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(Verano 2000)
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meditación trascendental, de
feng-shui, de todo tipo de ten-
dencias budistas, etcétera.
Pero quizá lo más llamativo
sea la presencia de telepredi-
cadores a la norteamericana.
Recuerdo el impacto una no-
che al llegar de tomar unas
cervezas con mis colegas y en-
cender la tele. Dos cadenas
emitían programas con sus co-
rrespondientes predicadores
evangelistas, la mayoría esta-
dounidenses. Pero lo gracioso
es que se sucedían unos a
otros.
Así, comenzó un tal Benny
Himn, de pelo blanco hiper-
peinado
con mechones negros,
chaqueta y corbata, y que pa-
recía sacado de una
peli de
mafiosos. Como ejemplo de
las muchas maravillas de su
discurso y para ilustrar mi in-
dignación, sirva lo siguiente:
entre citas biblícas, auto-
bombo y publicidad de su li-
bro, intercalaba visiones pro-
féticas y pequeños milagros.
Por ejemplo, en un momento
dijo que veía a un hombre de
mediana edad que sufría y llo-
raba –el programa era en dife-
rido–. Que no se preocupara.
Que Jesús iría a visitarle justo
a las 2 horas de la madrugada
y que simplemente le dijera
“estoy aquí” y todo sus proble-
mas desaparecerían. Por
cierto, su libro, El me tocó,
costaba…150 dolares ameri-
canos. Es decir, ¡más de
20.000 pesetas! A continua-
ción, le siguió Randy Morri-
son, de raza negra, calvo y con
gafas. Ante una audiencia
multitudinaria, lanzaba conti-
nuos
aleluyas y palabras para
que la gente repitiera. Lo más
parecido a la parodia del pre-
dicador habitual en el pro-
grama humorístico
Gomaes-
puma. Acompañado de una
orquesta, era todo un
show-
man: cantaba, se contorsio-
naba, hacía teatro, chistes…
de pena. De su discurso, des-
tacaría la apología de la des-
igualdad social que realizó en
un momento dado: “Al igual
que hay altos y bajos, no todos
somos iguales. Existen dife-
rentes niveles y esto hay que
aceptarlo porque Dios lo
quiere”. En fin, sin comenta-
rios. Nunca pensé que, al me-
nos por un momento, pudiera
alegrarme de vivir en un país
de mayoría religiosa católica
donde no tenemos que sopor-
tar a estos tipos en los medios
de comunicación –sí a otros,
claro–. Aunque quizá no falte
mucho.
Para finalizar, me gustaría
comentar algo sobre la presen-
cia social del escepticismo en
Australia. En varias ocasiones
intenté indagar sobre ello. Y
mi sorpresa fue positiva. Es-
tando en una cena de cumple-
años con profesores de la uni-
versidad y otros profesionales,
surgió el tema de las pseudo-
ciencias. Me sorprendió que
muchas de las personas allí
presentes dieran argumentos
escépticos nada triviales.
Cuando pregunté si conocían
el escepticismo organizado,
todos, absolutamente todos,
me respondieron que por su-
puesto, que conocían las orga-
nizaciones escépticas de su
país y que eran, en general,
bastante populares, algo que
todavía no es el pan nuestro
de cada día en España. Sirva
esto último para que reflexio-
nemos sobre lo que todos te-
nemos claro, pero que nunca
está de más recordar: la impor-
tancia de la presencia social
de ARP - Sociedad para el
Avance del Pensamiento Crí-
tico. Tener una asociación,
una revista, canales para co-
municarnos entre nosotros,
organizar congresos... son sin
duda cosas importantes, pero,
si no se nos oye en la sociedad,
¿todo esto para qué?
CARLOS J. ÁLVAREZ
Umberto Eco
apoya a los
escépticos
italianos
El semiólogo y escritor Um-
berto Eco, premio Príncipe de
Asturias de Comunicación y
Humanidades, ha manifes-
tado al CICAP, la organiza-
ción escéptica italiana, su
apoyo expreso a través de una
breve, pero entusiasta, carta
que puede leerse en la
web.
Eco lamenta en la misiva no
haber podido asistir, por pro-
blemas de agenda, al último
congreso nacional del CI-
CAP, ya que la actividad de
dicha asociación es, en su
opinión, un “acto civil y mo-
ral necesario”.
El autor de
El nombre de la
rosa considera que la del CI-
CAP es, “por desgracia”, una
“batalla perdida”, pero, al
mismo tiempo, afirma que no
hay que abandonar la lucha,
aunque “no se pueda conven-
cer al crédulo” de su error. A
su juicio, se puede “mantener
el problema dentro de unos lí-
mites” si se dirige el esfuerzo
escéptico a que “los periódi-
cos, los semanarios y la RAI
primer contacto
Umberto Eco.
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no incrementen la credulidad
y no favorezcan a los que yo
llamo
mercaderes de lo abso-
luto.
Eco reconoce que cree que
“es muy difícil derrotar a la
credulidad, porque es una vál-
vula de seguridad para la
mente humana. La gente ne-
cesita creer en algo, y yo
siempre recuerdo aquella frase
de Chesterton: ‘Cuando la
gente ya no cree en Dios, no
es que no crea en nada, es que
cree en todo’. Ésta me parece
una buena definición de lo
que es la Nueva Era”, indica.
L.A.G.
La secta Moon
adquiere la
agencia de
noticias UPI
La secta Moon, conocida po-
pularmente por sus ceremo-
nias nupciales multitudina-
rias, adquirió en mayo la
agencia de noticias United
Press International (UPI)
por una cantidad que no ha
trascendido. El colectivo,
fundado en 1954 por el inge-
niero norcoreano Sun Myung
Moon, realizó la operación a
través de su empresa News
World Communications,
propietaria de las cabeceras
del ultraconservador
The
Washington Times y el sensa-
cionalista
Noticias del
Mundo, entre otras publica-
ciones. UPI, que llegó a con-
tar en su mejor época con
más de 1.500 reporteros, 200
corresponsalías y ganó 10 Pu-
litzer, se encontraba en ma-
nos de empresarios saudíes y
su plantilla se había reducido
a apenas un centenar de pe-
riodistas repartidos entre
Washington y Nueva York,
principalmente.
La Iglesia de la Unificación
–nombre oficial de la secta–
posee en Estados Unidos ho-
teles, periódicos, academias
de baile y artes marciales,
emisoras de televisión, y fábri-
cas de armas, y se ha hecho
con la otrora influyente agen-
cia de noticias con la inten-
ción, según los portavoces de
Moon, de transformarla en un
medio especializado en noti-
cias de Internet. Este colec-
tivo pseudorreligioso, de mar-
cado carácter ultraconserva-
dor y considerado cómo una
de las sectas más peligrosas,
tiene como objetivo arrebatar
todo el dinero que, según
ellos, “está en manos de Sa-
tán” y “devolverlo a las manos
de Dios”. El reverendo Moon,
destinatario de todos esos
bienes, es, según sus adeptos,
“el Mesías encargado” de pro-
piciar “la instauración en la
Tierra del reino celestial”, que
llegará “tras una Tercera Gue-
rra Mundial”.
El golpe a la libertad de
prensa dentro de UPI que su-
pone su inclusión en el entra-
mado mediático moonie lo
dejó claro Helen Thomas, de-
cana de los periodistas desti-
nados en la Casa Blanca,
cuando decidió abandonar la
agencia nada más hacerse pu-
blica la noticia de quién iba a
ser su nuevo patrón. La vete-
rana informadora, de 79 años
y auténtica figura de referen-
cia en el periodismo político,
no especificó las razones de su
renuncia –“No pienso que-
darme”, se limitó a decir–,
pero el consenso fue total en
la lectura del hecho que hicie-
ron sus colegas: Thomas no
quiere estar al servicio de los
intereses de la secta Moon.
JAVIER MARÍ
Más firmantes
del ‘Manifiesto
Humanista
2000’
El
Manifiesto Humanista 2000,
publicado en el número 7 de
EL ESCÉPTICO, ha sido sus-
crito desde entonces por: Ju-
lián Arroyo Pomeda (catedrá-
tico de Filosofía de instituto y
secretario de redacción de
Paideia, Madrid); Lourdes
Gordillo Alvarez-Valdés (pro-
fesora titular de Filosofía de la
Universidad de Murcia);
Francisco Maeso Fernández
(profesor de la Facultad de
Economía en la Universidad
de Murcia); Tulio G. Mejías
A. (ingeniero de sistemas, Va-
lencia, Venezuela); Manuel L.
Royo-Villanova y Pérez (cate-
drático de Medicina. Hospital
Morales Meseguer, Murcia,
España); Agustín Sánchez La-
vega (profesor de la ETS de
Ingenieros Industriales y Te-
lecomunicación de la Univer-
sidad del País Vasco, Bilbao);
Fernando Savater (catedrá-
tico de Filosofía de la Univer-
sidad Complutense de Ma-
drid) y José Antonio Vera
González, (funcionario, Uni-
versidad de Murcia).
Estos apoyos se suman a los
ya recogidos en su momento
en esta revista, entre los que,
por error, fue incluido el de
David Alvargonzález, quien
no ha subscrito el Manifiesto
Humanista 2000.
primer contacto
El reverendo Moon y su esposa.