
científico ¡y lo
emplea desca-
r a d a m e n t e
para atacar a la
propia ciencia!
Eso mismo se-
ñala Lawrence
M. Krauss, en
un artículo in-
cluido en la
misma revista
S k e p t i c a l
Inquirer,
en el
LA ¿
EVOLUCIÓN
?
Sergio López Borgoñoz
DE
A partir de la defini-
ción del diccionario de
la RAE, un conoci-
miento especulativo
puede ser cualquier
cosa que queramos,
por lo que una teoría
también podrá serlo.
Imáganes Archivo
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M U N D O
E S C É P T I C O
que se asombra de la audacia de los promotores del
diseño inteligente ¡que afirman que la evolución es
simplemente ciencia mal hecha!
¿EVOLUCIÓN HACIA DÓNDE?
Tampoco el nombre de la teoría ha sido bien escogi-
do y ha condicionado, si no causado, un gran descon-
cierto y el advenimiento de conceptos claramente
erróneos incluso entre científicos.
El concepto que muchas personas tienen de
“evolución” es el de “desarrollo”, “progre-
so”, como transformación sucesiva de un
ente en otro, en diferentes etapas, linealmen-
te. Por ello, muchas personas tanto creyentes
como no creyentes consideran a la especie
humana como el ser más avanzado del plane-
ta, el más evolucionado, como si estuviera en
la posición de cabeza en alguna carrera hacia
algún sitio. También estamos habituados a
ver diagramas en los que el hombre se
encuentra en la zona más elevada, en la cima,
en el lugar más predominante de la diversi-
dad biológica.
Los que propugnan el diseño inteligente tam-
bién se han apropiado de este concepto, pre-
sentándolo como la prueba de la direcciona-
lidad
de la evolución hacia la complejidad, hacia la
inteligencia. Toda la evolución ha servido para que
los humanos pudiésemos florecer, como la especie
elegida.
La cuestión más
importante, desde mi
punto de vista, es
que estando donde
estamos ahora, sólo
podemos ver lo que
existe, lo que nos
rodea en la actuali-
dad. Y si bien la
observación del Uni-
verso y sus regulari-
dades nos permite la
elaboración de leyes
y modelos, y predecir el comportamiento futuro de
los objetos, no sucede así con la evolución, dado que
interviene una variable azarosa en las mutaciones. Y
esta incertidumbre en cuanto al futuro, insoportable
para muchos, ha propiciado el éxito del Diseño
Inteligente; siempre será más sencillo ver la mano de
un diseñador cósmico que puso en marcha el meca-
nismo, y guía nuestros pasos.
Pero si sobre el pasado sólo hay dos versiones (o nos
creamos por azar o por diseño), sobre el futuro que
nos aguarda la cuestión está más abierta, puesto que
también el propósito del diseño puede ser cuestiona-
do, en función de la mera especulación o por la pro-
yección de anhelos espirituales incontrastables. Así,
vemos surgir diversas interpretaciones sobre el des-
arrollo futuro del dise-
ño guiado.
Hay una tendencia que
propugna que la bios-
fera acabará adquirien-
do conciencia global
de sí misma y el hom-
bre será su cerebro,
como células de un
superorganismo. Otros
aducen que el hombre
se encuentra en una
etapa aún primitiva de
su desarrollo (por
supuesto, diseñado y
perfectamente encarri-
lado) hacia algún tipo
de ser más espiritual e inteligente, mientras que otros
afirman que el hombre ya ha alcanzado la plenitud de
su desarrollo.
Estas ideas se nos antojan, cuanto menos,
deficientemente fundadas en observaciones,
experimentación y raciocinio (ver la defini-
ción de arriba sobre teoría científica), pero no
les damos mucho crédito al estar promovidas
por personas creyentes ¿verdad?
Sin embargo, si realizáramos una encuesta
entre personas de elevado nivel cultural, no
creyentes, preguntando ¿cómo crees que
habrá evolucionado el ser humano dentro de
unos miles de años? Me gustaría estar errado
al pensar que una mayoría contestaría “con
una cabeza mucho más grande, con capacidad
para albergar un cerebro mucho mayor, con una inte-
ligencia superior”.
¿Sabrían que al contestar así están propugnando, sin
saberlo, el Diseño Inteligente?
el escéptico
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En una encuesta sobre
“¿cómo crees que habrá
evolucionado el ser
humano dentro de unos
miles de años?”, la
mayoría contestaría “con
una cabeza mucho más
grande, con capacidad
para albergar un cerebro
mucho mayor, con una
inteligencia superior”.