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Invierno 2024

Cien ediciones de EEEP Tenerife

La edición número 100 de 

Escépticos en el pub

 

tuvo lugar en el bar Sócrates, en San Cristóbal de La 

Laguna, el pasado viernes 14 de abril. Lo que empe-

zó hace 12 años y dos meses, con una pandemia de 

por medio, lo hizo con la misma temática que en esta 

ocasión: la medicina. La charla contó con la partici-

pación del doctorando Isidro Miguel Martín Pérez y 

del profesor Fidel Rodríguez Hernández, del Área de 

Radiología y Medicina Física de la Universidad de La 

Laguna, quienes explicaron los avances en las investi-

gaciones y el tratamiento oncológico en Tenerife.

En el ambiente relajado de un bar, entre caña y 

caña, empezó a hablar el doctorando Martín Pérez. 

Comenzó recordando otra fecha importante. Sesenta 

años desde que el doctor Martin Luther King pronun-

ció las famosas palabras «

I have a dream…

» en las 

escaleras del Monumento a Lincoln. De la misma ma-

nera que Luther King perseguía su sueño de un país 

en el que los blancos y los afroamericanos pudieran 

sentarse en la misma mesa, libres de los rencores del 

pasado, los doctores también han tenido varios. Uno 

de ellos, tal vez el más importante, es el de encontrar 

una forma de ver el interior del cuerpo. «Es el sueño 

de convertir lo interno en externo».

El doctorando transportó a todos los que nos en-

contrábamos en aquella sala por un viaje a lo largo 

de la historia, empezando por los oscuros años de la 

Edad Media hasta llegar a la Modernidad.

 Muchos nombres importantes en la historia de 

la medicina y de la ciencia aparecieron durante esta 

línea temporal imaginaria. Jean-Nicolas Corvisart, 

médico de Napoleón, que puso en práctica la técni-

ca de la percusión torácica. René Laënnec, inventor 

del estetoscopio. El descubrimiento de los rayos X de 

Wilhelm Röntgen. Es este último el que propició la 

entrada de la mujer en la ciencia, con figuras tan im

-

portantes como Marie Curie.

A pesar de lo que podría parecer, Canarias no se 

mantuvo al margen del descubrimiento de los rayos 

X. «Por primera vez en muchos aspectos, Canarias 

estaba a la altura de Europa», aseguró el doctorando. 

Fue en las Islas donde se usaron por primera vez para 

diagnosticar un embarazo. Si bien esto en la actua-

lidad resulta una locura, fue la acción precursora de 

la ecografía, treinta años antes de que se usara esta 

técnica.

De este descubrimiento también derivó uno muy 

importante por sus aplicaciones en medicina y concre-

tamente para la lucha contra el cáncer: la radioterapia. 

El profesor Rodríguez-Hernández es experto en este 

campo, así la charla pasó a tenerlo como protagonista.

El  profesor  definió  dicha  enfermedad  como  una 

sola célula alterada genéticamente y predispuesta a 

crecer de una forma desmesurada, lo que la lleva a 

ser dañina en el organismo. Si bien esta es todavía 

una enfermedad de la que se desconocen muchos 

aspectos, las herramientas existentes permiten a los 

profesionales de la salud ser muy eficaces a la hora 

de atacar el tumor. Los avances que se producen son 

esperanzadores, según comentó Hernández.

Entre los más espectaculares se encuentran sustan-

cias que pueden dañar el tumor, potenciando así los 

efectos de la radiación. Este tipo de descubrimientos 

llevó al profesor Hernández a afirmar que «El futuro 

está en los aparatos de radioterapia».

Hernández tiene buenas razones para considerarlo 

de esta manera. La radioterapia funciona especial-

mente bien con células proliferativas, por lo que las 

células de los tumores se ven muy afectadas por la 

radiación, influyendo negativamente en su desarrollo.

Entre las cosas que ha podido descubrir a lo largo 

de su carrera, Hernández destacó la importancia de 

los vasos sanguíneos. El tumor necesita algún medio 

Coordinación: Juan A. Rodríguez, Marisa Marquina y Antonia de Oñate

Primer contacto

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para poder nutrirse y para moverse por el cuerpo, cau-

sando así la metástasis. Las células cancerígenas en-

cuentran la respuesta a estas necesidades en la sangre. 

«El cúmulo de células era inocuo hasta que llegaban 

los vasos sanguíneos. Estos le proporcionaban la vía 

para nutrirse y desplazarse. No saben la cantidad de 

patologías que el cuerpo puede curar o mitigar natu-

ralmente si no se recibe la influencia de los vasos san

-

guíneos», reflexionó el profesor.

Otro elemento que contribuye a la aparición de esta 

patología es la edad. El sistema inmune va decayen-

do con los años, por lo que el cuerpo se vuelve más 

ineficiente para combatir las enfermedades. Como la 

población está envejeciendo, la probabilidad de de-

sarrollar cáncer aumenta, lo que supone un factor de 

riesgo junto con otros muy comunes, como la exposi-

ción a la luz ultravioleta, la contaminación o el taba-

co. Con respecto a este último, el profesor Hernández 

advirtió a toda la sala: «Ni dos cajas ni una. Déjenlo. 

El tabaco mata».

Después de tanta información sobre el pasado y el 

futuro, surge la pregunta: ¿Qué se está haciendo aho-

ra? El doctorando explica que los resultados de su es-

tudio, 

Exercise-based rehabilitation on functionality 

and quality of life in head and neck cancer survivors. 

A systemic review and meta-analysis, 

muestran que el 

ejercicio físico

 

resulta muy beneficioso en la disminu

-

ción del dolor y también mejora la calidad de vida de 

los pacientes de cáncer de cabeza y cuello.

El doctorando mantiene la hipótesis de que esto 

se produce porque la actividad física ayuda a man-

tener los músculos en buen estado, lo que aumenta 

las probabilidades de poder recuperarse de la enfer-

medad. Además, hacer ejercicio al aire libre también 

beneficia el estado emocional de las personas. «Quien 

hace ejercicio mientras atraviesa una enfermedad está 

comprando un seguro de vida», asegura el experto.

Lo cierto es que todavía hay mucho que no se sabe 

del cáncer, por lo que la investigación, según coinci-

den ambos especialistas, resulta vital para lograr ese 

sueño que mencionaron al inicio de la charla. «Toda la 

sociedad tiene un sueño, el de poder curar el cáncer».

Luis Alberto Pérez López

¡Joder, qué tropa!

La célebre frase atribuida a Romanones nos viene a 

la mente a raíz de una serie de acontecimientos vivi-

dos recientemente en el mundo de la psicología, que 

reflejan el divorcio, de momento irreconciliable, que 

parece existir entre la psicología básica, fruto de in-

vestigaciones científicas, y su aplicación en el mundo 

profesional.

El primero, y más personal, ocurrió hace unos me-

ses, cuando acudimos al aniversario de la promoción 

de psicólogos de una universidad pública española de 

rancio abolengo. En dicha celebración se dio pie a que 

algunos de los antiguos alumnos contasen su expe-

riencia profesional desde que acabaron la carrera. Pre-

vio a ello, un profesor concluyó su breve discurso de 

bienvenida diciendo algo así como «ahora veamos si 

sirvió de algo lo que intentamos enseñaros hace unos 

años», y a continuación empezamos a ponernos al día 

de la situación de la psicología «ahí fuera»: quienes 

trabajaban con menores problemáticos, en el mundo 

de los recursos humanos, en la clínica… Hasta que 

llegó quien hacía ver que a lo aprendido en los años 

de Facultad no le había sacado demasiado partido y 

que había descubierto todo un mundo de posibilida-

des que, por supuesto, pasaban por la terapia Gestalt 

y similares, incluyendo, entre otras cosas, el uso de 

tambores chamánicos, que a la terapeuta en cuestión 

le habían ido personalmente fenomenal y no dudaba 

en aplicarlos en las sesiones con sus pacientes, acla-

rando, eso sí, que empezaba a reconciliarse, al menos 

en parte, con las terapias cognitivo-conductuales. Na-

die en la sala, salvo quienes esto escribimos, parecía 

dar síntomas de incomodidad; la cara del menciona-