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(Otoño 1999)
el esc
é
ptico
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mostrar que el análisis fractal efec-
tuado por Palmqvist es incorrecto. El
fósil está sumamente deteriorado,
pero se aprecia que la sutura es más
compleja por la cara externa que por
la interna, siendo en ambos casos más
compleja de lo que reproduce Gibert.
Los nuevos análisis morfométricos
que usó el informático Arques, que
ha captado Gibert para su causa, se
basan en una técnica más imprecisa
que la de Palmqvist, como demues-
tran Boyajian y Lutz (1995) en la
revista Paleobiology, y además la su-
tura analizada por Arques vuelve a
ser el dibujo simplificado realizado por
Gibert y que dio lugar a la acusación
de fraude.
En fin, a pesar de haber transcu-
rrido más de dieciséis años, Gibert
continúa sin aportar datos concluyen-
tes e ignorando los principios metodo-
lógicos más elementales: “afirmacio-
nes extraordinarias exigen pruebas
extraordinarias” y, “ante dos hipóte-
sis alternativas, hay que optar por la
más sencilla”; lo que implica que el
polémico fósil sería un équido mien-
tras no se demuestre lo contrario. Y,
lo que es peor, todavía no se ha des-
pejado la grave acusación de fraude
que pende sobre su reputación cientí-
fica.
Sexismo
Posibilidades no sexistas para el
ejemplo ejemplificador que trae
Luis Alfonso Gámez a colación
en su respuesta a mi carta publi-
cada en el número 5 de esta re-
vista: “550 asistentes al Congreso
sobre ... abogan en Granada por
poner freno a la pseudociencia”;
“550 profesionales de la investi-
gación y la divulgación científica
abogan en Granada por poner
freno a la pseudociencia”, y “550
hombres y mujeres dedicados al
mundo de la ciencia y la divulga-
ción científica abogan en Gra-
nada por poner freno a la pseudo-
ciencia”. ¿Más?
MERCEDES QUINTANA
Madrid.
Responde L. A. Gámez:
Evidentemente, cualquier noti-
cia o reportaje puede titularse
siempre de diferentes maneras.
Pero, en todos los medios, hay
condicionantes de espacio y legibi-
lidad que no se pueden ignorar.
Los tres posibles titulares apunta-
dos por Mercedes Quintana son
mucho más largos y farragosos
que el que apareció en su día en
esta revista -“550 divulgadores y
científicos abogan en Granada por
poner freno a la pseudociencia”-,
y ninguno aporta más informa-
ción. Llenar un texto de a/o o de
hombres/mujeres podrá ser más
correcto para quienes no aceptan
los genéricos, pero acaba convir-
tiendo textos interesantes en cosas
ilegibles.
Religión y
escepticismo
Acabo de suscribirme a su re-
vista y he leído la carta de Gon-
zalo Puente Ojea publicada en
el número 3. Estoy totalmente
de acuerdo con Puente Ojea y
discrepo con la misma intensi-
dad de la respuesta de L.A. Gá-
mez.
Desde luego, si la línea de la
revista es evitar la crítica de la
religión, les digo de antemano
que, para mí, el primer contacto
con EL ESCÉPTICO no puede
ser más desalentador. Por su-
puesto que un escéptico debe
extender su campo de acción a
las creencias religiosas en sí mis-
mas, puesto que todas ellas son
indemostrables y, a pesar de
ello, en todo el mundo, miles de
acciones, educación, normas, le-
yes, etcétera, se siguen rigiendo
según los dictados de esas creen-
cias religiosas. No podemos se-
guir de brazos cruzados con res-
pecto a la religión, porque ella
no lo está. ¿Es preciso recordar
que todavía en EE UU es difícil
enseñar la teoría de la evolución
por culpa de la religión o las
barbaridades que sufren las mu-
jeres en los países islámicos por
culpa de esa religión? Por favor,
la religión no es inocua. Si los
escépticos no nos defendemos
de ella, ¿quién lo hará?
GABINO F. CALVO SARNAGO
Las Rozas (Madrid).
Responde L. A. Gámez:
Esta revista evita la religión en
sí misma, del mismo modo que
evita la política, el deporte o el arte
en sí mismos. Porque, no lo olvide-
mos, en todas estas actividades hu-
manas se dan manifestaciones de
una irracionalidad más que preo-
cupante. El campo de acción de EL
ESCÉPTICO, de momento, tiene
unos límites claros; pero, aún así,
es muy amplio. Tanto que la reli-
gión entra en él a menudo y que,
entonces, nunca evitamos el de-
bate.
Nunca se nos ocurrirá afirmar
a quienes hacemos esta revista que
un escéptico deba suspender su vi-
sión crítica de la realidad cuando
de la religión se trata. Es más,
personalmente, creo que hay que
aplicar el mismo criterio a la reli-
gión que a la pseudociencia. Sin
embargo, ésta es una revista cuya
edición corre a cargo de una enti-
dad, ARP - Sociedad para el
Avance del Pensamiento Crítico,
que no incluye entre sus objetivos
la crítica de la religión per se. Y a
eso nos ceñimos quienes tenemos
responsabilidades en El ESCÉP-
TICO. Si ARP amplía sus objeti-
vos algún día, ésta revista seguirá
sus pasos.
Por lo demás, que Gabino F.
Calvo Sarnago esté de acuerdo con
Gonzalo Puente Ojea y en des-
acuerdo conmigo, no me incomoda
en absoluto. La discrepancia no
sólo puede resultar enriquecedora
-digo puede porque hay discrepan-
cias que son estúpidas; éste no es
el caso-, sino que, en una publica-
ción que aboga por el pensamiento
crítico, es imprescindible.
Correo del lector