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el escéptico
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tas nos presenta a un típico insec-
toide de grandes ojos negros, sin
nariz ni boca, del tamaño de un
niño pequeño y vestido con un
traje enterizo en el que ni siquiera
falta el detalle de un emblema
sobre el pecho. Quizá la única
diferencia sustancial sea que pre-
senta un par de antenas, quizá
como una alegoría a su lenguaje
telepático, aunque tampoco faltan
casos de abducción por parte de
alienígenas provistos de antenas,
como el del policía americano
Schirmer allá por 1968.
Siguiendo con dibujos infantiles,
podríamos considerar que el
siguiente sello emitido por
Finlandia el año 2000 debería
verse como otra alegoría, en este
caso de una abducción, donde la
víctima se ve alzada en el aire y
atraída por una fuerte campo elec-
tromagnético (representado por el
imán) hacia un típico alienígena
verdoso.
Algo más antiguo, de la Navidad
de 1990, es el sello de Chile, ilus-
trado por un dibujo de la niña de 7
años Carla Levill, donde podemos
ver la imagen de un típico platillo
volante con cúpula.
Es de todos conocido que los
humoristas gráficos también
emplean a menudo la iconografía
alienígena, pero que sepamos este
sello de la república ex-soviética
de Kirgizistán es el primero en
recoger uno de tales ejemplos.
Dentro de una hojita bloque de
nueve valores dedicados a chistes
sobre las elecciones norteamerica-
nas del año 2000, que ganó George
Bush tras múltiples recuentos,
podemos ver uno donde el tópico
marcianito verde exige a su inter-
locutor que lo conduzca ante su
líder. Tres horas después, se mues-
tra totalmente arrepentido de tal
orden, mientras el terráqueo le
explica las dificultades del recuento.
En la misma línea, terminaremos
este primer comentario hablando
de las tarjetas telefónicas, que se
han convertido (especialmente en
Japón y Estados Unidos) en un
verdadero escaparate de iconogra-
fía ufológica. Sin embargo, he pre-
ferido mostrar ejemplos más cer-
canos como Italia y Francia.
En Estados Unidos se ha emitido
incluso toda una serie de tarjetas
reproduciendo algunas de las foto-
grafías ovni menos conocidas,
procedentes de todos los rincones
del mundo, incluyendo España.
Nuestro país está representado por
una tomada en 1978 (aunque exis-
ten dudas sobre la fecha) en
Barcelona por la Sra. Montserrat
Batllori, ama de casa, mientras
observaba una bella puesta de sol
desde su ventana. Decidió tomar
algunas fotos y en una de ellas
aparecen esos tres objetos volado-
res dorados flotando sobre los edi-
ficios que ella no vio, lo que pare-
ce apuntar a algún reflejo o fallo
de revelado.
No merece la pena reproducir y
analizar cada una de las imágenes
reproducidas en las tarjetas, pero
permítanme comentar un par de
ellas, pertenecientes a una serie (a
continuación la presento comple-
ta) que allá por mi juventud estuvo
a punto de convencerme de que los
ovnis eran verdaderas naves extra-
terrestres. Fue tomada en 1963 y J.
J. Benítez en Los visitantes (1982)
las describe como “una de las
secuencias fotográficas más her-
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82 ERÍDANO
Luis Ruiz de Gopegui
Colección Transversal. Equipo
Sirius. Madrid, 2003
LA DANZA DEL TIGRE
Björn Kurten
Edición y prólogo a cargo de
Juan Luis Arsuaga
Ediciones Plot. Madrid, 2001
No solemos tratar en esta sección
libros de ficción científica.
Bastante tenemos (por regla gene-
ral) con los otros, los que son de
ficción paracientífica. Sin embar-
go, en esta ocasión haremos una
corta (por razón del pequeño espa-
cio que tenemos, que no por el
interés de las obras reseñadas)
excepción con estos dos volúme-
nes, que llegan de la mano de dos
autores con una larga trayectoria
en el mundo de la ciencia como
son el físico e ingeniero Luis Ruiz
de Gopegui y el paleontólogo, ya
fallecido, Björn Kurten.
Novelas en apariencia —cuya cali-
dad como tales no juzgamos—, en
realidad se esconde tras ellas, de
alguna manera, dos ensayos (como
sólo al final descubre el lector)
cómodos y fáciles de leer, sobre el
estado de nuestros conocimientos
en dos materias tan diferentes
como pueden ser, en el caso del
primer libro, la vida extraterrestre
y las posibilidades de contacto
humano con ella (escrito por un
escéptico radical en este campo
como es Ruiz de Gopegui) y, en el
caso del segundo libro, el encuen-
tro en el norte de Europa de pobla-
ciones de neanderthales y de cro-
mañones hace unos cuarenta mil
años. Como se ve, ambas tratan de
las dificultades de la comunica-
ción, una entre especies de homo y
la otra entre entidades biológicas
de planetas diferentes.
En los dos libros hay una estructu-
ra general de novela, que al final
(mejor dicho, tras el final) es
explicada por el propio autor, rela-
cionándola con lo que se sabe que
pasó o se puede llegar a pensar que
podría pasar (sin perder de vista la
racionalidad) en el supuesto de
ambos casos. Incluso se justifican
las ideas meramente novelescas
indicando que lo son. Se trata de
divulgar, de una nueva manera,
muy amena, que facilita la intro-
ducción del lector en ciertas temá-
ticas.
Ambos textos son muy recomen-
dables, siendo de agradecer el
esfuerzo hecho por las dos edito-
riales, pequeñas, en poner a dispo-
sición del público estas dos obras,
que permiten al lector, casi, discu-
tir con el autor los planteamientos
de la obra, al conocer el por qué
científico de muchas de sus deci-
siones argumentales.
Alfonso López Borgoñoz
La nueva edición del PHILCAT
(catálogo de sellos, tarjetas telefó-
nicas y monedas de contenido ufo-
lógico) elaborado por el estudioso
italiano Giancarlo d’Alessandro
incluye abundantes novedades,
algunas de las cuales comentare-
mos a continuación. En esta oca-
sión, el autor ha añadido al mismo
una bibliografía ufofilatélica
donde aparece en lugar destacado
la primera serie de artículos que
tuve el honor de publicar aquí a
partir del número diez. Pero basta
de autorreferenciarse, pasemos a
la filatelia.
E
n 1992, Linda Kerth y
Richard F. Haines
1
analiza-
ron los dibujos que 347
niños suizos realizaron sobre la
simbología ovni y humanoide. En
la prueba se había separado a los
niños en dos grupos: los que habí-
an sido testigos del fenómeno y los
que no. Resultó que las representa-
ciones de los objetos volantes ima-
ginarios eran mucho más elabora-
das que las descripciones típicas
de los ovnis denunciadas por los
testigos. De ello, los autores con-
cluyeron que hay una gran diferen-
cia entre el contenido imaginario
de los ovnis representados en la
muestra y los informes reales.
Además, se señala explícitamente
que los seres dibujados (por lo
general según el estereotipo del
“pequeño hombrecillo verde”) no
se corresponden con los Grises de
la casuística ovni reciente. Dejando
a un lado las merecidas críticas
que recibió tal trabajo, si hemos de
juzgar por los resultados de un
concurso de diseño gráfico realiza-
do en 2000 y que sirvió para ilus-
trar una serie de cuatro valores
emitidos por el servicio de correos
suizo, la situación ya se ha “nor-
malizado”: una de las cuatro viñe-
LA UFOLOGÍA Y EL COLECCIONISMO DE SELLOS: 1ª ADDENDA