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a historia de las revistas de divulgación
científica en España revela claros síntomas
de extinción en cuanto a calidad y varie-
dad. Actualmente, no rebasa la media docena el
número de las revistas que puedan asignarse a
este género y puedan adquirirse con regularidad
en cualquier rincón del país.
El caso de la veterana
Investigación y Ciencia -
versión española de la
Scientific American esta-
dounidense- es el paradigma de la constancia,
aunque todos sabemos que las traducciones ofre-
cen siempre más garantías editoriales que el gé-
nero autóctono: de hecho, la mayoría de las re-
vistas científicas de divulgación se adscribe al
tipo de versión traducida de revista en inglés o
francés. Desde su aparición durante la transi-
ción,
Investigación y Ciencia ha mantenido un ni-
vel constante de calidad, a medio camino entre
la divulgación y la prensa especializada, que, si
bien aleja de sus páginas
a lectores profanos, re-
sulta muy popular en
ámbitos universitarios.
Respecto a
Mundo
Científico -La Recherche
francesa-, poco hay que
añadir a lo que los lecto-
res EL ESCÉPTICO saben. Frecuentemente
equiparada con la anterior y a menudo referencia
ineludible en cuanto a rigor científico en la
prensa española y francesa, su supuesto prestigio
se ensombrece seriamente, sin embargo, por su
conocida ambigüedad al tratar el tema de la ho-
meopatía, como hemos podido corroborar re-
cientemente [Peregrín, 1998; Varios autores,
1998]. El estilo de esta revista es ameno y versá-
til, típicamente francés, y los editores no debe-
rían dejar envilecer esta publicación con artícu-
los de dudosa verosimilitud, algo acríticos y casi
sensacionalistas.
Cuando me refería a la extinción del género
de divulgación, lo hacía a propósito de la des-
aparición de algunas buenas revistas, una de ellas
Conocer, lanzada, como Muy interesante, de la
mano, entre otros, de Manuel Toharia. Tras al-
gunos tropezones iniciales, consiguió afianzarse
como una de las publicaciones mensuales más se-
rias, sobre todo en su última época, con colabo-
raciones de Javier Armentia, Carl Sagan o Paul
Davies, y frecuentes artículos escépticos sobre
una amplia gama de temas. Presumibles proble-
mas económicos hicieron desaparecer la revista
súbitamente: en el último número, aparecen
anunciados los artículos del siguiente ejemplar,
que nunca llegó a los quioscos. El momento
coincidió con el lanzamiento de otra publicación
del mismo Grupo Z, Xanadú, un engendro pseu-
docientífico que creo que afortunadamente co-
rrió la misma suerte que
Conocer. Se confirmaría
así la extendida tendencia por parte de las edito-
riales de sustituir, cuando las cuentas aprietan,
una publicación científica seria por una pato-
chada de la Nueva Era, que seguramente atraiga
a más compradores. Algo parecido debió suceder
con
Algo 2000, del llorado Mario Bohoslavsky,
probablemente la mejor
revista de divulgación
científica que conoció
España.
Pero el caso más cruel
es, sin duda, el de
Ciencia
y Vida -la Science et Vie
francesa-, que apenas
duró un año en los quioscos españoles -¿recuer-
dan el anuncio de televisión, con la quema de
Giordano Bruno?-, siendo casi centenaria en
Francia. Desde el primer número, se identificó
claramente con las posturas críticas y racionales,
con un atractivo estilo humanista, postura que
pudo acelerar su sentencia ante aquéllos que
piensan que ilustrar al populacho con ideas cien-
tíficas serias es, sencillamente, poco rentable, y
además peligroso y subversivo. Por último, tam-
bién acabaron sucumbiendo
Explora, apadrinada
por
Muy Interesante, y Discover en Español, otra
veterana revista americana que, si bien se man-
tiene con notable aceptación en Latinoamérica,
en su tímida incursión en el mercado español pa-
rece no haber cosechado el éxito deseado. Es de
esperar que las incorporaciones de
Newton y Na-
tional Geographic en español se consoliden como
posible substitutos de estas revistas.
Las revistas de divulgación
científica en España
SAÚL BLANCO
s
Todos sabemos que las
traducciones ofrecen
siempre más garantías
que el género autóctono
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Newton es una revista clásica en cuanto al
estilo de divulgación, sin profundizar dema-
siado en cada tema, pero con la intención de
abarcar lo más ampliamente posible todos los
campos científicos; y ha sabido rodearse de un
consejo editorial de envidiable categoría inte-
lectual. Por el momento, una apuesta loable
para los tiempos que corren. En cuanto a la mí-
tica
National Geographic, a estas alturas es ya
toda una institución que rebasa sus iniciales
pretensiones geográficas -un curioso caso de re-
vista elitista que amplió su campo de acción
hacia la divulgación- para cobijar hoy conteni-
dos de lo más diversos, todo ello con una cali-
dad fuera de duda.
Naturalmente, existe una serie de revistas
más centrada en diversos aspectos de la ciencia
que merece una mención en esta revisión. Me
refiero a
Tribuna de Astronomía y Universo, hoy
fusionadas en
Astronomía y Universo -magnífica
revista que, afortunadamente, cada vez es más
frecuente encontrar en los quioscos-,
Quercus,
Natura, Ecosistemas- por favor, no confundir
con
Ecología y Sociedad y su horóscopo ecoló-
gico [Toharia, 1992]- y otras cada día más des-
plazadas por esas revistillas inclasificables
como
Quo o CNR, por no hablar del sector
duro dentro de la credulidad más aberrante re-
presentado por
Más Allá, Enigmas, Conciencia
Planetaria, Karma.7, Año Cero, Nuevos Hori-
zontes
, Tu Suerte, etcétera.
Eludo comentar la situación de las grandes
publicaciones del género a escala internacional
-o, lo que viene a ser lo mismo, en inglés-, em-
pezando por esas vacas sagradas que son la bri-
tánica
Nature y la estadounidense Science, tra-
dicionalmente consideradas como el colmo del
rigor y el prestigio científicos. Aun cuando en
estos casos la garantía de seriedad está razona-
blemente garantizada, no debemos olvidar que
sendas revistas han publicado en más de una
ocasión artículos más que sospechosos, como
los de Targ y Puthoff acerca de los poderes psí-
quicos de Uri Geller, que recoge Martin Gard-
ner [1981]. Podíamos sumar aquí los códigos bí-
blicos de
Statistical Science [Simon, 1998] o la
memoria del agua en
The European Journal of
Pharmacology [Peregrín, 1998]. Con esto quiero
decir que no es lícito en cualquier argumenta-
ción sostener que un criterio es válido sólo por-
que aparece respaldado en una prestigiosa pu-
blicación científica. El refrendo de las opinio-
nes subyace además en la lógica y en una me-
todología científica racional y formalmente
crítica con el trabajo propio y ajeno.
No podemos olvidar, asimismo, un largo sé-
quito de publicaciones menores, pero igual-
mente prestigiosas, como los
Proceedings de la
Academia de Ciencias estadounidense,
New
Scientist o Philosophical Transactions, donde es-
cribió el mismísimo Newton. Analizar los pro-
cesos de selección, revisión y publicación de
estas revistas, con los consabidos trapicheos
paracientíficos y triquiñuelas comercialistas -
me vienen a la mente los casos de Gallo y
Montagnier en
Science y Cell, respectivamente,
o la polémica entre Watson y Crick, que aún
perdura- sería tan interesante como inaborda-
ble para mí.
En España, este tipo de revistas son raras,
siendo consensuadamente las más prestigiosas
el
Boletín de la Real Academia Española de Cien-
cias Exactas, Físicas y Naturales, el Boletín de la
Real Academia Española de Historia Natural
o el
trimestral
Fronteras, del CSIC, por no citar,
tanto en el ámbito nacional como internacio-
nal, el maremágnum de revistas científicas es-
pecializada en materias concretas. En cuanto al
campo de revistas de este tipo que me es más
familiar, las dedicadas a la biología ambiental,
la decisión ministerial de considerar las publi-
caciones según su índice de impacto -esto es, el
número de veces que es citada en las referen-
cias de otras revistas- está provocando que nu-
merosas y veteranas publicaciones dedicadas a
la sistemática y taxonomía animal y vegetal se
vean al borde de la extinción, ya que, por su
propia naturaleza, no es práctica habitual en
sus artículos las referencias a otros trabajos
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análogos, por lo que habitualmente se conside-
ran aquéllos como de una categoría científica
inferior. Esto provoca que los taxónomos se ha-
yan puesto como locos a citarse unos a otros en
sus artículos, y que la mayoría opte por publicar
sus trabajos en revistas extranjeras, con un so-
porte institucional más serio.
Volviendo al asunto de las revistas light -es
decir, más accesibles; no necesariamente no
menos serias-, he querido intencionadamente
dejar para el final el caso de
Muy Interesante, a
la que he estado suscrito durante casi una dé-
cada. Básicamente, su caso se podría resumir en
palabras de Félix Ares en una conferencia en
León, cuando decía que “da una de cal y otra de
arena”. Las de cal serían la serie de artículos
aparecidos hace años desmitificando los ovnis,
la astrología y las pseudociencias en general
[Alcalde, 1995], así como el reciente monográ-
fico dedicado a las creencias pseudocientíficas.
Las de arena serían toda una serie de artículos
pseudocientíficos intercalados entre los de di-
vulgación seria, muchos de ellos firmados por
Enrique de Vicente, actual director de Año
Cero
, y característicos en general de la época
anterior a la del actual director, José Pardina.
Aparte de estos obcuros albores, recuerdo sen-
das apologías de la cromatoterapia y el agua
imantada -de ésta que se retractaron posterior-
mente- entre otros datos sospechosos no muy
lejanos en el tiempo. La evolución actual de la
revista es más bien incierta, prefiriendo artícu-
los más propios de
Quo que de los que eran tí-
picos en
Muy hace diez años, su mejor época.
Aún cuando les he felicitado abiertamente por
algunos trabajos [Castaño, 1993], otros me han
parecido escandalosamente acríticos.
El paradigma de la prolongada ambigüedad
de
Muy lo representa el artículo “Buenas dosis
de calma”, firmado por Beatriz Peña [Peña,
1997], en el que se leen cosas como que “el
shiatsu actúa desbloqueando o reequilibrando
la energía de los meridianos o canales energéti-
cos del cuerpo, que influyen sobre los órganos y
su función”. Cuando estudié fisiología, me ha-
blaron de reacciones químicas, de termodiná-
mica, de causas y consecuencias, pero no re-
cuerdo estos misteriosos canales de energía que
ningún científico conoce. En una carta al di-
rector -que nunca publicaron-, les tiraba de las
orejas por esta situación, pero cuál fue mi sor-
presa al ver, en el siguiente número de Muy In-
teresante
, que el artículo de portada -“En busca
de la energía vital” [Alcalde, 1997]- se refería a
la acupuntura en estos términos: “Cuando los
científicos introducen un isótopo radiactivo en
un punto de acupuntura, éste fluye con facili-
dad. En cualquier otra parte del cuerpo se es-
tanca” o “El experto en bioelectricidad Robert
Beker demostró que cualquier punto del cuerpo
humano incluido en uno de los meridianos de
la medicina tradicional china es mejor conduc-
tor de la electricidad que uno periférico”. Afor-
tunadamente,
Ciencia y Vida [Rossion y García-
Toscas, 1998] aclaró las cosas, desmitificando
muchos de las creencias en las que se basa la
acupuntura: “No era más que una engañifa. En
1988, reanudando los trabajos del equipo de
Necker, el profesor Yves Lazorthes [...] demos-
traba que la migración del radiotrazador era la
misma, tanto si la inyección se realizaba en un
punto de acupuntura como en otro punto de
cualquier lugar del pie. Simultáneamente, de-
mostraba que el radiotrazador no visualizaba los
meridianos, sino los trayectos venosos. [...] Los
tratados aseguran, además, que la resistencia
eléctrica de la piel disminuye en los puntos de
acupuntura. Lo cierto es que en la superficie del
cuerpo hay miles de lugares de menor resisten-
cia eléctrica”.
Hechos como éstos hacen reflexionar sobre
la calidad deseable en los artículos que apare-
cen en una de las revistas más leídas en nuestro
país. En general, es esperable que las revistas de
divulgación científica en España no se dejen
arrastrar por prioridades económicas y comer-
ciales que sistemáticamente parecen operar en
detrimento del rigor y la veracidad
Alcalde, J. (1995): “La Invasión de las Falsas Ciencias”.
Muy In-
teresante (Madrid), Nº 167 (abril), 63-73
Alcalde, J. [1997]: “En busca de la Energía Vital”.
Muy Intere-
sante (Madrid), Nº 192 (mayo), 47-54.
Castaño, L. [1993]: “Empieza el día con energía”.
Muy Interesante
(Madrid), Nº 146 (julio), 86-90.
Gardner, Martin [1981]:
La ciencia. Lo bueno, lo malo y lo falso
[Science. Good, bad and bogus]. Trad. de Natividad Sánchez
Sáinz de Trapaga. Alianza Editorial (Col. “El Libro de Bolsi-
llo”, Nº 1.365). Madrid 1988. 636 páginas.
Peña, B. [1997]: “Buenas dosis de calma”.
Muy Especial (Madrid),
Nº 29, 86-90.
Peregrín, F. [1998]: “El debate sobre la homeopatía”.
El Escéptico
(Zaragoza), Nº 2 (Otoño), 59-63.
Rossion, P.; y García-Toscas, N. [1998]: “Acupuntura: eficacia li-
mitada”.
Ciencia y Vida (Barcelona) Nº5 (julio).
Simon, B. [1998]: “Los códigos de la Tora: una visión escéptica”.
Trad. de Javier E. Armentia.
El Escéptico, (Zaragoza), Nº 1
(Verano), 26-34.
Toharia, Manuel [1992]:
Astrología. ¿Ciencia o creencia?. Editorial
McGraw-Hill (Serie “Divulgación Científica”). Madrid. xii
+ 204 páginas.
Varios autores (1998): “La homeopatía a debate”.
Mundo Cientí-
fico (Barcelona), Nº 193 (marzo).
REFERENCIAS