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ada 180 años, aproximadamente, los pla-
netas se alinean en el cielo. Eso no re-
presenta ninguna sorpresa, pero es un
ejemplo curioso de cómo funciona la aritmé-
tica. Como el período de revolución de Nep-
tuno es de 176 años, el doble del año de
Urano, es lógico que después de cada revolu-
ción del primero, y tras cada dos del segundo,
ambos planetas se encuentren en el mismo si-
tio: el uno frente al otro. Casualmente, ahora
ambos están casi juntos en el cielo. Bien, pero
resulta también que una órbita entera de Sa-
turno tarda en producirse 29,5 años. Es decir,
en 177 años este planeta realiza exactamente
seis revoluciones en torno al Sol y regresa al
mismo punto. Finalmente, Júpiter tiene un pe-
ríodo de revolución de 11,79 años y, ¡sor-
presa!, en 177 años, realiza exactamente
quince revoluciones en torno al astro rey.
O sea, cada 177 años, Júpiter, Saturno,
Urano y Neptuno regresan al mismo punto en
el cielo en relación a los demás. Por supuesto,
eso no quiere decir que se alineen siempre.
Puede ser que estén espaciados a intervalos de
90 grados, pero, en el caso actual, Júpiter y Sa-
turno casi se alinean. No se producirá una
conjunción entre ambos hasta mayo de este
año, a pesar de que estarán poco separados en
el cielo. Del mismo modo, Urano y Neptuno
están muy próximos, aunque unos 60 grados
por detrás de Júpiter y Saturno.
Marte, Venus y Mercurio, dando vueltas ve-
lozmente alrededor del Sol, se encuentran con
los planetas exteriores casi todos los años y, en
la conjunción superior, suelen amontonarse
cerca de nuestra estrella. Entonces, cuando Jú-
piter y Saturno están cercanos a una conjun-
ción y, además, próximos a la conjunción su-
perior -es decir, pasando detrás del Sol-, pue-
den encontrarse con varios planetas más. Ésa
es la situación que se producirá este año,
cuando, al margen de Plutón –por encima de
las leyes–, todos los planetas estarán en la
misma zona del cielo. Urano y Neptuno se ha-
llarán un poco más lejos, pero en el mismo
campo visual.
En gran medida éste es el efecto que la
NASA proponía aprovechar para el llamado
gran viaje, la exploración de los cinco planetas
exteriores con dos naves. Como sabemos, el
presidente Nixon mandó retirar dicho viaje de
los presupuestos, pero la agencia espacial esta-
dounidense consiguió recuperar un paseo por
todos los planetas gigantes con la Voyager 2.
Antes de que se diera esta próxima alineación,
ya los planetas exteriores se habían colocado
en los años 70 y 80 en fila india, de tal modo
que la fuerza de gravedad de un planeta pudo
dirigir la sonda hacia el siguiente.
El ‘efecto Júpiter’
y cosas semejantes
MARK KIDGER
Un alineamiento planetario vuelve a resucitar en algunos
colecticvos milenaristas el temor al Apocalipsis
Saturno, visto por la ‘Voyager 1’.
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‘A
MASAMIENTOS
PLANETARIOS
EN EL ÚLTIMO AÑO DEL MILENIO
En abril y mayo, van a producirse una serie de
amasamientos de planetas en el cielo. He aquí al-
gunos de los momentos estelares:
• El 11 de abril, Marte, Júpiter y Saturno for-
marán un grupo muy compacto en Aries.
• El 6 de mayo, Júpiter, Saturno, Venus y
Mercurio estarán muy juntos también en Aries,
con Marte situado a sólo unos grados hacia el
Este, en Tauro, formando un grupo de cinco pla-
netas.
• El 19 de mayo, se formarán dos grupos com-
pactos: Venus, Júpiter y Saturno, a un lado del
Sol, y Mercurio y Marte, al otro.
• Durante este intervalo, Urano y Neptuno
estarán bastante juntos en la constelación de Ca-
pricornio.
Así pues, en torno al 6 de mayo, todos los pla-
netas menos Plutón estarán en una zona relativa-
mente limitada del cielo. Éste será uno de los
amasamientos de planetas más extenso y com-
pacto que se ha dado en varios siglos. Por desgra-
cia, visualmente no será muy espectacular, puesto
que todos los agrupamientos, menos el de Urano
y Neptuno, tendrán lugar muy cerca del Sol.
E
L
EFECTO
1999’
Recuerdo que, en los años 70, alguien descubrió
el alineamiento de finales del milenio y se des-
ató un pequeño furor con la noticia. El anuncio
vino marcado con dos toques diferentes, el as-
trológico y el pseudocientífico. Uno de mis co-
legas de instituto, en COU, un tanto místico,
me anunció con toda seriedad que el día del
próximo eclipse -el 11 de agosto de 1999- “to-
dos los planetas formarían una gran cruz en el
cielo”. No recuerdo si predicaba el fin del
mundo o simplemente una caída de las bolsas
como consecuencia de este suceso. De lo que sí
me acuerdo es que se lo tomó muy en serio.
La otra cara de la moneda eran las predic-
ciones serias y las catastrofistas. Un divulgador
de ciencia británico escribió un libro sobre lo
que él bautizó como el efecto 1999, lo cual no
era empezar muy bien, ya que, tal como he des-
crito antes, la configuración más compacta ten-
drá lugar en mayo de este año. Básicamente, el
libro se centraba en el suceso, según él, casi sin
precedentes, de tener todos los planetas en el
mismo lado del Sol a la vez. A partir de ahí, los
hechos que contaba eran más discutibles, ya
que comentaba que esta alineación provocaría
una marea sin precedentes en el Sol por la
fuerza de gravedad conjunta de los siete plane-
tas, todos tirando en el mismo sentido. Como
consecuencia, dicha marea podría causar un in-
cremento en la cantidad de manchas solares, las
cuales, a su vez, modificarían la rotación de la
Tierra, lo que, dado su carácter repentino, pro-
vocaría un incremento en el número y magni-
tud de terremotos, por lo que la falla de San
Andrés, en California se movería finalmente
Mercurio (arriba izquierda),
Venus (derecha) y Marte
(izquierda), en tres imágenes
tomadas por diferentes sondas
estadounidenses. Sus masas,
junto con la de la Tierra, son tan
pequeñas que, incluso sumadas,
apenas tienen una mínima
influencia gravitacional sobre el
resto de los planetas exteriores
ni sobre el Sol.
Júpiter, captado por la ‘Voyager 2’. Su influencia sobre el Sol es
similar a la de todos los demás planetas juntos.
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produciendo el Grande, un gigantesco movi-
miento de tierras que se espera desde hace tanto
tiempo, y..., ¡bingo!, ¡la ciudad de Los Ángeles
sería tragada por el mar!
Por desgracia, el libro El efecto Júpiter -creo
recordar que ése era su título- tuvo unas ventas
excelentes y millones de personas se convencie-
ron de que Los Ángeles era una ciudad con los
días contados, por no mencionar todos los otros
traumas provocados por la fuerza de gravedad
del planeta Júpiter. Incluso el Planetario de
Londres, en una de sus decisiones más inexpli-
cables, optó por proyectar un programa especial
basado en el efecto del planeta más grande del
sistema solar. Esto causó protestas masivas por
parte de los científicos y de los divulgadores
más serios y, finalmente, si no recuerdo mal, el
programa se retiró del cartel de actos previstos.
Uno puede ser caritativo y mencionar que,
en dicho libro, nunca se dijo exactamente que
el efecto Júpiter causaría un terremoto gigan-
tesco en Los Ángeles. Sin embargo, todo un
culto milenario nació de esa mala interpreta-
ción.
A
LGUNAS RESPUESTAS RAZONABLES
A DUDAS POR EL FENÓMENO
A pesar de todo, la comunidad científica hizo
lo que pudo entonces para desmentir esa idea.
Pero, aún así, y dado que todavía hay malas
lenguas que tienen la esperanza de que suceda
alguna gran catástrofe coincidiendo con el fin
del milenio -aunque no todos vean con malos
ojos la idea de ver hundirse la ciudad de Los
Ángeles en el Pacífico-, voy a comentar algu-
nas de las ideas básicas para replicarles:
¿Se van a alinear los planetas? Sí, en mayo
de 2000, pero el agrupamiento no será muy
compacto: de hecho, los planetas se van a re-
partir a lo largo de unos 60 grados de la eclíp-
tica.
¿Habrá una marea importante en el Sol?
Depende de lo que se considere importante.
La marea causada por Júpiter es del orden de
un milímetro. Los demás planetas suman apro-
ximadamente un milímetro más, la mayor
parte gracias a Saturno. De hecho, la contri-
bución de los otros seis planetas es casi nula.
Así que apenas hay diferencia entre esta ma-
rea total y la que se produce durante la con-
junción entre Júpiter y Saturno... cada veinte
años, aproximadamente.
¿Esa marea causará un incremento en las
manchas solares? Estaremos acercándonos al
máximo solar de todas formas. No hay nin-
guna evidencia de una conexión entre las ma-
reas planetarias y las manchas solares y, de he-
cho, como hemos dicho antes, la marea es tan
pequeña que no se espera ningún efecto. En
comparación, podríamos decir que una pulga
dando brincos encima del lomo de un elefante
ejerce más fuerza sobre éste que la que este
alineamiento va a ejercer en el Sol.
¿Y la conexión entre las manchas solares y
la rotación de la Tierra? Las manchas solares
pueden alterar el viento solar y éste, a su vez,
la alta atmósfera de la Tierra, pero regresamos
de nuevo al ejemplo de la pulga y el elefante...
Una marea similar se produjo entre 1980 y
1981. De hecho, fue mayor, porque se daba
una conjunción triple de Júpiter y Saturno a
lo largo de varios meses. Sin embargo, no re-
cuerdo haber leído en los periódicos que Los
Ángeles se precipitara al mar...
Si nuestro contrincante no se ha rendido
ya, es evidente que jamás vamos a conven-
cerle. Mejor retirarnos al bar más próximo
para tomar unas copas y calmarnos los ner-
vios.
Podemos esperar muchas cosas más de los
milenaristas. Siempre hay ganas de predicar
desastres y el milenio proporciona una excusa
de primera. Por mucho que uno aplaste algo
como, por ejemplo, el efecto Júpiter, siempre
va a aparecer alguien con una nueva idea.
Pero no hay que desesperarse. Esta gente da
un poco de color a la vida y, además, nos
ofrece la oportunidad de salir en los medios y
Neptuno, en una imagen de la Voyager.