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el escéptico
63
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el escéptico
62
R I N C Ó N E S C É P T I C O
una teoría y la anuncian, o la hacen
pública, deben señalar tanto los
hechos favora-
bles como los
que no concuer-
dan con ella.
Esta debe ser
hoy también la
práctica cientí-
fica y hoy vivi-
mos en la edad de la ciencia, de un
modo tan decisivo que nos resulta
difícil entender cómo pudieron
existir alguna vez los brujos, cuan-
do nada de lo que ellos proponían
funcionó nunca, o muy poco.
TECNOLOGIAS QUE
DIFUNDEN MENSAJES
MEDIEVALES
El escritor y novelista Antonio
Muñoz Molina publicó hace tiem-
po en El País una diatriba inteli-
gente sobre las falsas ciencias,
que nos parece oportuno glosar en
nuestro Rincón Escéptico. El tra-
bajo, titulado “Las edades oscu-
ras”, se inicia con el relato de la
entrevista que escuchó en una
emisora digna de toda confianza.
La entrevistada se declaraba
“especialista en ciencias ocultas”,
y la locutora le preguntaba, con el
respeto que merece un experto,
cuáles eran los mejores procedi-
mientos para hacernos recuperar,
no ya los recuerdos perdidos de la
infancia, sino la memoria de exis-
tencias anteriores (¿creería la
locutora en “existencias ante-
riores”?).
La señora explicó las virtudes tera-
péuticas de remontarse a las vidas
que podemos haber vivido hace
siglos. “Iba a cambiar de emisora”
cuenta Muñoz Molina “pero la
curiosidad pudo más que la indig-
nación: cuidado, avisaba la exper-
ta, no todo el mundo está capacita-
do para dirigir estas regresiones,
hay mucho intrusismo profesional,
muchos far-
santes, as-
trólogos o
brujos poco
serios que
p u e d e n
hacer mucho
daño a las
personas no iniciadas. Me pregun-
té si los directivos de esa emisora
consideran que hay horas en las
que es lícito contar embustes, y
otras en las que no; me acordé de
esos ancianos de antes que al ver
la televisión no distinguían entre
los telediarios y las películas, entre
la ficción y la realidad”.
Uno cree —continuaba Muñoz
Molina— que la racionalidad
avanza, que, poco a poco, con pro-
greso lentísimo, va desplazando a
la superstición. Ilusiones, se con-
testa: no hay nada ganado firme-
mente para la claridad del pensa-
miento racional y del avance cien-
tífico. Los adelantos más resplan-
decientes de la tecnología sirven
para difundir mensajes medieva-
les. Siglo y medio...
La reacción más rancia y el pro-
gresismo más ficticio hacen causa
común contra el pensamiento
r a c i o n a l .
Hablo con per-
sonas —afir-
ma Muñoz
Molina— que
me dan la
impresión de
ser bastante
parecidas a mí
y al cabo de un
rato me pre-
guntan con
afectuoso inte-
rés cuál es mi
signo del zodí-
aco. Participo
en la discusión
de un proyecto
a t r a c t i v o y
difícil, y días
después me
entero de que
uno de los que
se sentaban en
la misma mesa
ha consultado
con un brujo
para saber si
tendrá éxito el proyecto, y si a él le
conviene participar.
“Cada vez tengo más la impre-
sión” concluía el escritor “de estar
viviendo en otro siglo, en una edad
oscura a la que aún no ha llegado
la Ilustración.”
E
n su libro El placer de des-
cubrir
, editado por Crítica,
el premio Nóbel de Física
Richard P. Feynman (1918-1988)
afirmaba que, por todas partes, hay
curaciones por la fe y que siguen
en Lourdes las sanaciones mila-
grosas
. Quien cree en curaciones
milagrosas tendría que aprender
algo de medicina.
Un científico no está nunca segu-
ro. Cuando se hace un enunciado,
la cuestión no es si es cierto o
falso, sino más bien qué probabili-
dad tiene de ser cierto o falso. En
nuestro tiempo se ha descubierto
que debemos dejar sitio para la
duda, o no hay progreso ni apren-
dizaje. La gente busca certezas,
pero no las hay. Uno cree que sabe,
como cuestión de hecho. Pero la
mayoría de nuestras acciones están
basadas en un
conocimiento
incompleto y
realmente no
s a b e m o s d e
qué va todo, o
qué finalidad
tiene el mundo.
Es posible vivir
y no saber.
El Premio Nóbel ha tratado de
situarse en la posición de quienes
analizan algunas pseudociencias y
confiesa que quedó abrumado por
la basura que encontró. También
estudió la percepción extrasenso-
rial y los fenómenos psi. Estuvo
incluso en la habitación del hotel
de Uri Geller y
ni la lectura del
pensamiento ni
el doblado de
llaves funcio-
naron. Feyn-
man analizó
también diver-
sas formas de
psicoterapia,
sin resultados.
En su libro, Feynman se dirige a
los cultivadores de pseudociencias
para pedirles que si construyen
UN
LUGAR
P A R A L A
D U D A
En su libro, Feynman se
dirige a los cultivadores
de pseudociencias para
pedirles que si constru-
yen una teoría y la anun-
cian, o la hacen pública,
deben señalar como
mínimo tanto los hechos
favorables como los que
no concuerdan con ella
Richard P. Feynman
“Cada vez tengo más la
impresión” concluía Muñoz
Molina “de estar viviendo en
otro siglo, en una edad oscu-
ra a la que aún no ha llegado
la Ilustración.”
Antonio Muñoz Molina
Manuel Calvo Hernando