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ichel Rouzé, de nombre real Miecsejslaw 

Kokoczynski (París, 1910-2003), fue un 

periodista e izquierdista militante que evo-

lucionó desde el periodismo de opinión a la divulga-

ción científica al crear en 1957 

Diagrammes

, revista 

mensual  de  90  páginas  que  sobrevivió  hasta  finales 

de los sesenta, cuando el propio Rouzé fundó la Afis 

(acrónimo de 

Agence française d’information scien-

tifique

) y la revista 

Science et pseudo-sciences

, cuyo 

primer número aparece en noviembre de 1968, aún 

con el nombre de 

Cahiers de l’Agence française pour 

l’information scientifique

.

Antes de ello, ya existía —y continúa existiendo— 

la 

Union Rationaliste

, asociación de la que Rouzé era 

miembro y en cuyo seno fundó en 1966, junto con 

Victor Leduc, la revista 

Raison Présente

, uno de cu-

yos objetivos, además de la promoción de la razón y 

la ciencia, era «la denuncia de las supercherías preten-

didamente científicas».

Los sesenta constituían una década de formidables 

avances científicos y tecnológicos: la conquista espa

-

cial y los primeros hombres en la Luna, la informáti-

ca y los antecedentes de internet, la comercialización 

de la píldora anticonceptiva, el primer trasplante de 

corazón, la energía atómica de uso civil…, avances 

que para Rouzé no se explicaban bien del todo en una 

prensa abandonada al sensacionalismo comercial y no 

siempre avergonzada de su complacencia con lo irra-

cional.

El objetivo de los 

Cahiers

 era por ello aportar al 

público no especializado los elementos esenciales 

para la comprensión de la «significación humana» de 

la actualidad científica a modo de una agencia inde

-

pendiente de prensa que publica artículos cortos de 

temática variada, aunque centrados en los logros tec-

nológicos y la ciencia básica, y tratando de aclarar 

las posibles consecuencias sociales. Se puede citar 

a modo de ejemplo el texto dedicado a los avances 

contemporáneos de la genética en la URSS (mayo de 

1969), donde se trataba de compensar el enorme retra-

so acumulado en el período anterior, el de la «ciencia 

proletaria» de Lyssenko, opuesta a la «ciencia burgue

-

sa» representada por la genética mendeliana. Otros te

-

mas fueron las controversias acerca de las interaccio-

nes entre el control de natalidad y la selección natural; 

el uso de pesticidas en la agricultura y la prohibición 

del DDT; o las proezas tecnológicas de entonces.

Pero el proyecto de agencia de prensa se termina 

abandonando, y en 1978 la Afis pasa de 

Agence

 a 

As-

sociation

, lo que se adapta mejor a los recursos hu-

manos y económicos disponibles (pese a su carácter 

comercial, pues se pretendía financiar mediante sus

-

cripciones, la agencia no funcionó propiamente como 

una empresa y nunca generó ganancias).

Las pseudociencias, Afis y su revista 

Science et 

pseudo-sciences

La pseudociencia y lo irracional no están muy pre-

sentes en los primeros números de los 

Cahiers

. No 

es hasta mayo de 1972 en que un editorial denuncia 

R

ed Escéptica Internacional

Afis y la revista                 

Science et pseudo-sciences: 

medio siglo de lucha contra 

la pseudociencia en Francia

Jean-Paul Krivine                                                                                              

Director de la revista 

Science et pseudo-sciences.

 AFIS https://www.pseudo-sciences.org

/

Resumen y traducción del francés: Juan A. Rodríguez.                                                                

Orig.: 

Science et pseudo-sciences

, 326, octubre de 2018

En 2018 se celebró el cincuentenario de la Asociación Francesa para 

la Información Científica. Fundada en 1968, su origen parte del trabajo 

iniciado unos cuantos años antes por Michel Rouzé.

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«falsas ciencias y paraciencias» y marca un punto de 

inflexión en los contenidos de la revista, en respuesta 

al crecimiento de un movimiento anticiencia y para 

reivindicar lo que entienden como valores básicos de 

la sociedad industrial: la razón y la ciencia. Rouzé de-

fiende el cambio social, pero sin la ciencia y la tecno

-

logía, sin el conocimiento racional, no lo ve posible. 

Sostiene además que aquellos contrarios a la ciencia 

se  equivocan  de  objetivo,  pues  el  espíritu  científico 

es el del libre análisis y el rechazo de la opresión; el 

conocimiento racional se ha de aplicar también a las 

leyes que rigen las acciones humanas, para así lograr 

un mundo más humano.

En  este  manifiesto,  Rouzé  revisa  los  principales 

elementos de su crítica a la pseudociencia, intenta una 

definición de la misma y un análisis de los factores 

psicosociológicos que la envuelven y la hacen resur-

gir en la actualidad como si de un espejismo se tratara. 

Denuncia por último el excesivo eco que brindan los 

medios a las falsas ciencias, por un interés puramente 

comercial. Las pseudociencias empiezan a ocupar la 

mayor parte de la revista, llamada desde 1985 

Science 

et pseudo-sciences

, para reflejar ese cambio de conte

-

nidos que venía de tiempo atrás y así «denunciar sin 

miramientos las mistificaciones pseudocientíficas y el 

charlatanismo disfrazados de ciencia», como parte de 

lo necesario para modernizar la sociedad y elevar el 

nivel cultural de las nuevas generaciones. Denuncia 

por ejemplo el mito de la «memoria del agua», sur

-

gido del ensayo que Jacques Benveniste y los labo-

ratorios Boiron llevaron a cabo en 1988 para intentar 

dar una base científica a la homeopatía; o analiza en 

2001 una tesis doctoral en sociología que defiende la 

cientificidad de la astrología; a la vez, divulga cómo 

se lleva a cabo una investigación científica real frente 

a las propuestas pseudocientíficas (homeopatía, astro

-

logía, psicoanálisis, videncia…) y hace ver sus conse-

cuencias negativas.

Rouzé la seguirá dirigiendo hasta 1999, cuando la 

deja por razones de edad, a los 89 años, y es sustituido 

por el autor de estas líneas. A su vez, la asociación si-

gue su propio camino, con las correspondientes asam-

bleas, conferencias, etc., en la cual Rouzé es sustituido 

en su presidencia por Jean-Claude Pecker, astrofísico 

y miembro de la Academia de Ciencias francesa. Co-

mienza una nueva etapa del escepticismo en Francia.

Ciencia y decisiones

El nuevo siglo trae un aumento de ciertas contro-

versias sobre la salud y el medio ambiente (biotecno-

logías, pesticidas, ondas electromagnéticas, energía, 

clima, vacunación, etc.), con el reconocimiento en 

la Constitución francesa de un «principio de precau-

ción».  La  ciencia  interviene  en  numerosos  debates 

sociales y se la trata de instrumentalizar por unos y 

otros, como ya hiciera en su tiempo la industria taba-

quera.  En  general,  se  presentan  los  «buenos»  como 

los representantes de la sociedad civil en lucha contra 

los «malos», las injusticias y las manipulaciones de 

los poderes económicos y políticos.

El problema vendrá cuando los «buenos» también 

empiecen a manipular y a desinformar para conseguir 

sus fines, como ha ocurrido con los antitransgénicos, 

 Foto: AFIS

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que acusan a la ciencia de estar a sueldo de intereses 

espurios, por lo que rechazan la investigación, pre-

suntamente contaminada por intereses económicos, 

políticos o sociales. Estos mercachifles del miedo es

-

tán emponzoñando los debates relativos a la toma de 

decisiones políticas.

Afis se bate a brazo partido en todos estos temas, 

con la premisa general de que la ciencia dice cómo 

son las cosas, no ordena cómo deberían ser; y aun-

que las decisiones políticas deben apoyarse en el co-

nocimiento  científico,  no  podemos  pretender  que  la 

ciencia nos dé unas conclusiones que corresponde dar 

a la opinión pública, basada no solo en razones cien-

tíficas, sino también políticas, económicas, religiosas 

o de otro tipo. Por otro lado, una sociedad basada en 

el progreso científico debe ser una sociedad de con

-

fianza en los expertos; pero, ¿quiénes son estos? ¿Los 

científicos? ¿Cuáles, exactamente? ¿Periodistas, polí

-

ticos, agencias oficiales, asociaciones, redes sociales? 

Estas y otras son cuestiones habituales tratadas por la 

Afis y su revista.

No apagar la luz del futuro

A día de hoy, Afis la componen más de mil socios, 

y se organiza en comités regionales y temáticos. La 

revista tiene más de 2000 suscriptores, y se distribu-

ye además por los cauces habituales de la prensa, de 

modo que se venden entre 6000 y 10 000 ejemplares 

de cada número; se autofinancia y no tiene publicidad. 

En su comité científico hay todo un plantel de acadé

-

micos y profesores universitarios, incluidos algunos 

premios Nobel.

Con frecuencia nos acusan de estar a sueldo de unos 

u otros, o de tener tal o cual ideología, fruto paradójico 

de nuestro rechazo a que se instrumentalice la ciencia 

para una causa concreta, algo esencial para que se den 

debates democráticos sobre ciertos asuntos.

Hasta aquí, el resumen de los 50 años de una activi-

dad que seguramente se tendrá que prolongar bastan-

te más. Terminemos con las palabras de Jean-Marie 

Lehn, Nobel de química y miembro del comité de ho-

nor de Afis:

La búsqueda del conocimiento y de la verdad debe 

prevalecer sobre las consideraciones actuales de lo 

que la naturaleza, la vida o el mundo son o deberían 

ser, pues nuestra visión de hoy ha de ser forzosamente 

limitada. La ética y las leyes han cambiado y lo segui-

rán haciendo; son fruto del conocimiento y se deben 

ir adaptando a los nuevos datos. La sociedad reac-

cionará a los cambios introducidos por la ciencia y la 

tecnología como un gran organismo: evolucionará y 

se adaptará por la presión de nuevos caminos y nue-

vos medios en una especie de darwinismo social. Al-

gunos piensan que querer modificar la naturaleza re-

sulta arrogante. La arrogancia es suponer que somos 

perfectos como somos. Con toda la prudencia preci-

sa, y a pesar de los riesgos, sopesando cada paso, la 

humanidad debe continuar y continuará su camino, 

pues no tenemos derecho a apagar la luz del futuro

.

Foto: AFIS