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el escéptico
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Así, en ese momento, el casquete
Ártico se desplaza hacia el norte,
hecho que favorecerá que los
vikingos lleguen hasta Groenlandia
(Greenland, ¡¡país Verde!!) y que
establezcan allí colonias estables,
con la posibilidad de realizar hasta
dos cosechas anuales. En Europa,
por otra parte, las plantaciones de
vid se desplazarán hacia el norte
hasta 5º de latitud con respecto a
las actuales (de clima eminente-
mente mediterráneo, la vid se llegó
a cultivar en el sur de Inglaterra) y
se explotarán minas de oro en los
Alpes, como la de Höhe Tauern,
situadas a gran altitud. Estas minas
tendrían que ser abandonadas a
partir del siglo XIII, como conse-
cuencia del inicio de una época de
adversidad meteorológica, al estar
ese siglo en las puertas de un
nuevo cambio en el clima planeta-
rio.
LA PEQUEÑA EDAD DE
HIELO
Efectivamente, el periodo com-
prendido desde el siglo XIV hasta
mediados del XIX se denomina
como la pequeña edad de hielo.
Las temperaturas comienzan en
esa época a presentar una impor-
tante disminución, que se estima
de hasta 3º C de promedio.
Ello tiene diversas consecuencias.
En el año 1340, la ruta vikinga
entre Islandia y Groenlandia se
tiene que modificar por el incre-
mento de los problemas meteoro-
lógicos y por el avance del hielo
polar. En 1347 se abandona defini-
tivamente dicha ruta comercial,
por la imposibilidad de navegar.
En la Europa septentrional, el
hambre y el desorden social son
acusados. Entre los años 1314 y
1317 los inviernos son muy duros,
los veranos cortos y las cosechas
prácticamente nulas. Está docu-
mentado cómo bandas de lobos
hambrientos atraviesan el Báltico
helado entre Noruega y Dinamarca.
En diversas ocasiones se hielan el
Támesis y el Ródano.
En 1348 aparece la peste negra,
que mata a una tercera parte de la
población europea. Esta epidemia
se produce como consecuencia de
veranos muy húmedos y no muy
cálidos, puesto que la pulga porta-
dora de la enfermedad vive con
humedades del 90% y temperatu-
ras de entre 15 y 20º C.
Los glaciares alpinos se extienden,
y las granjas y explotaciones agrí-
colas se abandonan ante la imposi-
bilidad de hacer frente al avance
de las lenguas de hielo. Entre 1570
y 1574, los inviernos son muy
fríos en Europa, y los veranos casi
inexistentes y lluviosos. El 12 de
diciembre de 1507 se hiela el Ebro
a su paso por Tortosa, y en el año
1617, conocido en Cataluña como
l'any de lo diluvi (el año del dilu-
vio) se vuelve a helar el Ebro (lo
que volverá a pasar en los años
siguientes hasta siete veces).
Durante el siglo XVI se difunde
por la zona sur del País Valenciano
la costumbre de construir pozos de
hielo, para conservar en verano la
carne, bebidas, etc. Esta nieve se
comercializa en ciudades como
Elche, Alicante, Jijona, Ibi,...
Estos pozos, de los que se han
catalogado hasta 298, se sitúan a
una altura de entre 600 y 1400
metros sobre el nivel del mar y son
un testimonio de la muy diferente
situación climática de la zona con
respecto a la actual. ¡Quién sabe si
la fama de los helados de Jijona es
una consecuencia de aquella
época!
El periodo comprendido entre el
año 1810 y 1819 fue el más frío de
la pequeña edad de hielo. El año
1816 es conocido como el año sin
verano. De este periodo es la
derrota rusa de Napoleón.
LA ÉPOCA ACTUAL
A partir del año 1840, la tendencia
en la temperatura sufre un nuevo
cambio. El planeta empieza a
calentarse de nuevo. Es en esta
época en la que justamente apare-
cen los registros instrumentales.
Este aumento de la temperatura no
ha sido uniforme, sino que se ha
realizado en diversas fases.
La primera empieza a partir del
año 1840 y dura hasta el año 1940,
aproximadamente. Se calcula un
incremento en estos años de entre
0,4 y 0,6º C.
Entre el año 1940 y el año 1975,
en cambio, la temperatura descen-
dió ligeramente. Adviértase que en
este periodo la temperatura dismi-
nuye ligeramente a escala planeta-
ria, mientras que las emisiones de
CO2 aumentan de manera incon-
trolada.
Desde el año 1975 hasta la actuali-
dad, el incremento de la tempera-
tura ha sido muy acusado, de hasta
0,3º C en el litoral mediterráneo.
Este aumento es el que se vincula
tradicionalmente con el popular
cambio climático antropogénico.
¿Puede el ser humano modificar el clima del planeta de forma tan drástica
como parece? ¿Son realmente los gases emitidos por la actividad antropogé-
nica los responsables del cambio climático?
S
abido es por todo el mundo
que, según parece, el clima
del planeta ha cambiado, y
está cambiando, tendiendo hacia
un calentamiento global. Los
medios de comunicación, grupos
ecologistas, científicos... hace
años que anuncian las causas de
dicho aumento de temperaturas,
así como sus consecuencias sobre
el medio ambiente, la economía
global y local, así como sobre la
sociedad en general.
Todos ellos atribuyen la responsa-
bilidad de dicho cambio climático,
sin dudarlo, a determinadas activi-
dades antropogénicas; principal-
mente, al masivo consumo de
combustibles fósiles, y a la emi-
sión a la atmósfera de gases como
el CO2 o el metano.
Pero ahora bien ¿puede el ser
humano modificar el clima del
planeta de forma tan drástica como
parece? ¿Son realmente los gases
emitidos por la actividad antropo-
génica los responsables de este
cambio climático? Sea como sea,
tanto si son nuestras actividades
las responsables de este cambio
climático como si no lo son, hay
una cosa que querría transmitir al
lector antes de continuar. Es nece-
sario e imprescindible para el sus-
tento del mundo occidental el bus-
car fuentes de energía renovables,
más sostenibles que las actuales,
así como menos contaminantes.
La economía y la técnica (no la
tecnología) no pueden sustentarse
en el uso de los actuales combusti-
bles fósiles. Así pues, indepen-
dientemente de que el cambio cli-
mático actual sea natural o antro-
pogénico, es necesario buscar
fuentes de energía más limpias,
baratas y sostenibles.
Dicho esto, y antes de analizar la
situación actual, una mirada al
pasado nos puede ayudar a enten-
der el presente, y prevenir el futu-
ro.
EL PEQUEÑO ÓPTIMO
CLIMÁTICO
El clima de la Tierra nunca ha sido
estable. Sus cambios han sido la
tónica dominante desde siempre
en nuestro planeta. En algunas
épocas, sus variaciones han provo-
cado glaciaciones, mientras que en
otras (como los periodos intergla-
ciares) han generado climas más
cálidos.
Lo realmente curioso es que inclu-
so en estos periodos interglaciares,
el clima nunca ha permanecido
estable y la actividad antropogéni-
ca no ha podido ser la responsable,
especialmente cuanto más nos
adentramos en el pasado. Si repa-
samos de forma rápida la historia
de los últimos 3.000 años, nos
daremos cuenta de cómo el clima
terrestre ha ido cambiando.
Así pues, hace unos 3.000 años, en
un periodo denominado Subatlántico,
la tónica climática fue la de un
enfriamiento global. El mismo
llegó tras otra larga época de más
de 3.000 años (o sea, iniciada hace
unos 6.000 años) de calentamiento
global, llamada periodo Atlántico,
en el cual apareció el clima medi-
terráneo, el desierto del Sáhara, el
popular anticiclón de las Azores y,
según algunos autores, fue esta
época cálida la responsable de la
aparición de la cultura egipcia.
El enfriamiento de hace 3.000
años provocó que los glaciares
alpinos se desarrollaran, siendo
máxima su extensión entre los
años 900 y 350 a.C. A partir de
esta fecha empezaron a retroceder,
como consecuencia de un nuevo
aumento de la temperatura, lo que
permitió a Aníbal, a finales del
siglo III a.C., atravesar los Alpes
camino de Roma.
A partir del año 250 a.C. y hasta el
siglo XIII de nuestra era, el clima
planetario vuelve a hacerse más
cálido. Las temperaturas aumen-
tan, y entre los siglos VIII y XIII
se habla del pequeño óptimo cli-
mático de la Edad Media.
CAMBIO CLIMÁTICO
EL CAMBIO CLIMÁTICO
¿ORIGEN NATURAL O
ANTRÓPICO?
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el escéptico
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el escéptico
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regañadientes y seriamente que el
Sol es un factor en el cambio cli-
mático. Han incluido la variabili-
dad del Sol en los cálculos de sus
simulaciones del calentamiento de
los últimos cien años. Y el Sol
parece haber jugado un rol funda-
mental en el desencadenamiento
de sequías y eventos de fríos.”
El juicio del IPCC sobre que el
factor solar es despreciable, se
basa en las observaciones de saté-
lite disponibles desde 1979, que
muestran que la radiación total del
Sol, aunque no es constante, cam-
bia solamente en un 0,1% durante
el curso del ciclo de once años de
las manchas solares.
Este argumento, sin
embargo, no tiene
en cuenta que la
actividad eruptiva
del Sol (fulguracio-
nes energéticas,
eyecciones de masa
de la corona y pro-
minencias eruptivas,
así como también
las más suaves con-
tribuciones de los
agujeros en la coro-
na) afecta fuerte-
mente al viento
solar, lo cual tiene
sobre el clima glo-
bal un efecto mucho
mayor que la radia-
ción total. El flujo
magnético total que
parte del Sol, arras-
trado por el viento
solar, se ha incre-
mentado por un
factor de 2,3 desde
1901, mientras que
la temperatura global de la Tierra
se ha incrementado 0,5° C. Por lo
que parece, el ozono situado en la
estratosfera es el que absorbe este
exceso de energía, lo que causa un
calentamiento local y perturbacio-
nes en la circulación.
Los modelos de circulación gene-
ral desarrollados por Haigh
(1966), Shindell et al., (1999), y
Balachadran et al., (1999), confir-
man que los cambios de circula-
ción, inicialmente inducidos en la
estratosfera, pueden penetrar en la
troposfera e influenciar a la tempe-
ratura, presión del aire, circulación
de Hadley y a la ruta de las tor-
mentas, al cambiar la distribución
de grandes cantidades de energía
que ya estaban presentes en la
atmósfera.
Las contribuciones más fuertes a
la intensidad del viento solar son
las erupciones solares que crean
las mayores velocidades del viento
solar y ondas de choque, las cuales
comprimen e intensifican los cam-
pos magnéticos en el plasma del
viento solar. Parece ser que existe
una clara conexión entre las erup-
ciones solares y una fuerte subida
de la temperatura, así como con las
caídas en la presión atmosférica.
También existen pruebas convin-
centes acerca de que la actividad
eruptiva del Sol tiene un fuerte
efecto en los trópicos. Parece ser
también que existe una fuerte
correlación entre las erupciones
que generan el viento solar, y la
circulación atmosférica y las lluvias.
Una mirada más atenta revela que
casi todos los mínimos de
Gleissberg desde el año 300 d.C.,
como por ejemplo el que tuvo
lugar cerca del año 1670 (Mínimo
de Maunder), 1810 (Mínimo de
Dalton) y 1895, coinciden con cli-
mas muy fríos en el hemisferio
norte, mientras que los máximos
de Gleissberg se asocian a climas
EL CAMBIO CLIMÁTICO: ¿ORIGEN NATURAL O ANTRÓPICO?
La línea delgada muestra la actividad solar, que por lo general se ha ido incrementando en el intervalo
de los últimos cien años, a pesar de que la longitud de los ciclos ha disminuido de una media de 11,5
años a menos de 10 años. En el mismo intervalo de tiempo, la temperatura media terrestre, tal como se
indica en la línea gruesa, se ha incrementado 0,7 grados aproximadamente. Como se puede observar,
las dos curvas, hasta en sus estructuras más finas, tienen una gran semejanza. (Friis-Christensen, E. y
K. Lassen, 1991)
Se estima que durante el siglo XX
la temperatura ha aumentado, de
media, unos 0,5º C.
LA IMPORTANCIA DE LA
ACTIVIDAD SOLAR
Sin embargo, ese calentamiento tal
vez no sea cierto. Según un análi-
sis de la variabilidad en la activi-
dad solar de los últimos dos mil
años, nos espera a partir de ahora
un largo período de clima frío con
un pico hacia el año 2030, lo que
contradice las especulaciones del
Panel Intergubernamental sobre
el Cambio Climático [IPCC,
Intergovernmental Panel on
Climate Change
, establecido por
las Naciones Unidas y la
Organización Meteorológica
Mundial (OMM)] acerca de un
calentamiento global inducido por
el hombre de 5,8° C en los próxi-
mos cien años.
Según investigaciones de
Landscheidt
1
, se prevé ese año de
2030 un mínimo en el ciclo de 80
a 90 años, conocido como ‘ciclo
de Gleissberg’ de la actividad
solar, lo cual siempre ha coincidi-
do con periodos de climas fríos en
la Tierra, que están ligados de
manera consistente con un ciclo de
83 años en el cambio de la fuerza
giratoria que impulsa el movi-
miento de rotación del Sol alrede-
dor del centro de masas del
Sistema Solar.
Dado que el curso futuro de este
ciclo, así como sus amplitudes,
pueden ser computadas, Landscheidt
ha podido ver que el mínimo de
Gleissberg del año 2030 y otro
similar alrededor del año 2200,
serán del tipo del Mínimo de
Maunder, aparecido entre 1645 y
1715 aproximadamente —durante
la pequeña edad de hielo—, y, por
tanto, irán acompañados por un
severo enfriamiento de la Tierra.
Según Landscheidt, este pronósti-
co puede ser acertado ya que otros
pronósticos a largo plazo del fenó-
meno climático, basados en el
movimiento orbital cíclico del Sol,
han resultado ser correctos, como
por ejemplo la predicción de los
últimos tres eventos de El Niño,
años antes de su ocurrencia.
Curiosamente, el IPCC no tiene en
cuenta la actividad solar como fac-
tor determinante en el clima del
planeta, ya que se basan solamen-
te en balances radiativos de los
gases presentes en la atmósfera. Ya
no publican sus “proyecciones de
mejor estimación” del aumento de
temperatura para el año 2100 cau-
sado por el aumento de la acumu-
lación de los gases de invernadero
en la atmósfera, sino que publican
resultados para la prensa y para
especular sobre un calentamiento
de hasta 5,8° C hasta el 2100.
En los editoriales de la revista
Science (2002), sin embargo, se
comentaba el incremento en el
número de publicaciones que
apuntan a la variada actividad
solar como un factor con un peso
muy fuerte en los procesos de
cambio climático: “A medida que
en los registros del clima pasado
aparecen más y más contoneos que
coinciden con los aumentos y dis-
minuciones del brillo del Sol, los
investigadores están aceptando a
La oscilación irregular del Sol alrededor del centro de masas del sistema solar en
una perspectiva heliocéntrica. La masa del Sol está marcada por una circunferencia
gruesa. La posición del centro de masas relativa al centro del Sol (+) en los años
respectivos, está marcada por círculos pequeños. Las fuertes variaciones en las
cantidades físicas que miden el movimiento orbital del Sol forman ciclos de diferentes
largos, pero de funciones similares en las relaciones Solares-terrestres.
(Th. Landscheidt)
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el escéptico
69
el escéptico
68
través de cálculos paso a paso en
los modelos de circulación, ni
ahora ni tampoco en el futuro. Sin
embargo existe la posibilidad de
una predicción condicional. La
condición es que un factor especial
dentro de la compleja relación
causa-efecto sea tan fuerte que cla-
ramente domine a todos los otros
factores. Además, el comporta-
miento de ese único y dominante
factor causal tendría que ser prede-
cible con certeza, o a un alto grado
de probabilidad.”
Una mirada a la
literatura muestra
que estas condicio-
nes no se cumplen.
Más aún, existen
dificultades técni-
cas y matemáticas.
Peixoto y Oort
(1992) comentan
apropiadamente:
“La integración de
un modelo totalmente acoplado
que incluya a la atmósfera, océa-
no, tierras y criosfera con escalas
de tiempo internos muy diferentes
imponen dificultades casi insupe-
rables para alcanzar la solución
final, aún cuando todos los proce-
sos fuesen completamente com-
prendidos.”
De manera que no resulta sorpren-
dente que los pronósticos válidos
de MCG sean una especie rara.
Las hipótesis del IPCC sobre el
calentamiento global requieren
que la radiación de onda larga al
espacio se reduzca a causa de la
acumulación de gases de inverna-
dero. En realidad, los satélites han
observado una tendencia al incre-
mento de la radiación de onda
larga en los trópicos durante las
últimas dos décadas. Los MCG
predicen mayores aumentos de
temperatura con el aumento de la
distancia desde el Ecuador, pero
las observaciones no muestran un
cambio neto en las regiones pola-
res durante las últimas cuatro
décadas. De acuerdo a los datos
más recientes, la Antártida se ha
enfriado de manera considerable
(Doran et al., 2002) en vez de
haberse calentado.
De fundamental importancia es la
discrepancia entre los pronósticos
de los MCG y observaciones como
la evaporación. Aun si las conside-
raciones teóri-
cas del IPCC
fuesen correc-
tas, el CO2
podría manejar
sólo 0,88° C de
calentamiento
para dentro de
más de un siglo.
Esta pequeña
cantidad de
calentamiento,
sin embargo,
aumentaría la evaporación en la
superficie y elevaría la concentra-
ción de vapor de agua, que es el
más poderoso gas de invernadero
en la atmósfera, de lejos.
De acuerdo a los modelos climáti-
cos, esta realimentación positiva
causaría un calentamiento mucho
más grande que el provocado sólo
por el CO2 y otros débiles gases
de invernadero. De manera que es
crucial para las hipótesis de calen-
tamiento del IPCC que la observa-
ción muestre una disminución de
la evaporación en el hemisferio
norte durante los últimos cincuen-
ta años, en lugar de su pronostica-
do aumento (Roderick y Farquhar,
2002). Hay muchos otros puntos,
pero irían mucho más allá del
marco de este estudio.
CONCLUSIÓN
Nuestro planeta ha estado siempre
sometido a cambios climáticos a lo
largo de su historia. En la historia
reciente de la humanidad ha habi-
do multitud de alteraciones climá-
ticas, sin que sea el factor determi-
nante la emisión de gases de efec-
to invernadero.
Los datos instrumentales parece
ser que, en una primera aproxima-
ción, muestran un claro aumento
de la temperatura. No obstante,
hay que tener en cuenta que las
series climáticas más extensas
superan con dificultad los cien
años, una ridiculez desde el punto
de vista climático. Y además,
muchos de los instrumentos de
medición, que en un principio
estaban lejos de las ciudades, en
los últimos 50 años se han visto
rodeados por el enorme crecimien-
to de las urbes, captando en la
medición de la temperatura lo que
se conoce como el efecto de la isla
de calor, un incremento más que
considerable debido a la actividad
humana en las ciudades, creándose
un microclima.
El final de la pequeña edad de
hielo coincide con el inicio de la
revolución industrial y la emisión
masiva de gases resultantes de la
combustión de combustibles fósi-
les. Este segundo hecho es uno de
los principales argumentos para
culpabilizar al aumento de las tem-
peraturas globales. Pero una visión
más detallada nos revelará que
entre los años 1940 y 1975, cuan-
do las emisiones de gases de efec-
to invernadero eran muy elevadas,
la temperatura planetaria disminu-
yó ligeramente. De 1975 al 2004
parece ser que han continuado
subiendo las temperaturas. Las
próximas décadas nos revelarán si
la actividad solar juega el principal
papel en al clima global, y los
gases antropogénicos un papel
modesto y secundario, de matiz
simplemente.
EL CAMBIO CLIMÁTICO: ¿ORIGEN NATURAL O ANTRÓPICO?
Es crucial para las hipó-
tesis de calentamiento
del IPCC que la observa-
ción muestre una dismi-
nución de la evapora-
ción en el hemisferio
norte durante los últi-
mos cincuenta años, en
lugar de su pronostica-
do aumento
cálidos, por ejemplo
hacia 1130 (Óptimo
Climático Medieval).
El grado de cambio de
las temperaturas es pro-
porcional con las ampli-
tudes del ciclo de
Gleissberg. Durante el
Mínimo de Maunder la
actividad solar fue míni-
ma, y durante el Óptimo
Climático Medieval la
actividad fue muy eleva-
da, probablemente más
que en las seis décadas
de intensa actividad solar
antes de 1996.
Consecuentemente, Friis-Christensen
y Lassen (1995) demostraron que la
conexión entre las temperaturas
del aire en superficie del hemisfe-
rio norte y la variabilidad en la
actividad solar se extiende como
mínimo hasta el siglo XVI.
Dado que el próximo mínimo de
Gleissberg debe ocurrir hacia el
2030, y los siguientes mínimos
seculares se esperan para el 2122 y
el 2201, esas podrían ser buenas
fechas para épocas con un frío
especial.
PRONÓSTICO DE
MÍNIMOS DE GLEISS-
BERG Y CLIMA FRÍO
ALREDEDOR DEL 2030
Y EL 2200
Una pregunta aún más difícil de
contestar es si los futuros mínimos
de Gleissberg serán del tipo regu-
lar con actividad solar moderada-
mente reducida como en 1895, o
del tipo de muy baja actividad
como el mínimo de Dalton hacia
1810, o del tipo de gran mínimo
que casi extinguió toda actividad
solar, como durante el nadir del
mínimo de Maunder hacia 1670, el
mínimo de Spoerer hacia el 1490,
el mínimo de Wolf hacia el 1320, y
el mínimo de Norman hacia el
1010 (Stuiver y Quay, 1981).
La figura adjunta ofrece una solu-
ción heurística. Muestra a la serie
de tiempo de extremos dT/dt sin
suavizado para el intervalo 1000 -
2250. La consistente regularidad
atrae nuestra atención. Se observa
que cada vez que la amplitud de un
extremo negativo pasa por debajo
de un umbral bajo, indicado por la
línea de rayas horizontal, esto
coincide con un período de activi-
dad solar excepcionalmente débil.
Se ha demostrado que existe una
estrecha relación entre los profun-
dos Mínimos de Gleissberg y el
clima frío. De manera que la pro-
babilidad es muy elevada de que
los Mínimos de Gleissberg de
2030 y 2201 vayan acompañados
de períodos de clima frío compara-
bles al nadir de la Pequeña Edad
de Hielo. En cuanto al mínimo del
2030, hay indicaciones adicionales
de que se espera un enfriamiento
global en vez de un calentamiento
global. La Oscilación Decadal del
Pacífico (ODP) mostrará valores
negativos hasta quizás el 2016
(Landscheidt, 2001) y
los episodios de La
Niña serán más fre-
cuentes y fuertes que
los de El Niño hasta el
2018 (Landscheidt,
2000).
Según Landscheidt, no
se espera que los efec-
tos de los gases de
invernaderos antropo-
génicos eliminen la pre-
dominancia del Sol. Si
esos efectos fuesen tan
fuertes como predice el
IPCC, los diversos pro-
nósticos realizados por
Landscheidt, basados exclusiva-
mente en la actividad solar, no
habrían tenido ninguna probabili-
dad de tener resultado correctos.
Los resultados del IPCC, lejos de
las predicciones que se practican
en otros campos de la ciencia, se
apoyan casi exclusivamente en los
modelos de circulación general
(MCG), que están basados en el
mismo tipo de ecuaciones diferen-
ciales no lineales que llevó a
Lorenz a reconocer en 1961 que
las predicciones del tiempo a largo
plazo son imposibles por la extre-
mada sensibilidad de la atmósfera
a las condiciones iniciales. No es
concebible que el “Efecto Mariposa”
deba desaparecer cuando el rango
de la predicción de unos pocos
días es extendida a décadas y
siglos.
Algunos climatólogos conceden
que hay un problema. Schönwiese
hace notar: “Consecuentemente,
deberíamos llegar a la conclusión
de que el cambio climático no
puede ser predicho (por los MCG).
Es correcto que los variados y
complejos procesos en la atmósfe-
ra no pueden ser predichos más
allá del límite teórico de un mes a
Serie de tiempo de extremos dT/dt, sin suavizado, para el intervalo
de años que van desde el 1000 al 2250. (Cortesía del autor)
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el escéptico
71
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EL CAMBIO CLIMÁTICO: ¿ORIGEN NATURAL O ANTRÓPICO?
HUMOR, por Ernesto J. Carmena
Jordi Mazón Bueso
La difusión por parte de algunos
medios de comunicación de un
seguro cambio climático antropo-
génico no muestra sino una infor-
mación sesgada, sensacionalista.
Con todo, repetimos lo que decía-
mos al inicio, hace falta buscar
recursos energéticos limpios, sos-
tenibles y dejar de depender de los
combustibles fósiles.
NOTA
1. ¿Pequeña edad de hielo en vez
de calentamiento global?
de
Theodor Landscheidt, Schroeter
Institute for Research in Cycles of
Solar Activity
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[versión en español en:
“¿Pequeña edad de hielo en vez
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