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de todo este libro. En este capítulo, sin embargo, las
vamos a dejar aparcadas para centrarnos en lo que
constituye el lenguaje verbal.
En primer lugar, te mostraré que existen algunos tér-
minos de uso cotidiano que adquieren una mayor pre-
cisión o incluso un significado distinto cuando expre-
san cuestiones científicas. Verás ejem-
plos en los que una
mala tra-
ducción puede dinamitar el
mensaje. Después comprobarás que la ciencia
no siempre es del todo precisa a la hora de definir sus
términos. También verás que hay quien aprovecha el
vocabulario científico, o lo imita, inventando otros
para confundir con falsas pero para ellos rentables
ciencias. Finalmente, te mostraré que esas palabras
largas y extrañas tan abundantes en la ciencia son
más sencillas de lo que parecen. A lo largo de este
capítulo es inevitable que aparezcan magnitudes
como peso, masa o energía, y unidades como el kilo-
gramo o el newton [...]
Antes de empezar de una vez, te advierto de que la
falta de cuidado conduce en ocasiones a la aparición
de expresiones de lo más curiosas, expresiones que
perfectamente podrían formar parte de la antología
del disparate. Ahí van unos ejemplos auténticos,
copiados literalmente (tras eliminar las faltas grama-
ticales), de exámenes de ESO. Por si fuera necesario,
marco en cursiva la metedura de pata. Las palabras
correctas las puedes encontrar al final del artículo, en
el Anexo 1:
- El seropositivo es el portavoz del sida.
- Un cuerpo se puede cargar eléctricamente por
intuición.
- Una mujer debe ponerse un diafragma horas antes
de tener una relación social.
- Las montañas se elevan por movimientos eró-
genos.
- Las fuerzas de comprensión son fuerzas con-
versas.
- Según la teoría atómica de Dalton, los átomos
son intratables.
- Un ejemplo de sistema con energía potencial es
el agua embalsamada en una presa.
- En ciencia, los resultados deben ser refrutados
(también aparecen otras variantes: reputados,
irreputables, y similares).
- Los enlaces covalentes se representan
mediante el diafragma de Lewis.
- En un movimiento circular actúa la fuerza
centrípoda.
- En la vacunación se inyectan microorga-
nismos atontados.
- En una serie filogenética, los fósiles alienados en el
tiempo reconstruyen la evolución del grupo.
- Una bandada de aves es una asociación gregoriana.
- Un barómetro es un aparato para medir la presión
aritmética.
- La próstata segrega líquido semántico.
La ciencia y el habla cotidiana
Hay un buen puñado de palabras que la ciencia ha
tomado de la calle —palabras que describen realida-
des, como “frío” o “calor”— y que, como resultado
de su labor, han visto transformado su significado,
podríamos decir que haciéndose más exacto. Por
el escéptico
35
H
ablando de palabras, y antes de ir más allá,
déjame dejarte claro, Nicolás, que una de las
cosas que pretendo con este libro es que lo
encuentres lo más claro posible. Para ello me vas a
permitir que me olvide de lo políticamente correcto
en lo que al tratamiento de género se refiere.
Así que me ceñiré a las
normas de nues-
tro idioma, y
no pondré cosas
como “los y las
científicos y cientí-
ficas”, los “científi-
cos/as” y mucho
menos “l@s cientí-
fic@s”, a pesar de
que este tipo de
expresiones aparecen
cada vez más en el len-
guaje escrito y oral
(fíjate en los mítines
políticos, se ve que hay
muchos votos de por
medio). De manera que
cuando leas algo así como
“los científicos”, ten bien
presente que me refiero al
conjunto de las personas
que se dedican a la investi-
gación, gestión, enseñanza,
divulgación, etcétera, de la
ciencia, independientemente
no sólo de su sexo, sino tam-
bién de su tendencia sexual, raza, orientación políti-
ca, creencia religiosa, edad, aspecto físico y cualquie-
ra otra de las variables que se te ocurran y que nos
hacen a todos tan agradablemente distintos.
Si vamos a hablar de ciencia, no podemos dejar de
lado una referencia al lenguaje, el instrumento huma-
no por excelencia de comunicación. Si
en alguna actividad
h a y
que expre-
sarse con precisión, ésa es
la ciencia. Y si hay un lenguaje donde la pre-
cisión alcanza el no va más, ése es el de las matemá-
ticas. Seguro que más de una vez has oído que el len-
guaje de la ciencia son las matemáticas o, de una
forma más fina, que la ciencia habla con el lenguaje
de las matemáticas. No voy a ser yo quien lo contra-
diga, y, de hecho, las matemáticas surgirán a lo largo
C I E N C I A P A R A N I C O L Á S
el escéptico
34
LAS PALABRAS DE
LA CIENCIA
Todo está en la palabra. Una idea entera se cambia porque una
palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita
adentro de una frase que no le esperaba y que le obedeció.
Pablo Neruda
"Las palabras de la ciencia" es el primer capítulo de Ciencia para Nicolás, de Carlos
Chordá, recientemente publicado por Editorial Laetoli en su colección de divulgación
científica "Las dos culturas" (www.laetoli.net) con un prólogo de Javier Armentia
Carlos Chordá
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C I E N C I A P A R A N I C O L Á S
(en inglés, sulphur es azufre) o balancear por equili-
brar (una mala traducción de to balance). También he
visto traducir silicon por silicona, cuando querían
decir originalmente silicio. Otras veces calcan carbon
y se nos queda en sucio carbón lo que no era sino car-
bono. Me he encontrado con evidence como eviden-
cia (una evidencia es una certidumbre que salta a la
vista, de manera que no se puede dudar de ella) cuan-
do realmente significa prueba (indicio con el que se
pretende demostrar algo), y en la ciencia, como en la
vida, no es lo mismo una evidencia que una prueba.
Hablando de pruebas, y figúrate como puede quedar
una noticia, una spatial probe se transforma no en
una sonda espacial, lo que es, sino en una prueba
espacial. También he oído hablar de la influencia en
los claustros universitarios de los escolares, tan
pequeñitos ellos, cuando scholars significa catedráti-
cos. Muchas veces los chemicals, que son los com-
puestos químicos, adquieren apariencia humana
transformándose, sin necesidad de estudiar, en emi-
nentes químicos. Otras veces un experimento termina
en un “suceso” (no especifican si bueno o malo)
cuando en realidad ha sido un éxito (success). Últi-
mamente ya no se eliminan las cosas de la forma tra-
dicional, sino que desaparecen simplemente con
removerlas, aunque en inglés to remove no es sino
separar; y hay exploradores que pierden el compás
como si fueran malos cantantes cuando lo que no
encuentran es la brújula (compass), mucho más nece-
saria en esas situaciones. También hay científicos que
hacen sugestiones en los congresos, aunque lo que
realmente preten-
dían era hacer sim-
ples sugerencias
(suggestions)…
Pero si hay que
poner un especial
cuidado en la tra-
ducción es cuando
aparecen números
de los grandes, pues los estadounidenses (en esto y en
otras cosas, ya lo verás) van por su cuenta. Hasta el
millón, no hay problema, basta con la traducción lite-
ral del término. Sin embargo, cuando nosotros conta-
mos mil millones, a esa cifra la llamamos así, sin
más, mil millones, mientras que para los yanquis esa
cantidad es un billón. Y a nuestro billón (millón de
millones) ellos le llaman trillón… Vamos, un follón.
Otras veces el mal uso de las palabras viene dado por
la pretensión de parecer uno más culto de lo que real-
mente es, cosa muy frecuente y de la que ni tú ni yo
estamos a salvo. Si consultas el Diccionario de la
Real Academia Española, que es el que cuenta, verás
que define geografía como la ciencia que trata de la
descripción de la Tierra. Y si buscas patología encon-
trarás lo siguiente: parte de la medicina que estudia
las enfermedades. Como ves, en ambos casos esta-
mos hablando de ciencias. Pues oirás más de una vez,
por ejemplo en documentales de la televisión, que “la
geografía de tal país es muy accidentada”. ¿No te
parece que sería mejor cambiar en esos casos geogra-
fía por relieve? Y, aunque te resulte extraño, quienes
más usan equivocadamente patología como sinónimo
de enfermedad son precisamente los médicos, cons-
truyendo frases como “la incidencia de las patologías
pulmonares ha aumentado entre las mujeres a causa
de un incremento en el porcentaje de mujeres fuma-
doras...”
A veces, la terminología científica
ayuda poco
Otros términos que te pueden resultar confusos y que
encontrarás quizá por primera vez en tus clases de
biología o de química son los nombres de dos gran-
des grupos de sustancias: las inorgánicas y las orgá-
nicas. Ten cuidado, Nicolás, porque pueden llevarte a
pensar que las inorgánicas son las sustancias que no
están en los organismos (seres vivos), al revés que las
orgánicas, que formarían ellas solas la totalidad de
nuestros cuerpos. Esto no es correcto en absoluto, a
pesar de que la inmensa mayoría de sustancias orgá-
nicas son producto de las reacciones químicas que
se producen dentro de las células. Pero fíjate que
un cuerpo humano es aproximadamente en un
70% agua, típico compuesto inorgánico, mientras
que quizá el jersey que llevas puesto tiene una
buena cantidad de poliéster, sustancia orgánica
completamente artificial. La principal diferencia
entre ambos grupos de sustancias es que las molé-
culas de las inorgánicas son habitualmente peque-
ñas, con el mismo tipo y número de átomos de
cada elemento, mientras que las moléculas de las
orgánicas suelen ser grandes o muy grandes, con áto-
mos de muy pocos elementos enlazados en largas
cadenas cuyo esqueleto son átomos de carbono (el
estudio de las moléculas orgánicas suele llamarse
química orgánica o química del carbono). Las molé-
culas orgánicas son de una variedad impresionante-
mente grande.
Para complicar aún más las cosas hay palabras —por
suerte, no muchas— que tienen dos significados dife-
el escéptico
37
supuesto, ninguna de ellas va a dejar de ser usada tal
y como se hace desde tanto tiempo atrás. Conviene
tener esto en cuenta, ya que muchas palabras y expre-
siones propias del habla cotidiana cambian de signi-
ficado cuando se utilizan en la actividad científica, a
veces de forma inaprecia-
ble, a veces más radical-
mente. Es evidente que no
se trata de ninguna inco-
rrección, pero hay que
tener presente el contexto
en el que estamos usando
esas palabras. Para que me
sigas, Nicolás, incluso los
mejores científicos utili-
zan el vocabulario con su
sentido “de calle” cuando están en la calle, y no sé de
nadie tan purista como para escandalizarse de ello.
Por ponerte un ejemplo, incluso un físico que ha
ganado el Nobel se quejará diciendo que “hace un
frío que pela” sin que ningún colega le eche en cara
que “en realidad el frío no existe”. Y, ciertamente,
éste último tiene razón. Por supuesto, cuando el pre-
mio Nobel de nuestro ejemplo publica sus trabajos en
las revistas especializadas se cuidará mucho de
expresarse como lo hace cuando está cenando con sus
amigos. Lo que existe es el calor, magnitud que se
refiere a un determinado intercambio de energía entre
cuerpos o sistemas materiales. De todas formas, ni
siquiera decir “¡pero qué calor hace!” es correcto, ya
que habría que hablar de lo elevada que está la tem-
peratura. Otros ejemplos similares son:
• Hablar de la fuerza que tiene un levan-
tador de piedras. La fuerza no es una
propiedad de los cuerpos, sino que sólo
existe mientras se ejerce entre ellos. Lo
correcto —repito, en un sentido puris-
ta— sería decir “qué fuerza hace ese
levantador sobre la piedra” o incluso
“¡qué energía tiene este levantador!”
• Casi todo el mundo probablemente res-
ponda que el aceite de oliva es más
denso que el agua, cuando es justo al
revés. En este caso se confunde densidad
con viscosidad, de manera que el aceite
es más viscoso que el agua. Si fuera más
denso se iría al fondo, en lugar de flotar en ella.
• Cuando vamos al supermercado, todos decimos
algo así como “quiero un melón que pese unos dos
kilos”, o “dame una merluza que pese como tres cuar-
tos de kilo”. El kilo o kilogramo no es una unidad de
peso (éste es una fuerza y la unidad correspondiente
es el newton) sino de masa. Lo que sucede es que en
la superficie terrestre lo más cómodo para averiguar
una masa es pesar el objeto en cuestión. Una balanza
mide realmente el peso,
pero hace una sencilla con-
versión para expresar el
resultado en forma de
masa, ya que en la superfi-
cie terrestre la relación
entre peso y masa es prác-
ticamente constante. En
este caso, lo correcto sería
pedir una merluza con una
masa aproximada de tres
cuartos de kilogramo, pero si lo haces seguro que te
miran como si fueras un bicho raro.
• Incluso en sesudos libros de texto nos encontramos
con verdades tan evidentes como que los mamíferos
respiramos por pulmones o comentarios sobre la res-
piración branquial de los peces. En realidad, los dife-
rentes seres vivos realizamos el intercambio de gases
a través de branquias, o pulmones, o la piel, o las
hojas… pero respirar, lo que se dice respirar, lo hacen
todas nuestras células en unas estructuras llamadas
mitocondrias.
No olvides tampoco la influencia de los medios de
comunicación en el lenguaje, ya que terminan creando
escuela (qué podría decirte de las retransmisiones
deportivas por la radio). El pro-
blema es que, salvo revistas
destinadas exclusivamente a la
divulgación científica, los
medios apenas destinan un
hueco a este fin, y casi siempre
se limitan a traducir textos
escritos originalmente en
inglés (casi todo lo que se
publica y tiene algo que ver
con la ciencia se hace en esa
lengua). En muchos casos
quien traduce sabe inglés, no lo
dudes, pero sabe poco de cien-
cia. Y para traducir bien un
texto no basta con conocer el
idioma. Es imprescindible, además, dominar el asunto
del que se trata.
Cuando no es así, se deslizan errores como los
siguientes: trióxido de sulfuro por trióxido de azufre
el escéptico
36
Muchas palabras y expresiones
propias del habla cotidiana cambian
de significado cuando se utilizan en
la actividad científica, a veces de
forma inapreciable, a veces más
radicalmente. Hay que tener presen-
te el contexto en el que estamos
usando esas palabras
Muchas veces, quienes
traducen comunicacio-
nes científicas desde el
inglés, saben esa len-
gua, pero suelen saber
poco de ciencia. Y para
traducir bien un texto
no basta con conocer
el idioma. Es impres-
cindible, además,
dominar el asunto del
que se trata
Para complicar aún más
las cosas hay palabras -
por suerte, no muchas-
que tienen dos significa-
dos diferentes para la
ciencia, es decir, son
polisémicas
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C I E N C I A P A R A N I C O L Á S
formada por los mismos elementos, por los mismos
átomos, que se combinan formando las distintas sus-
tancias, que es lo que estudia la química. En este sen-
tido, absolutamente todo es química, independiente-
mente de si es un producto natural o sintético.
También está de moda, de unos años a esta parte, que
nos intenten vender todo tipo de productos pegándo-
les la etiqueta de ecológico, o de biológico, con el
pretendido beneficio de la salud. El adjetivo ecológi-
co suele aplicarse a productos agrícolas producidos
prescindiendo de abonos inorgánicos, herbicidas e
insecticidas, y a productos ganaderos como carne o
leche en cuyo proceso no se han usado antibióticos,
piensos de origen animal, etc. En estos casos, los pro-
ductos pueden suponer un consumo más saludable,
aunque no necesariamente implican siempre mejor
sabor: como te indiqué más arriba, el calcio que
absorbe una acelga es exactamente idéntico, proven-
ga de un granulado sintético o de estiércol de oveja.
El abono que, como este último, tiene su origen en los
animales presenta la ventaja de ser menos dañino
para el medio ambiente. Por otro lado, tiene el incon-
veniente de que aumenta el riesgo de infecciones e
infestiones parasitarias, lo que dicho así parece grave
pero tiene una solución muy sencilla: un buen lavado
de la verdura.
En el caso de los productos “biológicos”, la satura-
ción ha llegado a ser tal que se han dictado leyes
regulando su uso, pues casi cual-
quier cosa era vendida con esa
calificación: desde zapatos a chi-
cles, aunque me llama la aten-
ción la “arquitectura biológica”,
que no utiliza seres vivos como
material de construcción, sino
que se basa en conceptos de lo
más esotéricos.
Palabras paranormales
Hablando de lo esotérico, éste es un mundo que suele
estar íntimamente mezclado con las pseudociencias o
falsas ciencias. Más adelante te hablaré de qué es
ciencia y qué no lo es, y cómo puede resultar difícil
evitar que te den gato por liebre si no pones un poco
de cuidado. Los adeptos de estas “disciplinas” disi-
mulan imitando los hablares de la ciencia, a la vez
que suelen despreciarla llamándola “la ciencia ofi-
cial” o “la ciencia occidental” y cosas por el estilo.
Además de la arquitectura biológica, aquí tienes algu-
nos otros ejemplos, aunque la lista es interminable:
Geobiología (el nombre invita a pensar que se trata
de una disciplina científica). Según esta pseudocien-
cia, la superficie de nuestro planeta está cruzada por
franjas de radiación cosmotelúrica, también llamadas
redes de Hartman. Quizás así quieren dar a entender
que el tal señor Hartman es el descubridor de seme-
jante cosa, pero eso es imposible, entre otras cosas
porque dichas redes son del todo punto indetectables,
seguramente porque no existen.
Higienismo. Se podría clasificar como una pseudo-
medicina que se basa en que el organismo humano es
capaz de sanarse de todas, absolutamente todas, las
enfermedades por sí mismo. Los higienistas aseguran
que la medicina “oficial”, o, mejor aún, los médicos,
en complicidad con las industrias farmacéuticas, nos
engañan y nos obligan a consumir medicamentos con
el único fin de llenarse los bolsillos. Además, dicen
que los medicamentos no solo son innecesarios sino
también peligrosos. Lo curioso es que, aunque nues-
tro cuerpo es capaz de curarse solo, según dicen, ellos
trabajan para curarnos y, lógicamente, no lo hacen
gratis: pasan consulta de pago, ofrecen cursos de
pago y editan libros de autoayuda —¿lo adivinas?—
de pago.
Ufología. Palabra nacida de la unión entre la
inglesa ufo (siglas de Unidentified Flying Object,
que en su traducción al español es ovni, objeto
volador no identificado) y la griega logos, estudio.
Después de muchos años de uso,
la Real Academia Española la
recoge en la vigésima segunda
edición de su Diccionario y la
define así: “simulacro de investi-
gación científica basado en la
creencia de que objetos volado-
res no identificados son naves
espaciales de procedencia extra-
terrestre”. El acierto de los aca-
démicos es total. La ufología no
es una ciencia, sino una burda imitación que en lugar
de seguir los pasos lógicos de ésta se apoya, como
bien indica la definición, en una creencia no muy dis-
tinta de la creencia en el ratoncito Pérez. Al menos,
las pruebas que proporcionan los ufólogos no son
más consistentes que las de quienes apoyan la exis-
tencia del famoso coleccionista de dientes. Eso sí, los
aficionados y expertos en ufología no han tardado en
presentar sus quejas ante la Academia, solicitando
una rectificación de manera que la definición sea más
acorde con sus ideas.
el escéptico
39
rentes para la ciencia, es decir, son polisémicas. En
física, potencia es una magnitud que relaciona un tra-
bajo con el tiempo empleado en realizarlo, pero es
además la fuerza (otra magnitud distinta) que hace-
mos en una palanca para elevar una masa. Otro ejem-
plo, éste de la biología, es estroma, que por una parte
es un conjunto de tejidos de sostén, formado tanto por
fibras como por células, y por otra es el contenido de
unos orgánulos subcelulares vegetales, los cloroplas-
tos. O sinapsis, zona de comunicación entre las célu-
las nerviosas, las neuronas, pero que también se refie-
re a un fenómeno complejo que sucede en la meiosis,
la división celular especial que
conduce a la formación de óvu-
los y espermatozoides.
Y tenemos el fenómeno contra-
rio, que un solo concepto
puede ser nombrado de mane-
ras distintas: haplodiplobionte,
haplodiplonte, diplohaplonte y
diplohaplobionte
significan…
bueno, quizá no tiene demasia-
da importancia, pero te aseguro
que se trata de un único signifi-
cado. Por desgracia, la ciencia es una actividad huma-
na y está salpicada de pequeñas incongruencias como
éstas, que hacen que sea un poco más complicada de
lo que debería.
Pero, ¿qué nos quieren vender?
En otras ocasiones, el habla vulgar refleja cierto
grado de ignorancia en cuestiones científicas, muchas
veces con la participación de los medios de comuni-
cación o de las marcas comerciales. Así, seguro que
has oído el anuncio de una marca de productos lácteos
que asegura que su leche enriquecida en calcio es
mejor que la de la competencia, ya que el calcio que
ellos añaden lo extraen de la leche. Pues qué bien,
pero el calcio es un elemento químico y sea cual sea
su origen (la leche, o el cadáver de un gato, o un
mineral, o…) sus átomos son absolutamente indistin-
guibles unos de otros, así que no sabemos de qué pre-
sumen tanto. Más aún, ¿comprarías leche de esa
marca, pero de la que no está enriquecida en calcio?
Pues yo no, pues sospecho que está empobrecida.
También te habrás fijado en que muchos productos de
bollería industrial presumen con grandes letras de uti-
lizar exclusivamente grasas vegetales, y añaden
incluso “guerra al colesterol”. Cierto es que entre las
grasas vegetales no se encuentra el colesterol, del que
poca gente sospecha lo imprescindible que es para el
correcto funcionamiento de nuestro organismo. Su
mala fama se debe a que, si está en concentraciones
elevadas, supone un alto riesgo de arteriosclerosis,
trastorno del sistema circulatorio que puede llegar a
desembocar en incapacidades graves o incluso en la
muerte.
Respecto a las grasas contenidas en los alimentos
debes tener presente no si son de origen animal o
vegetal, sino su contenido en ácidos grasos saturados
e insaturados. Los ácidos grasos saturados provocan
un aumento del colesterol en
la sangre, por lo que conviene
no abusar de ellos. Estos áci-
dos grasos abundan entre las
grasas de origen animal, pero
también se encuentran en
algunas grasas vegetales,
como en los aceites de coco y
palma. Seguro que sabes que
cocoteros y palmeras son pro-
pios de países tropicales, lo
que por desgracia implica paí-
ses pobres del Tercer Mundo,
donde los sueldos de los obreros casi siempre son
cualquier cosa menos dignos… En definitiva, los
aceites de coco y palma son baratos, y a las pastelerí-
as industriales no les parecen mal para elaborar sus
productos. Y no podemos decir que en el envoltorio
del bollo haya mentiras. Los ácidos grasos “buenos”,
los que mantienen niveles adecuados de colesterol,
son los insaturados, que abundan en la mayoría de
grasas vegetales (la mejor es, claro está, nuestro acei-
te de oliva) y en algunos animales como el pescado
azul, es decir, anchoas, atún, caballa, etc. Ahora ya
sabes por qué es preferible desayunar unas pastas
caseras que uno de esos bollos con cacao que vienen
dentro de un celofán.
Ojo también con la tendencia a exaltar lo natural
como sinónimo de sano, y de echar por tierra cual-
quier cosa medianamente artificial rechazándola con
un “esto es todo química”. Una mordedura de víbora
o una infección por beber agua contaminada con
excrementos de ganado son de lo más natural, pero
supongo que no te parecen muy saludables. Y al con-
trario, antibióticos totalmente artificiales han salvado
y siguen salvando miles de vidas humanas. Además,
¿de qué se habla en realidad al decir química? Quizás
lo que se quiere decir es que hay aditivos artificiales.
Es necesario tener presente que toda la materia está
el escéptico
38
Toda la materia está formada
por los mismos elementos,
por los mismos átomos, que
se combinan formando las
distintas sustancias, que es lo
que estudia la química. En
este sentido, absolutamente
todo es química, independien-
temente de si es un producto
natural o sintético
Los adeptos a las pseudo-
ciencias disimulan imitan-
do los hablares de la cien-
cia, a la vez que suelen
despreciarla llamándola "la
ciencia oficial" o "la cien-
cia occidental" y cosas por
el estilo
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C I E N C I A P A R A N I C O L Á S
manera, sea con una pirámide de cartón o con un cris-
tal de cuarzo bajo la cama, tu cuerpo se verá recarga-
do con una forma de energía que quizá sea la energía
vital, concepto místico basado en antiguas teorías
chinas que sirve de fun-
damento a la acupuntu-
ra. Según ésta, las
enfermedades aparecen
por la interrupción de
los flujos de energía
vital del cuerpo, inte-
rrupción que es desblo-
queada al clavar las
agujas.
Todas estas supuestas energías tienen unas propieda-
des maravillosas, por lo que es una pena que en rea-
lidad no existan: son inagotables, no se degradan y
sirven lo mismo para un roto que para un descosido.
Pero tratarán de convencerte de que curan enferme-
dades de lo más variadas, de que permiten detectar
aguas subterráneas con una varita de avellano o de
que es posible viajar en el tiempo si sobrevuelas el
misterioso Triángulo de las Bermudas.
Fáciles de aprender
Muchas de las palabras que describen disciplinas
científicas o conceptos propios de ellas son, desde
luego, realmente extrañas, largas y no suenan a nada
conocido, lo que aparentemente supone una dificul-
tad añadida en asignaturas como la biología o la geo-
logía: pericardio, cardiopatía, patógeno, genoteca, y
decenas o incluso centenares más. Así que estarás
pensando que de qué voy cuando digo que son fáciles
de aprender.
Nicolás, cuando se te presente una de estas palabras
piensa que está formada por la unión de otras más
cortas, y que éstas, aun siendo abundantes, no lo son
tanto como para no poder conocer muchas de ellas.
Peri significa en griego alrededor; como en periferia.
Cardio hace referencia al corazón, el músculo cardia-
co. Pato significa sufrimiento o enfermedad y nos ha
aparecido en patología. Gene o génesis es el naci-
miento, el origen, y forma parte del nombre Eugenio,
que literalmente significa “el bien nacido”.
Finalmente, teca indica colección, como en bibliote-
ca, que no es otra cosa que un lugar lleno de libros, y
que te sugiero que visites con frecuencia.
Ahora los ejemplos citados en el párrafo anterior
comienzan a tener un significado más evidente. El
pericardio es el tejido que recubre el corazón. Una
cardiopatía es una enfermedad que afecta al corazón.
Se dice que es patógeno lo que puede producir alguna
enfermedad. Finalmente, una genoteca es una colec-
ción de genes, algo que se utiliza en
técnicas de biotecnología (los genes
son fragmentos de ADN, la molécula
que tiene, entre otras, las instrucciones
para que se forme un nuevo ser a partir
de dos células de sus progenitores).
He preparado un listado con raíces
como las anteriores, y prefijos y sufi-
jos, con un ejemplo en cada caso. Te
recomiendo que conozcas el mayor
número de estas partículas y sus significados. Esto te
será muy útil porque habitualmente se repiten en
muchas palabras, de manera que podrás deducir lo
que significan cuando las veas por primera vez. La
mayoría son de origen griego, aunque también las
hay de origen latino. Como el número de éstas es bas-
tante menor que el de aquéllas, te indico con una (L)
las partículas que tienen su origen en el latín. El resto,
evidentemente, derivan del griego. Al final incluyo la
lista de los prefijos numerales del uno al diez de ori-
gen griego. Esta lista puedes leerla en el Anexo 2. No
seas perezoso y lee esa lista con detenimiento.
Cuando acabes, vuelve y ya puedes comenzar el
siguiente capítulo, en el qué trataré de explicarte qué
es la ciencia.
(Continúa en la edición impresa de Ciencia para Nicolás)
el escéptico
41
Se publicó hace no mucho tiempo en los periódicos
una noticia realmente sorprendente, donde había de
todo excepto sensatez: era la historia de un acupuntor
que fue condenado por dañar a enfermos con falsos
tratamientos. Este señor aseguraba que los extrate-
rrestres le habían enseñado una medicina llamada
“biocibernética holográfica cuántica”, que entre sus
tratamientos incluye la extracción de todos los dien-
tes o la aplicación de un misterioso medicamento lla-
mado “embriones vivos de cerebro total y placenta”
(digo misterioso porque, que yo sepa, no existen
embriones ni de cerebro ni de placenta, ni vivos ni
muertos).
Pero si entre los defensores de lo paranormal hay una
palabra clave, esa es la palabra energía. La utilizan
como un comodín capaz de explicar cualquier cosa,
por increíble que parezca. Aunque si hay algo increí-
ble es que se empeñen en desconocer —o hacer como
que desconocen— el verdadero significado de la
palabra, que para ser bien definido ha costado el
esfuerzo de generaciones de científicos. Aunque más
adelante tendrás una definición, te adelanto que es
una magnitud (y que, por lo tanto, se puede medir),
que todos los sistemas materiales la poseen en mayor
o menor grado, y que está sujeta a un principio fun-
damental o ley natural que dice que la energía ni se
crea ni se destruye, sino que se transforma, y que en
este proceso pierde calidad degradándose. Nicolás, a
esta gente esos detalles les parecen tan nimios que las
energías de las que hablan no se pueden detectar con
ningún instrumento, por lo que no se pueden medir,
aunque algunos de ellos afirman que hay mentes con
unos poderes capaces de detectarlas (eso sí, sólo las
detectan ellos). Por otro lado, aparecen y desaparecen
como por arte de magia, aunque casi siempre con
extrañas conexiones cósmicas. Vamos a ver algunos
de los usos que le dan a este vocablo:
• Los creyentes en el Feng Shui, que es una teoría de
origen chino con más de dos milenios de antigüedad,
explican que se trata de una técnica de observación de
los espacios y objetos de la vida diaria y su influen-
cia sobre el ser humano con el objetivo de conseguir
el bienestar. Algo que debe tener en cuenta un arqui-
tecto si quiere hacer… arquitectura biológica. Según
el Feng Shui, hay que tener siempre presente el equi-
librio entre las energías yin y yang (aunque a estas
energías a veces las llaman fuerzas). El yin carece de
vida, es frío y oscuro. El yang, como adivinarás,
posee vida, es cálido y brillante. A partir de aquí las
recomendaciones son de lo más curiosas: hay que
tener animales en casa, sobre todo si la gente está
ausente todo el día, pues el silencio acumula energías
yin. Lo raro es que los animales más recomendables
son los peces, que no se caracterizan precisamente
por ser muy ruidosos. Nada de estanterías, ni de cac-
tus, que crean energías negativas, lo mismo que un
techo donde queden a la vista vigas de madera. En
este último caso proponen anular estas energías col-
gando de ellas un sofisticado aparato: un móvil de
esos de campanitas. Nada de espejos en el dormito-
rio, que atraen a terceras personas (vaya susto si se
materializa alguien en el cuarto a medianoche). Si tie-
nes una chimenea asegúrate de que da al sur, y si por
desgracia da al noroeste ni se te ocurra encenderla
aunque esté helando: junto con los troncos arde irre-
mediablemente el yang. También recuerdan bajar
siempre la tapa de la taza del wáter, que, como no
podía ser de otra manera, atrae energías negativas.
• Tenemos otro ejemplo donde se abusa del concepto
de energía en un artículo publicado en una de esas
revistas que regalan con el periódico. Explican allí
que, cuando nuestros remotos antepasados levanta-
ban los dólmenes, no lo hacían en cualquier sitio sino
que los situaban en puntos clave ayudados por una
misteriosa tecnología que les permitía detectar algo
llamado líneas leys, que son corrientes de energía
telúrica que surcan el planeta. Esto me recuerda
mucho a las franjas de radiación cosmotelúrica de las
que habla la geobiología, pero no he logrado confir-
mar si son realmente las mismas. El artículo se ilus-
tra con un mapa que lleva este pie: “Líneas leys que
pasan por la Península”. Dicha península es la
Ibérica, y en el mapa no se ve sino una sola línea,
recta, de dirección norte-sur que la cruza aproxima-
damente desde Gijón hasta Cádiz. No sé si sobre esta
línea hay algún dolmen, pero conozco unos cuantos
que no están en ella.
• Otros términos que incluyen la palabra energía y
que sirven de justificación en técnicas pseudomédi-
cas son la bioenergía, que sirve como excusa para
vender medicamentos o tratamientos alternativos que
no tienen en realidad ninguna eficacia (por ejemplo,
algunos presuntos terapeutas afirman que con cam-
pos magnéticos, es decir, aplicando imanes, el orga-
nismo restaura su bioenergía). O la energía pirami-
dal,
que se basa en que los objetos que imitan a las
pirámides de Egipto son capaces, como éstas (¿acaso
éstas lo son?) de concentrar la energía cósmica. Otros
sustituyen la pirámide por un trozo de cuarzo y tene-
mos así la energía de los cristales. De cualquier
el escéptico
40
Todas las supuestas energí-
as esotéricas tienen unas
propiedades maravillosas,
por lo que es una pena que
en realidad no existan: son
inagotables, no se degradan
y sirven lo mismo para un
roto que para un descosido
ANEXO 1
En lugar de los divertidos disparates que aparecen
en las frases que he citado en las primeras páginas
del capítulo primero, las palabras correctas son las
siguientes:
inducción
sexual
orógenos
compresión, convergentes
indivisibles
embalsada
refutables
diagrama
centrípeta
atenuados
alineados
gregaria
atmosférica
seminal
background image
Nefro. Riñón. Nefritis: inflamación del riñón.
Neo. Nuevo. Neolítico: la fase más reciente de la Edad de
piedra.
Nomos. Ley. Taxonomía: ciencia que se ocupa de la
correcta clasificación de los seres vivos.
Oligo. Poco. Oligoelemento: elemento que está en baja
concentración.
Omni. (L) Que abarca todo. Omnívoro: de alimentación
variada.
Onto. Ser. Paleontología: ciencia que estudia seres anti-
guos.
Órnitos. Pájaro. Ornitólogo: estudioso de los pájaros.
Ósteo. Hueso. Osteicios: peces de esqueleto óseo.
Paleo. Antiguo. Paleolítico: antigua Edad de piedra.
Para. Al lado de. Paranormal: fuera de lo normal.
Pato. Enfermedad. Osteopatía: enfermedad que afecta al
tejido óseo.
Peri. Alrededor. Periantio: conjunto de hojas (sépalos y
pétalos) que rodean y protegen la parte reproductora de la
flor.
Podos. Pie. Tetrápodo: vertebrado con cuatro extremi-
dades.
Poli. Mucho, abundante. Poliándrica: flor con muchos
estambres.
Pro. Antes de. Procariota: célula sin núcleo (estas células
aparecieron antes que las eucariotas o células nucleadas).
Pseudo. Falso. Pseudópodos: falsas patas (prolongacio-
nes del citoplasma de algunas células, como las amebas).
Ptero. Ala. Díptero: insecto con dos alas.
Scopio. Observar. Microscopio: instrumento que amplía
imágenes.
Semi. (L) Mitad. Semicírculo: medio círculo.
Soma. Cuerpo. Somatostatina: sustancia que inhibe la
acción de la hormona del crecimiento.
Sperma. Semilla. Espermafitas: plantas que se reprodu-
cen por semillas.
Sub. (L) Debajo. Subsuelo: debajo del suelo.
Súper. (L) Por encima de. Supersónico: que lleva más
velocidad que el sonido.
Tánatos. Muerte. Eutanasia: muerte sin dolor.
Tele. Lejos. Telescopio: instrumento para ver objetos dis-
tantes.
Termo. Calor. Termómetro: aparato para medir la tempe-
ratura.
Tomo. Parte. Átomo: partícula básica de la materia. Su
nombre es erróneo (significa literalmente sin partes), ya
que en realidad los átomos están formados por partículas
subatómicas.
Trofos. Alimentar, criar. Hipertrofia: desarrollo excesivo.
Ulo, a. (L) Diminutivo. Corpúsculo: cuerpo muy pequeño,
partícula.
Ultra. (L) Más allá. Ultradiario: ritmo con una frecuencia
superior a la diaria.
Voro. (L) Comer. Frugívoro: que se alimenta de frutos.
Zoo. Animal. Zoogeografía: ciencia que estudia la distribu-
ción de las especies animales en la Tierra.
Prefijos numerales de origen griego
Las palabras que en griego antiguo nombraban los núme-
ros están en el origen de muchas palabras en muchos idio-
mas de todo el mundo. Basta con que eches una ojeada a
cualquier diccionario. Si combinas las palabras que van a
continuación con las anteriores, quizás tú también puedes
pensar encrear nuevas palabras...
Mono. Uno. Monoteísmo: un solo Dios.
Di. Dos. Disílaba: palabra formada por dos sílabas.
Tri. Tres. Trilogía: conjunto de tres obras.
Tetra. Cuatro. Tetrabrik: envase que tiene cuatro caras.
Penta. Cinco. Pentagrama: cinco rectas sobre las que se
escribe música.
Hexa. Seis. Hexágono: así llaman los franceses a su país;
seis lados.
Hepta. Siete. Heptasílabo: verso que consta de siete
sílabas.
Octa. Ocho. Octaedro: poliedro de ocho caras.
Nona. Nueve. Nonágono: polígono de nueve ángulos.
Deca. Diez. Decálogo: diez mandamientos.
el escéptico
43
C I E N C I A P A R A N I C O L Á S
Anexo 2
A, an. Negación. Amorfo: sin forma. Anhidro: sin agua.
Algia. Dolor. Analgésico: que elimina el dolor.
Andros. Varón. Androceo: aparato reproductor masculino
de las plantas superiores.
Anfi. De un lado y de otro. Anfibio: que vive en dos medios,
acuático y aéreo.
Anti. Contra. Antitérmico: que baja la fiebre.
Ántropos. Hombre, ser humano. Antropoide: simio con
forma humana.
Arqueo. Primitivo. Arquegonio: órgano reproductor femeni-
no de plantas primitivas.
Artros. Articulación. Artrópodos: animales con patas articu-
ladas, como crustáceos, insectos y arácnidos.
Audio. (L) Oír. Audífono: aparato que permite oír mejor.
Auto. Mismo. Autótrofo: ser que se nutre por sí mismo, y
no a expensas de otros organismos.
Baris. Presión. Barialgia: dolor causado por cambios de
presión.
Bios. Vida. Biología: ciencia que estudia a los seres vivos.
Bradis. Lento. Bradicardia: latido excesivamente lento del
corazón.
Braquis. Corto. Braquidactilia: alteración consistente en
poseer unos dedos anormalmente cortos.
Cardio. Corazón. Miocardio: tejido muscular del corazón.
Carion. Núcleo. Carioplasma: líquido del núcleo celular.
Céfalos. Cabeza. Acéfalo: organismo que no tiene cabeza.
Ciclos. Círculo. Triciclo: con tres ruedas.
Cida. (L) Que mata. Herbicida: mata las malas hierbas.
Cine. Movimiento. Cinemática: rama de la física que se
ocupa del movimiento.
Cito. Célula. Citología: rama de la biología que estudia las
células.
Condro. Cartílago. Condroictios: peces de esqueleto carti-
laginoso.
Copro. Excremento. Coprolito: excremento fósil.
Críos. Frío. Criogenizar: someter a muy bajas temperatu-
ras.
Cripto. Oculto. Criptorquidia: trastorno por el que los testí-
culos permanecen en el interior del abdomen.
Cromo. Color. Monocromo: que tiene un único color.
Cronos. Tiempo. Cronómetro: instrumento para medir
tiempo.
Dáctilos. Dedo. Tridáctilo: que tiene tres dedos.
Derma. Piel. Dermatitis: inflamación de la piel.
Dínamis. Fuerza. Adinamia: sin fuerza.
Eco. Ruido. Ecografía: técnica de visión con ultrasonidos.
Ectos. Fuera. Ectoparásito: organismo que parasita a su
huésped desde el exterior.
Endo. Dentro. Endocarpio: tejido en el interior de un fruto.
Epi. Sobre. Epidermis: capa más externa de la piel.
Estasia. Detención. Hemostasia: detención del flujo san-
guíneo.
Estesia. Percibir. Anestesia: sin sensación.
Eu. Bien. Eupepsia: buena digestión.
Exo. Fuera. Exoesqueleto: esqueleto externo.
Fago. Comer. Ictiófago: animal cuya dieta consiste básica-
mente en peces.
Fero. (L) Llevar, tener. Poríferos: grupo de animales con
poros (esponjas).
Filo. Amigo. Termófilo: organismo adaptado a temperatu-
ras elevadas.
Fito. Planta. Fitoplancton: plancton vegetal.
Fobia. Temor. Aracnofobia: miedo irracional a las arañas.
Fono. Sonido. Afónica: que ha perdido la voz.
Forme. (L) Con forma de. Arboriforme: con forma de árbol.
Foro. Que tiene. Cromatóforo: célula pigmentaria, célula
que tiene color.
Foto. Luz. Fotosíntesis: síntesis química que utiliza la luz
como fuente de energía.
Gamos. Boda, unión. Anisogamia: unión de células sexua-
les diferentes entre sí.
Gastros. Vientre, estómago. Gasterópodos: moluscos "con
el pie en el vientre" (caracoles y babosas).
Gene. Producir, nacer. Exógeno: que se produce en el
exterior.
Geo. Tierra. Hipogeo: edificio subterráneo.
Gínecos. Mujer. Gineceo: parte femenina de la flor.
Grafo. Escritura, grabado. Radiografía: técnica de impre-
sión mediante el uso de rayos X.
Helios. Sol. Helioterapia: tratamiento en que se utiliza la
acción de los rayos solares sobre el cuerpo del enfermo.
Hemi. Mitad. Hemisferio: media esfera.
Hemo, hématos. Sangre. Hematología: parte de la medici-
na que se ocupa de la sangre y sus enfermedades.
Héteros. Distinto. Heterótrofo: organismo que se nutre a
expensas de otros.
Hidro. Agua. Hidrosfera: el conjunto de las aguas de la
superficie terrestre.
Híper. Sobre, por, encima de. Hiperestesia: dolor excesivo.
Homos. Igual. Homosexual: que está sexualmente atraído
por los de su sexo.
Ictios. Pez. Ictióloga: científica que estudia los peces.
In. (L) Negación. Infinito: sin fin.
Infra. (L) Por debajo de. Infrarrojo: radiación invisible de
menor frecuencia que el rojo.
Intra. (L) Dentro. Intravenosa: sustancia que se administra
inyectándola en una vena.
Isos. Igual. Isobaras: líneas que en un mapa unen puntos
que están a la misma presión.
Itis. Inflamación. Conjuntivitis: inflamación de la conjuntiva.
Lacto. (L) Leche. Lactosa: glúcido presente en la leche.
Lipo. Grasa. Liposucción: succión del tejido graso.
Lisis. Rotura, digestión. Glucolisis: digestión de los glúci-
dos.
Lito. Piedra. Litogenesia: parte de la geología que estudia
el origen de las rocas.
Logos. Estudio, razonamiento. Geología: ciencia que estu-
dia la Tierra como planeta.
Macro. Grande. Macronúcleo: el mayor de los dos núcleos
que tienen los protozoos ciliados, como el paramecio.
Mega. Grande. Megalomanía: delirio de grandeza.
Meso. Medio, intermedio. Mesozoico: era geológica de los
animales intermedios.
Meta. Más allá, después. Metamorfosis: cambio de forma.
Metro. Medida. Densitómetro: aparato que mide la densi-
dad de un líquido.
Mico. Hongo. Micología: ciencia que estudia el reino de los
hongos.
Micro. Pequeño. Microcéfalo: de cabeza pequeña.
Miso. Odio, repulsión. Misoginia: odio a las mujeres.
Mono. Único. Monóculo: lente para un solo ojo.
Morfos. Forma. Amorfo: sin forma.
Necro. Cadáver. Necrófago: que se alimenta de cadáve-
res.
el escéptico
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