la difusión masiva del supuesto
peligro estaba garantizada, ini-
ciando un circo irracional que ha
puesto en jaque la salud de todos,
y que ya ha atravesado fronteras.
Pero veamos en detalle el origen
del asunto.
EL ESTUDIO ORIGINAL
El artículo de Wakefield presenta
doce niños de 3 a 10 años que fue-
ron analizados en la unidad de gas-
troenterología pediátrica del Royal
Free tras ingresar con cuadros de
diarrea y dolor abdominal, que
además presentaban otros proble-
mas como pérdida de conocimien-
tos adquiridos (por ej., el lenguaje)
tras un periodo de normalidad apa-
rente (Wakefield y cols., 1998). En
ocho de los niños los problemas de
comportamiento aparecieron como
máximo dos semanas después de
administrárseles la vacuna triple
vírica, según testimonio de los
padres o el médi-
co de familia.
Cinco de ellos
mostraron reac-
ciones adversas
a la vacuna,
como
fiebre,
delirios, convul-
siones, etc. El
diagnóstico neu-
rológico fue de
autismo en seis
casos, mientras
que los otros dos mostraron sínto-
mas de encefalitis post-vacunal o
psicosis. El resto (cuatro) presen-
taron también cuadros de autismo
o similares, pero en su caso no
estaba tan clara para padres o
médicos de cabecera la causa de
este "nuevo síndrome".
No así para Wakefield, que sagaz-
mente descubre su vacunación con
la triple vírica uno o dos meses
antes del desarrollo de los prime-
ros síntomas (Wakefield y cols.
1998). El artículo analiza además
los problemas gastrointestinales de
los niños, encontrando síntomas
de inflamación ("hiperplasia nodu-
lar linfoide") en el íleo terminal de
nueve pacientes. Aunque los auto-
res reconocen que ambas patologías
—la intestinal y la del comporta-
miento— podrían no estar relacio-
nadas entre sí, prefieren hipoteti-
zar la existencia
de una cone-
xión real entre
ambas, apoyada
por estudios pre-
vios de desórde-
nes intestinales
en niños autis-
tas. Respecto a
la conexión con
la vacuna tri-
ple, afirman lo
siguiente: "no
hemos probado la asociación entre
la vacuna triple y el síndrome des-
crito. Estamos realizando estudios
virológicos que pueden resolver
este problema. [...] Se necesitan
nuevas investigaciones para exa-
minar este síndrome y su relación
con la vacuna triple". El artículo
finaliza con un añadido posterior
donde se afirma haber estudiado
otros cuarenta pacientes, treinta y
nueve de ellos con el nuevo sín-
drome.
EL COMENTARIO DE THE
LANCET
Obviamente, a nadie se le escapa
que el artículo de Wakefield era
una auténtica bomba de relojería.
En todo el mundo, cinco de cada
10.000 personas presentan un cua-
dro de autismo "clásico". Sin
embargo, los denominados "tras-
tornos o síndromes del espectro
autístico" son trastornos neuropsi-
quiátricos que, presentando una
amplia variedad de expresiones
clínicas, son el resultado de dis-
funciones multifactoriales del
desarrollo del sistema nervioso
central. Si tomamos en considera-
ción todo el espectro del síndrome,
éste afecta aproximadamente a una
de cada 700 ó 1.000 personas. La
causa, o causas, del autismo está
aún por dilucidar. Además, algu-
nos estudios recientes establecen
que se ha producido un gran incre-
mento de la tasa de casos identifi-
cados, pero no está claro si esto
representa un incremento real de la
incidencia o es un efecto de la
modificación de los criterios diag-
nósticos (Barthélemy y cols.,
2000).
El potencial explosivo de la publi-
cación tampoco pasó desapercibi-
do a Richard Horton, editor de The
Lancet, que se curó en salud
mediante la publicación, simultá-
el escéptico
69
E
n estos momentos hay bro-
tes epidémicos de saram-
pión en el Reino Unido,
algo cuando menos inusual en los
países desarrollados. Un solo estu-
dio, científicamente discutible, ha
bastado para que las tasas de vacu-
nación poblacional se derrumben,
creando una ola de irracionalidad
imparable que ya se ha extendido a
otros países.
El sarampión mata a unos 745.000
niños anualmente en todo el
mundo. Sus credenciales son terri-
bles: es la principal causa de muer-
te infantil entre las enfermedades
prevenibles mediante vacunación,
y es la quinta en la lista de enfer-
medades que causan mayor morta-
lidad a menores de cinco años
(Sibbald, 2003).
Antes de la introducción de los
programas de vacunación masiva
en el Reino Unido, el sarampión
provocaba unas cien muertes
anuales en dicho país (Jansen,
2003). La introducción de la vacu-
na "triple víri-
ca" (que pro-
tege contra los
virus causan-
tes del saram-
pión, las pape-
ras y la rubéo-
la) en 1988
elevó rápidamente la tasa de vacu-
nación poblacional, que llegó al
91% en diez años. Según los
expertos en salud pública, el nivel
crítico necesario para asegurar la
erradicación de una enfermedad a
nivel poblacional se alcanza con
una tasa de vacunación del 95%.
Es decir, se estaba a punto de
alcanzar el sueño de todo profesio-
nal de la salud... bueno, digamos
mejor de "casi todos". Porque
siempre habrá alguno como el Dr.
Andrew Wakefield, un cirujano
reconvertido a
p r o f e s o r e
investigador en
la Royal Free
Hospital Scho-
ol of Medicine
de Londres. A
mediados de
los noventa, Wakefield publicó
artículos que sugerían la existencia
de una relación entre la enferme-
dad de Crohn —una enfermedad
inflamatoria del intestino— y la
infección y/o vacunación por el
virus del sarampión (Ekbom y
cols., 1994; Thompson y cols.,
1995). Estos estudios, que los
expertos consideran como una
mera hipótesis entre las múltiples
causas que se barajan para dicha
enfermedad (Metcalf, 1998), no
tuvieron mayor impacto mediáti-
co. Sin embargo, el 28 de febrero
de 1998 Wakefield y doce colegas
publican un estudio en The Lancet,
una de las revistas médicas de
mayor impacto, en el que se sugie-
re que la administración de la
vacuna triple vírica podría estar
relacionada con el autismo (Wake-
field y cols., 1998). Por supuesto,
INFORME: FIEBRE ANTI-VACUNACIÓN
el escéptico
68
TRIPLE VÍRICA
EN EL
REINO UNIDO
:
EL EXTRAORDINARIO PODER DEL
"POR SI ACASO..."
Antes de la introducción de
los programas de vacuna-
ción masiva en el Reino
Unido, el sarampión provo-
caba unas cien muertes
anuales en dicho país
100
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Tasas de vacunación infantil en Gales para la difteria, tos ferina, Haemophilus
influenzae tipo B (HIB) y la triple vírica, 1990-2004. Se observa una disminución alar-
mante en la tasa de vacunación triple a partir de 1998, mientras que las otras vacu-
nas se acercan a la tasa óptima del 95%.
Fuente: Servicio Nacional de Salud Pública de Gales (National Public Health Service
for Wales, http://www2.nphs.wales.nhs.uk/icds/page.cfm?pid=80)
80
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80
Brotes epidémicos recientes de sarampión en Inglaterra y Gales (1995-2002). La
línea de puntos señala la tasa de vacunación (%) con triple vírica en niños de dos
años. Observese el incremento significativo en el número y tamaño de los brotes en
el periodo 1999-2002, tras la publicación de Wakefield.
Fuente: Science Magazine, www.sciencemag.org (Jansen y cols., 2003)
Andrew Wakefield
Fuente: BBC News
http://news.bbc.co.uk/1/hi/health/3513365.stm
preocupación por el debate "emo-
cionalmente cargado" sobre la
posible relación de la vacuna triple
con la patogenia del espectro
autístico, enfatizando su apoyo a
los programas actuales de vacuna-
ción (Murch y cols., 1998). Por su
parte, Richard Horton se defendió
de las acusaciones de irresponsabi-
lidad a The Lancet mencionando la
claridad con que el artículo reco-
nocía no probar una relación cau-
sal entre vacuna triple y autismo,
en contraste con la ambigüedad de
alguno de los autores en la confe-
rencia de prensa (Horton, 1998).
Suele decirse que las buenas noti-
cias no son noticias. Pues bien,
parece ser que en este caso ocurrió
más de lo mismo: de alguna mane-
ra, la opinión pública se quedó con
la idea de que era mejor no admi-
nistrar la vacuna triple "por si
acaso...". Y, ¿qué ocurrió con la
tasa de vacunación poblacional?
Lo esperable: en septiembre de
2002, el Departamento de Sanidad
revela una caída del 3% en la tasa
de vacunación respecto al último
año, dejándola en el 84% (BBC
News, 2002).
A partir de ahí, los acontecimien-
tos se precipitan. En febrero de
2003, se publican los casos de
sarampión en Inglaterra y Gales
durante 2002: la incidencia se ha
triplicado respecto a años anterio-
res. Es más, un tercio de los casos
se concentran en el sur de Londres,
donde la tasa de vacunación es la
más baja del país (72%) (BBC
News, 2003b). En marzo de 2003
se producen brotes epidémicos en
la capital de Gales,
C a r d i f f ( B B C
News, 2003c). La
tasa de vacunación
en la zona es del
85,7% pero se
encuentra cercana
a áreas con el
72%. En agosto de
2003, científicos
de la Universidad
de Londres predicen en Science
que, de seguir así, el sarampión se
convertirá pronto en una enferme-
dad endémica (¡!) en el Reino
Unido (Jansen, 2003; BBC News,
2003d). En septiembre de 2003, el
Departamento de Sanidad vuelve a
publicar la tasa de vacunación
poblacional, que baja esta vez
hasta el 82%, siendo en algunas
áreas del 60% (BBC News, 2003e).
Quizá por el efecto de los brotes
epidémicos, los últimos datos dis-
ponibles parecen indicar una lige-
ra subida en la tasa, que habría
bajado hasta un mínimo del 78,9%
en el Reino Unido, y que estaría
ahora en torno al 79,8% (BBC
News, 2004a). En resumen, hubo
reacción rápida y certera de los
medios de comunicación, los cien-
tíficos y las instituciones públicas.
Pero el daño ya estaba hecho.
LOS ESTUDIOS EPIDE-
MIOLÓGICOS DEMUES-
TRAN LA AUSENCIA DE
RELACIÓN ENTRE LA
VACUNA TRIPLE Y EL
AUTISMO
En 1999, investigadores de Uni-
versity College London publican
en The Lancet un estudio epide-
miológico a escala regional —498
casos— que no detecta ninguna
asociación causal entre la vacuna
triple y el autismo (Taylor y cols.,
1999). La relación temporal, de
existir, podría explicarse por pura
casualidad al
coincidir la
a d m i n i s t r a -
ción de la
vacuna triple
(entre los 12 y
los 15 meses)
con la edad
media a la
que los padres
observan tras-
tornos autísticos en sus hijos (entre
los 18 y los 19 meses) (Nicholl y
cols. 1998).
A su vez, el Comité asesor sobre la
seguridad de los medicamentos
(CSM) emitió un informe favora-
ble al uso continuado de la vacuna
triple (UK Committee on Safety of
Medicines, 1999). Nuevamente el
artículo de The Lancet se acompa-
ñó de un comentario crítico con la
asociación causal entre ambos
(DeStefano y Chen, 1999). Sin
embargo, en una carta a la revista,
Wakefield criticó duramente la
metodología del nuevo estudio y
se reafirmó en sus conclusiones
originales (Wakefield, 1999). Es
más, su grupo publica otro estudio
en donde se relacionan las infec-
ciones virales combinadas en la
infancia con la enfermedad infla-
matoria intestinal (Montgomery y
cols., 1999). Aunque los autores
tuvieron mucho cuidado en no
relacionar este estudio con la
vacunación triple, los titulares de
la prensa fueron directos al pastel:
"Investigadores propinan un
nuevo golpe a la vacunación";
"Estudio londinense relaciona una
vacuna infantil con enfermedad
grave" (Anderson, 1999).
TRIPLE VÍRICA EN EL REINO UNIDO
el escéptico
71
nea al artículo citado, de un
comentario tremendamente crítico
con el mismo. En él, los autores
afirmaban que el estudio presenta-
ba numerosos problemas metodo-
lógicos, y que, principalmente,
necesitaba de un protocolo de
adquisición de datos no predeter-
minado, como se hace en los estu-
dios epidemiológicos poblaciona-
les (Chen y DeStefano, 1998).
LA CONFERENCIA DE
PRENSA
El 26 de febrero, dos días antes de
la publicación del artículo, el
Royal Free organiza una rueda de
prensa para anunciar los hallazgos.
En la misma se afirma repetida-
mente por la mayor parte de los
científicos responsables del estu-
dio que se necesita investigar más
a fondo el problema, y que reco-
miendan a los padres que sigan
administrando la vacuna triple a
sus hijos. Wakefield, sin embargo,
sugiere que los padres deberían
optar por vacunar las tres enferme-
dades (sarampión, paperas y rubé-
ola) por separado, ya que la com-
binación de tres vacunas "podría
sobrecargar el sistema inmunitario
y provocar el síndrome" (BBC
News, 2003a). Como veremos, los
continuos comentarios de Wake-
field provocaron el furor mediáti-
co que acabó años más tarde con
numerosos medios e incluso parla-
mentarios "exigiendo" a Tony
Blair aclarar si había vacunado a
su hijo con la triple vírica o no...
LA REACCIÓN MEDIÁTI-
CA, LA REACCIÓN CIENTÍ-
FICA Y LA TASA DE VACU-
NACIÓN POBLACIONAL
Pero volvamos al año 1998. Los
principales medios escritos ingle-
ses (periódicos como The Times,
The Guardian, The Independent)
publicaron la noticia de manera
responsable, mostrando las dife-
rentes opiniones existentes entre
los expertos e insistiendo en la
importancia de no abandonar la
v a c u n a t r i p l e
(Horton, 1998;
Murch y cols,
1998). Sin embar-
go, la mayoría de
los ingleses lee
tabloides como
The Sun, Daily
Mail, etc., en los
que los titulares al
respecto fueron
mucho más sen-
s a c i o n a l i s t a s .
Esto generó un fuerte movimiento
anti-vacunación en el país (Begg,
1998).
Por su parte, la reacción científica
no se hizo esperar. En menos de un
mes (el 21 de marzo) The Lancet
publica numerosas cartas tremen-
damente críticas con el estudio de
Wakefield. En una de ellas, los res-
ponsables del Programa Global de
Vacunación de la Organización
Mundial de la Salud mostraron su
preocupación por los efectos de la
publicación del estudio, que consi-
deraron inconcluyente al no incluir
los controles habituales. Entre
otras cosas, los expertos conside-
raron que su publicación era
"especialmente trágica" ya que no
alteraba en manera alguna la reco-
mendación de seguir administran-
do la vacuna triple a escala mun-
dial, pero generaba a su vez sufi-
ciente especulación como para
dañar seriamente los programas de
salud pública (Lee y cols. 1998).
La avalancha de cartas coincidió
en señalar lo dañino de la publica-
ción de un estudio con tan serias
debilidades metodológicas: selec-
ción de pacientes no controlada,
ausencia de controles, tamaño de
la muestra demasiado pequeño,
ensayo no ciego, epidemiología no
clara... (Bedford y cols. 1998;
Black y cols. 1998; Lee y cols.
1998; Lindley
y Milla, 1998;
O´Brien y cols.
1998; Paine y
Mason, 1998).
Por si fuera
poco, investi-
gadores de la
U n i v e r s i t y
College Lon-
don Medical
School afirma-
ron haber observado hiperplasia
nodular linfoide en el 12% de los
niños de esas edades, sin desórde-
nes neuropsiquiátricos asociados
(Lindley y Milla, 1998). La reac-
ción de Wakefield a estas críticas
fue afirmar que "las asunciones
sobre la seguridad de las vacunas
basadas en ensayos inadecuados y
en el dogma contribuyen a la con-
fusión y la pérdida de confianza
del público en la vacunación"
(Wakefield, 1998).
Otros coautores de la publicación
fueron más cautos y mostraron su
el escéptico
70
En agosto de 2003, cientí-
ficos de la Universidad de
Londres predicen en
Science que, de seguir
así, el sarampión se con-
vertirá pronto en una
enfermedad endémica (¡!)
en el Reino Unido
Los continuos comenta-
rios de Wakefield provo-
caron el furor mediático
que acabó años más
tarde con numerosos
medios e incluso parla-
mentarios "exigiendo" a
Tony Blair aclarar si había
vacunado a su hijo con la
triple vírica o no...
Royal Free Hospital
Fuente: Brian Deer
http://briandeer.com/mmr/royal-free-index.htm
La vacuna triple vírica
Fuente: Brian Deer
http://briandeer.com/mmr-lancet.htm
pondiente movimiento anti-vacu-
nación, que surgió en Boston en
1902. Por fortuna no prosperaron y
hoy la enfermedad se ha erradica-
do del planeta. El problema es que
la vacunación es un material per-
fecto para cualquier historia de
terror de esas que calan rápida-
mente en el público, ya que afecta
a bebés que llevan unos pocos
meses en el
mundo (menores
de dos años).
Nada hay más
natural para un
padre/madre que
sobreproteger a
su hijo/a recién
nacido. Es más,
las vacunas pro-
vocan reacciones
adversas, poco
frecuentes y rela-
tivamente "acep-
tables", pero rea-
les. Por ello, el movimiento del
"por si acaso..." se expande a velo-
cidad sólo comparable con la que
podría alcanzar el virus del saram-
pión en una población no vacuna-
da. Los efectos de la irracionalidad
y la desinformación nunca han
sido tan dañinos.
Los hechos que aquí se relatan,
conocidos en el Reino Unido
como MMR scare (algo así como
"el susto de la triple"), componen
un fenómeno que ya sucedió en el
pasado con la vacuna de la tos feri-
na, y que se repetirá con ésta u
otras vacunas en el futuro. De
hecho, la mejor prueba de que el
pasado se olvida rápidamente es
que la vacuna anti-tos ferina ha
vuelto recientemente al candelero
debido a la presencia de timerosal
en su formulación, lo que según
algunos tabloides ingleses podría
provocar... a ver si lo adivinan...
autismo (Watts, 2004). El timero-
sal es una sal orgánica de mercurio
que se utiliza como conservante en
algunas vacunas, aunque está
cayendo en desuso. La seguridad
de su administración daría para un
artículo específico sobre el tema,
pero déjenme que cite tan solo un
par de referencias para los intere-
sados en profundizar en el mismo
(Fernández Cuesta, 2004; Institute
of Medicine, 2004).
Así pues, del
futuro podemos
esperar más estu-
dios cuya base
científica se
puede calificar
bondadosamente
como dudosa, y
más desinforma-
ción mediática.
Es por ello que
urge transmitir a
la sociedad la
necesidad de
contrastar bien las fuentes de
información y obtener siempre
consejo de profesionales de la
salud acreditados. También es
urgente que las vacunas obtengan
por parte de todos el reconoci-
miento debido a sus excelentes
servicios. Si no, nos seguiremos
encontrando con la mayor de las
ironías: a saber, el movimiento
anti-vacunas surge en gran parte a
partir del fenomenal éxito de los
programas de vacunación.
Como declaró recientemente Stan-
ley Plotkin, el inventor de la vacu-
na de la rubéola, a la revista The
Scientist, "en los países desarrolla-
dos ya no sufrimos las enfermeda-
des infecciosas para las que existen
vacunas; por ello, el riesgo de la
vacuna se percibe como mayor que
el riesgo de la enfermedad. Pero
eso es así porque la vacuna está en
uso" (Lewis, 2004). Está en nuestra
mano evitar que esto ocurra.
Ander Izeta
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BMJ 318: 1578
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co.uk/go/pr/fr/-/1/hi/wales/3434387.stm
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Wakefield. Disponible en http://news.bbc.
TRIPLE VÍRICA EN EL REINO UNIDO
el escéptico
73
Tres años más tarde se publica un
estudio danés que elimina cual-
quier duda razonable: se analizan
440.000 niños vacunados contra
96.000 no vacunados, sin que se
observe ninguna diferencia en la
incidencia del autismo entre
ambos grupos (Madsen y cols.,
2002). Aún así, el debate continúa:
surgen voces (entre ellos uno de
los autores del trabajo original,
Peter Harvey) que afirman que los
estudios epidemiológicos nunca
detectarán este tipo de asociación
con "algunos tipos de autismo", o
se citan trabajos —aún no publica-
dos— de otros científicos que apo-
yarían las hipótesis originales
(Thrower, 2004; Harvey, 2004).
Posiblemente la mejor respuesta a
estas alegacio-
nes la da el
propio Simon
Murch, tam-
bién autor del
artículo origi-
nal: al parecer
otros autores
han podido
confirmar una
i n f l a m a c i ó n
leve del intestino en relación con
el autismo; la clave es que esto
puede no tener nada que ver con la
administración de la vacuna triple
o la infección con el virus del
sarampión: es necesario justificar
con mucho más rigor la relación
causa-efecto (Murch, 2003;
Murch, 2004).
Tras todo este culebrón, quizá se
preguntarán: ¿qué fue de los auto-
res del estudio original en The
Lancet? Wakefield dimitió en
2001, justo un mes después de
haber sido distinguido como
Fellow del Royal College of
Pathologists. Preguntado al res-
pecto, dijo: "me han pedido que
me vaya porque los resultados de
mis investigaciones son impopula-
res". Desde entonces, trabaja en
autismo en el International Child
Development Resource Center
(Florida, EEUU) y sigue afirman-
do la validez de sus resultados
(BBC News 2004b).
En febrero de 2004, una investiga-
ción del Sunday Times afirma
haber encontrado numerosas irre-
gularidades en el estudio original
de The Lancet. El periodista Brian
Deer afirma, entre otras cosas,
conocer la existencia de un impor-
tante conflicto de intereses: Wake-
field recibió 55.000 libras esterli-
nas del Legal Aid Board para reali-
zar un estudio a varios niños cuyos
padres estudiaban presentar una
demanda contra la compañía far-
macéutica que
realizó la vacu-
na. Por lo
menos cuatro
niños partici-
paron en
ambos estu-
dios, por lo que
la muestra de
partida del
estudio publi-
cado en The Lancet estaría sobre-
rrepresentada por padres predis-
puestos a considerar la vacunación
como causa del autismo (Deer,
2004; Giles, 2004).
En marzo de 2004, diez de los
trece coautores del trabajo original
se retractan de la "interpretación"
de que la administración de la
vacuna triple puede causar autis-
mo (Murch y cols., 2004). De los
autores originales, sólo mantienen
dicha interpretación Peter Harvey
y Andrew Wakefield (John Linnell
no pudo ser contactado por los
propios coautores del estudio). Por
su parte, el editor de The Lancet,
Richard Horton, niega la mayoría
de las alegaciones de Deer pero
admite que no habría publicado el
artículo de haber sabido el conflic-
to de intereses existente (BBC
News, 2004c; Giles, 2004; Horton,
2004).
Así pues, triple vírica y autismo:
¿cuál es la situación actual? Una
de las instituciones americanas
más prestigiosas, el Institute of
Medicine, afirmó en su octava y
última revisión sobre el tema que
las hipótesis de un origen vacunal
del autismo no están basadas en
las pruebas actuales, por lo que
rechaza la relación causal entre la
vacuna triple y el autismo (Institu-
te of Medicine, 2004). En la actua-
lidad, se puede afirmar que todos
los expertos coinciden en estas
mismas conclusiones (DeStefano
y Thompson, 2004).
QUÉ HEMOS APRENDIDO,
Y QUÉ PODEMOS ESPE-
RAR DEL FUTURO
Las vacunas son una de las dianas
favoritas de los movimientos
"anti-medicina oficial". Ya la pri-
mera vacuna, inventada por Jenner
contra la viruela, tuvo su corres-
el escéptico
72
Según S. Plotkin "en los
países desarrollados ya
no sufrimos las enfer-
medades infecciosas
para las que existen
vacunas; por ello, el
riesgo de la vacuna se
percibe como mayor
que el riesgo de la
enfermedad. Pero eso
es así porque la vacuna
está en uso"
Un estudio danés elimina
cualquier duda razonable:
se analizan 440.000 niños
vacunados contra 96.000
no vacunados, sin que se
observe ninguna diferencia
en la incidencia del autis-
mo entre ambos grupos
El periodista de The Sunday Times,
Brian Deer. Fuente: Brian Deer
http://briandeer.com/mmr-lancet.htm
Richard Horton, editor de The Lancet,
acaba de publicar un libro sobre el
escándalo de la vacuna triple (Granta,
Sep. 2004, ISBN: 186207 7649)
Fuente: Granta
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el escéptico
74
TRIPLE VÍRICA EN EL REINO UNIDO