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EL
CRISTO
DE LAS
HAMBURGUESAS
Ya no quedan milagros como los de antes, con inocentes
pastorcillos que reciben la bendición de la virgen en el cam-
po, junto a sus ovejas. La historia que viene a continuación
cambia las encinas por camiones, las florecillas por escom-
bros, y la luz divina por el neón de una hamburguesería.
En este decorado, un barrio humilde es testigo de la fe de
unos, la desvergüenza de otros y la curiosidad del resto.
Nos encontramos en el Carril del Butano, un lugar que no
aparece en los callejeros, en un solar que nunca ha sali-
do en las telepromociones de la ciudad de Marbella. Acaba
de caer la noche, y un grupo de personas se aposta en
mitad del camino. Hace una noche espléndida y en el cie-
lo puede reconocerse fácilmente la constelación de Orión.
Hoy hay poca gente –apenas una docena de personas, fren-
te a los setenta que ha llegado a alcanzar la convocato-
ria–, pero nadie ha venido a mirar las estrellas: Todos
escrutan con la mirada una roca que sobresale de la angos-
ta y peligrosa senda.
Buscan el rostro de Jesús grabado en el risco. Una
señora así me lo comenta: “quien no lo ve, es porque no
tiene fe”. Esa aseveración tan tajante provoca que algu-
no de los allí reunidos busque afanosamente la silueta sin
mucho éxito. “¿Todavía no lo ves?, ¡mira que eres bruto!”,
le comenta otro vecino. “Está claro –prosigue señalando
con el dedo–, aquí está la barba, los ojos y las cejas”. Sin
embargo, para una de sus hijas los bigotes se convierten
en piernas y las cejas son brazos, y no es un semblante,
sino una imagen completa del crucificado. Tampoco fal-
ta la niña que asegura que sólo ve un pedrusco, como en
el cuento de Andersen “el traje nuevo del emperador”.
Pero no es sólo el retrato de Cristo lo que convoca a las
personas: “dicen que si frotas la piedra donde te duele,
te curas”, exclama la amable vecina, poniendo en boca
de otro lo que sin duda ella cree. Rápidamente aparecen
varias manos acariciando la silueta mientras la narrado-
ra nos recita el catálogo de curaciones atribuidas: jaque-
cas, migrañas, dolores de estómago y de espalda.
Todo empezó cuando unos chavales volvían de tomar
unas hamburguesas en un establecimiento de una afama-
da multinacional. Tomaron el carril como atajo, que aun-
que peligroso, queda iluminado por el neón de dicho esta-
blecimiento de comida rápida. Bajando se encontraron
con el efecto que la pálida luz produjo sobre la piedra. La
impresión que les causó fue tal que incluso se llevaron la
roca y la entregaron a la asociación de vecinos para que
todos la pudieran admirar. El problema está que la silue-
ta sólo es perceptible en penumbras, y era imposible iden-
tificarla a la luz del día. Como la zanja que dejó fue gran-
de, los adultos optaron por volver a colocarla en su sitio.
Sin embargo, el rumor ya se había extendido, y las espon-
táneas reuniones nocturnas alrededor del guijarro se han
convertido en un rito y un aliciente para un barrio masi-
ficado y aburrido. Los fieles depositan flores y le rezan,
quizás porque las escasas iglesias de Marbella distan de
la zona. Estamos, probablemente, ante el primer caso de
Cristo con patrocinio de una multinacional.
No sólo los vecinos y curiosos han visitado el lugar.
Las concejalas de Cultura, Asuntos Sociales y un edil del
Partido Andalucista han estado allí, aunque han preferi-
do no opinar sobre el asunto. Otras visitas no han sido tan
asépticas; así, un picaresco personaje conocido como “el
monje” se presentó ante los congregados para realizar un
montaje con el que pretendía engañarlos. El truco con-
sistía en pasar las manos por la imagen y, a la vez, untar-
la con tinta roja que manaba de unas bolsas atadas a sus
muñecas. Sin embargo la trampa no le salió como espe-
raba y una vecina tuvo que retirar los restos de tal des-
propósito. Mala estirpe la de tipos como éste, que pre-
tende abusar de la gente humilde y amable que habita en
este barrio, de la que en pocos lugares quedan.
El futuro de la piedra parece estar atado al del solar,
donde está proyectado construir una gran urbanización
que agravará sin lugar a dudas la masificación que la zona
padece. No falta quien pide erigir una ermita que con-
serve la imagen, aunque difícil será encontrar la combi-
nación de luces adecuada para poder verla. ¿Se ofrecerá
la multinacional a patrocinarla?
(J.J.F.P.)
INICIATIVA SALUDABLE,
EN
RELACIÓN A LAS
“VACAS LOCAS”
Probablemente la más acertada en cuanto a garantizar la
salud, por lo menos mental, de los españoles. Aunque parez-
ca mentira, no se trata de un nuevo método de enterra-
miento de animales muertos ni de una nueva receta culi-
naria, por lo que representa un enfoque nuevo y prometedor
ante un problema que no podemos cometer el error de menos-
preciar: la irracionalidad con la que amplios sectores de la
sociedad, con la colaboración de las autoridades españo-
las, trata el problema del “mal de las vacas locas” (¡y tan-
tos otros!).
Se trata de un manifiesto en pro de la aplicación del pen-
samiento crítico al problema de las vacas locas al que no
podemos menos que aplaudir, pues no sólo supone una
bocanada de aire fresco y racional en torno a este tema,
sino que supone una reflexión general en favor de la apli-
cación del método científico al bienestar y seguridad de
los seres humanos en todos los ámbitos de la sociedad.
En efecto, la alarma social que este tema ha desper-
tado, utilizada de forma irresponsable, refuerza en deter-
minados sectores un sentimiento de idolatría hacia “lo
natural” y “lo tradicional”, expresiones que se convierten
en sinónimas de “lo saludable” y “lo seguro”, frente a un
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PRIMER CONTACTO
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proceso de demonización de cualquier proceso que sen-
cillamente suponga la intervención humana en los proce-
sos que se consideran naturales (con criterios siempre
difíciles de definir).
En nuestros días, gozamos de una longevidad insos-
pechada pocas décadas antes; hemos reducido la morta-
lidad infantil y muchas enfermedades infecciosas se mani-
fiestan con una incidencia realmente baja. A pesar de la
obviedad de la aportación de la ciencia y la tecnología
aplicadas a los procesos industriales en esos logros, cual-
quier iniciativa que lo recuerde debe ser bienvenida por
ARP-SAPC, especialmente cuando lo único que se pre-
tende es pedir un poco de sensatez en un problema que,
probablemente, aún no ha afectado a ningún ser humano
en nuestro país.
Agradecemos a los autores de este manifiesto, Miguel
Calvo y Josep Català, junto a las decenas de profesiona-
les del sector alimentario que lo firman, su esfuerzo en
evitar que no sólo las vacas, sino todos nosotros, acabe-
mos siendo víctimas de un lento pero inexorable proceso
de deterioro cognitivo. Del texto del largo manifiesto, pode-
mos extraer los siguientes párrafos, que creemos de inte-
rés: “El método científico es la única fuente de conoci-
miento que, mediante la duda sistemática, se basa en
intentar rebatir sus propias hipótesis de trabajo, por lo
cual aquellas que resisten repetidamente la contrastación
experimental (y que, por lo tanto, son capaces de prede-
cir los comportamientos futuros acotando su margen de
error probable) deben considerarse, racionalmente, creí-
bles y sólidas. Éste es el método que, en el campo ali-
mentario, ha permitido establecer sólidos fundamentos
para la seguridad alimentaria, mediante el conocimiento
de la composición de los alimentos, los agentes que los
alteran y los mecanismos para su control, los efectos que
tienen los alimentos sobre la fisiología humana y los ries-
gos asociados a cualquier etapa de su producción.
La ciencia, por lo tanto, está ligada intrínsecamente a
una actitud constructivamente escéptica sobre sus pro-
pios resultados, que la lleva a examinar cualquier detalle
que, por no previsto, pudiera falsear la verificación de las
hipótesis de partida. Este mismo escepticismo es el que
hace que el científico se exprese, incluso en relación a los
asuntos en los cuales debe ser considerado experto (exis-
ten indicadores objetivos en el mundo científico para ello),
con un pudor y una prudencia que desde el universo
mediático, que requiere ‘hechos y declaraciones contun-
dentes’ y no los característicos ‘sí, pero...’ de los científi-
cos, se comprenden mal, y se confunden con frecuencia
con el ocultamiento de la verdad o la sumisión a ‘oscuros’
intereses de gobiernos y corporaciones”.
ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico
ha decidido hacer suyo el Manifiesto por una aproxima-
ción científica a la solución de los problemas alimentarios
y suscribir, mediante su firma como colectivo, los conte-
nidos que en él se recogen. Con tal fin el presidente salien-
te, Javier Armentia, sumó los datos societarios pertinen-
tes a la lista de apoyo al manifiesto, lista que puede ser
consultada a través de un enlace situado en la misma pági-
na en la que figura la declaración, la cual está disposi-
ción de quien desee consultarla vía web en la dirección
de Agrodigital: http://www.agrodigital.com. Allí, igual-
mente, todo aquel que desee adherirse al mismo puede
hacerlo rellenando un sencillo formulario.
(C.L.B.)
COMUNICANDO,
COMUNICANDO,
COMUNICANDO...
Imagínese con los ojos tapados por medias pelotas de ping
pong, bañado su rostro por luz roja y con unos auriculares
encasquetados de los que lo único que sale es ‘ruido blan-
co’. El pasado 7 de diciembre, diez ‘sensitivos’ –personas
que supuestamente están dotadas de percepción extrasen-
sorial– participaron de esta guisa en el mayor experimen-
to telepático hecho en décadas.
En concreto, desde 1971, cuando dos mil personas inten-
taron, sin éxito, transmitir mentalmente una imagen a dos
voluntarios durante un concierto de rock de Grateful Dead
celebrado en Nueva York. La que pasará a la historia de
la parapsicología como la última prueba telepática del
siglo XX tuvo como escenario el londinense Museo de lo
Desconocido, corrió a cargo de Richard Wiseman, psicó-
logo de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido), y
fue patrocinada por Sci-Fi Channel. El experimento fue
sencillo.
Wiseman proyectó una diapositiva ante medio cente-
nar de personas que se concentró en ella durante diez
minutos e intentó transmitirla al ‘receptor’, en otra sala y
aislado sensorialmente. El proceso se repitió diez veces,
con diferentes imágenes y ‘sensitivos’. Pero, en las últi-
mas dos intentonas, de cincuenta ‘emisores’ se pasó a
varios centenares que trataron de hacer llegar a dos ‘dota-
dos’ sendas imágenes proyectadas en un muro en plena
calle. Cuando concluyó cada
una de las diez sesiones, los
experimentadores rompieron el
aislamiento sensorial de cada
‘receptor’ y le presentaron cua-
tro fotografías. Debía elegir cuál
era la que le habían intentado
enviar y se le pedía, además,
que ordenara las otras tres
según la probabilidad de que
fueran la acertada. Los resulta-
dos fueron concluyentes.
Sólo se registraron dos acier-
tos: el de un individuo apelli-
dado Irving, fotógrafo de 43
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ARCHIVO
Richard Wiseman.