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Pero los hechos quedan, y en este caso los hechos son
que la principal cadena de radio española, la misma
Cadena SER que ha hecho bandera de la veracidad y
el rigor en la información, se ha visto involucrada en
lo que a todas luces es un intento deliberado de enga-
ñar a las principales instituciones de divulgación de
la ciencia de nuestro país. Es muy posible que su
implicación no sea del todo consciente; según parece,
muchos de los responsables de la SER que contacta-
ron con los museos, planetarios y agrupaciones astro-
nómicas creían sinceramente que se trataba de coor-
dinar una observación astronómica. Pero en cualquier
caso entendemos que por responsabilidad, por respe-
to a sus oyentes y por hacer honor a su prestigio, la
Cadena SER debe dar una explicación pública de lo
sucedido. Solicitamos que se informe de si en efecto
se ha intentado engañar a estas instituciones científi-
cas, quiénes han sido los responsables de este intento
de engaño y qué medidas se adoptarán para evitar en
el futuro este tipo de situaciones.
La Cadena SER, como entidad privada y emisora de
radio comercial, tiene todo el derecho a mantener en
antena los programas que estime oportunos. Incluso
si, como en el caso de Milenio 3, representan el polo
opuesto al rigor informativo del que hace gala. Pero
la Cadena SER, como la emisora más escuchada de
España y el referente informativo de buena parte de
los ciudadanos de este país, no puede participar en un
engaño. Ni practicándolo, ni ocultándolo.
Comunicado de ARP-SAPC
(más información sobre este tema en el ‘Cuaderno de Bitácora’
de Javier Armentia, en esta misma revista)
¿PLANETA ENCANTADO?
El 13 de febrero de 1983, el programa de RTVE La
puerta del misterio
emitió un reportaje titulado
“Alternativa 3”. El documental narraba, con todo lujo
de detalles, que ante el riesgo de una catástrofe glo-
bal las grandes potencias estaban construyendo una
gran base en Marte para que sirviera de refugio a las
elites mundiales; un proyecto ultrasecreto para el que
se empleaba a miles de seres humanos que, tras ser
secuestrados, eran utilizados como esclavos en la
cara oculta de la Luna.
Una revelación terrible, pero probablemente lo más
escalofriante del reportaje fue precisamente lo que no
se reveló: y es que, si bien el presentador del progra-
ma aseguró que se trataba de un reportaje real, en rea-
lidad se trataba de una filmación producida por
Anglia TV para el 1 de abril de 1977, el día de los
inocentes de los países anglosajones.
Cuando se descubrió el engaño —pues engaño era—
el programa fue fulminantemente suprimido y su res-
ponsable cesado. De hecho, no ha vuelto a producir
ningún programa para RTVE.
Sin duda, se trató de una reacción ejemplar. RTVE
era y sigue siendo un servicio público, una institución
del Estado sujeta a unos principios legales y éticos
que le impiden servir de plataforma para este tipo de
fraudes. Y, sin embargo, más de veinte años después
todo parece indicar que asistimos a una nueva reedi-
ción del engaño de “Alternativa 3”, esta vez bajo el
título “El Mirlo Rojo” y dentro del programa Planeta
Encantado
.
Con Planeta Encantado, el escritor y novelista
Juan José Benítez ofreció durante muchas
semanas del invierno del 2003-2004 una ración
de sus pintorescas teorías sobre los misterios,
reales e imaginarios, que constituyen el univer-
so peculiar de este ufólogo. En cada episodio
Benítez hacía pasar sus “investigaciones” por serios
desafíos a los conocimientos científicos ya estableci-
dos, hasta tal punto que más de trescientas personas,
muchas de ellas arqueólogos, historiadores, astróno-
mos o físicos, suscribieron un manifiesto en el que se
pedía la retirada del programa o, cuanto menos, que
se emitiera con la previa advertencia de que su conte-
nido respondía sólo a la imaginación de su autor,
cuyas conclusiones no solamente no cuentan con aval
científico alguno, sino que con frecuencia han sido
total y absolutamente refutadas. Hasta ahora,
RTVE ha dado la callada por respuesta a este
manifiesto, quizá porque Benítez ha jugado con
maestría con la ambigüedad, cuidándose muy
defensores del pensamiento racional respetamos,
aunque no compartamos: nos parece lamentable que
a estas alturas se siga dando pábulo a este tipo de
supersticiones, y seguiremos trabajando con la espe-
ranza de que la educación, la formación científica y
cultural y el sentido crítico se acaben imponiendo en
nuestra sociedad. Hacemos nuestras, en este sentido,
las declaraciones efectuadas por la Red de
Investigación sobre Bólidos y Meteoritos, diversas
Agrupaciones Astronómicas, y otras entidades y per-
sonas vinculadas con la astronomía de nuestro país, y
deseamos que en el futuro la labor de divulgación y
el poder de convocatoria de tan importante cadena de
emisoras de radio se ponga al servicio no de la pseu-
dociencia y la superchería, sino de la ciencia y la
razón.
Nuestro sistema democrático consagra la libertad de
creencias, y es a esa libertad a la que se acogen los
divulgadores de la pseudociencia. Los responsables
de Milenio 3 y otros programas y publicaciones de
corte similar no se cansan de esgrimir en su defensa
el derecho de todo el mundo a creer lo que les dé la
real gana (y exactamente con esos términos ha defen-
dido su labor el propio Iker Jiménez). Y tienen razón:
creer en los platillos volantes, los poderes paranorma-
les, las psicofonías, la astrología, la adivinación y
tantas otras supersticiones divulgadas por Milenio 3
es tan respetable como creer en las hadas, los pitufos
o la labor altruista del ratoncito Pérez.
Pero por desgracia, de cara a sus oyentes estas super-
cherías no se presentan como cuestiones de fe, como
creencias que uno puede aceptar o rechazar, sino que
se intentan hacen pasar por hechos objetivos. Milenio
3
, como tantos otros programas de este estilo, no invi-
ta sin más a creer en estas cosas, sino que recurre a
testimonios, opiniones de supuestos expertos, datos
no contrastados (y a veces no contrastables) y todo
tipo de artificios para hacerlas pasar por hechos rea-
les y verificados. Las apelaciones a la libertad de
creencias sirven sólo para cubrirse las espaldas, para
no tener que responder ante la falta de rigor y funda-
mentación de sus contenidos; pero éstos se presentan
siempre a los oyentes como información veraz.
Pero con esta “alerta ovni”, los responsables de
Milenio 3 han dado un paso más. Intentando dar a la
“alerta” una apariencia de rigor y respetabilidad, el
equipo de Milenio 3 no ha dudado en acudir a muse-
os de la ciencia, planetarios y agrupaciones astronó-
micas para recabar su colaboración en el evento. Y,
sabiendo que este tipo de instituciones difícilmente se
prestarían a participar en algo que, después de todo,
supone exactamente lo contrario de la labor de divul-
gación científica que realizan, han recurrido a lo que
mejor saben hacer: la ambigüedad, las medias verda-
des, la mentira...
“Una observación nocturna del cielo”, “una observa-
ción astronómica”. Con esas y otras expresiones
similares, miembros de la Cadena SER se dirigieron
al Planetario de Madrid, al de Pamplona, al Museo de
la Ciencia de Castilla-La Mancha... Ni una palabra de
ovnis, de la “noche de misterio” que prometía
Milenio 3. Se mencionaba la (falsa) participación en
el evento de entidades como el Miramón
Kutxaespacio, de San Sebastián, pero no se decía
nada de las psicofonías que se iban a realizar en esce-
narios históricos de la Guerra Civil, o de la presencia
de parapsicólogos, adivinos y otros vendedores de
supersticiones...
Afortunadamente no han conseguido su objetivo. Los
directores de muchas de estas instituciones, como el
Planetario de Pamplona, conocían ya la “alerta ovni”
convocada por Milenio 3 y supusieron acertadamente
que estaban intentando engañarles para dar prestigio
al montaje. En otros casos, como el del Museo de la
Ciencia de Castilla-La Mancha, fue más tarde cuando
supieron que habían sido engañados; en la página
web de Iker Jiménez el Museo figuraba hasta pocas
horas antes del inicio de la alerta como lugar de con-
vocatoria en Cuenca, incluso después de que la direc-
ción del museo, tras haber descubierto el montaje,
hubiese revocado su participación en la supuesta
“observación del cielo”. Y es de suponer que los
pocos que han “picado” huyan despavoridos al darse
cuenta de la verdadera naturaleza de lo que se les pre-
sentaba como una estupenda oportunidad para seguir
divulgando el conocimiento científico.
PRIMER CONTACTO
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Anuncios del ‘acontecimiento’ aparecidos en la Cadena SER. (Cadena SER)
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“enigmas” que, si bien para la ciencia ya no lo son,
tras el tamiz de Planeta Encantado probablemente lo
sean para muchos espectadores. Al fin y al cabo, un
enigma no solo es algo cuya explicación real no se
conoce; también es aquello cuya explicación real deja
de conocerse, y quien haya visto el programa con un
poco de sentido crítico habrá observado que ese es
precisamente su objetivo: sustituir las explicaciones
científicas, rigurosas y racionales, por afirmaciones
extravagantes, disparatadas y a veces incluso ridículas.
Esta fue la línea de “El Mirlo Rojo”: en lugar de mos-
trarnos la realidad, J. J. Benítez prefirió contarnos
una de esas historias sobre conspiraciones judeoma-
sónico-alienígenas que tanto gustan en la ufología.
Sería muy sencillo rebatir el cuento; tanto como las
“imágenes inéditas” que lo documentaban, y que no
resisten el más mínimo análisis: el lugar donde
supuestamente se filmaron se encontraba a más de 45
km del verdadero lugar de alunizaje del Apolo XI, los
astronautas no llevaban cámara autónoma de vídeo
(recordemos que hablamos de 1969), y en todo caso
la duración de la filmación supera con creces la de los
cartuchos de película cinematográfica; los movimien-
tos tanto de la cámara como de los astronautas resul-
tan patéticos, y hasta los trajes de estos aparecen des-
hinchados, a pesar de que la nula presión atmosférica
lunar los inflaba de tal manera que resultaron ser un
verdadero problema para la NASA. Y, en fin, podría-
mos seguir, pero no es preciso: la chapuza es tan evi-
dente que incluso muchos seguidores de J. J. Benítez
han lamentado en diversos foros de Internet el “error”
de haber emitido una filmación tan claramente frau-
dulenta, y alguien, presentándose como responsable
de documentación de Planeta Encantado, ha tenido
que aclarar que se trataba tan solo de una “represen-
tación” o “dramatización”. Advertencia que, de
haberse realizado antes de la emisión del programa,
hubiese tenido alguna validez como disculpa, pero
que en estas circunstancias sólo puede entenderse
como una forma de intentar salvar la escasa credibili-
dad que puede quedarle a la serie.
En vista de lo sucedido, desde ARP-SAPC se
hizo una nueva llamada a la sensatez de RTVE.
Las razones para no haber emitido Planeta
Encantado
eran muchas: su contenido y su formato,
deliberadamente ambiguo, no parecía encajar en la
labor de un ente público cuyos principios recto-
res, como indica la Ley del Estatuto de la Radio y
Televisión, son “la objetividad, veracidad e
imparcialidad de las informaciones”. Episodio
bien de presentar sus afirmaciones como poco más
que “su opinión”.
Pero la situación cambió radicalmente con “El Mirlo
Rojo”, el episodio emitido el pasado 11 de enero. El
argumento de “El Mirlo Rojo” es una historia ya muy
conocida entre los creyentes en la ufología: que la
NASA, en sus viajes a la Luna, encontró ruinas que
evidenciaban la existencia de civilizaciones
extraterrestres y procedió a su destrucción para ocul-
tar al gran público tan sensacional hallazgo. La efica-
cia con la que la agencia espacial norteamericana,
con la colaboración de los servicios secretos, destru-
yó toda prueba del descubrimiento fue tan grande que
hasta la fecha la única evidencia sobre estos hechos
se encontraba en las declaraciones de ufólogos, “con-
tactados” y supuestos ex-espías que llevan años gri-
tando a los cuatro vientos lo mucho que peligra su
vida por hacernos partícipes de tan escalofriante
secreto.
Hasta la fecha. Porque lo que nos ofreció J. J. Benítez
en “El Mirlo Rojo” fue precisamente eso: una prueba
irrefutable de la existencia de las ruinas lunares. Con
el rótulo de “imágenes inéditas”, el programa emitió
una apasionante filmación de varios minutos de dura-
ción en la que pueden apreciarse los paseos que los
astronautas del Apolo XI realizaron por dichas ruinas,
describiéndolas con todo lujo de detalles. Una revela-
ción, en fin, de tal magnitud que podría haber sacudi-
do los cimientos de los conocimientos científicos
generalmente admitidos. Una revelación que J. J.
Benítez promete ampliar en un futuro “si sigue
vivo”, como indicó a una sin duda aterrorizada
audiencia.
Desde su creación, la asociación ARP-Sociedad para
el Avance del Pensamiento Crítico ha alertado repeti-
damente del peligro que supone para nuestra socie-
dad el avance de la irracionalidad. La mayoría de las
personas carecen de la preparación, la información o
el sentido crítico necesarios para poner en duda las
afirmaciones que escuchan en este tipo de programas,
y estas carencias, unidas a su buena fe, las hace espe-
cialmente vulnerables frente a los engaños. Las maja-
derías más inverosímiles dichas por ufólogos, astró-
logos, sanadores o “investigadores de lo paranormal”
son aceptadas sin la menor vacilación o, cuanto
menos, puestas en pie de igualdad con la información
que proviene de la ciencia y la investigación riguro-
sa, y la consecuencia inevitable es que muchas perso-
nas acaban siendo víctimas de curanderos, adivinado-
res, videntes y demás vendedores de milagros. Y si en
muchos casos el perjuicio de estas pobres víctimas de
la credulidad es solo económico y moral, son también
muchas las ocasiones en las que al ponerse en manos
de estos farsantes arriesgan su estabilidad emocional,
su salud e incluso su vida.
La televisión, como reflejo de nuestra sociedad, no es
inmune a este mal, y es frecuente encontrarnos con
reportajes dedicados a terapias “alternativas” de lo
más extravagante, entrevistas a “misteriólogos” que
nos presentan toda clase de disparates, o incluso la
presencia de adivinadores, echadores de cartas, astró-
logos y brujos, que amenizan muchos programas con
sus estrafalarias predicciones. En general, todo esto
no pasa de ser un mero divertimento, e incluso en los
programas que algunas cadenas de TV han dedicado
o dedican a lo paranormal hay pocas posibilidades de
engaño: todo el mundo tiene derecho a creer en lo que
quiera, aunque sea en tonterías, y no hay por qué
negar a nadie la posibilidad de hablar públicamente
de esas tonterías.
Planeta Encantado, sin embargo, ha supuesto un
paso más. Su emisión en “La Primera” de RTVE, su
formato de documental, su cuidado montaje, ambien-
tación y estructura... todo parece dedicado a buscar el
equívoco, a aparentar una seriedad y un rigor que está
muy lejos de tener. Una ambigüedad que es además
fomentada por la propia RTVE, que presenta el pro-
grama diciendo que “Juan José Benítez presenta y
dirige esta nueva serie documental donde se interro-
ga sobre aquellos enigmas que encierran apasionan-
tes misterios para la ciencia”. Y consecuentemente,
hasta ahora domingo a domingo J. J. Benítez nos ha
obsequiado con todo tipo de afirmaciones sobre
PRIMER CONTACTO
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RESPUESTA DE RTVE A NUESTRO
COMUNICADO
20 de febrero de 2004
D. José María Bello Diéguez
Vicepresidente ARP-SAPC
Distinguido Señor
Acuso recibo de su comunicado del pasado 16 de
enero, con el que me adjunta el Comunicado de su
Asociación sobre el programa Planeta Encantado,
que agradezco por lo que supone de seguimiento e
interés por nuestro trabajo.
He de manifestarle, en primer lugar, que, simultá-
neamente a su evaluación, se estaba produciendo
una reflexión en Televisión Española sobre las
características y contenidos del espacio del Sr.
Benítez que ha conducido a un cambio de orienta-
ción en nuestra programación, como habrán podido
comprobar con la incorporación de la revista cien-
tífica Atlantia, que dirige y conduce D. Manuel
Toharia.
No puedo contradecir su análisis, al igual que tam-
poco puedo apoyar las personales teorías del autor
del programa. La serie no pretendía ser algo ‘cien-
tíficamente correcto’, sino más bien una ‘obra de
autor’, donde el Sr. Benítez, en este caso, se limita
a poner en imágenes lo que lleva décadas poniendo
en los libros, con gran éxito de público, por cierto.
Estamos de acuerdo en que el Sr. Benítez no es un
científico, pero está demostrado que es un buen
comunicador. Es un buscador heterodoxo que ha
trasladado al audiovisual lo que ya conocíamos. Ni
más ni menos. Que no es científico es cierto y lo
reflejan ustedes, pero es que tampoco lo son casi
todas las películas de ‘cine histórico’, y todo el
mundo sabe que está viendo una película, no una
lección de historia.
Aquí ha sido el Sr. Benítez el que ha ‘contado su
película’. Quizás se nos pueda acusar, entonces, de
haber dado un protagonismo excesivo e injustifica-
do a una persona que, a su juicio, puede no mere-
cerlo. Tampoco estoy en condiciones de contradecir
esta valoración, porque enjuiciaríamos el asunto
desde aspectos diferentes.
Reciba un atento saludo,
Fdo.: Juan Menor – Director TVE, S.A.
Página web de J.J. Benitez
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cialidad de periodismo científico dentro de la carrera
de periodismo, algo que, por otra parte, ya han hecho
varias de ellas. Creemos además necesario que se
establezcan acuerdos de cooperación con las institu-
ciones científicas, muchas de ellas dentro de las pro-
pias universidades, para que los futuros periodistas
científicos conozcan de primera mano el trabajo en
los laboratorios científicos. Creemos que es deber de
la Universidad asumir el compromiso de la forma-
ción de periodistas científicos, así como de científi-
cos comprometidos con la comunicación de la cien-
cia para lo que sería conveniente la existencia de una
asignatura de Comunicación Científica en las carre-
ras de ciencias, lo que ayudaría a que los futuros cien-
tíficos tuvieran conciencia de la importancia de la
transmisión a la sociedad de su trabajo.
Además, en un campo que avan-
za continuamente, estimamos
necesaria la puesta en marcha de
cursos, seminarios, reuniones,
encuentros, etc... que permitan
una formación continuada a los
periodistas ya en ejercicio. Una
actividad, esta última, en la que
creemos imprescindible la parti-
cipación del Ministerio de Ciencia, o el departamen-
to que en los futuros gobiernos se ocupe de la inves-
tigación y la ciencia. También creemos que es nece-
sario que las instituciones académicas y otras institu-
ciones del Estado organicen debates públicos sobre el
papel del científico y los retos éticos de la investiga-
ción.
Creemos que es imprescindible igualmente que los
centros en los que se realiza la investigación científi-
ca pongan en marcha fórmulas que les permitan
comunicar su actividad a la sociedad.
Por lo que respecta a los medios en los que ejercemos
nuestro trabajo, opinamos que ya es hora de que asu-
man que la información científica, sus avances y des-
cubrimientos, interesan a la población en la misma o
mayor proporción que el resto de la información.
Pensamos que es también fundamental que promue-
van la información que relaciona los descubrimientos
científicos con sus aspectos económicos y sus aplica-
ciones sociales. Creemos que es deber de los medios
seleccionar periodistas adecuadamente formados
para ocuparse de las noticias científicas y fomentar la
formación continuada de los periodistas científicos
de sus plantillas. Como en el resto de las áreas del
periodismo, creemos que todo esto no es posible si
los periodistas científicos no reciben una retribución
adecuada, de forma que tengan garantizada su inde-
pendencia intelectual.
Creemos, además, que desde la dirección de los
medios y ante asuntos particularmente sensibles
como la información sobre ciencias biomédicas, debe
tenerse un cuidado especial para huir de sensaciona-
lismos. Creemos que es el periodismo riguroso y de
calidad el que obtiene mayor número de lectores,
oyentes o telespectadores.
Opinamos que existe aún una gran desconexión en
España entre científicos y periodistas y que forma
parte de nuestro trabajo, aunque también de su forma-
ción, hacerles entender que el lenguaje y la técnica
periodística son distintos a los científicos.
Creemos también que los informa-
dores hemos caído, en cierta forma,
en las redes de las grandes revistas
científicas y permitimos, en buena
medida, que sean ellas las que deter-
minen la información que aparece
en los medios. Pensamos que una
buena forma de combatir esa ten-
dencia, que es común a la mayoría
de los periodistas científicos del mundo, es la de
recordar que no sólo es muy gratificante sino que es
un deber para con nuestros lectores, oyentes o televi-
dentes, el obtener noticias propias.
Observamos también en muchas ocasiones la falta de
contextualización de la información científica lo que
se traduce en falta de crítica, así como un lenguaje
que hace que la información se convierta en incom-
prensible para la mayoría de los lectores, oyentes o
televidentes que, no debemos olvidar, es a los que
está destinado nuestro trabajo.
Victoria Toro (periodista científica),
Vladimir de Semir (periodista científico, La
Vanguardia, Universidad Pompeu Fabra),
Javier Gregori (periodista científico, Cadena Ser),
Alberto Aguirre de Cárcer (periodista científico,
ABC), Luis Miguel Ariza (periodista científico, La
Razón), Pablo Jáuregui (periodista científico, El
Mundo), Ángel Apezteguía (periodista científico,
Agencia EFE), Federico Morán (director Ciclo de
Invierno de Ciencia y Tecnología, Universidad
Complutense), Ana Cremades (directora Ciclo de
Invierno de Ciencia y Tecnología, Universidad
Complutense) y muchas otras firmas más.
tras episodio, el programa había dado mues-
tras de no respetar esta exigencia.
Pero lo sucedido el domingo de la emisión del
programa comentado, llegó más lejos. Si hasta
ese momento podría haberse disculpado la emi-
sión de un programa de este tipo apelando a la
libertad de expresión o a que tan sólo exponía
opiniones de sus responsables, la inclusión en
“El Mirlo Rojo” de una filmación presentada
como real pero que tan sólo era una “represen-
tación” o “dramatización” excedía esos límites.
La emisión de una obra de ficción como si
fuese real, con ánimo de avalar con “pruebas”
esas opiniones no está amparada por la libertad
de expresión: se trata ni más ni menos que de
un engaño al espectador.
Por lo tanto, desde nuestra asociación se solici-
tó a RTVE que realizara las investigaciones
necesarias para comprobar la veracidad o no de
las imágenes emitidas y, en caso de resultar una
“dramatización” presentada como una filma-
ción real, proceda a la inmediata supresión de
la emisión de Planeta Encantado. Igualmente
se solicitó que se informara de esta circunstan-
cia a los espectadores que hubieran podido
resultar engañados por el reportaje, emitiendo
la oportuna nota aclaratoria y de rectificación
el mismo día y a la misma hora en que estaba
prevista la emisión de alguno de los siguientes
episodios de la serie, cosa que no se hizo.
Hasta ahora, todo indica que nos encontramos
ante un nuevo caso “Alternativa 3”, un nuevo
engaño. Y creemos sinceramente que RTVE no
puede ni debe ser cómplice de ese engaño.
Comunicado de ARP-SAPC
ÚLTIMA HORA: El pasado día 6 de julio, en hora-
rio nocturno, "La Primera" de TVE empezó a emitir
de nuevo la serie "Planeta Encantado", dirigida y pre-
sentada por Juan José Benítez, pese a las fuertes crí-
ticas recibidas desde el primer momento por ARP-
SAPC, por periodistas especializados y, lo que es más
significativo, por investigadores y docentes de todas
las áreas científicas, y en especial de historia o
arqueología, a cuyos supuestos "misterios" estaba
dedicada la serie. Esperemos que los buenos propósi-
tos que se hicieron al crear el Consejo Asesor de
RTVE sirvan para algo, y que se trate tan sólo de un
error que aún se está a tiempo de rectificar.
MANIFIESTO POR EL PERIODISMO
CIENTÍFICO EN LA SOCIEDAD DE LA
INFORMACIÓN
Vivimos un momento en el que es clave destacar la
relevancia del papel del periodismo científico en la
sociedad, cuando en el seno de la Unión Europea,
tanto en el Consejo de Lisboa como en el de
Barcelona, los líderes políticos adoptaron la decisión
estratégica de avanzar hacia la Sociedad de la
Información, un modelo de sociedad basado en el
conocimiento como fórmula de desarrollo social y
competitividad económica para finales de esta déca-
da. Partimos de una situación paradójica en la rela-
ción entre ciencia y sociedad en Europa. Por una
parte, los ciudadanos exigen soluciones al mundo de
la investigación para los grandes problemas y, al
mismo tiempo, determinados avances y líneas de tra-
bajo utilizados en la búsqueda de esas soluciones
generan recelo, cuando no rechazo total. En este con-
texto, el trabajo de los periodistas científicos es cru-
cial para que la sociedad pueda tomar las decisiones
que considere más adecuadas en relación con el avan-
ce de la ciencia.
Y creemos que en los medios de comunicación son
los periodistas especializados los que pueden ejercer
bien el trabajo de trasladar a los ciudadanos la infor-
mación científica.
Para poder contar con buenos profesionales dentro
del periodismo científico es imprescindible una for-
mación académica adecuada que les posibilite cono-
cer con profundidad cómo funciona el mundo de la
ciencia y cuáles son las reglas que rigen la difusión de
los resultados científicos; que les permita saber que
los descubrimientos capitales son infrecuentes por-
que el avance de la ciencia es lento y cauteloso, que
el sistema de revisión por expertos independientes
(peer review) es imperfecto pero se trata del que ofre-
ce mayores garantías, que la incertidumbre es un ele-
mento siempre presente en el mundo de la ciencia y
que, tras algunas investigaciones, existen intereses
comerciales y económicos, que el riesgo cero no exis-
te y que la percepción de este riesgo es diferente entre
los científicos y la sociedad. Para poder conocer todo
esto y trasladarlo adecuadamente a la sociedad, cree-
mos que es crucial que las instituciones académicas
tengan en cuenta la necesidad de incorporar la espe-
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Es imprescindible igual-
mente que los centros en
los que se realiza la inves-
tigación científica pongan
en marcha fórmulas que
les permitan comunicar su
actividad a la sociedad.