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El mundo y sus demonios
por Mercè Piqueras

A finales de setiembre de 1995 millones de hindúes llenaron sus templos esparcidos por todo el mundo para hacer la ofrenda de leche a Ganesha, el dios elefante. Se habían enterado de que, como manifestación de su deidad, las imágenes de piedra que representaban a aquella deidad bebían la leche que se les ofrecía en una cuchara. Muchas personas hicieron largas colas para comprobar con sus propios ojos cómo desaparecía la leche de la cuchara apenas ésta se ponía en contacto con la superficie húmeda de la figura. Se decía que el milagro iba a durar unas 48 horas y los devotos no querían perder la oportunidad de ser copartícipes del prodigio.

La Asociación de Científicos y Racionalistas de la India dio una explicación al «milagro». Uno de sus miembros (Yash Pal, que había sido ministro de Ciencia del Gobierno de la India) declaró que el fenómeno respondía a las leyes de la capilaridad y la tensión superficial. Científicos del Consejo Nacional de Ciencia y Comunicación Tecnológica de la India demostraron cómo se producía el milagro. Añadieron un colorante rojo a la leche y comprobaron que el cuerpo del ídolo iba desprendiendo por goteo el líquido rojo que acababa de absorber por capilaridad. El Foro Científico de Delhi, organización para la mejora del conocimiento científico, describió el falso milagro como «una conspiración bien planeada para despertar las emociones de la comunidad religiosa». Por su parte, el Gobierno acusó a la oposición prohindú, representada por el partido Bharatiya Janata, de haber hecho circular el rumor del milagro para utilizar el fervor religioso en su favor en las elecciones que estaban próximas a celebrarse1.

El diario El País publicó recientemente un artículo-anuncio con el título «La cuarta atmósfera del planeta ha comenzado a tener actividad solar»2. Es un texto cuya finalidad parece religiosa o pseudorreligiosa, aunque se ampara en el escudo de la ciencia. Emplea muchos términos científicos, que pueden llevar a engaño o desconcertar a quien no tenga suficientes conocimientos para advertir la falta de fundamento del texto. En este caso queda claro que se trata de un artículo pagado; pero es muy frecuente leer en la prensa noticias surgidas de la propia redacción sobre fenómenos que no tienen explicación. Cuando se dan en un contexto religioso, se habla de milagros. En otras situaciones, se les adjudica el adjetivo de «paranormales».

Carl Sagan, en El mundo y sus demonios, publicado pocos meses antes de su muerte, deja bien claro lo que significa la ciencia y nos enseña que la verdad puede ser tan sorprendente, pero mucho más fiable, como los falsos prodigios basados en la religión, las supersticiones, los mitos o, simplemente, la ignorancia. Indica la necesidad de poseer unos conocimientos científicos mínimos para poder combatir los demonios que nos acechan desde muchos frentes, uno de ellos el de las llamadas paraciencias. Sagan incita al pensamiento crítico y al escepticismo, ajustándose a la idea de Goethe de que no hay nada más triste que la ignorancia en acción. La segunda parte del título del libro compara la ciencia con una vela que ilumina la oscuridad, que es la ignorancia; cree, como dice un proverbio inglés, que cuando se está a oscuras es mejor encender una vela que proferir una maldición3. En su referencia al influjo negativo de tantas religiones y sectas nos parece ver una profecía de la tragedia de la secta Puerta del Cielo ocurrida en San Diego recientemente. Afirma que «la pseudociencia es más fácil de inventar que la ciencia» y que tiene mayor predicamento entre la población porque «colma necesidades emocionales poderosas que la ciencia suele dejar insatisfechas».

Aunque los capítulos del libro pueden leerse como unidades de información sin un orden predeterminado, hay una cierta coherencia en el orden en que están distribuidos. Las referencias autobiográficas del prefacio y de los primeros capítulos parecen una estratagema para romper el fuego; el autor-científico muestra su lado humano al lector. Es algo que puede observarse también en bastantes escritos de otro gran divulgador y científico estadounidense, Stephen J. Gould, que incluye referencias y anécdotas familiares en sus artículos dedicados al gran público. En los capítulos 3 al 10 Sagan desmonta algunos mitos sobre temas que han tenido engañada a la población, como la presencia de ovnis y extraterrestes que practican «abducciones» a pacíficos habitantes de nuestro planeta, seducen a mujeres y dejan las huellas de su paso por la Tierra en forma de círculos sobre los sembrados; los falsos poderes de curanderos y chamanes y las presuntas propiedades curativas del magnetismo; los supuestos beneficios de la meditación trascendental y de las doctrinas de la Nueva Era; la aparente base científica de la astrología; la hipotética presencia entre nosotros de endemoniados y brujas y de los espíritus de las personas fallecidas; etc. Sigue una reflexión, con un comentario a las reacciones que provocó la publicación resumida de los capítulos precedentes en la revista The Parade. Sagan nos muestra luego el camino para que sepamos descubrir la falacia y desmontar camelos, ya que no hay campo de la ciencia que no tenga su complemento pseudocientífico. Dedica seis capítulos (del 13 al 18) a diferentes aspectos de la ciencia, desde la confusión existente entre ciencia y pseudociencia, o las dudas que pueden surgir de la errónea aplicación del desarrollo tecnológico hasta el funcionamiento de la ciencia y el desarrollo del pensamiento científico. Le siguen unos capítulos dedicados a la educación científica (dos de ellos escritos en colaboración con su esposa, Ann Druyan), la comunicación de la ciencia y la visión del científico por parte de la sociedad. Advierte de los peligros del analfabetismo científico --concepto que él mismo definió, pero que asegura había sido ya explicado por Platón--, cuyas consecuencias pueden ser mucho más peligrosas ahora que en cualquier otro momento de la historia. Cree que el ser humano tiene una inclinación por la ciencia y que alejar de ella a los niños es privarles de un derecho y despojarles de las herramientas necesarias para manejar su futuro. Propone algunas soluciones para mejorar la comprensión de la ciencia y, conocedor del gran poder de la televisión por su propia experiencia con la serie «Cosmos», sugiere este medio como el sitio ideal para empezar. Los dos últimos capítulos (en los que también contó con la colaboración de Ann Druyan) encierran un contenido político. Aunque deja claro que la política no es una ciencia, una actitud escéptica puede ser conveniente. Y la política puede a veces beneficiarse del método científico. Su mensaje final es el deseo que los ciudadanos de cualquier país se formen en el método científico y en la democracia.

En la versión española de esta obra cabe destacar el trabajo de la traductora, Dolors Udina. Gabriel García Márquez --en una de las declaraciones sorprendentes a las que recurre con frecuencia-- confesó en cierta ocasión que prefería la versión inglesa de Cien años de soledad a la que él escribió originalmente en castellano. La presente versión de El mundo y sus demonios no desmerece en absoluto de la original (y la calidad literaria de Carl Sagan viene avalada por el Premio Pulitzer que le fue concedido por su libro Los dragones del Edén); su autora ha sabido transmitir el sentido del texto de Sagan con gran maestría. Contrariamente a lo que suele ocurrir con muchas obras traducidas, en ningún momento se tiene la impresión de estar leyendo un texto escrito originalmente en otra lengua. Únicamente hemos observado algún lapsus de vocabulario o terminología, como la castellanización de la sigla DNA (por otra parte, muy frecuente en la prensa y en textos de divulgación). Según los acuerdos internacionales de nomenclatura bioquímica, estas siglas deben ser uniformes en todas las lenguas. Así lo ha entendido la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, que propone las formas DNA y RNA en su Vocabulario Científico y Técnico.4

En 1994, Sagan recibió el Premio Isaac Asimov, que se concede a una persona que haya demostrado su compromiso y capacidad de comunicar los logros de la ciencia y los métodos para conseguirlos. Al recoger el galardón habló de su amor a la ciencia e insistió en la misión fundamental de la divulgación científica y de cómo se alcanza el descubrimiento. El mundo y sus demonios surgió de la necesidad que Sagan sentía de poner de manifiesto su «relación de amor de toda la vida con la ciencia», de la misma manera que «cuando uno se enamora, quiere contarlo a todo el mundo». Quien lea este libro no podrá por menos que sentir agradecimiento hacia Carl Sagan por haberle hecho partícipe de ese sentimiento.

Bibliografía:

  1. Jarayaman, K.S.: «India's "milk miracle" is hard to swallow», Nature, 377 (1995), 280.
  2. El País (Edición Cataluña), 10-05-1996, pág. 26.
  3. Guerrero, R.: «Una vela en la oscuridad», Quark 7 (abril-junio 1997), 29-40.
  4. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales: Vocabulario Científico y Técnico (3ª edición), Madrid, Espasa, 1996

Datos del libro:
Título: El mundo y sus demonios. La ciencia como una luz en la oscuridad
Autor: Carl Sagan
Traducción: Dolors Udina
Editorial: Planeta
ISBN: 84-08-02043-9
(El libro está agotado)


Reseña publicada originalmente en la revista Quark núm. 8. Publicada con permiso de la autora.