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contestar, pero debemos recordar
que en la ciencia cada respuesta
nos conduce a una nueva pregunta,
o mejor todavía, que la realidad
tiene todas las respuestas y sólo
espera que hagamos las preguntas
adecuadas, ya sea por juego o por
supervivencia.
En general las explicaciones del
libro son breves, sencillas, cotidia-
nas, y nos ayudarán a conocer
mejor nuestro mundo. Por supues-
to, el profesor Wolke no es infali-
ble y puede ser que alguna de sus
respuestas no acabe de convencer-
nos, como es más probable que
ocurra cuando la cuestión es física
antes que química.
Pese a la aparentemente cuidada y
supervisada traducción, podemos,
por ejemplo, encontrar algunas
afirmaciones extrañas en cuanto a
la aceleración, o la adopción de
algunas unidades confusas y un
par de errores sólo achacables al
autor: por un lado, insiste en
hablar de la ficticia fuerza centrí-
fuga, calificando a la real fuerza
centrípeta de innecesaria y confu-
sa; en otra ocasión, afirma que la
teoría de Einstein es cierta, gran
pecado para un científico escrupu-
loso.
Pecado del que inmediatamente le
absolvemos en agradecimiento a
las fascinantes horas de enriquece-
dor entretenimiento que puede
brindar a los lectores de casi cual-
quier nivel educativo. Un gran
libro, que incluso nos ofrece la
posibilidad de enviar esas pregun-
tas tan triviales que nunca supimos
responder a la dirección electróni-
ca del autor, wolke+@pitt.edu, y
ser protagonistas de futuras
ediciones.
Juan Carlos Aguado
LA TABLA RASA.
LA NEGACIÓN
MODERNA DE LA
NATURALEZA HUMANA
Steven Pinker
Traducción Roc Filella Escolà
Ediciones Paidós, 2004
La concepción que podamos tener
de la naturaleza humana afecta a
todos los aspectos de nuestra vida,
desde la forma en que educamos a
nuestros hijos hasta las ideas polí-
ticas que defendemos. Sin embar-
go, en un momento en que la cien-
cia está avanzando espectacular-
mente en estos temas, muchas per-
sonas se muestran hostiles al res-
pecto. Temen que los descubri-
mientos sobre los patrones innatos
del pensar y el sentir se puedan
emplear para justificar la desigual-
dad, subvertir el orden social, anu-
lar la responsabilidad personal y
confundir el sentido y el propósito
de la vida.
Según palabras de Richard
Dawkins: “Si criaturas superiores
del espacio exterior visitaran la
Tierra, la primera pregunta que
harían, en orden a evaluar el nivel
de nuestra civilización, sería:
¿Han descubierto ya la evolu-
ción?”. Parece obvio que la res-
puesta sería: “Sí, por supuesto,
hace tiempo”. Al menos eso pensa-
ríamos la mayoría de personas que
hemos tenido una formación cien-
tífica.... ¿todos? Steven Pinker, cate-
drático de psicología y director del
Centro para la Neurociencia
Cognitiva en el Instituto Tecnológico
de Massachussets, nos aporta algún
dato estadístico en su libro: el 76%
de los estadounidenses cree en la
versión bíblica de la creación.
¿Significa esto que este 76% no ha
recibido formación científica en
absoluto? Aunque cueste creerlo,
hay escuelas norteamericanas que
dan el calificativo de teoría no pro-
bada al evolucionismo y afirman
que hay que enseñar en el mismo
nivel de credibilidad el creacionis-
mo.
Podemos pensar que este encona-
miento ideológico es únicamente
fruto del fanatismo religioso, pero
no es cierto. Lo que aporta este
libro es un profundo debate, una
gran puesta en escena de cómo se
puede utilizar la ciencia para san-
cionar una serie de propuestas ide-
ológicas.
Este libro es una defensa a ultran-
za de la sociobiología, cierto, pero,
además y sobre todo, de que la
ciencia debe tener como objetivo
explicar el mundo como es, y no
intentar adaptar nuestros conoci-
mientos científicos a nuestra ideo-
logía política.
En sus páginas el debate bioético
cobra una gran fuerza y demuestra
que filosofía, ética, política y cien-
cia no son en absoluto territorios
aislados los unos de los otros.
Si alguien tiene curiosidad en
saber cómo la sociobiología se
convirtió en enemiga tanto para
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E L S I L L Ó N E S C É P T I C O
LO QUE EINSTEIN NO
SABÍA
Robert L. Wolke
Editorial Ma Non Troppo
Robinbook. Barcelona, 2002
La editorial Robinbook, más que
ninguna otra, debería ser capaz de
suscitar oleadas de amor y odio en
el seno de nuestra comunidad
escéptica. Afortunadamente, más
del primer sentimiento que del
segundo. La peculiar razón es que
nació en 1990 para publicar libros
“de salud natural, medicinas com-
plementarias, psicología práctica,
autoayuda y espiritualidad”. El
negocio fue bien y en 1997 fundó
un segundo sello, Víctor, funda-
mentalmente para dedicarlo a
guías prácticas. De nuevo hubo
prosperidad y la editorial cayó
hasta lo más bajo según nuestra
opinión, creando en 1999 el sello
Hermética para “temas relaciona-
dos con el esoterismo y el ocultis-
mo, así como con los misterios y
enigmas de la historia vinculados
con lo esotérico”.
Pero tras tocar fondo sólo se puede
ir hacia arriba, y en el año 2000
apareció el sello Ma Non Troppo,
con cuatro colecciones, la primera
de las cuales consiste en unos deli-
ciosos libros de divulgación cientí-
fica, como el que intentaré comen-
tar más abajo. Las otras tres colec-
ciones se centran en la música, en
la literatura actual y en ediciones
de calidad sobre temas “política-
mente incorrectos”. Como diría
Quevedo, todos los temas del
mundo y muchísimos otros más,
pero hemos de reconocer que
como mínimo la tendencia actual
de esta editorial es esperanzadora.
El libro que nos ocupa hoy, Lo que
Einstein no sabía
, obra de Robert
L. Wolke, profesor emérito de
Química de la Universidad de
Pittsburg, constituyó un éxito tan
multitudinario como puede caber
en el reducido mundo de la divul-
gación científica, razón por la cual
se pueden encontrar ya dos secue-
las en España. Es curioso que sus
títulos, tras el renombre del prime-
ro, hayan adquirido una bienveni-
da humildad en su referencia al
científico icono del siglo XX, y
ahora se lea Lo que Einstein contó
a su barbero
, y Lo que Einstein
contó a su cocinero
.
El primero de la serie contiene
todo tipo de curiosidades, sin que
asignemos ningún color despecti-
vo a este término. Sin duda, pode-
mos discutir si la paciencia o la
experiencia son la madre de la
ciencia, pero la curiosidad tiene
todos los números para ser el
padre. Lo cierto es que podemos
aprender hechos aparentemente
triviales como que las langostas
tienen sangre azul, o que una mez-
cla de alcohol y agua ocupa menos
volumen que la suma de ambos
por separado, o que podemos obte-
ner increíbles colores arrojando al
fuego pizcas de ciertas sales
comunes en nuestra casa. Pero es
una empresa sin esperanza colocar
la frontera entre lo útil y lo inútil,
de modo que nos encontraremos
con multitud de consejos para
comprar los mejores alimentos,
impedir que nos engañen timado-
res de todo pelaje (desde pescade-
ros a brujos) y comprender con
total claridad cómo se comporta-
rán los objetos cálidos y los fríos.
El (suponemos que anciano) pro-
fesor Wolke insiste en que para
comprender sus explicaciones sólo
necesitamos aceptar que existen
unas partículas ligeras llamadas
electrones, todas iguales, que se
encuentran alrededor de un centro
con cierto peso llamado núcleo.
Diferentes núcleos y un diferente
número de electrones dan lugar a
diferentes elementos químicos que
se agrupan en unas unidades ele-
mentales llamadas moléculas. La
temperatura es simplemente el
movimiento de esas moléculas.
Eso es todo.
Con ligereza y buen humor, el
autor nos lleva de lo trivial (dife-
rencias entre las proletarias burbu-
jas de cerveza y las del aristocráti-
co champagne, por ejemplo) hasta
lo trascendente (¿se puede o no se
puede recomponer una cerilla que-
mada?). Tras leer el libro, que nos
informa de cómo se hacen las sar-
tenes antiadherentes, de la vida y
muerte de los peces, de las fractu-
ras en los parabrisas del coche, los
secretos íntimos de los cubitos de
hielo, la pérdida de sabor de la
Coca-Cola estadounidense des-
pués de 1980, las (evidentes para
nosotros) ventajas del sistema
métrico decimal, el comporta-
miento de un objeto que cae desde
un piso alto, o el destino contrario
de un globo de helio que asciende
hasta perderse de vista… nos
puede parecer por un momento
que apenas quedan preguntas por