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rentes como la literaria Quimera (“The meaning of
life” de David Roas, pp. 9 y 10 de la revista nº 265 de
diciembre de 2006); en El Temps (22 de noviembre
de 2005), de información en general en catalán y en
un suplemento especial de Le Nouvel Observateur
(“La Bible contre Darwin”, Hors Sèrie núm. 512
fecha 28/12/2005
). También los periódicos españoles
han escrito sobre el tema mostrando su preocupación
en varios momentos. Podemos citar —entre otros— a
El País, La Vanguardia, El Periódico, etc. Es decir,
en el 2005, no sólo fueron las revistas escépticas las
que difundieron los problemas que la visión funda-
mentalista del diseño inteligente plantea.
Pero, además de los medios de información en gene-
ral, también se hicieron eco de esta preocupación
revistas científicas de referencia mundial como Natu-
re
(en su revista del 28 de abril de 2005) y Science (en
su revista del 23 de diciembre de 2005).
Así, Nature, publicaba un informe especial sobre el
tema, dedicándole un editorial y diversos artículos a
lo largo de todo el año, en los que se analizaba el esta-
do de la cuestión y se daba un toque de atención a la
comunidad científica invitándola a adoptar una posi-
ción más activa ante los retos planteados.
Science, por su parte, concedía a diversos descubri-
mientos relacionados con la investigación de la “evo-
lución en acción” las primeras posiciones en su orde-
namiento de los descubrimientos del año, como res-
puesta clara y directa al avance de las hipótesis crea-
cionistas en muchos foros estadounidenses, bajo el
disfraz, o no, del diseño inteligente.
Según esta publicación semanal, no debemos llorar
por los esfuerzos de los fundamentalistas bíblicos,
dado que las lágrimas nos pueden impedir apreciar
los grandes descubrimientos que se van realizando.
Así, entre lo más notable del 2005, estuvo el ver
como la teoría de la evolución darwinista seguía sien-
do la base de la biología moderna. Ello se podía com-
probar con la secuenciación del genoma del chimpan-
cé (que permitió confirmar que dicha especie com-
parte el 96% de su ADN con la nuestra, por tener un
antepasado común); con la reconstrucción del virus
que provocó la gran gripe de 1918 a partir de una
cepa sepultada bajo el hielo de Alaska (muy similar al
de la gripe aviaria, sugiere que la epidemia de hace
casi noventa años, pudo surgir de una pequeña muta-
ción de la enfermedad animal) y con los trabajos
sobre el Gasterosteus aculeatus, un pez de Alaska de
agua salada al que una sola mutación ha provocado
que algunos de los nuevos miembros de esta especie
hayan perdido su escudo óseo y que hayan evolucio-
nado hacia diversas especies de agua dulce. Pero, es
más, en el mismo 2005, otros equipos de investiga-
ción pudieron contemplar, casi, la evolución actuan-
do en directo en diversos animales, al estudiar a
diversas especies y sus cambios con el tiempo. Para
Science, “como el genetista evolucionista Theodosius
Dobzhansky dijo una vez ‘Nada tiene sentido en bio-
logía excepto a la luz de la evolución’”.
Alfonso López Borgoñoz
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Olivia Judson señalaba casi lo mismo sobre los mis-
mos temas que Science (aunque casi un mes antes),
en un interesante texto1 en el que esta bióloga evolu-
cionista del Imperial College de Londres (Reino
Unido) señalaba como los que piensan que la evolu-
ción no existió, o que no importa, deberían detenerse
un momento a pensar en el H5N1 (virus causante de
la gripe aviaria), ya que si algo se tuerce aún más,
PRIMER CONTACTO
el escéptico
8
Portada de la revista Science, del
pasado 23 de diciembre. (AAAS).
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podría llegar a ser una terrible prueba de cómo actúa
la evolución.
Según ella, vale la pena recordar como el virus de la
gripe que causó la terrible pandemia de 1918 (y que,
recordémoslo, sólo tenía ocho genes), llegó a provo-
car pese a su aparente sencillez más de veinte millo-
nes de víctimas humanas. El H5N1 también tiene
ocho genes. De momento, sus efectos no alcanzan ni
de lejos los de la llamada gripe española: ha matado
muchas aves pero sólo —aún— a menos de un cente-
nar de personas. Pero, pese a todo, es preocupante,
dada la estadística de las defunciones que provoca (ha
matado al 50% de la gente infectada, una cifra muy
elevada para un virus).
En estos momentos, el virus no se puede contagiar de
una persona a otra, pero hay un par de maneras
mediante las cuales ello podría llegar a suceder. El
virus podría infectar a alguien infectado previamente
con gripe humana y los dos virus podrían practicar el
“sexo”, es decir, crear nuevos virus que contuvieran
genes de ambos. Algo similar ya causó una pandemia
en 1957 y otra en 1968. O bien el virus podría mutar
accidentalmente en sus genes, lo que podría hacerlo
capaz de viajar de una persona a otra. Parece ser que
eso fue lo que pasó con un virus similar de otra gripe
aviaria en 1918.
Como dice Judson “sexo y mutación (...) Hay dos
mecanismos fundamentales de invención de especies,
en la evolución. Las mutaciones alteran la informa-
ción que contienen los genes, el sexo hace la mezcla,
generando nuevas combinaciones. Parecen simples, y
lo son, pero no os sintáis decepcionados. Los proce-
sos simples gozan de grandes poderes. Al fin y al
cabo, la diferencia entre la muerte de sesenta perso-
nas y de siete millones puede estar en una pocas
mutaciones de un virus aviario para el que no haya
vacuna (...) pero lo más importante es que tanto los
virus como los otros patógenos evolucionan de una
manera que podemos comprender y, hasta cierto
punto, predecir. Podemos usar estos conocimientos
para prevenir una pandemia de gripe tanto como para
hacer frente a la malaria. Los conocimientos en evo-
lución nos sirven para cuestiones prácticas muy
importantes y salvan las vidas de decenas de millones
de personas. O sea, que no deberíamos dar de lado la
evolución en los libros de texto, ni prohibirla en las
clases, ni sustituirla por ideologías más o menos
voluntaristas. Si lo hacemos, tal vez algún día nos
veamos sometidos a las consecuencias de la selección
natural”.
Alfonso López Borgoñoz
NOTAS
1. En “Evolution is in the Air”, publicado en The New York Times
el 6 de noviembre de 2005, y accesible desde Internet tras regis-
trarse gratis, en www.nytimes.com/2005/11/06/opinion/06jud-
son.html?ex=1136091600&en=ce4a62c46fad03f2&ei=507.
el escéptico
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“REDES” CON TONO
ESCÉPTICO
Uno de los programas en los que
se habla de ciencia y tecnología
más veteranos en la televisión
española, Redes, dirigido por
Eduardo Punset (en TVE-2), se
dedicó al pensamiento crítico el
pasado 20 de diciembre. La
entrevista realizada a Michael
Shermer, editor de la revista The
Skeptic
, fue un breve pero inten-
so resumen de cómo sólo desde
el escepticismo se puede man-
tener una visión científica del
mundo. En la web del progra-
ma (www.rtve.es/tve/b/redes/)
se comentaba sobre este espa-
cio: “Por un lado somos cien-
tíficos natos, con ganas de
entender el mundo y de dotar-
lo de sentido y por otro lado
todos somos potencialmente sus-
ceptibles a todo tipo de mitos y
creencias. No nos resulta natural
pensar de forma escéptica.”
En el plató, Eduardo Punset char-
ló sobre el tema con dos socios
de la Sociedad para el Avance del
Pensamiento Crítico: el catedráti-
en breve...