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patómetro, cosa prohibida por el
primer postulado de la interac-
ción pática.
En este caso, nos queda me-
dir algún efecto causado por el
mensaje en la mente del desti-
natario. Quizás el patómetro es
capaz de leer el pensamiento...
¿O será el patógrafo o patoscopio?
BORJA
MARCOS
1
Garrido, Moisés: “La parapsicología
cuántica: nace una nueva dimen-
sión”. Más Allá (Madrid), Nº 100
(Junio 1997).
2
Término acuñado por George Or-
well en su novela 1984. Doble-
pensar consiste en mantener una
ambivalencia hacia algo y poder
cambiar de una a otra idea se-
gún la conveniencia, pero sin ser
demasiado consciente de ello.
3
Consecuencia de la Teoría de la Re-
latividad, que indica que la masa
se puede transformar en energía,
y viceversa, y que al mismo tiem-
po permite calcular la cantidad
de energía que se obtiene de la
conversión de una unidad de
masa. Esto explica el poder des-
tructivo de una bomba atómica
4
Hablo del olor de un quark de for-
ma premeditada y alevosa. Los
quarks están divididos en sabo-
res, y, aunque esta terminología
ha sido escogido de forma arbi-
traria, alguien podría argumen-
tar que efectivamente tienen sa-
bor. Que yo sepa, nadie ha pro-
bado uno, ni he visto nunca una
receta de cocina.
5
Los Ig Nobel son unos galardones
destinados a premiar hechos que
no pueden o no deben ser repro-
ducidos.
Enredados con
Uri Geller
“Tú eras un pionero y ahora
esto es ciencia, ciencia pura”.
(Eduardo Punset a Uri Geller.)
Si existiera un concurso de cre-
dulidad televisiva, los responsa-
bles del programa Redes (en La
2 de TVE), se llevarían el primer
premio. El 12 de febrero, dicho
programa trataba sobre El poder
de la mente, título que de inme-
diato nos puso en estado de aler-
ta. Y con razón: la entrevista que
hicieron al terror de las cuberte-
rías, el psíquico doblador de cu-
el escéptico
(Otoño 1998)
33
charas Uri Geller, nos dejó pati-
difusos.
Qué entusiasmo el de Eduar-
do Punset, ex
ministro de Eco-
nomía y director de Redes, en-
trando en la casa de Uri. En un
instante, comienzan a conversar
sobre los viejos tiempos, cuando
Geller visitó España allá por
1975. En aquella época, cuenta
Punset, un realizador de su pro-
grama dejó dos cucharas sobre
la mesa tras ver a Geller en la
tele. A la mañana siguiente,
“No
te lo vas a creer, Uri”
−,
una de
las cucharas amaneció gelleriza-
da, es decir, doblada. Aquello nos
pareció delirante: se suponía que
Redes era un espacio dedicado
en parte a la divulgación cientí-
fica. Quedaba aún mucha entre-
vista, y nos preparamos para in-
tentar reír en lugar de llorar.
A continuación, Geller afirma
que sus poderes son un don que
le ha dado Dios, pero que, por
otra parte, todo el mundo tiene
ese poder. Él, Geller, es un cata-
lizador, disparador o palanca,
que desata el poder de la gente.
Y cuando dice palanca no se re-
fiere a la forma estándar de aga-
rrar una cuchara con la mano y
presionar con el pulgar hasta
que se dobla cuando el público
no presta atención.
Punset y su equipo no pare-
cen haberse enterado de lo mu-
cho que ha llovido desde 1975,
cuando “masas de gente enlo-
quecidas” daban varias vueltas
a El Corte Inglés, haciendo cola
para ver a la supermente en ac-
ción. Hoy, hasta los crédulos
más cabezotas saben que los po-
deres de Uri son trucos de ilusio-
nismo que cualquier buen mago
puede hacer. Ese mismo año,
1975, James Randi reveló los
trucos de Uri en su libro The ma-
gic of Uri Geller
1
. Tres años más
tarde, Yasha Katz, sintiéndose
utilizado por Geller, acaba confe-
sando cómo le había ayudado a
engañar al público y a la pren-
sa. Pero Uri no es tonto. Sabe que
ha pasado el tiempo, y que en
ciertos lugares perdidos del
mundo
España, por ejemplo
mucha gente sigue pensando
que es una especie de super-
hombre del planeta Kripton.
Bien, sigamos con la palanca
¿Qué explicación tiene? Uri re-
curre al topicazo nuevaerense u-
tilizado por todo charlatán para
dar credibilidad a los más varia-
dos disparates. Atención: “Solo
usamos el 10% de nuestro cere-
bro”. Es una pena que casi to-
dos utilicemos el 100% de nues-
tro páncreas; de lo contrario,
¡quién sabe la magnitud de los
poderes paranormales añadidos
que podríamos disfrutar!
Pero, a continuación, Punset
reúne todo el escepticismo del
que es capaz. A Geller le han es-
tudiado importantes científicos,
pero ¿han llegado a alguna con-
clusión? “¿Sabemos algo más
que hace veinte años?”, le espe-
ta a Geller. Sí, señor Punset, sa-
bemos algo más que hace veinte
años. Sabemos cómo dobla Ge-
ller todo tipo de útiles de cocina,
y no precisamente con la mente.
Sabemos cómo sus compinches
le transmitían las respuestas
mediante códigos visuales cuan-
do se trataba de mostrar su per-
cepción extrasensorial o cómo
mandaba a su manager que lan-
zara objetos al aire para que pa-
reciese que se materializaban
junto a Uri... Pero Uri, blandien-
do un ejemplar de la prestigiosa
revista científica Nature, en el
que dedican 17 páginas a sus po-
deres
2
, afirma que puede encon-
trar oro y petróleo, y, por supues-
to, que no falte, curar a la gente.
Y Punset parece encantado de
tratar con semejante fenómeno.
A continuación viene el truco
del dibujito. Punset garantiza
que Uri no ha podido ver lo que
hay en el papel que lleva en el
bolsillo, porque “lo he hecho an-
tes de llegar a su casa”. Geller,
como siempre en estos casos, se
pone humilde. Va a intentar vi-
sualizarlo, pero muchas veces fa-
lla. Agarra rotulador y papel y se
pone a la tarea. “Mira, Eduardo,
me está saliendo un dibujo y es-
toy preocupado, porque es dema-
siado sencillo. Normalmente la
gente dibuja una flor, un árbol,
una casa o un barco, pero esto
no es realmente un dibujo, sino
una figura geométrica”. Casi
exactamente las mismas pala-
bras que pronunció en Crónicas
Marcianas, programa en el que
adivinó una simple línea en zig-
zag. En Caiga Quien Caiga, tam-
poco estuvieron muy pictóricos.
Curiosamente, las tres veces que
hemos visto a Geller hacer el tru-
co del dibujito en su última visi-
ta a España, se ha enfrentado a
el circo paranormal
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sencillas formas geométricas.
Parece que en este país no so-
mos muy dados a los arbolitos y
las casitas, o bien que Geller hizo
algunas recomendaciones.
Efectivamente, Uri consigue
adivinar el dibujo de Punset: un
triángulo equilátero. ¿Cómo lo
hace? ¿Compinches ojeadores?
¿Algún sistema de calco (Uri in-
siste en el idéntico tamaño de
ambas figuras)? ¿En qué condi-
ciones hizo el dibujo Punset?
¿Sobre qué papel ¿Junto a quié-
nes? “No sé cómo lo hago”, ase-
gura Geller inocentemente. No va
de ilusionista, sino de Homo pa-
ranormalis, el siguiente eslabón
en la cadena evolutiva, un esla-
bón agraciado por Dios, para
más inri.
Pero ¿y si hubiera fallado?
Podría deberse, explica Geller, a
tener enfrente a una persona no
predispuesta. “Contigo, vi que no
tenías prejuicios
le dice a Pun-
set
−,
que eras una persona abier-
ta, simpática”. “Gracias
dice
Punset
, acepto que no tengo un
sentimiento negativo ante estos
fenómenos”. ¡No hace falta que
lo jure, señor Punset!
ERNESTO
J
.
CARMENA
1
Randi, James: The magic of Uri Ge-
ller. Ballantine Books. Nueva
York 1975.
2
El editorial de ese número de Na-
ture (Octubre de 1974) explica
que la intención de publicar el
informe del SRI sobre la percep-
ción extrasensorial es simple-
mente la de mostrar un ejemplo
del modo de experimentación en
el campo de la parapsicología.
Según los árbitros, el artículo tie-
ne un diseño y presentación muy
débiles, siendo desconcertante-
mente vagos los detalles aporta-
dos acerca de cómo fueron rea-
lizados los experimentos.
Sobre “Ufólogos
con sotana”
A primera vista, podría pensar-
se que los sacerdotes, dado su
amplio conocimiento de todo lo
relativo a los asuntos celestiales,
deberían ser considerados au-
ténticos testigos de élite, equipa-
rables a pilotos y otros profesio-
34
(Otoño 1998)
el escéptico
nales del aire. El artículo “Ufólo-
gos con sotana”, de Iker Jimé-
nez, publicado en Enigmas
1
, nos
brinda la oportunidad de com-
probarlo.
Comienza refiriéndose al do-
minico Antonio Felices, con una
larga trayectoria de investigación
sobre el tema de los ovnis. El in-
cidente “sobre el que erigió una
fe y un anhelo que aún conti-
núan vivos”
al decir de Jimé-
nez
tuvo lugar en la tarde del
16 de septiembre de 1965, te-
niendo numerosos testigos en
Palencia y Valladolid. Aquella
gigantesca nave triangular “fue
como una gran confirmación de
las muchas sospechas que tenía
desde hacía más de veinte años”,
comenta hoy el dominico.
El siguiente en comparecer es
el párroco Enrique López Gue-
rrero que, treinta años atrás, con
la vista puesta en el asunto Um-
mo, ya proclamó que los extrate-
rrestres estaban entre nosotros.
Posteriormente, escribiría el libro
Mirando a la lejanía del Univer-
so. Al ser preguntado sobre los
cimientos de su fe en los extra-
terrestres responde: “Es que yo
mismo los he visto. Nadie tiene
que venir a decirme lo que hay y
lo que no. Llevo treinta años in-
teresado en este asunto y la con-
firmación vino aquel 15 de agos-
to de 1989...”
2
. López se refiere a
la observación en pleno día, des-
de Viso del Alcor, de una esfera
metálica perfecta, de la que sa-
lió despedido otro aparato, avis-
tamiento que fue corroborado
por otros testigos.
Y cierra el tríptico de ufólogos
con sotana el jesuita Pedro Pa-
blo Requejo, que asegura haber
estado en contacto con extrate-
rrestres de Ganímedes. Aunque
comenzó a interesarse por los
ovnis desde principios de los
años 60, sus dudas quedaron
disipadas tras su primera obser-
vación: un avistamiento multitu-
dinario que tuvo lugar el 7 de
mayo de 1970. Según el jesuita,
“un objeto alargado y resplande-
ciente” se mantuvo durante bas-
tante tiempo sobre la ría de Vigo,
suspendido a gran altura.
Si tenemos en cuenta que los
tres incidentes
3
a los que nos he-
mos referido se debieron casi con
total seguridad a la presencia de
globos bañados por los rayos so-
lares, una primera conclusión
parece clara. Es urgente que se
impartan clases de aerostática
en los seminarios. En cualquier
caso, es sorprendente lo que lle-
gan a dar de sí los globos, cuan-
do llueve sobre mojado...
MANUEL
BORRAZ
1
Jiménez, Iker: “Ufólogos con sota-
na”. Enigmas (Madrid), Año IV -
Nº 8 (Agosto 1998), 66-73.
2
A juzgar por los ejemplos, en el ca-
so de los religiosos metidos a
ufólogos parece que esta segun-
da vocación no sigue la secuen-
cia desinterés inicial por el tema/
experiencia inusitada/conver-
sión al credo ufológico, como qui-
zá pudiera pensarse, sino más
bien la de interés previo por el
tema/experiencia inusitada/
consagración de la fe ufológica.
3
Sobre el primer caso, puede con-
sultarse, por ejemplo, El gran
enigma de los platillos volantes,
de Antonio Ribera (Plaza &Janés,
1974); sobre el segundo, que en
realidad tuvo lugar el 10 de agos-
to, ver el artículo “El ovni de la
ilusión”, por José Ruesga, en
Cuadernos de Ufología, Nº 8- 2ª
Época (Mayo 1990); acerca del
tercero, hay información en Te-
rror en la Luna, de J.J. Benítez
(Planeta, 1982).
‘Perdigones’
contra el cáncer
Al parecer, ciertas desavenencias
conyugales entre dos de sus
miembros, aireadas en público y
con televisión incluida, han lle-
vado al grupo de contactados Az-
tlán a una cierta crisis que ha
desembocado en los juzgados. A
la vista de la forma tan contun-
dente y apasionada con que el
equipo de la revista Más Allá se
ha lanzado a denostar a los que,
al parecer, han acusado al gru-
po Aztlán de ser una secta o algo
similar, así, a vuelapluma, me
surge una pregunta: ¿estamos
ante una toma de postura de
Campoy y sus colaboradores, de
corte quijotesco, de defensa, a la
manera de un campeón medie-
val, de damiselas en peligro, de
la imagen pública de unas perso-
nas a las que, a lo sumo, se pue-
de tachar de raras por aquello
de codearse con extraterrestres
el circo paranormal