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Correo del lector
La polémica
de Orce
Eustoquio Molina publicó en el
número 1 de EL ESCÉPTICO el
artículo “El polémico fósil de
Orce: ¿falta de rigor o fraude?”. El
titulo es una afirmación dogmática
entre interrogantes, puesto que no
admite ninguna posibilidad ya
desde su inicio: o somos poco rigu-
rosos, es decir, malos científicos, o
hemos cometido fraude. Por am-
bos conceptos, deberíamos ser ex-
cluidos del sistema científico de
manera inmediata. Lo que es muy
grave.
Además de dogmático, el artí-
culo es poco riguroso y poco crí-
tico en los análisis de nuestras in-
vestigaciones. Para descalificar
nuestros trabajos, cita el de Moyà
y Kölher y el de Palmqvist publi-
cados en The Journal of Human
Evolution (JHE), afirmando que
“Palmqvist ha hecho un nuevo
análisis de la sutura [se refiere a la
suturas sagital externa y lambdoi-
dea de VM-0] aplicando la misma
técnica sobre un dibujo muy pre-
ciso enviado por Moyà Solà, lle-
gando a la conclusión de que se
trata de un caballo de 3 a 5 meses
de edad”. La sutura en cuestión,
según Moyà y Kölher, se obtuvo de
una fotografía antigua, reprodu-
cida en varios de nuestros trabajos,
de la que difícilmente se puede in-
ferir la complejidad propuesta con
la simple observación visual. De-
ben realizarse otras contrastacio-
nes, como las efectuadas por el au-
tor de estas líneas. Agustí y Moyá
publicaron en 1987 y 1989 suturas
sagitales de la cara interna de VM-
0 muy simples y es la norma -así lo
avala la navaja de Occam- que, si
la sutura sagital interna es simple,
también lo será la externa. Por
otro lado, el análisis fractal efec-
tuado por Palmqvist es incorrecto:
con su método, no se pueden cal-
cular fractales en líneas disconti-
nuas, de manera que sus resultados
son nulos, a pesar de estar publica-
dos en JHE -los revisores, si los
hubo, también se equivocaron-.
Hemos demostrado en trabajos pu-
blicados en 1998 y 1999, con nue-
vos y más precisos métodos, que,
por el valor de la dimensión fractal
de las suturas internas y externas,
VM-0 debe ser incluido en el ge-
nero Homo.
Molina apenas analiza nuestro
articulo de réplica, limitándose a
afirmar gratuitamente que “al pa-
recer han tenido dificultades para
su aceptación definitiva”. Debo
decir que nuestro trabajo de ré-
plica es de investigación rigurosa y
los datos obtenidos se basan en la
observación y cuantificación -
cuando procede- del estudio de
311 radiografías humanas, 3 de
équidos jóvenes; y 735 cráneos hu-
manos de diferentes edades y 72
cráneos de équidos de todas las es-
pecies actuales y de diferentes eda-
des. Mientras nuestro artículo
cumple todos los requisitos exigi-
dos por el método científico para
ser calificado como de investiga-
ción, el de Moyà y Kölher y el de
Palmqvist son únicamente artícu-
los de opinión basados en criterios
de autoridades y legítimos en cien-
cia; pero, como dice Savater, “to-
das las personas son respetables,
sean cuales fueren sus opiniones,
pero no todas las opiniones son
respetables”. Hablando de autori-
dades, Molina podría leer el arti-
culo de Philip V. Tobias, emi-
nente paleoantropólogo, buen co-
nocedor de los cráneos fósiles del
Plio-pleistoceno y de los restos de
Orce, publicado en Human Evolu-
tion en 1998, en el que expone su
opinión fundamentada sobre nues-
tros trabajos, llegando a conclusio-
nes bien diferentes a las de Moyà y
Kölher y Palmqvist.
El lenguaje y adjetivos de Mo-
lina son dignos de análisis. Mien-
tras Agustí y Moyá son “prestigio-
sos paleontólogos” -lo que no
dudo-, a mí me califica de pseudo-
científico y, sin excesiva justifica-
ción, añade los calificativos que
me atribuye Palmqvist: falsifica-
dor, cacique, practicante del nepo-
tismo, ambicioso desmesurado, et-
cétera. También son interesantes
las calificaciones con las que des-
cribe los fósiles: la galleta, un fósil
tan fragmentario que ha sido cali-
ficado de miserable...
Por último, quiero resaltar la
falta de criterio científico en algu-
nas de sus afirmaciones absoluta-
mente gratuitas:
1) “... los estudios inmunológi-
cos tampoco han sido aceptados
como concluyentes, habida cuenta
de la remota posibilidad de tanta
proteína en un fósil tan anti-
guo...”. ¿Por quién no han sido
aceptados?, ¿por Molina y sus ami-
gos?, ¿por qué no pregunta a inmu-
nólogos y otros especialistas?, ¿por
qué no asiste a los congresos donde
se ha expuesto y debatido este im-
portante hallazgo si quiere for-
marse una opinión rigurosa?
2) “...todos los pretendidos res-
tos de homínidos encontrados son
igual de dudosos y fragmentarios:
un pequeño fragmento de molar
que podría pertenecer a otro ma-
mífero y dos pretendidas diáfisis
humerales que podrían ser frag-
mentos de costillas de otro animal
más grande...”. ¿Conoce Molina
las características del esmalte den-
tario?, ¿sabe qué son las perikima-
tas, las estrias de Retzius, las ban-
das de Hunter y su valor discrimi-
natorio?, ¿conoce acaso el valor
del ángulo de torsión de los húme-
ros y su importancia?, ¿ha compa-
rado una costilla de rinoceronte y
un húmero humano?
Es muy fácil descalificar sin
aportar datos y muy difícil cons-
truir un nuevo paradigma con los
fósiles de Orce y Cueva Victoria,
su anatomía bien definida, sus mo-
Las cartas dirigidas a esta sección deberán tener una extensión máxima de 20 líneas.
EL ESCÉPTICO se reserva el derecho a extractar el contenido de las mismas.
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léculas humanas perfectamente
determinadas, las paleodietas con-
trastadas, las industrias de 1,6 mi-
llones de años en Barranco León,
de 1,2 millones de años en Fuente-
nueva 3, las estrías de descarna-
ción, huesos fragmentados por per-
cusión y acumulaciones de cráneos
intencionadas en Venta Micena.
Son datos, en su conjunto, ex-
traordinarios, expuestos en 138
trabajos, 27 de ellos en revistas re-
levantes, elaborados a lo largo de
dieciséis años.
Palmqvist y Martínez me acu-
san de falsificador, afirmación re-
cogida con mimo por Molina. Es la
primera vez, en la paleontología
humana española, que se producen
acusaciones tan graves. En la so-
ciedad posmoderna, se justifica el
todo vale para conseguir un obje-
tivo, pero es grave que, en ciencia,
se prime la falta de ética.
DR. JOSEP GIBERT CLOS
Orce, Granada.
Responde el profesor
Eustoquio Molina:
Mi artículo sobre el fósil de Orce
publicado en EL ESCÉPTICO se li-
mita a contar la historia del polémico
descubrimiento y a analizar la cues-
tionable metodología que ha dado lu-
gar a que Josep Gibert Clos sea acu-
sado de fraude por sus más directos
colaboradores. Comprendo que, ante
tan grave acusación, Gibert trate de
defenderse enviando una carta de ré-
plica que llega con más de un año de
retraso y en la que no aporta argu-
mentos nuevos de interés.
Todas las afirmaciones que hice
en mi artículo están bien documenta-
das, ya que desde 1983, cuando fue
publicado el primer artículo sobre el
fósil de Orce, he seguido la polémica,
he recopilado la bibliografía y he ob-
tenido información directa de los hoy
prestigiosos investigadores que le han
ido abandonando (Agustí, Moyá-
Solá, Palmqvist y Martínez-Nava-
rro). Calificar de dogmático el título
“El polémico fósil de Orce:¿falta de
rigor o fraude?” es negar la eviden-
cia, pues mi artículo fue publicado en
el momento en que su más directo co-
laborador, Paul Palmqvist, le aca-
baba de acusar de haber falsificado la
sutura, y lo documentaba en sus pu-
blicaciones. Que ha existido una falta
de rigor es muy evidente, pues ya
desde los inicios del descubrimiento se
creó una sensacional polémica y su
actividad ha sido criticada no sólo por
sus más directos colaboradores, sino,
incluso, por tres de los más prestigio-
sos profesores de Paleontología -De
Renzi, Porta y Truyols-, quienes pu-
blicaron un artículo que no cité, ya
que no disponía del texto, a pesar de
que me habían informado de lo su-
mamente crítico que era con el proce-
der de Gibert.
Mi artículo en EL ESCÉPTICO
fue previamente presentado en un
congreso en 1997. Poco después, Gi-
bert me telefoneó muy enfadado y me
envió sus principales publicaciones,
todas las cuales tuve en cuenta para
escribir el texto publicado en esta re-
vista. Creo haber sido objetivo, pues
nada personal tengo contra Gibert.
Bien al contrario, una de sus publica-
ciones contra los creacionistas pseu-
docientíficos me ha parecido muy
acertada y la he citado en varios tra-
bajos. Sin embargo, como miembro
de ARP -Sociedad para el Avance del
Pensamiento Crítico, me he visto
obligado a comentar un caso desgra-
ciadamente famoso, concluyendo que
“el sensacionalismo y la falta de rigor
en la difusión de los hallazgos, así
como ciertos aspectos metodológicos -
posible falsificación- nos inducen a
pensar que estamos ante un probable
caso de ciencia patológica”. Esta
conclusión está muy bien documen-
tada en mi artículo y mis afirmacio-
nes no son en absoluto gratuitas, ya
que me limito a reproducir fielmente
las afirmaciones y datos de los cientí-
ficos que han estudiado el fósil. Basta
con leerlo detenidamente para cons-
tatar la objetividad y el rigor cientí-
fico, algo que al parecer no ha hecho
Gibert, ya que en su réplica dice que
le califico de pseudocientífico, cuando
en realidad digo textualmente: “Di-
versos aspectos muestran como mí-
nimo una falta de rigor científico y
recuerdan los recursos utilizados por
los charlatanes pseudocientíficos, si
bien es obvio que Gibert no es un
pseudocientífico”.
Parece evidente que Gibert está
muy sensibilizado con el tema, lo
cual le lleva a hacer un análisis muy
subjetivo de mi texto y, apelando a
criterios de autoridad, cita un artí-
culo de Tobias en la revista Human
Evolution donde está de acuerdo con
él en algunos de sus otros fósiles, pero
en donde no afirma que el fósil de
cráneo en cuestión sea humano.
Además, Gibert en su replica in-
tenta abrumarnos para desviar la
atención con sus observaciones sobre
otros fósiles y organismos actuales,
así como con su prolífica bibliografía
en publicaciones por lo general de
poco prestigio. En este sentido,
cuando cita sus datos extraordinarios
expuestos en revistas relevantes su-
pongo que no incluye su artículo en
la revista pseudocientífica: Espacio y
Tiempo, en la que figuraba como
miembro colaborador, y por el que le
pagaron 150.000 pesetas, según me
comentó él mismo en un congreso de
Paleontología en Barcelona. La reali-
dad que yo he constatado en los con-
gresos en los que hemos coincidido es
que sus comunicaciones han desper-
tado grandes sospechas. Ésta es segu-
ramente la razón de que lo que él de-
nomina su “conjunto extraordinario
de datos” aún no haya sido publicado
en prestigiosas revistas como Nature
o Science, y me consta que lo ha in-
tentado en reiteradas ocasiones.
Sería muy largo en esta contrarré-
plica argumentar sobre la fragmenta-
ria anatomía del polémico fósil de
Orce; además ya lo han hecho sus
muchos detractores y fue debida-
mente comentado en mi artículo. De
todas formas, dada la obstinación de
Gibert, cualquier argumentación se-
ría inútil, porque, cuando sus detrac-
tores publican en prestigiosas revistas
tales como el JHE, él prefiere afirmar
que sus resultados son nulos y que los
revisores también se equivocaron. En
este sentido, la única novedad desta-
cable desde que escribí el artículo es
su publicación con Arqued en 1999
de un trabajo en el que intenta de-
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mostrar que el análisis fractal efec-
tuado por Palmqvist es incorrecto. El
fósil está sumamente deteriorado,
pero se aprecia que la sutura es más
compleja por la cara externa que por
la interna, siendo en ambos casos más
compleja de lo que reproduce Gibert.
Los nuevos análisis morfométricos
que usó el informático Arques, que
ha captado Gibert para su causa, se
basan en una técnica más imprecisa
que la de Palmqvist, como demues-
tran Boyajian y Lutz (1995) en la
revista Paleobiology, y además la su-
tura analizada por Arques vuelve a
ser el dibujo simplificado realizado por
Gibert y que dio lugar a la acusación
de fraude.
En fin, a pesar de haber transcu-
rrido más de dieciséis años, Gibert
continúa sin aportar datos concluyen-
tes e ignorando los principios metodo-
lógicos más elementales: “afirmacio-
nes extraordinarias exigen pruebas
extraordinarias” y, “ante dos hipóte-
sis alternativas, hay que optar por la
más sencilla”; lo que implica que el
polémico fósil sería un équido mien-
tras no se demuestre lo contrario. Y,
lo que es peor, todavía no se ha des-
pejado la grave acusación de fraude
que pende sobre su reputación cientí-
fica.
Sexismo
Posibilidades no sexistas para el
ejemplo ejemplificador que trae
Luis Alfonso Gámez a colación
en su respuesta a mi carta publi-
cada en el número 5 de esta re-
vista: “550 asistentes al Congreso
sobre ... abogan en Granada por
poner freno a la pseudociencia”;
“550 profesionales de la investi-
gación y la divulgación científica
abogan en Granada por poner
freno a la pseudociencia”, y “550
hombres y mujeres dedicados al
mundo de la ciencia y la divulga-
ción científica abogan en Gra-
nada por poner freno a la pseudo-
ciencia”. ¿Más?
MERCEDES QUINTANA
Madrid.
Responde L. A. Gámez:
Evidentemente, cualquier noti-
cia o reportaje puede titularse
siempre de diferentes maneras.
Pero, en todos los medios, hay
condicionantes de espacio y legibi-
lidad que no se pueden ignorar.
Los tres posibles titulares apunta-
dos por Mercedes Quintana son
mucho más largos y farragosos
que el que apareció en su día en
esta revista -“550 divulgadores y
científicos abogan en Granada por
poner freno a la pseudociencia”-,
y ninguno aporta más informa-
ción. Llenar un texto de a/o o de
hombres/mujeres podrá ser más
correcto para quienes no aceptan
los genéricos, pero acaba convir-
tiendo textos interesantes en cosas
ilegibles.
Religión y
escepticismo
Acabo de suscribirme a su re-
vista y he leído la carta de Gon-
zalo Puente Ojea publicada en
el número 3. Estoy totalmente
de acuerdo con Puente Ojea y
discrepo con la misma intensi-
dad de la respuesta de L.A. Gá-
mez.
Desde luego, si la línea de la
revista es evitar la crítica de la
religión, les digo de antemano
que, para mí, el primer contacto
con EL ESCÉPTICO no puede
ser más desalentador. Por su-
puesto que un escéptico debe
extender su campo de acción a
las creencias religiosas en sí mis-
mas, puesto que todas ellas son
indemostrables y, a pesar de
ello, en todo el mundo, miles de
acciones, educación, normas, le-
yes, etcétera, se siguen rigiendo
según los dictados de esas creen-
cias religiosas. No podemos se-
guir de brazos cruzados con res-
pecto a la religión, porque ella
no lo está. ¿Es preciso recordar
que todavía en EE UU es difícil
enseñar la teoría de la evolución
por culpa de la religión o las
barbaridades que sufren las mu-
jeres en los países islámicos por
culpa de esa religión? Por favor,
la religión no es inocua. Si los
escépticos no nos defendemos
de ella, ¿quién lo hará?
GABINO F. CALVO SARNAGO
Las Rozas (Madrid).
Responde L. A. Gámez:
Esta revista evita la religión en
sí misma, del mismo modo que
evita la política, el deporte o el arte
en sí mismos. Porque, no lo olvide-
mos, en todas estas actividades hu-
manas se dan manifestaciones de
una irracionalidad más que preo-
cupante. El campo de acción de EL
ESCÉPTICO, de momento, tiene
unos límites claros; pero, aún así,
es muy amplio. Tanto que la reli-
gión entra en él a menudo y que,
entonces, nunca evitamos el de-
bate.
Nunca se nos ocurrirá afirmar
a quienes hacemos esta revista que
un escéptico deba suspender su vi-
sión crítica de la realidad cuando
de la religión se trata. Es más,
personalmente, creo que hay que
aplicar el mismo criterio a la reli-
gión que a la pseudociencia. Sin
embargo, ésta es una revista cuya
edición corre a cargo de una enti-
dad, ARP - Sociedad para el
Avance del Pensamiento Crítico,
que no incluye entre sus objetivos
la crítica de la religión per se. Y a
eso nos ceñimos quienes tenemos
responsabilidades en El ESCÉP-
TICO. Si ARP amplía sus objeti-
vos algún día, ésta revista seguirá
sus pasos.
Por lo demás, que Gabino F.
Calvo Sarnago esté de acuerdo con
Gonzalo Puente Ojea y en des-
acuerdo conmigo, no me incomoda
en absoluto. La discrepancia no
sólo puede resultar enriquecedora
-digo puede porque hay discrepan-
cias que son estúpidas; éste no es
el caso-, sino que, en una publica-
ción que aboga por el pensamiento
crítico, es imprescindible.
Correo del lector