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(Otoño 1999)
el esc
é
ptico
Informe especial
L
a cultura es una mezcla de repetición y varia-
ción, convención y creatividad, señal y ruido.
Es siempre nueva y siempre vieja, a medida
que la humanidad revive antiguos sueños y pesadi-
llas, y crea u olvida otros. Parte del encanto de la his-
toria es el reconocimiento de que, no importa cuán
nuevo parezca un acontecimiento, en él pueden dis-
cernirse rastros del pasado.
Si el fenómeno ovni es de origen cultural, uno es-
peraría poder reconocer antecedentes culturales en
sus principales características. Los auténticos extra-
terrestres, sin embargo, tendrían que ser indepen-
dientes de cualquier cultura y, si son recién llegados,
sus características deberían mostrar una discontinui-
dad con el pasado. Los estudiosos del fenómeno de
las abducciones han hecho algunas provocativas
afirmaciones en el sentido de que tal discontinuidad
existe. Implícitamente, se trata de afirmaciones so-
bre la debilidad del paradigma sociopsicológico y el
poder contrario de la hipótesis extraterrestre.
David Jacobs argumenta que la imaginería del fe-
nómeno ovni surgió ex nihilo en 1947. Budd Hopkins
afirma que los seres complejos, manipuladores y frá-
giles de los informes de abducciones no guardan nin-
gún parecido con los “dioses y demonios tradiciona-
les de la ciencia ficción”. Thomas E. Bullard hace la
bastante más modesta afirmación de que el inicio del
misterio de las abducciones, el viaje interrumpido de
Betty y Barney Hill, no tenía fuentes culturales de
las que derivara la experiencia que narraron sus pro-
tagonistas. Estaban, según él, “nada predispuestos”,
ya que fueron los primeros. Todos éstos son serios
desafíos para el defensor del origen cultural del fenó-
meno ovni. Llevan escritas la sentencia: “Te reto a
Nada predispuestos
MARTIN KOTTMEYER
El trasfondo cultural de los informes de abducciones
Viñetas aparecidas en un comic de
Buck Rogers
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que pruebes mi falsedad”. ¿Puede demostrarse que
la cultura predispuso a la gente a tener este tipo de
experiencias?
P
LATILLOS VOLANTES EN LA CULTURA POPULAR
La afirmación más audaz es la del historiador del
fenómeno ovni David Jacobs. Jacobs mantiene que
“en 1947 no existía un precedente para la apari-
ción o la configuración de los objetos en volantes”
en las películas de ciencia ficción, ni en la cultura
popular en general. No se parecían a los fantásti-
cos cohetes o a las máquinas para viajar por el es-
pacio de la literatura de ciencia ficción. [1]
Esto es sencillamente erróneo. Hay muchos
precedentes de naves espaciales con forma de
disco en la cultura popular. Aparecen en Buck Ro-
gers, desde 1930. [2] Aparecen en una tira de Flash
Gordon en 1934. [3] El ilustrador de ciencia fic-
ción Frank R. Paul dibujaba naves en forma de
platillo en 1931 y lo siguió haciendo repetida-
mente. [4] Otros ilustradores de ciencia ficción re-
currieron también a la forma de disco mucho antes
de 1947. [5] Pero éstas son coincidencias inevita-
bles en un campo lleno de creatividad artística.
La forma de platillo no era la que predominaba
en las naves en la cultura popular; era la de cohete.
En este sentido más amplio, Jacobs tiene razón
cuando dice que uno esperaría una profusión de
cohetes fantasma por todo Estados Unidos si las
imágenes de la ciencia ficción fueran las determi-
nantes de lo que la gente imaginaba. Eso no ocu-
rrió.
La fuente cultural de los ovnis está en un error
periodístico. El informe de Kenneth Arnold acerca
de unos misteriosos objetos supersónicos volando
cerca del monte Rainier, en el estado de Washing-
ton, causó sensación y ocupó las portadas de los
periódicos estadounidenses. Su velocidad era mu-
cho mayor que la de los aviones de la época y na-
die había anunciado el vuelo con anticipación. Era
un puzzle intrigante.
La forma de los objetos que vio Arnold es di-
fícil de describir en dos palabras. No tenían
forma ni de avión, ni de cohete, ni de disco.
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Cuando el periodista Bill Bequette escribió el re-
lato, recordó cómo Arnold describía el movi-
miento de los objetos como el de un plato cuando
rebota sobre la superficie del agua. Confundiendo
la intención metafórica de la descripción, Be-
quette etiquetó a los objetos como platillos volantes.
Arnold dijo que el término surgió por “un enorme
malentendido”. El público, sin embargo, no sabía
nada de esto. No había ningún dibujo acompa-
ñando al artículo. La gente empezó a buscar obje-
tos parecidos a platillos volantes y eso fue exacta-
mente lo que encontró. Y se empezó a informar de
observaciones de objetos planos y circulares que se
parecían a lo que se decía que los platillos volantes
se parecían. E igual de importante: nadie informó
de objetos parecidos al dibujo que Arnold hizo
para las Fuerzas Aéreas. [6] Las implicaciones de
este error periodístico son enormemente revelado-
ras. No sólo apunta certeramente a un origen cul-
tural de la totalidad del fenómeno de los platillos
volantes, sino que también plantea una paradoja
de primer orden ante cualquier intento de inter-
pretar el fenómeno en términos extraterrestres:
¿Por qué los extraterrestres iban a rediseñar sus na-
ves para ajustarse al error de Bequette?
La paradoja es especialmente dañina para los in-
formes de abducciones. Según una recopilación de
Bullard, el 82% de las descripciones de naves se
ajusta al estereotipo del platillo volante. [7] Eso su-
pera por mucho al aproximadamente un tercio de
platillos y discos que aparecen en una muestra más
general de informes de ovnis. [8] Si la imaginación y
las expectativas culturales juegan un papel más im-
portante en las abducciones que otras malas inter-
pretaciones de estímulos cotidianos, más realistas,
entonces este hecho cobra sentido. El mito de los
platillos volantes nos predispone perfectamente a
incluir los platillos en nuestras fantasías y pesadillas
sobre los extraterrestres.
M
ARCIANOS DE CINE
Esto basta para las naves, pero ¿qué hay de las enti-
dades? Budd Hopkins enfatiza el hecho de que se
trata de seres complejos, manipuladores y física-
mente frágiles, que se ven obligados por necesidades
de supervivencia a buscar y secuestrar terrestres. Es-
tos seres, en opinión de Hopkins, difieren mucho de
los alienígenas divinizados de Encuentros en la tercera
fase
, de los amables y espirituales de Ultimátum a la
Tierra
y de los marcianos de La guerra de los mundos,
que “nos devoran y conquistan sin razón”. Él nos
hace saber que nada en sus abducidos “apunta en ab-
soluto a los dioses o diablos tradicionales en la cien-
cia ficción”. [9]
Las descripciones de Hopkins dejan algo que de-
sear. Los alienígenas divinizados de Encuentros en la
tercera fase
destrozan la casa del pequeño Barry y ate-
rrorizan a su madre cuando abducen al niño. Alteran
la vida y la mente de Neary. El amable y espiritual
Klaatu tiene consigo un robot que no se anda con
bromas. Su oferta de dejar una fuerza policial es emi-
nentemente pragmática. La comparación es superfi-
cial en cualquier caso, ya que cualquier alienígena
que coincida con estas descripciones va a parar a los
archivos del contactado. Hopkins piensa que es ins-
tructivo que sus abducidos no sean devorados como
en La guerra de los mundos, pero ¿cómo podría un
mito devorar a una persona?
Que Hopkins no sabe de ciencia ficción resulta
patente para cualquier aficionado por el hecho de
que usa la repelente expresión sci-fi, un indicio se-
guro de que es ajeno al género. [10] La guerra de los
H.G.Wells, autor de
“La Guerra de los Mundos”
Los invasores se ven obligados por
necesidades de supervivencia a buscar
y secuestrar terrestres
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mundos es una de las obras maestras reconocidas del
género, pero es evidente que Hopkins nunca la leyó
o considera que Wells fue un abducido inconsciente.
Lejos de devorarnos “sin razón”, Wells otorgó a sus
marcianos “intelectos poderosos, fríos y crueles”. No
devoraban a la gente, sino que tomaban la carne y la
sangre de otras criaturas y las inyectaban en sus pro-
pios cuerpos. Sus alienígenas “no tenían un sistema
muscular desarrollado”. Los invasores también traje-
ron como provisiones bípedos con frágiles esqueletos
silíceos y musculatura débil. [11]
Hay múltiples similitudes con otros relatos de ab-
ducciones: un inmenso par de ojos oscuros de ex-
traordinaria intensidad, una boca sin labios, tez gri-
sácea, la piel reluciente como cuero mojado, tele-
patía... Son también “absolutamente asexuados”.
Añádase a esto que las naves alienígenas eran cir-
culares, emitían un zumbido peculiar y que, cuando
volaban, el cielo se iluminaba con sus luces. De he-
cho, los alienígenas de Wells se parecen más a los
alienígenas secuestradores de Hopkins que la mayo-
ría de los informes de abducción.
Los mundos moribundos son un motivo común
en las películas de invasiones extraterrestres. Eso es
lo que lleva a los alienígenas de This island Earth a
secuestrar científicos terrestres por su experiencia
con la energía atómica.
1
También impulsa a los ex-
traterrestres de The 27th day a dar a los habitantes
de la Tierra los medios para destruir la vida hu-
mana. Impulsa a los Killers from Space (Asesinos del
espacio
) a operar a un hombre, extraer información
de su cerebro y convertirle en un espía saboteador.
Hace que la Devil girl from Mars (Diablesa de Marte)
secuestre a jóvenes sanos. De igual manera, impulsa
a los alienígenas de I married a monster from outer
space
, The mysterians y Mars needs women a procu-
rarse féminas como reproductoras. Un astrónomo te-
oriza en Invaders from Mars que las operaciones se-
cretas de los extraterrestres se deben al hecho de
que Marte es un mundo agonizante. Los alienígenas
de la popular serie de televisión Los invasores tam-
bién escapan de un planeta moribundo. [13]
Hopkins se equivoca más todavía al suponer
que los marcianos de Wells eran meros “monstruos
satánicos”. [12] Su motivación era la superviven-
cia. Su mundo agoniza y la Tierra es su única sal-
vación. Irónicamente, apenas un par de páginas
antes de malinterpretar La guerra de los mundos,
Hopkins cita las impresiones de un abducido de
que los alienígenas provienen de una sociedad de
millones de años de edad que agoniza. Necesitan
sobrevivir desesperadamente. Esto coloca a los ex-
traterrestres de los ovnis directamente en la tradi-
ción de los alienígenas de las películas de ciencia
ficción.
El hecho es que la mayoría de los extraterrestres
de las películas tienen alguna motivación implícita
para sus actividades. Una de las pocas excepciones
son los “tan delgados, tan frágiles” alienígenas de
Target Earth!, e incluso ellos no parecen particular-
mente satánicos o monstruosos. [14] Parece más
sensato darle la vuelta al alegato de Hopkins. Dice
que nada en los alienígenas de las abducciones se
parece a la sci-fi. Y yo pregunto: ¿hay algo en los
alienígenas de los ovnis que no se parezca a la cien-
cia ficción?
Un abducido en la película de 1954 Killers from
space tiene una extraña cicatriz y ha perdido los re-
cuerdos del encuentro con alienígenas que la pro-
vocó. La misteriosa inseminación de mujeres, inclu-
yendo vírgenes, y el posterior nacimiento de inteli-
gentes niños híbridos es el tema central de la película
de 1960 El pueblo de los malditos. Los implantes cere-
brales aparecen en 1953 en Invaders from Mars. [15]
Cartel anunciador de
“La Guerra de los Mundos”
1
Las películas se reseñan en castellano o inglés, dependiendo del tí-
tulo por el que se conocen en nuestro país (N. de la D.).
Cartel anunciador de
“Esta isla, la Tierra”
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Echen un vistazo a las criatu-
ras de la película de 1957 La inva-
sión de los hombres de los platillos
volantes
. Los invasores, calvos, de
cráneo abultado, ojos bulbosos y
sin nariz, se ajustan hasta extre-
mos increíbles al estereotipo de
alienígenas de los ovnis dibujado
por Bullard. Esto sugiere la preo-
cupante sospecha de que los ab-
ducidos no sólo son plagiarios,
sino que además tienen mal
gusto. [16]
Earth versus the flying saucers
(1956) también se adelanta a la
tradición ovni al presentar una
abducción en la que se extraen
pensamientos. Los tripulantes
del platillo secuestran a un gene-
ral, hacen transparente su cráneo
y chupan el conocimiento que
contiene para almacenarlo en un Banco de Memo-
ria Infinitamente Indexado. Aunque la frecuencia
de clichés en las narraciones de abducción puede
ser achacada a factores psicológicos de la persona-
lidad de los abducidos, no es posible descartar que
las películas favorecen la asociación. Dentro de al-
gunos años, puede que suframos una epidemia de
parásitos implantados, potenciales reventadores del
pecho, debido a la in-
fluencia de la película
Alien, el octavo pasajero.
Un informe de este te-
nor sería demasiado sos-
pechoso, pero eventual-
mente algún extraño fe-
nómeno médico podría asociarse a este tipo de alu-
cinaciones, y la tradición ovni se orientaría enton-
ces hacia nuevas direcciones. Con igual facilidad,
podría no suceder, a causa de los vaivenes de los
factores sociales.
E
L SECUESTRO TIPO
,
EN UN CÓMIC DE
1930
En una vena algo más esotérica, incluso la estructura
de las narraciones de abducciones tiene predecesores
en la ciencia ficción. Thomas Bullard ha descubierto
un orden estructural consistente en los hechos de los
informes de abducción. Hay ocho tipos de sucesos y
están preferentemente ordenados de esta manera: (i)
captura, (ii) examen médico, (iii) conferencia, (iv)
visita a la nave, (v) viaje a otro mundo, (vi) teofa-
nía, (vii) regreso y (viii) secuelas. Ninguna abduc-
ción tiene todos los sucesos, pero éstos no aparecen
fuera de esta secuencia. Generalmente, a los abduci-
dos no se les muestra la nave antes del examen mé-
dico o de la conferencia, y cosas semejantes. Bullard
considera que esta secuencia es a veces arbitraria
desde un punto de vista racional.
La fidelidad de los informes pa-
rece indicar a Bullard que son ex-
periencias reales. Él esperaría que
los elementos de la historia se
mezclaran entre sí si fueran subje-
tivos. [17]
¿Qué hacemos, entonces, con
la tira cómica de 1930 Tiger men
of Mars
, de la serie Buck Rogers en
el siglo XXV
? Se ajusta a la estruc-
tura de Bullard de manera exce-
lente. Wilma sufre (i) la captura
por una pinza gigante conectada a
una nave alienígena esférica, (ii)
un examen médico mientras yace
sobre una mesa en trance electro-
hipnótico, (iii) mantiene una
conferencia con un subordinado y
luego con un líder, (vi) experi-
menta una teofanía mientras mira
a la Tierra desde un punto situado fuera del planeta
y (vii) regresa. En la secuela, hay un ejemplo de lo
que Bullard llama trabajo sistemático, cuando los alie-
nígenas abducen a Sally, la hermana de Wilma. Hay
también un final apocalíptico en el que la luna mar-
ciana Fobos choca contra Marte. [18] Podemos ha-
cernos una idea de lo convincente de la estructura
de esta narración observando que sólo una abduc-
ción en la literatura ovni
tiene un mayor número de
estos elementos en el or-
den correcto. Dos tienen
el mismo número de ele-
mentos y los otros 163 ca-
sos correctamente ordena-
dos tienen cinco o menos elementos. [19]
Obviamente, la presencia de una estructura no
prueba que el tebeo sea objetivamente real, y se da
por hecho que un tebeo olvidado hace mucho no es
una influencia muy verosímil en las abducciones ac-
tuales. Es más verosímil que lo que compartan sea un
principio de ordenación intuitivo, adquirido sub-
conscientemente por la influencia de la ficción. Si
renombramos los elementos de Bullard, veremos
más claramente la lógica de esto: (i) presentación
del personaje, (ii) peligro y conflicto, (iii) explica-
ción y revelación, (iv) buena voluntad e intento de
impresionar, (v) excitación, (vi) clímax, (vii) des-
enlace y (viii) epílogo.
El reconocimiento médico, al igual que el peli-
gro, es la parte negativa de la historia y arruinaría el
final feliz si se coloca tarde en la secuencia. Incluso
en casos atípicos, el examen nunca sucede cerca del
final. Pragmáticamente, colocar la teofanía antes del
estudio médico podría infundir confianza en el ab-
ducido y facilitar las pruebas. Sin embargo, teatral-
“La invasión de los hombres
de los Platillso volantes”
¿Hay algo en los alienígenas de los
ovnis que no se parezca
a la ciencia ficción?
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(Otoño 1999)
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mente, este orden sería estúpido, porque minimiza la
intensidad del peligro y arruina el final feliz y la sen-
sación de desenlace. El terror a lo desconocido es
uno de los más primarios. Dramáticamente, no sería
prudente atenuar el factor alienígena antes del peli-
gro con una conversación con los extraterrestres o
una visita guiada por la nave. También es una mala
estrategia situar los estímulos de aversión después del
mensaje y la información de la conferencia, la visita
y la teofanía.
El viaje a otro mundo es una forma de excitación
y puede aparecer en cualquier punto entre la captura
y el clímax. La mayoría de los casos atípicos de Bu-
llard colocaba el viaje a otro mundo en una posición
que él no consideraba correcta. Para decirlo simple-
mente, el orden correcto de Bullard es la mejor ma-
nera de contar una historia. Como mínimo, su con-
clusión de que, en cuanto al tema de la estructura,
“la objetividad gana un punto importante” es pro-
blemática. [20]
La escena de la captura en Tiger men from Mars
incluye un increíble aparato que parece inventado
por un niño: una pinza mecánica gigante que iza a la
víctima. Es una máquina grandiosa, de cómic, apro-
piada para una situación de un tebeo de Buck Ro-
gers. Resulta chocante, por tanto, comprobar que
algo similar aparece en la abducción de Steven Kil-
burn en Missing time, el segundo libro de Hopkins.
Parece un artilugio ridículamente poco práctico para
una cultura tecnológicamente superior, y aun así
Hopkins lo incluye sin un solo indicio de ironía.
Uno puede entender su presencia en un tebeo de los
años 30 e incluso en un borrador del guión de La
guerra de los mundos
. Al menos en el último caso, al-
guien se debió dar cuenta de que tendría que elimi-
narse del guión. Pero ¿en una abducción real? La su-
gerencia de Lawson de que Kilburn podría estar re-
viviendo un nacimiento asistido con fórceps tiene
muchísimo más sentido. [21]
Podría divertirme más destruyendo las hipótesis
de Hopkins, pero en realidad no merecen más aten-
ción. Es hora de dedicarnos al último de los tres an-
tecentes históricos.
E
L
VIAJE INTERRUMPIDO
Thomas E. Bullard abre su masivo estudio del mis-
terio de las abducciones con una discusión del le-
gendario viaje interrumpido de Betty y Barney Hill.
Fue el caso ovni más sensacional de la época: una
historieta de terror que quedó grabada en el in-
consciente de una generación. La proliferación de
informes de abducciones que siguió a su aparición
no es sorprendente. Lo que intriga a Bullard es
cómo los Hill obtuvieron la idea. Él señala que los
informes con presencia de ocupantes de ovnis eran
conocidos sólo por unos pocos iniciados en 1961.
Cree que los Hill no poseían ningún conocimiento
a partir del cual construir una pesadilla de este tipo,
de modo que afirma que “hay muchas probabilida-
des de que los Hill realizaran su viaje interrumpido
sin ninguna predisposición”. Cómo pudieron origi-
nar la historia es un “misterio que continúa
abierto” y, mientras siga sin resolverse, “la explica-
ción de un origen por tradición cultural parte con
desventaja”. [22]
Parte del misterio puede resolverse leyendo cui-
dadosamente El viaje interrumpido, de John G. Fu-
ller. Existe evidencia de que Betty Hill había leído
el libro The flying saucer conspiracy, de Donald Key-
hoe, poco antes de que empezara a tener pesadillas
de abducciones. La obra de Keyhoe cita casi una do-
cena de casos de ocupantes de los platillos. La ma-
yoría es rechazada de inmediato por el propio Key-
hoe. Entre ellos, se incluyen tonterías tales como
hombres del espacio con rayas de cebra, una entidad
con cara de elefante, seres de seis brazos y cuatro
metros de altura, cuentos de monstruos del espacio
y fraudes de contactados. Sin embargo, Keyhoe
prácticamente respalda un informe procedente de
Pearl Harbor en el que un aviador proclama asus-
tado: “He llegado a verle”, refiriéndose al piloto del
platillo. Nótese que el pronombre usado se refiere a
él y no a ello. Sin duda, esto habría impresionado a
Betty por su parecido con la experiencia de Barney
cuando vio a los ocupantes del platillo. [23]
Keyhoe también acepta en algún grado una serie
de relatos ovni de Venezuela en la que aparecen
unos enanos peludos. Una de estas historias propor-
ciona un punto de partida más afín a las pesadillas
de Betty Hill. Dos campesinos ven primero una luz
brillante, como la de un coche, en una carretera
cercana. Flotando a pocos metros del suelo, hay una
máquina redonda de cuya parte inferior brota un
brillante resplandor. “Cuatro hombrecillos” salen e
intentan arrastrar a Jesús Gómez hacia el objeto.
Hay una pelea, que da a la historia una credibilidad
especial a los ojos de Keyhoe. Luego, Keyhoe cita la
Fotograma de la película “Ultimátum a la Tierra”
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experiencia de Jesús Paz, que fue encontrado in-
consciente después de ser atacado por un enano pe-
ludo. A continuación, José Parra ve seis pequeñas
criaturas peludas junto a un platillo, las cuales le pa-
ralizan con una luz brillante. [24]
En su pesadilla, Betty Hill debe luchar por man-
tener la consciencia y se encuentra rodeada por cua-
tro hombres de baja estatura. Barney, inconsciente,
es arrastrado por otro grupo de hombres. Su número
varia de ocho a once cuando están en mitad de la
carretera. Los Hill son llevados desde el coche a una
nave reluciente en forma de platillo. El comporta-
miento de los alienígenas es muy profesional y prác-
tico, y están vestidos en un estilo vagamente mili-
tar. No son amenazadores de por sí. Está muy en la
línea de las especulaciones de Keyhoe respecto a
que los alienígenas estaban llevando a cabo un es-
tudio científico del planeta por pura “curiosidad
neutral” o bien como preludio de un desembarco
masivo. [25]
Esto nos lleva al platillo, pero no nos da mucha
idea de lo que se supone que debe pasar dentro. La
curiosidad neutral se plasmaría probablemente en
algún tipo de examen o interrogatorio y es más o
menos lo que ocurre. Sin embargo, tienen lugar el
terrorífico episodio de la aguja en el ombligo y el del
mapa estelar. Nada de lo que Keyhoe dice nos pre-
dispone a este tipo de cosas.
L
OS INVASORES DE
M
ARTE
Las películas proporcionan otra fuente cultural de ex-
pectativas e imaginería. Bullard mismo hace notar
que un par de filmes de los años 50 presentan temas
médicos en el entorno de una abducción alienígena:
Invaders from Mars (1953) y Killers from Space (1954).
Aunque comprende la importancia de la segunda en
algunos casos de abducción que siguieron al de los
Hill, se le escapa la importancia de Invaders from
Mars
. [26] Cerca del clímax de la película, una mujer
y un niño son abducidos por mutantes de Marte y lle-
vados a una habitación dentro de un platillo. La mu-
jer es colocada sobre una mesa rectangular que se des-
liza en la escena. Lucha brevemente, hasta que una
luz brilla sobre su rostro, lo que hace que se relaje y
pierda el sentido. Una aguja, enmangada en plástico
transparente, se dirige hacia la parte trasera de su cue-
llo. En la punta, se encuentra un artilugio que va a
serle implantado. [27]
En El viaje interrumpido, vemos a una mujer y un
hombre abducidos por alienígenas descritos como
mongoloides -ya de por sí un tipo de mutación-. En
la pesadilla original, Betty compara las narices de los
alienígenas con la de Jimmy Durante. Ésta es una
descripción muy acertada de las narices de los mu-
tantes en Invaders from Mars. Curiosamente, Barney
no vio las narices tipo Durante de los alienígenas.
Quizá por deferencia a los recuerdos de Barney,
Betty suprimió este detalle en sus sesiones de hipno-
sis. Podría ocurrir también que el detalle de la nariz
grande provocara algunas burlas y su inconsciente
aprovechara la oportunidad para eliminar el molesto
detalle cuando Benjamin Simon lo liberó en las se-
siones de hipnosis. [28]
Hay algunos tests preliminares de tipo rutinario.
Luego, Betty yace en una mesa de reconocimiento.
Se le colocan agujas en varias zonas del cuerpo, in-
cluyendo la parte posterior del cuello. En un mo-
mento determinado, aparece una aguja muy larga,
más larga que cualquier aguja que hubiera visto antes,
que es insertada en su ombligo. Betty experimenta un
dolor muy fuerte. El examinador le cubre los ojos con
una mano, frota, y el dolor cesa. El paralelismo con la
luz calmante de Invaders from Mars es claro.
Estoy en deuda con Al Lawson por llamar mi
atención sobre el hecho de que el motivo de la aguja
en el ombligo
debe su origen a la imaginería aparecida
durante la escena de la sala de operaciones mar-
ciana. Poco después de empezar la operación, la cá-
mara toma, desde un punto de vista elevado, una pa-
norámica del quirófano. Al menos, esto es lo que se
supone que es. La imagen es ambigua en cuanto a es-
cala y contenido. Se supone que debe interpretarse
como una vista de la arquitectura del interior del
platillo, cuya estructura dominante es un conducto
metálico o viga desde el techo hasta el suelo. Guarda
Betty y Barney Hill
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cierta similitud de diseño con la
aguja que se clava en el cuello, por-
que una funda de plástico transpa-
rente rodea su mitad superior. Sin
embargo, la ambigüedad de la ima-
gen admite una explicación alter-
nativa. La viga tubular con su funda
de plástico se convierte en una
aguja hipodérmica. La iluminación
del suelo sugiere la curvatura de un
abdomen. El lugar donde el tubo
conecta con el suelo está rodeado
por un surco redondo; es el om-
bligo. En el breve instante en el que
se ve la imagen, algunas personas
pueden malinterpretarla y ver en su
lugar una enorme aguja hipodér-
mica que ha sido insertada en el
ombligo de la mujer.
Algunos han visto en el incidente de la aguja en
el ombligo de Betty un procedimiento médico que no
existía en la época del encuentro. En realidad, la re-
ferencia de los alienígenas al procedimiento como
un test de embarazo es contemporánea para la
época. La amniocentesis existe como procedi-
miento médico desde finales del siglo XIX. Hace
cien años, la aguja se insertaba en el abdomen para
drenar líquido amniótico cuando había demasiada
presión durante el embarazo. Sin embargo, a finales
de los años 50, se convirtió en un test para el segui-
miento del embarazo en mujeres con sangre de tipo
Rh negativo que pudieran presentar problemas de
incompatibilidad de grupos sanguíneos. A partir de
1966, la amniocentesis pasó a ser un procedimiento
de diagnóstico genético. La comparación de la or-
dalía de Betty Hill con una laparoscopía falla en los
detalles. [29]
U
N MAPA ESTELAR
No hay diálogo con los alienígenas en Invaders from
Mars
, y uno no espera que la escena del mapa este-
lar se origine allí; pero los sueños tienen una ex-
traña capacidad de distorsionar y condensar los re-
cuerdos. Un poco antes, en la película, el niño y la
mujer se reúnen con un científico en un observato-
rio. Este personaje, el doctor Kelston, tiene un gran
mapa estelar en la pared, detrás de él. Durante la
reunión, el doctor señala al mapa y habla de la dis-
tancia de Marte a la Tierra. Lo más sorprendente de
esta discusión -para el cinéfilo atento- es que, aun-
que Kelston señala al mapa como si en él estuvieran
representados ambos planetas, no hay nada donde
debería estar la Tierra. Se lo está inventando.
Cualquier parecido entre el mapa estelar de
Kelston y el de Betty Hill es pura coincidencia. No
lo es, sin embargo, la paradoja que ambos compar-
ten. El boceto de Betty tiene los dos planetas que
faltan en el de Kelston. (Marjorie Fish, irónica-
mente, los considera estrellas.) Pero, cuando el alie-
nígena pregunta a Betty dónde está la Tierra en el
mapa, ella revive la confusión del cinéfilo. No tiene
ni idea. Dicho sea de paso, los tamaños de los pla-
netas son comparables a los de los planetas que apa-
recen en el firmamento en los créditos de la pelí-
cula.
Además, en el guión de Invaders from Mars, an-
tes de la escena del mapa estelar, Kelston enseña al
niño un gran libro de recortes con artículos de pe-
riódico sobre actividades de platillos volantes. No
aparece en la versión en vídeo de 78 minutos que yo
he visto, pero existe una versión europea de 82 mi-
nutos que tiene una escena más larga en el observa-
torio. ¿Sabe alguien si esta escena del libro fue fil-
mada? Podría explicar la presentación del libro
grande en la narración de Betty.
2
[30]
El parecido entre Invaders from Mars y las pesadi-
llas de Betty Hill es imperfecto y, obviamente, no
tiene nada del rigor de una ecuación matemática. Por
su naturaleza, los sueños y las pesadillas casi nunca
son recuerdos verídicos. Incluso si Betty Hill fue real-
mente abducida, sería raro que sus pesadillas fueran
una réplica fiel de su trauma. Las emociones que sin-
tió resurgirían, pero su contenido dramático tendría
sólo un parecido metafórico con lo sucedido. Lo más
que se podría esperar serían retazos de la imaginería
característica que ayudaran a juntar las piezas a partir
de las que se originó el sueño. Resulta bastante sor-
prendente que existan tantos elementos de este tipo
-las narices tipo Durante, la aguja en el ombligo, la
idea del tranquilizante óptico y el mapa estelar- para
llevar a cabo una identificación convincente.
Mapa estelar dibujado por Betty Hill
2
Cuando emitieron esta película en Gran Bretaña hace algunos
años, había una escena en la que aparecía el libro de recortes sobre
ovnis de Kelston. (N. de John Rimmer.)
background image
28
(Otoño 1999)
el esc
é
ptico
La versión de los hechos de Barney debe pro-
bablemente mucho a la narración de Betty, pero
hay una faceta que es claramente suya: los gran-
des ojos almendrados de los alienígenas. Donald
Keyhoe hace hincapié en que era “el peor rasgo”
de sus feas caras. Les daba un aire siniestro. Su
fealdad impulsó a Keyhoe a preguntarse qué
pudo haber hecho que los Hill se imaginaran ta-
les criaturas. “Nunca fue completamente expli-
cado”. [31]
Los ojos almendrados son extremadamente ra-
ros en las películas de ciencia ficción. Sólo co-
nozco un ejemplo. Aparecieron en el alienígena
de un episodio de una vieja serie de televisión
The outer limits, titulado The Bellero shield. Una
persona familiarizada con el boceto de Barney en
El viaje interrumpido y el boceto hecho en colabo-
ración con el artista David Baker sentirá un esca-
lofrío de déjà vu en la columna al ver este episo-
dio. El parecido se ve intensificado por la ausen-
cia de orejas, pelo y nariz en ambos alienígenas.
¿Podría ser una casualidad? Consideremos esto:
Barney describió por primera vez los ojos en
forma de almendra durante la sesión de hipnosis
del 22 de febrero de 1964. El episodio The Bellero
shield
fue emitido por primera vez el 10 de febrero
de 1964. Sólo doce días separan ambos hechos. Si
se admite la identificación, la existencia de ojos
almendrados en la literatura sobre abducciones
tiene orígenes culturales. [32]
U
NA BROMA CÓSMICA
Wilder Penfield dijo una vez: “Es mucho mejor
estar equivocado que no tener una opinión”. Al
formular esta máxima, Penfield demostró ser un
sabio prudente. Los errores son mucho más fruc-
tíferos que el silencio. Nos orientan hacia la in-
vestigación y los descubrimientos. Si Jacobs,
Hopkins y Bullard hubieran sido cautos y reser-
vados, algunas de las sorpresas de este artículo
nunca hubieran salido a la luz. Hay aquí cosas
acerca de la naturaleza cultural del fenómeno
ovni que yo nunca hubiera sospechado. El origen
de los platillos volantes a causa de un error perio-
dístico, sobre todo, es la mayor broma cósmica
que me he encontrado en la vida. Puede que no
sea la refutación definitiva de la hipótesis extra-
terrestre para la mayoría, pero a mí me sirve. Por
ello, estoy en deuda para siempre con estas perso-
nas.
Mi opinión es que la cultura predispone a la
gente a tener el tipo de experiencias ovni que
tiene en un grado que todavía hemos de conside-
rar. Incluso si estoy equivocado, mis argumenta-
ciones no habrán sido en vano.
Versión española de
ADELA TORRES
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Pursuit. Nº 78
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tas a Copley Woods. Trad. de Rafael Lassaletta. Editorial EDAF
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19. Bullard, op. cit.. 54-55.
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REFERENCIAS