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ejano queda el día en el que el movimiento escép-
tico español nació de la mano de trece mentes in-
quietas sentadas alrededor de una mesa en un
restaurante vitoriano. Lejano en el tiempo; pero
próximo en los retos. A las puertas del tercer milenio, un
15% de los españoles recurre a curanderos cuando tiene
un problema de salud; entre la cuarta parte y la mitad de
la población tiene alguna creencia esotérica; las dos prin-
cipales revistas ocultistas del país venden unos 50.000
ejemplares mensuales... Ante este panorama y el todavía
escaso arraigo del escepticismo organizado
apenas un
centenar de miembros activos en un país de casi 40 millo-
nes de habitantes
−,
el desánimo parecería lo más lógico.
Sin embargo, reducir el dibujo de la realidad exclusivamen-
te a cifras resulta simplista y da una idea equivocada de
un escenario en el que han cambiado muchas cosas des-
de 1985, y pueden cambiar muchas más de aquí al año
2000. Por de pronto, ya no es extraño ver a un escéptico
en la pequeña pantalla, escucharle por la radio o leer sus
declaraciones en la prensa; y ARP-Sociedad para el Avan-
ce del Pensamiento Crítico suena cada vez con más fuerza
en los medios de comunicación y goza de una credibilidad
cuya mejor expresión es la sucesión creciente de adhesio-
nes de personalidades de la ciencia y el pensamiento.
Pero, quizá, de todos los retos que el escepticismo orga-
nizado tiene ante sí, el más urgente sea crecer, conseguir
aglutinar en torno a EL ESCÉPTICO y ARP a todos aqué-
llos que en España, y en el mundo de habla hispana
por
qué no decirlo
−,
confían en la razón como la herramienta
más útil a la hora de apre-
hender la realidad. Porque
si bien es cierto que somos
todos los que estamos, no
lo es menos que no estamos
todos los que somos. Ni mu-
cho menos. Prueba de ello
ha sido lo que ha ocurrido
con el lanzamiento de esta
revista. La sociedad editora apostó fuerte desde el punto
de vista económico para poner en circulación una tirada
extraordinaria de ejemplares de EL ESCÉPTICO y distri-
buir la mayoría de ellos gratuitamente. El resultado de tal
iniciativa ha sido más que aceptable: se ha suscrito uno
de cada ocho destinatarios. Si éste es el fruto de un envío
realizado casi a ciegas, cabe pensar que hay un colectivo
de personas, importante desde el punto de vista numéri-
co, al que todavía no hemos llegado porque no hemos sa-
bido; pero que está ahí, en universidades, asociaciones
culturales, organizaciones científicas... en la calle. Y que
si no se ha sumado al movimiento racionalista es porque,
quizá, ni sabe que existe.
Para llegar a ese colectivo, precisamos de suscriptores
y socios
quien quiera subir un escalón en su compromi-
so con el pensamiento crítico, y participar en la gestión de
ARP, siempre será bienvenido
que hagan las veces de
embajadores del escepticismo organizado, que lo acerquen
L
a todo aquél que crean que puede estar in-
teresado en una iniciativa cultural que, ante
todo, apuesta por el ser humano. Porque, y
esto es algo obvio, pero que no viene mal
recordar, cuantas más personas mueva
ARP, más peso tendrá en la sociedad espa-
ñola, con más efectividad podrá combatir
la sinrazón. Como somos conscientes de que
también la fuerza de la razón reside en la
unión, a partir de este número y hasta que
se agoten las existencias, ARP regalará a
cada nuevo suscriptor de EL ESCÉPTICO
un ejemplar del libro Fraudes espiritistas y
fenómenos metapsíquicos, una auténtica jo-
ya del pensamiento crítico hispano obra del
padre Carlos M. de Heredia. La oferta apare-
ce en la página 30, pero la ampliamos aquí:
también recibirá un ejemplar de la obra todo
aquel socio o suscriptor que consiga uno
nuevo. Y si se nos acaban los libros
¡oja-
lá!
, haremos descuentos equivalentes has-
ta dentro de seis meses.
No es nuestro objetivo, sin embargo, limi-
tarnos a ampliar el número de lectores de
estas páginas como si esto fuera un nego-
cio, porque no lo es. Nunca lo ha sido. Que-
remos que ésta sea la revista de todos los
que creen que afirmaciones extraordinarias
exigen pruebas extraordinarias, que respon-
da a sus in-
tereses y que
participen
en ella a tra-
vés de artí-
culos, co-
mentarios y
cartas, o su-
giriendo te-
mas que puedan ser de interés. Porque quie-
nes hacemos EL ESCÉPTICO tenemos muy
claro que si algún valor tienen esta revista
y ARP, es el de aspirar a convertirse en el
punto de encuentro de quienes desoyen los
cantos de sirena de la irracionalidad, sea
su partitura la del esoterismo, la de la xeno-
fobia, la del fanatismo religioso, la de la des-
confianza hacia la ciencia o cualquier otra.
De EL ESCÉPTICO, ha dicho Muy Intere-
sante que es el “foro de debate más impor-
tante de aquéllos que en España quieren
denunciar los desmanes de la pseudocien-
cia y avivar el espíritu crítico entre científi-
cos, amantes de la divulgación y medios de
comunicación”. Un foro abierto para quie-
nes no quieren renunciar al uso de la ra-
zón, la esencia del ser humano.
4
(Otoño 1998) el escéptico
editorial
Punto de encuentro
Quien quiera subir un escalón en su
compromiso con el pensamiento crítico,
y participar en la gestión de ARP,
siempre será bienvenido