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el esc

é

ptico

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verano 2015

forma de censura sobre la blasfemia realizada y de autocen-

sura por el miedo para las que pudieran venir. 

Con esta censura y autocensura no solo limitan la liber-

tad de expresión, también la libertad de conciencia, pues la 

primera es una forma de manifestación de la segunda. La li-

bertad de conciencia permite el derecho a pensar libremen-

te y actuar de acuerdo al propio pensamiento y conciencia, 

con el único límite del orden público democrático (es decir, 

con el único límite de no dañar las libertades de los demás). 

La libertad de conciencia no admite ningún otro límite: ni 

político, ni religioso, ni de ningún otro poder fáctico o vo-

luntad particular. Ni siquiera por parte de la mayoría: la 

libertad de conciencia es un derecho individual y tan fun-

damental que no descansa en las mayorías, sino en la digni-

dad intrínseca de la persona. La libertad de expresión es el 

corolario de la libertad de conciencia: el derecho a expresar 

esos contenidos de conciencia, a hacerlos públicos. 

A cada uno podrán gustarle o desagradarle los contenidos 

de la conciencia de los demás, podrán admirarlos, debatir-

los, rebatirlos, criticarlos o burlarse de ellos con la parodia 

o la sátira. Pero nadie puede prohibir su libre expresión 

(censura) ni amedrentar, amenazar o asustar a los demás 

para que se autocensuren. De la misma forma, y por la mis-

ma razón, nadie que exprese libremente su pensamiento 

o conciencia públicamente puede blindarlo respecto de la 

crítica, el debate o incluso la burla o la mofa de los demás, 

pues tanto derecho tiene él como los demás a la misma libre 

expresión y a la crítica. 

El laicismo es precisamente el orden político-jurídico 

que garantiza lo anterior. El laicismo protege la libertad de 

conciencia en el ámbito privado donde es inviolable, así 

como su libre expresión sin más límite que el orden público 

(la libertad de los demás). Por eso establece un muro de 

separación entre el ámbito privado y el público (el de la 

política, las leyes). Nadie puede vulnerar la libertad de con-

ciencia ni de expresión: ni un particular, ni la mayoría, ni el 

En el caso de Charlie Hebdo los terroristas han asesinado a 

los dibujantes de la revista solo por haber hecho las viñetas de 

Mahoma, lo que para ellos es blasfemia y que se castiga con la 

pena de muerte.