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DEL “JUICIO DEL MONO”
EN 1925...
El profesor de Dayton fue conde-
nado en virtud de una ley del
Estado que prohibía a “todo profe-
sor de Universidad, Magisterio o
de cualquier escuela pública finan-
ciada parcialmente o totalmente
por fondos del Estado, una teoría
que negara la historia de la
Creación divina del hombre, tal
como es enseñada en la Biblia”. El
país estaba entonces bajo una
auténtica cruzada anti-evolucio-
nista, apoyada por numerosos
estados e incluso a escala federal:
leyes y proyectos de leyes, retirada
de manuales escolares culpables
de presentar al hombre como
primo o descendiente del mono...
...AL
“CREACIONISMO
CIENTÍFICO” DE LOS
OCHENTA...
La segunda cruzada de los años
ochenta renueva los temas y des-
arrolla una argumentación más
sofisticada. Pero es evidente la
continuidad con el asunto del
“Juicio del Mono”: si “el hombre
desciende del mono”, entonces
Adán ya no es fruto de una crea-
ción divina... de esta forma se
podría derrumbar toda una estruc-
tura religiosa. Además, admitir las
teorías de la evolución sería reco-
nocer que la Biblia ya no es la
referencia intangible de la historia
del hombre.
Va a ser principalmente en los
medios fundamentalistas donde
encontraremos de nuevo las fuer-
zas vivas de esta segunda cruzada.
Igual que a principios de siglo, la
escuela es el blanco principal. La
vía legislativa será utilizada de
forma privilegiada para concretar
los objetivos buscados. En 1981,
el momento cumbre de la campa-
ña, una ley votada por 69 votos
contra 18 por la cámara del Estado
de Arkansas precisa que “en el
interior del Estado, las escuelas
públicas deberán dispensar una
enseñanza equivalente del creacio-
nismo y del evolucionismo”.
Al mismo tiempo, el creacionismo
se infiltra en la reforma de los
manuales escolares. La edición
escolar es, en efecto, uno de los
eslabones más importantes del sis-
tema de enseñanza americano. Se
centran los esfuerzos sobre
California, representante del 10%
del mercado de libros escolares.
Las presiones se organizan: intere-
ses comerciales obligan y los edi-
tores hacen más asépticos sus
manuales un año tras otro. A
Darwin le cuesta cada vez más
hacerse un sitio.
Lo que distingue a esta nueva
ofensiva contra la teoría de la evo-
lución es su reivindicación de ser
científica. Así, se va a desarrollar
una auténtica red de asociaciones,
en cuyo corazón se encuentra el
Instituto para la Investigación
sobre la Creación. El principal
ángulo de ataque consiste en dise-
minar argumentos que se supone
pueden hacer temblar las hipótesis
evolucionistas. ¿Cómo conciliar
una Tierra de 4.000 millones de
EL ENGAÑO ¿INTELIGENTE?
el escéptico
62
LA
TERCERA
C R U Z A D A
CREACIONISTA
El 21 de julio de 1925, un juez de Tennessee condenó a un joven profesor,
Thomas Scopes, a una multa de 100 dólares por enseñar la evolución a los
alumnos de la escuela pública de Dayton. Un enorme debate agitó Estados
Unidos en esa ocasión. El que ahora es conocido bajo el nombre del
“Juicio del Mono” dejó bastante indiferentes a la prensa y los intelectuales
franceses de la época. ¿Se repetirá la historia ahora?
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años y un relato bíblico de la crea-
ción de unos miles de años? Los
creacionistas van entonces a ironi-
zar sobre las “especulaciones” de
los científicos, que “suponen” que
las leyes físicas no cambian con el
tiempo... ¿Fósiles, cuyo origen se
remontaría a decenas o centenas
de miles de años? ¿Pero qué es lo
que permite afirmar que los méto-
dos de datación son válidos? La
“argumentación científica” de los
creacionistas será provista, apo-
yándose en “institutos”, por con-
gresos y coloquios, por “revistas
científicas”, dando incluso tesis de
doctorado, todo apoyado por innu-
merables asociaciones. La mínima
interrogación científica es utiliza-
da para afirmar con fuerza que la
evolución no es más que “una teo-
ría”, una teoría entre otras
muchas... como, en particular, la
de la creación bíblica. La conclu-
sión debe entonces imponerse: las
dos “teorías” deben presentarse en
las escuelas de manera idéntica.
... Y AL “DISEÑO INTELI-
GENTE” DE PRINCIPIOS
DEL SIGLO XXI
El movimiento fundamentalista en
los Estados Unidos conoce una
recuperación inquietante desde la
reelección de George Bush. Una
tercera cruzada está en camino...
aunque la segunda aún no haya
terminado realmente. “Tenemos,
en este momento, la mejor situa-
ción política que hayamos tenido
nunca”, explica Jayd Henricks,
uno de los responsables de Family
Research Council
1
. Esta asocia-
ción de la derecha radical cristiana
utiliza todos los medios disponi-
bles: cientos de grupos están
actuando por todo el país, apoya-
dos por electos locales que intro-
ducen en las legislaturas medidas
contra el aborto, los gays y
Darwin. La escuela es de nuevo el
blanco principal. La elección de
los manuales escolares, la regla-
mentación de las escuelas, repre-
sentan la parte más vulnerable.
Según una encuesta publicada por
la Asociación Americana de
Profesores de Ciencias (NSTA), el
31% de los profesores “se sienten
contrariados por deber incluir en
sus clases las ideas ligadas al crea-
cionismo” presionados por los
padres o los alumnos. Pero, a pesar
de que existe de nuevo una conti-
nuidad con las cruzadas preceden-
tes, hay que remarcar un elemento
nuevo. Dios, la Biblia y la
Creación adquieren menos impor-
tancia. Demasiado complicado
para ganarse una adhesión inme-
diata y resultados concretos. El
diseño inteligente toma el relevo.
¿DIFUSIÓN FUERA DE
LOS ESTADOS UNIDOS?
Los objetivos fundamentalistas no
conocen fronteras. La primera
afectada fue Australia. A princi-
pios de los años ochenta, el Estado
de Queensland autorizó la ense-
ñanza del creacionismo en las
escuelas. Ian Plimer, profesor del
geología en la Universidad de
Melbourne, que se oponía a la
infiltración de las teorías religiosas
en el sistema educativo de su país,
se convierte en el blanco de los
fundamentalistas. Juicio tras jui-
cio, se asienta el fraude científico
de los partidarios de la creación, y
el dinero se convierte en el arma
decisiva: Ian Plimer tuvo que ven-
der su casa para poder continuar
con los juicios, cubriéndose de
deudas. Todo esto a pesar del
apoyo público e internacional, a
pesar de la recolecta de fondos
(200.000 dólares en 1997), a pesar
de un juicio ganado, a pesar de un
reconocimiento internacional
2
.
Las ganancias obtenidas de las
acciones y del comercio entre los
Estados Unidos y Australia, per-
mitieron al Instituto para la
Investigación sobre la Creación
prepararse para extenderse a todos
los continentes, organizándose
coloquios y congresos.
Si, en un primer momento, la esfe-
ra pública, en particular las escue-
las, no se vio afectada en Europa,
ya se puede notar como el depre-
dador va acechando a su nueva
presa. “Debemos reconocer que la
teoría de la evolución no está com-
pleta y que todavía estamos descu-
briendo cosas nuevas”. Mediante
esa frase, la ministra de educación
holandesa, la cristiano-demócrata
Maria van der Hoeven, afirmó
hace poco su voluntad de organi-
zar un debate entre los defensores
de la evolución, enseñada en las
escuelas holandesas, y los segui-
dores religiosos del creacionismo
o de su versión más presentable,
del diseño inteligente.
En Francia, la Universidad
Interdisciplinaria de Paris (UIP),
el escéptico
63
Portada de la revista de la asocia-
ción francesa para la información
científica (AFIS), titulada Science...
et pseudo-sciences
nº 270, diciem-
bre de 2005, en la que había un
dossier también sobre la teoría de
la evolución y las últimas noveda-
des del diseño inteligente. (Archivo)
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el escéptico
64
organización financiada por fon-
dos privados (y que de
Universidad no tiene más que el
nombre), trabaja activamente a
favor a la introducción de la espi-
ritualidad en las ciencias y en la
sociedad, para curar los males que
nos golpean. No es abiertamente
creacionista, y sin duda un gran
número de sus miembros tampoco
lo son, pero está creando poco a
poco lo que servirá de aval cientí-
fico, de fuente de argumentación
para esta nueva versión más pre-
sentable del creacionismo.
Los juicios ganados a finales del
siglo XX contra los creacionistas
han sido posibles gracias a la ins-
cripción en la Constitución esta-
dounidense de la separación entre
la Iglesia y del Estado, el último
bastión que resiste
3
.
Seamos vigilantes y, para ello,
informemos.
Jean-Paul Krivine
NOTAS
1.- Citado por el periódico Le Monde,
22 de mayo de 2005.
2.- Nota del editor: Ver Molina,
Eustoquio: “El peligro creacionista: el
caso Plimer” El Escéptico, Págs. 23-
26, núm. 8, Primavera 2000.
3.- “Repetimos, con convicción, que
hemos fundado la existencia misma
de nuestro país sobre la creencia de
que la separación de la Iglesia y del
Estado es la mejor solución para la
Iglesia y para el Estado”. En la con-
clusión de la Corte Federal que anuló
la ley de Arkansas de 1981, citada
por Dominique Lecourt (L’Amérique
entre la Bible et Darwin,
página 186).
LA TERCERA CRUZADA CREACIONISTA
DE AMBOS LADOS DEL ATLANTICO...
Extracto del editorial de la revista de la Asociación Francesa para la
Información Científica (AFIS), titulada
Science... et pseudo-sciences nº 270,
diciembre de 2005.
(...) Los ataques contra la teoría de la evolución conocen un nuevo aumento de
popularidad, y todos sabemos que este tema no es nuevo en los Estados Unidos;
el célebre “Juicio del Mono” data de hace más de setenta años. Aquí muy poca
gente se adhiere a las ideas más fundamentalistas acerca de la verdad literal del
Génesis tan comúnmente apoyadas allí. Por muy absurdas que sean, estos puntos
de vista al menos son límpidos: el barniz científico no resiste durante mucho
tiempo y su “verdad” rápidamente se revela como “verdad religiosa”.
A falta de un éxito legislativo, que de hecho estaría en contradicción con la
Constitución Americana, esas mismas personas intentan ahora un proceso de cap-
tación mucho más amplio detrás de una careta, insinuando que una especie de
inteligencia superior gobernaría el nacimiento de toda especie viviente, evitando
negar su evolución. Habría un demiurgo, que podría eventualmente ser diferente
del Dios de las religiones monoteístas en el hecho que no sería todopoderoso, sino
que sería tributario, esclavo de las leyes de la naturaleza (¿queridas por quién?),
que habría debido integrar todo lo necesario en su obra creadora para que la evo-
lución haya pasado como ha ocurrido, limitándose eventualmente a intervenir, en
la sombra, con pequeños retoques, para conducirla a su objetivo. (...) Todo esto
tampoco es nuevo en Francia; hay que acordarse de Teilhard de Chardin y de su
“point omega” (...).
Pero si el insulto a todo aquello que la ciencia nos ha aportado nos llega hoy en
día de los Estados Unidos, el remedio también nos puede llegar de allí. (...). El
debate provoca pasiones por todas partes, los científicos se defienden y se orga-
nizan, incluso sin tener los grandes medios materiales de la fundación Templeton,
incluso si el apoyo implícito de la administración Bush a las tesis de inspiración
religiosa es patente y no hace más que molestarles.
De la misma manera que en relación con otras pseudociencias, nuestra fuerza
viene de que el saber científico, construido sobre la experiencia, la observación
razonada, el consenso de los científicos y la validación, es un conjunto coheren-
te. Enfrente, tenemos a los astrólogos, cada uno con su propio método para hacer
un horóscopo, homeópatas cada uno con su protocolo terapéutico, creacionistas
intentando enmascarar sus apriorismos espiritualistas bajo los disfraces más
divergentes. Todos estos fracasando a la hora de dar cuenta de la realidad y fra-
casando delante de la experiencia cuando cualquier evaluación no está puramen-
te y simplemente rechazada.
Pero estos argumentos, este espíritu crítico, esta aproximación científica y expe-
rimental deben alcanzar a los alumnos en los centros educativos. Y la laicidad
sigue siendo la última defensa indispensable contra el creacionismo.
Esta vez sí parece haber una mayor pre-
ocupación en Francia por los avances
del creacionismo en los EEUU que hace
ochenta años. Una prueba podría ser el
suplemento especial de Le Nouvel
Observateur, dedicado al tema de “La
Bible contre Darwin” (Hors Sèrie núm.
512 fecha 28/12/2005). (Archivo)
Publicado originalmente en la
revista francesa Science... et
Pseudo-Science
, editada por la
Association Française pour
l’Information Scientifique
(AFIS),
núm. 268, julio-agosto 2005.
Traducción, con permiso del autor,
de Gaëlle Bello Hellegouarch.
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D E C L A R A C I Ó N
SOBRE LA
ENSEÑANZA
DE LA
EVOLUCIÓN
el escéptico
65
L
a evolución es uno de los
principios de la ciencia
moderna más sólidos y
ampliamente aceptados. Es la base
de la investigación en una amplia
gama de campos científicos y, con-
secuentemente, un elemento central
en la educación de la ciencia. Por
ello, el equipo directivo de la
Asociación Estadounidense para el
Avance de la Ciencia (AAAS,
American Association for the
Advancement of Science
) está seria-
mente preocupado por las reglamen-
taciones y normativas que se han
introducido recientemente en una
serie de Estados y localidades que
podrían socavar la enseñanza de la
evolución, impidiendo a los estu-
diantes la educación que necesitan
para ser ciudadanos informados y
productivos en una comunidad glo-
bal cada vez más tecnológica.
Aunque su lenguaje y estrategia
difiera, todas estas propuestas, de
aceptarse, debilitarían la educación
científica. El equipo directivo de la
AAAS se opone frontalmente a tales
ataques a la integridad de la ciencia
y la educación científica. Amenazan
no sólo la enseñanza de la evolución,
sino también la comprensión por
parte de los estudiantes de las cien-
cias biológicas, físicas y geológicas.
Algunas de esas iniciativas buscan
el descrédito de la evolución, enfati-
zando pretendidos fallos en la teoría
de la evolución o desacuerdos den-
tro de la comunidad científica. Otras
insisten en que el profesorado tiene
absoluta libertad dentro del aula y
no pueden ser expedientados por
enseñar alternativas no científicas a
la evolución. Cierto número de pro-
puestas obligan a que los estudiantes
aprendan a “analizar críticamente”
la evolución o a comprender “la
controversia”. Pero no hay una con-
troversia significativa dentro de la
comunidad científica acerca de la
validez de la teoría de la evolución.
La actual discusión en torno a la
educación de la evolución no es una
controversia científica.
La ciencia es un proceso que busca
explicaciones naturales a los fenó-
menos naturales. Los científicos
plantean preguntas acerca del mundo
natural, formulan hipótesis para res-
ponder a esas preguntas, y recogen
las evidencias o los datos con los que
poder evaluar las hipótesis. Las teo-
rías científicas son explicaciones
unificadas de esos fenómenos, apo-
yadas en la comprobación exhausti-
va y las pruebas. La teoría de la evo-
lución, apoyada por unos descubri-
mientos científicos extensivos, que
van desde los registros fósiles a las
relaciones genético-moleculares
entre diferentes especies, es un con-
cepto unificador de la ciencia
moderna. Por supuesto, nuestra com-
prensión de cómo funciona la evolu-
ción continúa siendo mejorada gra-
cias a los nuevos descubrimientos.
Muchas de las propuestas reglamen-
tarias estadounidenses tienen la
intención (explícita o implícitamen-
te) de promocionar la enseñanza del
diseño inteligente (ID, en sus siglas
inglesas) en las clases de ciencia,
como una alternativa a la evolución.
Aunque los defensores del ID evitan
habitualmente mencionar un creador
concreto, su concepto es, de hecho,
religioso y no científico. En una
resolución tomada por este equipo
directivo de la AAAS el 18 de octu-
bre de 2002, se subrayaba lo inapro-
piado de la enseñanza del ID en las
aulas de ciencia debido a sus “erro-
res conceptualmente significativos
en cuanto a formulación, a la falta
de una evidencia científica creíble y
a las tergiversaciones de hechos
científicos”. El juez John E. Jones
III del Tribunal del Distrito Central
de Pensilvania llegó firmemente a
conclusiones idénticas en el caso del
Distrito Escolar del área de Dover
(en ese estado).
Los promotores de muchas de estas
iniciativas locales y estatales pare-
cen creer que la religión y la evolu-
ción están en guerra. Algo que resul-
ta desafortunado. No necesitan ser
incompatibles. La ciencia y la reli-
gión responden fundamentalmente a
preguntas diferentes acerca del
mundo. Muchos líderes religiosos
han afirmado que no ven conflicto
entre religión y evolución. Nosotros,
y la inmensa mayoría de los científi-
cos, compartimos esa opinión.
La presente Declaración fue realizada por el Equipo Directivo de la
Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, que edita la
revista científica Science, con motivo de su reunión anual en San
Luis, Misuri —EEUU—, el pasado 16 de febrero de 2006