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A
l amanecer del 19
de agosto de 1936,
por orden del go-
bernador civil de Grana-
da, el comandante Valdés,
Federico García Lorca fue
fusilado por la espalda,
junto a un maestro de es-
cuela y dos banderilleros, en el barranco de
Víznar. Los cuatro cuerpos cayeron junto a
un olivar, donde, horas más tarde, fueron
enterrados.
Ahora bien, según ha desvelado la revis-
ta Enigmas, Lorca no murió ni en Víznar ni
en esa fecha. En el ejemplar de agosto de
1999 de la publicación dirigida por Fer-
nando Jiménez del Oso, aparece un artícu-
lo titulado “Lorca, el dos veces muerto”, fir-
mado por Juan Jesús Vallejo, quien relata
cómo Lorca sobrevivió a su fusilamiento y,
además, informa sobre presuntas cosas
raras en la Huerta de San Vicente, una
antigua residencia del poeta.
Según Vallejo, en 1976, un panadero de
Calicasas (Granada) llamado Rogelio Ber-
mejo vio en el cine un documental realiza-
do con motivo del aniversario de la muerte
del poeta. Su sorpresa fue mayúscula
cuando se dio cuenta de que él conocía a
aquel hombre. Era un individuo al que
habían dado el paseíllo cuarenta años an-
tes, cuyo cuerpo, que él creía sin vida, ha-
bía visto mientras repartía el pan y que, al
volver a pasar por el lugar, notó que se ha-
bía movido. ¡Estaba vivo! Entonces, le ha-
bía trasladado hasta el convento de San
Bartolomé, donde las monjas le cuidaron.
El hombre no se recuperó totalmente de las
heridas, ya que había recibido un impacto
en la cabeza: su mente quedó inútil y sufrió
una amnesia irreversible. Como ni Rogelio
ni las monjas sabían quién era el desgra-
ciado, le habían dado el nombre de Manolo.
Manolo vivió en el convento, ayudando a
las monjas en tareas sencillas, hasta que
falleció en 1954.
Al darse cuenta de que el hombre del
documental
el mismísimo Federico García
Lorca
era el mismo a quien había salvado
de la muerte en 1936, Rogelio intentó dar a
conocer su historia, pensando en mejorar
algo su vida. Sin embargo, sólo una joven
54
(Verano 1999)
el escéptico
Una revista esotérica
remata a García Lorca
‘Enigmas’ afirma que el poeta granadino no murió en 1936 y,
para respaldarlo, presenta como reales datos, personajes e
imágenes inventados por Fernando Marías y Juan Bas para
la serie de ficción ‘Páginas ocultas de la historia’
EDUARDO GIMÉNEZ GONZÁLEZ
Trucaje con las
falsas monjas,
Rogelio y Ma-
nolo publicado
en la prensa.
En el recua-
dro, la foto que
publicó ‘Enig-
mas’, una am-
pliación de la
imagen de
Lorca inserta-
da en la otra.
“Hermanos,
esto que acabamos de escuchar
no solamente es verídico... ,
sino que además es cierto”.
Les Luthiers
El sendero de Warren Sánchez
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periodista, Rocío Pérez Sanz, dio alguna
credibilidad al sorprendente relato. Pero
Rogelio aportó una prueba: una fotografía
en la que aparecía él junto a tres monjas y
a Manolo. Ciertamente, Manolo se parecía
a Lorca de forma extraordinaria. Dicha fo-
tografía, según afirma Vallejo en Enigmas,
fue analizada y se descartó cualqquier tru-
caje fotográfico. La periodista publicó en-
tonces, en el diario granadino Ideal, un ar-
tículo titulado “La otra muerte de Lorca”,
que no tuvo continuación.
Pasados los años, se intentó confirmar
la información facilitada en ese artículo,
pero su autora había abandonado el perio-
dismo y apenas podía aportar más datos. Y
Rogelio Bermejo ya había fallecido. Sin em-
bargo, Vallejo nos informa de que en el con-
vento fue hallada una muestra de la escri-
tura de Manolo con una única palabra:
agua. Y eso es un problema, porque una
sola palabra no basta para realizar una
identificación con la letra del poeta, y más
teniendo en cuenta el daño cerebral que, al
parecer, habría sufrido y el hecho de que el
texto fue escrito con la mano izquierda por
alguien diestro.
¿Y el cadáver? Hoy, disponemos de téc-
nicas genéticas para confirmar si Manolo
era Lorca o no. Por desgracia, la exhuma-
ción del cuerpo es imposible, pues el lugar
donde fue enterrado se encuentra en la
actualidad bajo el pantano de Cubillas.
¿Es cierta esta historia o no? Según Va-
llejo, hay “demasiadas casualidades para
que todo sea una invención”.
¿Es cierta esta historia o no? No. No es
que Rogelio Bermejo mintiera, o que Ma-
nolo fuera otra persona, o que la periodista
se inventara el artículo. Lorca fue fusilado
y salvo eso, todo, absolutamente todo, en
esta historia es ficticio y ninguno de los
personajes ha existido.
El origen televisivo
de una falsa historia
Desgraciadamente para Enigmas, sabemos
de dónde ha salido esta historia. El domin-
go 7 de marzo de 1999, se emitió por el se-
gundo canal de Televisión Española un
programa titulado “La otra muerte de Fe-
derico García Lorca”, en el cual se narraba
exactamente lo que cuenta Vallejo. Todos
los datos que el autor presenta como fruto
de su investigación
incluida una fotografía
de Manolo que reproduce Enigmas
están
sacados del tercer episodio de Páginas ocul-
tas de la historia, serie televisiva presenta-
da por Felipe Mellizo de la que, en el repor-
taje de la revista de Jiménez del Oso, no
aparece mención alguna.
Con formato de documental, la serie
descubrió una corporación que ocultaba
obras artísticas, unas experiencias de re-
gresión a vidas pasadas con Rudolf Hess,
una tercera bomba atómica hundida en el
océano que no llegó a lanzarse sobre Ja-
pón, a un inventor del cine sonoro que re-
nunció a la gloria por amor, un atentado
exitoso contra Mola y otro fallido contra
Franco, un medicamento contra la obesi-
dad que creó la anorexia, a unos aventure-
ros que provocaron el 2 de Mayo para ocul-
tar un robo... Historias, todas ellas, absolu-
tamente ficticias. Al final de cada capítulo,
aparecía un aviso advirtiendo de que se tra-
taba de ficciones ideadas por los escritores
bilbaínos Fernando Marías y Juan Bas.
Para el director de Páginas ocultas de la
historia, Javier Díaz Moro, la pretensión de
estas invenciones era “conseguir que la
gente reflexione sobre la veracidad de lo
que se cuenta y las ambigüedades que tie-
ne la historia que conocemos”. Y, a pesar
de esto, Vallejo nos lo presenta como
auténtico.
Vale, reconozco que el programa estaba
realizado con un formato que induce a la
confusión, el aviso final era breve y era fácil
pasarlo por alto. De hecho, en la lista de
correo escéptica de Internet, hubo algunos
mensajes sorprendidos ante una de esas
historias
dudando de ella, por cierto
. Pe-
ro la verdad es que bastaba un mínimo de
interés para enterarse de que esta serie era
de ficción. Ni siguiera era necesario llamar
a TVE para confirmarlo: tal extremo se
anunciaba claramente en la prensa. Y, por
si eso fuera poco, posteriormente, los guio-
el escéptico (Verano 1999) 55
Portada de ‘Páginas ocultas de la historia’, libro de
Fernando Marías y Juan Bas.
No es auténtico ni uno de los datos que
presenta Juan Jesús Vallejo en ‘Enigmas’
para demostrar que Lorca no murió en 1936
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nistas de la serie han publicado estas inte-
resantes ficciones en un libro, en el que nos
advierten, por si hubiera dudas, que “las
catorce historias son una mezcla en dife-
rentes grados de datos históricos reales con
puras invenciones, y son por lo tanto fic-
ciones. La otra muerte de Federico García
Lorca y La Corporación se inspiran de un
modo muy libre en La luz prodigiosa y en
un fragmento de Esta noche moriré, novelas
ambas de Fernando Marías. Los otros doce
cuentos son originales y fueron escritos pa-
ra la serie de televisión y este libro. De igual
modo, todos los personajes entrevistados
son ficticios, salvo nuestros amigos el doc-
tor Josetxu Fombellida y el periodista Txe-
ma Soria”. Es decir, se podía comprobar
que la segunda muerte de Lorca es imagi-
naria por tres fuentes: la novela de Marías
(premio Ciudad de Barbastro), la serie de
televisión y el libro de Bas y Marías.
¿Demasiada bulla por un simple despis-
te? Bueno, si en un punto tan fácilmente
comprobable se obvia confirmar la noticia,
¿cómo podemos confiar en lo demás que se
publique en Enigmas? Tengamos en cuenta
que un artículo, antes de su publicación,
ha de ser leído y revisado. ¿Es que nadie en
la redacción de Enigmas se dio cuenta de
que ni uno de los datos de la historia de
Juan Jesús Vallejo es auténtico, de que
nunca han existido ni Rogelio Bermejo, ni
Rocío Pérez Sanz, ni el convento de San
Bartolomé, ni el artículo del Ideal...? Por no
hablar de la foto que presentan como “la
única existente del personaje que bajo el
nombre de Manolo vivió refugiado en el
convento de San Bartolomé hasta su muer-
te en 1954-. ¿Se trataba de Lorca”. Sí. La
imagen es una ampliación de una auténti-
ca foto del poeta insertada en un trucaje
fotográfico realizado ex profeso para la serie
y que se presentó como tal en la prensa en
su día. Siendo malpensados, se podría ar-
güir que no les importa su falsedad.
Enigmas se distribuye en Sudamérica y
allí únicamente dispondrán de la versión de
la revista, por lo que un sector de público
hispano podría tomar esta disparatada his-
toria como real al no tener acceso a las
fuentes originales. En fin, para colmo, en el
mismo número de la revista, topamos con
un artículo de Santiago Camacho
jefe de
redacción y, por lo tanto, responsable en
parte de la metedura de pata lorquiana
sobre la manipulación de los medios de co-
municación por parte de los gobiernos para
ocultar la realidad de los ovnis. Uno de los
objetivos de lo que el autor denomina pro-
yecto Mindshift es hacer circular datos fal-
sos. ¡No sé por qué se molestan!
Referencias
Marías, Fernando; y Bas, Juan [1999]: Páginas
ocultas de la historia. Ediciones Destino.
Barcelona.
Vallejo, Juan Jesús [1999]: “Lorca, el dos veces
muerto”. Enigmas (Madrid), Año V - Nº 8
(agosto), 60-65.
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(Verano 1999)
el escéptico
Mentiras impunes
LUIS ALFONSO GÁMEZ
S
i hay algo que me sorprendería es que a alguien le
sorprendiera la última demostración de falta de
rigor de Fernando Jiménez del Oso y sus colabo-
radores. El caso de la segunda muerte inventada de
García Lorca no es sino otra muestra más del paño por
el que está cortado el periodismo esotérico: una mezcla
de sensacionalismo y nulo respeto a la realidad. La his-
toria increíble, el amarillismo, siempre ha de prevalecer
sobre la realidad. Si un testigo advierte al final de su
narración sobre un contacto con extraterrestres que
todo puede haber sido un sueño, se corta la apostilla a
la hora de emitir la grabación. Si una película como Al-
ternativa 3, en la que se desvela una conspiración pla-
netaria ante el riesgo del fin del mundo por catástrofe
ecológica, no es más que una broma, no se avisa de ello
a los telespectadores y se rodea su emisión de un halo
de misterio. Si, en el extremo de una fotografía de un
cadáver de un presunto alienígena, aparecen los restos
de unas gafas de manufactura humana, se mete un tajo
a la foto y ya tenemos marciano calcinado. Y es que la
realidad nunca debe estropearnos una buena historia.
Luego, una vez explotado el misterio, es posible que
se reconozca en letra pequeña la metedura de pata. Se
hará, claro, por obligación, y así se calificará de “cues-
tión puramente semántica, sin trascendencia”, el haber
dicho hasta la saciedad que la NASA investigó la sába-
na santa o se mentirá descaradamente durante una en-
trevista televisiva cuando a uno le recuerdan cómo hizo
el ridículo hace veinte años persiguiendo platillos volan-
tes donde sólo había faros de automóviles. El negocio
estará ya hecho y si se rectifica, siempre con la boca pe-
queña, será como réplica a críticas demoledoras o para
evitar demandas de plagio, como hace años hizo un co-
nocido editor español saliendo en defensa de un autor
de su cuadra que había bebido demasiado literalmente
de algunas fuentes.
El negocio es lo único que importa. Y la verdad es in-
cómoda porque el engaño está en la misma esencia de
un mundo como el de lo paranormal, en el que las prue-
bas objetivas se deshacen en las manos cuando se
exponen a una mínima investigación. Que nadie crea,
por ser Enigmas la revista a la que Eduardo Giménez ha
pillado in fraganti, que el resto de las publicaciones eso-
téricas se conduce con mayor rigor que la que tiene en
su cúpula a Fernando Jiménez del Oso, flanqueado por
Iker Jiménez y Lorenzo Fernández. No es así; ni lo ha
sido nunca. Ninguna revista esotérica española se ha
conducido con un mínimo de respeto a la verdad, como
tampoco lo ha hecho ningún programa de la televisión
misteriosa o de la radio misteriosa. España es diferente
y décadas de fraudes no han ido en menoscabo de la
credibilidad de los charlatanes de lo paranormal; pero
ya es hora de que eso cambie y que a todos los Paco
Rabanne se les meta en el mismo saco.
Como ha escrito Julián Marías, “la mentira debe pro-
ducir el desprestigio, la descalificación inmediata e ina-
pelable. Para ello, es menester que conste, que sea
puesta de manifiesto; que el que miente sea enfrentado
con su mentira, actual o pretérita. De ella se puede y
debe pedir cuentas. Esto, por supuesto, no se hace, y a
nadie se le obliga a justificar lo dicho o aceptar las con-
secuencias. Nada perjudica más a la salud de una so-
ciedad que la impunidad de la mentira”.