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verano 2002
el esc
é
ptico
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Acabo de leer que el presidente de Estados Unidos ha
conseguido una moratoria de cinco años a la investiga-
ción sobre clonación de células humanas con fines tera-
péuticos. ¡Cinco años!
Pienso que el principio de precaución es bueno cuan-
do hay algún posible peligro aunque sea remoto. Soy de
los que piensan que la seguridad absoluta no existe y
que si queremos avanzar tenemos que asumir algún ries-
go; pero debe ser un riesgo medido, un riesgo precavido.
Sin embargo no entiendo cuál es el peligro de investi-
gar con clones de células humanas para fines terapéu-
ticos. ¿Qué puede ocurrir si me quitan una célula de la
piel y con ella intentan fabricar un hígado que sea com-
patible conmigo? ¿O unas células Beta de Langerhans
para curarme la diabetes? ¿Cuál es el peligro misterio-
so y oculto detrás de estas prácticas? No lo sé. No lo
entiendo.
Ayer, estaba viajando y en el autobús me sorpren-
dieron con una película de Schwarzenegger titulada The
6
th
day. En ella se hablaba —mal, por supuesto— de
la clonación de órganos. En una manifestación, los anti-
clonación decían que había que prohibir la obtención
de órganos pues era el primer paso para clonar seres
humanos. ¿Es ésa la clave? ¿Es eso lo que piensa el
Sr. Bush? ¿Por eso hay que prohibirlo o esperar duran-
te cinco años? ¿Qué tiene que ver el intento éticamen-
te irreprochable de conseguir un órgano con fabricar un
ser humano
1
? ¿Tenemos que prohibir la investigación
de todo pues alguna vez se podrá utilizar mal?
¿Prohibiremos la fabricación de bisturíes pues con ellos
se puede asesinar?...
No sé, no sé. Pero la cosa tiene un tufillo a funda-
mentalismo bíblico…
Mientras tanto, hay millones de diabéticos que van
empeorando; tienen que cortarles miembros, se quedan
ciegos... y casi con seguridad se podrían curar si se logra-
ran obtener las células que producen la insulina. Miles
de personas que necesitan un trasplante de un órgano:
corazón, pulmones, hígado, riñón... mueren porque no
encuentran donante y aunque lo consigan, deberán estar
con medicación toda la vida para evitar el rechazo; todo
ello se podría evitar con órganos clonados...
Pero hay que esperar cinco años.
Cinco años, ¿Para qué? ¿De qué peligro nos estamos
protegiendo?
Para muchos enfermos, cuando por fin se autorice la
clonación de células humanas con fines terapéuticos ya
habrán muerto, o habrán perdido miembros, o estarán
paralíticos... Cuando por fin lo autoricen, ellos cantarán
con Sabina aquello de “Ahora es demasiado tarde, prin-
cesa”, o mejor dicho: “ahora es demasiado tarde,
Sr. Bush”.
é
Félix Ares de Blas
N
OTA
1.- En este trabajo eludo intencionadamente el tema
de si clonar un ser humano es ético o no, pues ahora
no se trata de eso, sino de clonar células humanas.
DE OCA A OCA
AHORA ES
DEMASIADO
TARDE,
PRINCESA
COREL